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LA VOCACIÓN.

3. COMO DEMUESTRA DIOS LA VOCACION A LA CUAL TIENE DESTINADA


A UNA PERSONA.

Dios va demostrando a la persona poco a poco cual es la vocación o actividad


apostólica a la cual desea que dedique su vida. Dios no señala desde un principio
claramente cuál es la vocación clara y precisa a que tiene destinado a cada uno,
por medio de varias circunstancias, cual es el camino que debe seguir. Y algunas
de estas circunstancias pueden ser las siguientes:

a. Una invitación de una persona amiga a entrar a un seminario o a una


comunidad religiosa a pertenecer a una asociación apostólica.
b. Una inclinación que se tiene hacia uno de estos modos de vivir: o el
sacerdocio, o a la vida religiosa o el apostolado laical. La felicidad consiste
en gran parte en poder dedicarse a hacer lo que a uno le gusta hacer y en
que a uno le agrade hacer lo que tiene que hacer. Poder dedicarse a la
actividad que más le agrada y sentir agrado por aquella actividad que tiene
que hacer.
c. Porque personas prudentes aconsejan que esto es lo que más conviene.
Muchísimas vocaciones se deben en gran parte, no tanto a que a uno lo
invitaron a irse a una casa religiosa o en que sentía una inmensa inclinación
a ello, sino en que una persona prudente e iluminada por Dios le aconsejo
que esto era lo que más le podía convenir. Y se cumple lo que dijo
Salomón en los proverbios: “Sigue el consejo de los prudentes y llegaras al
éxito” (Pr 12).
d. Porque le llegan inspiraciones internas de dedicarse a esto. La persona,
reza, medita, lee, compara los pros y los contras y luego el Espíritu Santo le
va inspirando e iluminando internamente acerca de lo que más le conviene
hacer.

4. ¿Y SI UNO NO VE CLARO CASI NADA DESDE EL PRINCIPIO?

Cuando uno sale de una ciudad para otra, manejando su automóvil, no hace falta
que al salir de la primera ciudad ya vea a lo lejos la segunda. Basta con que
alcance a ver cien metros, o 200 0 500 metros adelante. Cuando llegue al final de
esa distancia veras otros 100 o 500 metros más adelante y eso le basta para
poder seguir manejando bien. La ciudad a donde se dirige, basta que la vea
cuando ya vaya llegando a ella. Así pasa con la vocación. No hace falta ver claro
todo desde el principio. Dios ira hablando por medio de personas, de libros de
inspiraciones y de acontecimientos. Basta que hoy veamos lo que tenemos que
hacer hoy. Mañana ya se nos mostrara lo que tenemos que hacer mañana. Hay
que obedecer al mandato de JESÚS “No andéis intranquilos por el día del
mañana. A cada día le bastan sus propios afanes” Mt 6, 34.
Los psicólogos dicen: “No hay que pasar los puentes antes de llegar a ellos”.
Ósea, no nos afanemos ahora por lo que tendremos que hacer más tarde. “todo
tiene su tiempo” Ecl. 3, 1.

Santa Teresita de Jesús (+ 1897) decía: Yo aprendí la fórmula de la tranquilidad;


solamente preocuparme por un día cada día. Hoy me preocupo por mi “hoy”;
mañana me preocupare por mañana; y un solo día cada vez, sí soy capaz de
soportarlo con paz y tranquilidad. Dios quiere que no nos preocupemos, sino por
este pedacito de tiempo, que queda desde ahora hasta que se acabe el día, hasta
la hora de acostarnos, ¿y por ello acaso es que me voy a afanar demasiado?

5. SOLAMENTE SON ESCOGIDOS, LOS QUE SEPAN HACER SACRIFICIOS.

Jueces 7, 6; Dios le dijo a Gedeón: “Solamente escogerás para la misión especial


que les tengo reservada a aquellos que en vez de lanzarse precipitadamente a
beber en el rio, saben beber despacio tomando el agua con el cuenco de su mano.
Solo esa minoría fue escogida para esa misión especial”.

Solamente los que son capaces de hacer el sacrificio de renunciar a goces


sensuales y a la ambición del dinero, deben ser escogidos para la vocación
sagrada del sacerdocio o de la vida religiosa.

Si en la vocación no vamos hoy las soluciones que solamente se nos darán


“mañana” tendremos mucha paz y tranquilidad. Todo irá llegando a su tiempo.
Para que echar a perder la belleza de nuestra vocación en el día de hoy, tratando
de resolver problemas que solo nos pueden llegar en un futuro que no podemos
predecir.

La vida es alegre si se vive en solo día, sin vivir hoy afanado con los problemas
que podrán presentar mañana (y que probablemente no se presentaran tan
grandes como los imaginamos, o tendrán soluciones más fáciles de lo que
creemos).

Más tarde diremos con León Bloy: “Nunca los problemas del presente resultaron
tan amargos como mi asustadiza imaginación me los presentaba en el pasado”.

6. ¿A QUE SE COMPROMETE DIOS, RESPECTO A LA VOCACIÓN?

La teología católica ha enseñado siempre que cuando “Dios confía a una persona
una misión u ocupación especial, se compromete a darle todas las gracias
necesarias para cumplir bien esa misión”.

El concilio vaticano dijo en 1964 que cuando una persona después de meditar,
rezar y hacerse aconsejar bien, se decide por una vocación santa como el
sacerdocio o la vida religiosa, Dios le concede generosamente las cualidades
necesarias, y ayuda eficazmente con su gracia a quien ha elegido para esa santa
misión”. Es lo que se llama “Gracia de Estado”. Ósea una ayuda muy efectiva que
Nuestro Señor concede a cada persona que él llama y destina a algún servicio
sagrado en su iglesia.

El papa Juan XXIII contaba que cuando a él lo eligieron Sumo Pontífice (en 1950)
sintió un terrible susto. Pero que enseguida abrió el librito “Imitación de Cristo”, en
la primera página que resulto y leyó esta Frase “Cuando Dios confía un oficio
especial a una persona, él se compromete a darle las ayudas y gracias que
necesita, para poder ejercer bien el puesto que le ha sido confiado”. Y contaba el
papa, que desde ese momento sintió una gran tranquilidad, y que en los años de
su pontificado pudo comprobar que sí es cierto que Dios se compromete a ayudar
muy especialmente a quienes llama a una vocación especialmente santa.

El padre Egidio Viganó, superior general de los Salesianos, narraba en 1986: “Yo,
como profesor de Teología había enseñado muchas veces a mis alumnos que
cuando Dios llama a alguien a un oficio sagrado en su Iglesia, le concede la
“gracia de estado”, o se una ayuda muy especial para poder cumplir bien el oficio
que se la ha asignado. Yo lo enseñaba en teoría, aunque dudaba un poco de sí en
la práctica esto sucedería muy realmente. Pero apenas me nombraron superior
general empecé a sentir tan palpablemente la ayuda de Dios en este mi cargo tan
difícil, que ahora si me he convencido plenamente a base de hechos y
experiencias de que Dios se compromete a ayudar con ayudas muy especiales a
quienes él llama a una vocación sagrada”. Y bendito sea Dios, porque sí es así.

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