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Bocetar, fabricar, despachar

Miguel Arévalo Fonseca

Asesor: Gabriel Silva Rubio

Pontificia Universidad Javeriana


Facultad de Artes Visuales
Bogotá
2013
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………...…4
PLANTEAMIENTO………………………………………………………………………………5
OBJETIVOS GENERALES………………………………………………………………………7
OBJETIVOS ESPECÍFICOS……..………………………………………………………………8
ANTECEDENTES………………………………………………………………………………..9
REFERENTES…………………………………………………………………………………...14
MARCO TEÓRICO…………………………………………………………………………......19
PROCESO CREATIVO…………………………………………………………………………24
CONCLUSIÓN………………………………………………………………………………….30
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………...31

Palabras claves: Oficio, sistema, objetos , pintura, dibujo, constelación.

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“Preferiría no hacerlo”
-Herman Melville, Bartleby, el escribiente

“Lo que es la búsqueda de la belleza parece que ya no es posible. Me refiero a la belleza


convencional, a la belleza con el significado que imprime Ingres, o cualquier pintor del Siglo
XIX, del XVIII o del XVII, o el artista griego. Se busca el carácter. Se busca lo interesante y se
busca la energía. Se busca cualquier cosa menos la belleza. Se piensa que tiene belleza
cualquier objeto que tenga interés, hasta una mierda. Se pinta y se acabó la historia”
-Antonio López, En torno a mi trabajo como pintor

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INTRODUCCIÓN

El presente texto intenta dar cuenta de un proceso plástico, abordando los aspectos
teóricos fundamentales y considerando especialmente el oficio del artista.
No pretende este trabajo ser una investigación teórica propiamente dicha, y tampoco es
un estudio sistemático sobre el eventual contenido de la pintura actual o de su función y
vigencia. Tiene más que ver con una defensa del oficio, con una visión íntima, una experiencia
subjetiva, y es sobre todo un recuento del proceso creativo.
Durante los cursos de Seminario trabajé con cierto empeño en torno al dibujo y al oficio
del dibujante. Mi idea era crear una obra donde el dibujo fuera el eje principal, o en todo caso, el
único producto final. Tenía la intención de continuar con un proyecto que había comenzado en la
materia de Dibujo 6. Sin embargo, durante el proceso de experimentación plástica me vi urgido a
optar por otros medios expresivos, además del dibujo.

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PLANTEAMIENTO

Este proyecto fue madurando a partir de un interés por el oficio del dibujo, y se convirtió
en una preocupación por el oficio de la pintura y, en último término, por el quehacer del artista
en general y por la relación que puede haber o no entre sus experiencias íntimas de vida y su
obra. Esta inquietud por el oficio ha venido surgiendo en mí a partir de diversos proyectos
personales en los cuales he utilizado de forma simbólica ciertos objetos para expresar una visión
intimista del universo, por medio del dibujo. El interés por el objeto es algo que ha surgido
paralelamente al del oficio de dibujar. Me importa dibujar la realidad que veo, hacer bodegones,
dibujar cosas; me inquieta lo que algunas de esas cosas tienen para decirle a las personas que se
detienen un momento a contemplar una obra de arte; me inspira la poesía que subyace tras la
capa más superficial de la realidad cotidiana.
A medida que el proyecto iba madurando pude evidenciar que algunos objetos
“hablaban” más que otros de algunos aspectos de la realidad inmediata o, aún más, que ciertos
objetos encarnaban mejor ciertas metáforas y se relacionaban entre sí de diferentes maneras.
Tuve que aceptar hacia el final de la materia de Proyecto de grado que el tiempo no me daría
para articular de forma consistente todos los elementos que pretendía poner en juego en mi obra.
Así que hice una síntesis y fui adoptando una posición más clara y menos ambiciosa en términos
de “abarcar” con respecto a lo que quería decir. No podía recoger todos los aspectos de la
realidad que me interesan dado el lapso de tiempo que tenía para concretar este proyecto, así que
opté por escoger el objeto que pudiera expresar más claramente lo que yo quería comunicar. El
interés por llegar a construir un universo simbólico a partir de un objeto cotidiano de gran
simpleza venía, precisamente, de la enorme gama de significados que éste podía esconder.
Me di cuenta que quería tratar el tema de la educación que reciben las personas en las
guarderías, en los colegios, en las universidades, en las academias de arte. Pero sin hacer un
tratado teórico sobre educación, porque ése no es mi interés primordial; se trataba más bien de
hacer una observación, valiéndose de una metáfora, porque es un asunto que a mi modo de ver
empieza por ahí pero va más allá de las aulas. Más específicamente tiene que ver con el sistema
impuesto, con la cultura establecida, con la televisión, con el internet, con la paulatina
homogenización del mundo en que vivimos, de las costumbres, de los hábitos de la vida en una
sociedad contemporánea, con lo que nos publicitan, con el molde, con encajar en el modelo, con

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el control del pensamiento. Como se puede ver, todos ellos, -absolutamente todos-, son aspectos
que hacen parte del cotidiano vivir de las personas, de su realidad más inmediata. Mi intención es
cuestionar estos aspectos del día a día que creo que generan sentimientos de vacío, desarraigo y
soledad en las personas. Sin embargo, la obra que se presenta es una propuesta sin pretensiones
políticas explícitas o de presión colectiva; más bien se intenta revelar una manera de denunciar lo
secreto, de hacer explícito lo privado y lo íntimo, a pesar de que su esencia crítica y de denuncia
se refuercen en lo colectivo, en lo social, pero siempre a partir de una mirada personal frente a
ciertas tendencias a uniformizar, a despersonalizar, a coartar lo individual.

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OBJETIVOS GENERALES

Determinar objetivos generales y específicos en el trabajo artístico puede ser, hasta cierto
punto, una formalidad bastante artificiosa, pues si algo caracteriza el trabajo del artista es la
aparición permanente de nuevos rumbos, la presencia del azar. No se trata en ningún caso de un
trabajo cerrado, determinado hasta en los detalles más irrelevantes e inmodificable desde el
momento mismo de su concepción. Muy por el contrario, las ideas iniciales van refinándose, los
conceptos van relacionándose en dimensiones insospechadas y las decisiones formales van
tomando caminos que son sugeridos casi por azar. Sin embargo, lo sustancial, lo fundamental, se
conserva y es la base de la cual se partió. Por eso puede afirmarse que el objeto escogido sigue
siendo la fuente principal de la red de ideas.
La idea que se persigue con la obra presentada es que constituya un verdadero y genuino
sistema; esto quiere decir que se sostengan y hagan visibles las relaciones entre las obras; que
pueda hacerse referencia a una constelación y a los fragmentos que la conforman y que, sobre
todo, las relaciones semánticas se articulen y organicen.
El conjunto de obras que produje durante este proceso, fue en principio planteado
formalmente como una galaxia; un universo íntimo del artista compuesto por diversos
fragmentos o que se articula a partir de cuerpos de obra, en busca de un lenguaje plástico
personal dentro de los oficios del dibujo y la pintura. En último término, la obra final ha sido
planteada como una síntesis de esta idea, una constelación dentro de un sistema de sentidos más
amplio propuesto al espectador y que está sujeto a articularse a futuro con otros cuerpos de
trabajo.

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OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Dentro de la experimentación plástica, pude evidenciar ciertas tensiones propias del


proceso creativo que me llevaron a ampliar mi visión inicial y a adentrarme en un oficio como la
pintura. Llevar a cabo este proyecto me permitió comprender mejor los tiempos de creación
particulares de cada técnica, así como emprender una búsqueda para establecer mi propia
metodología, y consolidar y sustentar teóricamente la manera en que concibo mi trabajo y en que
deseo estructurar teóricamente mi obra plástica.
Una vez determinados los límites a los cuales debía restringirse el proyecto, establecí una
serie de repeticiones, variaciones y estudios de composición en torno a un mismo símbolo u
objeto de estudio; sobra insistir en que cada una de esas nuevas versiones implicaba otro sentido
conceptual y, por supuesto, establecía nuevas conexiones dentro de una red de elementos
simbólicos. Se pretende así articular estas imágenes y dar sentido al conjunto de obras a partir de
sus relaciones, a la manera de un sistema.

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ANTECEDENTES

La investigación que dio origen a este trabajo se remonta a la materia de Dibujo 6, que
supone la culminación de un proyecto personal en torno al dibujo. Para la entrega de la materia
mencionada presenté una serie que se compone de 45 dibujos, de ahí el título 45 dibujos, que no
buscaba condicionar de ninguna manera la interpretación del espectador; por el contrario, su
intención consistía en favorecer de forma simple la lectura abierta que pudiera hacer cualquier
persona al enfrentarse a la obra. Estos fueron realizados sobre superficies previamente
“preparadas” por medio de collages que eran en sí mismos piezas que obedecían a un todo
general, pues respondían a decisiones formales tales como el papel, el color o la composición.
Cabe anotar que el modo de enmarcarlos y exponerlos también fue una decisión formal que daba
cohesión al conjunto y al concepto general de la obra: decidí eliminar el marco y en su lugar
emplear cuatro pequeñas piezas de metal para sujetar el vidrio.

45 Dibujos
Dibujo y collage, dimensiones variables. Miguel Arévalo F, 2010.

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Cajas en suspensión
Dibujo y collage, 32x17cms. Miguel Arévalo F, 2001.

Una aparición de medianoche


Dibujo a lápiz, 20x13cms. Miguel Arévalo F, 2011.

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Iguales
Dibujo sobre papel, 15x17cms. Miguel Arévalo F, 2011.

En mis dibujos continué explorando las posibilidades expresivas del papel, así como los
alcances simbólicos de los objetos. En las imágenes anteriores se pueden apreciar algunas
versiones preliminares que tratan ya algunos objetos en cuestión que han sido retomados para
este proyecto en particular.

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Cajas
Instalación, dimensiones variables. Miguel Arévalo F, 2012.

Para la materia de Instalación decidí continuar mi investigación en torno a las


posibilidades y sentidos que podía tomar un objeto. Me centré en las cajas de cartón.
La práctica diaria de dibujo o la acumulación, o la repetición obsesiva y serial de objetos
simbólicos tiene que ver con el día a día, con la reiteración de rituales sean éstos de control,
sociales o laborales. La acumulación de cajitas representaba en último término un componente
colectivo, una metáfora, una especie de cuerpo social que simbolizaría al ser en sociedad, un ser
rutinario, esquemático, cuadriculado, previsible, repetitivo. De ahí que tuviera un sentido el
oficio de sentarse juiciosamente a hacer las cajitas a mano, una por una, a repetir el mismo
esquema una y otra vez.
Esta instalación buscaba poner en relación un espacio (el archivo de una institución
educativa) con un mueble de época pasada (un viejo pupitre de los años cincuenta) y con las
cajas (unas creadas por mí en papel doblado, otras, las industriales, hacían parte del archivo) que
poéticamente encerraban de manera coordinada y doble conceptos y existencias. Así el mueble
es el reflejo de los numerosos seres que un día se sentaron allí y se llenaron de conceptos, los

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acumularon hasta el desborde y luego fueron relegados en cajas. Esta acumulación de cajas de
cartón representa la repetición, lo que pasa de ser cotidiano y deviene rutinaria ideología.
Como puede apreciarse hay un juego de relaciones, que me atrevería a llamar sistema,
cuyos elementos se dividen entre objetos, espacio y, por supuesto, la mirada personal que le
otorga cada espectador.
Como ya se mencionó, este proyecto de grado se presenta como una síntesis y una
culminación de esos procesos y de las investigaciones que vine desarrollando en algunas
materias de la carrera hasta ahora. Y se propone como la articulación de varios cuerpos de obra
en cuanto a forma, girando en torno a una misma serie de preocupaciones conceptuales.

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REFERENTES

En lo que respecta a los referentes, si bien hay artistas de muy diversas épocas, estilos y
latitudes que influyen en la construcción de un imaginario propio, para este proyecto se
consideró absolutamente pertinente restringir el ámbito a lo nacional. La razón principal es que
encuentro más aterrizado en la realidad del país, y del medio artístico en Colombia, pensar mi
trabajo en relación con un ámbito local, antes de pretenderlo como algo de alcance universal.
También de algún modo porque en nuestro medio abundan los artistas cuya propuesta conceptual
y formal me resultan suficientemente inquietantes.
Uno de los primeros referentes que ha estado presente a lo largo de todo el proyecto,
inclusive desde su concepción en las clases de Seminario es el dibujante antioqueño José
Antonio Suárez Londoño. Suárez Londoño resultó fundamental a la hora de pensar en el dibujo,
y más aún, en el oficio del dibujante. A pesar de que José Antonio Suárez Londoño no es
reconocido por un trabajo pictórico, su universo simbólico y su prolijidad han constituido una
guía de primera línea para este trabajo.
Como espectador de sus dibujos se asiste muchas veces a confesiones o acotaciones
escritas de un carácter tan íntimo que sumado a la escala de los dibujos o al hecho de comprender
en cierta forma que sus libretas son como “diarios” repletos de dibujos de una fragilidad y de una
delicadeza admirables, hace que uno pueda sentirse cercano al universo personal del autor. Al
ver los dibujos de Suárez con cierta curiosidad, se puede constatar que hay símbolos, motivos,
ejercicios, mañas, obsesiones que el artista repite una y otra vez sin miedo a volverse repetitivo o
formulista. Su obra está impregnada de pequeñas señales, de guiños; estos símbolos podríamos
decir que configuran el universo personal de Suárez y son la clave para descifrarlo; sin embargo,
para el espectador desprevenido podrían ser un dibujo de “cualquier” espiral, o de “cualquier”
niña o de “cualquier” barco, pero hay que admitir que si bien uno puede darle la lectura abierta
que quiera, también intuye que ese dibujo hace parte del universo del dibujante así como una
estrella hace parte de una constelación.
El trabajo de José Antonio Suárez constituye en una fuerte influencia para mí, pues
además de tratar temas relacionados con el oficio del dibujante es un ejemplo de un universo
íntimo o “de autor” creado a partir de elementos simbólicos tomados de su vida cotidiana o de su

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imaginario poético, que funcionan relacionados entre sí. Su figura representa además, “a modo
de inspiración”, una especie de fe ciega en la labor del dibujante.

Sin título
Dibujo, 30x26,5cms. José Antonio Suárez Londoño, 2011.

Por otro lado, el artista Mateo López y su observación juiciosa del oficio, del espacio del
artista, su trabajo delicado y detallista, también constituye una referencia permanente. En su
caso, el dibujo es una herramienta fundamental que le permite hacer visibles sus ideas. Desde
planos arquitectónicos hasta composiciones geométricas, pasando por mapas mentales; en todo
ello López se basa en el dibujo como mecanismo para hacer tangibles sus ideas y para hacer
visibles aquellos conceptos que representan su universo personal y, sobre todo, su oficio. En
algunos casos el “origami” y la construcción de objetos en papel constituyen una herramienta

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fundamental del dibujo de López; y es que precisamente el papel es un protagonista principal de
su obra, pero no ya como un mero soporte sino como un material estructurable y como un
concepto en sí mismo. López explora al máximo a través de sus dibujos la idea del papel y sus
posibilidades materiales, conceptuales y expresivas. Así, es frecuente en su obra encontrar
dibujos realizados aprovechando como soporte sobres viejos de cartas, papel amarillento por el
paso del tiempo, hojas de cuadernos de infancia, hojas cuadriculadas, reticuladas, milimetradas,
etc.

Diarios de Motocicleta (fragmento)


Instalación compuesta de dibujos entre otras piezas, Mateo López, 2009.

El trabajo de Mateo López fue una referencia fundamental tanto formal como conceptual
sobre todo para el proyecto de instalación. Su obra aborda varios de mis intereses como artista
plástico y son un referente constante al que acudí en la realización de este proyecto, pues se
pregunta también por el oficio del artista, por las posibilidades conceptuales del dibujo, los
alcances simbólicos de los objetos, y sobre el trabajo con diferentes papeles, entre otros aspectos
que me parecen relevantes para mi trabajo.
Podría agregarse además que José Antonio Suárez Londoño y Mateo López han llevado a
cabo en conjunto el proyecto “Ping-Pong”, en el cual establecen un “diálogo” por medio del
dibujo. Éste en particular me pareció sumamente relevante durante la investigación previa que
había venido realizando en torno al oficio del dibujo. Otro aspecto que también me resultó útil
constatar en la obra de ambos artistas, y que también creo que puede decirse de mi trabajo, es

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que se aprecia mejor al ver un conjunto de obras. Quiero decir con esto que se comprende mejor
el sentido y el universo que propone el artista al contemplar más de un cierto número, entre más
mejor. A mi modo de ver son artistas que se expresan en torno a su quehacer, casi en la
afirmación de una fe en el oficio, y es que la obra de ambos gira en torno a un mismo eje central:
el dibujo. Pero no sólo como una técnica manual para hacer imágenes, sino como un concepto
más amplio: el dibujo como tema en sí, el dibujo como forma de vida, como pan de cada día. Si
bien ambos exploran el oficio del dibujante, cada cual tiene comprensiones y exploraciones
propias en torno a éste.
La obra de Juan Cárdenas y su obsesión por un mundo de objetos cotidianos inherentes al
oficio del artista pero siendo re-significados también fue motivo de reflexión a la hora de
estructurar esta constelación. Su paleta de colores, sus pinturas en las que aparece el ser humano
ocupando el espacio del taller del artista, caballetes amontonados, cajas de cartón, todo haciendo
parte de una composición “desordenada” fueron aspectos de ciertos cuadros del pintor
colombiano que me llamaron la atención fuertemente. En mi trabajo, en cambio, la presencia
humana está dada por los objetos, pero no por la figura humana en sí dentro de un espacio. Yo
planteo el espacio de un modo diferente. Hay por el contrario una soledad, una no-humanidad.
Un rastro de lo humano en lo que las cosas y los objetos pueden llegar a decir del hombre y de su
contexto vital.

El pintor en el estudio
Óleo sobre tela, Juan Cárdenas, fecha y dimensiones desconocidas.

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En el caso de la obra de Gabriel Silva su trabajo me resultó de gran ayuda en la
concepción de un mundo con claves propias, de hallazgos que se sostenían de manera cada vez
más sólida en la medida en que iban sumándose elementos. Sus pinturas y esculturas están
articulados y componen un rico imaginario donde los volcanes, sus personajes, sus paisajes
celestes, son una constelación en sí misma, una entramado de signos que construyen una
narrativa personal, proponen una visión íntima del mundo, de lo humano. Su oficio como
escultor y pintor constituyó una referencia constante durante mi proceso.

Acuarelas
Acuarela, 72x120cms. Gabriel Silva, fecha desconocida.

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MARCO TEÓRICO

Uno de los textos que ayudó a definir teóricamente el proyecto es Proust y los Signos
escrito por el filósofo francés Gilles Deleuze. En él, Deleuze expone su teoría acerca de la
estructuración de la obra del escritor francés Marcel Proust. Sostiene que la obra de Proust está
plagada de signos; signos de diversa índole que deben provocar efectos particulares sobre el
lector. Me concentraré en los aspectos teóricos del texto de Deleuze que puedan ser útiles para la
comprensión de una obra de arte, aunque ésta no sea literaria.
Deleuze sostiene que hay varios tipos de signos: signos mudos, signos mundanos y
vacíos, y los signos del amor que para él serían “embusteros y engañosos”. Según esto, Proust
habría concebido el mundo de sus novelas como un entramado de símbolos esperando a ser
interpretados: “La unidad de cada mundo estriba en que forman sistemas de signos emitidos por
personas, objetos, materias; no se descubre ninguna verdad ni se aprende nada a no ser por
desciframiento o interpretación” (Deleuze,13).
Según Deleuze la actitud de descifrar el mundo equivale a una “búsqueda de verdad” que
no es un impulso natural del hombre y a la cual se ve forzado. Deleuze lo define como un acto
violento de la vida, como la muerte o los celos por ejemplo, donde aparecen signos involuntarios.
En cuanto a la capacidad de aprendizaje que ofrece el signo, Deleuze es claro al afirmar que
“…lo que el signo significa lo confundimos con el ser u objeto que designa.” (37). Esto no es
sólo un problema nominal, semántico; depende también en gran medida de las experiencias
previas de quien se enfrenta al signo, así su capacidad de establecer relaciones está dada por sus
vivencias previas. Dice Deleuze: “Ser sensible a los signos o considerar el mundo como objeto
que hay que descifrar es sin duda un don” (37). Si bien el mundo aparece como objeto por
descifrar, el autor nos dice que la traducción del caos que nos presenta la realidad, la escogencia
que se hace y el valor simbólico que se asigna a cada cosa son un proceso completamente
personal. En general, tendemos a pensar que el “objeto” contiene el secreto del signo que emite.
A esto le llama Deleuze “objetivismo” y afirma que es una tendencia natural, o al menos habitual
de las personas. Un signo tiene dos mitades: por un lado designa el objeto y por el otro significa
algo distinto. Según Deleuze, en nuestra experiencia cotidiana habitualmente se tiende a preferir
la facilidad y frialdad del reconocimiento, en lugar de la profundidad o belleza que pueda tener el
hallazgo de sentidos.

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Mi interés por la posibilidad simbólica de los objetos tiene que ver con lo que expone
Deleuze en su texto sobre Proust; tomar un objeto de la vida cotidiana y asignarle un significado
personal, un valor que está dado por nuestras experiencias, y proponerlo como un signo a
descifrar para así traspasar el mero reconocimiento nominal de ese objeto. Los objetos nos
hablan del ser humano, más allá de su funcionalidad, las cosas que el hombre ha creado para sí
mismo hablan del contexto del hombre, y en muchos casos son un rastro, guardan una memoria
ligada a lo humano. Al experimentar subjetivamente un objeto lo que hacemos es otorgarle un
sentido íntimo. Mi obra se compone de signos íntimos. Se busca tomar un objeto cotidiano
estándar, que pueda estar asociado a la vida de cualquier persona, y presentarlo fuera de su
contexto para enrarecer su sentido, para sacarlo de su entorno, de la realidad y presentarlo como
una idea en sí misma, como un secreto, como un acertijo a resolver para el espectador, que
deberá enfrentarse a este objeto de forma directa, casi forzándolo al “acto violento de la vida” al
cual se refiere Deleuze, para que descifre e interprete las relaciones entre los signos que
componen la obra de arte.
Otro texto fundamental para la investigación fue La obra de arte como sistema y su
experiencia estética escrito por el alemán Hans Dieter Huber. En su texto Dieter Huber nos
presenta un modelo cuidadoso para analizar y enfrentarse a la obra de arte contemporánea,
centrándose en el trabajo del artista alemán Joseph Beuys. Dieter Huber explica la noción de
Sistema como un conjunto de “elementos” que tienen “propiedades” y que establecen relaciones
entre sí. La teoría de sistemas presentada por el autor es una valiosa herramienta para el estudio
de obras complejas tales como las instalaciones, pues nos permite percibir claramente las
relaciones entre las partes y el todo, así como entre estos elementos que componen la obra y el
espacio, el tiempo, el espectador, la vida.
En primer lugar, conviene destacar que el acercamiento a cada sistema, según esta teoría,
se basa en su fuerte carácter descriptivo. La definición de sistema que propone Dieter Huber es
la siguiente:
Un sistema se define generalmente de esta manera: Consiste de elementos (que
pueden ser cosas, objetos, componentes, partes, miembros) con ciertas
propiedades. Los elementos están vinculados por relaciones (que pueden ser
referencias, correlaciones, conexiones, uniones, vinculaciones, emparejamientos).
A pesar de las diferencias en definición de “sistema” de acuerdo a cada disciplina
científica, los constituyentes fundamentales de un sistema, “elementos”,
“propiedades” y “relaciones” son los mismos. (Dieter Huber, 2)
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Por ejemplo los objetos que podrían ser los elementos de una instalación y/o los sujetos
de una pintura, y sus propiedades son asignadas por el espectador de acuerdo con su experiencia
previa respecto de este objeto y de la vida misma. Es así que el espectador asigna un valor
semántico en su cerebro a cada cosa, a modo de conceptos. Las propiedades latentes de cada
objeto pueden no ser evidentes a simple vista y necesitan ser activadas por medio de relaciones.
Por otro lado, las partes internas que se asocian dentro del sistema están en contacto con el
entorno y las condiciones externas a este, por lo tanto están también en relación con el sistema
interno.
La propuesta que hace Hans Dieter Huber para comprender o estructurar la obra de arte
como sistema me permite estructurar y formular teóricamente la idea poética de constelación en
mi trabajo. El sistema de la obra de arte que se propone en este trabajo de grado es un conjunto
de elementos, llámense, pinturas, objetos, signos o cajas. Estos elementos a su vez tienen unas
propiedades latentes, unos sentidos propios, que los diferencian o destacan unos de otros. Por
ejemplo decidí trabajar ciertas tensiones sutiles u opuestos evidentes como aéreo y pesado, orden
y caos, abierto o cerrado, individualismo y colectividad, uniformidad y diferencia son valores o
propiedades que metaforizan las imágenes que se presentan. Estas propiedades se articulan, se
relacionan entre sí a modo de correlaciones o conexiones, que el espectador de la obra de arte
debe descifrar y le correspondería asignar sentidos propios a esta red compuesta de signos
silenciosos y contradictorios.

Cajas voladoras (fragmento)


Oleo sobre papel entablado,100 x 60cms. Miguel Arévalo F, 2013.

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Algo en lo que Dieter Huber y Deleuze coinciden es en que la capacidad de interpretación
de signos de las personas y sus experiencias vitales previas, hace de los signos algo subjetivo
pues son circunstancias que están dadas por factores muy diversos. Dieter Huber plantea que el
espectador participante elabora sentidos en la medida de sus posibilidades, las cuales están
determinadas por su capital simbólico. Por tanto los elementos, las propiedades y las relaciones
del sistema artístico se transforman subjetivamente al ser experimentados por cada espectador.
Según esta teoría, este proyecto trata sobre la mirada que establecen las personas frente a
un objeto o sujeto de la vida cotidiana y sobre los valores simbólicos que dan a cada uno de ellos,
o que asumen les son propios a estos objetos según las ideas previas que han construido a lo
largo de su experiencia vital. Mi preocupación es señalar estos símbolos plásticamente a fin de
darles un valor poético que subyace a la utilidad del objeto y darles un orden dentro de un
sistema de relaciones que permitan intuir o bien otorgar sentidos poéticos a experiencias vitales
que muchas veces se asumen como ordinarias.
Al escoger una caja de cartón cualquiera como el objeto que quería que fuese el signo o
sujeto principal de mi trabajo me interesaba destacar ciertos valores que yo había experimentado
subjetivamente al contemplar y descifrar los sentidos que tenían las cajas en mi vida cotidiana,
en mi experiencia vital. Me atrajo la idea de la caja, la caja como idea en sí, como modelo, como
diseño estructural y funcional de contenedor vacío listo para ser ocupado por otros elementos.
Cajas industriales de cartón, cajas iguales, cajas homogéneas, cajas que sólo son cajas que
obedecen al modelo de cajas.
Pero también están las otras cajas; esas vinieron a mi mente después. Los “guacales”: las
cajas rebeldes, las cajas rústicas, orgánicas. Las cajas en que se despachan las frutas y verduras a
las plazas de mercado. Esas otras cajas que están tiradas en las esquinas de las calles de Bogotá.
Pero lo que me atrajo más de este objeto es que siento que expresa o, mejor, que oculta
una serie de sentidos que lo trascienden. Al menos para mí, íntimamente representan además de
las cosas que nos pueden decir del objeto sus propiedades o cualidades matéricas, lo que
reconocemos a simple vista; se intuyen una serie de cosas que no puedo ver: sentimientos,
sensaciones, obsesiones repetitivas, ideas que se enfrentan entre sí como por ejemplo la
homogeneidad impuesta frente a lo que es auténtico, único, genuinamente diverso.
A largo plazo mi intención sería poder seguir articulando elementos simbólicos diferentes
dentro de un sistema, poniendo sus propiedades en relación para construir un universo poético

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más amplio, una cartografía íntima, sin que sea un mapa en el sentido estricto del término.
Siendo ambicioso quisiera que esta constelación o inventario abarcara mi forma de comprender
el mundo. En este caso se presenta la síntesis de una pequeña parte de ese universo o, más bien,
de una constelación dentro de una galaxia más compleja. Tampoco creo que la obra se componga
de “muchas cajas y nada más” pues son a mi modo de ver, signos que se articulan y se componen
como un sistema, forman un conjunto codificado que esconde un secreto, una “narración” o unos
“sentidos” y tensiones que el espectador debe encargarse de leer. Considero pertinente referirme
brevemente a otro objeto que ha sido puesto en relación con las cajas y es un pupitre escolar.
Retomé mi proyecto de instalación y decidí articularlo con las pinturas y los dibujos pues me
interesa sugerir una inconformidad con la educación. Siento que parte del sentido que atribuyo a
los objetos responde a asuntos como la homogenización del hombre moderno, algo que relaciono
con el sistema impuesto. Desde el colegio o inclusive antes, se modela el pensamiento de las
personas, se las educa en lo que debería ser su moral y su ética, en lo que está “bien” y “mal”, se
les instruye para ser burócratas obedientes que puedan encajar en esta sociedad. No niego la
necesidad de educar al ser humano en el respeto y la tolerancia; sin embargo, creo que nuestra
educación está en muchos casos mal concebida, se repiten rutinariamente fórmulas infinitas,
ejercicios sin fin, se memoriza lento y se olvida rápido, se desea modelar la identidad de las
personas, se enseña que el valor del tiempo y de la vida es exclusivamente económico. Se busca
coartar y reprimir cualquier síntoma de pensamiento no uniforme o divergente, de actitud
sospechosa o rebelde. Se nos enseña a encajar. A ser cajas que encajan, que cumplen con el
modelo estándar. En este sentido también identifico esta problemática en la academia del arte y
siento que no está exenta de hacer parte de esta cadena; pues de algún modo es una fábrica de
productos estéticos, se busca instruir a los artistas para encajar en el “mundo del arte”, a elaborar
discursos y obedecer las leyes de un mercado que es controlado por personas que nada tienen de
artistas.
Esa forma de cuestionarme la realidad que me rodea me genera sentimientos que creo que
son típicos del hombre que vive en las sociedades modernas tales como vacío, soledad,
frustración. Son estos sentimientos los que busco expresar por medio de las cajas, deseo
canalizar esas sensaciones de un modo pulcro, frío, silencioso, sutil.

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PROCESO CREATIVO

El proceso creativo de las obras que componen este trabajo de grado fue quizá la parte
más enriquecedora, pues considero que en el “hacer” de un oficio se encuentran ideas y
soluciones, se generan y se resuelven dudas en torno a la obra que en la mayoría de los casos ni
siquiera una juiciosa investigación previa permitiría dimensionar o prever.
Siendo éste un proyecto a través del cual se plantean preguntas sobre la relevancia de un
oficio, resultó fundamental el proceso de experimentación plástico. En primer lugar, el proyecto
se venía estructurando desde la investigación teórica como un acercamiento a un mundo íntimo
del autor por medio de la práctica cotidiana del dibujo. Tomando como sujetos objetos extraídos
de la vida real para presentarlos fuera de su entorno y que representen ideas o conceptos que
formarían un entramado de sentidos. Algunos de esos objetos fueron quedando fuera en una
especie de proceso de selección natural, para dejar paso a las cajas como motivo central.
A pesar del gran interés que despierta el dibujo en mí, desde un principio advertí que mi
inquietud sobre el oficio iba más allá que la que experimentaba por esta técnica. No fue
suficiente el trazo cuidadoso , las minas H y B y la hoja de papel. Me sentí un poco encerrado en
la trampa del dibujo académico bien aprendido. Me encontré algo hastiado por la fuerte carga
teórica que había venido asociando a mi quehacer a lo largo de los dos cursos de Seminario, y en
últimas me sentí como si de algún modo tuviera que justificar de más una decisión que para mí
era tan natural como trabajar con lápices de madera o con pinceles y no “haciendo otra cosa”.
Quería arriesgarme a hacer algo diferente al dibujo que venía trabajando “a lo seguro” .
Quería pintar al óleo porque sentí que no había en mi trabajo previo de pintura, nada de lo
que yo quería expresar como artista. Por un lado, hasta ese momento mis intentos habían sido
más bien un montón de ejercicios técnicos, anatómicos, retratos, cosas así. Si bien considero esto
un aprendizaje fundamental creo que no me había arriesgado a pintar aún algo muy ligado al
cuerpo de mi obra en dibujo o en otras clases. Por otra parte, y quizá es esta la razón por la cual
creo que no había aún hecho ningún “cuadro”, está en que sentía una inseguridad muy grande
con respecto al producto de mi pintura.
Decidí entonces aprovechar que tenía menos clases y que al fin tenía tiempo de pintar
más y que contaba con la ayuda de mi asesor de investigación durante la materia de Proyecto de
grado para ahondar en el oficio de pintor. Entonces me puse a pintar para descubrir cuáles eran

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esas imágenes que tenía en mi cabeza y quería realizar, descifrar cómo es “mi pintura”, en qué
consiste mi oficio, cuáles son mis mañas, en fin, cómo funciona mi metodología de trabajo. Esta
decisión considero que fue acertada pues me permitió establecer un diálogo entre mi dibujo y mi
pintura. Cada técnica tiene sus características y resalta ciertas cualidades expresivas de la imagen
que otras no y viceversa. Además esto me dio pie para trabajar formatos más grandes que quizá
no habría abordado desde el dibujo.

Cajas
Óleo sobre lienzo, 100 x 80 cms. Miguel Arevalo F, 2013.

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Cajas
Dibujo a lápiz. 32x25cms. Miguel Arévalo F, 2012.

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Cajas (imagen del proceso)
Óleo sobre lienzo, 100 x 80 cms. Miguel Arévalo F, 2012.

Decidí articular mi proyecto bidimensional con un proyecto de instalación, puesto que


ambos abordan los mismos objetos de estudio y las mismas preocupaciones. La instalación me
permitió relacionar mejor las partes con el todo y reforzar o presentar de modo más contundente
cierta idea de colectivo que quizá aparece de forma un poco fragmentada en las imágenes. Siento
que el diálogo entre estas técnicas diversifica la obra a la vez que la enriquece formal y
conceptualmente, y considero que se aprecian mejor la idea y las relaciones de sentidos al
contemplar el conjunto de la obra.
La pugna interna entre el control excesivo de la técnica y el papel del azar en el proceso
sirvieron como motor creativo. Uno de los asuntos que tal vez me hizo buscar expresarme en
pintura, fue que me sentí inconforme y demasiado casado con un tipo de dibujo muy académico
que, si bien aprecio, me parece que algunas veces puede implicar demasiado auto-control. Decidí
contrarrestar esto dando paso a la presencia del azar. Si bien las pinturas parten del dibujo y se
basan fuertemente en él, tomé riesgos durante el proceso de creación; riesgos que en ocasiones
me hicieron sentir que alguna imagen no iba para ninguna parte o acaso descubrir casi por
accidente una solución formal que no había previsto o planeado.

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Este proceso de creación me permitió abordar diferentes campos de exploración plástica y
articularlos para poder formular consistentemente un sistema de relaciones entre los elementos
que conforman el conjunto final de obras.

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CONCLUSIÓN

Este proyecto se articuló como un sistema artístico compuesto de pinturas, dibujos e


instalación relacionados entre sí, que tratan como sujeto un objeto: la caja. La obra pretende
poner en consideración del espectador un entramado de signos que han sido tomados de mi vida
cotidiana, y que están presentes en la vida de miles de personas, para así procurar revelar
aspectos poéticos del día a día que subyacen a las percepciones más inmediatas.
Las obras tratan del signo íntimo pues a partir de mi experiencia personal busco “pintar lo
que no se muestra”: sentimientos como el vacío o el desarraigo. Pero si bien parto de una
experiencia subjetiva muy íntima o personal la obra finalmente habla de algo más cotidiano en
las vidas de las personas, busca traspasar las capas de sentido aparente, y puede llegar a ser un
vehículo eficaz de observación crítica de la realidad impuesta. Por eso encajar. O no encajar. Por
eso ser igual o ser diferente. Por eso busco expresar en las imágenes una suerte de rebelión, de
insurgencia silenciosa, sutil. Yo creo firmemente en una idea de rebeldía o libertad que debe
llevar implícita la obra de arte que me interesa trabajar, o como mínimo tengo fe en sus
posibilidades críticas. El rutinario desgaste. Lo igual, lo diferente; lo desigual que nos distancia o
nos asocia, la similitud aparente. Todo esto conduce necesariamente a la expresión de una
postura rebelde.

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BIBLIOGRAFÍA

Deleuze, G. Proust y los Signos (1995). Barcelona: Anagrama


Dieter Huber, Hans. (sep./oct., 1989) La obra de arte como sistema y su experiencia estética.
Ponencia presentada en University of South Florida, Tampa, Estados Unidos.
López, A. (2007). En torno a mi trabajo como pintor. Valladolid: Fundación Jorge Guillén.
Melville, H. Bartleby, el escribiente (2009). Madrid: Ediciones Siruela S.A.
Suárez, J.A. y López, M. (2010). Ping-pong. Bogotá: Editado por Galería Casas Riegner y
D’ivviny.

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