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Instrucciones para ser libre

Para empezar, olvídese de las estúpidas instrucciones. Nadie tiene el derecho o la


obligación de decirle qué hacer, ni con quién, ni cuándo, ni porqué. Nadie puede –aún
muy a su pesar– instruirle a pensar algo o no, decir algo o no, sentir algo o no,
atreverse a algo o no. Su vida es suya, solo basta que lo crea, o que lo quiera...

Por favor deje de huir de sí mismo, es mi consejo más pertinente. Que conste que no es
ninguna imposición, es más bien una suposición basada en mi experiencia. No vaya
siendo que cuando se arme de valor, quiera venir a darme mi merecido por andar
hablando cosas que no me corresponden.

Quiero darle algunos otros consejos –no es que yo me crea mejor, no mal entienda; es
sólo que me reflejo en usted, alguna vez fui como usted, hoy soy como usted–. Mis
consejos son sencillos de entender y de aplicar, lo mejor que tienen es que son
desinteresados, son sinceros, son gratuitos. Bueno ahí van.

Haga lo que le complazca sin perjudicar a los demás –si quiere joderse, jódase solo; si
quiere progresar, progrese acompañado–. No atienda a los juicios y opiniones ajenas,
pero por favor no se olvide de tomarlos en cuenta: son valiosos. Por favor también
absténgase de tomarlos en cuenta: no siempre son valiosos.

Piense lo que su mente desee pensar, dele rienda suelta. No sólo divague, cultivarse
también es fascinante. Distinga entre lo que su mente quiere pensar y lo que le han
hecho creer que su mente quiere pensar. Trate de no trasgredir, el pensamiento
también puede ser trasgresor en perjuicio de otros.

Ame a quien lo ama, a quien lo hace sentir que el corazón le va a salir volando del
pecho con sus alas nuevas. Nadie relevante para su vida dijo –salvo un ente imaginario
irrelevante–, que usted no puede amar a una persona o un ser cualquiera por su sexo,
edad, etnia, religión, condición, nacionalidad –sea lo que sea eso– o cualquier otro
motivo separatista prefabricado e implantado en los imaginarios humanos por los
presuntos hegemónicos. De nuevo, siempre considere por favor, no trasgredir las
voluntades o la integridad de los otros.

Sienta lo que su corazón, su cerebro o ambos, le hagan sentir. Siéntase contento,


siéntase enojado, siéntase satisfecho, siéntase decepcionado, siéntase excitado,
siéntase neurótico, siéntase catártico, siéntase sagrado, siéntase deprimido, siéntase
todo, siéntase nada. Sienta lo que quiera, y nunca lo justifique. Mande todo al carajo.
Recupérelo. Manifieste lo que siente: ría, llore, calle, grite, duerma, no se levante de la
cama en 3 días –no más de tres, ni menos de los que necesite–. Nada está prohibido,
sólo son cuestionables la violencia y la trasgresión a otros.
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Diga lo que le sale de la entraña. Usted no tiene que ser un catedrático para hablar. Por
favor cuente esa receta de cocina que a usted le queda deliciosa, casi tan deliciosa
como su alma. Hable sucio en la cama si lo prefiere, aún si cree que Dios le observa y
de todos modos tiene ganas.

Por favor, le suplico, diga lo que le enerva; diga lo que le conmueve; pronuncie el amor
a partir de sus cuerdas vocales; vacíese de esa envidia innecesaria, dígala con todas
sus letras; hable el perdón y ahuyente a los rencores estorbosos; saque el odio de su
ser, expúlselo hablando. Expíese con palabras. No trasgreda nunca a otros con el
invaluable lenguaje que tiene la fortuna de conocer. Pero por favor no se calle nunca.

Viva, tan sólo viva. La vida dura un suspiro. Nadie la tiene asegurada, puede pasar
prácticamente cualquier cosa, y eso es una infinidad de posibilidades. Viva mientras
puede, lo mejor que pueda, con lo que tenga. No se conforme con lo que tiene, mejor
trabaje por ello: usted puede lograr lo que sea, camine hacia eso, sea lo que sea.

Recuerde que no basta con caminar, ni trotar, ni correr, ni estudiar, ni emplearse, ni


coger, ni barrer, ni cocinar, ni enseñar, ni compartir, ni nada. Nunca es suficiente, y la
vida no se conforma de personas, sucesos, historias, ni cosas aisladas; es un conjunto
de todo eso.

No se limite: la humanidad ha sobrevivido a dos Guerras Mundiales, ha podido descifrar


el ADN humano, ha logrado inventar una red informática que conecta al mundo, ha
mostrado su inmensurable solidaridad en tiempos de desgracia: como en el temblor de
1985, la reciente migración de sirios a Europa; los esfuerzos de organizaciones
altruistas, organizaciones de Derechos Humanos, de organizaciones ambientalistas,
organizaciones animalistas. La lista sigue –sí, también hemos cometido demasiadas
atrocidades y estupideces en nuestro paso por el planeta, no lo niego–. Viva y deje vivir,
viva y sea feliz –lo que sea que eso signifique para usted–. Esto no es un panfleto de
autoayuda, lo escribo porque nos amo a ambos.

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