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Notas

Alicia Fernández - Autorías vocacionales

“Una escuela atenta a la lógica del éxito y a que todos los niños incorporen contenidos
como primera función de la misma, es comparable a una familia que redujese su función
solamente a alimentar los organismos de sus hijos y de vestirlos a la moda. Un niño que no
atiende en la escuela, habla de una institución educativa que no lo atiende como sujeto
singular. Sin embargo, para alejarnos de actitudes culpabilizantes y/o psicopatologizantes
con respecto a los niños y a los maestros, precisamos incluir en el análisis la dimensión
social y la subjetiva.”

Desadaptarse creativamente y no resignarse a hacer lo que a uno no le satisface


profesionalmente.

Autoría de pensamiento. Proceso de producción de sentidos y reconocimiento de sí mismo


como gestor o partícipe de tal producción.

Lo vocacional es una construcción que se realiza en espacios intersubjetivos.

Elegir y Optar. Elegir es producir algo nuevo. Es crear a partir de aquello que otros nos dan.
Al elegir ponemos en juego el deseo, la posibilidad, la esperanza de transformar el mundo y
a nosotros mismos. Es animarse a diferenciarse. Elegir es crear, inventar, reconocerse.
Optar coloca el sujeto ante propuestas cerradas, prefijadas o inmodificables.

La capacidad de elegir requiere de ambientes facilitadores para desarrollarse. Las familias


favorecedoras de autoría de pensamiento crean un ambiente en el que se manifiestan como
características sobresalientes:
- La diferencia (de opinión, sentimientos, etc.) es permitida, buscada, favorecida,
valorizada positivamente entre los integrantes del grupo familiar.
- La posibilidad de elegir (una comida, una vestimenta, un momento para estudiar) es
promovida y no se significa como un ataque hacia el otro que no eligió lo mismo.
- Hay movilidad en la circulación del conocimiento.
- Sus integrantes pueden guardar la intimidad de ciertas situaciones, sin que esto
implique un “secreto”.
- El preguntar es posible y está favorecido.
- Se manejan, aún en situaciones difíciles, con sentido del humor.

Elegir es elegir por y no elegir contra. En cambio, los grupos familiares “cercenadores” de la
autoría de pensamiento crean un ambiente de rechazo hacia el integrante que piensa algo
diferente o que elige algo diferente. Esquemáticamente diríamos que en tales familias,
encontramos que la elección es culpabilizada y significada como “ataque a otro”. En una
familia, por ejemplo, cuando el hijo adolescente elegía cualquier cosa trivial, como ponerse
el buzo al revés o el pantalón grande, la mamá significaba esa situación como un ataque
hacia ella (“el hijo se estaba poniendo el buzo al revés porque estaba en contra de ella...”).
A su vez, su esposo (el padre del adolescente) en diversas situaciones repetía -refiriéndose
a su mujer-: “Dice eso, para llevarme la contra”, o “Se puso esa falda corta, porque sabe
que a mí no me gusta”. A lo largo de todo el trabajo vamos analizando como “el elegir”, no
es significado como “elegir por”, sino como “elegir contra”.

Los espacios de autorías. En esos espacios se encuentra y desarrolla la capacidad de


elegir, re-elegir, transformar elecciones, resignificarlas y alimentarse de las experiencias
para construir lo nuevo, permitiendo a cada sujeto espacios subjetivo/objetivos que se
producen en la interrelación con otros. reconocerse pensante y así responsabilizarse por la
eficacia de su pensar. Subrayamos el término reconocimiento.

Reconocerse pensante es condición para construir la capacidad de elegir-decidir. Un sujeto


que no se reconozca pensante, no podrá desplegar sus autorías. Es decir: a) hacerlas
producir; b) responsabilizarse por sus actos; c) desarrollar su capacidad de elegir y
autorizarse a decidir.

Cuando decimos reconocerse, estamos resaltando: la actividad del pensamiento y la


necesaria conexión con los límites de la realidad, que delimitan el espacio en que pensar se
hace necesario y al mismo tiempo posible. Es en esos límites que pueden ir desarrollándose
los proyectos vocacionales. Re-conocerse pensante es simultáneo al reconocerse
deseante. Toda intervención del psicopedagogo, se direcciona a proporcionar (en la
transferencia con y hacia el objeto de conocimiento y con y hacia el psicopedagogo) un
espacio donde ese reconocimiento sea posible.

La exigencia de decidir antes de pensar conduce a optar focalizando la atención en ofertas


predeterminadas. Decisionismo (o “urgentividad” en Rivelis).

El éxito del deseo no está en obtener lo deseado sino en poder seguir deseando (J. C.
Volnovich).

La atencionalidad se nutre en la alegría de la autoría. El ser humano comprende en cuanto


crea al objeto que se le ofrece (Winnicot-Safra), pero para realizar esta paradojal creación el
objeto debe ser descubierto. El ser humano atiende en cuanto crea.

Aprendemos cuando nos permiten atendernos pensantes, deseantes, constructores.


Cuando simultáneamente atendemos a nuestros saberes y a lo que otro nos enseña, y así
creamos aún aquello que está ahí.

Fuentes de las que se nutre la autoría e ingredientes básicos de la capacidad atencional:


● Alegría por el encuentro con la diversidad.
● Capacidad de sorpresa.
● Espontaneidad.

Cuando no hay un medio facilitador que ofrezca una superficie de inscripción al jugar, éste
puede degenerar en excitación y estares ansiosos hiperactivos, los que no encuentran su
propio límite. El jugar del niño dibuja su propio límite, por lo que este no necesita ser
impuesto desde afuera, pues la potencia atencional de la alegría, por sí sola busca un
descanso hacia los estados tranquilos de relajación (R. Rodulfo. ​Futuro porvenir,​ Noveduc).
“No hay promesa de arribar a un lugar seguro y abrigado. Lo importante no es terminar el
juego sino su transcurso; permanecer en la zona ilusoria, transicional, donde se da la
creatividad.”
D. Winnicot

Heteroestima. Solo desde una apertura a la alteridad, a través de estimar a otro, podremos
estimarnos.

Proyecto identificatorio. Supone una autoconstrucción contínua del Yo por el Yo. Proyección
en movimiento temporal y proyección de la que depende la propia existencia del Yo.
P. Alaugnier

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