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La evolución de los sistemas de control social, una mirada desde el

pensamiento de Byung-Chul-Han, Franco Berardi y Mauricio


Lazzarato

Resumen:

En el devenir de la historia de las sociedades, los sistemas de control de sus integrantes


fueron mutando hacia formas complejas, que se fueron tejiendo en un entramado
formado por religiones, instituciones, leyes y normas, jerarquías, relaciones de
producción, tecnología. Estos mecanismos reguladores de comportamiento, que
permitieron la supervivencia y reproducción de los sistemas sociales, evolucionaron
desde la coerción por la fuerza física y la rigidez de las normas morales, hacia formas
más sutiles de persuasión que son menos resistidas y permiten una mayor estabilidad,
logrando la conformidad y aceptación de los individuos.

Palabras Clave:

Control , redes, rendimiento, sociedad, subjetivación, tecnología

En su libro “La sociedad del cansancio”, Byung-Chul Han, señala la transición de una
sociedad disciplinaria planteada por Foucault, hacia una sociedad del rendimiento. El
modelo de poder social foucaultiano, plantea un sistema en el cual las instituciones son
las que separan y encapsulan a los sujetos, moldeándolos con arreglo a un avance
continuo que prometía la modernidad. Así es como la cárcel, los hospitales, las escuelas,
las instituciones psiquiátricas, logran la homogenización social a través de prácticas
disciplinarias, reduciendo el castigo. Para el autor, en el siglo XXI, el individuo
moldeado por la obediencia, da lugar al sujeto de rendimiento. Para Han, la negatividad
inherente a al disciplinamiento es un factor que constriñe a la productividad. El “no”
que está presente en las normas de una fábrica, la obligatoriedad, la subordinación a una
escala jerárquica, son factores que condicionan las capacidades productivas por su carga
de negatividad.
La sociedad del rendimiento en cambio, trae asociada el atributo de la positividad. La
negatividad que cargaba el homo-faber industrial va alivianándose hasta convertirse en
el “yo positivo” del emprendedor, que puede moldearse a sí mismo a fuerza de
voluntad.

“Los proyectos, la iniciativa y la motivación, reemplazan a la prohibición, el mandato y


la ley” (Byung-Chul Han, 2010:17). Para el autor, si la negatividad de la sociedad
disciplinaria generaba locura y crimen que luego debían aislarse, la sociedad del
rendimiento genera culpa por no llegar a los estándares fijados, fracaso y depresión.
Han señala que en este cambio de paradigma se presenta una continuidad en la
búsqueda de la maximización productiva, el sujeto positivo produce más eficiente y
rápidamente que el sujeto subsumido por la obligación; la positividad es más rentable
que la negatividad. Así es que hoy, una condición indispensable en cualquier selección
de personal, poseer una personalidad proactiva y positiva; la capacidad de llevar la
iniciativa con una sonrisa es un valor requerido.

El espacio laboral se transforma en la sociedad del rendimiento, mutando de las paredes


de la industria a los espacios lúdicos que ofrece una empresa tecnológica o al propio
hogar. Una de las empresas pioneras de la transformación espacial de los entornos
laborales fue Google, cuyos expertos en productividad del personal entendieron que el
ámbito laboral dispuesto en espacios abiertos, desestructurados, con áreas de
esparcimiento, tiene dos efectos: sus empleados se perciben menos condicionados y por
lo tanto más creativos, y además permanecen mayor tiempo en ese entorno
“voluntariamente”. La tecnología permitió amplificar los espacios de trabajo llevándolo
a los hogares, otrora lugar de descanso del trabajador. El emprendedor moderno tiene
una oficina ampliada a cada ámbito que habita, porta consigo un trabajo que cada vez
requiere de menos espacios especializados para su ejecución.

El trabajo remoto, está inmerso en oficios antes impensados, y aun cuando la


telecomunicación no se involucre directamente en la ejecución, si se manifiesta para
hacerla visible, para demostrar cuan eficientes se es. Así el obrero de la construcción
que retorna a su hogar luego de la jornada laboral, se dispone a publicar imágenes de su
producción por las redes sociales, para maximizar su trabajo obteniendo nuevos
clientes.
La dimensión temporal que introduce la sociedad de rendimiento de Han, modifica la
estructura rígida de la rutina laboral, en la cual un empleado cumplía un horario
establecido y generalmente fijo, incorporando a través de la tecnología en una presencia
continua donde se desdibujan los limites definidos entre el tiempo de trabajo y el no
laborable. El empleado de una entidad, puede atender la consulta de clientes o
proveedores en horarios más amplios que los que figuran en un contrato, un comerciante
vende sus productos en horas antes impensadas, un docente responde mails de alumnos
los fines de semana. La portabilidad de las comunicaciones introdujo un continuum
entre lo laboral y lo personal, por lo que la separación entre trabajo y ocio fueron
difuminándose a medida que estar conectado también implicaba estar disponible.

El autor de “La sociedad del cansancio” advierte que el sujeto de rendimiento liberado
de la explotación laboral, ya no tiene sobre si un supervisor que lo observe ni un capataz
que lo someta, su productividad depende solo de él mismo, diferenciándose del sujeto
de la obediencia. Pero eso no lo hace más libre, solo no permite una separación entre la
libertad y la obligación. La auto-explotación explica Han, es mucho más efectiva que la
efectuada por otros, ya que trae consigo el sentimiento de libertad. Esta auto-
referencialidad entre explotador y explotado trae consigo una violencia, a causa de las
obligaciones que incorpora, y que luego puede manifestarse como patologías psíquicas
en el sujeto. (Byung-Chul Han, 2010:20)

Hoy estamos en los comienzos de la tercera revolución industrial, caracterizada por la


incorporación de inteligencia a la producción. Las florecientes promesas de
emancipación y éxito individual que promulgaba la economía asociada a la tecnología a
principios de siglo se marchitaron al calor de la vorágine competitiva, de estrés
permanente por cumplir con los objetivos que impone la industria señala Franco Berardi
en “La fábrica de infelicidad”.

La competencia creciente que propone el mundo capitalista neoliberal, impone al sujeto


de rendimiento un ritmo crecientemente vertiginoso para estar al día. La evolución
tecnológica introdujo la hiperconectividad, y con ella un exceso de datos que crearon
nuevas subjetividades fuertemente influenciadas por el mundo virtual. Las demandas de
atención a estímulos fugaces, originan la percepción de una aceleración creciente del
tiempo, y con ello nuevas ansiedades y depresión. (Berardi, 2003:84)
Berardi anticipaba a comienzos de siglo, la inserción progresiva del sistema nervioso
cibernético en el sistema nervioso biológico humano. Aun no existe (o no lo sabemos),
una interface directa de conexión neuronal a la red, pero sin dudas vamos camino a ello.
Sin embargo, siete años después de la primera edición de “La fábrica de felicidad” el
teléfono celular, uno de los artefactos tecnológicos que más altero el comportamiento
humano, evoluciono conectándose a la red. El celular se ha constituido en un apéndice
tecnológico “indispensable” que llevo la conectividad de la oficina al bolsillo,
disparando la cantidad de horas online por individuo. Solo con la función de
comunicación telefónica, Berardi señalaba:

“En cierto sentido, el móvil es la realización del sueño del capital, que consiste en
chupar hasta el último átomo de tiempo productivo en el preciso momento en el
que el ciclo productivo lo necesita, de forma que pueda disponer de toda la jornada
del trabajador pagando sólo los momentos en los que es celularizado.” (Berardi,
2003:76)

Las redes sociales emergieron como canales de comunicación horizontales, que


permitían la vinculación directa de los sujetos con la información, entretenimiento o
comercio sin necesidad de intermediarios. Pero para Han, estas premisas de libertad y
comunicación ilimitadas, también encierran la vigilancia y el control social. El autor
denomina panóptico digital, a la supervisión de todas nuestras acciones por las redes,
siendo este una versión sofisticada y mucho más eficiente que el panóptico de Bentham.
La sociedad de control encuentra nuevos recursos para su beneficio, utilizando la
libertad de los sujetos-usuarios, los cuales son controlados y manipulados
discretamente, mediante el análisis de los datos asociados a sus comportamientos en las
redes. La eficacia del panóptico digital, radica en que la vigilancia se traslada a los
propios vigilados; a través de un click, o simplemente por portar un celular, todos los
metadatos asociados a cada acción individual, son inmediatamente incorporados a una
base de datos para utilizarlos cuando y como se lo requiera. La dominación digital se
ejerce sin coerción alguna, sin sometimiento, por el contrario, el sistema se calibra a la
psique de los dominados, de tal forma que la permanencia en el es tan atractiva que
genera dependencia. (Byung-Chul Han, 2014:17)
Es así que el sujeto que consume distintos canales de la red, es a su vez un objeto de
consumo de estas, un insumo que se etiqueta, procesa y manipula como un producto
más del capitalismo neoliberal.

Mauricio Lazzarato en “Por una política menor”, introduce el concepto de Noo-política:


“…el conjunto de las técnicas de control que se ejerce sobre el cerebro, implicando en
principio la atención, para controlar la memoria y su potencia virtual”. (Lazzarato,
2006:100). A través de la incorporación de hábitos, la noo-política, tiene la función de
modular la memoria de los sujetos. Lazzarato, recupera conceptos de Gabriel Tarde
(1986), para señalar que mientras las técnicas disciplinarias se desarrollan en el espacio
de las instituciones, las técnicas de control y la constitución de los públicos se
desarrollan en el tiempo.
Las sociedades de control se sirven de distintos canales como el telégrafo, la radio, la
televisión o las redes sociales, para ejercer su dominio; con los cuales moldean las
subjetividades que se constituyen en el tiempo. Para el autor, una de las características
de la sociedad de control, es que la dominación puede realizarse a la distancia, y no
depende de un espacio dado. El autor no obstante se mostraba optimista con internet y
en particular con las redes sociales en el momento de la redacción del libro, ya que
considera a estas como un canal descentralizado, capaz de un desarrollo libre y
heterogéneo de la creatividad, y resistente a los procesos de monopolización, como los
dados en el resto de los medios. (Lazzarato, 2006:162). Con la perspectiva de los años,
hoy sabemos que la evolución de internet y en particular las redes sociales, se tomó un
camino muy distinto.

Conclusiones:

El recorrido de las perspectivas de Byung-Chul Han, Franco Berardi y Mauricio


Lazzarato, nos posibilita pensar el modo en que el capitalismo neoliberal, encontró
distintas formas de control social, que provocaron nuevos procesos de subjetivación. La
transición de la sociedad de control, a una sociedad de rendimiento, se verifica en la
mutación de un dominio externo pero resistido de los espacios, expresado en el
aislamiento y el encierro, hacia la invasión consensuada del tiempo, entendido este,
como generador de dinero. La introducción en las sociedades de las nuevas tecnologías
de la información, habilitaron estos cambios.
No podemos dejar de notar que durante el periodo de pandemia los distintos
mecanismos de control social, se evidenciaron en formas nunca antes vistas. Durante la
cuarentena, se ejercieron los mecanismos de control coercitivos de encierro y
aislamiento propios de la sociedad de control que describe Foucault, asociados a los del
control del tiempo que describe Han. La experiencia global del coronavirus, demostró
cuan efectivo es el control a distancia de los cuerpos, utilizando los distintos canales de
comunicación y redes sociales, como describe Lazzarato. Los Estados utilizaron la
coerción y el miedo como vehículos de control social, en respuesta a un enemigo real y
desconocido (el virus); los ciudadanos respondieron obedientemente quedándose en sus
casas y dejando las calles desiertas. A su vez se recrearon nuevos espacios virtuales,
trasladando el espacio de las oficinas privadas y estatales, las escuelas y universidades,
los comercios y servicios al ámbito del hogar. El ritmo de la producción capitalista se
desacelero en los primeros meses de cuarentena, pero luego los niveles de productividad
se recuperaron progresivamente, quedando en la superficie un mayor sustrato
tecnológico y virtual para la reproducción de la sociedad del rendimiento como la define
Byung Chul Han.
Cabe preguntarse si el fenómeno pandémico y sus consecuencias, reforzaron los
mecanismos de su replicación y control, propios del capitalismo neoliberal,
advirtiéndonos de un futuro cada vez más conectado con lo virtual y desconectado del
mundo físico. Los proyectos a corto plazo de empresas tecnológicas que se proponen
recrear un mundo paralelo, en donde los individuos convertidos en avatares, se
entretengan, eduquen, comercien, enamoren y también dominen a otros, sugieren que
podríamos enfrentarnos a un nuevo paradigma de control social, mas inmersivo y por lo
tanto más peligroso.
También debemos observar que no todo es negativo en la virtualidad de la sociedad del
rendimiento, pero no ahondaremos en sus bondades que no son pocas, y que hoy nos
habilitan a nuevas y mejores experiencias. Pero si mencionamos que es posible atenuar
los efectos de la vorágine de la sociedad del rendimiento. Ante el vértigo de la novedad,
Han nos propone volver a la lentitud, a la capacidad de detenernos y aburrirnos, a la
contemplación que posibilita dejar atrás el ensimismamiento. La conciencia de la
necesidad de desconectarnos, de no estar disponible, de encontrar sosiego en la
simpleza, nos dará una fresca porción de libertad.
“Por falta de sosiego nuestra civilización desemboca en la barbarie, En
ninguna época se han cotizado más los activos, es decir los desasosegados”
(Byung Chul Han, 2010:25)

Biografía consultada:

BERARDI, F. La fábrica de la infelicidad, Madrid: Traficantes de sueños,


2003

HAN, Byung-Chul. La sociedad del cansancio, Barcelona, Herder Editorial,


2012

HAN, Byung-Chul. Psicopolítica, Liberalismo y nuevas formas de poder


Barcelona, Herder Editorial, 2014

LAZZARATO, M. Políticas del acontecimiento, Buenos Aires, Tinta


limón, 2006.

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