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PARTIDOS POLÍTICOS
SIMONE WEIL
I
La palabra partido tiene aquí el significado que tiene en
el continente europeo. La misma palabra en los países
anglosajones designa una realidad completamente
diferente. Tiene su raíz en la tradición inglesa y no es
transplantable. Un siglo y medio de experiencia lo
demuestra suficientemente. En los partidos
anglosajones hay un elemento de juego, de deporte,
que solo puede existir en una institución de origen
aristocrático; todo es serio en una institución que es, en
su origen, plebeya.
III
Es imposible examinar los problemas increíblemente
complejos de la vida pública estando atento a la vez, por
un lado, a discernir la verdad, la justicia, el bien público,
y por otro, a conservar la actitud que conviene a un
miembro de tal grupo. La facultad humana de la
atención no es capaz simultáneamente de las dos
preocupaciones. De hecho todos se quedan con una y
abandonan la otra.
IV
La conclusión es que la institución de los partidos
parece efectivamente constituir un mal más o menos
sin mezcla alguna. Son malos en cuanto a su principio, y
sus efectos son, en la práctica, malos.