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Objetivo

Que nuestras celebraciones de la fe recuperen, si lo han perdido, su


sentido auténtico y sean momento de oración, encuentro alegre con el
Señor Resucitado y sirvan para enraizar en Él cada uno de nuestros actos.

Introducción
Hemos celebrado a lo largo de nuestra vida muchas eucaristías,
celebraciones de la Palabra, hemos rezado montones de rosarios y de
novenas, hemos asistido innumerables veces a la celebración comunitaria
del sacramento de la Reconciliación, a los bautizos de todos los primos, de
los nietos, a bodas y funerales... Con tal proliferación de eventos no es
extraño que alguna vez hayamos asistido a estos actos por costumbre, sin
pararnos a pensar en lo que estamos haciendo, distraídamente o con poco
interés. No es extraño pero debemos luchar contra ello, porque en cada
misa conmemoramos el sacrificio de Cristo, cada domingo celebramos su
resurrección y son éstas cosas muy serias como para tomarlas de cualquier
manera.

La Iglesia es una comunidad que ora. El Papa quiere que la Iglesia en


Europa sea una auténtica comunidad orante que escucha y celebra a su
Señor: "así, enraizando en Él cada una de tus acciones, podrás proponer de
nuevo a los europeos el encuentro con Él mismo, esperanza verdadera y la
única que puede satisfacer plenamente el anhelo de Dios escondido en las
diversas formas de búsqueda religiosa que retoñan en la Europa
contemporánea"(EE 66).

Es verdad que en Europa, hoy en día, hay un alto nivel de agnosticismo,


de abandono de la fe, de desinterés por la religión y a veces hasta
beligerancia verbal contra ella. Sin embargo, no es menos cierto que mucha
gente busca algo. Algo que satisfaga su necesidad de Absoluto, que dé
esperanza a sus días grises, que dé sentido a su vida, a sus luchas, a sus
desgracias y haga más profundas sus alegrías. Nosotros, cristianos
europeos, podemos contribuir a que estas personas encuentren lo que
ansían, acogiendo, comprendiendo, brindando espacios y formas para
relacionarse con el Señor que da la alegría y la esperanza: "A la Iglesia en
Europa le espera una tarea laboriosa y apasionante a la vez. Consiste en
descubrir "el sentido de misterio"; en renovar las celebraciones litúrgicas
para que sean signos más elocuentes de la presencia de Cristo, el Señor; en
proporcionar nuevos espacios para el silencio, la oración y la contemplación;
en volver a los sacramentos como fuente de libertad y de nueva
esperanza"(EE 69).

Debemos reconocer que muchas veces hemos sido nosotros mismos los
que hemos ido poco a poco desvirtuando la liturgia. Lecturas mal
proclamadas o que apenas se oyen, goteo incesante de personas hasta bien
entrada la homilía, homilías mal preparadas o plagadas de lugares comunes,
etc. hacen presa en nuestras celebraciones y acaban convirtiéndolas en un
mero trámite. Hay que recordar que el centro de las celebraciones es Cristo,
que la liturgia no es un simple medio para calmar nuestras ansiedades y
deseos sino que es el lugar donde nos encontramos con Jesús "que vive,
honra y alaba al Padre, para alabarlo y honrarlo con Él. Las celebraciones
eclesiales proclaman que nuestra esperanza nos viene de Dios por medio de
Jesús nuestro Señor" (EE 71). Para conseguir vivir la liturgia de esta
manera, se hace necesaria una formación que facilite la comprensión de los
signos, de los tiempos litúrgicos y que posibilite la participación activa de
todos los fieles.

Especial esmero debe ponerse en la celebración de los sacramentos: la


Eucaristía como fuente de la vida cristiana, o la Reconciliación, que "debe
tener un papel fundamental en la recuperación de la esperanza"(EE 76).
Sacramentos como el Bautismo, la Unción de enfermos, el Matrimonio, que
son ocasión en la que muchos alejados se acercan a la Iglesia, deben
cuidarse con mimo para mostrar a estas personas el ambiente de
trascendencia y de respeto y ayudar, en la medida de nuestras pobres
posibilidades, al Espíritu "que sopla donde quiere", en la tarea de atraerlos a
Cristo.

Otro dato que debería preocuparnos a todos es la pérdida del sentido del
domingo. El domingo ha pasado de ser el Día del Señor, a ser parte del fin
de semana, o simplemente, otro día más de trabajo, casi siempre
insuficientemente pagado. El Papa nos pide a los cristianos europeos que
recuperemos el sentido del domingo; que el descanso, querido por Dios y
necesidad de todo hombre, lleve a las personas a separarse
momentáneamente de sus compromisos para caer en la cuenta de que todo
lo creado ha sido creado por Dios; que el poder que nos ha dado, nos lo ha
dado precisamente para cuidar su obra. De esta manera, no perderemos la
perspectiva y sabremos, precisamente en el domingo, alabar al Creador por
tantos bienes como ha puesto en nuestras manos.

"Te dirijo a ti, Iglesia que vives en Europa, una invitación apremiante: sé
una Iglesia que ora, alaba a Dios, reconoce su absoluta supremacía y lo
exalta con fe gozosa (...). Celebra la salvación de Cristo: acógela como don
que te convierte en sacramento suyo y haz de tu vida un verdadero culto
espiritual agradable a Dios" (EE 69).

1. Partiendo de la vida (ver)

1. La Misa del domingo, ¿es para mí encuentro íntimo con Cristo


y alabanza a Dios Padre, o por el contrario, la vivo con rutina
pasando de "puntillas" por el misterio que celebramos? Aporta algún
hecho de vida que ilustre estas situaciones.

2. Presentar hechos de vida que muestren mi disponibilidad a la


hora de participar en la liturgia: si me ofrezco para leer, cantar,
redactar preces, o para cualquier tarea para la que esté capacitado,
o si rehuyo a los sufridos encargados de liturgia o simplemente les
digo siempre que no.

3. ¿Me acerco a la Eucaristía con la consciencia y el respeto que


merece o voy por pura rutina, sin caer en la cuenta de que es Cristo
mismo quien se entrega a mí en el pan? ¿Voy al sacramento de la
Reconciliación con verdadero espíritu de penitencia y contrición?
¿Busco simplemente tranquilizar mi conciencia? ¿Lo dilato tanto en
el tiempo que apenas me acerco a él? Puedo poner ejemplos de mi
vida que dejen ver mi actitud.

4. ¿Cómo vivo el descanso dominical? Narrar hechos de vida en


los que se vea si hago del domingo un día dedicado a Dios y a la
familia y los amigos, a disfrutar de la Naturaleza o si me encierro en
aficiones individuales o incluso en el aburrimiento.

2. Iluminación desde la fe (juzgar)

A) Palabra de Dios

 En su visión, san Juan asiste al culto celestial en honor del


Cordero: Ap 5, 11-14; 19, 5-8;
el culto que agrada a Dios es el que se hace desde la
humildad y no desde la apariencia: Mt 6, 1-6; 16-18.
 Cristo se nos presenta como el alimento que nos guarda para
la vida eterna: Jn 6, 48-56; Lc 2219-20; 1 Cor 11, 23-26.
Los primeros cristianos fueron ejemplo de fidelidad en la
oración y en la fracción del pan: Hch 2, 42-47.
 El pecado es el mayor mal que ataca al hombre y por tanto,
son numerosas las veces que, en el Evangelio, Cristo perdona
los pecados: Mt 9, 1-8; Lc 7, 36-50; Jn 8, 3-11; Jesús nos
enseña el perdón con su Palabra: Mt 6, 7-11; y con su
ejemplo: Lc 23, 33-34.
 Después de la Creación, Dios descansó y santificó así nuestro
descanso: Gen 2, 1-4;

B) Magisterio de la Iglesia

 La liturgia debe vivirse como "anuncio y anticipación de la


gloria futura"(EE 71): SC 8; la liturgia es fuente de la vida de
la Iglesia: SC 10; la participación de los fieles en La
Eucaristía debe ser consciente y participativa: SC 48.
· La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia
(Ecclesia de Eucharistia, 20), la edifica, la renueva y la
consolida continuamente: EdE 21-23. No dejéis de leer el
precioso elogio que el Papa hace de la oración ante el
Santísimo Sacramento: EdE 25.
 La llamada a la conversión es esencial en el mensaje de
Cristo: CEC 1427-1429; en el sacramento de la Penitencia,
Dios perdona nuestros pecados y nos reconcilia con la
Iglesia: CEC1441-1449.
 En su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, Juan Pablo II
nos exhorta a "contemplar a Cristo con María": RVM 9-17; en
el rosario contemplamos toda la vida de Cristo: RVM 19-23;
el Papa nos presenta el Rosario como "la oración por la paz":
RVM 6.
 El día del Señor es ocasión para celebrar la obra del Creador:
DD 9-12; día de descanso para santificarlo y recordar las
maravillas hechas por Dios: DD 14-17; conmemoración de la
Resurrección del Señor: DD 19-22; 41; "día de alegría,
descanso y solidaridad DD 55-73.
 De todos estos temas escribe el Santo Padre en el capítulo IV
de EE, que todos debemos leer..

Enlaces a la Biblia y al Magisterio de la


Iglesia
3. Compromiso Apostólico (Actuar)

El compromiso en este tema debe ir orientado a mejorar la


vivencia de las celebraciones litúrgicas. En este sentido, sería bueno
que en cada parroquia hubiera un grupo de liturgia. Si en la nuestra,
todavía no existe, puedo ofrecerme a formarlo llamando a personas
sensibilizadas con el tema. Si ya hubiera grupo de liturgia en mi
parroquia, puedo entrar a formar parte de él, colaborando donde
pueda ser necesario. Si no puedo comprometerme de forma
habitual, lo que sí puedo hacer es estar disponible para participar en
la misa a la que tengo por costumbre ir, ya sea leyendo la Palabra
de Dios, cantando, ayudando al sacerdote...

Un precioso compromiso de grupo podría ser ponernos de


acuerdo para ir los domingos que nos sea posible juntos a la misma
Misa y procurar animar la liturgia, cada uno en la función que mejor
pueda desempeñar.
También puedo comprometerme a revisar la forma en que realizo
mis devociones personales: rezar el Rosario como verdadera
contemplación de los misterios del Señor, ofreciéndolo por la paz;
estar un rato delante del Santísimo Sacramento como el discípulo
que apoya su cabeza en el pecho del Maestro...

Otro compromiso puede ser mejorar la forma en que preparo


mis confesiones, de manera que sean más conscientes y más
profundas, un verdadero encuentro con el Señor Resucitado. Para
conocer mejor la celebración de la Eucaristía puedo leer, también en
grupo, la última instrucción de la Santa Sede sobre la Santa Misa:
Redemptionis Sacramentum..

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