PRIMER PREMIO
Concurso de Trabajos Didácticos
de la Revista QUEHACER EDUCATIVO
2009
DIDÁCTICA y Prácticas Docentes
“Pensando en la luna”
Propuesta de enseñanza de
Juan Pablo García Lerete | Maestro. Sauce (Canelones).
Los que alguna vez fuimos lectores de Pa-
teando lunas, de Roy Berocay, recordamos a
Mayte, aquella niña enamorada de la luna, que
soñaba con ser jugadora de fútbol.
«Pero la noche del lunes era igual que todas
las otras y eso significaba que su padre, sentado
en el sillón de siempre, miraba televisión junto
a su madre. (…)
Mayte miró hacia arriba. Nunca había visto
un cielo así tan nítido, tan lleno de estrellas.
La luna, enorme y pálida, parecía un globo
de cumpleaños. Sin saber porqué (sic) Mayte
miró a la luna y suspiró. (…)
Esa noche, soñó que la luna era una gigan-
tesca pelota de fútbol.»
Puesta en situación
El porqué de esta cita.
La propuesta de trabajo surge en un 5º gra-
do, en el transcurrir de un año muy particular
para los docentes y los alumnos, ya que nos
vimos enfrentados a dos grandes desafíos: el
acercamiento a una nueva malla curricular y la
introducción del Plan CEIBAL en las escuelas
públicas.
Esta nueva malla curricular marca la inclu-
sión de una serie de nuevas disciplinas (entre las
que se encuentra la Astronomía), cuyos conteni-
dos no formaban parte del anterior Programa o,
a lo sumo, se encontraban sumergidos en otras
38 / QUEHACER EDUCATIVO / Febrero 2010
disciplinas. El cambio propuso que la Astrono-
mía apareciera explicitada, lo que implicó que
los maestros nos viéramos enfrentados a una
serie de nuevos contenidos a enseñar, que an-
tes no aparecían y, por ende, eran muy pocas
las situaciones en que se trabajaba con ellos. A
su vez sentimos el desafío de pensar la forma
en que los niños debían aprender los conceptos
astronómicos involucrados en el grado; de ahí
que, al comenzar el año, surgieran diversas pre-
guntas acerca de cómo enseñar contenidos as-
tronómicos a los alumnos y respecto a la forma
en que trabajan los astrónomos para construir el
conocimiento.
En los primeros acercamientos, las dudas
acerca de los caminos a seguir eran miles, pero
con el correr de los meses algo comenzó a que-
dar claro: los contenidos astronómicos despier-
tan un interés muy especial en los niños. Hora-
cio Tignanelli sostiene que existe una especie de
“popularización de la Astronomía”, lo cual hace
que esté presente implícita o explícitamente en
la vida cotidiana de todo ser humano. A su vez
plantea que los fenómenos astronómicos des-
piertan un gran interés en los niños.
La luna es algo muy cercano a todos, pero
paradójicamente conocemos muy poco sobre
ella. Todos, al igual que Mayte, hemos mirado
alguna vez la luna y sentido algo especial, pero
muy pocos hemos pensado en ella, casi nunca

las fases lunares
nos cuestionamos acerca de “las manchas que
presenta”, o por qué la vemos de diferentes for-
mas y en distintas posiciones en el cielo, o por
qué a veces la vemos durante el día.
Mayte demuestra tener una especie de
encanto por la luna, una suerte de enamo-
ramiento que le genera un interés especial.
Esta misma situación se puede generar en los
escolares, lo cual se presenta como el motor
fundamental que tiene la Astronomía para su
abordaje en el aula.
Que la Luna tiene distintas fases es un fe-
nómeno claramente observable por los niños.
Ahora bien, la causa por la cual se da ese fe-
nómeno no se puede descubrir simplemente
observando el cielo, requiere de una enseñanza
DIDÁCTICA y Prácticas Docentes
que evidencie por qué, desde la Tierra, vemos
a la Luna de distintas formas. Para ello es fun-
damental que los niños comiencen a cuestio-
narse, que empiecen a observar y a pensar en
la luna, para buscar posibles explicaciones a
este fenómeno.
“A veces le falta un pedazo”
El desafío estaba planteado. La lectura de
Pateando lunas había generado en los niños
cierto entusiasmo por los fenómenos relativos
a este satélite.
La primera de las propuestas fue entregar
una hoja a cada niño, bajo la consigna de que
dibujaran la Luna de la forma que ellos la ven
desde la Tierra. Mientras realizaban los trabajos,
las ideas de los alumnos no se hicieron esperar:
–Se ve de muchas formas.
–No siempre está.
–A veces le falta un pedazo.
Era el momento propicio para la interven-
ción docente: –¿Cómo es eso de que la ves de
distintas formas?
–¡Claro! No siempre la vemos igual, muchas
veces le falta un pedazo.
Se analizaron y discutieron las distintas in-
tervenciones de los niños y se constató la di-
versidad de formas con que los niños habían
dibujado la luna, en la que predominaba la clá-
sica media luna. Esto comenzaba a evidenciar
Febrero 2010 / QUEHACER EDUCATIVO / 39
 “Pensando en la luna” las ideas que los niños tenían acerca de la Luna
y las distintas fases; el problema comenzaba a
surgir, pero aún no había sido planteado.
¡A observar!
Tignanelli (2008) plantea que la Astrono-
mía es «una disciplina que enseña a observar».
«Los astrónomos no tienen “laboratorios”, tie-
nen “observatorios”.»
DIDÁCTICA y Prácticas Docentes
Una vez que la Luna comenzó a ser cuestio-
nada y puesta como objeto de estudio, surgió la
propuesta de empezarla a observar secuencia-
damente durante el lapso de una semana. Para
ello, los alumnos tenían que completar un cua-
dro en el que aparecieran: el día y la hora en
que la habían visto, un dibujo del aspecto que
tenía la Luna y una narración de lo que estaban
observando.
Los alumnos se vieron movilizados por la
propuesta, y el desafío llegó a algunos padres
que venían y contaban que el niño había estado
hasta altas horas de la noche y no había podi-
do verla, e incluso otros decían que sus hijos
querían poner el despertador para ver si en la
madrugada la veían. La primera parte de la tarea
estaba cumplida, la Luna comenzaba a ser un
tema de interés muy especial para los niños.
Pasó una semana llena de intercambios y ex-
pectativas, en la cual la observación de la Luna
fue un tema que pasó a estar presente en todo
momento.
Era la hora de reunir en el aula, la informa-
ción obtenida por los niños. Para ello se for-
maron distintos grupos para trabajar con las
siguientes consignas:
1) Elaborar un informe acerca de lo observado
y analizado por cada uno de los niños du-
rante esta semana.
2) Explicar qué creen que provoca que obser-
vemos la Luna de distintas maneras.
Se fueron haciendo distintas intervenciones
durante la actividad, intentando evidenciar las
ideas previas que tenían los alumnos acerca de
las fases de la Luna. Los alumnos podían dibujar
las distintas fases, pero no sabían describirlas de
forma exacta, utilizando términos como: “se ve
un pedacito”; “hay otra que es como una media
luna”; “yo la he visto redonda”; etc.
El mayor conflicto cognitivo se produjo al
ser presentada la segunda parte de la propuesta,
40 / QUEHACER EDUCATIVO / Febrero 2010
en la cual los alumnos tenían que dar una ex-
plicación de por qué observamos la Luna de
distintas maneras. Esto generó discusiones
a nivel grupal, proponiéndose a los alumnos
realizar una representación dibujada del sis-
tema Tierra-Sol-Luna como forma de facilitar
la búsqueda de posibles explicaciones al pro-
blema propuesto.
Los alumnos elaboraron hipótesis atribu-
yendo esas distintas formas observadas al mo-
vimiento de la Tierra y la Luna (aspecto ya
trabajado). “La tierra tapa a la luna o algunas
parte de ella, le hace sombra, por eso vemos un
pedazo o no la vemos”, esta hipótesis fue una
de las posibles explicaciones más fuertemente
sostenida y argumentada por los alumnos en la
actividad. También algunos alumnos atribuían
el fenómeno a que la luna se ocultaba detrás de
algo que no sabían definir bien qué era, decían
que podía ser un planeta o algo por el estilo.
Otro niño argumentó que la luz de la luna “se
iba apagando y prendiendo de a poquito”.
Al final de la actividad se registran las dis-
tintas hipótesis planteadas, y junto a los alum-
nos se proyectan diferentes caminos para dar
solución al problema: ¿Por qué vemos distintas
fases de la Luna?
El problema había sido presentado formal-
mente, y las hipótesis evidenciadas nos fueron
orientando el camino a seguir y las distintas
actividades a presentar. Era el momento de
comenzar a pensar diferentes rutas de acción
para lograr que los alumnos se apropien de este
conocimiento.
¿Tan cerca está?
La observación directa impedía a los niños
tener un conocimiento acertado de las distancias
entre la Luna y la Tierra, y entre estas y el Sol,
así como de los tamaños relativos entre ellos;
basta con decir que al observar el cielo, el Sol
y la Luna aparentan tener el mismo tamaño. El
acceso a internet desde las XO nos permitió ob-
tener datos acerca de los tamaños relativos y las
distancias entre estos cuerpos, que luego fue-
ron llevados a dibujos y analogías para intentar
comprender un tema tan abstracto como este.
Los alumnos se vieron muy sorprendidos al
descubrir, por ejemplo, que la Luna es la cuarta
parte de la Tierra, y que el diámetro del Sol es
110 veces más grande que el de la Tierra.
 DIDÁCTICA y Prácticas Docentes
La siguiente actividad enfrentó a los alum- junto a los alumnos. Se comenzó por el mes de
nos a un juego de simulación en el cual tres ni- enero, identificando el día en que había luna lle-
ños, representando al Sol, la Tierra y la Luna, na y se contaron los días que transcurrían para
tenían que simular los distintos movimientos que la Luna volviera a presentar este aspecto.
relativos (traslación y rotación) bajo la guía del Esto se realizó con todos los meses, y así fue-
resto de los compañeros. La actividad resultó ron descubriendo que la duración de una fase
atractiva para los alumnos, y les llevó a descu- coincidía con lo que tardaba la Luna en dar una
brir, viviendo en carne propia, que además de vuelta a la Tierra y, además, que las distintas
la rotación, la Luna realizaba un movimiento fases presentes en el almanaque mantenían un
de traslación alrededor de la Tierra, y que esta orden y una duración aproximada.
-acompañada por su satélite- se trasladaba a su –Entonces es como un ciclo, exclamó Marcos.
vez alrededor del Sol. Las interrogantes acerca Se comenzaba a establecer una posible relación
del tema continuaban apareciendo. ¿Tendrían entre las fases lunares y el movimiento de la
algo que ver estos movimientos con las fases Luna alrededor de la Tierra, pero aún no queda-
lunares? ¿Cuánto durarían? ba claro qué era lo que provocaba que se obser-
varan estos cambios.
Debe estar llena porque dice el almanaque
Con el correr de los días, los alumnos conti-
nuaron aportando datos acerca del tema. Fue ahí
que un alumno compartió algo que resultó ser
relevante para la investigación:
–La traslación de la Luna tarda aproximada-
mente un mes.
Esta información movilizó a los alumnos
para intentar descubrir cuánto tardaban en suce-
derse las distintas fases lunares y encontrar así
una posible relación. Fue ahí que se dio la pre-
sencia de un almanaque y el análisis del mismo

Febrero 2010 / QUEHACER EDUCATIVO / 41

 “Pensando en la luna” Cuando lo cotidiano nos ayuda a entender
Muchas palabras que utiliza la ciencia apare-
cen en la vida cotidiana con un significado dis-
tinto al que la ciencia emplea; también encon-
tramos expresiones erróneas acerca de ciertos
fenómenos. Es común que los niños escuchen
mensajes tales como “está clarita la noche por-
que la luz de la luna nos alumbra”. La luz era
fundamental a la hora de intentar explicar el por
DIDÁCTICA y Prácticas Docentes

qué de las fases lunares; es por ello que esta ex-

presión comenzó a ser analizada y cuestionada.
–¿Será correcto decir que esa luz que vemos es
de la Luna? ¿Tiene luz propia la Luna? Las res-
puestas de los niños no se hicieron esperar.
–“Tiene luz la luna, sí, si por las noches a veces
nos alumbra.”
Se volvió a recurrir a la XO para investigar
acerca del tema y hubo quienes desconfiaron de
la información obtenida, que decía que esa luz era
producto del reflejo de la luz emitida por el Sol.
–“No puede ser la luz del sol, si es de noche.”
Las discusiones se seguían sucediendo, y un
nuevo avance se había logrado en el intento de
dar solución al problema: las fases parecían guar-
dar estrecha relación con el movimiento de tras-
lación y, a su vez, con la luz emitida por el Sol.
Llegando al final
El problema comenzaba a aclararse, fue ahí
que se observó un video explicativo acerca de
las distintas fases lunares. Este medio audiovi-
sual permitió a los alumnos identificar varios
aspectos: por un lado se observó claramente
que el Sol siempre alumbra la mitad de la Luna,
mientras que la otra mitad permanece con som-
bra; a su vez, que el movimiento de traslación
provoca que, desde la Tierra, no siempre vea-
mos la mitad iluminada.
Se comenzaron a comprobar y a refutar las
hipótesis planteadas y algunos aspectos trabaja-
dos en la secuencia.
Se vivieron momentos de discusión y aná-
lisis acerca de las formas en que podían ser
presentados los resultados obtenidos, para po-
der ser comunicados al resto de los alumnos de
la escuela y a los padres que nos estaban por
visitar. Se tuvo que volver a lo estudiado y se
comenzó a poner en práctica la construcción de
una maqueta en la que se representaran las dis-
tintas fases lunares así como el porqué de las
mismas. Fue ahí que surgió la idea de introducir
en una caja cerrada, con dos orificios (uno para
alumbrar y el otro para observar), una maqueta
con la Tierra y la Luna ubicadas en las 4 po-
siciones de las fases más importantes, lo cual
permitiría visualizar la causa del problema.
En la actividad “Tux Paint” de su XO, los
alumnos realizaron una representación a iguales
efectos.

42 / QUEHACER EDUCATIVO / Febrero 2010


Parecía que habíamos arribado al final de un
camino, pero en realidad era este el comienzo
de una etapa llena de intereses y ganas de apren-
der. En un pasaje del video, los niños escucha-
ron decir que la Luna era la que provocaba el
crecimiento de las mareas; de esta forma y sin
quererlo, Leandro, aquel niño inquieto y dis-
traído de la clase, se hizo una pregunta que nos
movilizó a todos:
–“¿Qué tiene que ver la luna con las mareas, si
está en el espacio?”
El nuevo desafío esta planteado y ahora
las preguntas surgían de los propios niños que
habían demostrado que era posible pensar en
la luna y enamorarse de ella.
DIDÁCTICA y Prácticas Docentes
Conclusión
En el correr de los días, todos nos sentimos
un poco identificados con Mayte; quien más,
quien menos, todos lograron mirar el cielo y
sentir algo especial. Y tal vez algún niño, tras
mirar la Luna alguna noche, se haya dormido
pensando en ella y hasta lograra soñar que la
Luna era una gigantesca pelota de fútbol. Al
despertar, la realidad lo invitaría a cuestionarse,
a observar, a pensar, pero sobre todo a aprender
ciencias disfrutando y viviendo la ciencia.

Bibliografía
BARRIOS, José (2009): “Aprender a leer imágenes como contenido astronómico” en Revista QUEHACER EDUCATIVO, Nº 95 (Junio), pp.
23-26. Montevideo: FUM-TEP.
FUMAGALLI, Laura (1997): El desafío de enseñar Ciencias Naturales. Buenos Aires: Ed. Troquel.
TIGNANELLI, Horacio (2008): “La Astronomía: una disciplina que enseña a observar” en Revista QUEHACER EDUCATIVO, Nº 90
(Agosto), pp. 27-32. Montevideo: FUM-TEP.
WEISSMANN, Hilda (comp.) (1997): Didáctica de las ciencias naturales. Aportes y reflexiones. Buenos Aires: Ed. Paidós Educador.

Febrero 2010 / QUEHACER EDUCATIVO / 43