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Queridos hermanos:
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COSAS PRÁCTICAS
Las canciones están ordenadas según los días. Son cuatro las
canciones para cada encuentro. Algunas se repiten todos los días
como el Aleluia. Y otras dos o tres veces.
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Primer día: SUEÑOS
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida. Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
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Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: presentamos un cartel con el lema de la Novena y otro con el tema del día y lo
colocamos en un lugar visible delante de todos.
Presentación del símbolo. Un árbol de Navidad (vacío, sin adornos).
Guía: Compartimos las siguientes preguntas:
¿Qué significa el árbol de Navidad?
¿Cómo nos gusta adornarlo? ¿Por qué?
¿Cuáles son las primeras imágenes que vienen a nuestra mente cuando pensamos en la
Navidad?
Aporte:
En las antiguas culturas egipcia, hebrea y china con un árbol de hojas perennes,
siempre verdes, se representaba la vida eterna. Esta costumbre fue también
difundida en Europa. En la Edad Media cuando el Cristianismo se difundió en Europa
se continuó con la costumbre de adornar el árbol con masitas caseras, velas y signos
religiosos. En el siglo XVIII esa costumbre fue traída por los colonos alemanes a
América. En el cristianismo con el árbol representamos la vida nueva que comienza
con el nacimiento de Jesús, el Dios de la Vida, quien nos enseña a vivir de manera
que “tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Jn.10,10).
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por “el árbol de nuestra vida”, y nos invita a pensar en
los frutos que damos como personas y como cristianos. Meditamos el texto de
Mt.7,15-19.
Nos preparamos cantando: “Ven Salvado”
Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos
feroces. Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecharían ustedes uvas de los espinos o higos de
los cardos? Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos, mientras que el árbol malo produce
frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco un árbol malo puede producir
frutos buenos. Todo árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego. Por lo tanto, ustedes los
reconocerán por sus obras. Palabra del Señor.
Reflexión.
Si queremos producir buenos frutos debemos permanecer unidos a Cristo. Su
presencia entre nosotros produce la libertad del amor. Este Jesús que nace pobre en
Belén, es el mismo Cristo que no solamente vino a contarnos un mensaje del Padre,
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sino que El mismo es ese mensaje. Dios se muere de amor por los seres humanos por
eso quiere salvarnos, para que vivamos felices, libres y plenos. En las palabras de
Jesús, en sus gestos, en sus actitudes, en sus opciones, en toda su vida, vemos
reflejado el amor de Dios para con los seres humanos. Él es para nosotros: amor y
perdón, denuncia y exigencia, donación y presencia, elección y envío, compromiso
y fuerza.
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
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Escuchamos para terminar la canción: “Busquemos Caminos”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
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Segundo día: Sinodalidad: “el modo de ser Iglesia”
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores, el árbol de navidad y una vela encendida... Y
estar esperando a las personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
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Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
Presentación del símbolo. El logo del Sínodo.
Guía: Compartimos las siguientes preguntas:
¿Qué vemos en este logo?
¿Qué nos sugiere?
¿Qué invitación nos acerca para esta navidad?
Aporte:
"Yo sé a quién he creído" –escribe Pablo a su amigo Timoteo (2Tim.1,12)–. Por ello, no temen
las contradicciones porque conocen a Aquel que los ha enviado.
Probablemente, aún no estemos enamorados de Cristo: tenemos miedo de jugarnos
la vida por su propuesta. Creemos en los valores que él ofrece; algo damos, sí, pero
no lo damos todo porque nos persigue la duda, nos atenaza el miedo, la
incertidumbre ¿será verdad? No nos fiamos del todo porque no lo conocemos a
fondo
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo llevamos adelante la vida que nos ha
comunicado. Meditamos el texto de Jn.17,3-11.
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre,
glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los
diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que
yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino
por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he
sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre
santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Palabra
del Señor.
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se inicia en un acontecimiento fundamental, en: “la dignidad común que nos da el
Bautismo”.
El número 23 señala que el proceso sinodal es: “como una experiencia de novedad y frescura:
«el Pueblo de Dios ha destacado el carácter excepcional de la experiencia de expresarse libremente en
momentos de encuentro especialmente organizados, sin limitaciones de agenda y con un enfoque
específico en seguir la inspiración del Espíritu Santo. La gente comentó que era la primera vez que se
les pedía que hablaran a pesar de que llevaban décadas asistiendo a la Iglesia» (Conferencia
Episcopal de Pakistán). Otra imagen que aparece se refiere a una experiencia de liberación y nueva
vida: la cáscara del huevo que se rompe para dejar que una nueva existencia despliegue sus alas”.
Número 24: “Utilizando una imagen bíblica, se podría decir que el proceso sinodal ha marcado los
primeros pasos del retorno de un exilio, cuyas consecuencias afectan a todo el Pueblo de Dios: si la
Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse realmente en casa”.
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones.
A cada una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Para que todos sean uno”
Oración final.
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Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
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Tercer día: “ensancha tu tienda”.
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
Presentación del símbolo. (imágenes de tiendas y una biblia abierta que ponemos sobre la cunita)
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Guía: Compartimos las siguientes preguntas:
¿Qué nos sugieren estas imágenes respecto al tema?
¿qué nos dicen respecto a la Navidad?
Aporte:
Cuando nos enamoramos de alguien sentimos una necesidad irresistible de saber
todo sobre él o ella. No nos basta con saber su nombre y edad; queremos saber su
historia, sus gustos, sus pasiones, sus creencias religiosas, los ideales que defiende, los
valores en los que cree, los proyectos que tiene en mente y también sus limitaciones,
sus debilidades.
Quizá creemos que de Jesús lo sabemos todo: sabemos que nació en Belén y vivió en
Nazaret, que sus padres se llamaban María y José, que era amigo de Magdalena y
que murió en el Calvario. También recordamos algunos de sus dichos y sus parábolas.
Eso es todo. Hemos aprendido algunas nociones cuando nos preparamos a la Primera
Comunión y la Confirmación, pero solo hemos aprendimos lo básico y esencial.
Si creemos que esto es suficiente es que no estamos enamorados, y el Bautista bien
podría repetir hoy: "En medio de ustedes está uno a quien no conocen" (Jn.1,26).
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo practicamos la Palabra que nos ha
entregado. Meditamos el texto de Is.54,2-3
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma
tus estacas! Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones
enteras y poblará ciudades desoladas. Palabra de Dios
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DFC significa Documento síntesis para la Fase Continental y los números son los del documento.
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La palabra del profeta recuerda al pueblo exiliado la experiencia del éxodo y la travesía del
desierto, cuando vivían en tiendas, y anuncia la promesa del regreso a la tierra, signo de alegría y
esperanza. Para prepararse, es necesario ampliar la tienda, actuando sobre los tres elementos de
su estructura. El primero son los toldos, que protegen del sol, el viento y la lluvia, delineando un
espacio de vida y convivencia. Deben desplegarse, para que también puedan proteger a los que
todavía están fuera de este espacio, pero que se sienten llamados a entrar en él. El segundo
elemento estructural de la tienda son las cuerdas, que mantienen unidos los toldos. Deben
equilibrar la tensión necesaria para evitar que la tienda se derrumbe con la flexibilidad que
amortigüe los movimientos provocados por el viento. Por lo tanto, si la tienda se expande, deben
alargarse para mantener la tensión adecuada. Por último, el tercer elemento son las estacas, que
anclan la estructura al suelo y garantizan su solidez, pero que siguen siendo capaces de moverse
cuando hay que montar la tienda en otro lugar. (DFC26)
Escuchadas hoy, estas palabras de Isaías nos invitan a imaginar a la Iglesia como una tienda, o más
bien como la tienda del encuentro que acompañó al pueblo en su travesía por el desierto. Está
llamada a expandirse, pero también a moverse. En su centro está el tabernáculo, es decir, la
presencia del Señor. La firmeza de la tienda está garantizada por la solidez de sus estacas, es decir,
los cimientos de la fe que no cambian, pero sí pueden ser trasladados y plantados en un terreno
siempre nuevo, para que la tienda pueda acompañar al pueblo en su caminar por la historia. Por
último, para no hundirse, la estructura de la tienda debe mantener el equilibrio entre las
diferentes presiones y tensiones a las que está sometida.
Esta metáfora expresa la necesidad del discernimiento. Así es como muchas síntesis imaginan a la
Iglesia: una morada espaciosa, pero no homogénea, capaz de cobijar a todos, pero abierta, que deja
entrar y salir (Jn.10,9), y que avanza hacia el abrazo con el Padre y con todos los demás miembros de la
humanidad. (DFC27)
Ensanchar la tienda requiere acoger a otros en ella, dando cabida a su diversidad. Implica, por
tanto, la disposición a morir a sí mismo por amor, encontrándose en y a través de la relación con
Cristo y con el prójimo: «En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo, no cae en tierra y
muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn.12,24). La fecundidad de la Iglesia depende
de la aceptación de esta muerte, que no es, sin embargo, una aniquilación, sino una experiencia de
vaciamiento de uno mismo para dejarse llenar por Cristo a través del Espíritu Santo y, por tanto,
un proceso a través del cual recibimos como un don las relaciones más ricas y los vínculos más
profundos con Dios y con los demás. Esta es la experiencia de la gracia y la transfiguración. Por
eso, el apóstol Pablo recomienda: «Tened en vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual al Dios; al contrario, se despojó de
sí mismo» (Flp.2,5-7). Con esta condición, todos y cada uno/a de los miembros de la Iglesia, serán
capaces de cooperar con el Espíritu Santo en el cumplimiento de la misión encomendada por
Jesucristo a su Iglesia: es un acto litúrgico, eucarístico. (DFC28)
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad
(Cuando todos hayan terminado nos acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de Navidad,
mientras escuchamos la canción: “Ven, ven Señor no tardes”)
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento? ¿Qué es lo que más me llamó la atención? ¿Qué me invita a hacer para
vivir una Navidad auténtica?
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Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Dar la cara”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
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Cuarto Día: “La escucha, se convierte en acogida”
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida. Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Guía: escuchamos y cantamos la canción “La mesa está puesta”. Hacemos un eco
de la canción, breve.
Guía: invita a hacer la oración inicial
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
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Presentación del símbolo.
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo nos abrimos al hermano o hermana que llega.
Meditamos el texto de Jn.1,9-12
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba
en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los
suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su
Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Palabra del Señor
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Las síntesis también reflexionan sobre la dificultad de escuchar profundamente y aceptar ser
transformados por esta escucha, destacan la falta de procesos comunitarios de escucha y
discernimiento, y reclaman una mayor formación en este ámbito. Además, señalan la persistencia
de obstáculos estructurales, por ejemplo: estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias
autocráticas; una cultura clerical e individualista que aísla a los individuos y fragmenta las
relaciones entre sacerdotes y laicos; disparidades socioculturales y económicas que benefician a
las personas ricas e instruidas; la ausencia de espacios “intermedios” que favorezcan los
encuentros entre miembros de grupos que se encuentren divididos. La síntesis de Polonia afirma
que «no escuchar conduce a la incomprensión, la exclusión y la marginación. Como consecuencia
adicional, conduce a la cerrazón, la simplificación, la falta de confianza y los temores que destruyen
la comunidad. Cuando los sacerdotes no quieren escuchar, encontrando excusas, por ejemplo, en el
gran número de actividades, o cuando las preguntas quedan sin respuesta, nace un sentimiento de
tristeza y extrañeza en el corazón de los fieles laicos. Sin la escucha, las respuestas a las dificultades
de los fieles se sacan fuera de contexto y no abordan la esencia de los problemas que experimentan,
convirtiéndose en moralismos vacíos. Los laicos consideran que evitar la escucha sincera se debe al
miedo a tener que asumir un compromiso pastoral. Un sentimiento similar crece cuando los obispos
no tienen tiempo para hablar con los fieles y escucharlos». (DFC33)
Al mismo tiempo, las síntesis son sensibles a la soledad y al aislamiento de muchos miembros del
clero, que no se sienten escuchados, sostenidos y apreciados: quizá una de las voces menos
evidentes en las síntesis es precisamente la de los sacerdotes y obispos que hablan de sí mismos y
de su experiencia de caminar juntos. Debe reservarse una escucha especialmente atenta a los
ministros ordenados en lo que se refiere a las dimensiones afectivas y sexuales de su vida. (DFC34)
Las síntesis muestran claramente que muchas comunidades han comprendido la sinodalidad
como una invitación a escuchar a los que se sienten exiliados de la Iglesia. Los grupos que
experimentan un sentimiento de exilio son diversos, empezando por muchas mujeres y jóvenes
que no ven reconocidos sus dones y capacidades. Dentro de este conjunto heterogéneo de
personas, muchos se consideran denigrados, abandonados, incomprendidos. La añoranza de un
hogar caracteriza también a los que no están a gusto con el desarrollo litúrgico del Concilio
Vaticano II. Para muchos, la experiencia de ser escuchados seriamente es transformadora y
representa un primer paso para saberse incluidos. Sin embargo, es motivo de tristeza que algunos
sientan que su participación en el proceso sinodal no ha sido apreciada. Se trata de un
sentimiento que requiere comprensión y diálogo. (DFC38)
Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes,
por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones
afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las
personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ. Las síntesis muestran cómo
este reclamo de una acogida desafía a muchas Iglesias locales… También revelan incertidumbres
sobre cómo responder a ellos, y expresan la necesidad de un discernimiento por parte de la
Iglesia universal: «hay un nuevo fenómeno en la Iglesia que es una novedad absoluta en Lesotho: las
relaciones entre personas del mismo sexo. [...] Esta novedad es confusa para los católicos y para los
que la consideran un pecado. Sorprendentemente, hay católicos en Lesotho que han empezado a
practicar este comportamiento y esperan que la Iglesia los acoja a ellos y a su forma de comportarse.
[...] Esto es un reto problemático para la Iglesia porque estas personas se sienten excluidas»
(Conferencia Episcopal de Lesotho). Por otra parte, los que han dejado el ministerio ordenado para casarse
también piden mayor acogida y apertura al diálogo. (DFC39)
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Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad
(Cuando todos hayan terminado nos acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de Navidad,
mientras cantamos: “A Buen Tiempo”, porque la vida y todo espacio del cristiano debe ser un
lugar de encuentro, comunión y acogida)
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento? ¿Qué es lo que más me llamó la atención? ¿A qué me invita esto que hoy
estamos reflexionando para vivir con autenticidad la Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Busquemos caminos”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
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Quinto día: reconstruir la comunidad
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
20
Presentación del símbolo.
Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que
realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística,
contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir
a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia
aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la
felicidad de los demás como la busca su Padre bueno. Precisamente en esta época,
y también allí donde son un «pequeño rebaño» (Lc 12,32), los discípulos del Señor son
llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13-16).
Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera
siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad! (EG92)
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo nos vivimos la fraternidad, la comunión y el
compartir. Meditamos el texto de Hech.2,42-47
21
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
Aparte de algunas regiones caracterizadas por una dinámica histórica particular, hasta ahora no
hay prácticas consolidadas de sinodalidad a nivel continental. La introducción de una etapa
específica en el proceso sinodal no es un mero recurso organizativo, sino que corresponde a la
dinámica de la encarnación del Evangelio que, arraigando en zonas caracterizadas por una cierta
cohesión y homogeneidad cultural, produce comunidades eclesiales con una fisonomía peculiar,
ligada a los rasgos de cada cultura. En el contexto de un mundo globalizado y fragmentado, cada
continente, por sus raíces históricas comunes, su tendencia a la homogeneidad sociocultural y el
hecho de presentar los mismos desafíos para la misión de evangelización, constituye un ámbito
privilegiado para dar lugar a una dinámica sinodal que refuerce los vínculos entre las Iglesias,
favorezca la puesta en común de experiencias y el intercambio de dones, y ayude a imaginar
nuevas opciones pastorales. (DFC73)
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad
(Cuando todos hayan terminado nos acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de Navidad,
mientras cantamos)
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento? ¿Qué es lo que más me llamó la atención? ¿A qué me invita esto que hoy
estamos reflexionando para vivir con autenticidad la Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
22
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Signo de Esperanza”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
23
Día Sexto: Comunión, participación y corresponsabilidad
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
24
Presentación del símbolo.
“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza
individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses,
ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se
goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes
también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres
resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de
Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado”
(EG2).
“Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo
su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él,
de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es
para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor».1 Al que arriesga, el
Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya
esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: « Señor,
me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar
mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus
brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez
más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su
misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete » nos da ejemplo: Él perdona
setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos
la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y
volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la
alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase.
¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!” (EG3).
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo vivimos esta experiencia de la comunión y la
corresponsabilidad. Meditamos el texto de Mc.3,13-15
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
25
Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,
y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con
el poder de expulsar a los demonios. Palabra del Señor
Conversemos estas preguntas:
¿A dónde subió Jesús? ¿Qué significa la montaña?
¿Qué hizo? ¿A quiénes llamó?
¿Para qué los llamó?
Reflexión.
“La misión de la Iglesia se realiza a través de la vida de todos los bautizados. Las síntesis expresan
un profundo deseo de reconocer y reafirmar la dignidad común como base para la renovación de
la vida y los ministerios en la Iglesia. Se afirma el valor de todas las vocaciones en la Iglesia y,
sobre todo, se invita a seguir a Jesús, regresando a su estilo y forma de ejercer el poder y la
autoridad como medio para ofrecer sanación, reconciliación y liberación. «Es importante construir
un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal
que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser
la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor» (Conferencia Episcopal Argentina)”. (DFC57)
“Se señala también “la importancia de librar a la Iglesia del clericalismo, para que todos sus
miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con la misión común. El clericalismo se
considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del
ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado. Esta cultura separa de
la experiencia viva de Dios y daña las relaciones fraternas, produciendo rigidez, apego al poder en
sentido legalista y un ejercicio de la autoridad que es poder y no servicio. El clericalismo puede ser
una tentación tanto para los clérigos como para los laicos, como señala la síntesis de la República
Centroafricana: «algunos párrocos se comportan como “dispensadores de órdenes”, imponiendo su
voluntad sin escuchar a nadie. Los cristianos laicos no se sienten miembros del Pueblo de Dios. Tienen
que reprobarse las iniciativas demasiado “clericalistas”. Algunos agentes de pastoral, clérigos y laicos,
prefieren a veces rodearse de quienes comparten sus opiniones y alejarse de aquellos cuyas
convicciones son hostiles y están en desacuerdo con ellos»” (DFC58)
26
Cuando el tema de la ministerialidad entra en la vida concreta de la Iglesia, se encuentra
inevitablemente con el de su institucionalización y, por tanto, con el de las estructuras a través de
las cuales se desarrolla la vida de la comunidad cristiana. (DFC69)
Un gran desafío para la sinodalidad que ha surgido es el de armonizar estos dones bajo la guía de
los pastores, sin oponerlos, y, por lo tanto, sin oponer la dimensión carismática y la dimensión
institucional. (DFC70)
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad
(Cuando todos hayan terminado nos acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de
Navidad, mientras escuchamos la canción: “Tu Modo”)
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento?
¿Qué es lo que más me llamó la atención?
¿A qué me invita esto que hoy estamos reflexionando para vivir con autenticidad la
Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus
intenciones. A cada una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “¡Levántate!”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
27
Día Séptimo: Hermanas y hermanos para la misión
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
28
Presentación del símbolo.
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de «salida» que Dios quiere
provocar en los creyentes. Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva (Gn.12,1-3).
Moisés escuchó el llamado de Dios: «Ve, yo te envío» (Ex.3,10), e hizo salir al pueblo hacia la tierra
de la promesa (Ex.3,17). A Jeremías le dijo: «Adondequiera que yo te envíe irás» (Jr.1,7). Hoy, en este
«id» de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión
evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada
cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos
invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio. (EG20)
La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría
misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo
(Lc.10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba al Padre porque su
revelación alcanza a los pobres y pequeñitos (Lc 10,21). La sienten llenos de admiración los
primeros que se convierten al escuchar predicar a los Apóstoles «cada uno en su propia lengua»
(Hch.2,6) en Pentecostés. Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando
fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar
siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: «Vayamos a otra parte, a predicar también en
las poblaciones vecinas, porque para eso he salido» (Mc.1,38). Cuando está sembrada la semilla en
un lugar, ya no se detiene para explicar mejor o para hacer más signos allí, sino que el Espíritu lo
mueve a salir hacia otros pueblos. (EG21)
La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir. El Evangelio habla de una
semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duerme (Mc.4,26-29).
La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de
formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas. (EG22)
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en
todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del
Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. Así se lo anuncia el ángel a los pastores
de Belén: «No temáis, porque os traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo»
(Lc.2,10). El Apocalipsis se refiere a «una Buena Noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los
habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo» (Ap.14,6). (EG23)
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo trabajamos para anunciar su Evangelio.
Meditamos el texto de Lc.10,1-11.17-20
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
29
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo
precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es
abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven
dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en
una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». Y si hay allí alguien digno
de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa
misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No
vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y
digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Pero en todas las ciudades donde
entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha
adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de
Dios está cerca».
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu Nombre». Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he
dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del
enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les
sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». Palabra del Señor
Llevando a cabo la misión avanzamos hacia la plenitud de nuestra vocación cristiana. “Ensanchar
la tienda” está en el centro de la acción misionera. Por lo tanto, una Iglesia sinodal representa un
poderoso testimonio del Evangelio en el mundo: «el Espíritu Santo está impulsando a que se
renueven estrategias, empeños, dedicación y motivación para caminar juntos, llegar a los más
alejados, llevando la Palabra de Dios con entusiasmo y alegría, usando los talentos, dones y
capacidades, asumiendo los nuevos retos y provocando cambios culturales a la luz de la fe y de la
vida de la Iglesia» (Conferencia Episcopal de Venezuela). Las síntesis dan voz al sueño de una Iglesia capaz
de dejarse interpelar por los retos del mundo actual y de responder a ellos con transformaciones
concretas: «El mundo necesita una “Iglesia en salida”, que rechace la división entre creyentes y no
creyentes, que vuelva su mirada a la humanidad y le ofrezca, más que una doctrina o una estrategia,
una experiencia de salvación, un “desborde del don” que responda al grito de la humanidad y de la
naturaleza» (Conferencia Episcopal de Portugal). (DFC42)
30
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad.
Luego invitamos a colocar en el árbol los globos. Mientras escuchamos la canción “Canto a la
Fraternidad”
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento? ¿Qué es lo que más me llamó la atención? ¿A qué me invita esto que hoy
estamos reflexionando para vivir con autenticidad la Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Vayan y anuncien”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
31
Día Octavo: Un Camino de Conversión y Reforma
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
32
Presentación del símbolo
La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su
vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y
culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el
Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una
renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales. (DA367)
La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera
conservación a una pastoral decididamente misionera. (DA370)
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado por cómo aceptamos su invitación a cambiar nuestra
mentalidad, es decir, cómo vivimos la conversión. Meditamos el texto de Mc.1,14-15
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de
Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean
en la Buena Noticia».
33
En las síntesis, el Pueblo de Dios expresa el deseo de ser menos una Iglesia de mantenimiento y
conservación, y más una Iglesia misionera. Surge un vínculo entre el incremento de la comunión a
través de la participación y el fortalecimiento del compromiso con la misión: la sinodalidad
conduce a la renovación misionera. Como dice la síntesis de España: «consideramos que la
comunión ha de conducirnos a un estado permanente de misión: encontrarnos, escucharnos,
dialogar, reflexionar, discernir juntos son acciones con efectos positivos en sí mismas, pero no se
entienden si no es con el fin de impulsarnos a salir de nosotros y de nuestras comunidades de
referencia para la realización de la misión que tenemos encomendada como Iglesia» (Conferencia
Episcopal de España). (DFC99)
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad. Mientras escuchamos la canción “Iglesia Sencilla, Iglesia
Bonita”
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento?
¿Qué es lo que más me llamó la atención?
¿A qué me invita esto que hoy estamos reflexionando para vivir con autenticidad la
Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Demos Gracias a Dios Padre”
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
34
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora.
35
Día Noveno: Nacer de Nuevo
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Oración inicial.
Padre nuestro, Padre bueno: queremos como Comunidad,
preparar nuestros corazones con una oración común,
y así prepararnos a vivir la alegría y la paz de esta Navidad.
Aquí estamos Señor. Sabemos que nuestros caminos muchas veces,
no son tus caminos, y por eso, queremos pedirte
que nos enseñes a descubrir tus caminos, y a preparar el camino de tu venida,
poniendo en orden nuestra casa, por dentro y por fuera,
creando en nuestra vida una actitud limpia y transparente.
Hace más de dos mil años tu Hijo Jesús nos vino a contar
Que vos sos nuestro Padre, y que todos somos hermanos,
y es por ello que detenemos la marcha cotidiana
para encontrarnos con vos y como hermanos para hablar, reflexionar
y dejar que tu Palabra se encarne en nuestra vida,
así como tu Hijo se encarnó entre nosotros, para iluminar nuestras oscuridades,
Queremos tener los ojos bien abiertos a la realidad que vivimos, la mente decidida y dispuesta.
El corazón inquieto y ardiente para donar nuestras vidas al Servicio del Reino. Amén.
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
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Presentación del símbolo
Comentando el evangelio del día (Mt.9, 14-17) el Pontífice destacó el espíritu innovador que
animaba a Jesús. «Por ejemplo —destacó—, Jesús decía: “la ley permite odiar al enemigo; pero yo
te digo que reces por el enemigo, no odies”». El hecho es que «la doctrina de la ley se enriquece y
se renueva con Jesús». Por lo demás es «Jesús mismo quien dice: “yo hago nuevas todas las cosas”.
Como si su vocación fuese la de renovar todo. Y esto es el Reino de Dios que Jesús predica. Es una
renovación, una renovación auténtica. Y esta renovación está ante todo en nuestro corazón».
A quien piensa que la vida cristiana consiste sólo en una serie de cumplimientos, el Papa
Francisco recordó que «ser cristiano significa dejarse renovar por Jesús en una nueva vida». Ser
cristiano significa dejarse renovar por el Espíritu Santo, convertirse en vino nuevo.
Quien lleva adelante estas novedades —prosiguió el Papa— es desde siempre el Espíritu Santo.
Por ello, el Pontífice recordó el día de Pentecostés, subrayando la presencia de María junto a los
apóstoles. Concluyendo la homilía el Obispo de Roma hizo una invitación: pedir «la gracia de no
tener miedo de la novedad del Evangelio, de no tener miedo de la renovación que realiza el
Espíritu Santo, de no tener miedo a dejar caer las estructuras caducas que nos aprisionan. Y si
tenemos miedo sabemos que con nosotros está la madre». Ella, como dice la más antigua antífona,
“protege con su manto, con su protección de Madre”».
La Palabra de Dios nos ilumina.
Guía: Jesús está preocupado porque siempre buscamos excusas para no vivir la
permanente novedad del Evangelio; es por eso que Juan nos presenta este diálogo
entre Jesús y Nicodemo. Meditamos el texto de Jn.3,1-8
Nos preparamos cantando: “Ven Salvador”
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los
judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que tú has venido de parte de
Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él».
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
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Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede
entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?».
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en
el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te
haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto». El viento sopla donde quiere: tú oyes su
voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido
del Espíritu». Palabra del Señor
“Es verdad, nosotros debemos buscar ayuda y crear organizaciones que ayuden en esto: aquello sí,
porque el Señor nos da los dones para esto. Pero cuando olvidamos esta misión, olvidamos la
pobreza, olvidamos el fervor apostólico y ponemos la esperanza en estos medios, la Iglesia
lentamente cae en una ONG y se transforma en una bella organización: potente, pero no evangélica,
porque falta aquel espíritu, aquella pobreza, aquella fuerza para curar”.
A los discípulos “…no les dijo: ‘pero ustedes son grandes, en la próxima salida organicen mejor las
cosas…’ Solamente les dice: ‘Cuando hayan hecho todo lo que deben hacer, díganse a sí mismos:
somos siervos inútiles’. Éste es el apóstol. ¿Y cuál sería la gloria más grande para un apóstol? ‘Ha
sido un obrero del Reino, un trabajador del Reino’. Ésta es la gloria más grande, porque va en este
camino del anuncio de Jesús: va a curar, a custodiar, a proclamar este buen anuncio y este año de
gracia. A hacer que el pueblo encuentre al Padre, a llevar la paz al corazón de la gente”.
Nos hacemos esta pregunta: ¿qué despierta en mi esto que escuchamos? Y escribimos la
respuesta en estos globos de navidad
(Cuando todos hayan terminado nos acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de Navidad,
escuchamos y cantamos “No te importó”)
Hacemos un momento de compartir:
¿Cómo viví este momento?
¿Qué es lo que más me llamó la atención?
¿A qué me invita esto que hoy estamos reflexionando para vivir con autenticidad la
Navidad?
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El que corresponda a este día
Escuchamos para terminar la canción: “Demos gracias a Dios Padre”
Oración final.
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Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Recordamos que mañana nos encontramos en este mismo lugar y a la misma hora. Invitamos a traer
algo para compartir al final.
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Día Décimo: una Iglesia que se abre al Evangelio
Saludos y bienvenida (tener todo preparado, una alfombra o un lugar en el cual colocar las
imágenes de María, José, una cunita vacía, flores y una vela encendida... Y estar esperando a las
personas que vienen para recibirlas e ir creando un clima fraterno y festivo)
Señal de la Cruz, invocación al Espíritu Santo y oración inicial: (luego de recibir a las personas
que participan de la novena invita a orar)
Guía: les invitamos iniciar este encuentro invocando a Dios, haciendo la señal de la Cruz:
En el nombre del Padre…
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, y cómo decirlo,
lo que debo callar, y cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
el bien de mis hermanos y hermanas,
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza para entender,
capacidad para aprender, retener,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Espíritu Santo, ayúdame a preparar
el pesebre de mi corazón,
para acoger al Señor que está viniendo. Amén
Presentamos el lema y el tema del día:
Guía: recordamos el lema de la Novena y presentamos con un cartel el tema del día.
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Presentación del símbolo imagen del niño que ponemos en la cunita. Mientras
volvemos a escuchar la canción: “en el cielo de Belén”
Aporte2
El Evangelio… nos lleva a Belén, donde no hay nada grande, sólo un niño pobre envuelto en pañales,
con unos pastores a su alrededor. Y allí está Dios, en la pequeñez. Y este es el mensaje: Dios no
cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez. La pequeñez es el camino que eligió para
llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos y reconducirnos hacia lo que es realmente
importante.
Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el desafío de Navidad: Dios se
revela, pero los hombres no lo entienden. Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros
seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizá incluso en nombre suyo. Dios se abaja y
nosotros queremos subir al pedestal. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior.
Esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la pequeñez. “Señor, enséñanos a
amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino para la verdadera grandeza”. Pero, ¿qué
quiere decir, concretamente, acoger la pequeñez? En primer lugar, quiere decir creer que Dios quiere
venir en las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades cotidianas, los gestos
sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo. Quiere realizar, en nuestra
vida ordinaria, cosas extraordinarias. Es un mensaje de gran esperanza: Jesús nos invita a valorar y
redescubrir las pequeñas cosas de la vida.
Pero aún hay más. Jesús no quiere venir sólo a las cosas pequeñas de nuestra vida, sino también a
nuestra pequeñez: cuando nos sentimos débiles, frágiles, incapaces, incluso fracasados. Hermana, y
hermano, si, como en Belén, la oscuridad de la noche te rodea, si adviertes a tu alrededor una fría
indiferencia, si las heridas que llevas dentro te gritan: “Cuentas poco, no vales nada, nunca serás
amado como anhelas”, esta noche, si percibes esto, Dios responde y te dice: “Te amo tal como eres.
Tu pequeñez no me asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu Dios
me convertí en tu hermano. Hermano amado, hermana amada, no me tengas miedo, vuelve a
encontrar tu grandeza en mí. Estoy aquí para ti y sólo te pido que confíes en mí y me abras el
corazón”.
Acoger la pequeñez también significa abrazar a Jesús en los pequeños de hoy; es decir, amarlo en los
últimos, servirlo en los pobres. Ellos son los que más se parecen a Jesús, que nació pobre. Es en ellos
que Él quiere ser honrado. Que en esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de
Dios, herirlo despreciando a los pobres con nuestra indiferencia. Son los predilectos de Jesús, que
nos recibirán un día en el cielo. Una poetisa escribió: «Quien no ha encontrado el Cielo aquí abajo,
difícilmente lo encontrará allá arriba».
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Homilía del Papa Francisco del viernes 24 de diciembre de 2021
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Miremos otra vez más el nacimiento y observemos que Jesús al nacer está rodeado precisamente de
los pequeños, de los pobres. Son los pastores. Eran los más humildes y fueron los que estuvieron más
cerca del Señor. Lo encontraron porque «pasaban la noche en el campo cuidando sus rebaños y
vigilando por turnos». Estaban allí para trabajar, porque eran pobres y su vida no tenía horarios, sino
que dependía de los rebaños. Y Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias.
Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba. Viene a ennoblecer a los excluidos y se
revela sobre todo a ellos. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo,
pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo.
En Belén están juntos pobres y ricos; los que adoran, como los magos, y los que trabajan, como los
pastores. Todo se recompone cuando en el centro está Jesús; no nuestras ideas sobre Jesús, sino Él, el
Viviente. Entonces, queridos hermanos y hermanas, volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a lo
esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad. Contemplemos a los magos que
peregrinan y como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén, donde Dios está en el hombre y el
hombre en Dios; donde el Señor está al centro y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más
cercano a Él; donde los pastores y los magos están juntos en una fraternidad más fuerte que
cualquier clasificación. Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo
esencial. Volvamos a Belén.
Nos hace bien ir allí, dóciles al Evangelio de Navidad que presenta a la Sagrada Familia, a los pastores
y a los magos: toda gente en camino. Hermanos, y hermanas, pongámonos en camino, porque la vida
es una peregrinación. Levantémonos, volvamos a despertar porque en esta noche ha brillado una luz.
Es una luz amable y nos recuerda que en nuestra pequeñez somos hijos amados, hijos de la luz.
Hermanos y hermanas, alegrémonos juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de
Jesús, que desde esta noche resplandece en el mundo.
Hacemos un momento de compartir:
¿Qué es lo que más me impacto de lo de hoy?
¿Cómo viví esta experiencia? ¿Qué es lo que más me llamó la atención?
¿Qué quiero remarcar de estos días?
¿A qué me invita esto que estamos reflexionando para vivir con autenticidad la Navidad?
(Escribimos lo que más me impactó en un globo de navidad. Cuando todos hayan terminado nos
acercamos a colgar los globitos en nuestro árbol de Navidad, escuchamos y cantamos “Ven a mi
casa está Navidad”)
Oración comunitaria: Invitamos a hacer nuestra oración poniendo cada uno sus intenciones. A cada
una respondemos: “Ven, Señor, no tardes”.
Rezamos un misterio del Rosario. El tercer misterio gozoso
Oración final.
Bendícenos Señor, para que no nos instalemos en el frío vacío de la comodidad y la indiferencia.
Que esta Navidad, Señor, nos encuentre reunidos en familia y en Comunidad,
dispuestos al compromiso del cambio, a la entrega del perdón, a la fecundidad del amor.
Bendice Señor, los esfuerzos de todos los que vivimos en este lugar, y en esta ciudad,
a los que trabajan la tierra, a los que estudian, a los que investigan, a los que construyen,
a los que educan, a los que trabajan por un mundo mejor.
Bendice Señor, de manera especial a todos aquellos hermanos que no tienen trabajo,
a los que están enfermos, a los que están solos, a los que no tienen esperanzas:
para que encuentren en nosotros, sus hermanos, Tu Presencia que anima y acompaña.
Qué María y José, después de haber recorrido los polvorientos y áridos caminos,
golpeen y encuentren en nuestros corazones un lugar cálido y fecundo
donde pueda nacer tu Hijo Jesús.
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Y que su presencia en nuestras vidas, nos anime como hijos e hijas y hermanos
a hacer realidad una iglesia sinodal que se exprese
en la COMUNION, la PARTICIPACION y la MISIÓN;
para que de esta manera se haga realidad tu Proyecto
de Amor, Fraternidad, Justicia, Libertad. Amén.
Invitamos a todos los que puedan a encontrarnos en la Parroquia para la misa.
Mientras preparamos para compartir, ponemos la canción “Si cada día es Navidad” y compartimos lo que han
traído. Que sea un momento de alegría
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