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DOCUMENTOS

UNIDAD 5
Comunicación y atención al cliente
El arte de hablar en público
EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO
En algún momento de nuestra vida todos nos vemos ante un grupo, más o menos
numeroso, al que debemos dirigirnos, y tenemos que salir airosos, sin perder la
calma.

Existen reglas y técnicas de oratoria para saber hablar en público, a continuación se


incluyen algunas muy prácticas.

1. Cuidar el aspecto físico. Hay que tener presente que mientras estemos
hablando al auditorio nos convertimos en una especie de escaparate que todo el
mundo observa. Es necesario que nos sintamos seguros de nosotros mismos y
no tengamos dudas sobre nuestra presencia (detalles de aseo, ropa, etc.).
2. Empezar con buen pie. La toma de contacto con el público es un momento
importante. No debemos precipitarnos; si es necesario podemos tomarnos un
poco de tiempo y mirar abiertamente a los asistentes en una actitud franca y
distendida. No es bueno llegar corriendo, sacar los papeles precipitadamente y
empezar a hablar sin haber echado un vistazo a los asistentes.
3. Memorizar el comienzo. Los dos primeros minutos de la intervención es el
tiempo crítico en el que te puedes ganar al auditorio. Es útil grabar en vídeo esta
parte de la intervención y corregir después lo que no te guste.
Muchos conferenciantes comienzan su intervención contando un chiste o una
anécdota con el fin de relajar al público y facilitar el acercamiento.
4. Involucrar al público. Todos comprendemos mejor aquello en lo que nos
sentimos parte activa.
5. Confianza. No hay nada más patético que un conferenciante inseguro. Es
imprescindible estar seguro de uno mismo, saber que podemos salir adelante en
la intervención y además creernos el mensaje que estamos transmitiendo.
6. Mirada. Hay que mirar abiertamente a todo el auditorio y no mantener la vista
baja, fija en un punto o mirar solo a una parte de los asistentes, ya que esto
provoca desconfianza y hace que se pierda la atención.
7. Utilizar medios audiovisuales. Es bueno valerse de soporte técnico que nos
ayude, pero siempre en la media justa, que sirva como apoyo al discurso, sin que
lo anule, y que sea adecuado a la ocasión. Hay que tener presente que el actor
principal es el conferenciante y que no puede ser sustituido por ninguna máquina.
8. Asegurarse que el público nos sigue. Se pueden hacer breves referencias a
partes anteriores del discurso; esta técnica, además de enlazar, nos sirve para
facilitar la comprensión de los oyentes.
Algunos conferenciantes, en determinadas ocasiones muy estudiadas por su
parte, hacen preguntas puntuales a los asistentes, buscando la complicidad y la
participación.

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9. Entonación adecuada. Cuando el discurso o la intervención se desarrolla de
una forma monótona se corre el riesgo de que los oyentes pierdan el interés y
desconecten, o se duerman… Hay que utilizar todos los recursos lingüísticos a
nuestro alcance para cambiar el volumen, la entonación, etc.
10. Salpicaduras de humor. Si somos capaces de salpicar cualquier intervención,
por seria y sesuda que pueda ser, con pequeños chistes o gags, el resultado
será mejor, ya que los oyentes no se aburrirán y nos seguirán más fácilmente.
11. Velocidad adecuada. No hay que correr ni tampoco pararse en exceso, aunque
sea para buscar esa palabra que no sale. Lo mejor es que el discurso fluya de la
manera más natural posible.
12. Utilizar un lenguaje sencillo y claro. Habrá que evitar el uso de palabras
rebuscadas, de tecnicismos inadecuados al caso, así como el abuso de
adjetivos, adverbios o locuciones innecesarias. Cuanto más claro y conciso sea
el discurso, mejor. Esto no quiere decir que haya que caer en la vulgaridad y la
excesiva simplificación.
13. Cuidar todos los detalles. Recuerda uno de los famosos principios de Peter, «si
algo puede fallar, puedes estar seguro que fallará». Son muchos los detalles que
hay que cuidar; por eso es bueno llegar con antelación al lugar donde se
realizará la intervención y prepararlo todo con cierta tranquilidad. Esto también
ayudará y nos dará seguridad en nosotros mismos durante la intervención.
14. Poner un buen broche. El cierre o final de la intervención es otro de los
momentos críticos, ya que es lo que puede quedar grabado con mayor facilidad
en la memoria de los oyentes.
Podemos utilizarlo para hacer una rápida síntesis o para aclarar posibles dudas a
los asistentes o, simplemente, acabar con otro chiste o anécdota adecuada al
caso.

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