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Respuesta: Para descubrir lo que la biblia dice acerca de la mayordomía comencemos con
el primer versículo: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Como el
creador, Dios tiene derechos absolutos de propiedad sobre todas las cosas, y pasar por alto
eso iniciando aquí, es como si el botón superior de la camisa o blusa no estuviera en el sitio
correcto; así, nada volverá a alinearse. Ninguna otra cosa en la biblia, incluyendo la
doctrina de la mayordomía, tendrá sentido o alguna verdadera importancia si echamos de
menos el hecho de que Dios es el creador y tiene todos los derechos de propiedad. Es a
través de nuestra capacidad de comprender esto plenamente y arraigarlo en nuestros
corazones que podemos entender la doctrina de la mayordomía.
La doctrina bíblica de la mayordomía define la relación del hombre con Dios. Identifica a
Dios como el dueño y al hombre como el administrador. Dios convierte al hombre en su
colaborador para administrar todos los aspectos de nuestra vida. El apóstol Pablo lo explica
mejor diciendo, "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de
Dios, edificio de Dios" (1 Corintios 3:9). A partir de este concepto, podemos ver con
precisión y correctamente valorar no sólo nuestras posesiones, sino, lo que es más
importante, la propia vida humana. En esencia, la mayordomía define nuestro propósito en
este mundo que Dios mismo nos ha asignado. Es nuestra oportunidad dada por Dios el
unirnos a él en su mundo y en el mover redentor eterno (Mateo 28:19-20). La mayordomía
no se refiere a que Dios toma algo de nosotros, es su método de derramar sus abundantes
dones a su pueblo.
Algo que también es importante en lo que Pablo está diciendo, es que una vez que somos
llamados y colocados en el cuerpo de Jesucristo, la mayordomía que se requiere de nosotros
no es resultado de nuestro propio poder o habilidades. La fortaleza, la inspiración y el
crecimiento en la administración de nuestras vidas, debe venir de Dios a través del Espíritu
Santo en nosotros; de lo contrario, nuestro trabajo es en vano y el crecimiento en la
mayordomía es arrogante y meramente humano. Por consiguiente, debemos recordar
siempre la única fuente de nuestra fortaleza en agradar a Dios: "Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece" (Filipenses 4:13). Pablo también dice, "Pero por la gracia de Dios soy lo
que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos
ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1 Corintios 15:10).