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RELACIONES INTERPERSONALES
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RESUMEN
Este trabajo tiene el propósito de mostrar que existe un daño en las relaciones
interpersonales que, al ser inevitable, solamente puede ser reparado. El ser humano es
altamente dañable y dañino por su condición de vulnerable y de vulnerador. Para entender
cómo se origina ese daño, por qué es inevitable y cómo puede ser reparado; trataré de
explicar las causas de la vulnerabilidad humana, como entre ellas se encuentra la finitud
y por qué esta afecta a las relaciones interpersonales.
(23.050 caracteres.)
ÍNDICE
Introducción: el dolor…………………………………………………….3
Conclusiones……………………………………………………………..11
Bibliografía………………………………………………………………12
2
INTRODUCCIÓN: El dolor.
Por toda esta incomodidad que el dolor provoca es por lo que el ser humano se ha
empeñado desde siempre en evitarlo, algo que resulta imposible, puesto que el ser humano
convive con su condición de vulnerabilidad. Existir como seres vulnerables significa tener
la capacidad de ser heridos física o mentalmente. Así pues, los individuos son dañables
porque pueden ser vulnerados y al preguntar qué es aquello que los daña se descubre otra
condición del ser humano, la de dañino o vulnerador. Los sujetos tienen la capacidad, más
allá de la de ser heridos, de herir, de infligir dolor y sufrimiento a los demás. Los
individuos son dañables y dañinos porque pueden ser vulnerados o vulneradores, y esas
dos condiciones les sitúan de forma irremediable en un entramado de relaciones de
responsabilidad y de cuidados para con los demás.
Asumir la tarea de cuidados con aquellos que sufren como sufres tú mismo, del mismo
modo que intentar no provocar sufrimiento, es una obligación moral que nunca debería
dejarse de lado, pero así como no se puede evitar el dolor, tampoco se puede evitar el
daño. Al menos no del todo, pues existe cierto daño en las relaciones interpersonales que
no se puede evitar por ser intrínseco a lo que los individuos son. En este trabajo pretendo
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López Sáenz, M.C. (2006), «El dolor de sentir en la filosofía de la existencia», en: Filosofía y dolor,
González García, M. (ed.), Madrid, Tecnos, p. 381.
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mostrar cuál es ese daño y defender que solamente se puede aspirar a cuidarlo o repararlo,
pero nunca a evitarlo.
En primer lugar, trataré de explicar qué hace vulnerable al ser humano y, tomando como
referencia el artículo «Comprensión y Reparación. Por una filosofía del cuidado y el
daño», diferenciaré entre vulnerabilidad causada socialmente y vulnerabilidad
constitutiva. Me interesará ahondar en el segundo de estos conceptos, que me llevará a
considerar la finitud que atraviesa la vida humana, y cómo esta condiciona las relaciones
interpersonales y es la causante del daño inevitable que uno recibe y provoca.
Marina Garcés, en su artículo «Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado
y el daño», explica la distinción entre la vulnerabilidad causada socialmente y la
vulnerabilidad constitutiva. De la primera dice que es aquella «vinculada con las
condiciones de desigualdad en la exposición a lo que fragiliza la existencia, ya sea la
pobreza en todas sus caras o la violencia.»2 Esta dimensión social de la vulnerabilidad
destaca una mayor susceptibilidad generada por el entorno. Los entornos más expuestos
a todo lo que puede dañar la existencia, ocasionan vidas más frágiles y con más
posibilidades de ser vulneradas. Al analizar las condiciones de vida de ciertos grupos, por
ejemplo los colectivos en situaciones de marginalidad y delincuencia, aquellos sujetos a
discriminación racial o de género, los que se encuentran en riesgo de exclusión social,
etc., es fácil detectar que existen espacios de vulnerabilidad. Las personas que pertenecen
a estos espacios están expuestas a mayores riesgos, a una mayor desprotección y por lo
tanto, a un nivel de vulnerabilidad más alto. Es suficiente con imaginar a una persona que
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Garcés, M. (2019), “Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño” Folia
Humanística, 12, p. 4
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se encuentre en una situación de pobreza, las dificultades que esta enfrentará para llevar
a cabo las funciones más básicas de la vida humana, serán abismalmente superiores a las
que enfrentará una persona con unas condiciones más favorables. Y no solo eso, sino que
sus capacidades y recursos a la hora de encarar situaciones susceptibles de ser dañinas
serán inferiores. Las condiciones de estos grupos más vulnerables son generadas por el
contexto pero, generalmente, las fallas en el contexto responden a las relaciones de poder
que se dan en las estructuras sociales. Hay una responsabilidad en este tipo de
vulnerabilidad que no puede ser evadida. Como mínimo, debería brindarse protección
equitativa y un nivel básico de capacidades en ciertas funciones centrales de la vida
humana. Este problema y sus posibles soluciones se han puesto de manifiesto y se han
estudiado desde muchas perspectivas, pero no continuaré indagando en ellas en detalle,
ya que esto excedería los límites de mi trabajo.
3
Garcés, M. (2019), “Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño” Folia
Humanística, 12, p. 4
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El dolor es, pues, una sensación compleja, resultado de factores físicos, psicológicos y
morales. Al lado de todas estas modalidades del dolor, en ocasiones como un componente
implícito de todas ellas, está el dolor ontológico, el dolor de sentir el ser de la finitud
humana; ésta no sólo se nos manifiesta como final de la vida, sino que nos asedia en la
cotidianidad como vivencia de nuestra temporalidad, como nuestra ineludible condición.4
4
López Sáenz, M.C. (2006), «El dolor de sentir en la filosofía de la existencia», en: Filosofía y dolor,
González García, M. (ed.), Madrid, Tecnos, p. 382.
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LA DISTANCIA ENTRE EL YO Y EL OTRO
Saberse finito es lo más doloroso para el ser humano, pero ¿qué ocurre cuando la finitud
se transforma en el desconocimiento de los demás?
5
Garcés, M. (2019), “Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño” Folia
Humanística, 12, p. 19
7
desconocimiento de los demás en un texto no filosófico, por eso tomaré una pieza teatral
de Georg Büchner, en la que aparece el problema de forma literaria y no teórica.
6
Sartre, J.-P. (1943), El ser y la Nada, trad. Juan Valmar, Buenos Aires, Editorial Losada S.A.
7
Me refiero aquí a Merleau-Ponty, autor coetáneo de Sartre que, en su obra Phénoménologie de la
Perception, defiende dicha postura.
8
Sartre, J.-P. (1943), El ser y la Nada, trad. Juan Valmar, Buenos Aires, Editorial Losada S.A. p.315
8
Aunque ese conocimiento exhaustivo no se llegue a dar nunca, no por eso se deja de
desear. Y no llega a darse nunca porque la limitación de condición humana no lo permite,
la dimensión oscura de uno mismo se interpone en el autoconocimiento y en las relaciones
concretas con los otros. Así se muestra en la siguiente escena, al inicio de la obra de
Büchner, donde aparecen Danton y su esposa Julie:
DANTON: ¿Qué sé yo? Sabemos cada cual tan poco del otro. Somos paquidermos; nos
tendemos las manos, pero no sirve de nada. Apenas llegamos a restregarnos las corazas.
Estamos muy solos.
DANTON: Sí, lo que corrientemente se llama conocer. Tienes los ojos oscuros, el pelo
rizado, el cutis suave y siempre me estás diciendo: Georg, cariño. Pero (señalándole a
ella la frente y los ojos) ahí, ahí ¿qué hay ahí detrás? Quita, mujer, quita; para torpes,
nuestros sentidos. ¿Conocerse? Tendríamos que levantarnos la tapa de los sesos y
arrancarnos mutuamente los pensamientos de entre las fibras del cerebro.9
Hay otra razón por la que me ha interesado este fragmento teatral, y es que, abre camino
a la cuestión que me queda por tratar: ¿Qué se debe hacer con la distancia que separa a
unos y a otros? Es indudable que el fracaso de nunca llegar a saber cómo son quienes le
rodean, produce mucho dolor en el ser humano, le condena a sentirse solo en el mundo y
a no saber nunca si puede confiar en los otros. Entonces, si a pesar del daño, no se puede
renunciar a la interdependencia, ni a las relaciones interpersonales, ¿qué queda como
solución?
9
Büchner, G. (1835), La muerte de Danton, trad. Javier Orduña, s.l. Ed. Titivillus, p. 16
10
Garcés, M. op. cit. p. 19
9
LOS CUIDADOS DESDE LA DISTANCIA
Los individuos son interdependientes, necesitan crear vínculos íntimos en los que apoyar
su vida, pero esos vínculos están atravesados por la distancia y el desconocimiento, y el
lugar en el que eso deja al ser humano es inmensamente doloroso. Tal vez por eso el
primer impulso de cualquiera sería querer romper dicha distancia, intentar conocerlo todo,
pero en el intento de abarcar todo lo que el otro es va implícita su destrucción. Eso es
justo lo que dice Danton en el fragmento anterior, para conocerse deberían abrirse la
cabeza y extirpar los pensamientos del otro. Es imposible superar la separación entre el
yo y el otro sin arrebatarle al otro su condición de ser finito, su condición de ser humano
al fin y al cabo. Solamente queda aceptar que aquello mismo de lo que no se puede
prescindir, los vínculos interpersonales, es también lo que más dolor provoca. Y ese
mismo daño que a mí me causa la finitud de los demás, es el que causo yo con la mía
propia. Por todo esto hablo del daño inevitable, porque existe como algo intrínseco a lo
que el ser humano es, y la única forma de evitarlo pasaría por destruirlo por completo.
Que exista este daño inevitable en las relaciones interpersonales, ¿implica que nadie debe
hacerse responsable de todo ese dolor? Evidentemente, no. Todo lo contrario: la
comprensión de que, sumado a todo el daño que el ser humano es capaz de hacer, hay
otro daño que se hace de forma involuntaria, debe ir seguida del acto de hacerse cargo de
lo que eso conlleva; eso es la reparación del daño inevitable en las relaciones
interpersonales. Entender esta nueva dimensión del dolor abre otro sentido de la
responsabilidad afectiva en el que la comprensión de lo que uno es, como un sujeto que
daña, tiene que incorporar la reparación del daño como algo propio y no como algo que
viene de fuera. Es decir, cuidar a los demás no se limita a paliar el dolor que el mundo les
puede causar, sino hacerse cargo del dolor que les provoca lo que yo soy.
No se puede olvidar que en esa toma de conciencia del daño que yo causo, vine incluida
la comprensión del daño que me causan los otros. Eso añade aún más dificultades a las
tareas de cuidados. Tengo que tener cuidado de la existencia vulnerable de los demás sin
conocerlos del todo, tengo que creer suficientemente en los otros como para confiarles mi
dolor y la reparación de este; todo esto, sabiendo que me pueden hacer daño y que yo
puedo hacérselo. Así que, a la pregunta de qué queda después de ser conscientes de todas
estas dificultades, mi respuesta es que solamente queda aceptarlas y aprender a cuidar y
a ser cuidados desde el dolor que provoca la separación.
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CONCLUSIONES
A lo largo de la elaboración de este trabajo, que al final únicamente intenta defender que
en las relaciones interpersonales existe un daño intrínseco a lo que es el ser humano y
que, a pesar de ser inevitable, debe tratar de repararse, he llegado a ciertas conclusiones
que expondré a continuación.
En primer lugar, al reflexionar sobre el dolor, me he dado cuenta de que es algo que
acompaña la vida del ser humano de forma irremediable, que comúnmente se lucha por
evitarlo aunque no tanto por comprenderlo. Creo que la filosofía no puede renunciar a esa
tarea, es necesario entender el dolor, ponerle palabras, explicarlo. Y esa es una tarea
sumamente complicada, puesto que aunque el dolor sea uno de los polos centrales y
comunes entre los hombres, es a la vez único e irrepetible cada vez que se da. Y esto es
otra conclusión que quiero destacar: el dolor y la tristeza siempre son algo espantosamente
singular.
Por otra parte, he investigado el tema de la vulnerabilidad, y creo que lo más importante
de ese apartado es visibilizar la vulnerabilidad constitutiva, que puede verse eclipsada por
la causada socialmente, ya que esta segunda está mucho más expuesta. Es esencial, tanto
para asumir el cuidado de los demás, como para el autocuidado, comprender que la finitud
provoca mucha angustia y dolor, solo así habrá una aceptación de las limitaciones
humanas. Concretando esta idea: aunque la constatación de la propia finitud no exima del
dolor que causa ser consciente de la propia muerte, es la única manera de paliar el
sufrimiento.
La ruptura que la finitud provoca en las relaciones humanas, rompe en cierto modo
también a cada uno de los individuos de esa relación, y el cuidado real, el amor hacia el
otro, se da a pesar de esa ruptura. Probablemente, esa sea la conclusión más esencial de
este trabajo, y el motivo por el que creo que es importante. Al contrario de lo que defendía
Sartre, yo creo que las relaciones interpersonales son posibles, es más, creo que si se dan
a pesar de todas las dificultades, si consiguen florecer en un espacio tan árido como es la
dolorosa distancia, solo puede significar que más que posibles, son imprescindibles.
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BIBLIOGRAFÍA
BÜCHNER, Georg (1835), La muerte de Danton, trad. Javier Orduña, s.l. Ed. Titivillus.
BUTLER, Judith (2004) Vida precaria: el poder del duelo y la violencia, trad. Fermín
Rodríguez, Buenos Aires, Ed. Paidós.
GARCÉS, Marina (2019), “Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el
daño.”, Folia Humanística, 12.
SARTRE, Jean Paul (1943), El ser y la Nada, trad. Juan Valmar, Buenos Aires, Ed.
Losada S.A.
BIBLIOGRAFÍA SECUNDARIA
LÓPEZ SÁENZ, María del Carmen (2006), «El dolor de sentir en la filosofía de la
existencia», en: Filosofía y dolor, González García, M. (ed.), Madrid, Tecnos.
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