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TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO DE LA

INFANCIA
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA NIÑEZ EN CHILE
TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO DE LA INFANCIA
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA NIÑEZ EN CHILE

Trabajo Social y Desarrollo de la Infancia / Evolución Histórica de la niñez en Chile 2


Trabajo Social y Desarrollo de la Infancia / Evolución Histórica de la niñez en Chile 3
ESCUELA DE DESARROLLO SOCIAL

Jefa Nacional de Especialidad / Sandra Pulgar Carriel

ELABORACIÓN

Experto disciplinar / María Vásquez

Diseñador instruccional / Rodrigo Rubio

VALIDACIÓN PEDAGÓGICA

Jefa de diseño instruccional y multimedia / Alejandra San Juan Reyes

Experto disciplinar / Daniella Lobos

DISEÑO DOCUMENTO

Didactic

Trabajo Social y Desarrollo de la Infancia / Evolución Histórica de la niñez en Chile 4


Contenido
APRENDIZAJE ESPERADO DE LA SEMANA: ........................................................................... 6
1. BASES CONCEPTUALES HISTÓRICAS DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN CHILE 6
2. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA FAMILIAR Y TRABAJO INFANTIL ................................... 9
3. CAMBIOS DEMOGRÁFICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS EN MATERIA DE INFANCIA Y
ADOLESCENCIA EN CHILE.................................................................................................... 15
4. LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA DE HOY ................................................................... 18
IDEAS CLAVE.......................................................................................................................... 20
CONCLUSIONES .................................................................................................................... 21
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................................... 22
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................ 22

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APRENDIZAJE ESPERADO DE LA SEMANA:
Relacionan evolución de la infancia y adolescencia en Chile con su contexto
histórico, considerando bases conceptuales, demográficas, sociales y políticas.

1. BASES CONCEPTUALES HISTÓRICAS DE NIÑOS, NIÑAS


Y ADOLESCENTES EN CHILE

El sentarse a mirar y conocer cual sido el lugar de los niños y niñas en la historia
chilena, no hace sino reconocer que ha sido un grupo que por mucho tiempo fue
invisibilizado, y esto no solo en nuestro país, pues se trata de una tendencia
epistemológica mundial, desde lo antropológico, sociológico e historiográfico.

Al revisar documentación y textos que nos permitan construir y comprender la


mirada conceptual y las dimensiones que involucra la niñez en nuestro país,
encontraremos como hitos relevantes que instan a posar la vista en los niños y niñas
recién los hecho ocurridos a finales del siglo XIX, ya que la expansión del modelo
capitalista y las sucesivas crisis económicas que trajo aparejado hicieron que se
visibilizaran diversos grupos vulnerables quienes se vieron más afectados por la
pobreza. Recordemos también que es a inicios del siglo XX y debido a los
movimientos sociales que surgen en América Latina, como respuesta a esta crisis
que el Trabajo Social llega como profesión a Chile. Por tanto, no es casualidad que
además sea desde allí donde se comienza a mirar la niñez, a prestar preocupación
por su situación y visualizar forma de intervención en este grupo etario; sin
embargo, ciertamente los niños y niñas no eran concebidos en esa época con las
características y elementos que hoy definen las metodologías de intervención
profesional.

Es así entonces, que uno de los hitos relevantes en la evolución y desarrollo de la


infancia como área de intervención en Chile, fue el fenómeno de “La cuestión
Social”, fenómeno en el que no nos detendremos, ya que lo habrán estudiado al
conocer la historia de nuestra profesión. Como su nombre lo indica este fenómeno
generó una serie de cuestionamientos frente a diversos factores que afectaban a
la sociedad de la época, reconociendo a los niños y niños como seres “inocentes”
incapacitados para decidir y opinar y por cierto dependientes en lo absoluto de las
condiciones familiares en los cuales les tocaba nacer. Es así como en los análisis
existentes en relación a las precarias condiciones que dieron vida al fenómeno
social de la pobreza desde lo laboral, lo familiar y la salud, la niñez era señalada
como uno de los grupos que representaban las peores condiciones de
sobrevivencia de la época, pero sin aun tener el interés y al bagaje teórico para
instar a su estudio y protección, transformándose así en víctimas inocentes del
sistema social y económico imperante en la época, y también de la subordinación
extrema hacia los adultos. Este hecho conlleva a que la exposición a riesgos

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sociales provocados por la explotación aumentara, ya que no está disponible la
posibilidad de defensa o de responder a las condiciones de vida a las que eran
sometidos.

A mediados del siglo XX, en el mundo comienza a instalarse fuertemente la


necesidad teórica de estudiar y comprender las formas de vida desde lo cultural,
social, estructural y también emocional, como un proceso propio de la
modernidad, época que instala la crítica y comprensión causal permanente de los
contextos de desarrollo del ser humano. La mirada sobre la niñez no estuvo exenta
de aquello y es entonces a partir de la necesidad imperante de atender las
precarias y negativas condiciones de vida de la población posterior a la cuestión
social que se comienza a estudiar las formas de relación, y con ello son las primeras
miradas a los niños y niñas como parte de esta cadena de hechos que afectaron a
la sociedad en general, pero reconociendo en la niñez un grupo afectado incapaz
de movilizarse y de trabajar en mejorar su condición.

Esto implicaba una noción de desarrollo y socialización aportado por las corrientes
de la época, tales como la Psicología Evolutiva y la Sociología Funcionalista, las
que tienen un carácter evolucionista y esencialista que instala la noción niño como
ser pasivo y subordinado siendo asimilado por la cultura adulta.

A partir de los años 60 y debido a que comienza a cuestionarse teóricamente esta


visión y corrientes, surgen las primeras miradas que reconocen a la infancia como
un fenómeno social relevante en el desarrollo de la sociedad y a la familia y la
escuela como agentes responsables de su socialización e integración a la vida
social.

Es en esta época donde se comienza a cuestionar el papel que hasta ese


momento habían representado estas instituciones y la responsabilidad que les
cabía en las condiciones en la cuales se encontraban los niños y niñas. Este primer
análisis crítico es el inicio de una mirada más integral y de posicionamiento de la
niñez como sujetos sociales, participes del desarrollo económico y social y
receptores de las falencias y riesgos del contexto en que el viven.

En contraste, los nuevos estudios sociales de la infancia ponen énfasis en la


diversidad de los mundos de la infancia en distintos contextos y su heterogeneidad
de acuerdo a aspectos de género, clase social, etnia y otros.

Estos nuevos estudios ubican a los niños y niñas como actores (o agentes) sociales y
resaltan su característica como grupo a reproducir las relaciones sociales
dominantes, por otro lado también reconocen su capacidad de modificar e
intervenir en su las concepciones sociales que existían al respecto. Por ello, los niños
y niñas se constituyen tempranamente como sujetos plenamente sociales y
políticos. Al incorporar esta perspectiva trae como consecuencias la forma en que
se enfrenta la investigación con infancia, pues esta nueva mirada epistemológica y
metodológica los conciben como intérpretes sutiles de su entorno. El incorporar
este nuevo elemento de aquí en adelante se busca transformar la condición

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habitual de los niños de objetos de estudio para pensarlos como sujetos y como
partícipes en la producción, planificación y circulación del conocimiento.

Actualmente, la niñez vista desde un punto de vista socio jurídico, correspondería


al grupo social que se encuentra bajo la condición de minoría de edad, que en
Chile se extiende entre 0 y 18 años.

Dentro de este rango etario también se van a considerar diversos criterios como
desarrollo sexual, biológico y psicológico, responsabilidad penal y facultad para
trabajar, elementos que serán cruciales frente a la posición y estatus que ocupa
este grupo en nuestra sociedad actual.

La instalación de esta nueva conceptualización sobre la infancia permite el


surgimiento de otro gran hito en el desarrollo de la niñez en el mundo, la
Convención de Derechos del Niño.

En el año 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la creación


de la Declaración Universal de Derechos Humanos, siendo aquí la primera instancia
en donde los niños aparecen como sujetos de derecho y a raíz de ello en el año
1959 las Naciones Unidas aprueban la Declaración de los Derechos del Niño, la
cual consistía en 10 derechos no constituyendo una obligación legal para los países
que la firmaran.

En el año 1978, el gobierno de Polonia generó una versión provisional de una


Convención sobre los Derechos del Niño para ser revisada en la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas. A raíz de ello en el año 1989 esta
Convención fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el día
20 de noviembre, y finalmente la Convención entra en vigor, siendo ratificada por
20 países, entre ellos Chile quien lo hace el día 14 de agosto.

Este hito histórico, y político instala la necesidad de comenzar a trabajar en una


nueva conceptualización de la niñez como grupo social, activo, participe y
relevante, sujetos sociales y conscientes de su entorno, necesidades y desarrollo.

Fuente: YouTube

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2. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA FAMILIAR Y TRABAJO
INFANTIL
Como vimos en el apartado anterior, la sociedad en general y en particular la
chilena, sufre transformaciones relevantes a raíz de hitos históricos como lo fueron
“La Cuestión Social” y la ratificación de los Derechos del Niño. Estos hitos no
hicieron otra cosa que hacer latente una respuesta a los cambios que los procesos
sociales, económicos, demográficos y teóricos fueron generando en la forma de
relacionarse dentro de la sociedad.

Y al revisar como esto fue afectando es imposible separarlo de la afectación que


sufre la familia, entendiendo a esta institución como la que lleva bajo sus hombros
la responsabilidad del desarrollo y protección de los niños y niñas, hecho que es
coincidente a todas las miradas y épocas, pues la infancia desde lo conceptual
manifiesta un grupo social que por su condición biosicosocial y de desarrollo
requiere del apoyo y acompañamiento constante en su proceso de evolución e
integración social. La adecuada satisfacción de sus necesidades es antes y hoy
una responsabilidad y preocupación constante desde el mundo adulto,
representado en instituciones como la ya nombrada familia, escuela, instituciones
de salud, estado, etc.

Por ello veremos cómo han impactado estos cambios en la estructura familiar, la
cual en el siglo XIX estaba constituida por una conformación donde la ruralidad
tenía una fuerte tendencia, con un número importante de hijos (sobre 4) de
constitución legal, biparental, donde la división de roles se encuentra claramente
estipulada, siendo las mujeres quienes se encuentran a cargo de la organización
interna de la casa, la administración de bienes y mantención familiar de forma
interna, crianza de los hijos y preocupación por socialización y cuidados. Por su
parte, los hombres son considerados jefes de hogar, pero desde la mirada externa
a la casa, ya que son quienes proveen de ingresos a la familia, pero toman
decisiones hacia afuera, estableciendo límites y regulación cumplimiento de
funciones de sus integrantes, son los que establecen y hacen cumplir las sanciones.
En general, el trabajo es realizado por el padre y cuando la familia se encuentra en
situación de pobreza nos encontramos con que los hijos varones también
comienzan a desarrollar trabajos remunerados, recordemos que en esta época la
infancia es vista como una etapa que adolece de capacidades para tomar
decisiones y que tiene un alto grado de dependencia y subordinación hacia los
adultos, por ello al faltar los recursos para satisfacer las necesidades de todos los
integrantes los niños principalmente se transforman en una herramienta más para
mejorar las condiciones de vida del grupo familiar, teniendo en cuenta que la
mayoría del trabajo era manual, no requería de gran preparación técnica y se
desarrollaba en entornos cercanos al trabajo del padre.

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La revolución industrial, se denomina tal, no solo por que instala una nueva forma
de trabajar, (el trabajo en serie o industrializado) sino también porque ello con ella
el requerimiento y preparación técnica y especializada para realizar la labor, es
decir, se requiere menos mano de obra para un mismo trabajo, ya que muchos
procesos son reemplazados por máquinas, y además el trabajador debe
capacitarse en el uso de la maquina y el manejo de su labor. Si bien la ciudad
comenzó a atraer a las familias rurales a su entorno, con expectativas y ofertas
tentadoras de contar con mayor libertad en el acceso y elección de trabajo,
mejores salarios y acceso a otros bienes, como la vivienda; no mencionada que
atraía consigo la mayor inestabilidad laboral, condiciones laborales abusivas y
salarios no suficiente para el costo de la vida citadina. Estas circunstancias llevaron
a que las familias comenzaron a ver afectadas su estructura y organización.

En este periodo es posible observar una serie de cambios, tales como el acelerado
proceso de urbanización, (debido a la migración del campo a la ciudad) un
mayor alfabetismo y la escolarización de la población, ya que se requería
preparación para el nuevo campo laboral, y con ello cambios de orden
demográfico. Así, por ejemplo, destaca que hasta el año 1930 la población urbana
en la sociedad chilena no superaba a la rural. Sin embargo, ya en 1952 la
población que vivía en ciudades superaba el 60% y en 1970 ya alcanzaría el 75%.

Otro aspecto de interés lo constituye el crecimiento progresivo del alfabetismo y la


escolarización. El mayor alfabetismo masculino que hasta la década de 1940
superaba significativamente al de las mujeres, a partir de los años siguientes se
anulará dicha diferencia. Esto debido a que se acrecienta la incorporación de las
mujeres en el mercado laboral, ya que los bajos salarios y el costo de la vida en la
ciudad requieren que todos los integrantes que puedan aporten económicamente
a la mantención de la familia. Este hecho es muy relevante, pues significa un
cambio en la división de roles y funciones en los integrantes, y así las familias
tendrán que adaptarse a las consecuencias que esto conlleva, como lo es la
necesidad de los cuidados de dependientes y la compatibilización de los distintos
roles que toman cada una de las personas tanto en lo público, como en lo privado,
y es así como se comienza a incorporar la participación de otras instituciones en el
cuidado de los niños y niñas; y la organización de la casa.

La sociedad chilena de mediados de siglo XX, se caracteriza por ser nuclear


patriarcal, con ambos padres trabajando e hijos escolarizados, desde el Estado, se
trabaja en políticas sociales de fomenten la institucionalización de la familia, a
través del fomento del matrimonio y el reconocimiento legal de los hijos.

Respecto de las funciones de los niños y niñas, como ya lo vimos anteriormente, se


miran dentro de la sociedad como un grupo dependiente y subordinado que
requiere de mantención y cuidado, sin embargo, la afectación económica y las
crisis en la instalación de la industrialización, van mermando la posibilidad de
generar los recursos adecuados para la mantención del hogar por ello los hijos son

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vistos como mano de obra, ante la ausencia de políticas de Estado que
identifiquen esto como un problema.

Un estudio monográfico realizado a comienzos de siglo XX en una familia popular


de Santiago reveló que el aporte de la mujer y los hijos al presupuesto del hogar
fluctuaba en torno al 33%, siendo el más importante el del hijo mayor [...] Por eso,
muchos jefes de familia protestaron por el «abuso» de que se dictaran leyes que
obligaban a los niños a ir al colegio, cuando lo que todos necesitaban era que
trabajaran (Salazar y Pinto, 2002).

En este período de la sociedad chilena, en la mayoría de la población la vida


cotidiana de familia se caracterizó por transcurrir bajo marcos jerárquicos
patriarcales tanto respecto a la vida de pareja como en la relación entre padres e
hijos.

A lo largo del siglo XX, así como en estos primeros años del siglo veintiuno, la
intermediación del Estado ha ido progresivamente transformando lo privado en un
tema público.

Una de las características de esta familia chilena era el trato diferenciado en la


relación entre los padres y sus hijos, según fuere el sexo de los mismos. Así, el grado
de separación de lo público y lo privado adquiría formas diferentes con hijos
varones que con hijas mujeres respecto de los permisos y las prohibiciones, así
como en la división sexual del trabajo doméstico y no doméstico, y, además, la
preferencia por el hijo varón en el caso de optar para la prosecución de estudios
de uno de sus hijos.

Por ello en los sectores más pobres, el trabajo infantil era parte de las estrategias de
subsistencia en la familia.

Así y con bastante frecuencia los niños varones aportaban al debilitado


presupuesto familiar, conocidos como los trabajadores infantiles (Salazar y Pinto,
2002).

Por ello es posible ver que a fines del siglo XIX la actividad industrial urbana y
minera, particularmente carbonífera y salitrera, comenzó a incorporar la mano de
obra de niños y niñas bajo condiciones de trabajo que hasta entonces no se
conocían, esto genero un importante debate respecto a los efectos positivos y
negativos que esto provocaba en ellos. Desde allí y considerando que el Estado
comienza a trabajar fuertemente en el desarrollo de políticas públicas que regulen,
cuiden y velen por instituciones no solo en público si no también en la esfera de lo
privado, es que incluso con la reticencia de las familias más pobres, como se
señaló anteriormente. Finalmente se impuso una solución intermedia que tenía
como objetivo hacer compatible la escuela con el trabajo, entendiendo que si los
niños y niñas no accedían a instrucción, no lograrían acceder a mejores
condiciones de vida en la adultez, y ello se expresó en la ley de instrucción primaria
obligatoria de 1920 y en las leyes laborales de 1924. Las que de manera gradual

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fueron un gran intento por intervenir en el trabajo en el grupo etario de 8 a 15 años
en promedio.

El trabajo que se desarrollaba en las calles era el que provocó mayor rechazo,
siendo la solución más recurrente el trabajar en la regulación de las diversas
actividades, tales como la venta de diarios y la limpieza de calzado, para ello se
trabajó en el establecimiento de límites de edad, sumado a la exigencia de
escolaridad primaria.

Lamentablemente, el trabajo infantil en las áreas agrícola y doméstica no provocó


igual interés y permaneció por más tiempo sin ser regulara por las políticas sociales.

De acuerdo a los estudios realizados en la evolución que ha tenido el trabajo


infantil, al parecer, fue el desarrollo social, económico, como esto afectó la
distribución del ingreso y el aumento en las expectativas sociales, junto a las
políticas educacionales, las que finalmente redujeron las tasas de participación
laboral infantil, a partir de los años sesenta y setenta. Desde entonces, la mayor
parte de los niños no ha vivido la experiencia del trabajo, por lo menos en forma
regular y asalariada, hasta que abandona el período escolar o deserta en la etapa
final. Esto ha creado formas peculiares de sociabilidad infantil y juvenil en los
sectores populares, que combinan la pobreza y una gran demanda de bienes de
consumo, la que difícilmente es satisfecha.

Por ello si bien en la actualidad aun es posible ver NNA desarrollando actividades
laborales, esta condición se encuentra regulada, primero a partir del
reconocimiento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual
considera el trabajo infantil como una mala práctica que debe erradicarse, pues
se vulneran los derechos establecidos en la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, de Naciones Unidas.

Sumado a ello y a raíz de la ratificación que nuestro país, realiza de la Convención


sobre los Derechos del Niño, en el año 90, se reconoce como articulo relevante el
número 32 el cual señala que “todo niño tiene derecho a ser protegido contra la
explotación económica y contra todo trabajo que ponga en peligro su salud, su
educación o su desarrollo integral. El Estado tiene la obligación de establecer
edades mínimas para empezar a trabajar y de especificar las condiciones
laborales”.

En nuestro país, se establece que los jóvenes entre 15 y 18 años pueden desarrollar
sólo trabajos ligeros que no perjudiquen su salud y desarrollo, bajo autorización
expresa del padre o madre. En caso de ausencia de los padres, la autorización
debe prestarla el abuelo o abuela (materno o paterno) o los guardadores,
personas o instituciones que hayan tomado a su cargo al menor.

En ningún caso se podrá autorizar a menores de edad para trabajar en recintos o


lugares donde se realicen o exhiban espectáculos de significación sexual.

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Además, previamente, deberán acreditar haber terminado su Educación Media o
encontrarse cursando Educación Media o Educación Básica. Las labores no
deberán dificultar la asistencia a clases de los niños o adolescentes.

Los menores de 18 años y mayores de 15 podrán actuar en espectáculos vivos,


pero no en aquellos que se desarrollen en cabarets u otros establecimientos
similares o en aquellos en que se venden bebidas alcohólicas para consumir dentro
del local.

En todo caso, para trabajar en espectáculos deben tener la autorización de su


representante legal y del respectivo Tribunal de Familia.

Los niños y niñas que no hayan cumplido 15 años no pueden trabajar.


Excepcionalmente, la ley autoriza el trabajo de estos niños previa autorización de
su representante legal y del Tribunal de Familia para trabajos relacionados con
personas o entidades dedicadas al teatro, cine, radio o televisión, circo u otras
actividades similares. Pero se deben cumplir los mismos requisitos y exigencias para
la contratación de jóvenes entre 15 y 18 años.

Respecto de la condición laboral, se debe emitir un contrato individual de trabajo,


debiendo realizarse bajo las siguientes condiciones:

Dentro de 15 días desde que se incorpora el trabajador, o

Dentro de cinco días, tratándose de un contrato por obra o servicios o de duración


inferior a 30 días.

Las empresas que contraten los servicios de menores de 18 años deberán registrar
los contratos en la respectiva Inspección Comunal del Trabajo.

Los menores de 18 años, que estén cursando la Enseñanza Media o Básica, no


podrán desarrollar una jornada de 30 horas semanales durante el periodo escolar.

En ningún caso los menores de 18 años podrán trabajar más de ocho horas diarias.

Por ley, los niños no pueden realizar trabajos nocturnos que se efectúen en
establecimientos comerciales e industriales, entre las 22:00 y las 7:00 horas.
Considerando como días de descanso los domingos y festivos.

Estableciendo como excepción para establecimientos comerciales que atienden


directamente al público. En este caso, se contempla un día de descanso a la
semana en compensación del domingo o festivo que el trabajador prestó sus
servicios y a lo menos dos de los días de descanso a la semana en el respectivo
mes deberán otorgarse en día domingo.

El monto mensual mínimo que pueden percibir los menores de 18 años es


establecido a través de una ley.

A contar del 1 de septiembre de 2018, el ingreso mínimo mensual para los


trabajadores menores de 18 años de es de $214.999.

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A contar del 1 de marzo de 2019, se eleva el ingreso mínimo mensual para
trabajadores menores de 18 años a $224.704.

Desde el 1 de marzo de 2020, el monto se reajustará y elevará en los porcentajes y


de acuerdo a un mecanismo equivalente al que se estableció para el ingreso
mínimo de los mayores de 18 y menores de 65 años.

Los menores de 18 años con más de 1 año de servicio tendrán derecho a un


feriado anual (vacaciones) de 15 días hábiles con remuneración íntegra.

Los menores de 18 años no podrán realizar:

 Trabajos que requieran fuerza excesiva.

 Actividades peligrosas para la salud, seguridad o moralidad.

 Trabajos en cabaret y similares, locales nocturnos y de espectáculos vivos, ni


donde se vendan bebidas alcohólicas que deban consumirse en el mismo
establecimiento.

 Trabajo en horario nocturno en los establecimientos industriales y


comerciales que se realicen entre las 22:00 y las 7:00 hrs.

 Los menores de 21 años no podrán ser contratados para trabajos mineros


subterráneos, salvo que se sometan a un examen de aptitud previo al
contrato.

Los menores de 18 años pueden afiliarse libremente a un sindicato sin necesidad


de autorización alguna.

Si un empleador transgrede las normas laborales del trabajo infantil, se debe


denunciar ante la Inspección del Trabajo o Tribunales de Familia, entre otros.
Siendo cualquier persona la que realice la denuncia.

Finalmente, si bien nuestro país presenta una clara y fuerte regulación en torno al
trabajo infantil, reconociendo que es una actividad muchas veces necesaria en la
calidad de vida y mantención de grupos familiares vulnerables, es muy relevante
que esto no afecte el desarrollo y cumplimiento de las necesidades propias de la
etapa de infancia y juventud, que como ya sabemos hoy es fundamental para
contar con adultos integrados y relacionándose de forma de contar con una
sociedad sana y que considere la diversidad de individuos que la componen.

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Fuente: Dirección del Trabajo (s.f.)

3. CAMBIOS DEMOGRÁFICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS EN


MATERIA DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA EN CHILE

Considerando los elementos y antecedentes que hemos revisado y trabajado


hasta ahora, podemos mirar a la infancia como una categoría social, la cual se
diferencia de la adultez, a partir de una construcción social que se ha ido
matizando de acuerdo a los diferentes hitos y periodos de la historia, condicionada
por los cambios en el ámbito social, demográfico y político entre otros.

Es así como la niñez en nuestro país ha ido transitando desde una invisibilización
como lo veíamos en el siglo XIX, para luego de la revolución industrial pasar a ser
asimilado a una categoría social como estudiante hasta el día de hoy donde se
logran distinguir esfuerzos por trabajar el reconocimiento de los niños y niñas como
ciudadanos(as).

Nuestro país, está viviendo una etapa de importantes cambios de orden


demográfico, los cuales afectan por cierto a la estructura familiar y con ello
inevitablemente a las características de la infancia y adolescencia chilena. Estos
cambios han tenido una intensidad y ritmo importantes, principalmente
condicionados por la disminución de la mortalidad y por la disminución de la taza
de natalidad, con ello decreciendo el número de la población.

Considerando los antecedentes que se desprenden desde el Censo del año 2002 y
2017, se puede establecer que la población chilena, según Censo de 2017, llega a
17.574.003 personas, de las cuales un 24,2% son menores de 18 años, es decir
4.259.155 personas. Al comparar estos números con los obtenidos en el Censo del
año 2002, se puede establecer que la población total del país crece en 15 años, en
un 16,3%, pero la población infantil disminuye en 412.657 NNA, es decir 8,8%, siendo
la primera disminución observada desde la realización de Censos en nuestro país.
Contrastando con el aumento del grupo adultos, el cual crece en un 27,5%.

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La baja en el número de niños y niñas corresponde a un fenómeno de carácter
principalmente sociológico, el cual impacta de diversa forma en nuestra sociedad,
por un lado, favoreciendo la cobertura e implementación de programas sociales
dirigidos a niños (as) y adolescentes, por otro lado, impacta económicamente, ya
que la cantidad de población activa en el país también se vera modificada en el
mediano y largo plazo. Lo que se agudiza ya que, en los últimos tres Censos, desde
el año 1992 se ha observado una tendencia a la disminución de la población
infantil.

Sin embargo, este cambio demográfico se ha visto caracterizado por cambios en


la dimensión social, ya que si bien han disminuido en número no ha sido así en
relevancia, pues los NNA, se han transformado en actores sociales, que han
alcanzado importancia y participación en diversos ámbitos de la vida social. Es
posible aquí recordar movimientos sociales con gran impacto como “la revolución
pingüina”, fenómeno social que origino reformas políticas públicas que marcaron
un antes y un después en la educación chilena.

Desde lo social nuestro país, ha ido gradualmente tomando conciencia de que la


infancia es un grupo social, que cuenta con derechos sobre los cuales se debe
trabajar en su promoción y respeto, y esto se ve reforzado con la ratificación de la
Convención en el año 1990, lo que ha favorecido el desarrollo de diversos cuerpos
legales, sobre en temas de escolaridad y protección, como la ampliación de los
años de escolaridad obligatoria, la regulación de la filiación y eliminación de la
distinción en el reconocimiento de los hijos dentro y fuera del matrimonio, entre
otros.

Los cambios en términos políticos han permitido la creación e implementación de


organismos institucionales especializados en materia de infancia, como el
subsistema Chile Crece Contigo o la Defensoría de la Niñez, entre otros, sin dejar de
mencionar el cuestionamiento, revisión y propuesta de cambio al Servicio Nacional
de Menores.

Las estructuras familiares donde viven los niños y niñas también han ido
cambiando, aumentando al doble el hogar nuclear monoparental, esto es de un
7,8% a un 14,5% desde 1992 a 2017 y disminuyendo el hogar nuclear biparental de
un 53,6% a un 47,3% en el mismo periodo. Con una fuerte tendencia a jefaturas
femeninas llegando a un 89,5% en el 2017.

Estos datos muestran que, a pesar de los cambios sociales y luchas de igualdad de
género, aun la crianza y cuidado de la infancia recae principalmente en las
mujeres en Chile.

Otro de los cambios relevantes que ha vivido la población infantil, tiene que ver
con su origen y reconocimiento identitario, es así como en relación al
reconocimiento de los pueblos indígenas, ha habido un notable aumento de la

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identificación con este grupo pasando desde un 4,6% en el 2002 a un 12,8% en el
2017, bajando el temor a la estigmatización indígena, distinto a lo que ocurría hace
20 años atrás.

En relación a la población de niños y niñas, actualmente un 14,7% se considera


perteneciente a un pueblo indígena, cifra que disminuye en la población mayor de
edad a 12,2%, siendo las regiones de Aricay Parinacota (42,0%) y la Araucanía
(40,4%) las que tienen la mayor proporción de habitantes. El pueblo indígena
mayoritario son los Mapuche (79,1%) y Aymara (8,0%).

Finalmente, pero no menos relevante, es que no podemos dejar fuera de estos


cambios el fenómeno de la migración en Chile, el cual los últimos diez años ha
tenido un crecimiento exponencial enorme y ha venido a transformar nuestra
sociedad no solo en lo cultural, sino también en lo legal, en lo económico , social y
político, siendo necesario la generación de nuevas institucionalidades y leyes que
permitan atender las nuevas necesidades y este nuevo grupo poblacional, que se
integra a nuestra sociedad.

Es así como en cuanto a los niños y niñas inmigrantes, se identifican 97.882 según el
Censo de 2017, lo que representaría el 13,1% de la población total de inmigrantes;
porcentaje que es la mitad de población de niños y niñas no inmigrantes, que
corresponden a un 24,5%. Respecto del país de origen, la mayor proporción
corresponde a Perú (22,4%), seguido por Colombia (14,7%) y Bolivia (13,1%). Siendo
importante recalcar que aquí se observa un importante cambio con los datos
entregados por el Censo de 2002,ya que hace 15 años, la mayor proporción de
niños(as) inmigrantes provenía de Argentina (46,8%), seguido bastante más atrás
por Perú(7,2%) y después por Estados Unidos (6,1%).

En conclusión y mirando las transformaciones que se han evidenciado en las


características de la población infantil, vemos que de ser un grupo asociado
etariamente desde los 0 a 15 años, en términos legales su límite hoy está
supeditado al cumplimiento de la mayoría de edad, lo que ocurre a los 18 años.
Por otro lado, la mayoría de los niños y niñas, son participes del sistema educativo,
principalmente fomentado a través de la ley de escolaridad obligatoria , lo que
intenta asegurar el resguardo del desarrollo y crecimiento protegido para los niños
y niñas más vulnerables, la creación de institucionalidades especializadas en
materia de infancia, a partir de la ratificación de la Convención de los Derechos
del Niño, se han implementado acciones públicas que trabajan para promover,
resguardar y proteger los derechos de este grupo social, considerando una
transición social importante desde sujetos pasivos a sujetos de derecho con
participación ciudadana.

Finalmente, tenemos una importante población migrante e indígena, lo que trae


aparejado patrones culturales y relacionales diversos, que otorgan un carácter
heterogéneo a nuestros niños y niñas.

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Fuente: Barrera (2019).

4. LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA DE HOY

Al revisar los estudios y aproximaciones conceptuales y metodológicas que desde


el ámbito social estudian a la infancia y adolescencia en el Chile de hoy es posible
recoger que la niñez representa un espacio de tiempo definido
constitucionalmente

en la vida de las personas, que va desde su nacimiento hasta los 17 años. Este
grupo etario cuenta con un marco jurídico específico y es objeto de políticas
sociales que se focalizan en su desarrollo y bienestar. Para ello se han creado
organismos públicos y privados, los cuales tienen como función monitorear y
mejorarlas diversas situaciones que los afectan.

En la construcción social sobre niñez, participa de forma decisiva la suscripción y


ratificación de la Convención de los Derechos del Niño, en 1990, la cual se
constituye en el marco regulatorio bajo el cual se instala la nueva concepción de
infancia. Desde este marco se define al niño(a) como un sujeto al que le
corresponden derechos inapelables, que deben ser resguardados por

la familia, la comunidad y el Estado. Esto genera un cambio importante desde la


anterior visión de niño(a) como “un proyecto de adulto”, por lo que no se acepta
la posibilidad de ser un objeto susceptible de ser manipulado para su protección.
Por ello un niño y niña según la Convención, es un ser integral y tiene derechos en
todas las áreas de su desarrollo y sus opiniones deben ser consideradas en la
construcción de su entorno y del país.

La forma de comprender los actuales modos de vida de los niños y adolescentes,


no se ve limitada por una visión de carácter exclusivamente psicológico-individual.
Por el contrario, es imprescindible relevar su dimensión socio-simbólica, destacando
la complejidad de procesos identitarios y de significación respecto a la infancia. Así
se articulan diversos aspectos a considerar como los cambios a nivel de la escuela,
los roles de género y los medios de comunicación, entre otros.

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La concepción actual, considera a los niños, niñas y adolescentes como sujetos
sociales, activos, participantes y constructores de su entorno, con capacidades en
desarrollo que le permiten reconocer, proponer e identificar factores de riesgo y
protectores, que en conjunto con la guía y resguardo del mundo adulto, les
permite desarrollarse y crecer para constituirse en integrantes que desde su propio
contexto aportan y se relación con el mundo social. Si bien económicamente se
limita su participación, son activos desde lo social y relacional, prueba de ello son
los importantes movimientos sociales, donde los niños, niñas y jóvenes, han
instalado cuestionamientos y han propiciado grandes reformas y políticas públicas,
en el ámbito educacional y de integración. Por ello ser sujeto niño o niña, y
adolescente, hoy en nuestro país, involucra resguardo, protección, pero también
respeto y cumplimiento de sus derechos abriendo espacios de participación
ciudadana, reconociendo sus capacidades y desafíos de crecimiento y evolución.

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IDEAS CLAVE

Para analizar la infancia en Chile, es necesario tener en cuenta elementos claves


como su historia a través del tiempo donde los hitos más relevantes son la ley de
escolaridad obligatoria y la ratificación de la convención de Derechos del Niño.

Estos hitos nacen con la voluntad de erradicar y enfrentar el trabajo infantil,


fenómeno social e histórico, que es una realidad para los sectores más vulnerables
pero que afecta el desarrollo integral de los NNA, por ello se crea un marco
regulatorio en Chile que intenta atender el fenómeno con todas sus dimensiones.

A partir de estos hitos se han generado cambios relevantes principalmente en


relación a la importancia de la educación y la amplitud de los años de escolaridad
y la inclusión diversa de niños y niñas migrantes y representantes del mundo
indígena, los que hoy son parte de nuestros NNA.

Hay dos áreas relevantes de trabajo con infancia y adolescencia: por un lado la
preocupación por la creación de institucionalidad que trabaje en pos de la
protección de los derechos de la infancia promoviendo su participación, y por
otro lo que representa la construcción social actual que se hace respecto de los
niños y niñas los que han pasado de ser objetos sociales a ciudadanos con
derechos.

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CONCLUSIONES
Durante esta semana trabajamos los elementos introductorios que permiten sentar
las bases de la comprensión conceptual y metodológica respecto de la infancia y
adolescencia en Chile.

Repasamos su evolución histórica, reconociendo como hitos relevantes en su


construcción conceptual, tanto la ratificación de la Convención de los Derechos
del Niño, como así también la regulación de la escolaridad, teniendo en cuenta
proteger la calidad de vida y satisfacción de necesidades de forma integral para
la infancia y adolescencia.

El trabajo infantil es un fenómeno social y económico, del cual Chile no está exento
y que nace como una forma de responder a las precarias situaciones económicas
que viven las familias a raíz del impacto de la cuestión social y la implementación
del capitalismo en zonas con baja escolaridad y sin posibilidad de atender
adecuadamente sus necesidades.

A partir de la ratificación de la Convención y la incorporación de nuevas visiones


teóricas y metodológicas de intervención y análisis sobre la infancia y
adolescencia, permite transitar desde una visión de niños y niñas como objetos
sociales, subordinados al mundo adulto a una construcción social que hoy los
atiende como sujetos sociales, con calidad ciudadana con capacidades de
participación y empoderamiento en la construcción y modificación de sus
entornos.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Barrera, B. (2019). Infancia sin racismo: estrategias y prácticas de inclusión de niños
y niñas migrantes en jardines infantiles. Universidad de Chile.

Dirección del Trabajo (s.f.). Trabajo infantil. Chile.


https://www.dt.gob.cl/portal/1626/w3-propertyvalue-22063.html

BIBLIOGRAFÍA
Calvo, A. (2011). TRANSFORMACIONES EN LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES EN CHILE.
Santiago: Mideplan.

Cideni. (2019). ¿Como ha cambiado la infancia en Chile en los ultimos 25 años?


Santiago: Cideni.

Jorge, R. F. (1996). Los niños cristaleros: Trabajo infantil de la industria Chile, 1880-
1950. Santiago: Dibam .

Salazar, G. y Pinto, J. (2002). Historia contemporánea de Chile, Tomo I. Santiago:


Lom ediciones.

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