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¿QUÉ ES LA LIBERTAD?
1. EL SIGNIFICADO DE LIBERTAD
El ser humano elige actuar de una u otra forma (e incluso inhibirse) y sus
acciones u omisiones repercuten en los demás miembros de la sociedad, por tanto,
está obligado a responder de ellas. Moralidad y responsabilidad son, pues, cara y
cruz de la misma moneda.
La responsabilidad es la obligación de asumir como propias las acciones
que nos pertenecen. Es decir, consiste en no excusarnos, culpando a otros por
aquello que hemos hecho nosotros.
La responsabilidad es también la obligación de responder de las
consecuencias previsibles derivadas de nuestras acciones u omisiones que
tengan repercusión social, aunque aún no haya sucedido.
Por ser responsable, las acciones del ser humano son susceptibles de
aprobación o reproche por parte de la comunidad a la que pertenece.
C) TIPOS DE LIBERTAD
Es clásica la diferencia entre libertad interna y libertad externa. Más moderna y
aceptada es la que distingue entre libertad positiva y libertad negativa, que se
complementa actualmente con la libertad como no dominación.
La LIBERTAD INTERNA o libre albedrío es la libertad de elección propia, no
sometida a causas ajenas y, por ello, autónoma. Cuando hay más de una opción pyara
realizar algo, el sujeto tiene que elegir prefiriendo una de ellas sobre las demás. Si esa
elección se hace siguiendo el criterio propio y no se ve forzada por ninguna causa
externa, se puede decir que la decisión ha sido libre y tanto más libre cuantas más
opciones tenga.
Aceptar que existe el libre albedrío tiene consecuencias morales, políticas y
psicológicas importantes porque hace que las acciones sean nuestras y, por tanto, que
se nos pueda atribuir la responsabilidad de ellas. Libertad y responsabilidad están
siempre relacionadas, porque la responsabilidad es la cualidad de quien tiene que dar
respuesta y rendir cuentas de lo que ha hecho y de sus consecuencias; pero solo
podemos ser responsables de una acción si es realmente nuestra, esto es, si somos
conscientes de ella, voluntad y libres para hacerla.
La LIBERTAD EXTERNA es la libertad de acción y se refiere a la ausencia de
impedimentos para hacer lo que queremos hacer. Por eso se identifica con la libertad
política o social.
Todas las sociedades establecen normas y leyes para regular la vida en común de las
personas, con el fin de evitar daños, abusos o perjuicios de unos sobre otros. Esas
normas, por una parte, pretenden impedir ciertas conductas y, por ello, limitan nuestra
libertad externa, pero, por otra, hacen posible nuestra vida en común: un náufrago que
está absolutamente solo en una isla desierta no necesita ninguna norma.
2. DOS SENTIDOS DE LA LIBERTAD
1) LIBERTAD NEGATIVA Y LIBERTAD POSITIVA
En 1958, el filósofo y politólogo Isaiah Berlin expuso dos conceptos de libertad, lo que
se conoce como libertad negativa y libertad positiva.
La LIBERTAD NEGATIVA, o libertad «de», está relacionada con la no interferencia,
con la ausencia de obstáculos para realizar lo que queremos. «Yo no soy libre en la
medida en que otros me impiden hacer lo que yo podría hacer si no me lo impidieran»,
escribe Berlin. Así entendida, la libertad negativa se refiere a lo que en su vida privada
podría hacer alguien sin ser molestado. En los sistemas democráticos la libertad
negativa se concreta en libertades individuales protegidas por los derechos civiles o
políticos. Las libertades civiles fundamentales son: la libertad de pensamiento,
conciencia y religión; la libertad de opinión y de expresión; la libertad de reunión y de
asociación pacífica; y todas las derivadas de los derechos civiles o políticos (la libre
circulación, la participación en elecciones, etc.).
La LIBERTAD POSITIVA, o libertad «para», está relacionada con la autonomía de la
persona, esto es, con el ser dueño de sí mismo para organizar su vida como quiera,
tomar decisiones propias y ser responsable de sus actos. Algo similar a lo que Kant
escribió: «Nadie puede obligarme a ser feliz a su manera».
Así entendida, la libertad positiva se opone a lo que Berlin llama paternalismo, esto es,
a la intromisión de la sociedad, el Estado o quien sea censurando un determinado
modo de vida y queriendo imponer otro distinto al elegido.
La libertad negativa y la libertad positiva están íntimamente relacionadas, pues un
individuo será plenamente libre si puede proyectar su vida según su criterio y su propia
voluntad (libertad positiva) y, a la vez, no encuentra obstáculos ni impedimentos para
llevar a cabo su proyecto (libertad negativa).
3. EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD EN LA FILOSOFÍA
A) RENÉ DESCARTES (1596-1650)
Filósofo matemático, y físico francés. De salud delicada. Hizo famoso el “cogito ergo
sum” (pienso, luego existo). Establece una ruptura con la escolástica (sistema
educativo implantado en la Edad Media, consideraba que no era bueno para un
adecuado desarrollo de la razón) que se enseñaba en las universidades. Su madre
murió cuando él tenía trece meses, hecho que le marcó la ausencia de su madre.
Descartes compara el cuerpo de los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo
metafísico, el tronco equivale a la física, y las ramas principales son las artes
mecánicas, cuya importancia está en que permiten disminuir el trabajo de los hombres,
la medicina y la moral.
Pero, al postular Spinoza una sola sustancia, ¿cómo es posible que exista la libertad
humana, si todo está sometido a una inexorable regulación permanente? Spinoza
acaba afirmando un determinismo (negación de la libertad humana) riguroso, aunque
deja el resquicio de una definición poco alentadora de libertad: la libertad humana
aparece cuando el ser humano acepta que todo está determinado; la libertad no
depende de la voluntad sino del entendimiento; el hombre se libera por medio del
conocimiento intelectual.
D) KANT (1724-1804)
En el siglo XVIII, que se conoce como el siglo de las Luces o la Ilustración, cuando
Kant reflexiona sobre la libertad, entendiéndola como un postulado de la razón práctica
y como condición de posibilidad de la moral. Para comprenderlo, lo veremos por
partes:
Un postulado es una idea que no puede ser demostrada pero que se debe
suponer porque es necesaria para el sistema. Por ejemplo, en la geometría de
Euclides se postula que un segmento se pueda extender indefinidamente en
una línea recta, pero no es posible demostrarlo. Lo que dice Kant es que la
libertad del ser humano no se puede demostrar, pero que es necesario
suponerla (luego veremos por qué).
Si juntamos todo, resulta que lo que Kant nos propone es que la razón práctica
necesita suponer la libertad porque la libertad es lo que hace posible la moral. O sea,
que si no hay libertad no hay moralidad: la moral solo es posible si el ser humano es
libre. Y es así porque, como hemos visto, es la libertad la que hace que las acciones
sean nuestras y, por ello, que seamos responsables de sus consecuencias porque lo
que hacemos lo hemos elegido nosotros. Si no fuésemos libres, si no pudiésemos
elegir porque nuestras acciones estuvieran determinadas por cualquier causa ajena a
nosotros, no seríamos responsables de ellas y, por tanto, no nos harían ni mejores ni
peores personas. Por ejemplo, si elijo hacer daño alguien, sin duda soy moralmente
responsable de ello. Pero si tropiezo sin poder evitarlo y al caer hago daño a otra
persona, no puedo ser responsable porque no he elegido ni caerme ni dañar a otro.
Las leyes de la voluntad, como todas las normas, expresan lo que se debe hacer y por
ello se expresan como imperativos o mandatos. La ley moral que rige la voluntad es
para Kant el imperativo categórico, una fórmula o estructura que nos indica cómo
debemos obrar pero no nos dice qué debemos hacer en concreto. Así pues, la libertad,
desde el punto de vista moral, consiste en determinar nuestra voluntad de manera que
actuemos según el imperativo categórico y exclusivamente por deber. (SENTIDO DEL
DEBER=LEY)
Según Kant, la ley moral que debe determinar la voluntad es el imperativo categórico,
cuya fórmula es: «obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que
se torne ley universal». Eso significa que moralmente solo debemos hacer lo que
aceptaríamos como norma universal de conducta.
Para Kant hay dos tipos de imperativos morales, ambos fundamentados en el deber:
los hipotéticos y el categórico.
En las mitologías griega y romana, la vida de los hombres estaba regida por el
destino, una fuerza sobrenatural contra la que nada podían hacer. De manera que
ni los dioses ni los humanos son realmente dueños de sus actos, sino que todo
está determinado de antemano: nada quieren, nada eligen, nada hacen que no
esté prefijado.
También entre las religiones monoteístas hay algunas posturas deterministas que
entienden que todo depende de la voluntad de un Dios omnipotente (que todo lo
puede) y omnisciente (que todo lo conoce), que sabe desde el momento de la
creación todo lo que va a ocurrir. El calvinismo, por ejemplo, sostiene que Dios ya
ha elegido a quiénes salvará y a quiénes condenará, de manera que lo que hagan
durante su vida no influirá para nada en lo ya decidido.
El determinismo social afirma que las causas que determinan nuestra conducta
son estrictamente sociales. Para unos, es la educación recibida la que hace que
seamos como somos y hagamos lo que hacemos. Para otros, en cambio, son las
causas económicas las que determinan el tipo de vida.
Desde el siglo V a.C. se pueden encontrar filosofías que defienden algún tipo de
determinismo: como por ejemplo el atomismo de Demócrito. Para quien el universo
estaba compuesto de partículas materiales e indivisibles que se unen y se separan
por necesidad formando y disgregando todo lo que existe. Pero sin duda el mejor
ejemplo de determinismo en la Antigüedad lo encontramos en el estoicismo.
Imaginan los estoicos ese logos como un fuego creador, un alma del universo que
regula toda la naturaleza a través de la necesidad (la forzosidad, lo que no puede
ser de otra manera) y que tiene su propio ciclo vital: de la misma manera que el
fuego ordenó el universo, el fuego lo destruirá por medio de una conflagración
universal. Pero de esta conflagración surgirá de nuevo el universo, y así
sucesivamente hasta la eternidad, de manera que se produce un eterno retorno:
todo vuelve a suceder y se repite exactamente igual a como fue en ciclos
anteriores. Si creemos que algo sucede por azar o que lo que hacemos es por
decisión propia, es simplemente porque desconocemos las causas de lo ocurrido.
Si todo está regido por la necesidad, si todo está relacionado causalmente y todo
sucede exactamente igual a como ya sucedió, la conclusión es que todo está
determinado y, por tanto, no es posible la libertad.
Aunque el auge del estoicismo se dio entre los siglos III a. C. y II d. C., la filosofía
estoica siguió teniendo influencia tiempo después y algunas de sus ideas llegaron
hasta la época contemporánea. Por ejemplo, la idea de eterno retorno aparece en
la filosofía de Nietzsche, en pleno siglo XIX.