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I

EL PACHUGO Y OTROS EXTREMOS


En este primer capítulo el autor parte de la comparación de la etapa adolescente
en la vida del ser humanos, la adolescencia, la cual se describe como una epoda
de trances y cambias en la búsqueda de hallarse como un ser. Misma que se
compara con lo que sufren los pueblos en la búsqueda de sus raíces. La
preocupación por el sentido de las singularidades de mi país, que comparto con
muchos, me parecía hace tiempo superflua y peligrosa. Pero así como el
adolescente no puede olvidarse de sí mismo —pues apenas lo consigue deja de
serlo— nosotros no podemos sustraernos a la necesidad de interrogarnos y
contemplarnos.

El autor delimita en su escenario quienes son el objeto de sus reflexiones. En


nuestro territorio conviven no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles
históricos.

El autor habla sobre la sociedad mexicana donde se centra en un grupo social de


mexicanos nombrados los “pachucos”. Son aquellos mexicanos que andan a
ciegas sin identidad quienes olvidan sus raíces para unirse a otra sociedad como
la estadounidense a la que admira pero a su vez siente un gran odio hacia el
hombre blanco. Pues estos niegan sus raíces y a la vez no quieren formar parte
de la sociedad que intentan imitar.

De la misma manera, encontramos críticas y comparaciones entre la sociedad


mexicana y la estadounidense. De palabras del autor: Ellos son crédulos, nosotros
creyentes; aman los cuentos de hadas y las historias policíacas, nosotros los mitos
y las leyendas. Los mexicanos mienten por fantasía, por desesperación o para
superar su vida sórdida; ellos no mienten, pero sustituyen la verdad verdadera,
que es siempre desagradable, por una verdad social. Nos emborrachamos para
confesarnos; ellos para olvidarse. Sin embargo, los estadounidenses ni nosotros
hemos logrado la reconciliación del hombre con el universo.

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