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RESPONSABILIDAD SANITARIA FRENTE A LAS LEYES Y

PROTOCOLOS DE ACTUACIÓN “TRANS”

Como personas del mundo sanitario y de la ciencia estamos preocupadas por los
contenidos y posibles consecuencias de protocolos de actuación, leyes autonómicas y
el proyecto de una Ley estatal “para la igualdad real y efectiva de las personas trans y
la garantía de los derechos de las personas lesbianas, gais, trans, bisexuales e
intersexuales (LGTBI)”, pendiente de debate en las cortes generales del gobierno de la
nación. Queremos dejar constancia, ante las personas a las que estas leyes van
dirigidas, autoridades sanitarias y políticas y opinión pública en general, de las
siguientes consideraciones:

1.- Como profesionales con formación científica no podemos aceptar la pretensión de


que el sexo en la especie humana es un “espectro”, en lugar de un hecho material
constatable, no elegible, que se mantiene a lo largo de la vida. Tampoco podemos dar
por válida la idea de cerebros sexuados.

2.- El género (femenino o masculino, expresión de los estereotipos asignados


socioculturalmente a los sexos), no es sexo (mujer, hombre). Se pretende introducir la
idea de una nueva naturaleza identitaria (identidad de género) predefinida, de
carácter inmanente (como algo interno al ser y no el resultado de una acción exterior),
haciendo prescindible el sexo biológico. Confundir, o incluso sustituir, el sexo por el
género es una opción ideológica no científica, que deriva en errores diagnósticos y de
tratamiento importantes, así como invalida datos en las estadísticas de salud y
estudios científicos.

3.- Es preocupante el falseamiento de hechos biológicos y hallazgos científicos bajo la


premisa de consideraciones ideológicas, e incluso el impedimento de la realización de
debates académicos serios y estudios por profesionales acreditados. También la
introducción de neologismos en el lenguaje médico como sustitución principalmente
de la palabra mujer y de situaciones relacionadas con ellas (p.e. persona gestante,
persona menstruante, persona con útero, persona sin próstata, orificio delantero en
lugar de vagina, leche humana en lugar de leche materna, etc.).

4.- No se ha consultado la opinión de profesionales con experiencia en la atención


sanitaria a personas con disforia o incongruencia de género para la elaboración de
textos legislativos autonómicos y estatales y protocolos de actuación sanitarios.

5.- Se tergiversa el concepto “despatologizar”, pretendiendo liberar, por un lado, a


quienes acuden a los servicios sanitarios del estigma de “la enfermedad”, al mismo
tiempo que del “poder médico”; prohibiendo así la atención individualizada y
meticulosa de la salud física y mental de las personas; evaluación que queda sustituida
por la experiencia individual subjetiva y el autodiagnóstico.
6.- Esta experiencia subjetiva, al parecer con capacidad de autodeterminación, es
convertida en un derecho absoluto que no necesita ser contrastado con la realidad, ni
con otras experiencias. En este nuevo contexto es el deseo la única fuente de
legitimidad de esta autodeterminación.

7.- En el proyecto de ley los profesionales están “bajo sospecha”, pues se prevé la
presión a estos y la limitación en sus actuaciones diagnósticas y terapéuticas bajo la
amenaza de multas y sanciones desmedidas, e incluso inhabilitación profesional, si
cuestionan los deseos de los pacientes. Deseos que conllevan la utilización de
tecnología biomédica a la carta, según las exigencias del sujeto, sin valorar si lo que
desea es lo que necesita y aunque esto implique acciones médicas incluso
perjudiciales, o que contravienen el principio de precaución de la medicina.

8.- De especial preocupación es la actitud clínica con menores de edad, permitiendo


que, sin ningún tipo de evaluación a priori que descarte comorbilidades (espectro
autista, trastornos alimentarios, depresión, etc.), historia de malos tratos o abusos
sexuales, influencia de las redes sociales, homosexualidad no aceptada, etc., puedan
iniciar la “transición de sexo”, sin tener en cuenta la falta de madurez suficiente para
entender la magnitud que conlleva. Esta es presentada como una “solución milagrosa”
a la inseguridad propia de la adolescencia, sin priorizar la consolidación de la identidad
antes que la intervención de forma precipitada. Se está desestimando, además, sin
ahondar en el estudio de las causas, la prevalencia altamente significativa y en
crecimiento exponencial del sexo femenino en esta población.

9.- Es necesario advertir sobre el uso de los llamados bloqueadores hormonales en


menores en pleno proceso de desarrollo; tratamiento totalmente experimental para
esta situación clínica, con efectos secundarios graves e irreversibles y que marca el
inicio de un camino de dependencia de por vida de hormonas y cirugías. Es de gran
importancia tener en cuenta la experiencia de países como Suecia, Finlandia, Australia
o Reino Unido, en donde, ante el daño constatado, se está rectificando y prohibiendo
o limitando su uso indiscriminado y priorizando la atención psicológica y
acompañamiento sanitario con enfoque socio afectivo.

10.- La obligación de un solo enfoque de atención: el “modelo transafirmativo de


género” (basado en la autodeterminación), frente al modelo biopsicosocial, convierte
a las personas que acuden a las consultas por cuestiones de identidad de género en
unos ciudadanos singulares, pues sus problemas no serían asunto de los médicos, al
menos desde el punto de vista de la relación médico-paciente, basada en la bioética
y con control de calidad de la atención. Desaparecen la historia clínica, la exploración,
el diagnóstico diferencial y el tratamiento consensuado y personalizado, recayendo
eso sí, únicamente la responsabilidad del pronóstico en el profesional sanitario, pues
sería éste el que asumiría cualquier reclamación posterior del paciente.
11.- Se está poniendo en riesgo la salud, no solo de muchos menores, sino también
de las personas adultas transexuales, que van a ver disminuidas las garantías y calidad
de su atención médica, al no tener en cuenta la falta de recursos especializados, listas
de espera, etc.

12.- Queremos dejar constancia de la manipulación e instrumentalización que se está


haciendo de las personas intersexuales, que no son personas transexuales, sino que
presentan problemas biológicos asociados a mutaciones genéticas, algunas aún
desconocidas; que pueden tener problemas de diferenciación cromosómica, gonadal,
genital, hormonal, etc.; cuyas vivencias y necesidades asistenciales tienen tal
complejidad que no han sido consideradas de forma disciplinar en estas leyes.
Meterlas en el mismo saco del paraguas “trans” no resuelve sus necesidades de
atención por equipos superespecializados.

13.- A pesar de la clara intención de negar su existencia por quienes promueven estas
leyes, existe un aumento creciente de personas que destransicionan, consecuencia de
la aplicación precipitada del modelo transafirmativo radical, especialmente ante casos
con disforia de inicio súbito (cuyo número en mujeres muy jóvenes se ha multiplicado
por 25 en menos de 10 años). El sistema sanitario en el momento actual no siempre
protege a estas personas, a pesar de que en ocasiones pueden solicitar la
destransición después de haber sufrido secuelas importantes físicas (p.e. extirpación
de órganos sanos) y psicológicas.

14.- Queremos hacer una llamada de atención a aquellos medios de comunicación


que, de manera poco responsable o en todo caso acríticamente, asumen y difunden
noticias e informaciones procedentes del “lobby” ideológico. Este lobby sostiene el
radicalismo trans-queer como algo progresista e incluso deseable, pero desconoce u
obvia la realidad del sufrimiento al que está llevando a muchas personas con
incongruencia de género, cuando no banalizando los efectos irreversibles de la
medicación y de las cirugías que el proceso transexualizador requiere.

Los abajo firmantes, muchos de ellos, profesionales de la salud y con amplia


experiencia en la atención a personas con conflictos de identidad de género, no
podemos ser cómplices, ni profesional ni éticamente, de la falta de garantías de
calidad actual y reclamamos que el Ministerio de Sanidad y nuestros colegios
profesionales asuman su función de velar por la salud de la población y por la
seguridad clínica y jurídica de sus profesionales ante la responsabilidad que estas
Leyes LGTBI nos imponen.

Este comunicado podrá ser firmado por profesionales de la salud y la ciencia y por
cualquier particular y organización que quiera apoyarlo.

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