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Teléfonos digitales: Nuestro nuevo mejor amigo/nuestro nuevo peor

enemigo

Por Jorge Millaquén y Diego Muñoz

Asistimos a una nueva era digital, en dónde el ritmo del manejo de la información,

el intercambio cultural y las relaciones humanas han alcanzado un nivel vertiginoso, del cual

resulta muy difícil hacer un seguimiento. En cualquier caso, la vida presente se ha vuelto la

regla primordial en esta época: información inmediata, comunicación inmediata, placer

inmediato.

Para Lipovetsky (2004), “la consagración del presente ha venido con la revolución de

la vida cotidiana, con las profundas alteraciones, impulsadas por el último medio siglo de las

aspiraciones y de las formas de vida”. Es dentro de este contexto, el de una nueva manera de

vivir que aspira a tener todo a su alcance, en donde surgen los denominados ‘teléfonos

inteligentes’.

A lo largo de este ensayo, se expondrá la dualidad que existe respecto de estos

teléfonos como nuestros nuevos mejores amigos/nuestros nuevos peores enemigos. Lo

primero, como el ideal al que aspiran llegar estos aparatos y sus consumidores: elementos

benefactores que nos permiten llevar una mejor calidad de vida. Lo segundo como la realidad

de lo que son y las consecuencias que traen: dispositivos que individualizan a la gente,

impersonalizan las relaciones sociales y sirven al sistema neoliberal imperante. Es respecto

a este segundo punto sobre el cual construiremos nuestra argumentación, defendiendo el

planteamiento de que los teléfonos inteligentes han traído consigo una serie de cambios
negativos en las formas de vida contemporáneas, convirtiéndose en un nuevo enemigo para

las relaciones humanas y el bienestar real de los individuos.

La introducción de los Smartphone en el mercado y principalmente en el diario vivir

de cada persona como instrumento potente de comunicación, ha contribuido, entre muchos

aspectos, a una accesibilidad más eficaz y rápida a la amplia gama de información que posee

el internet.

Los smartphones han beneficiado las relaciones humanas, debido a que, gracias a la

incorporación de redes sociales en los artefactos, se ha incrementado la velocidad de acceso

a éstas y se ha reducido el espacio físico en el que se establecen, brindándonos acceso a

comunicación instantánea con el resto del mundo. Todo esto suena muy bonito a la hora de

describirlo como generador de la “ruptura en el espacio-tiempo”.

Pasando más a lo concreto y dejando de lado lo ideal, en su práctica, los celulares han

ido deshumanizando gradualmente las relaciones humanas. La comunicación cara a cara ya

no es la manera principal para establecer relaciones, la interacción ya no es con la persona,

es con el celular, es entre el espacio digital de uno con el espacio digital del otro. Las personas

han perdido autenticidad, las emociones son reemplazadas por emoticones, se establece una

preocupante lógica de “poder ser quien se quiera ser” al estar detrás de una pantalla táctil, la

gente pierde su expectativa acerca de la misma gente al estar explicito un acuerdo común de

falsedad y apariencia. La comodidad se hace regla debido a la reducción del espacio físico,

ya no existe necesidad salir de la zona de confort para estar con quien realmente queremos

estar, se pierde el afecto físico, la timidez surge frente al momento de verse envuelto una

relación humana real. Un ejemplo claro de esta decadencia de las relaciones humanas está

presente en la película Her (2013) de Spike Jonze, en donde el protagonista se enamora de


su sistema operativo. ¿Llegaremos algún día a tal punto que, nuestra adoración por las nuevas

tecnologías (para efectos de este ensayo, los teléfonos inteligentes) nos llevará a apreciar más

estos artefactos carentes de vida que a nuestros propios pares? En cualquier caso, la pregunta

hecha no dista mucho de la realidad.

Otro aspecto beneficioso de nuestros queridos celulares, es la posibilidad de comprar

en poco tiempo y al alcance de todos los bolsillos productos necesarios para nuestra vida,

gracias a las ofertas publicitarias presentes en las redes de nuestros teléfonos. No solamente

podemos acceder a la moda o a otros aparatos que nos simplifican la manera de vivir, sino

que además podemos pagar nuestras cuentas, acceder a la televisión, al banco, pedir consultas

médicas, etc.

Ahora pongamos los pies en la tierra. El consumismo a través de los smartphones ha

encontrado una nueva e inagotable fuente de posibilidades para establecerse dentro de la

sociedad. Es natural que, en esta época veamos a los empresarios como entes merecedores

de respeto y agradecimiento a todo lo que nos han brindado. El sistema económico neoliberal

nos ha hecho sentirnos a gusto en nuestras jaulas. Mientras más cosas tenemos, más felices

somos y tenemos un mayor estatus social. La publicidad nos estereotipa dándonos una idea

de que es lo bueno, que es lo bello, que es lo necesario. La libertad de quienes consumimos

los objetos surge de la necesidad férrea que tiene el mercado de convertirnos en consumidores

permanentes (Sarlo, 1994).

Otro de los aspectos buenos de los smartphones tiene que ver con el acceso a la

información. Esta información, obviamente pasiva y carente de una determinada ideología,

nos ayuda a estar al tanto de la actualidad, del pasado y del futuro sin importar el contenido

que esta tenga, al ser nosotros seres con un pensamiento lo suficientemente maduro y crítico.
En realidad, el acceso a la información desde los celulares es violento,

innecesariamente explícito y ayuda a la ignorancia de los individuos, que creen en estas

fuentes de información como confiables. Los niños tienen al alcance de su mano contenidos

tan violentos como peleas callejeras, pornografía y chismes, naturalizando estos conceptos

al no haber una concepción anterior de lo que estos mismos implican. Los debates en torno

a un tema contingente rayan en lo fascista debido a la desinformación de la gente y la carencia

de éstos para inferir un trasfondo social de las problemáticas: no es raro encontrar que la

mayoría de la gente en las redes sociales está de acuerdo con las detenciones ciudadanas y la

pena de muerte para los delincuentes. De esta manera nos dividimos y nos individualizamos,

el cambio social se hace imposible. Esto último habla de este acceso a la información como

un mecanismo de control que favorece al capitalismo, facilitado también por el manejo a

conveniencia y censura de la información que nosotros inocentes, obtenemos a través de

nuestros celulares.

En este documento se explicitan sólo algunas de las construcciones argumentativas

que nos pueden llevar a ver a nuestros aparatos celulares como lo que realmente son. El

objetivo necesario es salir del sentido común, empezar a ver que tenemos realmente entre las

manos al ocupar un Smartphone y no simplemente aceptar el avance del sistema capital hasta

nuestra subjetividad como si nada.

Sólo el re-pensamiento de nuestras necesidades en lo contemporáneo, como algo

creado y no como realmente necesario, nos puede ayudar a salir de esta lógica de adquirir

más y más nuevos elementos para acceder a un determinado estilo de vida


Es urgente replantearse las relaciones humanas como un aspecto central de nuestro

surgimiento y parte fundamental del desarrollo integral tanto de individuos como de las

sociedades.

Es paradójico que este sistema que liberaliza nuestra economía, nuestro pensamiento

y acciones, nos tenga encadenados a tantos elementos que creemos esenciales para subsistir.

“No importa la hora que indiquen tu móvil o tu ordenador, te pueden convocar o enviarte un

mensaje para que hagas algo inmediatamente, ¿Dónde está el poder: en conectarse

velozmente y con muchos, o en la posibilidad de desconectarse? No te regalan el móvil. Tú

eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del móvil” (Garcia Canclini, 2007).
Bibliografía

Canclini, N. G. (2007). Cuento posdigital. En Lectores, espectadores e internautas (pág.


61). Barcelona: Gedisa.
Jonze, S. (Dirección). (2013). Her [Película].
Lipovetsky, G. (2004). Tiempo contra tiempo o la sociedad hipermoderna. En Los tiempos
hipermodernos. Barcelona: Anagrama.
Sarlo, B. (1994). Capitulo 1: Abundancia y Pobreza. En Escenas de la vida posmederna
(pág. 31). Buenos Aires: Editorial Planeta.

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