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Lunes – 18 semana T. Ordinario Ciclo B.

Año I (Num 11, 4b-15; Mt 14, 13-21)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: HAZME COMPASIVO Y GENEROSO”
 «Betsaida. Primera multiplicación del Pan por Jesús compasivo».

 «Jesús les dijo: -No necesitan marcharse; dadles vosotros de comer».

 «Ellos le contestaron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos
pescados". Él les dijo: "Tráiganmelos"».
 «Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo,
pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos
para que los distribuyeran a la gente».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. 1 Sam 2, 35

Suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.
O bien: Cf. Lc 12, 42
Este es el administrador fiel y prudente a quien el Señor pondrá al frente de su
servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas.
Monición de entrada
Recordamos en esta celebración a san Eusebio, primer obispo de Vercelli, en Italia.
Nació en Cerdeña a principios del siglo IV. La defensa y el esclarecimiento de la fe le
causaron sufrimientos y el destierro. Vuelto a su sede después de ocho años de exilio, se
esforzó con empeño y valentía para restablecer la fe contra la herejía arriana. Allí
entregó su alma Dios el año 371.
Cf. Sal 15, 5
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa: tú eres el que restituyes mi heredad.
Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a san Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue
primero sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Fiel adorador
del misterio eucarístico, instituyó dos nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de
mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió el año
1868 en Francia, donde había nacido en 1811.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Feria o de una de las Memorias. Lunes de la XVIII semana del Tiempo Ordinario,
feria o san Eusebio de Vercelli, obispo, Memoria libre o san Pedro Julián Eymard,
presbítero, memoria libre. 02 de Agosto 2021
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me
conoces. Sabes bien cuáles son los deseos, temores e ilusiones más profundos de mi
corazón. Pongo todo en tus manos. Deseo sentirme y saberme amado por Ti. Dame la
gracia de hacer una experiencia profunda y personal del infinito amor que me tienes.
Quiero ser un instrumento de tu amor. Dame la gracia de llenarme tanto de Ti, que los
que me rodean puedan encontrar reflejada en mí, al menos, una pequeña chispa del
amor que nos tienes. Amén.
• Señor Jesús, te agradezco porque me invitas a ser tu amigo, porque sales a mi
encuentro en todos los momentos de mi vida y porque solo en tu resurrección encuentro
la fuerza para alcanzar la felicidad.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Tú nos das nuestro alimento.


En las semanas 18 y 19 la Primera Lectura se toma de los libros de los Números y
Deuteronomio. Describe la marcha del pueblo de Dios a través del desierto, con las
pruebas del difícil viaje, las tentaciones de desaliento, la falta de fe y de confianza, las
necesidades materiales y materialísticas, las infidelidades a la Alianza y las quejas contra
Dios y contra los líderes. Tenemos que aprender a situar esas lecturas en el contexto de
nuestro itinerario a través de la vida como cristianos, nuestros desiertos particulares con
sus tentaciones, dificultades y quejas.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Señor, te pido perdón por haberte dado la espalda, por haberme olvidado de ti y de tus
palabras, por todas las veces que callé tu voz y opté por hacer lo que yo quería. Sabes
que te quiero y me duele haberte fallado. Ayúdame a poner todo de mi parte para no
volver a traicionar nuestra amistad. Gracias por tu perdón y por tu inmensa
misericordia. No he hecho nada para recibirlos, pero Tú me amas de manera
incondicional. Gracias Señor por amarme tanto.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

• Señor y Dios nuestro, concédenos imitar la constancia del obispo san Eusebio de
Vercelli en la defensa de la divinidad de Cristo, para que, perseverando en la fe que él
nos enseñó, merezcamos participar de la vida de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo.
• Oh, Dios, que hiciste brillar a san Pedro Julián Eymard por un amor admirable hacia los
santos misterios del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, concédenos en tu bondad recibir
la misma riqueza que él encontró en este divino sacramento. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Oh Dios, Padre bondadoso y compasivo: Tú enviaste a tu Hijo Jesucristo para alimentar
a todos los que tienen hambre, material o espiritual. Haznos compasivos para con todos
los pobres de nuestros días. Enséñanos a verlos y ser sensibles a sus necesidades, a
sufrir con ellos, a compartir sus angustias, a vendar sus heridas y a calmar sus hambres
y ansiedades. Danos fortaleza para hacer todo esto en virtud de la fuerza que Jesús nos
da en cada Eucaristía, al dársenos como incomparable alimento. Te lo pedimos por el
mismo Cristo, nuestro Señor.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Números 11,4b-15

Solo no puedo cargar con este pueblo.


4 En aquellos días, los israelitas se pusieron a llorar diciendo: -¡Ojalá tuviéramos carne
para comer!
5 ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos y
melones, de los puerros, cebollas y ajos!
6 y ahora languidecemos, pues sólo vemos maná.
7 El maná era como la semilla del coriandro, y su color, como el del bedelio.
8 El pueblo se esparcía para recogerlo, y lo molían en molinos o lo machacaban en el
almirez. Después lo cocían en una caldera y hacían tortas que sabían a pasta amasada
con aceite.
9 Cuando el rocío caía sobre el campo por la noche, caía sobre él el maná.
10 Oyó Moisés cómo el pueblo se quejaba, reunido por familias a las puertas de las
tiendas, provocando gravemente la ira del Señor, y muy contrariado se dirigió al Señor
diciendo:
11 -¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué me has retirado tu confianza y echas
sobre mí la carga de todo este pueblo?
12 ¿Acaso lo he concebido yo o lo he dado a luz para que me digas: «Llévalo sobre tu
regazo como lleva la nodriza a su criatura y condúcelo hacia la tierra que prometí a sus
padres?
13 ¿Dónde puedo yo encontrar carne para todo este pueblo, que viene a mí llorando y
me dice: «Danos carne para comer»?
14 Yo solo no puedo soportar a este pueblo; es demasiada carga para mí.
15 Si me vas a tratar así, prefiero morir. Pero si todavía gozo de tu confianza, pon fin a
mi aflicción.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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Meditatio
Este pasaje lo podríamos orientar, sin lugar a dudas, hacia todos aquellos que han sido
puestos por el Señor para conducir a una comunidad hacia la santidad (padres de
familia, ministros, supervisores, maestros). Moisés, a pesar de ser un hombre de gran
santidad y de llevar una comunión y comunicación estrecha con Dios, siente el peso de
tener que "cargar" continuamente con aquellos que, encomendados a su cuidado, por el
cansancio del camino, se rebelan contra el proyecto de salvación, convirtiéndose en un
lastre difícil de llevar.
Sin embargo, como puedes ver en tu Biblia, Dios no abandonó a Moisés, dándole al
pueblo lo que pedía y ayudando a Moisés a conducir al Pueblo hasta las puertas de la
tierra prometida. Pues, de igual manera, si tú te sientes cansado y piensas que es
mucha la carga que Dios te ha puesto para llevar a la santidad y a la vida del Reino a
aquellos que él te ha encomendado, clama al Señor.
Recuerda siempre que no estás solo, que Dios y su infinito poder te acompañan y son el
instrumento para que puedas realizar, lo que él mismo te ha pedido. No desfallezcas,
haz tu parte humana, y pide al Señor los elementos y recursos que necesitas. Él no te
abandonará, y escuchará con amor tu súplica.
Oratio
Señor, te doy las gracias por esta comunidad que me has encomendado, confío en que,
como a Moisés, tú me darás también todo lo necesario para conducirlos seguros por el
camino de la santidad, pero sobre todo, que tú me darás consuelo y descanso en las
horas pesadas, en los momentos de pasar por desiertos.
Actio
Pediré al Señor, como el rey Salomón, la sabiduría para saber gobernar y dirigir a cada
persona que Dios ha puesto bajo mi responsabilidad.
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• Reemprendemos el camino de Israel por el desierto. El pueblo, liberado de la


esclavitud de Egipto, está cansado. No ha llegado aún a la tierra prometida. El desierto
se convierte en el lugar de la tentación y de la prueba, de la murmuración y de la
revuelta. Más que tener la mirada puesta en la salvación obtenida y en el don recibido
de Dios, mira hacia atrás con nostalgia, hasta adoptar la inverosímil actitud de añorar
los alimentos que comían en Egipto. ¡Mejor esclavos en Egipto que libres en el desierto
con el maná de Dios! Un alimento ligero que sabía a pasta amasada con aceite y no
llenaba el estómago; un pueblo descontento, prácticamente incapaz de reconocer los
dones de Dios: la libertad y el alimento que viene del cielo.
Y con el pueblo, precisamente porque está ligado visceralmente a su destino, aparece la
profunda crisis de Moisés, el caudillo decepcionado por su gente, que se queja a Dios. Es
la suerte del mediador que debe identificarse con el destino de su pueblo y permanecer
fiel a su Dios. La oración de Moisés, que anticipa los lamentos del salmista y de los
profetas, es significativa también por su realismo. El amigo de Dios también puede
enfadarse con él. Y es que el pueblo es del Señor, no de Moisés. Por esa razón, el audaz
lamento del caudillo de Israel pone en tela de juicio, como una razón extrema, la
fidelidad paterna y materna de Dios. Moisés le pide a Dios, de una manera indirecta, que
sea padre y madre del pueblo que ha engendrado.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

La prueba de la fe. Números 11, 4b-15. Una parte del libro de los Números cuenta la
larga marcha del pueblo de Dios desde el Sinaí (cap. 10) hasta su llegada a la orilla del
Jordán o llanura de Moab, frente a Jericó (cap. 22). El enfoque del relato es religioso,
como se constata en la simplificación del marco geográfico, que sirve de base a una
reflexión profunda sobre la experiencia del desierto. A este respecto, podemos decir que
la travesía del desierto aparece "como un período de puesta a punto cuyos hechos más
sobresalientes son crisis a menudo dramáticas". El libro de los Números revela los
favores con que el pueblo elegido ha sido colmado, al mismo tiempo que subraya su
pecado y el castigo que tuvo como consecuencia de éste. Por ello, los cuarenta años que
permaneció en el desierto aparecen como un tiempo de purificación, que costó la vida a
toda una generación, de forma que, una vez solo y convertido en un pueblo totalmente
purificado, pudo alcanzar la Tierra prometida.
Pero ¿cuál es el pecado del que se habla en el relato? Es el que indica la reflexión, tanto
judía como cristiana. El pueblo prefirió los alimentos terrestres a los que Dios les daba.
La aventura del desierto le daba miedo, y hubiera querido recuperar la humillante
seguridad que le ofrecía Egipto. La prueba del desierto fue un combate entre el
materialismo y la fe, cuya prenda era la libertad. La oración de Moisés nos lo demuestra,
desgarrado por este conflicto, a la vez totalmente descorazonado y conservando, no
obstante, intacta su confianza en Dios.
El salmo 80 ilustra el hecho de que la estancia en el desierto fue un tema de reflexión
permanente para Israel. Este salmo contiene toda una requisitoria contra los que han
roto la alianza del Sinaí; debe de reflejar las tradiciones del santuario de Siquem.
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1. Del hambre al hastío


1.1 ¡Otra vez el pueblo hebreo quejándose! Antes era por hambre, ahora por hastío.
Primero no encontraban qué comer, ahora les fastidia comer siempre lo mismo.
1.2 Hambre y hastío son también dos palabras que resumen mucho de la situación de la
economía del mundo. Cuatro quintas partes del mundo sufren hambre y una quinta
parte sufre hastío. Quizá las proporciones sean incluso peores que esto.
1.3 El hambre lleva a la desesperación; el hastío lleva a la náusea. El hambre termina
despertando al monstruo de la guerra; el hastío termina arrojándose en la vorágine del
suicidio. El hambre quiere arrancar sus bienes al rico; el hastío nos vuelve insensibles al
clamor del pobre.
1.4 ¡Líbrenos Dios del hambre, pero rompa también las cadenas del hastío!
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Israel al sentir el hambre, pide comida. Saciados y hartos del maná, piden carne.
Protestan ante Moisés y éste se dirige a Dios. La oración de Moisés en este pasaje es
una de sus más emotivas intercesiones ante Dios a favor del pueblo. A estas quejas
responde Dios con una doble promesa: el problema de la comida será resuelto con la
bandada de codornices; el problema del peso del pueblo será aliviado con la
participación de un senado compuesto de setenta ancianos.

✞ ✞ ✞ Salmo

Salmo
Sal 80,12-13.14-15.16-17
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón
obstinado, para que anduviesen según sus antojos.
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! En un momento
humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con
flor de harina, te saciaría con miel silvestre.
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza

✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Mateo 14,13-21

Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos;
los discípulos se los dieron a la gente.
En aquel tiempo,
13 Jesús, al enterarse de lo sucedido, se retiró de allí en una barca a un lugar tranquilo
para estar a solas. La gente se dio cuenta y le siguió a pie desde los pueblos.
14 Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gran gentío, sintió compasión de ellos y curó a
los enfermos que traían.
15 Al anochecer, sus discípulos se acercaron a decirle: -El lugar está despoblado y es ya
tarde; despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.
16 Pero Jesús les dijo: -No necesitan marcharse; dadles vosotros de comer.
17 Le dijeron: -No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
18 Él les dijo: -Traédmelos aquí.
19 Y después de mandar que la gente se sentase en la hierba, tomó los cinco panes y
los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, se los
dio a los discípulos y éstos a la gente.
20 Comieron todos hasta hartarse, y recogieron doce canastos llenos de los trozos
sobrantes.
21 Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

Papa Francisco, Audiencia general 17-agosto-2016


Vivir la comunión con Cristo es otra cosa distinta a permanecer pasivos y ajenos a la
vida cotidiana; por el contrario, nos introduce cada vez más en la relación con los
hombres y las mujeres de nuestro tiempo, para ofrecerles la señal concreta de la
misericordia y de la atención de Cristo. Mientras nos nutre de Cristo, la Eucaristía que
celebramos nos transforma poco a poco también a nosotros en cuerpo de Cristo y
nutrimento espiritual para los hermanos. Jesús quiere llegar a todos, para llevar a todos
el amor de Dios. Por ello convierte a cada creyente en servidor de la misericordia. Jesús
ha visto a la muchedumbre, ha sentido compasión por ella y ha multiplicado los panes;
así hace lo mismo con la Eucaristía. Y nosotros, creyentes que recibimos este pan
eucarístico, estamos empujados por Jesús a llevar este servicio a los demás, con su
misma compasión. Este es el camino.
Evangelio del día: “Denles de comer ustedes mismos”
Este breve texto del Papa Francisco te ayudará a profundizar en el sentido del Evangelio:
¿De dónde nace la multiplicación de los panes? La respuesta se encuentra en la
invitación de Jesús a los discípulos “Denles ustedes”, “dar”, compartir. ¿Qué cosa
comparten los discípulos? Lo poco que tienen: cinco panes y dos peces. Pero son
justamente esos panes y esos peces que en las manos del Señor sacian el hambre de
toda la gente. Y son justamente los discípulos desorientados ante la incapacidad de sus
posibilidades, ante la pobreza de lo que pueden ofrecer, los que hacen sentar a la
muchedumbre y distribuyen – confiándose en la palabra de Jesús – los panes y los peces
que sacian el hambre de la multitud. Y esto nos indica que en la Iglesia pero también en
la sociedad existe una palabra clave a la que no tenemos que tener miedo: “solidaridad”,
o sea saber `poner a disposición de Dios aquello que tenemos, nuestras humildes
capacidades, porque solo en el compartir, en el donarse, nuestra vida será fecunda, dará
frutos. Solidaridad: ¡una palabra mal vista por el espíritu mundano!
Solitario
A veces es bueno, muy bueno, que vayas tú solo, a un lugar solitario, y allí reces a Dios
Padre que te creó y que te ama tanto, y uniéndote a lo que eres, hijo de Dios, descanses
en la paz de ser amado y valorado, por quien eres.
Dios Padre espera mucho de ti, por esto Dios Hijo Jesucristo te dio a su Madre, la Virgen
María, para que tú tengas también una buena Madre, que está pendiente de ti, día y
noche, esperando que seas siempre bueno, como lo fue, como lo es, tu Hermano Jesús,
Dios Hijo, ¡el Cristo!
Tienes una familia, una verdadera familia: Padre, Madre y Hermano, y tienes sirvientes:
los Ángeles de la guarda. No eres tú un “don nadie”, ni tú, ni NADIE.
Paz.
Fe.
P. Jesús

1 Contexto. La palabra se ilumina.


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Alimentación de cinco mil personas (14, 13-21). Cf. Mc 6,30-44; Lc 9,10-17.


Encontramos otro milagro de alimentación en 15,32-39.
Mt relaciona este episodio con la muerte de Juan Bautista y la retirada de Jesús de
Galilea. Mc lo asocia con el regreso de los Doce de su misión y un retiro a la soledad
para descansar. El escenario no está claro en ninguno de los tres sinópticos.
13. al enterarse Jesús de lo sucedido: La muerte del Bautista es la causa del retiro
de Jesús; cf. Mc 6,30.31.
Un lugar desierto: No se identifica ni puede decirse con certeza que estaba cerca de la
orilla oriental del mar de Galilea. Sin embargo, se hallaba lo bastante cerca de algunas
aldeas como para que fuera posible comprar víveres; en consecuencia, el paraje no es
«el desierto» en sentido técnico, de las ciudades: No se dan los nombres de las ciudades
de que procedían estas multitudes que siguen a Jesús, pero puede suponerse que se
alude a las situadas cerca de la orilla del mar de Galilea.
14. curó a los enfermos: La compasión de Jesús conduce a la curación, no a la
enseñanza como en Marcos. Hay contraste con Mc (6,30), que habla de enseñanza.
15. No es verosímil que fueran muchos los que dejaran sus casas para ausentarse todo
un día sin llevar consigo algún alimento. El moderno campesino palestinense no sería
tan poco previsor.
16. dadles vosotros de comer: Jesús forma a sus discípulos en la autoconfianza, para
que tomen la iniciativa y sean dirigentes (cf. v. 19).
17. sólo cinco panes y dos peces: La cantidad mencionada ni siquiera hubiera sido
suficiente para Jesús y los Doce.
Dos peces: Dado que el pescado no se ajusta al trasfondo eucarístico, Mateo sólo lo
mencionará una vez más, mientras que Marcos lo menciona tres veces.
19. bendijo, partió, dio: Ritual cotidiano de la comida judía; pero la fórmula apunta
hacia la última cena (26,26). Los discípulos actúan como mediadores entre Jesús y la
gente.
El ceremonial con que Jesús bendice y distribuye los alimentos es una anticipación de la
última Cena (26,26).
20. Los Doce distribuyeron los alimentos y recogieron las sobras, un canasto por cada
uno de ellos. Mt eleva el número de personas: 5.000 hombres, mencionados en Me
6,44, aparte las mujeres y niños, cuyo número no se da. El número es probablemente
exagerado y, en todo caso, no es resultado de un recuento en forma; la tradición oral
tiende a abultar estas cantidades.
No se menciona aquí la habitual nota del asombro que sigue a los milagros. El episodio
se narra no tanto por lo que tiene de maravilloso como por ser un símbolo y una
anticipación de la eucaristía y del banquete mesiánico (cf. 8,11-12). La asociación con la
eucaristía es más explícita en Jn 6, donde la multiplicación de los panes va seguida del
sermón eucarístico de Juan. Es un signo y un símbolo mesiánico que tendrá su
cumplimiento en el verdadero banquete mesiánico, la eucaristía.
Mateo ha abreviado aquí menos que en otros pasajes; pero sus recortes consistentes en
omitir algunos detalles y condensar el diálogo, tienen el efecto de realzar la significación
simbólica del incidente. La excepción es su omisión de Mc 6,39-40.
20. todos comieron: La gente representa a todo Israel reunido por Jesús.
Doce cestos: Los Doce representan a las doce tribus bajo los doce discípulos (cf.
19,28).
21. sin contar mujeres y niños: El añadido de Mateo es muy importante, porque el
número total podría muy bien rondar los 20 ó 30 mil; ocurrirá de nuevo lo mismo en
15,38. Puesto que la población total de Palestina, en esta época, se estimaba en torno al
medio millón de personas, a Jesús se le presenta como aquel que da comida a un diez
por ciento del total. Esta perspectiva le da a los dos relatos de alimentación un carácter
social que los hace diferentes de los relatos de curación. Además del milagro de
naturaleza y el moral (la gente compartió sus provisiones y así todos tuvieron más que
suficiente), debemos ver también el milagro social. Los acontecimientos se describen
como evocación de Ex 16, Nm 11 (el maná y las codornices), así como también 2 Re
4,1-7.42-44 (Eliseo multiplicando el aceite y el pan). Mientras que en nuestro texto es
Israel el destinatario del milagro, el duplicado del cap. 15 se considera, frecuentemente,
como representativo de la alimentación de los gentiles. Así como esta alimentación
anticipa la eucaristía, ésta, a su vez, anticipa también el banquete mesiánico del reino.
www.santaclaradeestella.es

• El fragmento evangélico presenta a Jesús en medio del trabajo cotidiano de su


ministerio: entre la soledad del desierto y la presencia en medio de las muchedumbres;
entre el diálogo con el Padre, en el desierto, y el ministerio de la evangelización. Mateo
subraya asimismo el aspecto subjetivo de la experiencia de Jesús, su compasión, que se
hace efectiva a través de la manifestación concreta de una salvación que sale al
encuentro de los deseos de quienes le siguen y esperan un milagro de él. Jesús, médico
del cuerpo y del espíritu, cura a los enfermos (v. 14).
En medio del desierto, o bien en algún lugar solitario, fuera de los pueblos y de las
ciudades, se presenta un problema humano, muy concreto: dar de comer a la
muchedumbre de gente que le sigue. Enviarlos a sus casas es la respuesta obvia de los
discípulos. Darles de comer la respuesta del corazón de Cristo. Ésa es también la
respuesta de su omnipotencia de Mesías. Cinco panes y dos peces, sólo para comenzar,
constituyen la base para un insólito milagro de multiplicación de los alimentos, un
milagro destinado a saciar a una muchedumbre de más de cinco mil personas (v. 21).
Aparece aquí todo el sabor de una comida sagrada, de una comunión viva con Jesús, el
Mesías, y, a través de él, con el Dios de la creación y de la vida. La acción de Jesús,
típica de la tradición judía de la comida sagrada, que es reconocimiento del don de Dios,
es litúrgica y eucarística: toma con sus manos los panes y los peces; pronuncia la
bendición u oración de acción de gracias; parte los panes y los distribuye a los
discípulos, que aprenden de Jesús el gesto del reparto. Una acción simbólica, un hecho
real de largo alcance. Una acción que tiene que ver con nuestra eucaristía diaria, pan
partido y multiplicado en todo el mundo.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

Todos los evangelistas refieren este acontecimiento extraordinario, clasificado por los
exegetas en el género literario de los «milagros de donación». El relato evangélico
-modelado sobre el de Eliseo (2 Re 4,42-44)- ha tomado una enorme resonancia en la
tradición eclesial, y en la narración mateana -mucho más concisa respecto a la de
Marco- el milagro se revela como una auténtica «teofanía» ante los discípulos todavía
titubeantes. Se les invita a creer cada vez más firmemente en el poder sobrenatural de
Jesús y -consecuencia de la fe- a compartir con los otros los dones recibidos para crear
comunión.
En el relato se pueden señalar fácilmente tres vetas de significado diferentes, aunque la
Palabra en cuanto tal no cesa nunca de enriquecerse con valores simbólicos que la hacen
inagotable. Hay, en primer lugar, un sentido mesiánico por el que el milagro puede ser
considerado como la realización del don del verdadero maná (cf. Ex 16,4-35): Jesús es
el nuevo Moisés que sacia el hambre de la multitud de peregrinos en camino, a través
del desierto de la vida, hacia la verdadera Tierra Prometida. Éste es el aspecto
subrayado en particular en el pasaje paralelo del evangelio según Juan, donde se dice
que Jesús, reconocido como Mesías y buscado por la muchedumbre para hacerlo rey, se
aleja: aceptará reinar únicamente desde lo alto de la cruz.
En segundo lugar, aparece el sentido eclesial: Jesús implica a sus discípulos en el
milagro, pidiéndoles su colaboración en la distribución de los panes y los peces
bendecidos por él a la muchedumbre (v. 19). Son ya una imagen viva de la Iglesia que
continuará, en todos los lugares y en todos los tiempos, anunciando el Evangelio y
distribuyendo el «pan de la vida», la eucaristía.
Por último, son muchos los elementos lingüísticos que ponen de relieve el sentido
eucarístico del milagro; nótese, por ejemplo, el uso de los verbos «tomar», «bendecir»,
«partir», «dar», así como el recuerdo contenido en la expresión «al anochecer» (v. 15),
que es igual a la empleada por Mateo para introducir el relato de la institución de la
eucaristía durante la última cena. El gran milagro anticipa, por tanto, para las
muchedumbres el reconocimiento de Jesús como Pan vivo bajado del cielo para saciar el
hambre humana, de suerte que todos puedan tomar no sólo lo que necesitan, sino
recoger también «doce canastos llenos de los trozos sobrantes» (v. 20): en este detalle
particular se entrevé ya la dimensión misionera de la Iglesia.
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Mateo 14: El contexto


Capítulo 13 termina con el rechazo de Jesús en Nazarea. Capítulo 14 empieza con la
historia de la decapitación de Juan Bautista a manos de Herodes Antipas. En 14:1-2,
Herodes oye de Jesús y concluye que él es Juan Bautista resucitado. Aunque que no
amenaza con matar a Jesús, como hizo con Juan, esa posibilidad existe en estos
versículos. 14:3-12 es un recuerdo que cuenta la historia de la fiesta de cumpleaños de
Herodes – del complot de Herodías – la danza de la hija – la promesa de Herodes – y la
cabeza de Juan en un plato.
¡Qué contraste entre el banquete de Herodes y la comida que Jesús provee para los
cinco mil! La fiesta de Herodes se caracteriza por su opulencia – la comida de Jesús, en
cambio, se caracteriza por el pan, la comida más básica. La fiesta de Herodes se
caracteriza por odio – la comida de Jesús, en vez, por compasión. La fiesta de Herodes
termina en muerte – la comida de Jesús sostiene vida. El contraste no podía ser más
intencionado o completo.
Mateo 14:13-21: La alimentación de los cinco mil
Este milagro es el único documentado en los cuatro Evangelios (véase Marcos 6:35-44,
Lucas 9:12-17; y Juan 6:1-14), un hecho que habla volúmenes de la importancia de la
temprana iglesia. La alimentación de los cuatro mil está documentado en Mateo 15:32-
39 y Marcos 8:1-10. Los seis relatos “parecen ser una variación de la misma tradición”
(Johnson, 429).
Estas alimentaciones recuerdan al milagro de Eliseo en 2 Reyes 4:42-44). En esa
historia, Eliseo solo tenía veinte panes de cebado para alimentar a cien personas.
Cuando mandó a su criado distribuir el pan, el criado protestó, “¿Cómo he de poner esto
delante de cien hombres?” Eliseo repitió su mandato, prometiendo, “Comerán y
sobrará.” El criado distribuyó el pan; la gente comió – y sobró, tal como había
prometido. La unión entre las dos historias es aún más fuerte con la mención de los
panes de cebado en Juan 6:9. Vale la pena anotar que ambos Eliseo y Jesús incluyeron a
otros (el criado de Eliseo y los discípulos de Jesús) para cumplir sus milagros.
Estas alimentaciones también recuerdan al maná en el desierto (Exod. 16; Num. 11).
Como Moisés, Jesús ha cruzado el agua hacia el desierto. Como Moisés, está rodeado de
gente hambrienta. “Claramente, Mateo pretende crear paralelos entre Jesús y Moisés,
pero, sobrepasándole a Moisés como el que trae una nueva época” (Pfatteicher, 79-80).
En el Evangelio de Juan, Jesús hace esta conexión aún más explícita cuando se refiere al
maná en su discurso del Pan del cielo después de la alimentación de los cinco mil (Juan
6:31, 49).
La alimentación de los cinco mil es una historia de compasión. Jesús vio a la
muchedumbre, sintió compasión por ellos, y sanó aquéllos que estaban enfermos (v. 4).
También es una historia eucarística. “Éste es su significado principal en el Cuarto
Evangelio, pero es evidente en los Sinópticos también” (Craddock, 391).
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Mateo 14:13-14: Jesús sintió compasión de ellos


Mateo no explica la razón por la que Jesús se aparta.
• Puede ser temor. Herodes pensaba que Jesús era Juan Bautista resucitado y dijo, “por
eso virtudes obran en él” (14:1-2). Por lo tanto, Herodes podía concluir que también era
necesario matarle a Jesús. La palabra “apartar” (griego: anechoresen) ocurre cinco
veces en los capítulos anteriores, cada vez como una respuesta al peligro. Los Reyes
Magos se apartaron por otro camino (2:12). José se apartó a Egipto (2:14). José se
apartó a Galilea (2:22). Jesús se apartó cuando Juan fue arrestado (4:12), y cuando los
fariseos conspiraron para matarle (12:14) (Van Harn, 82-83). Sin embargo, mientras
que Jesús tenga razón de temer, no le vemos actuar con temor y no existe razón para
creer que temor es lo que le motiva aquí. Uno no debe temer confrontaciones violentas.
Prudencia no es cobardía.
• Puede ser cuestión de tiempo. En otra ocasión, Jesús escogió no ir a Jerusalén porque
“mi tiempo aun no es cumplido” (Juan 7:8). Jesús vino a morir, pero existe una hora
para morir y todavía no es la hora para Jesús.
• Puede ser lamentación por la muerte de Juan. Juan era su pariente y más que un
pariente. Había venido para prepararle el camino a Jesús y, pidiéndoselo Jesús, le había
bautizado. Era un buen amigo, un colega de confianza, y un miembro de la familia.
Aunque Jesús pueda poner la muerte de Juan en un contexto más grande, el recuerdo
de Herodes de la muerte de Juan seguro que le hace lamentar. Si puede sentir
compasión por la muchedumbre (v. 4), también puede lamentar la muerte de su amigo.
La mención poco favorable de Jesús por parte de Herodes sigue los pasos del rechazo de
Jesús en Nazarea (13:54-58) – una situación negativa que acentúa otra. Seguramente,
Jesús necesita tiempo solo – tiempo para lamentar – tiempo para sanar – tiempo para
prepararse.
¡Qué frustración necesitar tiempo solo y serlo negado! Jesús tiene buenos motivos para
estar enfadado con la muchedumbre por interrumpir su soledad. En vez, siente
compasión por ellos y sana a sus enfermos (griego: arrostous – miserables).
Mateo 14:15-17: No tenemos nada
Igual que Jesús sintió compasión por la muchedumbre en v. 4, los discípulos sienten
compasión en v. 5. Seguro que ellos tienen hambre también, y pueden imaginar la
miseria que espera a la gente a no ser que alguien tome acción. Su acercamiento a
Jesús es un tanto inusual. No se dirigen a Jesús como Señor, sino que explican lo obvio,
“El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado” – y proponen una orden “despide las
gentes.” Dan por hecho que Jesús está tan involucrado en su ministerio que no se da
cuenta de que está anocheciendo. Sienten la responsabilidad de recordarle de la realidad
– y que él actúe de una manera sensible.
Los discípulos se preocupan por la muchedumbre, pero también se preocupan por Jesús.
Una multitud pronto se puede convertir en una muchedumbre agitada si no se maneja
con cuidado. Aunque las cosas no estén tan mal, la buena voluntad que Jesús ha
generado entre la gente desaparecerá si tienen que marcharse hambrientos. Los
discípulos también se preocupan por sí mismos. En una crisis, Jesús les pedirá hacer
algo – y ellos no se pueden imaginar qué es lo que puedan hacer.
Cuando Jesús dice, “dadles vosotros de comer,” la palabra “vosotros,” es enfático en
griego. “Cristo no alimentó a la multitud sin el instrumento humano. El pan no bajó del
cielo como maná, sino por obra y caridad de una mano humana” (Buttrick, 431). La
obediencia de los discípulos para este milagro era tan importante como nuestra
obediencia para el reino hoy. Cristo toma nuestra contribución, por modesta que sea, y
la hace suficiente.
“Jesús a menudo toma lo que le traemos y lo multiplica… Cuando Moisés insistió que él
necesitaba una señal para llevar con él, Dios le pidió lo que ya tenía en la mano y lo
transformó (Ex 4:1-3), hasta que usando solamente una vara de pastor para partir el
mar (Ex 14:16). Cuando una viuda necesitaba ayuda monetaria, Eliseo le preguntó qué
era lo que tenía en casa; ella respondió que solo tenía una pequeña cantidad de aceite,
entonces, él la mandó a buscar tarros prestados en los que echar el aceite y después lo
multiplicó hasta que todos los tarros estuvieron llenos (2 Reyes 4:1-7). Aunque Dios
creó el universo de la nada, él normalmente toma las cosas ordinarias de nuestras vidas
y las transforma en su honor” (Keener, 254).
“Dadles vosotros de comer” continúa siendo un reto para cristianos hoy. Vivimos en un
mundo lleno de gente hambrienta y rezamos para que Jesús haga algo. El responde,
“Dadles vosotros de comer.” La iglesia a menudo cumple con el reto, proveyendo
comida, ropa, alojamiento, y cuidado médico para gente en las zonas remotas del
mundo.
Los discípulos responden, “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.” No enfatizan
lo que tienen, en vez, enfatizan lo que no tienen. No ven posibilidades, sino problemas.
Su estimación es perfecta. Los discípulos tienen cinco panes y dos peces – siete cosas –
suficiente para una familia – pero la multitud se extiende hasta el horizonte. No solo han
estimado la cantidad de comida correctamente, pero también aciertan en su estimación
de Jesús. El, obviamente necesita alguien que le confronte – para devolverle los sentidos
– para que vuelva a la realidad. “Despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y
compren para sí de comer.” Actúa ahora, antes de que la situación se ponga fea.
¡Termina el día en una nota positiva, Jesús! ¡Termínalo ahora!
“La duda de los discípulos en la habilidad de Jesús… les trae peligrosamente cerca del
pecado de la generación del desierto (quien preguntó) ‘¿Puede Dios preparar una mesa
en el desierto?’” (Bruner, 531).
Siempre nos sentimos tentados a creer, como hicieron los discípulos, que no tenemos
nada que ofrecer al enfrentarnos con necesidades abrumadoras. Millones de personas
están hambrientas, y solo podemos ofrecer una caja pequeña de comida enlatada.
Millones de personas están infectadas con el SIDA, y no tenemos más que ofrecer sino
unos cuantos dólares. Millones de personas pierden sus casas y la manera de ganarse la
vida a la guerra o a un desastre natural, y no tenemos más que ofrecer excepto
oraciones y unas cuantas mantas.
En tales situaciones estamos dispuestos, o a la desesperación o a diferir al Gobierno
grande – que es, en la mente de mucha gente hoy, el verdadero Poder más alto. La
iglesia es pobre, pero el Congreso tiene mucho – quizá podamos cumplir nuestra
obligación convenciendo a políticos que hagan algo. Hay un problema práctico con este
método. Burócratas y tiranos absorben mucho del gobierno. En muchos casos, poca
ayuda llega a poca gente. Otro problema es teológico. ¿En quién creemos de verdad?
¿Dónde creemos que se encuentra el poder verdadero?
Mateo 14:18-21: Y comieron todos, y se hartaron
“Traédmelos acá.” En manos de los discípulos, cinco panes y dos peces no es mucho,
pero hay otras manos aquí – las manos de Jesús. Si Jesús puede tocar a un leproso y
sanarlo, quizá él pueda hacer algo con esta mísera cantidad de comida. Los discípulos
han sumado cinco más dos y han llegado a siete. Deben aprender a contar hasta ocho.
Deben incluir a Jesús en la ecuación (Bruner, 528).
Estas palabras son importantes para la iglesia hoy. La mayoría de iglesias lucha por
mantener sus puertas abiertas y sus cuentas pagadas. ¿Cómo podemos hacer algo
significante para aliviar el hambre mundial – o el SIDA – o los otros numerosos
problemas horribles que existen? Decimos, “Solo tenemos siete dólares.” Jesús dice,
“Traédmelos acá.” Nosotros también debemos aprender a contar a ocho.
“Tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo, y partió y
dio los panes a los discípulos, y los discípulos a las gentes” (v. 19). Jesús toma acción
cuando los discípulos le traen los cinco panes y dos peces. Hace más que compartir el
dolor de la muchedumbre – les alimenta. Primero, les pide que se sienten en la hierba.
Después levanta los ojos al cielo y bendice y parte los panes. Después, reparte los panes
(pero no los peces) entre los discípulos. Hasta este punto, no hay indicación de que un
milagro ha tomado lugar.
Cuando Jesús da las gracias por el pan y lo parte para ser distribuido, está haciendo lo
que un hombre judío típicamente haría para su familia al comenzar la comida.
Los discípulos reparten el pan, y “todos comieron y se hartaron” (v. 20). Ésta es la
primera indicación de que ha ocurrido algo especial. “La declaración del milagro
verdaderamente se encuentra…en la observación que…‘todos comieron y se hartaron.’ El
último verbo (xortazein) implica estar verdaderamente saciado; ya ha sido usado con
asociaciones claramente escatológicas en 5:6. El milagro en este sentido anticipa la edad
mesiánica en la que los hambrientos han de ser alimentados (cf. Lucas 1:53; 6:21).
Bendición mesiánica también parece ser la intención en la abundancia de comida”
(Hagner).
“Alzaron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas” (v. 20). “Las doce cestas de
comida que sobró, como los mismos doce discípulos, seguramente simbolizan las doce
tribus de Israel, sugiriendo provisiones para toda Israel” (Gardner). En el milagro de
maná, no se permitía guardar sobras pero Jesús, más grande que Moisés, hace que los
discípulos reúnan doce cestas de comida después de quedar todos saciados.
No hay mención de maravilla por parte de la muchedumbre. Quizá no están enterados
de que ha tomado lugar un milagro. Ni tampoco hay mención de maravilla por parte de
los discípulos – no saben que Jesús, de alguna manera, ha multiplicado la poca comida
que le habían traído.
La característica eucarística de la fiesta es evidente en los verbos. Jesús tomó, bendijo,
partió y dio. “Sorprendentemente, solo son los panes (y no los peces) que son
específicamente repartidos a los discípulos para distribuir (14:19). La posición arreglada
de la gente, la oración de invocación y bendición, el acto litúrgico de partir el pan, el
paralelo inmediato a la muerte de Juan Bautista – todas estas acciones son pistas
inequívocas que señalan a la celebración de la Última Cena del Señor” (Brueggemann,
433).
Boring (p. 324) sigue los paralelos entre el relato de Mateo de La alimentación de los
cinco mil y su relato de la Última cena del Señor en capítulo 26. Estos paralelos son
imponentes:
14:15 “cuando fué la tarde del día”
26:20 “como fué la tarde del día”
14:19 “recostarse” (griego: anaklithenai)
26:20 “se sentó a la mesa” (griego: anekeito de la misma raíz que anaklithenai)
14:19 “Tomando los cinco panes”
26:26 “tomó Jesús el pan”
14:19 “bendijo”
26:26 “y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos”
14:19 “partió y dio los panes a los discípulos”
26:26 “y lo partió, y dio a sus discípulos”
14:20 “comieron”
26:26 “comed”
14:20 “todos”
26:27 “todos”
El motivo eucarístico continúa hasta después haber servido la comida. Los discípulos no
solo distribuyen el pan, sino que también coleccionan las sobras después de la comida.
Algunos eruditos tratan esto como buena administración de las preciosas sobras, pero
tiene más sentido si pensamos de ello como un gesto respetuoso (anticipatorio) de
preocupación por el cuerpo roto de Jesús.
Esta historia nos deja preguntando qué pasó de verdad. Se han propuesto varias
interpretaciones:
• Éste es un milagro de abundancia. Jesús tomó una pequeña cantidad de comida y la
multiplicó muchas veces con el poder de Dios.
• Los paralelos con la alimentación de Israel por el maná en el desierto son importantes.
“Tradición judía había llegado a creer que el Mesías repetiría este milagro de abundancia
de comida en una escala aún más grande… De nuevo, vemos pruebas que Jesús está
creando un nuevo Israel de aquéllos que le siguen y presagiando el banquete mesiánico
(como también en 22:1-13; 26:29). Por lo tanto, él debe ser el Mesías” (Blomberg).
• Algunos eruditos creen que el tono eucarístico de la historia sugiere que ésta es una
comida eucarística, con solo porciones simbólicas de comida. Sin embargo, es difícil
reconciliar esto con el comentario “y comieron todos y se hartaron,” que parece
enfatizar la abundancia de comida.
• Algunos eruditos anotan el compromiso del niño en Juan 6:9, y proponen que este
gesto de generosidad inspiró a otros a compartir comida que habían traído – resultando
en abundancia para todos. Mirándolo de esta manera, la comida siempre estuvo ahí, y lo
único que se necesitó fue una chispa para iniciar la generosidad necesaria. Es una idea
atractiva en el sentido que afirma el poder de compartir. Sin embargo, hay varios
problemas con esta interpretación. Primero, el niño solo se menciona en uno de los
cuatro Evangelios. Si su gesto fuese importante para comprender esta historia, seguro
que los Sinópticos le incluirían en sus relatos. Segundo, esta interpretación parece
motivada por una incomodidad con lo supernatural. Si explicamos lo supernatural en la
Biblia hasta que ya no exista, no nos quedaría mucho. Tercero, el relato de Mateo
claramente enfatiza el gran número de personas, la necesidad de grandes cantidades de
comida, y el gran milagro que cumple con esa necesidad.
Hare dice que la segunda y tercera interpretación “apenas hacen justicia a la historia en
los Evangelios, que pretenden relatar un evento supernatural” (Hare, 165). Las
verdaderas preguntas son: ¿Qué pensamos de los milagros? – ¿Qué pensamos de Dios?
¿Creemos que Dios interviene en nuestro mundo? Si es así, ¿hay alguna razón para
creer que Jesús no proveyera cantidades masivas de comida para alimentar esta
muchedumbre? Si Dios no interviene, ¿queda la resurrección inválida igual que quedan
los milagros? Si es así, ¿qué nos queda como núcleo de nuestra fe?
Fuera lo que fuera, ¡fue verdaderamente asombroso! Aún antes, la historia ya establece
que existe una crisis inminente para la cual los discípulos no tienen solución. Al
desarrollarse la historia, la maravilla crece. Solo hay cinco panes y dos peces, pero
“todos comieron y se hartaron.” ¡Asombroso! No nos podemos imaginar cómo fueron
saciados – excepto por la gracia de Dios. Y después vemos que los discípulos reunieron
doce cestas de sobras – más de lo que tenían al empezar. ¡Asombroso! Y después
vemos que había cinco mil hombres, una muchedumbre verdaderamente grande.
¡Asombroso! Y después vemos que también había mujeres y niños. ¡Asombroso! Quizá
el título de esta historia debe ser La alimentación de los diez mil – o hasta que La
alimentación de los veinte mil.
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Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te
suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como
creador y como guía. Por nuestro Señor.
Del santo Evangelio según Mateo 14,13-21
Reflexión
• El cap. 14 de Mateo, que incluye el relato de la multiplicación de los panes, propone un
itinerario que conduce al lector al descubrimiento progresivo de la fe en Jesús: va desde
la falta de fe por parte de los paisanos de Jesús al reconocimiento del Hijo de Dios
pasando por el don del pan. Los conciudadanos de Jesús están maravillados por su
sabiduría, pero no comprenden que ésta actúa a través de sus obras. Teniendo incluso
un conocimiento directo de la familia de Jesús, de su madre, hermanos y hermanas, no
acaban de aceptar en Jesús sino su condición humana solamente: es el hijo del
carpintero. Incomprendido en su patria, de ahora en adelante Jesús vivirá en medio de
su pueblo al que dedicará toda su atención y solidaridad, curando y alimentando a las
multitudes.
• Dinámica de la narración. Mateo narra fielmente el episodio de la multiplicación del
pan. El episodio está recluido entre dos expresiones de transición en las que se dice que
Jesús se retira “aparte” de las muchedumbres, de los discípulos, de la barca (vv.13-14;
vv.22-23). El v.13 no sólo sirve como transición sino que ofrece el motivo por el que
Jesús se halla en un lugar desierto. Esta estrategia sirve para concretar el ambiente en
el que tiene lugar el milagro. El evangelista centra el relato en la muchedumbre y en la
actitud de Jesús respecto a la misma.
• Jesús se conmueve en su interior. En el momento en que llega, Jesús se encuentra con
una muchedumbre que lo espera; al ver a las muchedumbres se conmueve y cura a sus
enfermos. Es una muchedumbre “cansaba y abatida como ovejas sin pastor” (9,36;
20,34) El verbo que expresa la compasión de Jesús es verdaderamente expresivo: a
Jesús “se le hace pedazos el corazón”; corresponde al verbo hebreo que expresa el amor
visceral de la madre. Es el mismo sentimiento que tuvo Jesús ante la tumba de Lázaro
(Jn 11,38). La compasión es el aspecto subjetivo de la experiencia de Jesús, que se hace
efectiva con el don del pan.
• El don del pan. El relato de la multiplicación de los panes se abre con una expresión,
“al atardecer” (v.15) que también introduce el relato de la última cena (Mt 26,20) y el
de la sepultura de Jesús (Mt 27,57). Por la tarde, pues, invita Jesús a los apóstoles a dar
de comer a la multitud. En medio del desierto lejano de las aldeas y de las ciudades.
Jesús y los discípulos se hallan ante un problema humano muy fuerte: dar de comer a la
numerosa multitud que sigue a Jesús. Pero ellos no pueden abastecer las necesidades
materiales de la muchedumbre sin el poder de Jesús. Su inmediata respuesta es
mandarlos a casa. Ante los límites humanos, Jesús interviene y realiza el milagro
saciando a todos los que lo siguen. Dar de comer es aquí la respuesta de Jesús, de su
corazón que se hace pedazos ante una necesidad humana muy concreta. El don del pan
no sólo es suficiente para saciar a la multitud, sino que es tan abundante que hay que
recoger las sobras. En el v.19b aparece que Mateo dio un significado eucarístico al
episodio de la multiplicación de los panes: “y levantando los ojos al cielo, pronunció la
bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos”; el papel de los discípulos
también queda muy evidente en la función de mediación entre Jesús y la multitud: “y los
discípulos lo distribuyeron a la gente” (v.19c). Los gestos que acompañan al milagro son
idénticos a los que Jesús adoptará más tarde en la “noche en que fue entregado”:
levanta los ojos, bendice el pan, lo parte. De aquí se deduce el valor simbólico del
milagro: puede considerarse una anticipación de la eucaristía. Además, dar de comer a
la multitud por parte de Jesús es un “signo” de que él es el mesías y de que prepara un
banquete de fiesta para toda la humanidad. De Jesús, que distribuye los panes,
aprenden los discípulos el valor del compartir. Es un gesto simbólico que contiene un
hecho real que va más allá del episodio mismo y se proyecta hacia el futuro: el don de
nuestra eucaristía diaria, en la que revivimos aquel gesto del pan partido, es necesario
que sea reiterado a lo largo de la jornada.
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Aunque no están ligadas entre sí de una manera estructural, ambas lecturas dejan
entrever una unidad temática que recorre el mensaje bíblico de hoy.
En la lectura del libro de los Números encontramos un pueblo en camino, sometido al
cansancio y a la prueba; un pueblo al que le resulta fácil ceder a la nostalgia del pasado
cuando no se deja dirigir por el espíritu de fidelidad a la alianza estipulada con YHWH,
sino por ese instinto mucho más fuerte del hambre y del placer que producen los
alimentos, aunque se trate de ajos y cebollas.
El camino de Israel por el desierto fue considerado siempre por los Padres de la Iglesia
un paradigma del itinerario del cristiano y de la Iglesia. El futuro produce espanto; el
alimento «ligero» del espíritu no basta. La nostalgia del pasado está al acecho. El pueblo
no capta la delicadeza de las exigencias de Dios. Todo camino cristiano tiene sus
pruebas. Pero ¡ay del que mira hacia atrás! Al cristiano no le falta el alimento cotidiano,
ni tampoco ese alimento ligero y cotidiano de la Palabra y del pan y el vino eucarísticos.
Pero ¿qué es este alimento ligero para hacer frente a la pesadez de la vida diaria? Sin
embargo, Dios no tiene otro alimento definitivo para darnos.
El episodio evangélico presenta a Jesús, cual nuevo Moisés en el desierto, en medio de
una muchedumbre cansada, hambrienta, enferma, a la que tal vez le cuesta un poco
seguir a un Mesías del que lo espera todo, incluso una liberación política. La respuesta
de Jesús es eficaz, milagrosa. Pero, en el fondo, Jesús no hace milagros cada día. Los
signos que realiza necesitan también ser recibidos con fe, lo mismo que su persona. Por
lo demás, Jesús no vive sino de la comunión diaria con el Padre y de la sencillez con la
que comparte todo con sus discípulos. Y esto es suficiente. En el caso del cristiano, el
maná cotidiano de la Palabra y de la eucaristía es también pan para el camino, viático
para la jornada.
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La prueba de la fe. Mateo 14, 13-21. Presa de compasión hacia la multitud, Jesús cura
a los enfermos que le traen, pero ya no les enseña. En adelante, ya no enseñará más al
gentío, sino que se dedicará íntegramente a la formación de sus discípulos y del grupo
que le sigue más de cerca. De este modo, Mateo estrecha el campo de acción del
Maestro y lo limita casi exclusivamente a la comunidad-Iglesia. Esta será cada vez más
el centro del Evangelio, pues en ella se encarna el Reino anunciado por el sermón de la
montaña y por las parábolas.
Los discípulos asumen importantes responsabilidades en esta Iglesia. No solamente
comparten la autoridad de Jesús sobre los espíritus impuros y el pecado, sino que
además son los encargados de hacer participar al pueblo cristiano de los beneficios
eucarísticos, como se evidencia en el relato de la multiplicación de los panes y los peces.
En efecto, si bien las alusiones al Éxodo, que eran la riqueza principal del relato en
Marcos, han desaparecido prácticamente del episodio en Mateo, la coloración eucarística
es, en éste, más clara, y el papel de los discípulos más subrayado. El v. 19, por ejemplo,
es un calco casi perfecto del relato de Mateo sobre la institución; es él también el que da
una base histórica a la acción de los apóstoles. Desde este momento, ¿no es normal que
Jesús espere de éstos una fe sin reservas?
Jesús monta en una barca para dirigirse a un lugar del desierto. El desierto, tierra de
ayuno y de sed, pero también tierra donde el Señor alimenta a su pueblo y le habla al
corazón. La salida de Egipto, la travesía del mar, un largo caminar sobre tierras
ardientes, son el tiempo de la verdad, de las dudas y de los cuestionamientos. Es un
tiempo de prueba, en una palabra.
"Cuando supo la muerte de Juan Bautista, Jesús se retiró de allí en una barca, a un lugar
tranquilo, para estar a solas". Es una hora difícil, la oposición es cada vez más fuerte, la
controversia cada vez más dura. El Precursor ha caído ya bajo los golpes; pronto
conocerá también Jesús la dura suerte de los profetas que le han precedido. "Al llegar la
noche, los discípulos le dijeron: el lugar está desierto y se hace tarde". Es la hora de la
pasión que comienza, la misma hora en que, en una sala alta y apartada del gentío,
Jesús reunirá a los suyos en la última cena, la noche en que será entregado. En este
contexto de pruebas y de derrota, de sufrimiento y de muerte, Jesús comparte con sus
discípulos el pan. Por esta razón nuestra eucaristía hoy no ignora tampoco el peso de
todo el dolor humano, personal y colectivo.
"Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gran gentío, sintió compasión de ellos y curó a
los enfermos que traían". Ante esta multitud fatigada, el corazón de Dios se conmueve
hasta las entrañas; Jesús va a partir el pan. Ya en el desierto, Jesús había alimentado a
su pueblo en abundancia. El maná y las codornices que bastaba con recoger cada
mañana habían puesto de manifiesto su solicitud. Los hombres deberán guardar
memoria de tanta previsión. Su desierto, lugar de hambre y de sed, será en adelante
memoria del festín y de la fiesta. La gran miseria del mundo no ha sido eliminada, sin
duda alguna; sin duda, Jesús no ha liberado a los hombres de la preocupación
angustiosa de tener que ganarse el pan cotidiano. Pero, por una vez, sucedió que todos
habían comido hasta saciarse, que todos los hombres vivieron en la abundancia. Cuando
Jesús se manifestó, nada les faltó; la misericordia de Dios vino sobre ellos y el desierto
cambió de sentido. "El desierto es hermoso, decía el Pequeño Príncipe de Saint-Exupéry,
porque esconde un pozo en alguna parte".
El desierto es, pues, a la vez un lugar de hambre y lugar de saciedad más allá de toda
medida. Imaginaos: ¡recogieron doce cestas con los restos de lo que sobró! Cuando uno
ha decidido partir, llega un momento en que echa de menos lo que dejó y no es capaz
de gozar con el pensamiento de lo que le espera. Es un intermedio penoso. Así pues, el
desierto quedará para siempre como el símbolo de nuestra fe sometida a prueba. Hemos
dejado las satisfacciones ilusorias de nuestros sueños y la seguridad temporal de
nuestras justificaciones demasiado fáciles, pero aún no estamos en posesión de la gloria
de los salvados, y no conocemos aún la alegría perfecta de la comunión ininterrumpida.
Sí, nuestro éxodo dura todavía; pero ¡un poco de pan partido nos espera en la etapa del
anochecer, para permitirnos ir más lejos, hacia la Tierra Prometida!
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2. "Denles ustedes de comer..."


2.1 El evangelio de hoy nos ayuda a profundizar en el tema siempre actual del hambre.
Muchos seguramente sentimos que las palabras del Señor Jesús a sus apóstoles son más
que una frase anecdótica, ante el hambre del mundo: "denles ustedes de comer".
2.2 ¿Qué tal suenan hoy, por ejemplo, las palabras de San Juan Crisóstomo en sus
Homilías sobre el evangelio según san Mateo? Allí nos dice el santo doctor: "¿Deseas
honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los
pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su
frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a
realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y no me disteis de comer, y más
adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en
persona lo dejasteis de hacer [...]. ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos
de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y
luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo...".
2.3 Resuenen, pues, en nuestros oídos las palabras del Papa Juan Pablo II en el n. 20 de
su Carta "Ecclesia de Eucharistia", allí donde nos dice: "¿Qué decir... de las tantas
contradicciones de un mundo globalizado, donde los más débiles, los más pequeños y
los más pobres parecen tener bien poco que esperar? En este mundo es donde tiene que
brillar la esperanza cristiana. También por eso el Señor ha querido quedarse con
nosotros en la Eucaristía, grabando en esta presencia sacrificial y convival la promesa de
una humanidad renovada por su amor.
2.4 "Es significativo que el Evangelio de Juan, allí donde los Sinópticos narran la
institución de la Eucaristía, propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del
lavatorio de los pies, en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (cf. Jn 13,
1-20). El apóstol Pablo, por su parte, califica como indigno de una comunidad cristiana
que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un contexto de división e
indiferencia hacia los pobres (Cf. 1 Co 11, 17.22.27.34)".
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Gracias Dios mío, por hacer que mi corazón despierte de alegría. Gracias por mostrarme
tu voluntad y hacer que camine tranquilo ante tanta desesperación y agitamiento del
día. Disipa mis miedos y dame valentía para superar todo reto con paciencia. Amén
Evangelio del día: En la Eucaristía nos encontramos a Jesús vivo y presente.
Comieron hasta saciarse y con las sobras se llenaron 12 canastas.
Reflexión del Papa Francisco
En este milagro actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y
del espíritu. Pero Jesús no es un sanador, es también maestro: en efecto sube al monte
y se si sienta... sabe bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus discípulos.
¿Qué hacer para dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno de los Doce, hace un
rápido cálculo: organizando una colecta, se podrán recoger, al máximo, doscientos
denarios para comprar el pan que, sin embargo, no alcanzaría para dar de comer a cinco
mil personas.
Los discípulos razonan en términos de mercado, pero Jesús, a la lógica del comprar,
sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar. Las dos lógicas, ¿no? La del comprar y la
del dar.
Y he aquí que Andrés, otro de los Apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un
muchacho que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos pescados; pero
ciertamente – dice Andrés – son nada para aquella gente
Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentar a la
gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados, dio gracias al Padre y los
distribuyó. Estos gestos anticipan aquellos de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su
significado más verdadero.
El pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él, recibimos su vida en
nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Tomando
la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado.
Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad,
de la participación. Y por más pobres que seamos, todos podemos dar algo.
Tomar la Comunión también significa tomar de Cristo la gracia que nos hace capaces de
compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos.
La multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación de los panes; pero el
don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no sólo
el hambre material, sino aquella más profunda, el hambre de sentido de la vida, el
hambre de Dios.
Frente al sufrimiento, a la soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente, ¿qué
podemos hacer nosotros? Lamentarse no resuelve nada, pero podemos ofrecer lo poco
que tenemos. Como aquel muchacho. Ciertamente tenemos alguna hora de tiempo,
algún talento, alguna competencia... ¿Quién de nosotros no tiene sus "cinco panes y dos
pescados"? Todos tenemos.
Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarán para que en el
mundo haya un poco más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría.
Cuán necesaria es la alegría en el mundo. Dios es capaz de multiplicar nuestros
pequeños gestos. Gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su don. (Reflexión
antes del rezo del Ángelus, 26 de julio de 2015)
Oración de sanación
Señor, quiero comprender hoy que solo Tú eres Pan de Vida y que saciarme de tu
Palabra es lo que me dará vida en abundancia. Dame tu gracia para generar cambios
positivos en mi vida.
Tú eres la fuerza viva que desintegra mis pecados y sana mis heridas. Dame siempre el
Pan de tu amor.
Te entrego mi corazón para que lo hagas fuerte y así multiplicar tu obra de amor.
Escucha mis ruegos, repara mis fuerzas, quiero darlo todo por Ti.
Con tu presencia puedo sentirme realmente vivo como para donarme a los demás con
amor. Dame un nuevo corazón que te ame y ame a los demás. Amén.
Propósito para hoy
Invitaré a dos o más personas para que me acompañen a una jornada de oración diaria
por una semana, pidiendo por la salud de los que están enfermos.
Frase de reflexión
"El Señor llama a la puerta de nuestro corazón. ¿Quizás hemos colocado un pequeño
cartel que dice: No molestar?". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

Este relato del evangelio está lleno de enseñanzas, sin embargo, valdría hoy la pena
reflexionar en lo que quizás encontramos al centro de éste, que es: "compartir". Es
interesante cómo los apóstoles dicen: "Solo tenemos cinco panes y dos pescados" y
quizás podrían haber agregado: "Pero estos son para que comamos nosotros".
Jesús nos enseña que es precisamente en el compartir, en donde se puede experimentar
la multiplicación. En un mundo que vive cerrado sobre sí mismo, siempre ávido de
atesorar, qué importante es poder experimentar que en el compartir está la felicidad y la
paz del corazón. Es la experiencia que libera profundamente al hombre y lo hace ser
auténtico ciudadano del Reino.
Es precisamente cuando compartimos que somos capaces de romper nuestro egoísmo y
cuando podemos decir en verdad, soy libre. Las cosas tienden a sujetarnos y llegan
hasta hacernos esclavos de ellas. El Ejercicio de compartir nos asegura que la redención
de Cristo, ha sido operada en nosotros. Contrariamente a lo que se podría pensar, la
única forma de ser verdaderamente rico, es compartiendo y compartiéndonos. No dejes
pasar este día sin tener esta magnífica experiencia de compartir.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

Puede suceder que después de haber seguido generosamente a Jesús un buen trecho
del camino, adentrándonos con él en un terreno que se va haciendo cada vez más
desértico, nos venga la tentación de preguntarnos: «¿Es razonable lo que estoy
haciendo? Tal vez no haya que exagerar. Es bello estar con él, pero, más allá de la
poesía, es preciso tener en cuenta muchas necesidades concretas y cotidianas». Nos
inclinamos fácilmente, en efecto, a creer que los problemas que debemos resolver
exigen una respuesta inmediata y eficiente, incompatible por completo con la entrega
gratuita a Jesús.
La duda puede insinuarse también en el corazón de los discípulos, es decir, de los que
han sido llamados a seguir a Jesús más de cerca. ¿Es sensato -se preguntan algunos- no
tener en cuenta las exigencias normales y humanas, cuyo primer y claro ejemplo es el
comer y el beber? Sin embargo, Jesús, a través de este relato, referido
escrupulosamente por todos los evangelistas, nos recuerda que quien opta por seguirle
no queda decepcionado. Del «signo» hemos pasado a la «realidad». Tras la cena del
Jueves Santo, multitudes de hombres han podido experimentar a lo largo de los siglos
que alimentándose de Jesús, verdadero Pan bajado del cielo para colmarnos de toda
dulzura, es posible afrontar situaciones trabajosas sin ceder a la tentación de la duda y
del desánimo.
Aquel anochecer, Jesus puso entre las manos de los discipulos el pan y los peces
bendecidos para que los distribuyeran: respondía a su temor implicándolos directamente
en el milagro que estaba realizando. Ellos obedecieron y experimentaron la alegría de
ser dispensadores del verdadero pan que sacia toda hambre.
La pobreza humana no es nunca un obstáculo para Dios: abandonándonos con sencillez
a la acción de la gracia recibimos la fuerza para llevar a cabo la misión que se nos ha
confiado. Si después nos sobrevienen dudas y perplejidades que podrían comprometer
nuestro camino espiritual, es sensato confiarnos humildemente al juicio de quienes
tienen en la Iglesia la tarea del discernimiento y hacer exactamente lo que nos indiquen.
Es más necesario que nunca invocar al Espíritu, a fin de que haga comprender a cada
cristiano -y a cada consagrado en particular- que Jesus no abandona a quien lo deja
todo para seguirle. Él está allí, dispuesto a cambiar todo desierto en un lugar de convite
para una fiesta sin fin, a la que debemos desear invitar a todos los hermanos, seguros
de que para todos ellos habrá alimento en abundancia. Y puesto que mientras falte
alguien a la fiesta no podrá ser plena la alegría, la Iglesia se prodiga para hacer llegar a
todos la apremiante invitación.
www.catholic

Una mirada de amor. Jesús, hoy en el Evangelio me dices que viste a la multitud y te
compadeciste de ella. Quisiera detenerme a contemplar tu mirada. No es inquisitiva ni
acusadora. Los que son mirados por Ti, no se sienten intimidados; al contrario, sienten
que tu mirada les sirve de protección. Tu mirada hacia la multitud nos es como la del
espectador que ve en el televisor una masa casi tan ingente como anónima. Para los
discípulos era una multitud… para Ti, cada uno tenía un nombre; una historia única; un
pasado concreto, repleto de colores, de luces y sombras; unas heridas reales que
necesitaban ser sanadas. Miras a la multitud, miras a cada uno y te compadeces de él.
Amas a cada uno y te duele ver sus heridas, sus desilusiones, sus pecados. Todo. Tu
mirada amorosa llega hasta lo más profundo del corazón y lo sana desde dentro.
Lo mismo quiero experimentar yo. Quiero sentirme mirado y amado por Ti. Deseo
experimentar esa mirada cálida y acogedora que todos los días, a cada instante de mi
vida me regalas. No me reprochas nada, tan sólo me miras y me amas. Miras mi
interior: ese problema que tengo, esa situación que no deja ser feliz, esa herida que me
lastima… todo lo sabes ya. Cúrame, Jesús, con tu mirada. Dame la gracia de mirarme
como Tú me miras: aceptando lo bueno y lo malo que hay en mí, sin exagerar ni lo uno
ni lo otro. Dame la gracia de mirarme como me miras y que esa experiencia del amor
que me revela tu mirada sea tan fuerte que yo comience a ver todo y a todos con el
mismo amor con que Tú los miras.
• En efecto, Dios dirige su mirada de amor también a cada hombre y a cada mujer, ¡con
nombre y apellidos! Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros. (Homilía de
S.S. Francisco, 8 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a tratar de ver todo lo que me pasa y a aquellos que me rodean como Dios los
ve.
www.BibliaStraubinger

19. Como Jesucristo, así también nosotros hemos de bendecir la comida rezando y
levantando el corazón al Padre de quien procede todo bien. Véase 1 Tm. 4, 3-5; Hch. 2,
46 y nota.
http://www.ciudadredonda.org

¡Dadles vosotros de comer!


El cansancio vital que expresa Moisés en su queja ante Dios es un sentimiento que, de
un modo u otro, lo hemos sentido todos. Pueden ser cargas familiares o profesionales,
problemas o agobios de lo más variados que nos abruman, y hacen que brote del fondo
de nuestro ser un amargo lamento. Es el peso de la responsabilidad, que, en ocasiones,
nos gustaría, sencillamente, quitarnos de encima. Tanto más deseamos librarnos de este
fardo, cuando el sentimiento que nos abruma procede de la preocupación por problemas
ajenos. Así, al contemplar el espectáculo del mal en el mundo, pero no en abstracto,
sino en el rostro de los millones de seres humanos que padecen de formas atroces, en la
mayoría de los casos, sin culpa propia, nos sentimos afectados, pero también
impotentes, y la tentación es mirar hacia otro lado, decirnos que nada podemos hacer,
que bastante tenemos con nuestros propios problemas.
Es la situación en que se encuentran los discípulos ante la masa en descampado y
hambrienta. Con no poco sentido común, apelan a la autoridad de Jesús para que los
despache y que ellos mismos se busquen la vida. Pero, he aquí que Jesús les lanza un
desafío imposible: “dadles vosotros de comer”. Es importante caer en la cuenta de que
no les dice: “no os preocupéis, ya les doy de comer yo”, sino que les reta a que sean
ellos los que respondan a esa necesidad, que claramente supera sus fuerzas.
La necesidad es grande, y los recursos bien escasos: cinco panes y dos peces. Pero,
siguiendo la indicación del Maestro, eso poco, con lo que, tal vez, habrían podido
remediar su propia necesidad, lo ponen a disposición de Jesús. Posiblemente, esa es la
clave para responder a muchos problemas que parecen excedernos: compartir para
repartir, renunciar al propio egoísmo, ser capaces de posponer los propios intereses, por
más legítimos y perentorios que nos parezcan, tener la generosidad de compartir eso
poco que tenemos, poniéndolo a disposición de Cristo. En su amor, los bienes
compartidos se multiplican, y sucede el milagro de que alcanza para todos y aún sobra.
Y ¿cómo vencer nuestro egoísmo, incluso la natural preocupación prioritaria por las
propias necesidades? Escuchando la palabra de Jesús. Posiblemente, si tuviéramos el
coraje de escuchar sin excusas las llamadas desafiantes de Cristo, y la generosidad de
renunciar a parte de lo nuestro, cambiaría la faz de la tierra.
http://www.aqplink.com/roguemos

Mateo 14,13-21 – denles ustedes de comer.


El Señor, Jesús, Hijo de Dios Padre, ha venido a salvarnos a todos. Él es siempre
consciente de su misión. Nada lo toma por sorpresa, porque Él conoce el Plan de Dios.
Así, tenemos que consentir que la muerte de Juan el Bautista lo afecta no solo porque Él
lo conocía y amaba, sino porque ello constituía un acontecimiento especial en este Plan
de Salvación. Mucho habría de pasar todavía para dejar expedito el Camino y
ciertamente, aunque nada de esto fuera deseable, tenía que ocurrir. Podemos adivinar
aquí aquel mismo pensamiento: si puedes aparta de mí este cáliz, pero que no se haga
mi voluntad, sino la tuya. Esta es la actitud que tal vez había en aquel retiro a un lugar
solitario. No podemos nada más que con audacia especular en torno a los pensamientos
y sentimientos de Jesús. Como que todo lo que venía ocurriendo no hiciera nada más
que confirmar el Plan de Dios. Las cosas habrían de ocurrir conforme a lo planeado.
El Señor Jesús, nos conoce íntimamente. Sabe de lo que somos capaces. Conoce
nuestras flaquezas y debilidades, pero también la capacidad de amar que ha puesto en
nuestros corazones Dios Padre, por tanto también sabe lo que somos capaces de hacer.
Por eso, en medio de su tristeza por lo ocurrido con Juan y aun conociendo por todo lo
que el mismo tendría que pasar, siente compasión de la gente que lo sigue, buscando
ayuda, sanación y consuelo. Sabe que todos somos una gran familia, que nos
necesitamos los unos a los otros y que toda carencia puede ser suplida con creces por la
Gracia Divina. Gracia que es derramada en forma abundante sobre quienes con fe le
siguen. Jesús ha venido a salvarnos, no a castigarnos. Él es pura bondad, puro amor.
Por ello es incapaz de defraudar a nadie, mucho menos a los más pobres, a los más
humildes, a los que sufren. Ellos son lo primero. Por eso ha venido. De allí su respuesta:
No tienen por qué marcharse; denles ustedes de comer.
Pero hay mucho más de lo que podemos percibir en cada una de sus palabras y
actitudes. Hay autoridad y la íntima y permanente conciencia de su Misión. Este es el
ejemplo que debemos seguir y aprender. Es de esta forma que nosotros mismos
debemos identificarnos con sus mandatos. Él ha venido a Salvarnos, pero para ello
requiere de nuestra participación. Dios, que nos creó sin nuestra participación, necesita
de nuestra decisión, de nuestra anuencia y participación para salvarnos. Él está
dispuesto. Podemos dar por descontada su participación, su voluntad, su deseo, su
amor. Para el no hay imposibles. Él hará Su parte; lo que sea necesario. Pero no lo hará
sin nuestra decisión. Es preciso que nos hagamos disponibles; que seamos nosotros los
conductores de esta Gracia, que viniendo de Dios, llegará hasta todos aquellos que la
necesiten a través nuestro. Será Él actuando a través nuestro. Su Gracia brotará
abundante y alcanzará y aun sobrará, si nosotros estamos dispuestos a oírlo y a hacer lo
que nos manda.
No se trata solamente de recordar un hecho histórico, registrado por los evangelistas.
No es solo tener en cuenta que aquello ocurrió y que constituye una evidencia de la
Divinidad de Jesús, Hijo de Dios, sino que aquello ha venido ocurriendo, ocurre y seguirá
ocurriendo por siempre, mientras haya pobres en el mundo, mientras haya dolor,
angustia, miedo y desesperanza. Jesús ha venido a Salvarnos y no descansará hasta que
con nuestra propia participación hayamos culminado esta Misión. Con la muerte y
resurrección de Jesús quedó sellada esta alianza, que abre el Camino de la Salvación
para toda la humanidad. Nuestra Misión, la de toda la Iglesia, la de cada uno de los
cristianos es la misma que Jesús y solamente la lograremos si hacemos lo que nos dice.
La Salvación de todos está en las manos de cada uno de nosotros. No se trata de
deshacernos de ellos porque nos sentimos incapaces de saciar su apetito, sino de
empeñarnos en ser nosotros los portadores de aquel alimento necesario para alcanzar la
vida eterna. Somos nosotros los que debemos darles de comer; somos nosotros los que
tenemos el reto y la obligación de atenderlos. Si abordamos esta misión con la misma
decisión y amor que Él lo hace, podemos estar seguros que seremos capaces de saciar
sus necesidades, porque la Gracia de Dios es abundante y la repartirá generosamente
entre quienes estén dispuestos a recibirla.
Dejémonos de excusas. No hay nadie más indicado para cambiar el mundo que nosotros
mismos. Empecemos por nuestras familias, por nuestras casas, por nuestro vecindario,
por nuestro trabajo. Que somos poca cosa, que no nos alcanza, que no nos atrevemos,
que nadie nos oye, que no nos van a hacer caso. ¡Pamplinas! Empecemos por tomar la
decisión de hacerlo. Son nuestros temores, nuestros prejuicios, nuestros complejos, los
que nos impiden llegar. No nos dejemos amilanar, que estas son cosas del demonio,
para impedir que cumplamos con nuestra Misión. Recordemos que Cristo está siempre
con nosotros y nos acompañará hasta el fin de los tiempos. La victoria es nuestra.
¡Demos el primer paso!
Oremos: Padre Santo, danos la conciencia de Tu fuerza y Tu presencia en nuestras
vidas. Que no pasemos nunca por alto que es por Ti y para Ti que vivimos y que por lo
tanto solo debemos ser cauce para que se haga Tu Voluntad, que es de necios oponerse
a ella…Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo
pedimos Señor.
http://www.caminando-con-jesus.org

Jesús, que se ha negado a un milagro fácil y cómodo para satisfacer su hambre en el


desierto porque vive de la Palabra de Dios, ha repartido a la gente esa palabra y recurre
al milagro para darles también el pan. Una palabra que no lleve a dar también pan al
hambriento y vestido al desnudo, no es Palabra de Dios.
1. Jesús se retira en barca a un lugar desierto
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí
en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Jesús se retira en barca a un lugar desierto a causa de la noticia de la muerte del
Bautista; Van a un lugar desierto, cerca de Betsaida (Lc). Dice el Evangelio: Al saberlo la
gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. La gente se dio cuenta y lo siguió a pie
desde los pueblos. La multitud que oyó esto y que le iba a buscar debía de ser en gran
parte de gentes que se iban concentrando allí para ir a la muy cercana Pascua, en
caravanas, a Jerusalén. Acaso estas gentes se encontraron en Cafarnaúm, centro
caravanero para ir a Jerusalén por el valle del Jordán, evitando así las molestias de ir
por Samaría. De Cafarnaúm a Betsaida hay a pie 10 kilómetros.
2. Se compadeció de ella y curó a los enfermos
Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ellos y curó a los
enfermos. Podemos suponer que un retraso por conversación o con viento en contra
permitió a las gentes llegar a aquella zona antes que Él. También relata Mateo que: Al
desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Hubo curaciones. Marcos dirá que se compadeció de ellos porque estaban como ovejas
sin pastor, frase de evocación bíblica (Ez 34:5), que aquí tiene su aplicación por estar a
merced del fariseísmo y sin la enseñanza del verdadero Pastor (Ez c.34).
3. Siempre motivado por un auténtico sentimiento de afecto
Jesús nos muestra como en casi en todos los Evangelios su carácter lleno de
sentimientos de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno. Siempre nos
enseña esa natural inclinación a compadecerse y mostrarse comprensivo ante las
miserias y sufrimientos, siempre motivado por un auténtico sentimiento de afecto,
cariño y solidaridad hacia aquella gente que estaba cansada y hambrienta, por querer
estar en su compañía, es así como sintió una gran compasión y curó a los enfermos que
ellos traían.
4. Los discípulos están preocupados
Mateo relata: Como ya se hacía tarde, pone en conocimiento que el día está por
terminar, y ya no hay tiempo necesario para poder ir a proveerse de víveres y
alojamientos, entonces se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado y
empieza a oscurecer. Los discípulos están preocupados, lo que había llevado como
provisiones, no era suficiente para tanta gente. La enseñanza que impartía de Jesús
debe haber sido cautivante, se había quedado más tiempo de lo considerado y se habían
agotado los víveres. Entonces los discípulos le dicen al Señor: Despide a la gente para
que vayan a las aldeas y compren algo de comer.
5. Denles ustedes de comer
Pero Jesús les contestó: No hace falta que vayan; denles ustedes de comer. Ellos le
respondieron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados. El Corazón de
Jesús, siempre está dispuesto a dar una solución y no titubea en recurrir a lo que Él
puede hacer, para ir en ayuda a tanta gente hambrienta, entonces le dijo: Tráiganmelos.
Jesús dan pan material a las gentes, pero él sabe que también los hombres sienten
hambre de Dios, las dos hambres que experimenta el hombre y los dos son urgentes de
atender.
6. Mandó que la gente se recostara en la hierba.
Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos
pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una bendición. Jesús elevó los ojos al cielo.
Este gesto de Jesús era frecuente en su oración. En cambio, no era usual en las
costumbres rabínicas, porque se decía: “La regla es que el que ora ha de tener los ojos
bajos y el corazón elevado al cielo.” Jesús no enseña nuevamente que todo viene del
Padre, Él está con su corazón en ese momento en la tierra, pero levanta los ojos al cielo,
enseñándonos que es allí donde debemos mirar, porque todo viene de Dios y todo nos
debe llevar a Dios. También el relato nos dice que: pronunció una bendición. Jesús sigue
la tradición judía. La costumbre rabínica había establecido que no se comiese o bebiese
sin bendecir los alimentos, pues equivalía a un pecado de infidelidad.
7. Partió los panes y se los dio a los discípulos
También dice Mateo que: partió los panes y se los dio a los discípulos para que los
distribuyeran a la gente. El milagro se hizo en las manos de Jesús, y se puede suponer
que se fue multiplicando en las manos de los discípulos, porque de lo contrario hubiese
sido incesante e inacabable ir y venir a Jesús. Entonces, Jesús no sació directamente el
hambre, lo hace a través de sus discípulos, es así como les dios a ellos los panes y estos
a las gentes.
8. Todos comieron hasta saciarse
Así han de ser los apóstoles de hoy, en ningún caso indiferente a las necesidades de los
demás, siempre dispuestos a atender y acudir en la ayuda de los necesitados, con
generosidad y sin pensar muchas veces en el descanso, porque esto se hace por el amor
a Cristo, por amor al Padre Bueno y a todos sus hermanos.
Los apóstoles le ofrecieron a Jesús todo lo que tenían, fruto del trabajo y del esfuerzo,
solo cinco panes y Jesús hizo todo los demás. El Evangelio continúa: Todos comieron
hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que
comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
El milagro fue tan abundante, que todos se saciaron y luego recogieron doce canastos
sobrantes. Era uso judío recoger, después de las comidas, los trozos de comida caídos a
tierra. El milagro se constataba bien: las sobras eran más que la materia de cinco panes
para el milagro.
9. Las gentes que no tienen qué comer en el desierto
En el trasfondo de este hecho está la evocación de Moisés, viniendo a ser ello una
tipología de esta obra de Jesús. A las gentes que no tienen qué comer en el desierto
(Núm 11:13.14), Moisés, con su oración, logra el maná. En esta época se esperaba que
el Mesías saliese del desierto, y aparecieron por entonces varios Pseudo Mesías, que
llevaban las gentes al desierto, donde las prometían señales prodigiosas y de donde
saldrían triunfadores, pero se cuenta que su fin fue desastroso. Igualmente, en los días
mesiánicos, como renovación de los días del desierto, se esperaba una lluvia perpetua
de maná.
Todo esto podía provocar una explosión de entusiasmo mesiánico en torno a Jesús. Pero
Jesús despachó a las gentes y discípulos, para que no se dejasen contagiar de aquel
mesianismo, no era el auténtico, ni la hora de su plena proclamación, y El mismo se
marchó solo a un monte a hacer oración.
La esperanza de las gentes que habían seguido a Jesús, no quedo fallida, ellos recibieron
lo que necesitaban, llegaron enfermos y fueron curados, para saciar su hambre les
proporcionó pan, para saciar su espíritu, Él les entrego su la Palabra.
10. Pongamos en manos de los demás compartiendo solidariamente
El que sigue resueltamente a Jesucristo, encuentra todo lo que necesita para sí, en esta
vida terrenal y luego en la vida eterna. Nuestro amado Padre Bueno, ya nos ha regalo su
amor. En Cristo nos ha dado todo, se ha dado a sí mismo. ¿Qué otro poder será más
fuerte que este amor generoso y apasionado que el Padre manifestó en Jesús? Este
amor nos sostiene en medio de toda circunstancia adversa. Así lo comprendió también
San Pablo; ¿Quién podrá separamos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las
angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? (Rom 8, 35).
Así como Pablo, que convencido de que en el amor de Cristo tiene la fortaleza para
vencer cualquier dificultad, así también sea para nosotros el mismo convencimiento. Así
como las gentes dejaron todo por seguir al Señor hasta el desierto, y sin importarle el
hambre no se apartaron de Él, que ninguna adversidad nos contenga para seguirle.
Así como el Señor pone en nuestras manos muchos bienes, pongamos en manos de los
demás compartiendo solidariamente lo que tenemos, para que le demos a otros nosotros
mismos.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- ¿Te esfuerzas por realizar gestos de solidaridad hacia los que están cerca de tí
compartiendo el camino de la vida? Ante los problemas concretos de tus amigos o
parientes, ¿sabes ofrecer tu ayuda y tu disponibilidad a colaborar para encontrar vías de
solución?
6.- Jesús, antes de partir el pan, eleva los ojos al cielo: ¿sabes tú dar gracias al Señor
por el don diario del pan? ¿Sabes compartir tus bienes con los demás, especialmente
con los pobres?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Dios, Providencia nuestra, te bendecimos, porque tú no abandonas en la región de la
sed y de la soledad a los caminantes en busca de la tierra prometida. Pan del viaje y del
desierto, vino de la fiesta que nos espera, tu eucaristía es la alegría del peregrino. ¡Por
la mesa en donde se alimenta nuestra esperanza seas bendito, Padre, por los siglos de
los siglos! www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 Nos sentimos reflejados, Señor, en la actitud del pueblo de Israel en el desierto
También nosotros, aun recibiendo cada día el maná que nos ofrece la salvación,
sentimos en el fondo de nuestro corazón nostalgias inconfesables de otros alimentos y
de otras bebidas. La ligereza del alimento celestial a menudo no nos basta y, aun
habiendo experimentado la libertad y la liberación con el éxodo del pecado, mirarnos
hacia atrás, soñando con los ojos abiertos al pasado y olvidándonos casi del don de la
liberación. Nuestro desierto se vuelve en ocasiones árido, y el camino por él se hace
pesado, y de este modo nos dejamos engañar por espejismos, por paisajes
absolutamente imaginarios. Señor Jesús, queremos ser peregrinos por el desierto de la
vida, pero sin sentir nostalgia del pasado, sino tendiendo más bien hacia el futuro de
una tierra de promisión. Más aún: deseamos no sólo no aumentar el número de los
murmuradores decepcionados, sino expresarte nuestro agradecimiento por el alimento
diario de la Palabra y de la eucaristía. Y contigo, como en la multiplicación de los panes
y los peces, dirigir la mirada al Padre, darle gracias por su dones, compartiendo con
todos la alegría de sentirnos amados por un Padre providente. www.santaclaradeestella.es
3 Aléjame del camino de la mentira y dame la gracia de tu ley. No apartes de mi boca la
palabra veraz, pues tengo esperanza en tus mandamientos. (Sal 119,29.43) www.ocarm.org
4 ¡Padre nuestro! Dador de vida, dador del alimento, dador de tu Hijo. Gracias porque
no nos despides, porque asumes con tu corazón misericordioso alimentarnos cada
segundo, tanto a justos como a pecadores. Enséñanos a levantar los ojos al Cielo,
bendecirte en todo momento, y en especial a la hora de comer los alimentos, y a ser
«caritativos y generosos». Y suplicamos en esta oración, por la Sangre preciosa y
redentora de Cristo Jesús, que nos toques el corazón duro, en especial el de las
autoridades de las naciones, para que «multipliquen» los panes, para tanta hambre, en
vez de «multiplicar» las armas, la corrupción, y la destrucción del pueblo indefenso en
todo el mundo. Y sácianos con el Pan Vivo bajado del Cielo, el mejor alimento tanto para
hombres, como para mujeres y niños. Amén. www.dario.res
5 Señor Jesus, tu que sacias nuestra hambre más alla de todo deseo, haz que no
detengamos nuestros pasos cuando te adentras por los desiertos inhóspitos del
sufrimiento y del aparente sinsentido del vivir. No permitas que en esos momentos nos
venza la tentación de pensar que tú no nos bastas; más aún, que nos apartas de lo que
es más necesario. Ilumínanos siempre con la luz de tu Espíritu, a fin de que seamos
capaces de reconocer tu presencia en todo gesto de caridad fraterna, que nos ofrece el
pan para volver a darnos fuerzas y esperanza. Concédenos también una mirada de amor
y de compasión que nos permita darnos cuenta de las necesidades de nuestros
compañeros de camino, de modo que podamos llegar todos juntos al banquete eterno
en el que tú mismo serás nuestro comensal, nuestro alimento y nuestro servidor. Amen.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el


corazón de los Padres.
Así pues, Jesús, en virtud de la fuerza que había dado a sus discípulos para alimentar
también a los otros, les dijo: «Dadles vosotros de comer». Y ellos, sin negar que podían
dar algunos panes, pero creyendo que eran muy pocos e insuficientes para alimentar a
todos los que habían seguido a Jesús, no tenían en cuenta que, al tomar cualquier pan o
palabra, Jesús los hace aumentar cuanto quiere, haciendo que sean suficientes para
todos aquellos a quienes quiere alimentar, y dicen: «No tenemos aquí más que cinco
panes y dos peces». Cinco, porque tal vez entendían de una manera enigmática que los
cinco panes son los discursos sensibles de las Escrituras, y por eso tienen el mismo
número que los cinco sentidos; los peces, en cambio, son dos, y representan la palabra
pronunciada y la interior, como «condumio» para los sentidos escondidos en las
Escrituras, o bien tal vez la palabra llegada hasta ellos sobre el Padre y el Hijo Hasta que
llevaron a Jesús estos cinco panes y estos dos peces, no aumentaron, no se
multiplicaron, ni pudieron alimentar a muchos; pero cuando el Salvador los cogió, en
primer lugar levantó los ojos al cielo, como para hacer descender, con los rayos de sus
ojos, un poder que habría penetrado en aquellos panes y aquellos peces, destinados a
alimentar a cinco mil hombres; en segundo lugar, bendijo los cinco panes y los dos
peces, haciendo que aumentaran y se multiplicaran con la palabra y la bendición; y, en
tercer lugar, los dividió, los partió y los dio a sus discípulos para que se los dieran a la
muchedumbre [...]. Hasta este momento -me parece y hasta el fin del mundo, los doce
canastos, llenos del pan de vida que las muchedumbres no fueron capaces de comer,
están junto a los discípulos (Orígenes, Commento al vangelo di Matteo, Roma 1998, I,
pp. 175-179, passim). www.santaclaradeestella.es
Yo, que antes era el despreciado, soy ahora el preferido, ahora he sido antepuesto a los
elegidos. Yo, que antes era el pueblo de pecadores despreciado, me encuentro ahora en
una condición de vida venerable que me une a la sagrada realidad del cielo y he sido
admitido ahora a la dignidad de comensal del cielo. Para procurarme el alimento no me
hacen falta lluvias abundantes ni la laboriosa producción de la tierra ni frutos de plantas.
No pido ni ríos ni fuentes para mi sed. Mi alimento es Cristo; mi bebida, la sangre de
Dios. Ahora no espero entradas anuales para saciarme: Cristo se me ofrece cada dia. No
tendré miedo de que cualquier intemperie meteorológica o cualquier pérdida de la
cosecha agrícola me lo mengüen, con tal de que la devoción me lo preserve con cuidado
asiduo. Mi alimento es tal que quien lo come ya no tiene hambre; mi alimento es tal que
no engrasa el cuerpo, sino que robustece el corazón del hombre.
El pan del cielo, el verdadero, me lo guarda el Padre. El pan de Dios, que da la vida a
este mundo, ha bajado del cielo para mí.
¿Por qué pides que te ofrezca el pan que el da a todos, cada dia, siempre? Te
corresponde a ti coger este pan. Acércate a este pan y lo cogerás. De él se ha dicho:
Todos los que se alejan de ti, morirán» (Sal 72,27). Si te alejaras de él, morirías; si te
acercaras a él, vivirías. Este es el pan de la vida; por consiguiente, el que come la vida
no puede morir. ¿Cómo podrá morir quien tiene la vida por alimento? ¿Cómo podrá
desaparecer el que tenga la vida como sustento? Acercaos a él y saciaos: él es pan.
Acercaos a él y bebed: él es fuente. Acercaos a él y alumbraos: él es luz. Acercaos a él y
seréis libres: «Donde está el espíritu del Señor, allí está la libertad» (2 Cor 3,17).
Acercaos a él y libraos de los lazos: él es perdón de los pecados. ¿Os preguntáis quién
es él? Escuchad lo que dice él mismo: «Yo soy el pan de vida. El que venga a mí ya no
tendrá hambre, y el que cree en mí ya no tendrá sed» (Ambrosio, Comentario al salmo
118, 18, 26-28, passim). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Basta con tomar una palabra de allí
para tener un viático para toda la vida» (Juan Crisóstomo).
Repite a menudo y vive esta Palabra: «Jesús vio aquel gran gentío y sintió
compasión de ellos» (Mt 14,14).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
La Palabra de Dios es venerable como el cuerpo de Cristo. La mesa de las Escrituras,
como la de la eucaristía, ofrece a los fieles un mismo y único Señor. Quien comulga la
Palabra, como quien comulga el Pan de vida participa de Cristo Jesús. Del mismo modo
que, cuando se distribuye el cuerpo de Cristo, llevamos buen cuidado de que no caiga
nada en tierra, así también debemos tener el mismo cuidado de no dejar escapar de
nuestro corazón la Palabra de Dios que nos es dirigida, hablando y pensando en otra
cosa. Y es que quien escucha la Palabra de Dios de manera negligente no será menos
culpable que el que, por negligencia, deja caer en tierra el cuerpo del Señor.
Palabra y eucaristía tienen la misma importancia, ambas son «venerables». Y la
veneración que les debemos es la misma que adora al Señor presente en la Palabra y
presente en la eucaristía. Aquí está presente bajo las especies del pan y el vino; allí,
bajo la especie de las palabras humanas. Podemos hablar de una presencia real de
Cristo en la Escritura, real como la presencia en la eucaristía, aun siendo esta última
sacramental.
La escucha de la Palabra constituye siempre un excelente catecumenado que nos enseña
a vivir según el Evangelio. Constituye asimismo una eficaz preparación - la mejor- para
la liturgia eucarística propiamente dicha. Ahora bien, es infinitamente más que un arado
que prepara la tierra de nuestro corazón para que pueda fructificar en ella, y, a buen
seguro, más que una escuela de vida cristiana: es, esencialmente, celebración de Cristo
presente en su Palabra, puesto que cuando en la iglesia se leen las Sagradas Escrituras
es él quien habla (L. Deiss, Vivere la Parola ¡n comunitá, Turín 1976, pp. 304-306
[edición española: Celebración de la Palabra, Ediciones San Pablo, Madrid 1992]).
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Hoy, como hace dos mil años, Cristo ve venir hacia él muchedumbres numerosas que
tienen hambre, por las que siente compasión, a las que llama, a las que pide el corazón.
Hoy como entonces, las provisiones, los recursos de la Iglesia, parecen irrisorios. Jesús
pide, antes que nada, un acto de confianza, un gesto de abandono en sus manos; les
dice: «Sentaos». Intentemos comprender: les ha pedido, naturalmente, lo que más les
costaba. Mientras estaban de pie, no dependían más que de ellos mismos, tenían la
posibilidad de irse a comer a sus casas... Es decir, podían marcharse. Ahora bien, al
sentarse, renunciaban a bastarse a sí mismos, a arreglárselas por ellos mismos;
dependían de él, estaban entregados, como las hostias sobre la patena del ofertorio. Me
parece que muchos dudaron ante aquella invitación. ¿Qué habríamos hecho nosotros en
su lugar? Al final algunos se sentaron y otros lo hicieron a continuación. Y por fin llegó el
gran momento, cuando se sentaron los cinco mil. Después empezó a circular el pan,
pero el milagro ya había tenido lugar antes. El milagro más grande lo había obtenido el
Señor de ellos: el milagro de su fe y de su amor. ¿Y nosotros? ¿Creemos en él?
¿Creemos que Cristo es capaz de saciar nuestra hambre? Nos diría antes de cualquier
milagro: « ¿Crees en mí? ¿Crees que puedo cambiar tu vida, llenarla, renovarla? ¿Crees
que soy bastante poderoso y que te amo bastante para que puedas vivir, gracias a mí,
una vida diferente de la que has vivido hasta ahora, de la que has vivido sin mí?».
Queremos creer, sí, pero no vivimos de la fe. Siempre tendremos razones, óptimas
razones, para no creer. La fe seguirá siendo siempre un acto por encima de nuestras
fuerzas naturales, una gracia a la que .deberemos abrirnos, una oscuridad que
deberemos soportar. Tener fe significa tener bastante luz para soportar un margen de
oscuridad. Cuanto más oremos, más nos comunicaremos, más amaremos a Dios y a
nuestro prójimo, y más convencidos estaremos de la realidad y de la presencia del
objeto de nuestra fe (L. Evely, A confronto co' Vangelo, Citadella, Asís 1969, 183-191,
passim). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
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📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?

Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas.


“No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Este texto es una muestra de la enorme misericordia y amor del Señor para con
nosotros. Muchas veces deseamos estar solos, pero ante las necesidades de los demás
nuestro deseo, nuestro llamado cambia y lo hacemos con tanto gusto que no nos damos
cuenta y actuamos. Ante aquellos que lo necesitan por cualquier circunstancia y a pesar
de mi cansancio o intereses, ¿Soy misericordioso y busco ayudar, voy a ellos a satisfacer
sus necesidades para que estén en mejores condiciones, así como nos lo enseña nuestro
Señor?, es cierto que hay muchas situaciones muy difíciles donde es muy necesario orar,
desde el corazón, con fe, con amor; ¿Sigo el ejemplo de fe que el Señor me ha
enseñado, me ha dejado?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Señor, tu misericordia y amor son enormes, del tamaño que tú eres, nos amas tanto
que ni el cansancio te impide acudir a nuestro llamado y ayudarnos en nuestras
necesidades; queremos ser como tú, seguir ese camino de misericordia, de fe y amor, ir
en busca de todo aquel que lo necesite y ayudar, pedir en oración porque tu acudirás a
nosotros y como tú lo has dicho ahí estarás presente.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
Cada uno pone sus intenciones. Amén.

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“No tienen que irse. Denles ustedes de comer“ (Repetimos)


Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?

🏃 ⛪Acción, ¿A que me comprometo con Dios?

Todos los días hay alguien que necesita de nuestra ayuda, seguramente hoy no será la
excepción, pensemos que el Señor nos dice: Vayan, denles comer “atención” ustedes
mismos, que se cumpla la voluntad del Señor.
**********************************************************************

✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)


Elevemos, hermanos, fervientes oraciones a Dios nuestro Padre.
- Para que proteja y guíe a su Iglesia santa. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor llene de su gracia a los obispos, sacerdotes y ministros. Roguemos
al Señor.
- Para que conceda a todo el mundo la justicia y la paz. Roguemos al Señor.
- Para que socorra a los que están en algún peligro. Roguemos al Señor.
- Para que a nosotros mismos nos conforte y conserve en su servicio. Roguemos al
Señor.
- Por el papa, los obispos y sacerdotes, para que, proclamando con convicción y ardor el
mensaje de la Buena Nueva del Señor, satisfagan el hambre multiforme de la gente:
hambre de pan y de saber, de amor y justicia, de verdad y esperanza, roguemos al
Señor.
- Por los gobernantes y líderes políticos del mundo, por los científicos y economistas,
para que colaboren en resolver el problema del hambre en el mundo y en ofrecer a un
mundo con hambre no solo alimento material, sino también dignidad, respeto, justicia y
paz, Roguemos al Señor.
- Por los enfermos y los que se sienten solos, por los discapacitados y desalentados, por
los que tienen hambre de amor y de aceptación social, para que nuestra sensibilidad y
amor sean para ellos signos vivientes de que Dios no los abandona. Roguemos al Señor.
Te pedimos, Dios de bondad, que te muestres favorable a las oraciones de los que te
suplican. Por Jesucristo nuestro Señor.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

• Recibe, Señor, estos dones de tu pueblo ofrecidos en la fiesta de san Eusebio de


Vercelli, para que, por medio de ellos, percibamos confiadamente el auxilio de tu
misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
• Dios misericordioso, que destruiste el hombre viejo y quisiste crear el hombre nuevo a
tu imagen en san Julián Eymard, concédenos, renovados del mismo modo, ofrecer este
sacrificio de reconciliación, agradable a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
• Oh Dios, Padre nuestro: Te damos gracias por este pan y este vino y por hacerlos
signos vivos de la presencia de tu Hijo entre nosotros. Traemos ante ti, por medio de
Jesús, las hambres, los nobles anhelos y las aspiraciones de todos. Que Jesús
multiplique aquí y ahora para nosotros en esta santa eucaristía, el pan de vida que nos
haga fuertes y el vino de alegría que nos dé esperanza. Te lo pedimos por Jesucristo
nuestro Señor.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio común III. Alabanza a Dios que nos creó y nos ha creado de nuevo en
Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has querido ser, por
medio de tu amado Hijo, no sólo el creador del género humano, sino también su
bondadoso restaurador.
Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los
redimidos y unánimes te bendicen tus santos.
• Señor Jesús, te agradezco porque tus palabras iluminan mi vida con la Verdad. Te
agradezco también por tu infinita generosidad y solidaridad con nosotros al darte
diariamente en el Pan de la Eucaristía. Te pido Señor que me ayudes a ser yo también
solidario con mis hermanos, saliendo generosamente a su encuentro y viviendo el
servicio y la entrega generosa así como Tú la vives con nosotros. Amén.
Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Con ellos, unidos a todos los ángeles, nosotros queremos celebrarte y te alabamos
diciendo:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita
las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento
del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los
participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la
Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del
pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada
persona de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de compartir nuestros


alimentos, y la palabra de Dios, en especial con los más necesitados del pan material y
el Pan Divino.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “No es necesario que se vayan, denles de
comer ustedes mismos”.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión
de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

Antífona de la comunión Cf. Jn 10, 10


Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante, dice el Señor.
O bien: Cf. Mc 16, 17-18
A los que crean en mí, dice el Señor, les acompañarán estos signos: echarán demonios,
impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
• Antífona de la comunión Cf. Mt 19, 27-29
En verdad os digo, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido recibiréis cien
veces más y heredaréis la vida eterna.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

•Saciados con la comunión del Cuerpo santo y la Sangre preciosa de tu Hijo, te pedimos,
Señor y Dios nuestro, que lo que hemos celebrado con piedad sincera produzca en
nosotros frutos de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
• Te rogamos, Señor, por la eficacia de este sacramento y el ejemplo de san Julián
Eymard, que nos mantengas siempre en tu amor y lleves a su perfección hasta el día de
Cristo Jesús la obra buena que has comenzado en nosotros. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
• Oh Dios, Padre nuestro: Por medio del pan de vida de tu Hijo Jesucristo multiplica en
nosotros la capacidad para amar. Danos valor para poner en práctica las palabras que tu
Hijo nos ha dirigido: “Ustedes mismos, denles ustedes de comer”. Ayúdanos a compartir
con ellos no solo nuestro pan y otras cosas materiales, sino también nuestra alegría y
compasión, nuestras esperanzas y nuestro amor. Te lo pedimos en nombre del mismo
Jesús el Señor.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me entrego del todo a Ti y en prueba de mi afecto,
con amor filial te consagro en este día: todo lo que soy, todo lo que tengo. Guarda y
protege, y también defiende a este hijo tuyo, que así sea. Amen

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

Hermanos: El que Jesús comparta generosamente con nosotros el alimento de sí mismo


–su cuerpo y sangre – en la Eucaristía, tiene doble significado para nosotros: Primero,
que tenemos que preocuparnos por los hambrientos y desposeídos, y hacer lo que
podamos para ayudarles; y segundo, que nosotros también nos comprometemos y nos
entregamos los unos a los otros, poniéndonos al servicio de todos.

Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y permanezca para siempre.
R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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