Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Cristianismo en El Imperio Romano Por Valentin Gallardo
El Cristianismo en El Imperio Romano Por Valentin Gallardo
Introducción
Las persecuciones
Otro factor que contribuyó a la persecución de los cristianos fue su negativa a participar
en los rituales y festividades paganas, lo que los hacía parecer como ciudadanos
desleales e inmorales. Además, los cristianos se reunían en secreto y se consideraban
1
El cristianismo en el Imperio Romano
una comunidad separada del resto de la sociedad, lo que agravaba aún más la
desconfianza y la hostilidad hacia ellos.
2
El cristianismo en el Imperio Romano
Sin embargo, todo cambió cuando Constantino asumió el poder en el año 306. En un
principio, Constantino no fue un partidario activo del cristianismo, pero a medida que su
gobierno avanzaba, comenzó a favorecer cada vez más a los cristianos. Una de las
razones detrás de esta evolución pudo haber sido el hecho de que el cristianismo estaba
ganando adeptos en el Imperio y representaba una fuerza política y social cada vez más
importante.
Una de las primeras medidas de Constantino a favor del cristianismo fue el Edicto de
Milán en el año 313, que concedió libertad religiosa a todos los ciudadanos del Imperio
y puso fin a las persecuciones contra los cristianos. Además, Constantino permitió que
los cristianos recuperaran sus propiedades confiscadas durante las persecuciones y
restauró las iglesias y otros lugares de culto cristiano.
3
El cristianismo en el Imperio Romano
A pesar de sus esfuerzos por mantener la unidad religiosa del imperio, Teodosio
también intervino en la política interna de la Iglesia. En el año 391, prohibió las
reuniones de las sectas gnósticas y maniqueas y ordenó la destrucción de sus templos.
Además, en el año 392, emitió un edicto que prohibía las reuniones de los partidarios de
las prácticas religiosas tradicionales y ordenaba la clausura de sus templos. Estas
medidas fueron vistas como una violación a la libertad religiosa y provocaron protestas
y disturbios.
4
El cristianismo en el Imperio Romano
Ambrosio de Milán, por su parte, fue una figura clave en este contexto, que contribuyó a
fortalecer la posición de la Iglesia en la política del Imperio Romano.
Después de la muerte del emperador Teodosio en el año 395, su imperio fue dividido
entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio. La situación política y religiosa del Imperio
Romano en este momento era compleja y tensa, con el cristianismo convirtiéndose en la
religión oficial del estado y el paganismo en retirada, pero todavía presente en algunos
sectores de la sociedad.
Una de las mujeres más destacadas de la época fue la emperatriz Gala Placida, hija del
emperador Teodosio y hermana de los emperadores Arcadio y Honorio. Aunque se sabe
poco sobre sus creencias religiosas personales, se sabe que apoyó firmemente el
cristianismo y fue una mecenas de la Iglesia. (Ella se opuso al paganismo y al
arrianismo, una herejía cristiana que rechazaba la divinidad de Cristo. Ella patrocinó la
construcción de varias iglesias y monasterios en Oriente, incluyendo la iglesia de San
Juan Bautista en Constantinopla. También ayudó a difundir la práctica del monasticismo
en la región, y apoyó a San Juan Crisóstomo, uno de los padres de la Iglesia, quien
había sido desterrado por el emperador Arcadio.)
Otra mujer destacada de la época fue la emperatriz Justina, esposa del emperador
Valentiniano I y madre del emperador Valentiniano II. Justina era una cristiana arriana,
lo que significaba que creía en una versión del cristianismo que difería de la ortodoxia
católica. Justina se opuso firmemente a la política religiosa de su esposo y luchó por
proteger a los arrianos y otras minorías religiosas.
5
El cristianismo en el Imperio Romano
6
El cristianismo en el Imperio Romano
El saqueo de Roma en el año 410 por parte de las fuerzas lideradas por Alarico, rey de
los visigodos, fue un evento trascendental en la historia del Imperio Romano y tuvo un
impacto duradero en la reflexión posterior sobre las divisiones religiosas que dividían a
los cristianos. El hecho de que la ciudad más importante del mundo conocido fuera
saqueada por un pueblo considerado bárbaro por los romanos conmocionó a la sociedad
de la época y llevó a muchos a preguntarse por qué Dios había permitido tal suceso.
Ante esta situación, muchos cristianos trataron de argumentar que el saqueo de Roma no
había sido una consecuencia directa de la presencia del cristianismo, sino que había sido
causado por otros factores, como la debilidad del ejército romano o la corrupción de los
gobernantes. En cualquier caso, la mayoría de los cristianos coincidía en que el saqueo
7
El cristianismo en el Imperio Romano
no debía interpretarse como un castigo divino, sino como una consecuencia de la acción
humana.
Además, surgieron varias facciones dentro del cristianismo que tenían opiniones
diferentes sobre cómo responder a las críticas de los paganos. Algunos argumentaban
que los cristianos debían ser más agresivos en la defensa de su fe y que debían utilizar la
violencia para imponer su autoridad. Otros, en cambio, defendían una postura más
pacífica y argumentaban que los cristianos debían actuar como un ejemplo de amor y
tolerancia hacia los demás.
Conclusiones generales
8
El cristianismo en el Imperio Romano
El saqueo de Roma en el año 410 por parte de los visigodos liderados por Alarico tuvo
un impacto significativo en la reflexión posterior al evento. Los cristianos,
especialmente los líderes eclesiásticos, enfrentaron críticas de los paganos y de los
propios cristianos que cuestionaban la validez de una religión que no pudo proteger la
ciudad sagrada de los romanos. A pesar de esto, la fe cristiana sobrevivió y se consolidó
aún más en las décadas siguientes.
Bibliografía
Cabrero Piquero, Javier y Fernandez Uriel, Pilar, Historia Antigua II. El mundo
Clásico: Historia de Roma, Madrid, UNED, 2015, pp. 672 -717.
Fuentes Hinojo, Pablo, Gala Placidia. Una soberana del Imperio Cristiano,
Madrid, Nerea, 2004.
Teja, Ramón, "Introducción General", en El Cristianismo Primitivo en la
sociedad romana, Madrid, Istmo, 1990, pp. 21 -47.