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1- Ireneo de Lyon

Quasten:
Aunque su contemporáneo Teófilo de Antioquía había empleado ya la palabra Tpiás, Ireneo no se
sirve de ella para definir al Dios uno en tres personas. En su lucha contra los gnósticos, prefiere
insistir en otro aspecto de la divinidad: la identidad del único Dios verdadero con el Creador del
mundo, con el Dios del Antiguo Testamento y con el Padre del Logos. Ireneo no discute las rela-
ciones de las tres personas en Dios, pero está convencido de que la historia de la humanidad
prueba claramente la existencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Existieron antes de la
creación del ser humano, porque las palabras “Hagamos al hombre a imagen y semejanza
nuestra,” el Padre las dirige al Hijo y al Espíritu Santo, a quienes San Ireneo llama alegóricamente
las ma-nos de Dios (Adv. haer. 5,1,3; 5,5,1; 5,28,1). Ireneo explica una y otra vez que el Espíritu
Santo, al servicio del Logos, llena a los profetas con el carisma de la inspiración y que las órdenes
para todo esto las da el Padre. De esta manera, toda la obra de la salvación en el Antiguo
Testamento es una instrucción excelente sobre las tres personas en un solo Dios.

Mateo Seco: San Ireneo y la estructura trinitaria de la salvación


San Ireneo y la estructura trinitaria de la salvación

San Ireneo de Lyon, es el teólogo más importante de su siglo. Nacido entre los años 140 y 160 en
Esmirna, llegó a conocer a San Policarpo. En el año 177 es ya presbítero, no en Asia Menor, sino en
las Galias, en Lyon. Tras el martirio de Fotino, Obispo de Lyon, Ireneo fue designado sucesor suyo.
Murió a comienzos del s. III. Ireneo no es un apologista, pero sí tuvo que oponerse a la teodicea de
los gnósticos. Su lucha contra los gnósticos, sus famosos libros Contra las herejías, hacen que se le
presente como un gran controversista. Los gnósticos, fundamentalmente, conciben a Dios como
un ser supremo que se ha ido degradando en eones que han ido emanando de un eón supremo.
Hay corrientes gnósticas que piensan que en Dios existen dos principios, el bueno y el malo. Los
gnósticos desconocen el concepto de creación de la nada, piensan que el mundo procede de Dios
por emanación, y estiman que la materia es mala .

Por esta razón, Ireneo sobre Dios destaca ante todo la unidad absoluta de Dios, y destaca también
que no ha existido jamás una materia eterna junto Dios, que sea el origen del Mal. Dios es único;
no existe un dios inferior que sea el demiurgo o el hacedor de este mundo. Este Dios creador es
justicia y santidad. El es autor del Antiguo Testamento y autor también del Nuevo. El se ha
revelado en Cristo. El gran pensamiento del Adversus haereses es la unidad de Dios, primer
principio en el orden de la naturaleza y también fin último en la historia de la salvación . Al mismo
tiempo que subraya que Dios es la fuente de todo ser y de todo bien, destaca también que El es un
ser trascendente y omnipotente . Dios no es compuesto, sino simple . Su providencia es universal;
su ciencia se extiende a todo: al pasado, al presente, al futuro . Puntualiza San Ireneo que Dios no
tenía necesidad de crear al hombre, puesto que desde siempre, antes de la creación de Adán, el
Padre y el Verbo se glorificaban mutuamente .

Para Ireneo es de suma importancia la afirmación neta de la unicidad divina: "Será bueno que
comencemos por lo primero y más importante, a saber, Dios, el creador que hizo el cielo y la tierra
y todo lo que en ellos hay (...) y que mostremos que nada hay por encima o más allá de El. El hizo
todas las cosas por su propia y libre decisión, sin que nadie le empujara a ello; pues El es el único
Dios, el único Señor, el único Creador, el único Padre, el único Soberano de todo, el que da la
existencia a todas las cosas. ¿Cómo podría haber sobre él otra totalidad, otro principio, otro poder
u otro dios? Porque Dios ha de ser la totalidad de todas las cosas, el que las contiene a todas en su
infinitud, mientras que a El nada puede contenerle. Si algo hubiera fuera de El, ya no sería la
totalidad de todas las cosas, ni las contendría a todas” . La confesión de la unicidad divina es el
fundamento de toda la enseñanza cristiana: "He aquí la regla de nuestra fe, el fundamento del
edificio, y lo que da firmeza a nuestra conducta: Dios Padre, increado, que no está contenido por
nada, invisible, único Dios, creador del universo; éste es el primer artículo de nuestra fe" .

Este Dios único está muy por encima de todo pensamiento humano: "El que conoce las Escrituras
y ha sido enseñado por la verdad, sabe que Dios no es como los hombres, y que sus pensamientos
no son como los pensamientos humanos. Porque el Padre de todo está muy por encima de las
emociones y pasiones de los hombres. El es simple, sin composición ni diversidad de partes, todo
uniforme y semejante a sí mismo, porque es todo entendimiento, y todo espíritu, y todo
percepción, y todo pensamiento, y toda razón, y todo oído, y todo ojos, y todo luz, y todo fuente
de todos los bienes. Esto es lo que los que tienen sentido religioso dicen acerca de Dios. Y con
todo, Dios está por encima de todas estas cosas, y es, por esta razón, inefable. Se puede decir con
propiedad y verdad que es un entendimiento que lo entiende todo, pero no comparable al
entendimiento de los hombres. Asimismo se le puede llamar con toda propiedad luz, pero en nada
semejante a la luz que nosotros conocemos. Y así en todo lo demás: el Padre de todo en nada es
comparable a la pequeñez de lo humano. Todas esta cosas se dicen de él en cuanto manifiestan su
amor: pero comprendemos que su grandeza está sobre todas ellas” .

En este Dios único, existe una clara distinción entre Padre, Hijo y Espíritu, aunque esta diferencia
no podemos conocerla más que a través de la revelación. San Ireneo subraya más que sus
predecesores que la generación del Verbo es eterna y al mismo tiempo se aparta de las
especulaciones filosóficas de los Apologetas. Así p.e., abandona la distinción Logos endiathetós,
Logos prophorikós, y vuelve a la más primitiva tradición trinitaria , que se caracteriza, sobre todo,
por hablar de la Trinidad en la forma en que se ha manifestado en la historia de la salvación: Dios
Padre que crea el mundo por su Verbo; el Verbo que envía al Espíritu Santo. San Ireneo, en efecto,
no es un filósofo, sino un obispo que lucha por mantener frente a la gnosis la pureza de la fe
recibida .

Para San Ireneo, el cristiano es ante todo un hombre que cree en la Trinidad: "Quienes pertenecen
a la Iglesia siguen una voz única que atraviesa el mundo entero. Es una tradición segura que nos
viene de los Apóstoles, que nos hace recibir una misma y única fe, creyendo todos en un solo y
mismo Dios, el Padre; creyendo todos en la misma economía de la encarnación del Hijo de Dios;
reconociendo todos el mismo don del Espíritu" . La afirmación de las tres Personas divinas se
realiza siempre en conexión con la economía de la salvación y no en el contexto especulativo,
típico de los Apologetas, que entrelazan sus afirmaciones sobre la Trinidad con especulaciones
filosóficas.

Junto a esta clara afirmación ireneana de la Trinidad y de su relación con la economía de la


salvación, tan repetida en sus obras , se encuentra una constante afirmación de que el Dios
cristiano —que es Trino— es el mismo que el del Antiguo Testamento, el cual eternamente ha
estado dotado de inteligencia y, por tanto, de Logos . El Verbo es tan íntimo al Padre como el
pensamiento es íntimo al que piensa; El está en el Padre y posee al Padre en Sí mismo . El Hijo es
coeterno con el Padre . También el Espíritu Santo es eterno: "Dios tiene siempre consigo al Verbo y
a la Sabiduría, el Hijo y el Espíritu" . San Ireneo recurre muchas veces a la siguiente imagen: el Hijo
y el Espíritu son las dos manos del Padre: el Padre ordena sus obras, el Hijo las lleva a cabo, el
Espíritu Santo las perfecciona y las lleva a la perfección . Dicho de otra forma, la acción divina
parte del Padre, se propaga a través del Hijo y llega a su perfección en el Espíritu Santo. Esto que
sucede en la economía de la salvación es manifestación de la íntima vida trinitaria: el Padre, como
fuente de la vida trinitaria actúa en la salvación de los hombres por medio del Hijo en el Espíritu .

Se expresa con nitidez algo que siempre será destacado en la teología posterior: el Padre no sólo
es fons et origo totius Trinitatis, sino también de toda la historia de la salvación. Para San Ireneo,
"el Padre es aquel en quien todas las cosas tienen su subsistencia y al que hay que referir toda
iniciativa; el Hijo se muestra, por el contrario, como la imagen y al mismo tiempo la fuerza según la
cual el Padre realiza todas las cosas. A su vez el Espíritu es el fundamento del orden y lo mantiene
todo en sí mismo" .

2- Nicea-Constantinopla (ver esquema)

3- Filioque: ver Courth

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