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2. Estados Unidos
2.1 la evolución económica de Estados Unidos
Desde 1945 hasta la crisis de 1973, la economía estadounidense prosiguió su
crecimiento y modernización. Si bien con unos ritmos inferiores a los de otros países
como Francia, Alemania o Japón. Las causas de esta expansión estaban en el continuo
aumento de la productividad y el crecimiento de la renta, lo que a su vez permitió un
aumento del consumo interno. Igualmente, tanto en Plan Marshall como la Guerra de
Corea contribuyeron a estimular la economía de Estados Unidos.
Una parte importante de este éxito económico se debió al esfuerzo de innovación
científica y técnica. Las innovaciones, además, tendieron a difundirse cada vez a mayor
rapidez.
En los años 60, la política económica de los demócratas, los Presidentes Kennedy y
Johnson, se orientó al crecimiento y la mejora de la protección social en el marco de
una política económica Keynesiana.
A principios de los 70 comenzaron los problemas. El aumento de las importaciones
deterioraba la balanza comercial y el déficit público se disparó por los gastos militares
provocados por la guerra de Vietnam. Esto, junto a los problemas financieros, acabó
obligando al presidente Nixon a devaluar el dólar. La subida del precio del petróleo de
1973 solo agravó la crisis.
El Presidente Republicano Ronald Reagan mejoró la economía. Pero su política
neoliberal de reducciones de los impuestos, unida a un incremento del presupuesto
militar, agravó el déficit público. Además, se redujeron las prestaciones sociales, lo que
perjudicó a los más pobres.
2.2 Política exterior y liderazgo mundial
La potencia de su economía y de su moneda fue el primer factor que le permitió
acceder a esa posición:
Esta redistribución se realizó mediante una política fiscal que hacía pagar más a quien
más tenía, utilizando los impuestos directos, es decir, sobre la renta y la riqueza, más
que los indirectos (sobre el consumo), que pagaban todos los ciudadanos por igual.
Este sistema impositivo permitió un aumento de la recaudación que se utilizó para
financiar los servicios de prestados por el Estado de bienestar. El Estado desempeñó
también una función de garante de las relaciones laborales.
Este tipo de capitalismo de inspiración keynesiana logró un éxito destacable durante las
décadas de 1950 y 1960. Creó unas sociedades de clases medias que se caracterizaron
por su estabilidad política y social.
La crisis del modelo
Este modelo de capitalismo funcionó relativamente bien hasta principios de la década
de 1970, debido principalmente al desarrollo económico que permitió un fuerte
crecimiento del empleo y contribuyó a mejorar las condiciones de vida de muchos
sectores sociales.
Pero como consecuencia de las convulsiones monetarias y de la crisis energética de
1973, se disparó la inflación y aumentó el desempleo. La disminución de los ingresos
fiscales por la crisis de las empresas y la reducción de las cotizaciones a causa del
empleo vino acompañada por un aumento del gasto público, ya que había que pagar
más subsidios de paro. El aumento de los gastos y la merma de los ingresos condujeron
a una serie de crisis de este modelo.
Se produjo entonces un cambio en las políticas económicas que tendieron a modelos
neoliberales caracterizados por una mejor participación del Estado en la economía y
por una menor regulación. Empezaron a realizarse privatizaciones de empresas
públicas y se redujeron las políticas de protección social para disminuir el gasto estatal
y déficit público. El mayor exponente del cambio de políticas económicas en Europa fue
el Gobierno de Margaret Thatcher, en Reino Unido, en los años 80.
La contestación social en Europa Occidental
A pesar del consenso social y público de los logros económicos, surgieron en los años
60 algunos movimientos sociales que cuestionaron los fundamentos del Estado social
europeo y de la democracia occidental.
El descontento estalló en Francia en mayo de 1968. Allí, los estudiantes universitarios
se lanzaron a la calle e iniciaron una serie de protestas y manifestaciones a las que más
tarde se incorporó el movimiento obrero. Finalmente, la movilización del
gubernamental y diversas concesiones laborales acabaron con el conflicto.
En casi todos los países desarrollados occidentales aparecieron otros movimientos
contraculturales, fundamentalmente entre la comunidad estudiantil, de tendencias
pacifistas o revolucionarias, que se engloban bajo el calificativo hippies.
A partir de los años 50, Japón no solo desarrolló su propia economía, sino que
también instaló algunas industrias en los países vecinos para reducir los costes
de producción, medida que posteriormente fue también adaptada por
industrias estadounidenses y europeas.
En los años 60 comenzó el vertiginoso crecimiento en cuatro territorios: Taiwán,
Corea del Sur, Singapur y el enclave de Hong Kong. Serán los llamados
“dragones asiáticos”.
Ya a finales de los años 70 y 80. Se incorporaron Malasia, Tailandia, Indonesia y,
de forma espectacular, China.
Como consecuencia de la implantación del nuevo modelo económico en las décadas de
los 70 y en los 80, todos los países mostraron un alto crecimiento de su producto
interior bruto.
Las causas del crecimiento
El papel del Estado. Los gobiernos de estos países eliminaron las leyes que
obstaculizaban la inversión extranjera y proporcionaron asesoramiento y sobre
todo subsidios y ayudas directas a las multinacionales que se instalasen en ellos
y las industrias nacionales que se fundasen. Estas medidas atrajeron inversiones
foráneas.
La existencia de una fuerza laboral cualificada y que cobra salarios muy bajos.
Además, eran países con una estructura social relativamente igualitaria que
habían realizado sus reformas legales de los años 50 y en los que no existían
grupos de tensión terratenientes contrarios a las políticas modernizadoras. Ello
dio al Estado gran margen de acción.
También fue importante la inclusión de sus economías en los circuitos
financieros y comerciales internacionales, tanto para atraer capital al principio
como para lograr mercados después.
Finalmente, estos países se especializaron en sectores de bienes de consumo
de tecnología media o alta, aunque sin descartar sectores básicos.
5. La URRS
5.1 Los últimos años de Stalin
Tras la Segunda Guerra Mundial, la figura de Stalin había sido reforzada.
Se le consideraba el artífice de la victoria sobre los nazis. Por ello, su posición tanto a
nivel interno como internacional se fortaleció. Durante la guerra, el régimen había
relajado la represión sobre la población, para evitar la desmoralización y fomentar el
espíritu de lucha. Sin embargo, una vez terminado el conflicto, se recuperaron las
políticas de terror y se consolidó el culto a la personalidad.
El aspecto más dramático de esta política fue la proliferación de purgas políticas que
afectaron a todos los sectores sociales. Proliferaron los asesinatos, juicios sin garantías
y campos de prisioneros. Se calcula que entre 3 y 10 millones de personas pasaron por
los campos de trabajo.
En el exterior, la URSS se consolidó como una gran potencia militar y nuclear y erigió
en líder del bloque comunista.