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Romance de Los Celos que en mis entrañas se ceban.
La piedra escrita, amarilla,
Yace donde el sol se pone, es mi sin igual firmeza,
entre dos tajadas peñas, que mis huesos en la muerte
una entrada de un abismo, mostrarán que son de piedra.
quiero decir, una cueva Los celos son los que habitan
profunda, lóbrega, oscura, en esta morada estrecha,
aquí mojada, allí seca, que engendraron los descuidos
propio albergue de la noche, de mi querida Silena”.
del horror y las tinieblas. En pronunciando este nombre,
Por la boca sale un aire cayó como muerto en tierra,
que al alma encendida yela, que de memoria de celos
y un fuego, de cuando en cuando, aquestos fines se esperan”.
que el pecho de yelo quema.
Oyóse dentro un rüido
como crujir de cadenas
y unos ayes luengos, tristes, Soneto de D. Belianís de Grecia a D. Quijote de
envueltos en tristes quejas. La Mancha.
Por las funestas paredes,
por los resquicios y quiebras Rompí, corté, abollé, y dije y hice
mil víboras se descubren Más que en el orbe caballero andante;
y ponzoñosas culebras. fui diestro, fui valiente, fui arrogante;
A la entrada tiene puestos, mil agravios vengué, cien mil deshice.
en una amarilla piedra,
huesos de muerto encajados Hazañas di a la Fama que eternice;
de modo que forman letras, fui comedido y regalado amante;
las cuales, vistas del fuego fue enano para mí todo gigante,
que arroja de sí la cueva, y al duelo en cualquier punto satisfice.
dicen: “Esta es la morada
de los celos y sospechas”. Tuve a mis pies postrada la Fortuna,
Y un pastor contaba a Lauso y trajo del copete mi cordura
esta maravilla cierta a la calva ocasión al estricote.
de la cueva, fuego y yelo,
aullidos, sierpes y piedra, Mas, aunque sobre el cuerno de la luna
el cual, oyendo, le dijo: siempre se vio encumbrada mi ventura,
“Pastor, para que te crea, tus proezas envidio, ¡oh gran Quijote!
no has menester juramentos
ni hacer la vista experiencia.
Un vivo traslado es ése
de lo que mi pecho encierra,
el cual, como en cueva oscura,
no tiene luz, ni la espera.
Seco le tienen desdenes
bañado en lágrimas tiernas;
aire, fuego y los suspiros
le abrasan continuo y yelan.
Los lamentables aullidos,
son mis continuas querellas,
víboras mis pensamientos
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Soneto de Orlando Furioso a D. Quijote de La ni a la alta gloria de valor mi mano,
Mancha. que rayo fue do nace y muere el día.
Orlando soy, Quijote, que, perdido Améla por milagro único y raro,
por Angélica, vi remotos mares, y, ausente en su desgracia, el propio infierno
ofreciendo a la fama en sus altares temió mi brazo, que domó su rabia.
aquel valor que respetó el olvido.
Mas vos, godo Quijote, ilustre y claro,
No puedo ser tu igual; que este decoro Por Dulcinea sois al mundo eterno,
se debe a tus proezas y a tu fama, Y ella, por vos, famosa, honesta y sabia.
puesto que, como yo, perdiste el seso.
Mas serlo has mío, si al soberbio moro Soneto de Solidán a D. Quijote de La Mancha.
y cita fiero domas, que hoy nos llama
iguales en amor con mal suceso. Moguer, señor Quijote, que sandeces,
vos tengan el cerbelo derrumbado,
nunca seréis de alguno reprochado
Soneto de Amadís de Gaula a D. Quijote de La por home de obras viles y soeces.
Mancha.
Serán vuestras fazahas los joeces,
Tú, que imitaste la llorosa vida pues tuertos desfaciendo habéis andado,
que tuve, ausente y desdeñado sobre siendo vagadas mil apaleado
el gran ribazo de la Peña Pobre, por follones cautivos y rehaces.
de alegre a penitencia reducida;
Y la vuestra linda Dulcinea
tú, a quien los ojos dieron la bebida desaguisado contra vos comete,
de abundante licor, aunque salobre, ni a vuestras cuitas muestra buen talante,
y alzándote la planta, estaño y cobre,
te dio la tierra en tierra la comida, en tal desmán vueso conorte sea
que Sancho Panza fue mal alcagüete,
vive seguro de que eternamente, necio él, dura ella, y vos amante.
en tanto, al menos, que en la cuarta esfera,
sus caballos aguije el rubio Apolo,
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Soneto de Oriana a Dulcinea del Toboso. Haréis que excuse el temerario aprieto
de andar de una en otra encrucijada,
¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinca, mendigando alabanzas, excusada
por más comodidad y más reposo, fatiga impertinente, yo os prometo.
a Miraflores puesto en el Tohoso,
y trocara sus Londres con tu aldea! Todo soneto y rima allá se avenga,
y adorne los umbrales de los buenos,
¡Oh, quién de tus deseos y librea aunque la adulación es de ruin casta.
alma y cuerpo adornara, y del famoso
caballero que hiciste venturoso Y dadme vos, que en este Viaje tenga
mirara alguna desigual pelea! de sal un panecillo por lo menos,
que yo os lo marco por vendible, y basta.
¡Oh, quién tan castamente se escapara
del señor Amadís como tú hiciste Viaje del Parnaso, fragmento del capítulo primero.
del comedido hidalgo don Quijote!
“Pero para la hacienda de un poeta,
Que así envidiada fuera, y no envidiara, siempre ligera, cualquiera bestia puede
y fuera alegre el tiempo que fue triste, llevarla, pues carece de maleta;
y gozara los gustos sin escote. que es caso ya inefable que, aunque herede
riquezas un poeta, en poder suyo
Soneto de Gandalín, escudero de Amadís de no aumentarlas, perderlas le sucede”.
Gaula, a Sancho Panza El poeta más cuerdo se gobierna
por su antojo baldío y regalado
de trazas lleno y de ignorancia eterna.
Salve, varón famoso, a quien Fortuna, Absorto en sus quimeras, y admirado
Cuando en el trato escuderil te puso, de sus mismas acciones, no procura
tan blanda y cuerdamente lo dispuso, llegar a rico como a honroso estado.
que lo pasaste sin desgracia alguna.
¿? (Cantando)
Ya la azada o la hoz poco repugna
al andante ejercicio; ya está en uso Madre, la mi madre,
la llaneza escudera, con que acuso guardas me ponéis;
al soberbio que intenta hollar la luna. que si yo no me guardo,
no me guardaréis.
Envidio a tu jumento y a tu nombre, Dicen que está escrito,
y a tus alforjas igualmente invidio, y con gran razón,
que mostraron tu cuerda providencia. ser la privación
causa de apetito;
Salve otra vez, ¡oh Sancho!, tan buen hombre, crece en infinito
que a solo tú nuestro español Ovidio, encerrado amor;
con buzcorona te hace reverencia. por eso es mejor
que no me encerréis;
“El autor a su pluma” que si yo no me guardo,
no me guardaréis.
Pues veis que no me han dado algún soneto
que ilustre de este libro la portada, Si la voluntad
venid vos, pluma mía mal cortada, por sí no se guarda,
y hacedle, aunque carezca de discreto. no le harán guarda
miedo o calidad;
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romperá, en verdad, Mas, yo todo, ¿dónde estoy,
por la misma muerte, dónde vengo, o adónde voy?
hasta hallar la suerte A dicha, ¿sé yo de mí?
que vos no entendéis; ¿Soy, por ventura, el que fui,
que si yo no me guardo, o nunca he sido el que soy?
no me guardaréis.
La fuerza de mi cuidado
Quien tiene costumbre y el amor que lo consiente
de ser amorosa, me tienen en tal estado,
como mariposa que adoro el tiempo presente,
se irá tras la lumbre, y lloro por el pasado.
aunque muchedumbre Véome en éste morir,
de guardas le pongan, y en el pasado, vivir;
y aunque más propongan y en éste adoro mi muerte,
de hacer lo que hacéis; y en el pasado la suerte,
que si yo no me guardo, que ya no puede venir.
no me guardaréis.
Es de tal manera
la fuerza amorosa, Versos que canta Elicio en el 1º libro de LA
que a la más hermosa GALATEA
la vuelve en quimera;
el pecho de cera, Amoroso pensamiento,
de fuego la gana, si te precias de ser mío,
las manos de lana, camina con tan buen tiento
de fieltro los pies; que ni te humille el desvío
que si yo no me guardo, ni ensoberbezca el contento.
no me guardaréis. Ten un medio –si se acierta
a tenerse en tal porfía-:
no huyas el alegría,
Canción de Lauso en el libro cuarto de ni menos cierres la puerta
La Dorotea al llanto que amor envía.
Si quieres que de mi vida
¿Quién mi libre pensamiento no se acabe la carrera,
me le vino a sujetar? no la lleves tan corrida
¿Quién pudo en flaco cimiento ni subas do no se espera
sin ventura fabricar sino muerte en la caída.
tan altas torres de viento? Esa vana presunción
¿Quién rindió mi libertad, en dos cosas parará:
estando en seguridad la una, en tu perdición;
de mi vida satisfecho? la otra, en que pagará
¿Quién abrió y rompió mi pecho, tus deudas el corazón…
y robó mi voluntad?
Pues tú, que vees tan distante
¿Dónde está la fantasía el medio del fin que quieres,
de mi esquiva condición? sin esperanza y constante,
¿Do el alma que ya fue mía, si en el camino murieres,
y dónde mi corazón, morirás como ignorante.
que no está donde solía? Pero no se te dé nada,
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que en esta empresa amorosa, ni merece ver el cielo,
do la causa es sublimada, ni sustentarse en la tierra.
el morir es vida honrosa;
la pena, gloria extremada. El amor es infinito,
si se funda en ser honesto,
y aquel que se acaba presto,
SONETO de Galatea en el 1º libro de no es amor sino apetito.
La Galatea Y al que sin alzar el vuelo,
con su voluntad se cierra,
Afuera el fuego, el lazo, el yelo y flecha mátelo rayo del cielo
de amor, que abrasa, aprieta, enfría y hiere; y no le cubra la tierra.
que tal llama mi alma no la quiere,
ni queda de tal ñudo satisfecha ¿?
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Coplas del 1º libro de La Galatea
Ansí que, para huir el vencimiento,
Merece quien en el suelo consejos jamás fueron de provecho:
en su pecho a amor no encierra, desta verdad testigo soy de vista.
que lo desechen del cielo
y no le sufra la tierra. Soneto de Gelasia de La Galatea
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SONETO
Canció
(Cantando)
A la guerra me lleva
mi necesidad:
si tuviese dineros,
no fuera, en verdad.
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Soneto a Manuel Becerra y a la entrada Coplillas
del duque de Medina en Cádiz
Agua por San Juan
Vimos en julio otra Semana Santa quita vino y no da pan.
atestada de ciertas cofradías, Las riñas de por San Juan
que los soldados llaman compañías, todo el año paz nos dan.
de quien el vulgo, y no el inglés, se espanta.
Llover trigo en las eras,
Hubo de plumas muchedumbre tanta, las viñas estando en cierne,
que en menos de catorce o quince días no hay labrador que gobierne
volaron sus pigmeos y Golías, bien sus cubas y paneras;
y cayó su edificio por la planta. más las riñas más de veras,
si suceden por San Juan,
Bramó el becerro, y púsoles en sarta; todo el año paz nos dan.
tronó la tierra, oscurecióse el cielo,
amenazando una total ruina; Por la canícula ardiente
está la cólera a punto;
y al cabo, en Cádiz, con mesura harta, pero, pasando aquel punto,
ido ya Essex sin ningún recelo, menos activa se siente.
triunfando entró el gran duque de Medina. Y así, el que dice no miente,
que las riñas por San Juan
todo el año paz nos dan.
Soneto al túmulo de Felipe II en la catedral de
Sevilla Las riñas de los casados
como aquestas siempre sean,
Voto a Dios que me espanta esta grandeza para que después se vean,
y que diera un doblón por describilla. sin pensar, regocijados.
Porque, ¿a quién no sorprende y maravilla Sol que sale tras nublados,
esta máquina insigne, esta braveza? es contento tras afán:
las riñas de por San Juan
Por Jesucristo vivo, cada pieza todo el año paz nos dan.
vale más que un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla, Del Donoso, poeta entreverado a Sancho Panza
Roma triunfante en ánimo y riqueza.
Soy Sancho Panza, escude-
Apostaré que el ánima del muerto del manchego don Quijo-;
por gozar de este sitio, hoy ha dejado puse pies en polvoro-,
el cielo, de que goza eternamente. por vivir a lo discre-;
que el tácito Villadie-
Esto oyó un valentón y dijo: “Es cierto toda su razón de esta-
cuanto dice voacé, señor soldado. cifró en una retira-
Y el que dijere lo contrario, miente”. según siente Celesti-,
libro en mi opinión divi,
Y luego, incontinente, si encubriera más lo huma-.
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
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Versos que deja grabados en los árboles de Al fin, como todo pasa,
Sierra Morena D. Quijote para cantar su se pasó el bien que me dio
desesperado amor por Dulcinea. Fortuna, un tiempo no escasa,
y nunca me le volvió,
Árboles, yerbas y plantas ni abundante ni por tasa.
que en aqueste sitio estáis Siglos ha ya que me ves,
tan altos, verdes y tantas, Fortuna, puesto a tus pies;
sí de mi mal no os holgáis, vuélveme a ser venturoso;
escuchad mis quejas santas. que será mi ser dichoso
Mi dolor no os alborote, si mi fue tornase a es.
aunque más terrible sea;
pues por pagaros escote, ¡Si mi fue tornase a es,
aquí lloró don Quijote sin esperar más será,
ausencias de Dulcinea o viniese el tiempo ya
del Toboso. de lo que será después...!
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Vivir en perpleja vida, más conocida y mayor.
ya esperando, ya temiendo, Soy el Interés en quien
es muerte muy conocida, pocos suelen obrar bien,
y es mucho mejor muriendo y obrar sin mí es gran milagro;
buscar al dolor salida. y cual soy te me consagro,
A mí me fuera interés por siempre jamás, amén.
acabar; mas no lo es,
pues, con discurso mejor,
me da la vida el temor
de lo que será después. Remedo de las coplas de Lançelot
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Trocárame yo por ella,
y diera encima una saya Suele el coser y el labrar,
de las más gayadas mías; y el estar siempre ocupada,
que de oro le adornan franjas. ser antídoto al veneno
de las amorosas ansias.
¡Oh, quien se viera en tus brazos,
o si no, junto a tu cama, Las doncellas recogidas
rascándote la cabeza que aspiran a ser casadas,
y matándote la caspa! la honestidad es la dote
y voz de sus alabanzas.
No mires de tu Tarpeya
este incendio que me abrasa, Los andantes caballeros
Nerón manchego del mundo, y los que en la corte andan,
ni le avives con tu saña. requiébranse con las libres,
con las honestas se casan.
Niña soy, paloma tierna;
mi edad de quince no pasa: Hay amores de levante,
catorce tengo y tres meses, que entre huéspedes se tratan,
te juro en Dios y en mi ánima. que llegan presto al poniente,
porque en el partirse acaban.
No soy renca, ni soy coja,
ni tengo nada de manca; El amor recién venido,
los cabellos, como lirios, que hoy llegó y se va mañana,
que, en pie, por el suelo arrastran. las imágenes no deja
bien impresas en el alma.
Y aunque es mi boca aguileña
y la nariz algo chata, Pintura sobre pintura
ser mis dientes de topacios ni se muestra ni señala;
mi belleza al cielo ensalza. y do hay primera belleza,
la segunda no hace baza.
Mi voz, ya ves, si me escuchas,
que a la que es más dulce iguala, Dulcinea del Toboso
y soy de disposición del alma en la tabla rasa
algo menos que mediana. tengo pintada de modo,
que es imposible borrarla.
Estas y otras gracias mías,
son despojos de tu aljaba;
de esta casa soy doncella,
y Altisidora me llaman. La maldición de Altisadora
(Manejando la marioneta de Altisidora)
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que está muy lejos de oveja. y quédente los raigones
si te sacares las muelas.
Tú has burlado, monstruo horrendo,
la más hermosa doncella (Cae desmayada la marioneta de Altisidora)
que Diana vio en sus montes,
que Venus miró en sus selvas.
Ovillejos
Tú llevas, ¡llevar impío!
en las garras de tus cerras
¿Quién menoscaba mis bienes?
las entrañas de una humilde,
Desdenes.
como enamorada, tierna.
¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.
Llévaste tres tocadores,
Y ¿quién prueba mi paciencia?
y unas ligas, de unas piernas
Ausencia.
que al mármol puro se igualan
De ese modo, en mi dolencia
en lisas, blancas y negras.
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza
Llevaste dos mil suspiros,
desdenes, celos y ausencia.
que, a ser de fuego, pudieran
abrasar a dos mil Troyas,
¿Quién me causa este dolor?
si dos mil Troyas hubiera.
Amor.
Y ¿quién mi gloria repugna?
De ese Sancho tu escudero
Fortuna.
las entrañas sean tan tercas
Y ¿quién consiente en mi duelo?
y tan duras, que no salga
El cielo.
de su encanto Dulcinea.
De ese modo, yo recelo
morir deste mal extraño,
De la culpa que tú tienes
pues se aumentan en mi daño
lleva la triste la pena;
amor, fortuna y el cielo.
que justos por pecadores
tal vez pagan en mi tierra.
¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Tus más finas aventuras
Y el bien de amor, ¿quién lo alcanza?
en desventura se vuelvan,
Mudanza.
en sueños tus pasatiempos,
Y sus males, ¿quién los cura?
en olvidos tus firmezas.
Locura.
De ese modo, no es cordura
Seas tenido por falso
querer curar la pasión
desde Sevilla a Marchena,
cuando los remedios son
desde Granada hasta Loja,
muerte, mudanza y locura.
desde Londres a Inglaterra.
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hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y de él se precia
DEL PANIAGUADO, ACADÉMICO DE más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
LA ARGAMASILLA, «IN LAUDEM
DULCINEAE DEL TOBOSO» Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
Soneto excede a Brilladoro y a Bayardo.
Soneto
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Epitafios.
Epitafio definitivo
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta; Yace aquí el Hidalgo fuerte
el juicio que tuvo la veleta que a tanto extremo llegó
aguda donde fuera mejor ancha; de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
el brazo que su fuerza tanto ensancha de su vida con la muerte.
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta Tuvo a todo el mundo en poco;
que grabó versos en broncínea plancha; fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
el que a cola dejó los Amadises que acreditó su ventura
y en muy poquito a Galaores tuvo, morir cuerdo y vivir loco.
estribando en su amor y bizarría;
Epitafio de Dulcinea
Epitafio de D. Quijote.
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