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Juana de Ibarbourou

ORO
TORMENTA

Z I G Z A G
Oro y Tormenta
C O L E C C I O N P O E S Í A S

(C) Empresa Editora


Zig-Zag, S. A., 1956.
Derechos reservados.
Inscripción N.° 18635.
S a n t i a g o de Chile.
1956.

E M P R E S A E D I T O R A Z I G - Z A G , S.
Juana de Ibarbourou

Oro
y
Tormenta
S O N E T O S

Z i g - Z a g
I

Soneto a un nombre
Secreto a voces
Secreta dulzura
El nudo
Riqueza
Como una sola flor desesperada
Como un ascua de miel...
Buenaventura
Serenidad
La hora ya en sazón
Destino
En el tiempo sin relojes
Paz
Con altiva transparencia
Una rosa
Francesca
Siempre
Soneto a un nombre

¿En qué célula está, sobre qué ensueño,


de qué dolor proviene, o esperanza,
ese nombre que pesa en mi balanza
como collar de oro o breve sueño?

Vive de mí, bruñido, azul, pequeño,


en los contados días de bonanza.
Y en los de mi frecuente malandanza,
agudo clavo es entre mi leño.

¡Y sin embargo tan amado, tanto,


que me rige la risa, está en el llanto,
la crespa sangre, el inflexible hueso

y este vivir muriéndome, tan mío!


Dame calor o atiéreme de frío.
Herida suele ser. Y a veces beso.

) 9 (
Secreto a voces

El tierno caracol, la dulce espiga,


la música anhelante de la raíz que crece,
el credo melodioso que el viento desvanece,
la secreta semilla que la cápsula abriga;

el embrión del ovario que la vida fustiga,


el limonero puro, la dorada naranja,
el campo cultivado ya en flava o verde franja,
la garganta sagrada y la boca enemiga,

únanse a mi embriaguez de este ensueño, a decirlo


hasta al oído agudo e indiscreto del mirlo,
hasta la caminante corriente de los ríos.

Porque, cuando se quiere, no se puede callarlo,


Es un secreto a voces y a voces hay que darlo
hasta a torcidas bocas y murmullos sombríos.

) 10 (
Secreta dulzura

En mi gran soledad florece el canto,


girasol de una luz recién creada,
porque teniendo rota la mirada,
fluía sólo la fuente de mi llanto.

Pero venciendo al ogro del espanto


llegaste tú, tan tierno en la jornada,
que un girasol de luz recién creada
me convirtió la sombra en amaranto.

¡Ah!, secreta dulzura de este verso


en que yo puedo darte el universo
como se da una flor, un pez de oro,

una fugaz centella, un sicomoro,


una lágrima azul, o un esplendente
ruiseñor de cristal resplandeciente.

) 11 (
El nudo

Llegaste a mí y en ti yo estoy viviendo


y tú viviendo en mí, fiel prisionero,
de este decirte siempre que te quiero
y este probarte que no estoy mintiendo.

Siempre, tierno, hacia mí tú estás viniendo.


Siempre voy hacia ti, siempre te espero.
Ya se está haciendo un nudo este entrevero
en que dos, uno solo estamos siendo.

En ti empieza y termina mi universo.


Sea el día solar o sea adverso,
tú eres su aire, su luz y todo el cielo.

Si sangra el corazón, tú lo restañas.


Porque si a veces sin querer lo empañas
es un río de hiél tu desconsuelo.

) 12 (
Riqueza

Arterias en tumulto, muchedumbre de venas,


metales de la sangre, centellas de los ojos.
Mi perfección vital sintiendo tus colmenas,
el alma altiva y tierna, sierva de tus antojos.

La dicha de servirte superando la dicha


de ser fuerte y ser libre, antes mi dicha única.
Ya no ser alta y sola, diamante, nardo o ficha.
La libertad perdida desde el rostro a la túnica.

Pero feliz con esa felicidad tremenda


del que todo lo ha dado y lo enajena todo
por encontrar la sombra de su dueño en la senda,

sea ésta de rosas o cubierta de lodo.


Pensamiento, latido, frente herida y sin venda,
¡infinita riqueza de querer de este modo!

) 13 (
Como una sola flor desesperada

Lo quiero con la sangre, con el hueso,


con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso


de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de su vida tributaria,


ya parezca tumulto, o solitaria
como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro


la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que sólo en él respira levantada.

) 14 (
Como un ascua de miel.,.

De la brasa de amor que me consume


se alza la rosa de tu epifanía.
Canto de gozo en la mitad del día.
Sagrada columnita del perfume.

Fuego azul y elevado que me insume


tiempo de llanto y hora de alegría.
Cantares en sazón de letanía.
Tórtola fiel y ruiseñor implume.

La espesa sombra derrotada ha sido


por la llama feliz, clara memoria
de tu beso, en mi pecho estremecido

sólo leal a la tenaz historia


de tu amor y mi amor, lirio encendido
como un ascua de miel sobre la escoria.

) 15 (
Buenaventura

¿Qué nomeolvides nacerá de nuevo,


qué centaura de oro entre mi mano,
junto a una fuente de celeste fuego,
bajo el domo de aromas de un manzano?

Toda la fe y toda la inocencia


del tiempo ya pasado se renueva,
en esta hora lentamente nueva,
en este aire de alta transparencia.

Todo estaba perdido y tú regresas,


con la recia cosecha de las fresas,
con el sol en la casa de los peces *.

La luz de Dios se cierne en mirra y oro.


Yo soy tan rica, que anda mi tesoro
derramándose en cielo por las mieses.

* En el Zodíaco, Piscis, correspondiente al mes de


marzo, en que nació la autora.

) 16 (
Serenidad

Flauta de sal, ayer; hoy dulce caña


en que ya trina una esperanza nueva
que ni neblina ni tristura empaña
y ecos de plata por el campo lleva.

Estéril es el valle de la saña


y nadie más en el sembrar se atreva.
El que dañarme quiera, a sí se daña,
que hasta mi ángel en mi fuente abreva.

Ya tengo dulce pecho en que apoyarme,


ya quien la amante sangre darme quiera
y quien, con la ancha sombra de la encina,

mi pecho y mi heredad proteja fuerte.


Y ya, desafiadora de la muerte,
he de subir cantando la colina.

) 17 (
Oro.—2
La hora ya en sazón

En el exacto aire se me adviene


la paz de su presencia duradera
con un aliento de dorada era
y el dulce halo que la luz detiene.

Todo se me hace miel, todo ya tiene


un copioso color de primavera,
de pan sagrado y flor de enredadera
que en la raíz del viento se sostiene.

La hora ya en sazón de tiempo puro


vuela en giro puntual hacia mi muro
tapizado de alondras y jazmines.

Será en la medianoche el mediodía


y he de tener en la mitad del día
un cortejo triunfal de serafines.

) 18 (
Destino

Te voy dando el aliento de mi vida,


con huracán o silfos de la brisa,
con duro llanto o elevada risa,
con ademán abierto o mano asida.

Del caballo en que voy tienes la brida.


Lo puedes detener o darle prisa,
enjaezarlo de oro o de ceniza,
dármele brasa o llama contenida.

Así será ya siempre, en el marcado


libro del sino, hoy por ti dorado
a fuego, como lámina preciosa.

Escribe lentamente lo que quieras.


Será mi ley, será en mis nuevas eras
sagrado trigo y elegida rosa.

) 19 (
En el tiempo sin relojes

Desde la curva orilla de la duna,


me alcanza el sueño leve y descansado.
Duérmese el bosque, duérmese el venado,
la desdicha, el gemido y la fortuna.

Muere una tierna irrealidad de luna,


llégame el mundo absurdo y trastrocado,
corzo de bruma, ruiseñor dorado,
lucero azul en árbol de aceituna.

Y llegas tú, furtivo y silencioso


con tu ángel de miel, en el sinuoso
camino de ese sueño sin medida

en el tiempo que cuentan los relojes,


y se llenan mis silos y mis trojes
de una nueva riqueza de la vida.

) 20 (
Paz

La materna sombrilla de los pinos


entre las rojas flechas de Febrero
y mis hombros lucientes. ¡Ah, qué finos
los pañuelos del aire del acero!

El agua se ha llenado de espejitos.


Todo, sobre la tierra, centellea:
¡la bulliciosa tierra de los gritos,
el mordisco, la zarpa y la pelea!

Pero tú dulcificas la batalla,


como un ángel sin alas y sin malla,
espléndido, de brazos poderosos.

Hasta el viento se vuelve de azucenas


y hasta las fieras me parecen buenas,
si tercias en las riñas de los osos.

) 21 (
Con altiva transparencia

Quererte con el iris, con el trueno,


en la pomposa barca de la espuma,
a flavo sol, a bien bruñida luna
y espigada madeja de centeno.

Con envidia de nube transitoria


y paciencia de piedra en el camino,
a ocre mantillo y a curioso pino,
a olvido, a permanencia y a memoria.

Con la cambiante ágata del sino


y la obsidiana en blanco de la suerte,
en el mármol sin voces de la muerte

y por el canto unido a mi destino.


Quererte con escándalo o licencia,
mas siempre con altiva transparencia.

) 22 (
Una rosa

Esta tenaz riqueza de ser mío,


esta paciente ciencia de ser tuya,
hace de toda frase una aleluya
y a todo Invierno da calor de Estío.

Lejos estás de nuevo a valle y río


entre los dos; no hay puente que construya
mano de arcángel, para que yo huya
hacia ti, traspasada de rocío.

En la noche poblada de canguros,


de criaturas fantasmales, duros
monstruos despiertos por mi triste llanto,

entre el cielo y la tierra abrió una rosa


para tu sueño, blanca y primorosa
creación del amor resuelto en canto.

) 23 (
Francesca

Amor no es beatitud sino centella


y mordedura honda del destino.
Amarga adelfa y florecido espino,
ceñida luna y turbulenta estrella.

Cuando yo lo veía cual vallado


de azucenas, al borde de mi senda,
me equivocaba, niña azul, tremenda,
y reía sarcástico mi hado.

Pero así lo prefiero. Así, Francesca,


que sabes de aquel viento, gigantesca
rizadura en que giras con Paolo.

Quiero el amor que duele y que atormenta,


no el dulce amor de enclarecida menta,
que se marchita inconsistente y solo.

) 24 (
Siempre

El tigre enamorado,
la mariposa, abierta cruz del viento;
el musgo, de las rocas abrazado;
la espuma, flor del agua en movimiento.

Cuanto vive y se muere en aire y tierra,


o en cielos de galaxias suspendidas,
saben que en este ensueño se me encierra
el secreto plural de veinte vidas.

Te quise ayer, no sé si cuarzo o fruta;


y anteayer, tal vez llama diminuta,
Y más allá, pequeña flor nevada.

Te quise, ser anónimo y sufriente,


y ahora te quiero, piedra de rompiente
que muerde a sombra y sol la marejada.

) 25 (
II

Bucólica
Verano
Otoño del sur
Cercana Navidad
Guión
Minerva
El río
Campo
Los bosques
Pretormenta
Viento del amanecer
Amanecer
Noche
Bucólica

Acordinadas nubes de alelíes


y mañana de miel, recién abierta.
Bien compuestas fragancias de mi huerta
levantan hasta el cielo sus benjuíes.

Sobre los cerros, céfiro, deslíes


el blando silbo de tu flauta alerta
y entre la algarabía se alza alerta
el chirrido feroz de los neblíes.

Bebo mi leche de rizada nata


en el corral cercado por la plata
de los perales, calidez en flor.

Lejos se han ido pensamiento y llanto.


En el coro animal entra mi canto
como una aguda nota de color.

) 29 (
Verano

Pinar melódico, río de Diciembre,


pequeñas flores, corazón del día,
saeta que parte, justo al mediodía,
desde los mediodías de Noviembre.

¡Ah, Verano sonoro y centelleante,


durazno rojo, poma de topacio!,
¡toda la pedrería en el espacio,
desde el dulce zafiro hasta el diamante!

Y tú, el arquero, erguido, exacto, puro,


con tus ojos lejanos, en el duro
disco distante del cénit de acero.

Me doblo como flor de miel desnuda


y espero siempre que tu voz me acuda
como una clara lluvia de Febrero.

) 30 (
Otoño del sur

Con menta y con llantén llega el Otoño,


nuestro Otoño del Sur: verdes limones,
gravidez del naranjo, Abril bisoño,
últimas uvas dándose encontrones

con las primeras, agrias mandarinas.


La chaqueta de tweed cobra derecho
de maternal auxilio, en las esquinas
donde el picante viento está en acecho,

y retorna la cálida dulzura


de la casa abrigada, la ternura
del fuego, de la manta bien tejida,

el amor de los seres que guardamos,


y la vigencia de los duendes, amos
de las menudas gracias de la vida.

) 31 (
Cercana Navidad

¡Oh transparente cielo de mis dioses;


¡oh dulce Primavera tan cercana,
que con su dedo toca mi ventana
y me alcanza, de Junio, los adioses!

Todo hoy tiene color de uva y diamante,


hoy todo tiene olor a sembradío,
a la miel de topacios del estío,
a la dorada fuente murmurante.

Decía mi madre que el final de Agosto


era el principio del panal, del mosto,
de las felices fresas de Año Nuevo.

Ah, Santa Rosa brava y temporera:


ya se hienchen las yemas de mi higuera
y se aproximan muérdago y acebo.

) 32 (
Guión

Por la gracia sellada de este día


bordeado de violetas otoñales,
deja el viento de Mayo, en los umbrales
de la noche, un rescoldo de elegía.

Es tibio y puro el aire de alelíes,


es dulce el cielo de zafiros claros,
queman sobre mi mano los preclaros
fulgores del anillo de rubíes

que me ciñó el amor. Mi sol nocturno


se me confunde con el sol diurno,
bruñidor de naranjas y jazmines.

Sobre los ojos ya me pesa el sueño


y voy cruzando el vado del ensueño
entre un cortejo azul de serafines.

) 33 (
Oro.—3
Minerva

Allá, por Cerro Largo *, es Primavera


con oro y rojo de los macachines.
Salvajes y tostados serafines
Duermen siesta en el trigo de mi era.

Allá, por Cerro Largo, es Primavera,


pero yo he traspasado los confines
del Otoño, y conmigo, mis mastines
miden a pasos lentos la pradera.

Melancolía de ceniza pálida


en medio de la luz mielada y cálida
entre la azul riqueza de este día.

Venus y Diana me han abandonado


y tan sólo Minerva, a mi costado,
me habla, doctamente, de poesía.

* Cerro-Largo: departamento natal de la autora,


en la República Oriental del Uruguay.

) 34 (
El río

El río se alza vertical, de oro,


todo de flautas, todo de peonías.
Una espiral en vértigo sonoro
de rosas verdes y azucenas frías.

Duerme la luna entre su cauce. El viento


en su madeja esconde sus laúdes.
Yo tomo de ella el tono del lamento.
Tú, para el canto, a su timbal acudes.

Mojo el pie en su corriente y me estremezco.


¡Está hechizado el río! Crezco, crezco,
me vuelvo un árbol todo flor y brillo,

descubro el mar, vislumbro la montaña,


pero mi pie está prisionero, y daña
una mano de hierro mi tobillo.

) 35 (
Campo

Inocente Murano del rocío,


canto del pino, miel de la mañana,
la flor del camalote en la fontana,
viento de Mayo, sazonado frío,

y Diana dirigiendo mi albedrío


hacia la selva, fronteriza liana,
donde alza el mirlo su jocunda diana
y empieza el monte a flor del caserío.

Madrugadora fiel, sobre la frente


me nace el sol atemperado, y siente
mi sangre la salud del fresco día.

Los nervios tienen un cordaje cálido


y se ilumina el rostro enjuto y pálido
con una nueva luz de epifanía.

) 36 (
Los bosques

Rueda-rueda de árboles, como antes.


Los pinos otra vez, los pinos puros,
mis eucaliptos cálidos y oscuros,
los sauces festoneados de diamantes,

y el agua mía, Sor María Agua,


el agua simple y misteriosa, mía,
que me mojara el ruedo de la enagua
juvenil. ¡Sor María Lejanía!

Mi bosque del ensueño adolescente,


la intacta, ilesa, modelada frente
y aquellos quince años de aventura

con el cielo, la vida y la esperanza.


¡El tiempo de la dicha sin balanza
y la credulidad en la ventura!

) 37 (
Pretormenta

¡La luz duerme, la luz no se despierta,


está enferma la luz, se muere el día!
El gorrión, melancólico, no pía.
La escabiosa marchítase en la huerta.

Esta mañana está sin un alerta,


dueña del valle, silenciosa y fría.
¿Qué hacemos, ay, sin sol ni melodía,
sin hadas y sin duendes en la yerta

vastedad de ese gris deshabitado,


mientras inmóvil, llora hasta el ganado
y tirita de miedo hasta la malva

apacible? Ya nadie me contesta


y veo avanzar del cerro por la cuesta,
una horda de lluvia lenta y calva.

) 38 (
Viento del amanecer

Citarilla de Dios, viento sonoro;


para los seres puros, letanía
de palabras mieladas, en el día
que tañe el ángel con su uña de oro.

Nacido al alba en flor de sicomoro.


da voz a la perfecta simetría
del campo y la azulada serranía
donde insectos y urpilas le hacen coro.

¡Citarilla de Dios, laúd pequeño!


Citarilla que dedos de su dueño
apenas pulsan, mas escucha el río,

escucha el mar de sales y de peces


y escucha el universo hasta sus heces,
porque El se vuelve aliento en su armonía.

) 39 (
Amanecer

El áureo hexámetro o la cuaderna vía


domar quisiera para hallar el canto
que abre en mi pecho el signo del encanto
en la primera luz del nuevo día.

¿Cómo decir mi nardo de alegría,


la clara yema del ceñido acanto,
y hasta el hilado treno del espanto
de la paloma que la sierpe espía?

¿Cómo decir el valle, la majada,


el recental de hambre apresurada,
mi aliento, en humo, al frío convertido,

la sensación profunda de la vida


en el lento minuto de la huida
Je la noche, ante el sol recién bruñido?

) 40 (
Noche

Revestido de chispa y transparencias


el río de la lluvia ha descendido
a las mansas y oscuras inocencias
del seco prado y mi jardín herido.

El fino viento con su flauta canta


en las orillas de la noche espesa,
donde mi sueño arisco se levanta
y un ensueño de miel abre su huesa.

Arcángel sin contornos me vigila


en la penumbra de este cuarto lila
donde el silencio teje innumerable

sus manteles de estambre sin espuma.


En torno de mi sien pliega la bruma,
su gasa tornasol, imponderable.

) 41 (
III

Aquella juventud
Finís
Víspera de viaje
Avión
Paréntesis dramático y pequeño.. •
Quiero una flor
Pausa
Reencuentro
Mundo del sueño
Desvelo
Resurrección
Asordinado mundo
Corona de coral sobre mi frente
Puede ser...
Mal dia
El día
Sed
Equilibrio
Cansancio
Aquella juventud

Como San Sebastián, blanco de dardos,


muero y renazco en noche y mediodía,
nada importan la herida y la agonía,
los ramos del dolor, los goces tardos.

Mi escudo de palomas y de nardos,


el corazón, con blanda hechicería,
resguarda para canto y melodía.
Los honderos se harán tristes y tardos.

Golondrinas de miel han de vendarme


y antiguas brujas han de perdonarme,
al fin, aquella juventud de cielo.

Porque hasta el mal ya sabe que soy mansa


y que siempre he arrojado en mi balanza
versos, amor, silencio y desconsuelo.

) 45 (
Finis

En la copa plural del agapanto,


sobre mi George Dickson * declarada
reina purpúrea, deja esta alborada
el límpido diamante de su llanto.

Ya me voy, ya me voy hacia el tremendo


y ciudadano vértigo. Terminan
las vacaciones que en Diciembre finan.
Por tres meses la miel me fue fluyendo

de todas las colmenas de la vida


apacible. Recojo adolorida,
de mi jardín, el último tesoro.

Vuelvo al tumulto y a la muchedumbre.


¡Carga de hierro es la pesadumbre
de dejar tras de mí los lirios de oro!

* Hermosa rosa de color rojo, muy perfumada.

) 46 (
Víspera de viaje

He de hallar la pajiza flor del alba,


el mielado fulgor de la mañana
que todo embrujo de la noche salva,
para empezar mi vida americana.

Esa de Nueva York ancha y absurda


para nosotros, los latinos puros,
que Dios construye con su mano zurda,
sin contención, sin diques y sin muros.

Mi tiesa piel criolla y española


echaré sobre el hombro de una ola
al bajar en su puerto desmedido.

He de vivir la vida neoyorquina,


sin mi severa falda de latina,
pero el rosario al puño, suspendido.

) 47 (
Avión

Algazara del día sobre el aire,


distancia a bruma lila de horizontes.
Juguetes: campos, plenos ríos, montes.
Nubes: linos cardados al desgaire.

Toda el alma, la gracia suspendida


y el recuerdo, una caja de alfileres.
Siempre se están hiriendo las mujeres
en las entrañas tibias de la vida.

Atrás la casa, el tierno amor, las cosas


que nos precisan y que necesitamos.
Son ya mis perros y mis dulces rosas,

más que mi propiedad, callados amos.


Por las rutas del viento, misteriosas,
reclámanme imperiosos, canes, ramos.

) 40 (
Paréntesis dramático y pequeño..

Amanece en brumosa sinfonía


de grises en el alma y en el aire.
Se asordina la ardiente melodía
de la luz. Se asordinan, al desgaire,

las voces misteriosas de la vida


y de invisibles seres, los mensajes.
Quietas las manos, sin amor ni herida;
los ojos sin el arduo vasallaje

del matiz, ni el tumulto colorido


de los extensos planos. Adormido
el doloroso anhelo de aventura.

Piedra gris, desde el rostro hasta el ensueño.


Paréntesis dramático y pequeño
de paz para la hambrienta criatura.

) 49 (
Oro.—i
Quiero una flor

Por fin el sol, el sol frente a mi cara,


¡ambigua cara de sonrisa y llanto!
¡El sol con la sortija del encanto
y la riqueza de su rosa clara!

Ayer buscaba el cáliz de la luna


para beber en su nocturno hechizo
el néctar de la flor del paraíso
y la miel que destila la fortuna.

Ando del alba hacia el ocaso, lenta,


sin miedo a este rescoldo de tormenta
que a los jazmines quema en las raíces.

Quiero una flor para mi trenza oscura


mientras fleche la luz la tierra dura
y aún posea la pompa de mis lises.

) 50 (
Pausa

Mimbre del aire, azahar del mediodía,


talle del sol con cinturón de oro,
plenitud de Febrero que devoro
en la última fruta del Estío.

Total olvido de la hora nona.


Un pequeño animal deglute y ríe.
En la bondad del aire sin corona
el llanto de la sangre se deslíe.

Y nada más. . . ¡Oh, nada más, ahora


que en este puente sin amor, del día
uniforme y tranquilo, me detengo

a morder un durazno que en la aurora


pintó mi ángel para el mediodía!
Lejos, la triste noche de que vengo.

) 51 (
Reencuentro

¡El agua misteriosa, callada y sensitiva,


el agua de mis tiempos de la interrogación,
en que eran los ríos una página viva
y un libro de poemas cada constelación!

Sobre su frío espejo balanceaba la noche


la misteriosa gracia de la sombra y la luz.
Alas oscuras, y alas en luciente derroche
de oro desmenuzado. Luna y sol al trasluz.

Y ahora, de la dura ciudad sin una fuente,


otra vez con el agua me encuentro frente a frente,
alucinada y tensa, la pupila voraz.

¡Oh maravilla mía, el agua de este río!


No ha de volverme nunca la gracia de mi Estío,
pero en el agua encuentro mi rostro montaraz.

) 52 (
Mundo del sueño

Dura boca del hielo, duro grito


en el viento de Junio. Mar del sueño
sin peces ni delfines, tan pequeño
que entre mi mano cabe su infinito.

Y una fuga de estampas de colores,


de canguros, de aristas, de espirales,
de invertidos fantasmas estelares,
de perfiles de monstruos o de flores.

Silencio y vaguedad. Sangre del frío


en este mundo pálido y vacío,
sin apoyo, sin nada de qué asirme,

como si hasta mi pecho se volviera


espesa niebla, y hasta el nombre fuera
lejana cifra escrita en lo invisible.

) 53 (
Desvelo

¡Qué pequeño es mi sueño, qué delgado,


y qué pobre, mi sueño que no tiene
ni rosas, ni alcanfores, ni venado,
y a pie descalzo por el fango viene!

Mi sueño, can hambriento y flagelado


que noche a noche a mi costado adviene
tiritando de frío, y se sostiene
con un hilo de aliento congelado.

En el pasado fue tan poderoso


que frente a él eran la loba, el oso,
juguetes sin valor, pálida arcilla.

Dueño de mundos y señor de un cielo,


lo venció mi demonio del desvelo,
que lo ha vuelto una máscara amarilla.

) 54 (
Resurrección

He de tener mis sauces, mis mastines,


mis rosas y jacintos, como antes.
Han de volver mis duendes caminantes
y mi marina flota de delfines.

Retornarán los claros serafines,


mis circos con enanos y elefantes,
mis mañanas de Abril, alucinantes,
en mi caballo de alisadas crines.

He de beber la vida hasta en la piedra


y en el menguado zumo de la hiedra
y en la sal de la lágrima furtiva,

porque regreso de la muerte y tengo


el terror del vacío de que vengo
y la embriaguez hambrienta de estar viva.

) 55 (
Asordinado mundo

Luciente por su prados y su río


y por mi fiel amor siempre añorada
en noches de tinieblas, y evocada
a luz de infancia, con gustoso frío

de reflejos de plata renovada,


mi ciudad, detenida en el Estío,
de mi recuerdo adolescente, hilada
era en mi sangre con lujoso brío.

Pero se fue mi madre y se me ha muerto


todo con ella. Vuélvese desierto
el pecho que nutriérase en su nardo,

y ha muerto mi ciudad con sus colores,


su música, su fuego y resplandores.
Ahora es un mundo asordinado y pardo.

) 56 (
Corona de coral sobre mi frente

Azucenas lunares y luciérnagas


en una sola isla. Derramada,
noche de miel sobre jardín y ciénagas,
en mi sien a dosel, y en su alborada.

Incandescente noche de suspiros


y ciegas pomas y plurales manos.
Hierve el amor en nidos y manzanos,
en granito sin nervios y zafiros.

Alta Selene a Salambó amadrina


por milenios. Amante transparente,
de pulsera y sortija diamantina.

¡Oh noche, noche, noche intrascendente


desde hace tantos años! Ahora fina
corona de coral sobre mi frente.

) 57 (
Puede ser...

La noche baja del perfecto cielo


sobre este mar de mi lejano sueño.
Así eran en tiempo de mi ensueño,
crepúsculo, horizonte, paso, vuelo.

Un dulce gris, ceniza devorada


a guiones, por la luz casi dormida,
abraza a cada ola desvaída,
en la sien de amatista facetada.

Y ya el ir y venir de mi duendeza
por mi marina casa, pieza a pieza
para imponer reposo y melodía,

mientras embriago ojos y esperanza,


en ese "puede ser" que en lontananza
lleva aquel barco azul de brujería.

) 58 (
Mal día

La celeste paloma de la tarde


llega con su corona de oro pálido.
El día ha sido tumultuoso, cálido,
y aún el jardín entre sus ascuas arde.

Día de Enero en la mitad de Agosto,


mañana y tarde de total mentira,
desde tu carta sin amor ni ira,
hasta el olor, bajo el parral, a mosto.

Todo me enerva como si tocase


la floja tecla de un dormido piano
que en mi vacía sala yo encontrase

sin su tono de voces, sobrehumano.


¡Falso día de Estío en el Invierno!
Hoy todo en él tuvo sabor a infierno.

) 59 (
El día

En la abeja de sal, en la paloma


que azúcar es por índole y belleza,
busco el espejo de un amor que empieza,
por fin, a serme flor de miel y poma.

Con su rostro de azur la paz asoma


a la sombra sin ángel de mi pieza
y siento que rodea mi cabeza
un invisible círculo de aroma.

¡Al fin el alba de irisada túnica


y en el aire, por fin, la nota única
de una flauta que tañen querubines!

Estoy laxa y feliz, mansa y vacía,


mas llegan las canéforas del día
y festivos les ladran mis mastines.

) 60 (
Sed

A tu redonda casa de peonías


regresa, ¡oh sol!, hoy que la lluvia viene,
aunque su paso aún se le contiene
por tus fieras, ardientes cercanías.

De sed se mueren las begonias mías


y el nisperal de flores en que adviene
el fruto misterioso. Todo tiene
sed de sed, en sus blandas agonías.

Vuelve a tu casa zodiacal, con peces


de cola azul y aletas de oro. A veces
bueno es que los párpados entornes.

¡Qué ansia de penumbra y de neblina


y de una lluvia bien hilada, fina,
antes que con tus águilas retornes!

) 61 (
Equilibrio

Creció el día en mi espejo. Mi peineta,


mi empinada peineta paraguaya,
en mi moño relumbra y se soslaya
la luz de sus diamantes en la quieta

lisura de mi frente. En la retreta


de la hora seis, le ruego que se vaya
a mi ángel diurno. Ya en la playa
me aguarda el de la noche, dulce esteta.

Es el momento áureo del ensueño,


del verso y la oración, luego del sueño
en la gustosa soledad del libro

y los recuerdos. Se adormila el canto


y se aplaca el suspiro, aire del llanto,
en la conquista azul del equilibrio.

) 62 (
Cansancio

¡Cómo mi nombre es repetido: Juana!


¡Cómo se ha dicho para el mal y el bien,
con la rosa feliz de la mañana
y en los heroicos nardos de la sien!

Juana en amor, y para el odio, Juana.


¡Ay, Juana en los sollozos, y también
en el triunfal alerta de la diana
y en la añorante ola del llantén!

Ahora ya sólo el eco de algún día. . .


¡Juaaaana!, de una lejana epifanía,
¡Juaaaana!, del grito ronco del chacal.

Me voy durmiendo sin temer la muerte,


que ya camina, en mi callada suerte,
con su paso de fieltro, a mi portal.

) 63 (
IV

A deshora
Día tras día
Y sin los finos ángeles
La fuente
Desolación
Oro y tormenta
Fugitivo
Un lirio sin raíz en la mañana...
Elíptica
Duro ceño
Cada día
Sola estoy
Soledad
Y se despierta el áspid
Vacío
Alguien mata mi alondra . .
En la ausencia
Su ausencia
Perdida
Ya sé lo que es morir...
Margarita Gauthier

Oro.—S
A deshora

¿Versos? Sí, algunos cada día


sobre la luz que el alba nos rehace
y mientras Sirio por el cielo trace
su indescriptible plan de cetrería.

Muchos, de amor, la vaga melodía


del clave cuya música renace,
porque no hay Primavera que se aplace
y Octubre estalla en rosas todavía.

Versos, sí, por la risa, por el llanto,


por una pena o un furtivo canto,
por una flor o un ruiseñor divino.

Versos porque se vive, y se enamora


una mujer, un día fuera de hora
en el reloj tremendo del destino.

) 67 (
Día tras día

Su mano entre mis manos: el destino.


El destino: mis días desolados,
con los suyos, de hielo, ya contados
hasta no sé qué tramo del camino.

Esperanzas a medias. Pan y vino


compartidos a cielos desvelados.
Sueños y ensueños tan entreverados
que es un nudo de sombras nuestro sino.

Día tras día me enmudece un arpa,


muere una luz, extiéndenos la zarpa
el jaguar que en la noche está acechando.

Día tras día el pecho se levanta,


sin el ardor del labio que no canta
porque la hiél lo viene amordazando.

) 68 (
Y sin los finos ángeles

Miel de la niebla sobre la hora en llamas,


caramelo de rosa en el Poniente,
y a la noche, la cálida serpiente
de la sombra, creciendo en sus escamas.

La bruma apaga siderales ramas,


el mar azul se agrisa lentamente;
todo el tiempo se vuelve opalescente
entre el ardor de las postreras flamas.

Sin esperanza el límite del día.


Contra mi frente rómpese la estría
de mi último ensueño iluminado.

¿A dónde ir, galeote sin caminos


bajo la red nocturna y sin los finos
ángeles, que guardaron el pasado?

) 69 (
La fuente

¡Ah, fuente mía, espejo de la tarde,


espejo, por la noche, de áureo cielo,
y espejo de mi cara en que no arde
ya la encendida sangre del deseo!

¡Ah, fuente mía, gris para mi rostro


tan denso de inquietud y desconsuelo,
de valor de vivir, de fe que arrostro
entre los ocres cardos de mi suelo!

Fuente de ayer, azul; de ahora sin luces,


que siempre mi alma de mujer traduces
en tu líquida lámina tranquila.

Sigues siendo callada, casi inerte.


¡Ay, esconde los osos de la muerte
cuando avancen a herirme la pupila!

) 70 (
Desolación

Eres mi aire y nada puedo darte.


Eres mi sol y estoy oscura y triste.
Empecé a florecer cuando viniste
y comencé a cantar para cantarte.

¡Pero qué pobre es la mujer desierta,


sin libertad, sin albas ni sosiego!
Viva en la vida y, sin embargo, muerta;
fría, y quemada entre su propio fuego.

Aléjate, por Dios, que abandonada


podré llorar siquiera, y desolada
haré pedazos todos mis espejos.

He de cubrir mi frente de ceniza


y no tendré ya el raso en que se irisa
la luz nocturna en cálidos reflejos.

) 71 (
Oro y tormenta

Asida de una rama de neblina,


dialogo con mi ayer, oro y tormenta,
La furia del clavel entre la menta
enciende todavía la colina.

Mientras la dulce tarde se asordina,


otra música llega grave y lenta,
a enclaustrarme en sus giros de tormenta
y su olor de jazmines y resina.

El ayer. . . Ah, qué mundo tan lejano


de esta avidez de presa de mi mano,
halcón menudo que cazó centellas,

ave de paraíso ya perdida


entre la selva helada de una vida
que iluminaron todas las estrellas.

) 72 (
Fugitivo

Inaudible la tarde. Extrañamente


cercado del perfume del espliego,
su recuerdo lejano, como un fuego,
me calcina la sangre lentamente.

Y es el recuerdo como un ser vidente


leyendo en las señales de mi ruego,
el misterio enlutado que le entrego
al aire, a los caireles de la fuente,

a mi piel, a mi sueño, a la esperanza,


que pesa como el oro en mi balanza:
—¿Por qué se ha ido? ¿Cuándo es el regreso?

Lo vi partir ceñido por la niebla


y todavía creo, en la tiniebla,
jugar al escondite con su beso.

) 73 (
Un lirio sin raíz en la mañana..

La sed agazapada en mi garganta,


todo mi ser con hambre, hambre, hambre.
Mis naranjos dan flores sin estambre.
Mi fluvial alegría ya no canta.

Hay un ogro invisible que me espanta


y hace del día un herrumbroso alambre.
Todo mi ser está con hambre, hambre,
y en desolados gritos se levanta.

¿Dónde está aquel que el paso me medía


y los medía al viento y a la sombra,
a la rosa que en Mayo florecía,

y a aquella oscura, que ninguno nombra?


Con lento giro el huso me devana
un lirio sin raíz en la mañana.

) 74 (
Elíptica

Voy a quedarme quieta, sin acento,


convaleciente, con la sangre mínima
para ir viviendo, ya olvidada, ínfima
huida de la risa y el lamento.

Voy a vivir más pálida que el aire


y más callada que la luz del alba,
con la breve fragancia de la malva
y una sonrisa, a veces, al socaire.

¡ Qué descanso alentar hasta la muerte


ya sin más desafíos a la suerte,
oscura y leve, sin pulseras de oro,

sin pectoral de oro, sin diamantes!


Volver en una elíptica a lo de antes:
la anónima mujer sin un tesoro.

) 75 (
Duro ceño

El ascua de la rosa tempranera,


el aguijón del viento en la mañana
de Septiembre, nublada y friolera,
la dulzura dorada de la cera

frutal, sobre la piel de la manzana


que muerdo poco a poco, todo era,
hasta hace un minuto, soberana
alegría de ser en mi ribera.

Pero tu ceño puso marca dura


en mi día de plata y en la pura
serenidad de olvido de mi frente.

Retornó la tormenta y sus centellas.


¡Ah, cómo me has cegado las estrellas
que había encendido tan pacientemente!

) 76 (
Cada día

Péndulo del arribo y la partida,


tan isócrono hoy que ya no puedo
saber si es que me voy o que me quedo,
si estoy a flor de muerte o flor de vida.

Dulce es la rosa por tu amor habida


y el nardo que le doy, triste y acedo
en cada despedida, a todo miedo
por ademán de mano desasida.

Ya es mucho irse, y regresar, y luego


recomenzar con hielos y con fuego,
a medianoche, tarde o madrugada.

Los duendes ríen, el espectro llora


y en el filo impaciente de la aurora
el orvallo de amor rueda a la nada.

) 77 (
Sola estoy

Siempre detrás del día me anochece


este terror del día venidero,
del cielo que me niega su asidero,
de la tiniebla que en mi sombra crece.

La pesadilla que en mi sien acrece


su torbellino de confuso acero,
a mi dulce jardín en flor de Enero
entre grises fantasmas desvanece.

Y ya no viene el capitán de arcángeles


con su escuadrón de centellantes ángeles
a derrotar demonios y serpientes.

Sola estoy, sola estoy en mi montaña,


el silencio, la luz, todo me daña
y tiene contra mí garras y dientes.

) 78 (
Soledad

Me da tu rostro, pálido, la espuma.


Me trae el día el ritmo de tu sueño.
En todo fleco de tiniebla o bruma
se me arrebuja mi dolido ensueño.

Triste, mi queja, flor de zarza, eleva


la pesadumbre de ser casi espina.
El aire, un grito redondeado lleva
más allá de mi casa en la colina.

Donde estás tú, el dueño, va ese grito,


brizna del eco, entre el infinito
mundo del viento y de la luz cernida.

Llega hasta ti, donde no va la ausente,


la que siempre se queda oscuramente
olvidada entre un pliegue de la vida.

) 79 (
Y se despierta el áspid

Entreabierto abanico de mi aire,


sostenida palmera de mi fuego.
Urpilas arrullándose al desgaire;
en el viento, banderas del espliego.

Te vas y tengo ya el desasosiego


del que está entre la asfixia y el buen aire,
del saber que yo misma es que te entrego
y quedo sola en pena y en desaire.

El dulce gamo de la muerte salta


otra vez por mis prados de centeno
y su collar de plata ya resalta

en la nocturna luz, bajo el sereno


resplandor de la fría noche alta.
Y se despierta el áspid en mi seno.

) 80 (
V•¡cío

Día común, sin himno de los cielos,


con el mismo color de antiguos días;
el oro, el rojo y el azul, en velos
de vírgenes en dulces tricornias.

Día vacío, y sin embargo, duro,


porque ha despeñado a la esperanza
y ni una rosa abre hacia el futuro
y no blande, siquiera, ni una lanza.

Yo estoy al borde del ocaso y nada


me queda entre la mano abandonada,
laxa, sin luz ni sombra, sobre el halda.

¡Ay!, día sin almendra, tan vacío,


que tal vez no trajiste ni rocío
para mojar el borde de mi falda.

) Si (
Oro.—6
Alguien mata mi alondra.

La orla de la nube, festón breve;


el rulo de la espuma, encaje hilado*
el oro frágil que la espiga mueve,
la púrpura del ceibo en el costado

del monte, que el pampero no conmueve,


tengo en el día cálido y dorado.
Pero en la noche sin el sueño leve,
la alta noche tenaz, de puño airado,

en que el insomnio juega con la sombra


y traza brujas que hasta al monstruo asombra,
¡cómo te echo de menos y sollozo

en tu ausencia letal, dura y callada!


¡Alguien mata mi alondra en la alborada
y acidula las mieles de mi gozo!

) 82 (
En la ausencia

Este viento que riza y que desriza


agua, nube y espuma transitoria,
se adormece en mi sien, flor sin victoria,
escala de clavel deshecha a prisa.

El lejano perfume se desliza


por la triste mejilla sin memoria,
mejilla sin vejamen y sin gloria,
sin luna, latigazo, ni sonrisa.

Jazmín incólume, pálida corola


que ya no rozan picaflor ni ola
y sólo el aire con su dedo toca.

Pero el dedo del aire es casi un sueño.


Esta mejilla que no tiene dueño
duerme el sueño sin besos de mi boca.

) 83 (
Su ausencia

Herida estoy y todo en torno mío


está herido también. Tiembla la tarde
y el cielo en fiebre del Poniente arde
y por no sé qué llaga, sangra el río.

El viento en torbellino gira y gime.


La verbena punzó rasga la túnica
de la colina, en la gracia única
con que el áspero verde se redime.

Todo está herido con mi triste herida


de olvido, de silencio, de distancia
que enceniza las ascuas de la vida

y curva entre la niebla su arrogancia.


Mi cruel lastimadura enferma a todo,
desde la estrella hasta el profundo lodo.

) 84 (
Perdida

Toca el cuerno del alba en mis praderas,


canta la alondra, muge mi ganado.
Alegría vital de viento y prado,
de dulce arroyo y ásperas laderas.

¿Por qué no recupero con mis eras


el gozo matinal, el esperado
gozo de ser como era en el pasado;
salvaje y llena de ansias andariegas?

Ha descendido sobre mí la niebla


y empiezo a presentir ya la tiniebla
aunque hierve la sangre entre mis venas

y aún a mi frente no ha tocado el hielo.


¡Pero perdí el contacto con el cielo
y su plantel de finas azucenas!

) 85 (
Ya sé lo que es morir...

Apenas es la luz y el aire apenas


para mi huraña carne lastimada.
Como un río letal entre mis venas
rueda la triste sangre acobardada.

Pasa por mí el día de colmenas


y ni cera ni abeja enamorada
hacen vibrar las íntimas antenas,
la epidermis por nieves clausurada.

Conozco hielo y sombras infecundos,


mano zurda de Dios sobre los mundos,
que ni el demonio a disputar se atreve.

Ya sé lo que es morir y no estar muerta,


lo que es golpear sobre ferrada puerta
con puño de mujer cansado y leve.

) 86 (
Margarita Gauthier

En el pino de cantos; en el blando


sauce que el viento ama; en el ensueño
sellado del ciprés, casa del sueño;
en cuanto miro o toco está llamando

a mi herido recuerdo, tu recuerdo.


Si no regresas pronto, agonizando
estaré en cada flor que deshojando
deshaga el aire. Desolada muerdo

el fantasma del beso que pusiste


en mi cuello, al partir. Fantasma triste
como una gema que la luz no toca.

Por todo viaje tuyo voy muriendo


un poco cada vez, y estoy sintiendo
ya gusto a tierra y hielo entre mi boca.

) 87 (
I N D I C E

Pág.
Soneto a un nombre 9
Secreto a voces 10
Secreta dulzura 11
El nudo 12
Riqueza 13
Como una sola flor desesperada 14
Como un ascua de miel 15
Buenaventura 16
Serenidad 17
La hora ya en sazón 18
Destino 19
En el tiempo sin relojes 20
Paz 21
Con altiva transparencia 22
Una rosa 23
Francesca 24
Siempre 25
II

Pág.
Bucólica 29
Verano 30
Otoño del sur 31
Cercana Navidad 32
Guión 33
Minerva 34
El río 35
Campo 36
Los bosques 37
Pre tormenta 38
Viento del amanecer 39
Amanecer 40
Noche 41
III

Pág.

Aquella juventud 45
Finís 46
Víspera de viaje 47
Avión 48
Paréntesis dramático y pequeño 49
Quiero una flor 50
Pausa 51
Reencuentro 52
Mundo del sueño 53
Desvelo 54
Resurrección 55
Asordinado mundo 56
Corona de coral sobre mi frente 57
Puede ser 58
Mal día 59
El día 60
Sed 61
Equilibrio 62
Cansancio 63
IV

Pág.

A deshora 67
Día tras día 68
Y sin los finos ángeles 69
La fuente 70
Desolación 71
Oro y tormenta 72
Fugitivo 73
Un lirio sin raíz en la mañana 74
Elíptica 75
Duro ceño 76
Cada día 77
Sola estoy 78
Soledad 79
Y se despierta el áspid 80
Vacío 81
Alguien mata mi alondra 82
En la ausencia 83
Su ausencia 84
Perdida 85
Ya sé lo que es morir 86
Margarita Gauthier 87

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