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Discurso nupcial

Muy estimados abuelos y padres, respetables líderes


espirituales, estimados familiares y amigos y muy apreciados
novios.

Hoy nos hemos reunido para testimoniar y apoyarte a ti


Xxxxxx y a ti Yyyyyy en vuestra decisión de cumplir el
primerísimo mandamiento que el Creador dio a los hombres,
del cual se puede leer en Génesis 1:27, 28a donde está
escrito:

“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen


de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo
Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la
tierra y sojuzgadla.” (LBLA)

Y en Génesis 2:22-24 está escrito:

”Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del


hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el
hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y
carne de mi carne; ella será llamada mujer (ishá), porque
del hombre (ish) fue tomada. Por tanto el hombre
dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne.” (LBLA)

En este texto se encuentra el fundamento para el


matrimonio entre un hombre y una mujer. El matrimonio es
un pacto entre esposo y esposa que conlleva consecuencias
sociales. Por lo tanto, una relación entre un hombre y una
mujer no es un asunto privado. En todas las culturas existe
algún tipo de proclamación pública a la hora de iniciar un
nuevo matrimonio.
Un pacto es el lazo más fuerte que existe entre dos o varias
partes, y el hecho de estar sujeto a un pacto matrimonial
implica tener una obligación de ser fiel al pacto y nunca
jamás mirar con deseo a otra persona.

Cuando tú Xxxxxx dijiste a Yyyyyyy que ella te quedó


consagrada con el anillo que le dabas (o que el anillo era una
señal de vuestro pacto matrimonial) y cuando tú Yyyyyy
recibiste el anillo significa que os atasteis el uno
exclusivamente al otro durante todo el tiempo que el pacto
siga vigente. Prometisteis fidelidad y amor durante toda la
vida. ¡Que el Eterno os acompañe y os ayude a cumplir
vuestras promesas!

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se


unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

Este texto nos enseña que el primer paso en el pacto


matrimonial es dejar la vida social en relación con los padres.
El segundo paso es una unificación oficial cuando una mujer
se convierte en esposa – su mujer – y luego podrán unirse
físicamente y así ser una carne. Este es el orden que ha sido
establecido en la creación que regula la unión entre hombre
y mujer. Solamente cuando hay un pacto matrimonial como
fundamento, un hombre y una mujer tienen el derecho de
unirse el uno al otro.

La Torá – el Libro de instrucciones de Dios – enseña que el


matrimonio entre hombre y mujer es el único fundamento
para una sociedad estable. En una sociedad, donde muchos
se rebelan contra el Creado teniendo relaciones y viviendo
juntos sin antes haber establecido un pacto oficial, vosotros
habéis optado por ir en contra de la corriente, y así ser parte
de aquellas personas que preservan y mantienen el orden en
la sociedad. El matrimonio es el fundamento de la sociedad.
El que destruye el matrimonio destruye la sociedad y el que
conserva el matrimonio conserva la sociedad. ¡Vosotros sois
la sal de la tierra y la luz del mundo!

En temor y amor al Creador y Legislador Supremo habéis


escogido el camino estrecho – el que lleva a la vida – y
esperar con las relaciones físicas íntimas hasta entrar en un
pacto oficial que os una ante Dios.

Quiero felicitaros a los dos por haber sido fieles a las normas
celestiales en relación con la convivencia humana. Dichosos
sois y dignos de ser imitados. Sois un gran ejemplo para
todos los que quieren vivir para Dios. Habéis escogido el
camino elevado, el camino puro, el camino de santidad.
Habéis escogido el camino de la vida. ¡Que el Eterno os dé
una gran recompensa y que tengáis muchos seguidores!

Está escrito que Dios los bendijo, no lo bendijo. Cuando Adán


estaba sólo no recibió ninguna bendición. Dios bendijo al
hombre junto con su mujer. Por eso, al haber entrado en
este pacto seréis irradiados con esa bendición, esta brajá.

Una bendición contiene palabras cargadas de fuerza


espiritual que genera resultados positivos en el receptor de la
bendición. Una bendición sirve para favorecer una persona
tanto espiritualmente como materialmente. En este caso la
bendición sobre los hombres resultó, entre otras cosas, en
que tuvieran la capacidad de reproducirse y tener muchos
hijos, lo cual es una de las bendiciones más grandes que el
hombre pueda recibir.
¡Que el Eterno descargue esa bendición también sobre
vosotros!

La raíz de la palabra hebrea que ha sido traducida como “se


unirá” es “davak”, que significa “pegar”, “unificar”,
“adherir”.
Esto significa que no sólo se hará una unión física y social
entre vosotros a partir de ahora, sino también una
unificación espiritual. En este momento el Cielo es testigo y
actúa para uniros de una manera profunda, como también ha
dicho nuestro amado Señor y Maestro Yeshúa, según Mateo
19:4-6, donde está escrito:

“Y respondiendo El, dijo: ¿No habéis leído que aquel


que los creó, desde el principio LOS HIZO VARON Y
HEMBRA, y añadió: "POR ESTA RAZON EL
HOMBRE DEJARA A su PADRE Y A su MADRE Y
SE UNIRA A SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA
SOLA CARNE"? Por consiguiente, ya no son dos, sino
una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún
hombre lo separe.” (LBLA)

La unión entre hombre y mujer en el pacto matrimonial es


registrada en el cielo. En la primera boda entre Adán y Eva
el Eterno trajo la mujer al hombre y los casó. Después
entregó a las autoridades humanas el derecho y la
responsabilidad de confirmar los pactos matrimoniales.
Consecuentemente cuando un hombre y una mujer desean
entrar en una relación íntima están obligados a registrarse
ante las autoridades. Las autoridades son los representantes
legales de Dios. Por eso, los que se casan delante de las
autoridades se casan delante de Dios y en ese momento Él
los une.
En Malaquías 2:14 podemos leer que el matrimonio es un
pacto que se hace delante del Eterno, como está escrito:

“el Eterno ha sido testigo entre tú y la mujer de tu


juventud… aunque ella es tu compañera y la mujer de tu
pacto.” (LBLA)

En Eclesiastés 4:12 está escrito:

“Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo,


dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe
fácilmente.” (LBLA)

Al principio el hombre era un solo ser, unido con el


Creador, en el cual lo masculino y lo femenino estaban
unidos en una sola cosa. Luego cuando el Creador separó lo
femenino del hombre y formó un ser propio y los colocó
uno en frente del otro, se produjo una tensión muy
fascinante. Hubo un triángulo con el pico en el cielo.

El desafío para los hombres fue vivir con esta tensión que
había surgido por causa de las diferencias entre lo masculino
y lo femenino y en medio de esta tensión procurar otra vez
la unidad sin por ello borrar las diferencias. Esa meta sólo
podrá ser alcanzada cuando los dos tengan una relación
íntima con Aquel que es Uno y vivan las consecuencias de la
expiación del Mesías Yeshúa. El perdón es muy importante.
Si ambos deciden amar al Eterno y amarse mutuamente
¡entonces funciona la cosa!

Una de las tareas más bellas y al mismo tiempo difíciles en la


vida es poder aprovechar estas diferencias y – como una
cuerda tensada en un instrumento musical – crear un tono,
un tono hermoso, un tono de alabanza al Creador, el origen
de todas las cosas.
(El violín es quizás el instrumento más difícil de tocar. No suena bonito en sí mismo, a pesar de que
pueda estar bien hecho, tener los materiales adecuados y estar afinado correctamente. Hace falta un
maestro que tenga brazos, manos, dedos y oído afinado a través de mucha práctica para poder sacar
un tono bello de la cuerda de un violín.)

Ahora os toca aprender a tocar el instrumento de vuestro


matrimonio y aprovechar la tensión entre vosotros para
producir algo sumamente bello.

Que el Eterno os dé de Su luz espiritual y poder en el Mesías


Yeshúa para que alcancéis mediante la gracia la unidad en la
tensión en todas las áreas de vuestras vidas.

¡Y que Él sea grandemente glorificado por medio del


hermoso tono de alabanza que saldrá de vuestro pacto
matrimonial!

Amén.

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