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“Una escuela atenta a la lógica del éxito y a que todos los niños incorporen contenidos
como primera función de la misma, es comparable a una familia que redujese su función
solamente a alimentar los organismos de sus hijos y de vestirlos a la moda. Un niño que no
atiende en la escuela, habla de una institución educativa que no lo atiende como sujeto
singular. Sin embargo, para alejarnos de actitudes culpabilizantes y/o psicopatologizantes
con respecto a los niños y a los maestros, precisamos incluir en el análisis la dimensión
social y la subjetiva.”
Elegir y Optar. Elegir es producir algo nuevo. Es crear a partir de aquello que otros nos dan.
Al elegir ponemos en juego el deseo, la posibilidad, la esperanza de transformar el mundo y
a nosotros mismos. Es animarse a diferenciarse. Elegir es crear, inventar, reconocerse.
Optar coloca el sujeto ante propuestas cerradas, prefijadas o inmodificables.
Elegir es elegir por y no elegir contra. En cambio, los grupos familiares “cercenadores” de la
autoría de pensamiento crean un ambiente de rechazo hacia el integrante que piensa algo
diferente o que elige algo diferente. Esquemáticamente diríamos que en tales familias,
encontramos que la elección es culpabilizada y significada como “ataque a otro”. En una
familia, por ejemplo, cuando el hijo adolescente elegía cualquier cosa trivial, como ponerse
el buzo al revés o el pantalón grande, la mamá significaba esa situación como un ataque
hacia ella (“el hijo se estaba poniendo el buzo al revés porque estaba en contra de ella...”).
A su vez, su esposo (el padre del adolescente) en diversas situaciones repetía -refiriéndose
a su mujer-: “Dice eso, para llevarme la contra”, o “Se puso esa falda corta, porque sabe
que a mí no me gusta”. A lo largo de todo el trabajo vamos analizando como “el elegir”, no
es significado como “elegir por”, sino como “elegir contra”.
El éxito del deseo no está en obtener lo deseado sino en poder seguir deseando (J. C.
Volnovich).
Cuando no hay un medio facilitador que ofrezca una superficie de inscripción al jugar, éste
puede degenerar en excitación y estares ansiosos hiperactivos, los que no encuentran su
propio límite. El jugar del niño dibuja su propio límite, por lo que este no necesita ser
impuesto desde afuera, pues la potencia atencional de la alegría, por sí sola busca un
descanso hacia los estados tranquilos de relajación (R. Rodulfo. Futuro porvenir, Noveduc).
“No hay promesa de arribar a un lugar seguro y abrigado. Lo importante no es terminar el
juego sino su transcurso; permanecer en la zona ilusoria, transicional, donde se da la
creatividad.”
D. Winnicot
Heteroestima. Solo desde una apertura a la alteridad, a través de estimar a otro, podremos
estimarnos.
Proyecto identificatorio. Supone una autoconstrucción contínua del Yo por el Yo. Proyección
en movimiento temporal y proyección de la que depende la propia existencia del Yo.
P. Alaugnier