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FÁLICO
ANAL ESCÓPICO
ORAL INVOCANTE
El estadio central es el fálico y a partir de él tenemos que entender los otros cuatro. Es el
eje, el condicionante que rige a los otros. El falo es el intercambiador que hace posible
la circulación, el objeto que marca la pauta en tanto objeto faltante: el falo ausente (- ).
El falo falta en la niña pero también en el niño. De cara al falo, el pene es tan
insuficiente como lo es el clítoris.
Vamos a desarrollar este gráfico. En cada uno de estos estadios la pulsión hace un
recorrido circular, que partiendo de una zona corporal alrededor de un orificio,
contornea un objeto desprendible, y, retornando sobre si misma, genera una dialéctica
de separación entre el sujeto/deseo naciente y el Otro.
Forzando un poco el esquema podemos referirnos al sujeto oral, al sujeto anal; o al
deseo oral, al deseo anal. Cada una de estas etapas es una estructuración diferente, se
constituye como estructura diferencial.
Decimos que el sujeto emerge de su separación al Otro, y de esa separación cae un resto
que llamamos “objeto a”. El sujeto va emergiendo en cada una de estas confrontaciones
con el Otro. El Otro primordial originario es la madre, pero si hablamos del Otro como
lugar, es el lugar de donde le viene el deseo.
El deseo se va estructurando en cada uno de estos niveles pero termina de estructurarse
en el último, en el nivel de la voz significante.
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Cada vez que hablamos del deseo del Otro no limiten su significación al Otro primordial
materno, no lo remitan a una persona sino a un lugar, al lugar de la causa inconsciente, y
como tal insatisfecha. El Otro es lo inconsciente como ese espacio, esa otra escena
donde se teje el destino del sujeto, en función de significantes que se reiteran
Vamos a ver ahora un caso que trabaja Freud en sus “Estudios sobre la histeria”.
Es una joven que consulta porque tiene una opresión en la garganta que le impide
cantar. Entonces vamos a ver como trabaja la pulsión en relación al objeto voz.
Recordemos que cada uno de los objetos de la pulsión son elegidos en tanto son objetos
caídos, objetos susceptibles de falta: el pezón en tanto pezón del destete, el excremento
en tanto demandado por el otro, la mirada en tanto incompleta, en escotoma, y la voz en
tanto voz sin respuesta, en menos.
Siguiendo con Rosalía, cuenta que fue huérfana de niña, recogida por unos tíos, una
pareja con peleas constantes. El tío era un personaje que perseguía con acoso sexual a
las criadas; la tía era una mujer cargada de hijos sometida a su marido. Esta tía muere al
poco tiempo y Rosalía se hace cargo de la crianza de los niños.
En todo este tiempo Rosalía ha tenido que soportar los improperios de su tío,
reprimiendo con gran esfuerzo su impulso de contestarle; ha ido silenciando su voz.
Cada vez que había una escena de violencia con el tío en la que ella tenía que
reprimirse, experimentaba una opresión en la garganta, una afonía.
Rosalía estudiaba canto y como esta situación en que vivía de violencia, represión y
consiguiente afonía, le impedía cantar, decide irse de la casa del tío.
Ahí es donde aparece en Viena e inicia el tratamiento con Freud. En Viena se va a vivir
con otros tíos. Pero la pobre no va a tener suerte, porque al nuevo tío le gustará tanto la
voz de Rosalía que está se ganará los celos y la enemistad de su tía.
La sobrina no se atreve cantar en su presencia y espera a que la tía se ausente para
cantar ante el agradecido tío.
A esta altura abandona el tratamiento. Pero un tiempo después reaparece alarmada
porque el día anterior le ha surgido un desagradable hormigueo en la punta de los dedos
que la obliga a hacer unos rápidos movimientos.
Freud diagnostica un pequeño ataque histérico y retoma el tratamiento hipnótico de
resultas del cual Rosalía relata una serie de escenas infantiles que tienen como
denominador común el de haber sufrido una injusticia sin protestar ni defenderse.
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Después aparece una escena de la adolescencia en la que está dándole unos masajes en
la espalda a su primer tío, el que imprevistamente se da vuelta debajo de su toalla
atrayéndola hacia sí.
Freud explica el hormigueo en la punta de los dedos por el impulso experimentado y
reprimido en aquella ocasión de castigar a su tío.
Y por último relata la escena de la tarde anterior que desencadenó la reaparición de este
síntoma: creyendo que su mujer se había ausentado el tío le pide a Rosalía que cante. Y
estando en ello reaparece la tía. Rosalía cerró precipitadamente la tapa del piano y alejó
el libro de música.
Aquí encuentra Freud la relación con las escenas anteriores en las que es tratada
injustamente, en las que se sospecha de ella.
Ella es un alma bella incapaz de reconocer su participación por activa o por pasiva en
estas escenas de seducción por un adulto.
En este caso vemos entonces aparecer la voz en menos como síntoma neurótico. Es el
sujeto voz el que está en la categoría deseable: es ella como voz la que es deseada.
Allí es donde cae la represión y se constituye el síntoma.