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Anacreonte español, no hay quien os tope, Menos solicitó veloz saeta
que no diga con mucha cortesía, destinada señal que mordió aguda;
que ya que vuestros pies son de elegía, agonal carro por la arena muda
que vuestras suavidades son de arrope.
no coronó con más silencio meta
¿No imitaréis al terenciano Lope, que presurosa corre, que secreta
que al de Belerofonte cada día a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
sobre zuecos de cómica poesía fiera que sea de razón desnuda,
se calza espuelas, y le da un galope? cada Sol repetido es un cometa.
Con cuidado especial vuestros antojos ¿Confiésalo Cartago y tú lo ignoras?
dicen que quieren traducir al griego, Peligro corres, Licio, si porfías
no habiéndolo mirado vuestros ojos. en seguir sombras y abrazar engaños.
Mal te perdonarán a ti los las horas,
Prestádselos un rato a mi ojo ciego, las horas que limando están los días,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
los días que royendo están los años.
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
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¡Ah de la vida!” … ¿Nadie me responde? Pues de puro enamorado
¡Aquí de los antaños que he vivido! Anda continuo amarillo.
La Fortuna mis tiempos ha mordido; Que pues doblón o sencillo
las Horas mi locura las esconde. Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
¡Que sin poder saber cómo ni adónde, Es don Dinero.
la salud y la edad se hayan huido! Nace en las Indias honrado,
Falta la vida, asiste lo vivido, Donde el mundo le acompaña;
y no hay calamidad que no me ronde. Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Ayer se fue; mañana no ha llegado; Y pues quien le trae al lado
hoy se está yendo sin parar un punto; Es hermoso, aunque sea fiero,
soy un fue, y un será y un es cansado. Poderoso caballero
Es don Dinero.
En el hoy y mañana y ayer, junto (…)
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto. Quien quisiere ser culto en sólo un día,
la jeri (aprenderá) gonza siguiente:
Yo te untaré mis obras con tocino fulgores, arrogar, joven, presiente,
porque no me las muerdas, Gongorilla, candor, construye, métrica armonía;
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino; poco, mucho, si no, purpuracía,
apenas hombre, sacerdote indino, neutralidad, conculca, erige, mente,
que aprendiste sin cristus la cartilla; pulsa, ostenta, librar, adolescente,
chocarrero de Córdoba y Sevilla, señas traslada, pira, frustra, arpía;
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega cede, impide, cisuras, petulante,
siendo sólo rabí de la judía, palestra, liba, meta, argento, alterna,
cosa que tu nariz aun no lo niega? si bien disuelve émulo canoro.
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega, Use mucho de líquido y de errante,
por tener de sayón la rebeldía. su poco de nocturno y de caverna,
anden listos livor, adunco y poro.
Salamandra frondosa y bien poblada
te vio la antigüedad, columna ardiente, Que ya toda Castilla,
¡oh Vesubio, gigante el más valiente con sola esta cartilla,
que al cielo amenazó con diestra osada! se abrasa de poetas babilones,
Después, de varias flores esmaltada, 5 escribiendo sonetos confusiones;
jardín piramidal fuiste, y luciente y en la Mancha, pastores y gañanes,
mariposa, en tus llamas inclemente, atestadas de ajos las barrigas,
y en quien toda Pomona fue abrasada. hacen ya cultedades como migas.
Ya, fénix, cultivada, te renuevas, Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
en eternos incendios repetidos, 10 y en Roma misma a Roma no la hallas:
y noche al sol y al cielo luces llevas. cadáver son las que ostentó murallas
¡Oh monte, emulación de mis gemidos; y tumba de sí proprio el Aventino.
pues yo en el corazón, y tú en las cuevas,
callamos los volcanes florecidos! Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
Madre, yo al oro me humillo, de las edades que Blasón Latino.
Él es mi amante y mi amado, Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
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si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.
¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura, Daba sustento a un pajarillo un día
huyó lo que era firme y solamente Lucinda, y por los hierros del portillo
lo fugitivo permanece y dura! fuésele de la jaula el pajarillo
al libre viento en que vivir solía.
Al sol que os mira, por miraros miro, Con un suspiro a la ocasión tardía
que pienso que la luz de vos tomando, tendió la mano, y no pudiendo asillo,
en sus rayos la vuestra estoy mirando, dijo (y de las mejillas amarillo
y luego de dos soles me retiro. olvidó el clavel que entre su nieve ardía):
Águila soy, a salamandra aspiro; ¿Adónde vas por despreciar el nido,
este Dédalo Amor me está animando; al peligro de ligas y de balas,
pero anochece y, como estoy llorando, y el dueño huyes que tu pico adora?».
en el mar de mis lágrimas expiro. Oyóla el pajarillo enternecido,
Y como donde estoy sin vos, no es día, y a la antigua prisión volvió las alas,
pienso cuando anochece, que vos fuistes que tanto puede una mujer que llora.
por quien perdió los rayos que tenía.
Por quien si amaneció cuando le vistes,
dejándole de ver, noche sería
en el ocaso de mis ojos tristes. Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? leal, traidor, cobarde y animoso:
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío no hallar fuera del bien centro y reposo, 5
que a mi puerta, cubierto de rocío, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
pasas las noches del invierno escuras? enojado, valiente, fugitivo,
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, 5 satisfecho, ofendido, receloso:
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío huir el rostro al claro desengaño,
si de mi ingratitud el yelo frío beber veneno por licor süave, 10
secó las llagas de tus plantas puras! olvidar el provecho, amar el daño:
¡Cuántas veces el ángel me decía: creer que el cielo en un infierno cabe;
Alma, asómate agora a la ventana, 10 dar la vida y el alma a un desengaño,
verás con cuánto amor llamar porfía! ¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos --respondía--,
para lo mismo responder mañana! El rubí de tu boca me rindiera,
a no haberme tu bello pie rendido;
hubiéranme tus manos ya prendido,
si preso tu cabello no me hubiera.
Es la mujer del hombre lo más bueno,
Los del cielo por arcos conociera
y locura decir que lo más malo,
si tus ojos no hubiera conocido;
su vida suele ser y su regalo,
fuera tu pelo norte a mis sentidos,
su muerte suele ser y su veneno.
si la luz de tus ojos no lo fuera.
Cielo a los ojos, cándido y sereno,
Así le plugo al cielo señalarte,
que muchas veces al infierno igualo,
que no ya sólo al norte y arco bello
por raro al mundo su valor señalo,
tus cejas venzan y ojos soberanos;
por falso al hombre su rigor condeno.
mas, queriendo a ti misma aventajarte,
Ella nos da su sangre, ella nos cría,
tu pie la fuerza usurpa, y tu cabello
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
a tu boca, Amarili, y a tus manos.
es un ángel, y a veces una arpía.
Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.
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Crece el insano ardor, crece el engaño ¡Ay Floralba! Soñé que te ... ¿Dirélo?
del que en las aguas vio su imagen bella; Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
y él, sola causa en su mortal querella, ¿Y quién, sino un amante que soñaba,
busca el remedio y acrecienta el daño. juntara tanto infierno a tanto cielo?
Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!: Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
del'agua sale el fuego; mas en ella cual suele opuestas flechas de su aljaba,
templarlo piensa, y la enemiga estrella mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
sus ojos cierra al fácil desengaño. como mi adoración en su desvelo.
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