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No existe lo común.
No existe lo normal.
No te mientas.
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Vivimos en un mundo de locos, un mundo donde la locura
está a flor de piel, y claro que con lo poco que somos y lo
mucho que tiene para mostrarnos, es muy probable que a
uno se le retuerza un poco la cabeza; ¿retuerza, o des
retuerza? ¿y me pregunto ahora, bajo que concepto se
marcan los límites que nos hacen pertenecer a la gente
“normal” al “común” al “promedio”, que es normal? que es
a normal? ¿qué es un loco para los normales? quienes
son los normales? ¿los cuerdos?
¡Los poseedores del sentido común! ¡Ja! ¡Comunes!
¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido tienen?
¡Si es que así fuese, entonces, el mundo para los locos!
Los cuerdos tienen miedo, prejuicios, tabúes y en algunos
casos horarios que cumplir.
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Que sea lo que sea, pero que sea real.
Extrañar:
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En el infierno...
¿Existe la conciencia entre las personas que se
encuentran ahí? o solo pueden pensar en lo que hicieron
mal para confrontar tal destino?
¿Esas almas nada pueden hacer? una vida tan corta e
insignificante como la de un humano que elige "el mal
camino” se reduce a una eternidad de sufrimiento?
Una de esas eternidades, eternas...
¿Quién marca la línea que no hay que cruzar? podrían
haberla marcado en otro lado? ¿podría haber no sido una
línea?
Es una broma, todo esto, lo es.
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“El Ansioso”
La distancia, con su increíble capacidad decantadora del
tiempo, logra filtrar en nosotros una extraña sensación,
heterogénea en sí misma, que difumina el detalle de la
esencia autóctona que tanto uno cree que lo define; que lo
arraiga.
Se siente uno mutado, mutando, mutante radiactivo,
radioactivo, se siente bien, extrañamente bien.
Acompañado de un peso en el pecho que aliviana un poco
más que el cuerpo, podemos respirar y sentir como entra
todo ese aire en nuestros pulmones y cómo se inflan para
sacar tanta belleza hacia afuera en lo que vendría siendo
casi que una brisa costeña, una caricia del viento y como tal,
sentir como esta se despega desde nuestro fondo arrasando
con todo lo malo y llevándolo hacia afuera, a volar, a
convertirse en otra cosa, a mutar, como nosotros, mutantes...
Soltar... soltar todo, sacarte la ropa, bailar abajo de la lluvia,
reírse, abrazar, hacer el amor, tener miedo, superarlo, estar
solo con vos mismo, estar solo, con vos mismo, estar solo
con un montón de gente al rededor, re inventarte, reivindicar
a tu vos.
Las cosas toman un rumbo natural, propio, totalmente ajeno
a cualquier deseo o necesidad que tengamos, no hay forma
alguna de intervenir en ese rumbo, solo podemos dejarnos
llevar hasta donde nos dejemos llegar nosotros mismos.
El dinero solo compra lo barato, escuche decir una vez, y que
mañana es tarde para que hoy ya esté siendo ahora.
Quizás nos creemos que nos gusta a ambos, quizás no
creemos nada, quizás peor aún, sabiendo que ayer fue que
pensaba en hoy perdiéndome de ese entonces, también,
quizás mañana no sea así.
Eso espero.
Debería esperar menos, pero sin apurarme, apurarse para
apurarse, y nada más que estar apurado.
¿Y ahora? que? ¡ahora qué? ¡mi ahora? qué ahora? ahora
qué? no ahora no, mañana, mañana y pasado, o mejor ayer,
que hoy, que yo, que mí, que tú, ¡que ansiedad!
No hay nada que quisiera más en este ahora que
abrazarte fuerte, pero mis brazos son de espina, y tu alma
seda de la más fina.
Nunca peso tanto un silencio, nunca quise más ruido,
nunca quise ver que tan egoísta soy, que tan mal se le
puede hacer al amor, como mirar no es ver, y cómo ver no
es lo que queremos dejarnos hacer, queremos nosotros,
mis yos, que son uno, soy yo.
Como falta la conciencia cuando el miedo es el que
manda, para nada tanto escrito, para nada, nada.
Como hacerle mal a quien se ama, capitulo uno:
El Egoísmo:
Así como suena, no es como se siente, y así como hace
sentir a sus pares, no es en lo que está pensando el
egoísta, el altruismo no es su virtud, y aunque puede amar
con tanta intensidad que se derrite, parece que no puede
hacer carne lo más fundamental del amor, y es que
cuando dos personas se aman, se están derritiendo
juntas.
Pero él está ocupado, pensando en si, en sus problemas,
y aprovechándose de su clarividente ignorancia hacia los
sentimientos y emociones que despierta en quienes lo
rodean, y lo quieren.
En resumen, el egoísta que lastima, no es más que un vil
cobarde que teme a todo, hasta a sí mismo, hasta sus
sentimientos, y a sus palabras, hasta a querer y ser
querido.
Un cobarde si señor, nadie merece la pena ajena, y
menos quien vela por tu propio bienestar.
No hay un libro que enseñe a vivir, ni escuelas donde se
aprenda a ser persona, de conciencia y de razón estamos
todos previstos, y no es de genios ni grandes pensadores
la capacidad de velar no siempre por su propio bien.
Mirar no es Ver. Y vos no viste.
Queremos Ruido.
Vivir al acecho del silencio, es a lo que uno le escapa, no
nos queremos en el silencio, no nos imaginamos en el
silencio, porque no soportamos el hecho de conocerlo; ni a
nosotros en él.
Excusas a la mano, siempre preparadas cual bala
esperando que llegue el gatillo, las escupimos y las
disparamos sin mordaza alguna. Sometemos a un
entorno, a las mismas y estas igualmente sometidas,
conforman los caprichos que nos arraiga el miedo, que se
funda, en la idea del silencio o de nosotros en él.
Nos la pasamos hablando de nosotros mismos, con
nosotros mismos, no callamos para no poder escuchar,
nada.
Entre tanto, como cualquier cosa a lo que uno le tiene
miedo, y obviamente auto-sometimiento, elegimos no
hacerlo notar, elegimos siquiera notarlo nosotros, elegimos
mentirnos y suicidarnos con nuestras propias excusas
disparadas, siquiera nos miramos pataleando, golpeando
y llorando sobre nuestro cajón, cuando lo encontramos
lleno de todo eso que matamos. Cada bala cargada de
negación nos lleva un paso atrás, nos deja en desventaja,
y como una bolsa de arena que recibe tales balazos
empezamos a perder vida por los orificios, a llenar el piso
de vida que no vamos a juntar, y a vaciarnos a medida
que más agujeros nos propiciamos, y lo vemos; e
ignoramos. La vida se convierte en un constante suicidio,
matamos tanto que no sabemos qué.
¡Nos vemos perdiendo vida todos los días, nos vemos
disparando a mansalva!
Como las aves que huyen de las tormentas, vamos
apurados. -Rápido! ¡escóndete! - mientras vamos dejando
caer plumas por cada aleteo que damos, y vemos como
no hacemos nada para que eso no sea así; y sabemos
que sin plumas... no se vuela.
Nos miramos en el espejo todos los días, y no vemos
nada.
El auto-consuelo es tan triste e hipócrita que nos
premiamos a nosotros mismos de cuando en cuando,
regalándonos momentos de vida, horas... de cómo se
supone, dependiendo siempre de lo que sea que cada
quien busque o no para sí mismo, que tendríamos que
vivir. Y lo sabemos, y lo callamos, y nos hablamos de otras
cosas, y lo seguimos ignorando. - Ruido! ¡necesitamos
más ruido! que no llegue el silencio, ¡necesitamos ruido! -
Programamos un futuro sin siquiera estar en el presente,
¡y ni hablar del pasado... - Ruido!
Nos hacemos mal, nos dejamos de lado, nos mentimos, ya
casi que parece que es parte de ignorancia colectiva no
quererse, y sin embargo...
Todavía, todavía... nos fijamos en la vida del otro. Y la
juzgamos, difamamos, aminoramos, e ignoramos al mismo
tiempo. Marginadores Profesionales. - Ruido...
Tratamos de entendernos viendo al resto, cuando ni ellos
ni nosotros sabemos que o quienes somos. Así vamos
enseñándonos a nosotros mismos y a nuestros
semejantes, la gracia de mirar al resto, y no mirarse a uno.
-Sh...
Silencio.
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Propuesta al Lector.
"Cartas Perdidas”:
Saludos, Anónimo.
Elegir por nosotros. Elegir por vos, elegir por mí.
Elegir por la vida, no por las cosas.
Elegir por el ahora, no por el mañana, elegir porque
quiero, no por que quieren.
Mejor por si las dudas, que por si las masas…
Elegir para ver, elegir con los ojos cerrados y con el alma
abierta.
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Somos parte de un pasado, que quiere ser el futuro,
esquivando el presente, mientras tosemos vida.
Empecemos a pensar ahora, que todavía tenemos tiempo,
que va a ser de nuestra vida cuando tengamos que
jubilarnos, es mejor que pensar que hacer de nuestra vida
ahora, es mejor, porque falta mucho, lo suficiente como
para poder vivir mi vida esperando eso.
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Todo es cíclico, no perdura, en esta nada en la que nos
encontramos, nada.
Con dolores de cabeza, sintiendo el alivio letra por letra;
¿Tanto para pensar puede tener alguien? ¿O cuál es el
límite de pensamientos que uno puede tolerar?
La sensación de habitar en un solo yo con más de uno y
en mi total integridad ver dos, o más, quizás luego, vidas
vividas, más de un lugar, más de un alguien, una sola
familia, un montón de nadie.
Sera locura?! Que palabra aburrida; me dejo ahogar en mi
incapacidad necesaria de acapararme la vida de cosas,
motivos, historias, excusas, teorías, respuestas,
preguntas, de más.
¿Cómo puedo ser más sincero conmigo? ¿Cómo puedo
serlo con vos? ¿Con todos?
Son un montón todos, ya me agobia la sola idea de
pensarlos, la idea, las ideas agobian.
Para quien sintiese marginado, presionado, para quien
abuso de si mismo, desdoblo su integridad, su autoestima,
para quien no deja de bombardear en su cabeza
palabreríos en vano, innecesarios.
Te escapaste de un lugar a otro del cual ya quieres
escapar para regresar a ese otro lugar, en el cual, ya
tienes organizada la huida, o pensado al menos, pensada
seguro que sí, una y mil veces. Pero en un rio de
pensamientos es fácil ahogarse, sí que lo es, sentirse a sí
mismo ahogándose y sentirlos entrar cuando el corazón
late a la par del cráneo, y acelera nuestros latidos, el
cuerpo se vuelve calor y en cuestión de segundo no
resistiremos más la respiración, y así, el rio, turbio,
espeso, callado, comienza a mezclarse en nosotros,
¡respiramos por la nariz! ¡Fuerte! Y sentimos como los
pensamientos nos llenan los pulmones, los ojos, los oídos,
el cuerpo me tiembla, se tensa la mandíbula muerde,
aprieta y rechinan los dientes… Todo por no saber nadar.
¿Porque no aprendí a nadarlos? ¿Porque no pude? Nada,
nada queda.
Ni yo, ni mis otros, ni todos, ni el resto, ni la familia, todo
se ahoga, en el mismo rio del que son parte.
¡Litro tras litro tras litros de pensares invaden mi cuerpo,
recorren y llenan mis venas, están por todos lados! Tapan
hasta el último poro de mi cuerpo. Y así duro, petrificado
como un tronco que alguna vez fue un árbol , fue vida, fue
raíces, verdes hojas en una copa, hogar de aves e
insectos, generador de aire limpio para su entorno, y parte
de algún paisaje, floto, casi muerto la corriente de mis
pensamientos me acerca hacia una orilla donde la
angustia, compañera casi confidente del rio, me espera, y
el la corteja con mi cuerpo ahora de madera, ahora sin
poros , ahora frio, y me deja en ella, ahogado, inmóvil, y
me miran, me ven, me dejan, se conocen, me conocen.
Los tres nos conocemos. Imposible ubicar mi cuerpo en
algún lugar, solo sé que esta, en alguna parte, ahogado.
Esperar que alguno de mis yos me salve no es opción.
Estoy solo, ahogadisimo, en la angustia a la que me
llevaron mis pensamientos, y no pude ver, no pude ver
nada, no pude sentir nada, no pude abrirme a mi entorno y
a el paisaje que me regalaban el rio y su orilla, no pude
ver que el cielo esta azul, que también me veía, y que
como el también el sol, menos disfrutar del silencio que
me regala el rio, que el silencio me estaba buscando, que
lo estaba necesitando. Que tengo lo que no y no lo que
tengo, y no es nada, es no.
Todo se volvió nada, mis pulmones vibraron, me arrodillo
temblando, toso fuerte vomito ideas sobre mis manos, mi
cuerpo, el suelo, el techo, el río, la nada, el todo y no me
quedó más remedio que remediar lo irremediable.
Hace falta, a veces, morir para renacer, ahogarse,
matarse, amarse, dejarse caer, hasta ahí, no más. Para
pensar de nuevo, pensar en mejorar, en revivir, renacer,
desde nuestro vomito a nuestra risa, a la verdad que
merecemos, a lo que podamos, podemos. Y así, será
siempre que nos dejemos poder.
El todo de nosotros es solo nuestro y se termina, cuando
sea. Mientras tanto no es una opción esperar el final, sino
que nos encuentre desprevenidos; todo, nada, algo, mío,
tuyo, prestado, robado, comprado, regalado, encontrado,
abandonado, dejemos de dejarnos caer, somos varios y
llegar al piso duele más, y si algo e aprendido en esta
resaca de ideas es que aquí no estoy para que me duela
estar.
Solos nos queda aprender a nadar. ¡No pienso no pensar,
y no pienso seguir pensándome infeliz, no!
Amate, quiérete, acéptate, y si hace falta, vomítate.