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I. Introducción
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2 El artículo del profesor MAIZAL se titulaba “De la peligrosidad o inutilidad de una teoría
general del contrato administrativo”, El Derecho del 18/9/1998, al que le siguió la respuesta
del profesor CASSAGNE: “Un intento doctrinario infructuoso: El rechazo de la figura del
contrato administrativo”, El Derecho, del 23/11/1998. A ellos siguieron una serie de réplicas y
dúplicas, que hicieron recordar a otros debates que se suscitaron en su momento en el Derecho
Administrativo español entre los profesores NIETO y PARADA, y por otro lado FERNÁNDEZ
5' PAREJO ALFONSO. Todos estos debates son provechosos porque permiten actualizar temas
que muchas veces parecen agotados o adormilados.
3 Siempre que —lógicamente— ésta no signifique dotar de un instrumento que mal utilizado
sin-a fomentar la arbitrariedad y el capricho administrativo.
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Empero, esto no nos debe llevar a la confusión de creer que por ser
creadores de la figura y denominación del instituto jurídico que expongo,
el Derecho francés haya volcado tal denominación en su ordenamiento
jurídico. Ello lo vemos en el reciente Code des marches publics, aprobado
por el decreto N° 2006 -975 del 1/8/2006, en que se utiliza esta última y
clásica denominación —marchés—en sentido genérico, locución que, por lo
demás, ha sido clásica en el Derecho Público francés, y hasta se ha llegado
a sostener que no porque una relación contractual esté contemplada en el
C o d e significa que el contr ato sea administrativo5.
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índole administrativa, salvo que de ella o de sus antecedentes suija que está
sometida a un régimen jurídico de Derecho Privado”.
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Era lógico entonces que el common law regulara los contratos de las
autoridades públicas. Pero los autores británicos, ya finalizando el siglo
XX advirtieron que pese a que aquél fuera el régimen genérico, había, sin
embargo, algunos aspectos que singularizaban los contratos celebrados por
las autoridades públicas15. Para ellos se usaron un término común como el
n SAYAGUÉS LASO, 3 .: Tratado de Derecho Administrativo, 4a ed., edición de los herederos
del autor, Montevideo, 1974, T. I, pág. 537.
12 “La figura del contrato administrativo”, RAP, 41-99. De las varias ediciones de la obra del
maestro y de T. R. FERNÁNDEZ, he utilizado a mero título de referencia, la 5a del T. I, págs.
670 y sigs., del Curso de Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, 1989, reimpr. 1991. En una
de las últimas se puede apreciar que la posición sigue siendo la misma.
*:í GORDILLO, A. A.: “Los contratos administrativos”, publicado en AAW: Contratos
administrativos, Asociación Argentina de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1977, págs.
7 y sigs.
14 DI SENZO, F.: I contratti della pubblica amministrazione, Giuffre, Milán 1975, págs.
9-11. TRÁVI, A.: “La contratación pública en Italia”, en CASSAGNE, J. C. y RTVERO YSERN
(directores): La contratación pública, Hammurabi, Buenos Aires, 2006, T. I, págs. 323 y sigs.
15 FOULKES, D.: Administrative Law, 8a ed., Butterworths, Londres, 1995, pág. 435.
ARROWSMITH, S.: The law of Public and Utilities Procurement, Sweet & Maxwell, Londres,
1996 , pág. 9 . GEDDES, A.: Public and Utility Procúrement, Sweet & Maxwell, Londres, 1997.
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Por supuesto que se tuvo que, al igual que en el boxeo, hacer “fintas”
para que se pudieran equilibrar las convicciones jurídicas entre los
países que tenían en sus ordenamientos el modelo francés del contrato
administrativo, de quienes no lo tenían, como los ya vistos. Entonces, sin
utilizar la locución clásica del Derecho francés, se habló directamente de
contratos públicos, en la comprensión que eran los que celebraba un poder
adjudicador (estatal) con un particular, y que, debía estar sujeto a unos
condicionamientos mínimos que, sin afectar las convicciones de los que no
reconocían al contrato administrativo, se pudiera, cuanto menos, asegurar
el cumplimiento de las libertades fundamentales de libertad de circulación
de mercancías y libertad de circulación de servicios, como igualmente
el tratamiento igualitario y no discriminatorio, y la transparencia en la
adjudicación19. Así, en las más recientes Directivas del Parlamento Europeo
y del Consejo del 31 de marzo de 2004 —cuya eminencia normativa se
aprecia en las normas contractuales española, italiana, francesa y británica,
que a ellas tuvieron que ajustarse—, Nos- 2004/17/CE, referente a la
coordinación de los procedimientos de adjudicación de contratos en los
sectores del agua, déla energía, de los transportes y de los servicios postales,
y 2004/18/CE, sobre la coordinación de los procedimientos de adjudicación
de los contratos públicos de obras, de suministro y de servicios, se utiliza,
sobre todo en la última, la locución de contratos públicos a lo largo de su
articulado, mientras que en la primera se observa que en el art. 1, punto 13,
se habla del “vocabulario común de contratos públicos”, que denomina en lo
sucesivo “CPV”, ello es, “common procurement vocahulary”. Es interesante
apreciar cómo la palabra inglesa procurement señala, precisamente, a los
contratos que celebra la Administración Pública. Parecería que hay un flujo
jurídico entre la concepción continental europea del contrato administrativo
y la del common law.
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24 PÉGUIGNOT: ob. cit., fascículo 510, año 1962, pág. 4, n° 17. RIVERO ISERN, E.: La
intepretadón del contrato administrativo, Ia edic., Instituto García Oviedo. Universidad de
Sevilla, Sevilla, 1971, págs. 91 y sigs. VIRGA:. Diritto Amministrativo. I prineipi, T. I, Ia ed.,
Giuffré, Milán, 1983, págs. 322-323. CIANFLONE, A.: L’appalto di opere pubbliche, 7 a ed.,
Editorial Giuffré, Milán, 1985, págs. 436-438.
25 En los Estados Unidos la Corte Suprema ha formulado en numerosos pronunciamientos
que los Estados Unidos está tan vinculado en sus contratos como lo están los individuos,
Union P. R. Co. v United States, 99 US 700; que los mismos principios de derecho y justicia
que prevalecen entre los individuos debe controlar la formación y ejecución de los contratos
entre el gobierno y los individuos, Unites States v. Utah, N. & C. Stage Co., 199 US 414; qué
un contrato del gobierno debe intepretarse como lo son los contratos entre los individuos, en
orden a indagar la intención de las partes y darle efecto consiguiente, si ello puede hacerse en
forma compatible con los términos del contrato (instrument) Hollerbach v. United States, 233
US 165.
** “Dulcamara S.A. c. ENTeí”, del 29/3/90, Fallos: 313:376.
71 “Yacimientos Petrolíferos Fiscales c. Corrientes, Provincia de y Banco de Corrientes s. cobro
de australes”, sentencia del 3/3/92; Fallos: 315:158.
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Entonces, lo que se echa de ver es que resulta claro que el contrato “de
Derecho Privado de la Administración” no resulta ajeno al Derecho Público.
Por ejemplo, un contrato que celebra una empresa pública es lógico que
esté sujeto a las normas de Derecho Privado en cuanto el giro comercial o
industrial específico; mas no está alejado el componente público en cuanto
se refiere a las normas administrativas que estatuyen la competencia
respectiva de esa empresa .
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Por ello, es que la faz inicial se reserva al Derecho Público, y hasta me atrevo
a señalar que la ejecución no dejará de estarlo también, según los casos.
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Entonces, si reconocemos que existe esa figura, y que nos sirve para
determinar cuándo estará la Administración sujeta al Derecho Público y,
consecuentemente, actuando como su prerrogativa, ¿cuál será el criterio
determinante? La clave está a mi modo de ver en el fin; es decir, el criterio
será teológico. Por ello me adhiero a quienes sostienen tal criterio49, puesto
que pretender, como dije, que el contrato sea administrativo por contener
cláusulas exorbitantes es un criterio desligado de la razón que justifica su
existencia.
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Por cierto la aplicación del Derecho Público podrá no ser tan amplia
como para pretender que, por ejemplo la relación que une a un usuario
de un servicio de transporte prestado por una empresa estatal sea
administrativa, y por lo tanto que ese contrato lo sea. Pero, no es posible
tampoco negar que habrá en ese caso componentes públicos, como ser la
competencia que pueda tener determinadas autoridades de la empresa
para contraer obligaciones o efectuar ampliaciones de redes, no habilitadas
presupuestariamente, o, en caso de corresponder, designar empleados sin
concurso previo.
VI. Conclusión
51 Caso “Pluspetrol”, del 22/5/2007. Es más, siempre se dijo que para que exista contrato
administrativo una de sus partes debe ser el Estado.
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El criterio determinante estará dado por el fin del contrato, que fijará el
régimen aplicable, conforme el cual, de ser preponderantemente público,
se rotulará al contrato administrativo. En cambio, cuando sea un contrato
que tanto el Estado como un particular podrían celebrar, será de “Derecho
Privado”.
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