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Presentación

La buena administración:
¿sueño, expresión a la
moda o concepto jurídico
operativo?
A ndrés O spina 1

Que la Administración sea buena parece ser un anhelo general de todas las
ciencias que, como el derecho administrativo, se ocupan de su estudio; es más,
la buena administración pareciera ser, en términos simples, su razón de ser. Es
por esta razón que cuando el derecho comunitario europeo previó en su sistema
normativo el derecho de las personas a la buena administración 2, surgió en la
doctrina latinoamericana el interés por el estudio de esta nueva idea: la buena
administración se convertiría en realidad, porque ahora no sería un thelos, sino
un derecho exigible. Los diagnósticos de mala administración que conducen
de manera pesimista a ver en la buena administración una utopía parecían
estar condenados. Así, por ejemplo, cuando en 2016 el grupo de investiga-
ción en Derecho Administrativo del Externado aunó esfuerzos en torno a un
proyecto denominado El derecho administrativo para la paz, se le otorgó un lugar
especial a la buena administración y dos excelentes artículos fueron dedicados

1 Docente investigador del Departamento de Derecho Administrativo, Universidad Externado


de Colombia. Magistrado auxiliar de la Corte Constitucional, Bogotá, Colombia. Doctor en
Derecho, Universidad de París ii, Panthéon-Assas, París, Francia. Correo-e: andres.ospina@
uexternado.edu.co. Enlace orcid: https://orcid.org/0000-0003-4033-1739. Para citar el artículo:
Ospina, Andrés “Presentación”, Revista digital de Derecho Administrativo, Universidad Externado de
Colombia, n.º 21, 2019, pp. 9-11. doi: https://doi.org/10.18601/21452946.n21.02
2 Luego de que en 2005 el pueblo francés y de los Países Bajos rechazaron la entrada en
vigor del Tratado que establecía una Constitución para Europa (Tratado de Roma ii de
2004), la Carta de Derechos Fundamentales de Niza, que prevé el derecho a la buena
administración, fue incorporada al Tratado de Lisboa, del 13 de diciembre de 2007.

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10 Andrés Ospina

específicamente al asunto3. Ahora, para el primer semestre de 2019, la Revista


digital de Derecho Administrativo presenta un número con una parte monográfica
dedicada a la buena administración. El panorama que encontrará el lector de
nuestra revista es suficientemente amplio y de calidad, para poder concluir
que existen más dudas que certezas en cuanto al contenido, la naturaleza y los
instrumentos que materializan la buena administración. Si se me permitiera
agregar un subtítulo al número de la revista, no dudaría en formular alguno
relacionado con un concepto en construcción.
La dificultad de apropiarse del concepto de buena administración inicia
en sus orígenes mismos, respecto de los cuales ni siquiera hay consenso. En
este número el lector encontrará que algunos autores se remiten a los estudios
anglosajones de la maladministration; pero también refieren cómo el concepto
se encuentra en la Constitución italiana de 1947 (la buona amministrazione - buon
andamento de la administración), mientras que otros reivindican que fue Maurice
Hauriou quien primero utilizó la expresión y le dio contenido. La situación
se hace aún más compleja cuando nos adentramos en su estudio e intentamos
darle contenido porque, por momentos, pareciera que la buena administra-
ción es, más que un concepto de síntesis, un passepartout a la moda, fácilmente
asimilable al aire: útil y omnipresente, se respira inconscientemente, pero es-
curridizo cuando se piensa que basta apretar el puño para atraparlo. Aunque
no existe consenso al respecto, en esta edición de la Revista, el lector encon-
trará, al menos, tres grupos de posturas respecto del contenido de la buena
administración: una amplia y ambiciosa, que incluye en el concepto elementos
como la transparencia, la lucha contra la corrupción, la eficacia y la eficien-
cia administrativas, e incluso, el buen gobierno. Una restrictiva, que limita el
concepto a las garantías que incluyó expresamente el artículo 41 de la Carta
de Derechos Fundamentales de la Unión Europea; y, finalmente, una intermedia
que, aunque no se detiene en la enumeración de la Carta, intenta depurar el
concepto y diferenciar la buena administración del buen gobierno.
La enumeración de los instrumentos para lograr la buena administración
afronta la misma variedad: desde instrumentos clásicos como las normas du-
ras, incluido su estudio de impacto normativo; hasta instrumentos de soft law,
como los estándares de buenas prácticas de la ocde, instancias de mediación
como el ombudsman, frecuentemente mencionado en esta revista, y otros como
el estudio de impacto regulatorio, concepto que no es sinónimo del estudio
de impacto normativo. Se discute en este orden de ideas si la transparencia es
causa, característica o consecuencia de la buena administración. Para varios

3 Marco Dugato, “Buena administración para la paz”, en La constitucionalización del derecho


administrativo, t. ii, El derecho administrativo para la paz, Bogotá: Universidad Externado de
Colombia, 2016 p. 331. Véase también en la misma obra Alberto Montaña Plata, “El
principio de buen funcionamiento de la Administración pública y su carácter vinculante
en la revisión judicial de actividades administrativas”, p. 357.

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de los autores de este número, la buena administración sería un examen de


los medios; mientras que para otros, ella se permitiría juzgar los resultados.
La naturaleza jurídica de la buena administración es un asunto no menos
complejo. Aunque a partir de la referencia al instrumento europeo pareciera
haber consenso en cuanto a que se trata de un principio y un derecho funda-
mental, no existe claridad respecto de las implicaciones concretas que esto trae
aparejado. Esta revista evidencia con mucha riqueza conceptual y bibliográfica
cómo se trata de un derecho que ha sido deducido en Brasil, donde no existe
previsión normativa expresa, y da muestra de los inteligentes esfuerzos de la
doctrina colombiana para realizar la misma deducción. Hay que decir que
la Constitución colombiana de 1991 es un excelente huerto para cultivar nuevos
principios y nuevos derechos. Pero más allá del valor simbólico de tal recono-
cimiento –deducción– no está de más preguntarse por sus efectos. Al respecto
se entrelazan nuevamente sentimientos encontrados, esperanza mezclada con
temores: posiblemente la existencia de un derecho constitucional fundamental a
la buena administración, que agrupara derechos y garantías diversos en beneficio
de las personas frente a la Administración, tendría el efecto de materializar el
carácter no taxativo de los derechos y garantías reconocidos en el texto cons-
titucional (artículo 94 de la Constitución) y permitir así una mirada al bosque
(la buena administración), más que al arbusto (las garantías en particular).
Pero el temor surge de inmediato: posiblemente el reconocimiento de un
derecho amplio a la buena administración permita materializar los fines del
Estado y hacer efectivos los otros derechos fundamentales, pero al precio de
unos poderes tan amplios de los jueces de tutela, que el margen de apreciación
administrativa quedaría suplantado por la apreciación judicial, amparada en la
amplitud y abstracción de lo que se considere como la buena administración.
Imposible no pensar aquí en el concepto de moralidad administrativa…
Algunos de los autores de este número ven en la buena administración el
síntoma del cambio del centro de gravedad en función de los intereses del ser
humano, mientras que otros relievan cómo la buena administración también
interesa a la administración misma.
Ante esta riqueza de posturas al respecto, puedo garantizar que el lector no
será indiferente frente a este número de la Revista digital de Derecho Administrativo
del Externado. Algunos encontrarán aquí verdades, revelaciones o respuestas.
Otros, como yo, encontrarán inquietudes. Comparto una de ellas: ¿acaso la
buena administración no ha sido siempre el objeto perenne del derecho admi-
nistrativo y lo que está cambiando es el derecho administrativo mismo, para
darle un nuevo alcance a lo que se entiende por la buena administración, los
destinatarios o beneficiarios de la misma, los instrumentos para lograrla y la
manera de evaluarla?
Buena lectura para todos.

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