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BIB 2015\4108
Publicación:
Revista de Derecho Mercantil num.297/2015
Editorial Civitas, SA
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bien, dada su trascendencia y los posibles conflictos de interés a los que puede dar lugar, resulta
conveniente una regulación específica en la que se introduzcan las cautelas apropiadas, como la
exigencia de mayoría reforzada o la abstención de los consejeros interesados y la previsión de que el
consejo se circunscriba necesariamente en su actuación a las decisiones que, en su caso —ya que su
intervención no es obligatoria en sociedades no cotizadas— adopte la junta. Para ello se propone,
siguiendo el artículo 231.97.3 de la PCM, introducir un nuevo apartado 3 en el artículo 249 de la Ley de
Sociedades de Capital que regule el régimen de aprobación y documentación de la retribución de
consejeros por el desempeño adicional de funciones ejecutivas» .
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4 Kastiel, Kobi, »Executive Compensation in Controlled Companies», Indiana Law Journal , October 21,
2014,. Vol. 90, No. 3, 2015; IDEM en Harvard John M. Olin Center for Law, Economics, and Business
Fellows' Discussion Paper No. 56. Available at SSRN: http://ssrn.com/abstract=2469589 . En un contexto
europeo: Belcredi.M./Bozzi, A./Ciavarella, V. , «Say-on-pay in a context of concentrated ownership.
Evidence from Italy» , CONSOB Working Papers 7 6, febrero 2014.
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despedido por el socio de control. En la medida en que los socios –el de control y el
minoritario- tengan sus expectativas retributivas mejor cubiertas por causa ajena al
reconocimiento de dividendos, serán más neutrales frente a las prácticas societarias
de «atesoramiento» o de no reparto de dividendos tan conocidas en la práctica y tan
mal disciplinas por nuestro vacilante regulador (es bien sabido que la aplicación de
nuestro art. 348 bis Ley de Sociedades de Capital sigue en suspenso).
6 Un buen examen del estado de la cuestión enBebchuk,L.A./Fried,J.M., «Executive compensation as an
agency problema», Harvard John M. Olin Center for Law, Economics, and Business , Discussion Paper
No. 421, 04/2003. Disponible en www.ssrn.com
7 En la literatura económica encontramos dos modelos explicativos acerca de los problemas que suscita
el conflicto de interés en la fijación de la remuneración de los administradores y ejecutivos. Un primer
modelo, el tradicional, entiende la retribución de los administradores como una posible estrategia de
gobierno corporativo encaminada y diseñada para alinear los intereses, en principio contrapuestos, entre
administradores y socios («the Reward strategy»). Sobre todo, en entornos en que faltan incentivos para
supervisar a aquéllos, como ocurre en las sociedades con capital disperso y con gran número de socios.
La teoría económica «estándar» sugiere que mediante ciertas fórmulas de retribución «participativa» y
similares, si están bien diseñadas, se puede trasladar parte del riesgo de los socios al administrador
obligándole a «internalizar» parte de los «costes de agencia». La retribución, en fin, constituye un
mecanismo «fuerte» para atraer, retener e incentivar a los administradores a perseguir el interés de los
socios. Vid. por ejemplo, enJensen, M./Meckling, W., «Theory of the firm: Managerial behaviour, agency
costs and ownership structure», Journal of Financial Economics 3, 1976, págs. 305 y ss.;Jensen,
M./Murphy,K, «Performance pay and top mangement incentives», Journal of Political Economy 98, 1990,
págs 225 y ss.; IDEM, «Remuneration: Where we´ve been, how we got there, what are the problems, and
how to fix them», ECGI Finance Working Paper 44 (2004) disponible en www.ecgi.org . No obstante,
recientemente se ha observado que la remuneración desempeña otro papel negativo, sobre todo cuando
su diseño no es el adecuado: lejos de conjurar el problema de la reducción de los «costes de agencia» ,
la remuneración constituye en sí una fuente no desdeñable de costes de transacción por cuanto funciona
o puede funcionar como instrumento poderoso y opaco al servicio de los administradores que se sitúan
en todo lo relativo a la fijación de su remuneración (y la de las personas vinculadas) en conflicto de
interés estructural. Por todos:Bebchuk,L/Fried, J./Walker,D., «Managerial power and rent extraction in the
design of executive compensation, University of Chicago Law Review 69, 2002, págs. 751 y
ss.;Hill,J/Yablon, Ch., «Corporate governance and executive remuneration: rediscovering managerial
positional conflict», University of New South Wales Law journal 25, 2002, págs. 294 y ss. Tras la bandera
del «No-Pay Without Performance», a partir de la publicación de un libro que ya es un clásico, sus
autores han denunciado los efectos perversos del modelo que califican de «Managerial Power Model»
que trae como consecuencia elevados costes de agencia en la fijación de retribuciones no
suficientemente vinculadas con los resultados y el compromiso del objetivo de la sostenibilidad a largo
plazo gracias a técnicas, mecanismos y argucias que permiten a los CEOs y altos ejecutivos explotar en
su favor los resquicios institucionales para extraer beneficios y saltarse mecanismos de supervisión.
Vid.Bebchuk,L/Fried,J., Pay Without Performance: The Unfulfilled Promise of Executive Compensation ,
Harvard University Press, Cambrige and London, 2004; IDEM, reevaluando su contribución al debate en:
«Pay Without Perfomance: Overwiew of the Issues», Journal of Applied Corporate Finance 4, vol. 17,
2005, págs 8 y ss. La tesis central es que los mecanismos y estrategias de gobierno corporativo
establecidos para solventar los conflictos de interés y para asegurar el modelo conocido como
«Arm´s-Length Bargaining Model» han fracasado, como ha revelado la crisis financiera. De todo ello
existe una literatura inabarcable. Para contrastar la opinión de los anteriores autores puede leerse
aBainbridge, S.M., Corporate Governance after the Financial Crisis , Oxford, 2012, Chapter 4, págs 109 y
ss.; IDEM, «Executive Compensation: Who Decides?», University of California, Los Angeles School of
Law, Law and Economics Research paper Series No. 05-3.
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9 Vid. en nuestra doctrina:Vazquez Lepinette, T., La protección de las minorías societarias frente a la
opresión , Civitas, 2007.
11 Por todos:Atanasov, V.A./Black, B.S../Ciccotello, «Law and Tunneling», Journal of Corporation Law ,
2011, Vol. 37, págs. 1-49; IDEM en ECGI Working Paper nº 178/2011;Enriques, L., «Related party
Transactions: Policy Options and Real-World Challenges (With a Critique of the European Commission
Proposal)», ECGI, Law Working Paper nº 267/2014.
12 Hasta el 31 de diciembre de 2016 ha quedado suspendida la aplicación del sistema. Vid. últimamente,
por la disposición final primera. Dos de la Ley 9/2015, de 25 de mayo, de medidas urgentes en materia
concursal
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Por si fuere poco, a menos que los estatutos rompieran o quebraran la presunción
reglamentaria del artículo 124.3 Reglamento del Registro Mercantil se presumía -¡en
un reglamento!- la igualdad retributiva entre los administradores (vid. infra) y se
discutía por la doctrina incluso si, habiendo habilitación expresa en estatutos para
una distribución desigualitaria de la remuneración entre los administradores, podía
encomendar la junta al órgano de administración la facultad de adoptar por mayoría
los correspondientes acuerdos de reparto.
2º) En cuanto a las eventuales remuneraciones percibidas por los
administradores por causas distintas del ejercicio de su función de
administradores , y aunque no debieran quedar cubiertas por el principio de la
reserva estatutaria, la posición del socio minoritario quedaba robustamente
protegida, en limitadas, por la juego de sendas reglas materiales establecidas para
conjurar los conflictos de intereses:
Por lo previsto en el artículo 220 Ley de Sociedades de Capital, tratándose de
sociedades de responsabilidad limitada, la remuneración debe estar basada en un
contrato, que rige la prestación de servicios o de obra entre la sociedad y el
administrador, cuyo conocimiento se sustrae de la competencia del órgano de
administración, porque su aprobación exige de un necesario acuerdo expreso de la
junta . El artículo 220 Ley de Sociedades de Capital iba en este punto mucho más
lejos de lo que se establecía en sede de deber de lealtad de los administradores y
situaciones de conflicto de intereses del artículo 229 Ley de Sociedades de Capital.
En estos casos, no solo debe el administrador de una sociedad limitada abstenerse
de participar en la toma de decisión, sino que todo el propio órgano de
administración queda «contaminado» por el «conflicto de interés»… y la
competencia se defiere por la Ley a la junta general . Aquí, la intervención de la
junta es de naturaleza distinta a la posible intervención potestativa de ésta por
simple injerencia del «órgano soberano» en la gestión societaria: en el supuesto del
artículo 220 Ley de Sociedades de Capital, no hay en sentido propio una injerencia
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II. Una primera evaluacion de la reforma del articulo 217 ley de sociedades de
capital. La flexibilizacion del sistema societario de determinacion de la
remuneracion de los administradores
Nuestra regulación societaria tradicional en materia de retribución de
administradores, al menos hasta la reforma efectuada en la Ley de Sociedades de
Capital por la Ley 31/2014, de 3 de diciembre , siempre ha partido de un modelo, no
precisamente habitual en Derecho comparado, en que la fijación de la remuneración
de los administradores escapa, en principio, de la competencia del órgano de
administración puesto que debía tener un (completo) respaldo o cobertura
estatutarios. Tanto la Ley de Sociedades Anónimas de 1951 (art. 74) como la Ley
de Sociedades Anónimas de 1989 (art. 130) eran contundentes a este respecto: «La
retribución de los administradores deberá ser fijada en los estatutos» . Todavía
exige el artículo 217.1 Ley de Sociedades de Capital que los estatutos «determinen
el sistema de remuneración» 14.
14 Pueden verse, entre otros trabajos, los siguientes:Alcover Garau, G., «La retribución de los
administradores de las sociedades de capital (Coordinación de su régimen jurídico mercantil, laboral,
tributario y contable», RdS , nº 5, 1995, págs. 131 y ss.;Avila De La Torre, A./Moralejo,I., «Los nuevos
sistemas de retribución», enGarcia-Cruces, J.A. (Coord.), La(s) reforma(s) de la Ley de Sociedades
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querer decir, que no resultaba exigible una determinación estatutaria del quantum
de la remuneración individual.
Esta flexibilización legal del principio de reserva estatutaria, en la fase anterior a
la reforma, solamente opera ba, al decir de la Ley, «cuando la retribución no tenga
como base una participación en beneficios» . En este último supuesto, cuando se
pactara precisamente en estatutos una participación en beneficios, llegaba a
exigirse por parte de la doctrina de la Dirección General de Registros y del
Notariado que se determinara concretamente en aquéllos el exacto importe de la
cuantía o tipo exacto de participación lo que excusaba, haciéndolo innecesario, el
acuerdo ulterior de junta (vid. el derogado art. 218 Ley de Sociedades de Capital,
Remuneración mediante participación en beneficios)21. En cambio, un tanto
incoherentemente, tratándose de la «remuneración vinculada a las acciones de la
sociedad», posibilidad introducida por la Ley 55/1999, alguna flexibilización era aquí
posible: aunque también se exigía expresa cobertura estatutaria, la aplicación se
entregaba a un acuerdo de la junta general (cfr. ahora, el art. 219 Ley de
Sociedades de Capital)22.
21 La Ley de Sociedades Anónimas de 1951 se refería de forma muy escueta a la retribución de los
administradores en su artículo 74 estableciendo al efecto una regla general (primer inciso: «La retribución
de los administradores habrá de ser fijada en los Estatutos» ) y una regla particular (en el segundo inciso,
relativo al supuesto en que la ésta consistiera en una participación en las ganancias, exigiendo al efecto
la necesaria atribución previa de un dividendo a los accionistas). Tal como se interpretó en su momento,
la previsión legal suponía que los Estatutos debían reglamentar exhaustivamente todos los aspectos de
la retribución de los Administradores. En este sentido, cabe citar la R. de 29 de noviembre de 1956 en
que el Centro Directivo afirma que cuando la retribución consistiera en una participación en las
ganancias, «…el tanto por ciento en que se cifra debe constar en los Estatutos con toda certeza y ser
también claramente determinable su base…» . En la R. de 26 de abril de 1989 se rechaza la inscripción
de una cláusula estatutaria con arreglo a la cual la retribución consistiría en una «cantidad mensual fija
determinada por la Junta General» y en un «porcentaje de los beneficios» (no especificado). En ambos
casos la Dirección General insiste en que «…la inseguridad de la fijación…podría redundar en perjuicio
de los Administradores –que podrían ver reducidos sus emolumentos…por voluntad de la Junta y sin
necesidad de una reforma previa de los estatutos- como de los propios accionistas, en especial los
minoritarios…» .La Ley 2/1995, de 23 de marzo, de sociedades de responsabilidad limitada exigía, ahora,
la necesaria determinación en los Estatutos del «sistema de retribución» (artículo 66.1). En el caso de
que la retribución consistiera en una participación en los beneficios (artículo 66.2), los estatutos debían
determinarla «concretamente» sin que en ningún caso pudiera ser superior al diez por ciento de los
beneficios repartibles entre los socios. En línea con estas previsiones legales, la DGRN reiteró la vieja
doctrina de las Resoluciones de 1956 y 1989 relativa a la necesidad de fijar concretamente en los
Estatutos el porcentaje de participación en los beneficios (RR. de 11 de diciembre de 1995 y 19 de
febrero de 1998; anteriormente ya había apuntado este criterio la R. de 20 de febrero de 1991), incluso
para la sociedad anónima (R. de 6 de mayo de 1997) a la que –obviamente- no resultaba de aplicación el
artículo 66 Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada
22 La Ley 55/1999, de 29 de diciembre, de Medidas fiscales, administrativas y del orden social añadió un
párrafo segundo al artículo 130 Texto Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas relativo a «la
retribución consistente en entrega de acciones o derechos de opción sobre las mismas o que esté
referenciada al valor de las acciones» . Se establece que este concreto sistema «deberá preverse
expresamente en los Estatutos» , si bien «su aplicación requerirá de un acuerdo de la Junta General de
accionistas» . Al igual que en el supuesto del artículo 66.3 de la Ley de Sociedades de Responsabilidad
Limitada de 1995 los estatutos pasan a tener una mera función habilitante: no puede haber
«stock-options» sin «expresa» previsión estatutaria, pero todos los extremos del sistema de retribución
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Por otro lado, en fin, esta flexibilización legal del sistema de determinación
estatutario de la remuneración no toleraba, a menos que existiera un pacto
estatutario expreso en ese sentido, una discriminación en el trato dispensado a los
administradores en función de los servicios prestados. Precisamente, en el Derecho
derogado, existía la presunción (reglamentaria) de igualdad retributiva: en el
régimen anterior a la Ley 31/2014 resultaba necesaria una expresa previsión
habilitante en estatutos para que pudiera atribuirse una retribución diferenciada a
cada uno de los administradores . En principio, el consejo carecía de competencias
para resolver acerca de la «distribución de la remuneración», como ahora se nos
dice en el artículo 217.3 inciso final Ley de Sociedades de Capital. En puridad, a
salvo la adecuada previsión estatutaria, ni siquiera la junta tenía la posibilidad de
distribuir desigualmente la remuneración entre los consejeros.
Bajo el régimen derogado, en sendos preceptos del Reglamento del Registro
Mercantil, se establecía un sistema carente de toda lógica racional según el cual, en
caso de pluralidad de administradores, existía una presunción reglamentaria de
retribución igual para todos ellos: cfr. artículos 124.3 in fine Reglamento del Registro
Mercantil para anónimas y art. 185.4 &2 Reglamento del Registro Mercantil para
limitadas. Para destruir esta presunción, se exigía por el Reglamento del Registro
Mercantil una previsión estatutaria expresa en contra. Así las cosas, a falta de
habilitación estatutaria de una remuneración diferente, los administradores estaban
privados de toda facultad de reparto en atención «a las funciones y
responsabilidades» asignadas a cada uno de ellos como ahora se dice en el inciso
final del artículo 217.3 in fine Ley de Sociedades de Capital. Dicho de otra manera:
no se les reconocía la facultad de distribuir entre ellos la remuneración fijada (con
carácter global, se entiende) por la junta con carácter anual y que ahora sí se les
reconoce en el artículo 217.3 Ley de Sociedades de Capital. Esta presunción
reglamentaria era de muy dudosa legalidad y fue muy criticada por la doctrina
porque hacía, por ejemplo, imposible retribuir adecuadamente –y de conformidad
con las reglas contenidas en los códigos de buenas prácticas de cotizadas- a los
administradores que tenían encomendadas tareas distintas y muy en particular, a
los vocales de los consejos de cotizadas por sus distintas funciones y pertenencia a
comisiones. Ante esto, un cierto sector doctrinal llegó a defender que la presunción
de retribución igual, en el caso de consejo, solo era aplicable a la remuneración de
los consejeros que realizaban funciones iguales o «aproximadamente iguales» (la
función «deliberativa» o de «supervisión» del consejo) pero que no resultaba
aplicable a los problemas de diferente remuneración de los consejeros ejecutivos
por sus específicas funciones diferenciadas de la de los «simples» consejeros con
función de «supervisión» o «no-ejecutiva».
Así las cosas, la nueva regulación introducida en la reforma de la Ley 31/2014
corrige en esta materia los defectos principales advertidos por la aplicación del viejo
sistema e introduce dosis de flexibilización del régimen societario en la fijación en
estatutos del sistema de remuneración de los administradores 23:
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23 Vid.De Alarcon Elorrieta, Mª.L., «Otra vuelta de tuerca a la retribución de los consejeros por funciones
ejecutivas en sociedades no cotizadas», La Ley Mercantil , nº 14, mayo de 2015;Sanchez Rus, H. «Las
cláusulas estatutarias relativas a la retribución de los administradores en las sociedades de capital», La
Ley Mercantil , nº 14, mayo de 2015.
1º) Con la lógica del nuevo sistema, y habida cuenta que se encomienda a los
administradores la competencia de distribución del montante global de
remuneración anual entre los distintos administradores ex artículo 217.3 Ley de
Sociedades de Capital y sin restricciones, no existen argumentos para prohibir la
fijación en estatutos de un «sistema» que consista en la previsión de la posible
remuneración por el empleo de varios «conceptos» de aplicación no solo cumulativa
sino, también, alternativa… por decisión del órgano de administración en tal acuerdo
de distribución. Por lo demás, la Ley da a entender que no existe un numerus
clausus de sistemas retributivos, aunque se contenga una enumeración «canónica»
de sistemas típicos, «entre otros», en su artículo 217.2 Ley de Sociedades de
Capital.
2º) Promulgada la Ley 31/2014, se aplica idéntico régimen legal en materia de
reserva estatutaria en lo que hace a la fijación del sistema de remuneración de los
administradores, con carácter general a todas las sociedades de capital: tanto
anónimas como a limitadas . El artículo 217.2 Ley de Sociedades de Capital vale
para todo tipo de sociedades de capital incluidas las cotizadas, anónimas y
limitadas.
Con todo, como veremos más adelante, tratándose de cotizadas, se superpone a
ese régimen común un juego importantísimo de especialidades de las que resulta
una diversidad sustancial del régimen particular de las cotizadas respecto del
«común» . Hasta tal punto esto es así, que el acuerdo de junta de no cotizadas de
fijación del «importe máximo de la remuneración anual en conjunto» ex artículo
217.3 Ley de Sociedades de Capital es sustancialmente diferente del acuerdo de
junta de cotizadas de aprobación de la política de retribuciones. Como veremos más
adelante, no existe evidencia que haga pensar que en las sociedades cerradas los
conflictos de interés sean menos profundos o menos relevantes a la hora de fijar
remuneraciones.
3º) La previsión estatutaria que se exige para cumplir con el requisito de la
determinación en estatutos del sistema de remuneración ya no es necesario que
sea completa o exhaustivamente descriptiva de la remuneración individual.
El acuerdo de junta ex artículo 217.3 Ley de Sociedades de Capital «concreta» o
«completa» la previsión estatutaria y viene referido al «importe máximo de la
remuneración anual de los administradores en condición de tales» … con sujeción
al sistema de remuneración previsto en estatutos. Dicho acuerdo de junta se
adoptará con los quórums y mayorías ordinarios: cfr. artículos 193 y 201.1 Ley de
Sociedades de Capital para las anónimas; artículo 198 Ley de Sociedades de
Capital para las limitadas. Obviamente, nada impide que las partes convengan una
regulación estatutaria tan minuciosa y hasta tan completa o exhaustiva como tengan
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por conveniente con lo que ello entraña de «congelación del rango» (e.d.: necesidad
de modificación de estatutos para el cambio del sistema de remuneración: cfr.
Resolución de la Dirección General de Registros y del Notariado 19 febrero 2015).
De manera congruente con lo previsto en el artículo 217 Ley de Sociedades de
Capital, se flexibiliza el régimen del artículo 218.2 Ley de Sociedades de Capital en
lo que hace a la remuneración por el «concepto» de participación en beneficios
(tanto en anónimas como en limitadas los estatutos pueden contentarse con la
fijación del porcentaje máximo; la junta determina el porcentaje concreto dentro del
máximo estatutario) y, en menor medida, en lo referente a la remuneración
vinculada a las acciones de la sociedad del artículo 219 Ley de Sociedades de
Capital (en cuanto al contenido del acuerdo de junta de aplicación del sistema).
Restan ciertas dudas, desde luego, acerca de cuál es el grado mínimo de detalle
legal exigible para que la cláusula estatutaria sea inscribible en el Registro Mercantil
en atención a cada uno de los «conceptos» que componen o articulan el «sistema
estatutario de remuneración».
No se plantean especiales problemas en relación con el concepto «asignación
fija» y «dietas de asistencia» –apartados a) y b) del artículo 217.6.2 Ley de
Sociedades de Capital - pues bastará con que los estatutos contengan estas
menciones sin necesidad de un mayor detalle, aunque éste siempre es posible.
En cuanto a la eventual participación en beneficios de los administradores
–concepto c) del artículo 217.2 Ley de Sociedades de Capital- deberá estarse a lo
previsto en el artículo 218 Ley de Sociedades de Capital: los estatutos deberán
precisar, al menos, el porcentaje máximo de la misma dentro de los límites legales.
De manera similar, entiendo que si se contempla en estatutos el concepto
consistente en «retribución variable con indicadores o parámetros generales de
referencia» –apartado d) del artículo 217.2 Ley de Sociedades de Capital – habrá
que establecer estatutariamente algún criterio orientativo mínimo de cuáles son los
indicadores aplicables aunque no sea necesario establecer el porcentaje o fórmula
exacta de su cálculo pues los estatutos pueden limitarse a fijar un techo máximo
como ocurre con el sistema de participación en beneficios.
El artículo 219.1 Ley de Sociedades de Capital deja muy claro que es necesaria la
existencia de una previsión expresa en estatutos para que la remuneración de los
administradores, al menos en parte, esté vinculada a las acciones de la sociedad .
No se exige mayor detalle estatutario: la aplicación requiere de un acuerdo de junta
con el contenido previsto en el artículo 219.2 Ley de Sociedades de Capital.
Obsérvese que, aunque estamos ante mecanismos prototípicos de remuneración de
consejeros ejecutivos, la Ley se cuida de precisar que no basta el acuerdo del
consejo de aprobación del correspondiente contrato ex artículo 249 Ley de
Sociedades de Capital sino que se exige previsión estatutaria y acuerdo de junta de
aplicación del sistema con el contenido mínimo precisado por la Ley .
En cuanto a las posibles indemnizaciones por cese (cuando eran abusivas, las
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25 Vid.Fried, J.M./Shilon,N., «Excess-Pay Clawbacks», Journal of Corporation Law , 2011, Vol. 36, págs.
722 y ss.
Tampoco creo que sea exigible de los estatutos el detalle de los «sistemas de
ahorro o previsión» ex artículo 217.2 g) Ley de Sociedades de Capital. Como antes,
lo habitual será que tales remuneraciones estén previstas, previamente a su
devengo, en el contrato de los consejeros ejecutivos y para el pago del desempeño
de tales funciones como se contempla expresamente en el artículo 249.4 de la Ley
de Sociedades de Capital. Nada impide, no obstante, que, habiendo previsión
estatutaria habilitante, se paguen remuneraciones por decisión del órgano de
administración con respeto a lo previsto en estatutos y el acuerdo de junta. La
decisión del consejo en cuya virtud se concreta la fijación de este mecanismo
retributivo se entiende que es un «acuerdo de distribución de la retribución» ex
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30 Examinan la lógica económica financiera de la aplicación del modelo más famoso de voto consultivo
sobre la política de remuneraciones (el establecido en 2010 por la Dodd-Frank Wall Street Reform and
Consumer Protection Act),Cuñat, V./Giné, M./Guadalupe, M., «Say Pays! Shareholder Voice and Firm
Performance», ECGI Working Paper Series in Finance Nº. 373/2013, July 2013.
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importe anual global sino regular las materia con la intensidad y contenido que
tenga por conveniente) o/y por una cláusula estatutaria que contenga un mayor
detalle que el exigido por la Ley (los estatutos pueden llegar a fijar la retribución
individual de cada consejero lo que haría innecesario reunir la junta general como
no sea para modificar los estatutos y lo que excluye la intervención del órgano de
administración en el proceso de fijación de la remuneración: cfr. Resolución de la
Dirección General de Registros y del Notariado de 19 febrero 2015).
2º) En cuanto al ámbito subjetivo de aplicación de la norma, es decir: las
sociedades obligada; nuestro sistema jurídico discrimina en materia de reglas de
remuneración de los administradores no entre anónimas y limitadas sino entre
sociedades cotizadas («abiertas») y sociedades no cotizadas («cerradas») . En
Derecho comparado, lo usual es que se estudien los mecanismos y reformas
tocantes al «Say on Pay» solamente en sede de cotizadas.
En Derecho comparado, los sistemas de «Say on Pay» vienen referidos
preferente o exclusivamente a sociedades abiertas o cotizadas y en nuestro caso,
como veremos con más detalle, la regulación de lo previsto en todo el artículo 217
Ley de Sociedades de Capital se extiende a todo tipo de sociedades de capital,
incluidas las sociedades cerradas. En la práctica, el mecanismo de Say on Pay de
cotizadas es sustancialmente diferente del de no cotizadas porque aquél se
instrumenta a través de un mecanismo mucho más sofisticado: el voto imperativo
por la junta de la «política de remuneraciones de los consejeros» con periodicidad al
menos trianual (art. 529 septdecies Ley de Sociedades de Capital y 529 novodecies
Ley de Sociedades de Capital ) y el voto consultivo del informe anual de
remuneraciones de consejeros (art. 541 Ley de Sociedades de Capital). El acuerdo
referido, para todas las sociedades de capital, al «importe máximo de la
remuneración anual del conjunto de los administradores» ex artículo 217. 3 Ley de
Sociedades de Capital es, en cotizadas, una parte del contenido de la política de
remuneraciones (cfr. art. 529 septdecies.1 mismo texto legal).
3º) En cuanto al ámbito objetivo del acuerdo de junta –el «concepto» o conceptos
remunerativos acerca de los que deben pronunciarse los socios-; el Derecho
comparado se preocupa muy especialmente por la trasparencia («disclosure») y el
control de la remuneración de los consejeros ejecutivos (y la de altos directivos;
«monitoring»). Nuestro Derecho de sociedades, en cambio, presenta en este punto
una regulación prima facie deficiente por cuanto parece consentir la opacidad de la
remuneración de funciones ejecutivas . Este punto será examinado con más detalle
en el apartado siguiente.
En cuanto a los perceptores de remuneración afectados por el control de los
socios, en Derecho comparado, toda la filosofía del «Say on Pay» pasa por la
disciplina de los consejeros ejecutivos (y personal de alta dirección). Ese es el
objetivo buscado de propósito. Por el contrario, en nuestro Derecho, la «retribución
por el desempeño de funciones ejecutivas» tiene su fuente directa o inmediata en
un contrato aprobado por sí por el consejo de administración ex artículo 249.3 y
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perjuicio del interés social . El control del abuso se sustancia, básicamente, ex post
(impugnación judicial; sanción penal en su caso).
La tutela de la intervención de los socios en esta cuestión funciona en cotizadas
de manera muy distinta que en las no cotizadas. A estos aspecto de refería, muy
oportunamente, la Dirección General de Registros y del Notariado en su atinada
Resolución de 3 de abril de 2013. Merece la pena reproducir las razones aducidas
para esa diferenciación tipológica. Nos dice así el Fundamento de Derecho Cuarto:
«Ciertamente no puede dejar de observarse que tratándose de sociedades
cotizadas la cuestión sobre la posible retribución extra-estatutaria de las tareas
ejecutivas (susceptibles de un mejor deslinde de la función de estricta
gestión/supervisión o “pura y simplemente” administrativa) a realizar por consejeros
“ejecutivos” y consejeros delegados presenta perfiles muy particulares hasta el
punto que algunos textos legales parecen presumir la compatibilidad entre relación
societaria y contrato de alta dirección: vide recientemente artículo 5 del Real
Decreto-ley 2/2012 en que se limita la retribución “por todos lo conceptos” de las
entidades financieras sujetas a saneamiento. Con todo, esa singularidad se explica
por una serie de normas y estándares para-normativos particulares de las
sociedades cotizadas (incluyendo aquí los códigos de buen gobierno de asunción
voluntaria pero estimulada por el legislador) en cuyo andamiaje normativo se
sustenta una tutela especial de la “soberanía de la junta” y la mejorada prevención
de los conflictos de intereses. Esa singular disciplina pasa, entre otros mecanismos,
por la necesaria autorización por la junta de los sistemas retributivos vinculados o
referenciados a las acciones (“stock options” y similares); la nítida y pública
distinción entre consejeros ejecutivos y no-ejecutivos; la exigible presencia de
independientes en el comité de nombramientos y retribuciones; la obligatoriedad de
formular y de publicar un informe anual de gobierno corporativo y un informe anual
sobre remuneraciones de consejeros (artículos 61 bis y 61 ter LMV; Orden
ECC/461/2013, de 20 de marzo) y hasta la obligación de someter el informe de
retribuciones a votación obligatoria en junta ordinaria con carácter consultivo y como
punto separado dentro del orden del día (artículo 61 ter.2 LMV; artículo 12.2 Orden
ECC/461/2013, de 20 de marzo) . La problemática, por fuerza, ha de ser muy
diferente en relación con las sociedades de responsabilidad limitada» .
La intervención de los «consejeros independientes» (cuyos requisitos se fijan
ahora en norma imperativa en el extenso artículo 529 duodecies Ley de Sociedades
de Capital) funciona en cotizadas como un mecanismo de protección del socio
(«Trusteeship Strategy»). Todo lo previsto en la Ley -y en los códigos de buen
gobierno- en lo que hace al diseño del estatuto de aquéllos (requisitos,
incompatibilidades, sistema específico de remuneración, responsabilidad,
incentivos…) y la necesaria intervención de la comisión de nombramientos y
retribuciones que debe constituirse en todas las cotizadas, trufada de
independientes, en el informe y elevación al consejo de la propuesta de la política
de retribuciones (cfr. art. 529 quindecies ) redunda en la tutela de los socios. Amén
de ello, todo lo previsto en la Ley en cuanto al contenido mínimo de la política de
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cuando la mayoría de los consejeros «no afectados» responden, como suele ser
habitual, a las instrucciones del socio mayoritario.
Así pues, no funcionando aquí el mecanismo de control preventivo o ex ante , la
retribución manifiestamente exorbitante de los administradores habrá de ser
controlada ex post . Por tal motivo, nos parece oportuno el establecimiento en la
Ley, en la cláusula de cierre del artículo 217.4 Ley de Sociedades de Capital, de
ciertos cánones legales de «razonabilidad» a los que debe ajustarse el acuerdo
sobre la remuneración de los administradores y de suerte que, por violación de lo
allí previsto, puedan impugnarse, por contrarios a la Ley, los correspondientes
acuerdos sociales, de junta y de consejo ex arts. 204 y ss. y 251 Ley de Sociedades
de Capital. Efectivamente: «La remuneración de los administradores deberá en todo
caso guardar una proporción razonable con la importancia de la sociedad, la
situación económica que tuviera en cada momento y los estándares de mercado de
empresas comparables. El sistema de remuneración establecido deberá estar
orientado a promover la rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo de la sociedad e
incorporar las cautelas necesarias para evitar la asunción excesiva de riesgos y la
recompensa de resultados desfavorables» .
Empecemos por señalar que la norma que acabamos de citar no entraña un
cambio verdaderamente revolucionario en la regulación jurídica de la materia puesto
que, bajo el régimen derogado, los acuerdos sociales de fijación de una retribución
exorbitante en favor de todos o de ciertos administradores podían ser impugnados
por lesivos del interés social e, incluso, por ser constitutivos de abuso de Derecho
por aplicación de la doctrina civil común (art. 7 C.C). Alguna sentencia del TS había
abordado la cuestión y considerado nulo el correspondiente acuerdo social. Así, por
ejemplo, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 1 de julio de 1963 se indicó que
«la jurisprudencia de esta Sala viene cortando los excesos que reiteradamente se
vienen cometiendo por los socios mayoritarios, que abusando de su fuerza
numérica y de capital absorben los puestos directivos y de administración para
asignarse pingües emolumentos…» . En la Sentencia del Tribunal Supremo de 17
de mayo de 1979, por ejemplo, la junta había acordado exclusivamente a favor del
presidente del consejo, la fijación de una remuneración fija (en ejecución del
sistema previsto en estatutos) por una cuantía extravagante en relación con los
magros beneficios sociales. Aunque no existiere el último párrafo del artículo 217
Ley de Sociedades de Capital, la fijación abusiva de la remuneración hubiera podido
impugnarse cuando se acreditase que la decisión se impone «de forma abusiva»:
sin responder a una «necesidad razonable de la sociedad», en beneficio del socio
mayoritario y en «detrimento injustificado de los demás socios» y en aplicación de lo
que se establece en el artículo 204.1 Ley de Sociedades de Capital en la nueva
redacción.
En definitiva, lo que añade el artículo 217.4 de la Ley de Sociedades de Capital
son criterios orientativos que permiten al juez ponderar o aquilatar la
«razonabilidad» del acuerdo y el presunto abuso de la posición del socio de control
o mayoritario. El problema es que, inevitablemente, se utilizan en la norma
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adoptados sin cobertura estatutaria y sin que para ello deba respetarse el techo
fijado por la junta general, la consecuente falta de trasparencia puede llevar consigo
que, previsiblemente sorprendidos cuando se enteren de su cuantía exorbitante, los
socios minoritarios reaccionen a destiempo: el plazo de impugnación de los
acuerdos de consejo por los socios que representen al menos el uno por ciento del
capital es de treinta días desde su conocimiento … y siempre que no hubiere
trascurrido un año desde su adopción (nuevo art. 251.1 Ley Sociedades de Capital).
La incorporación como anejo al acta de la sesión del contrato aprobado no supone
ninguna publicidad.
Además de afirmar la necesidad de asegurar que la tutela del derecho
constitucional a la libertad de empresa debe ser compatible con la correcta
aplicación de la norma contenida en el artículo 217.4 Ley de Sociedades de Capital
por el juez (el juez solo debería poder intervenir en casos extravagantemente
abusivos aunque para ello quizás debiera bastar la tutela penal); es necesario
constatar que el diseño legal de la cuestión en el artículo 217.4 Ley de Sociedades
de Capital presenta en su aplicación concreta todos los problemas de ineficiencia
económica, desde siempre advertidos por los analistas, que conlleva la intervención
judicial en semejantes casos . Problemas que sí han sido tenidos en consideración
por el legislador de la reforma para formular en nuestro Derecho positivo la novísima
regla de «Protección de la discrecionalidad empresarial» en el artículo 226 Ley de
Sociedades de Capital (el «Business Judgement Rule» a la española) para exonerar
de responsabilidad a los administradores «en el ámbito de decisiones estratégicas y
de negocio, sujetas a la discrecionalidad» . En cambio, no se hace extensiva la
aplicación de la regla de la discrecionalidad a los casos de fijación de la
remuneración de los administradores cuando, como es harto conocido, existe una
no demasiado controvertida aplicación de tal principio por los tribunales de los
distintos estados en EEUU y en relación con las demandas sobre presunta
retribución exorbitante de consejeros y directivos de compañías. Como se ha
señalado, el contraste entre lo resuelto por los tribunales en Delaware en el famoso
caso Disney 32y lo decidido en Alemania a propósito del caso Mennesmann reflejan
la enorme distancia entre uno y otro ordenamiento33.
32 Vid. por ejemplo enGold, «A Decision Theory Approach to the Business Judgement Rule: Reflections
on Disney, Good Faith, and Judicial Uncertainty», Maryland Law Review 66, 2007, págs. 398 y
ss;Telman, «The Business Judgement Rule, Disclosure and Executive Compensation», TuLey de
Sociedades Anónimas Law Review 81, 2007, págs. 839 y ss.;Bainbridge, «The Business Judgemente
Rule as Abstention Doctrine», Vand. Law Review 57, 2004, págs. 83 y ss.
Con la nueva regulación material del artículo 217.4 Ley de Sociedades de Capital,
en caso de que se haya interpuesto la correspondiente demanda, se coloca al
tribunal que conoce del asunto en la poco envidiable posición de aquilatar si es
«razonable» una típica decisión de negocios … y sin que exista aquí, para proteger
la discrecionalidad del órgano social y establecer un ámbito de exclusión de la
intervención judicial, una específica regla de «Business Judgement rule» . Los
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IV. El problema de encaje del artículo 217.3 ley de sociedades de capital con
el artículo 249 del mismo texto legal. El importe anual de las remuneraciones
debe englobar el importe de las anualmente devengadas por los contratos con
los ejecutivos
Nos dice la Ley que la junta convocada al efecto debe pronunciarse ex artículo
217.3 Ley de Sociedades de Capital sobre «el importe máximo de la remuneración
anual del conjunto de los administradores en su condición de tales (…/…)» .
Cuestión nada sencilla, entonces, se nos antoja determinar qué es lo que el
legislador quiso realmente decir con esa tramposa locución de «en condición de
tales» . Para fijar el alcance de la reserva estatutaria el legislador emplea el mismo
modismo: el artículo 217.2 Ley de Sociedades de Capital exige de los estatutos que
determinen el concepto o conceptos retributivos «a percibir por los administradores
en su condición de tales (…/…)» .
En cuanto a las posibles remuneraciones a percibir por los administradores, el
esquema de referencia en la legislación anterior, en la interpretación mayoritaria y
sin duda de la doctrina de la Dirección General de Registros y del Notariado, era
«dualista»: todo lo que retribuía el ejercicio de función de administración debería
tener cobertura estatutaria suficiente, pero también podían remunerarse servicios
eventualmente prestados por los administradores a la sociedad, sin cobertura
estatutaria, por causas ajenas al ejercicio de la función de administración y
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«huida del Derecho laboral» y que consistió en sustituir el vínculo adicional del contrato de alta dirección
por un contrato de servicios «civil» o «mercantil» bajo las fórmulas tradicionales de arrendamiento de
servicios, mandato etc. Pues bien, tampoco la jurisdicción civil ha sido desde entonces favorable a la
compatibilidad de los dos vínculos porque en la jurisprudencia del Supremo, con algunas vacilaciones
iniciales, no tardaría en consolidarse la propia versión de la doctrina del vínculo. El argumento es siempre
el mismo: siendo imposible una delimitación o deslinde entre los cometidos de «administrador» y del
«ejecutivo», la relación societaria elimina o «absorbe» la relación contractual, es decir, el cargo de
administrador o consejero comprende por sí mismo también las funciones propias de la gerencia de la
empresa sólo que ahora la argumentación no se basa en el artículo 1.3 c) del Estatutos de los
Trabajadores sino en la regulación societaria (derogados artículos 9 h) y 130 de la Ley de Sociedades
Anónimas de 1989 y artículo 66 de la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada de 1995; actuales
artículos 23 e) y 217 y siguientes de la Ley de Sociedades de Capital) que no puede ser vaciada de
contenido y fuerza imperativa so pretexto de un contrato superpuesto que pretende legitimar
retribuciones sin justificación estatutaria. Es paradigmática la Sentencia del Tribunal Supremo, ahora de
la Sala Civil, en el famoso «Caso Huarte 2» (Sentencia del Tribunal Supremo 1a de 30 de diciembre de
1992) que trató de la nulidad de una indemnización por cese del consejero pero carente de previsión
estatutaria. Admitir la compatibilidad, se ha dicho, «significaría tolerar la burla del mandato contenido en
el artículo 130 de la Ley de Sociedades Anónimas mediante el rodeo propio del fraus legis». Así las
Sentencias del Tribunal Supremo de 21 de abril de 2005, 12 de enero de 2007, 29 de marzo de 2007, 24
de abril de 2007, 31 de octubre de 2007, 29 de mayo de 2008 y otras. La última Sentencia del Tribunal
Supremo de 19 de diciembre de 2012 considera aquélla como doctrina jurisprudencial consolidada y de
suerte que es necesario un «tratamiento unitario de todos los componentes que integran la retribución de
los administradores» (como por otra parte se revela en materia contable en el artículo 200, novena de la
Ley de Sociedades Anónimas y ahora en el artículo 260, novena de la Ley de Sociedades de Capital) y
sería nula la superposición de vínculo societario y extrasocietario como no sea para retribuir cometidos
que sobrepasan o exceden de los propios del ejercicio de la función.
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