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INFANCIA
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA NIÑEZ EN CHILE
TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO DE LA INFANCIA
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA NIÑEZ EN CHILE
ELABORACIÓN
VALIDACIÓN PEDAGÓGICA
DISEÑO DOCUMENTO
Didactic
El sentarse a mirar y conocer cual sido el lugar de los niños y niñas en la historia
chilena, no hace sino reconocer que ha sido un grupo que por mucho tiempo fue
invisibilizado, y esto no solo en nuestro país, pues se trata de una tendencia
epistemológica mundial, desde lo antropológico, sociológico e historiográfico.
Esto implicaba una noción de desarrollo y socialización aportado por las corrientes
de la época, tales como la Psicología Evolutiva y la Sociología Funcionalista, las
que tienen un carácter evolucionista y esencialista que instala la noción niño como
ser pasivo y subordinado siendo asimilado por la cultura adulta.
Estos nuevos estudios ubican a los niños y niñas como actores (o agentes) sociales y
resaltan su característica como grupo a reproducir las relaciones sociales
dominantes, por otro lado también reconocen su capacidad de modificar e
intervenir en su las concepciones sociales que existían al respecto. Por ello, los niños
y niñas se constituyen tempranamente como sujetos plenamente sociales y
políticos. Al incorporar esta perspectiva trae como consecuencias la forma en que
se enfrenta la investigación con infancia, pues esta nueva mirada epistemológica y
metodológica los conciben como intérpretes sutiles de su entorno. El incorporar
este nuevo elemento de aquí en adelante se busca transformar la condición
Dentro de este rango etario también se van a considerar diversos criterios como
desarrollo sexual, biológico y psicológico, responsabilidad penal y facultad para
trabajar, elementos que serán cruciales frente a la posición y estatus que ocupa
este grupo en nuestra sociedad actual.
Fuente: YouTube
Por ello veremos cómo han impactado estos cambios en la estructura familiar, la
cual en el siglo XIX estaba constituida por una conformación donde la ruralidad
tenía una fuerte tendencia, con un número importante de hijos (sobre 4) de
constitución legal, biparental, donde la división de roles se encuentra claramente
estipulada, siendo las mujeres quienes se encuentran a cargo de la organización
interna de la casa, la administración de bienes y mantención familiar de forma
interna, crianza de los hijos y preocupación por socialización y cuidados. Por su
parte, los hombres son considerados jefes de hogar, pero desde la mirada externa
a la casa, ya que son quienes proveen de ingresos a la familia, pero toman
decisiones hacia afuera, estableciendo límites y regulación cumplimiento de
funciones de sus integrantes, son los que establecen y hacen cumplir las sanciones.
En general, el trabajo es realizado por el padre y cuando la familia se encuentra en
situación de pobreza nos encontramos con que los hijos varones también
comienzan a desarrollar trabajos remunerados, recordemos que en esta época la
infancia es vista como una etapa que adolece de capacidades para tomar
decisiones y que tiene un alto grado de dependencia y subordinación hacia los
adultos, por ello al faltar los recursos para satisfacer las necesidades de todos los
integrantes los niños principalmente se transforman en una herramienta más para
mejorar las condiciones de vida del grupo familiar, teniendo en cuenta que la
mayoría del trabajo era manual, no requería de gran preparación técnica y se
desarrollaba en entornos cercanos al trabajo del padre.
En este periodo es posible observar una serie de cambios, tales como el acelerado
proceso de urbanización, (debido a la migración del campo a la ciudad) un
mayor alfabetismo y la escolarización de la población, ya que se requería
preparación para el nuevo campo laboral, y con ello cambios de orden
demográfico. Así, por ejemplo, destaca que hasta el año 1930 la población urbana
en la sociedad chilena no superaba a la rural. Sin embargo, ya en 1952 la
población que vivía en ciudades superaba el 60% y en 1970 ya alcanzaría el 75%.
A lo largo del siglo XX, así como en estos primeros años del siglo veintiuno, la
intermediación del Estado ha ido progresivamente transformando lo privado en un
tema público.
Por ello en los sectores más pobres, el trabajo infantil era parte de las estrategias de
subsistencia en la familia.
Por ello es posible ver que a fines del siglo XIX la actividad industrial urbana y
minera, particularmente carbonífera y salitrera, comenzó a incorporar la mano de
obra de niños y niñas bajo condiciones de trabajo que hasta entonces no se
conocían, esto genero un importante debate respecto a los efectos positivos y
negativos que esto provocaba en ellos. Desde allí y considerando que el Estado
comienza a trabajar fuertemente en el desarrollo de políticas públicas que regulen,
cuiden y velen por instituciones no solo en público si no también en la esfera de lo
privado, es que incluso con la reticencia de las familias más pobres, como se
señaló anteriormente. Finalmente se impuso una solución intermedia que tenía
como objetivo hacer compatible la escuela con el trabajo, entendiendo que si los
niños y niñas no accedían a instrucción, no lograrían acceder a mejores
condiciones de vida en la adultez, y ello se expresó en la ley de instrucción primaria
obligatoria de 1920 y en las leyes laborales de 1924. Las que de manera gradual
El trabajo que se desarrollaba en las calles era el que provocó mayor rechazo,
siendo la solución más recurrente el trabajar en la regulación de las diversas
actividades, tales como la venta de diarios y la limpieza de calzado, para ello se
trabajó en el establecimiento de límites de edad, sumado a la exigencia de
escolaridad primaria.
Por ello si bien en la actualidad aun es posible ver NNA desarrollando actividades
laborales, esta condición se encuentra regulada, primero a partir del
reconocimiento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual
considera el trabajo infantil como una mala práctica que debe erradicarse, pues
se vulneran los derechos establecidos en la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, de Naciones Unidas.
En nuestro país, se establece que los jóvenes entre 15 y 18 años pueden desarrollar
sólo trabajos ligeros que no perjudiquen su salud y desarrollo, bajo autorización
expresa del padre o madre. En caso de ausencia de los padres, la autorización
debe prestarla el abuelo o abuela (materno o paterno) o los guardadores,
personas o instituciones que hayan tomado a su cargo al menor.
Las empresas que contraten los servicios de menores de 18 años deberán registrar
los contratos en la respectiva Inspección Comunal del Trabajo.
En ningún caso los menores de 18 años podrán trabajar más de ocho horas diarias.
Por ley, los niños no pueden realizar trabajos nocturnos que se efectúen en
establecimientos comerciales e industriales, entre las 22:00 y las 7:00 horas.
Considerando como días de descanso los domingos y festivos.
Finalmente, si bien nuestro país presenta una clara y fuerte regulación en torno al
trabajo infantil, reconociendo que es una actividad muchas veces necesaria en la
calidad de vida y mantención de grupos familiares vulnerables, es muy relevante
que esto no afecte el desarrollo y cumplimiento de las necesidades propias de la
etapa de infancia y juventud, que como ya sabemos hoy es fundamental para
contar con adultos integrados y relacionándose de forma de contar con una
sociedad sana y que considere la diversidad de individuos que la componen.
Es así como la niñez en nuestro país ha ido transitando desde una invisibilización
como lo veíamos en el siglo XIX, para luego de la revolución industrial pasar a ser
asimilado a una categoría social como estudiante hasta el día de hoy donde se
logran distinguir esfuerzos por trabajar el reconocimiento de los niños y niñas como
ciudadanos(as).
Considerando los antecedentes que se desprenden desde el Censo del año 2002 y
2017, se puede establecer que la población chilena, según Censo de 2017, llega a
17.574.003 personas, de las cuales un 24,2% son menores de 18 años, es decir
4.259.155 personas. Al comparar estos números con los obtenidos en el Censo del
año 2002, se puede establecer que la población total del país crece en 15 años, en
un 16,3%, pero la población infantil disminuye en 412.657 NNA, es decir 8,8%, siendo
la primera disminución observada desde la realización de Censos en nuestro país.
Contrastando con el aumento del grupo adultos, el cual crece en un 27,5%.
Las estructuras familiares donde viven los niños y niñas también han ido
cambiando, aumentando al doble el hogar nuclear monoparental, esto es de un
7,8% a un 14,5% desde 1992 a 2017 y disminuyendo el hogar nuclear biparental de
un 53,6% a un 47,3% en el mismo periodo. Con una fuerte tendencia a jefaturas
femeninas llegando a un 89,5% en el 2017.
Estos datos muestran que, a pesar de los cambios sociales y luchas de igualdad de
género, aun la crianza y cuidado de la infancia recae principalmente en las
mujeres en Chile.
Otro de los cambios relevantes que ha vivido la población infantil, tiene que ver
con su origen y reconocimiento identitario, es así como en relación al
reconocimiento de los pueblos indígenas, ha habido un notable aumento de la
Es así como en cuanto a los niños y niñas inmigrantes, se identifican 97.882 según el
Censo de 2017, lo que representaría el 13,1% de la población total de inmigrantes;
porcentaje que es la mitad de población de niños y niñas no inmigrantes, que
corresponden a un 24,5%. Respecto del país de origen, la mayor proporción
corresponde a Perú (22,4%), seguido por Colombia (14,7%) y Bolivia (13,1%). Siendo
importante recalcar que aquí se observa un importante cambio con los datos
entregados por el Censo de 2002,ya que hace 15 años, la mayor proporción de
niños(as) inmigrantes provenía de Argentina (46,8%), seguido bastante más atrás
por Perú(7,2%) y después por Estados Unidos (6,1%).
en la vida de las personas, que va desde su nacimiento hasta los 17 años. Este
grupo etario cuenta con un marco jurídico específico y es objeto de políticas
sociales que se focalizan en su desarrollo y bienestar. Para ello se han creado
organismos públicos y privados, los cuales tienen como función monitorear y
mejorarlas diversas situaciones que los afectan.
Hay dos áreas relevantes de trabajo con infancia y adolescencia: por un lado la
preocupación por la creación de institucionalidad que trabaje en pos de la
protección de los derechos de la infancia promoviendo su participación, y por
otro lo que representa la construcción social actual que se hace respecto de los
niños y niñas los que han pasado de ser objetos sociales a ciudadanos con
derechos.
El trabajo infantil es un fenómeno social y económico, del cual Chile no está exento
y que nace como una forma de responder a las precarias situaciones económicas
que viven las familias a raíz del impacto de la cuestión social y la implementación
del capitalismo en zonas con baja escolaridad y sin posibilidad de atender
adecuadamente sus necesidades.
BIBLIOGRAFÍA
Calvo, A. (2011). TRANSFORMACIONES EN LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES EN CHILE.
Santiago: Mideplan.
Jorge, R. F. (1996). Los niños cristaleros: Trabajo infantil de la industria Chile, 1880-
1950. Santiago: Dibam .