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Contexto histórico

Martín Heidegger nació en el año 1889 en Messkirch (Alemania). En su corriente de


pensamiento recibió influencias de las tendencias metafísicas de Aristóteles así como
de los escolásticos. En 1911 pasa a estudiar filosofía y ciencias en la universidad de
su cuidad natal, donde tuvo como maestro al filosofo neokantiano Rickert. En 1914 se
gradúa con la tesis “La doctrina del juicio en el psicologismo”, año en el que empieza
la Primera Guerra Mundial. Al año siguiente es contratado como maestro en la
universidad de Messkirchpasa. Mas tarde, toma contacto con el conocido matemático,
filosofo y fundador de la fenomenología Edmund Husserl en la universidad de
Friburgo. Dada la situación de tensión a escala mundial, Heidegger decide tomar
parte de la primera guerra mundial alistándose en el ejercito alemán en. En 1923
ejerce de maestro en Manburgo , donde se gestan los preludios de su obra
fundamental “El ser y el tiempo” que fue publicada en 1928 i dedicada al que fue su
maestro: Husserl. Ese mismo año fue nombrado catedrático en la Universidad de
Friburgo. Un año mas tarde, la economía mundial se tambalea por las repercusiones
que tiene la crisis financiera y económica de New York. El crack del 29 no solamente
produjo pérdidas en estados Unidos sino que se extendió por Europa produciendo una
gran depresión, que provocaría una crisis económica en bancos y empresas de todo el
mundo i en Europa los países más afectados fueron Alemania y Austria.. En 1933 es
nombrado rector de la Universidad donde ejercía la docencia, ocupando el cargo
durante 11 años hasta abandonarlo en 1944 tras la ocupación de las fuerzas francesas
en la Segunda Guerra Mundial. Heidegger era un fervoroso seguidor del nacional -
socialismo. Heidegger separa de sí sus propias afirmaciones y acciones y las atribuye
a un destino del que no se hace responsable. En muchas ocasiones Heidegger ha sido
criticado por haber permanecido al lado de los fascistas durante las guerras mundiales
ya que partiendo del holocausto que se estaba produciendo, era difícil concebir a
alguien capaz de dar un soporte teórico a tales aberraciones, otros por contra,
defenderán su postura alegando que si todos hubieran marchado al exilio (como la
mayoría de pensadores alemanes durante el régimen) no

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hubiera quedado nadie que pudiera contemplar la situación desde los ojos de el otro,
ya que aunque el otro sea un monstruo lo que este percibe e interpreta tiene un valor.

Desarrollo de la concepción epistemológica

Desde la antigüedad en Grecia, en el ámbito de la filosofía se empezaba a concebir


una clara diferenciación entre ente y ser. A Continuación expondremos brevemente
parte de la teoría de Heraclito, ya que lo podríamos concebir como el griego mas
cercano a Heidegger en lo que a la concepción del cosmos se refiere. Para Heráclito es
evidente la afirmación del cambio, de un devenir que constituye la realidad. Según este
autor el cosmos no puede haber sido creado, es algo que siempre ha existido, y el lo
concibe como un fuego eterno, que se enciende y se apaga según medida.” Este fuego
eterno es producto del choque, de la oposición entre los elementos contrarios que
provocan la guerra entre los elementos. Por otro lado, es la ley universal entendida
como el logos lo que rige esta guerra, en realidad esta guerra procura armonizar el
movimiento de la realidad y a unificar los elementos opuestos. De esta teoría se puede
extraer la idea que afirma la unidad ultima de todo lo real. Mas tarde autores como
Cratilo afirman la adecuación del lenguaje para corresponder-se con la realidad. Este
nos habla de la facultad (dynamis) de enseñar (dydaskein) de los nombres. De este
modo, para el autor quien es conocedor de los nombres lo es también de las cosas. A
Crátilo le resultaba imposible aceptar que hubieran nombres mal puestos o que fuera
posible decir cosas falsas, el creía en una especie de rectitud natural que adecua los
nombres a las cosas. Mas tarde Sócrates, le recrimina el nombre es una imagen que no
se tiene que ajustar a todas las características de la realidad, sino únicamente a las
esenciales. Tanto Sócrates como su discípulo Platón distinguían entre el mundo
sensible (real, empírico) y el mundo inteligible (de las ideas). Para estos, es en el
mundo de las ideas donde se nos presenta la verdad de una forma mas clara, y cuanto
mas cerca de la luz nos encontramos mas claramente percibimos la idea del bien o lo
bello en si. En la etimología griega desde Cicerón la tarea fundamental era asignar una
significación a cada palabra, además de intentar revelar la fuerza que tenia cada
palabra al ser pronunciada y el efecto que esta producía en el oyente. Autores como
Platón conciben los nombres como algo incapaz de proporcionar el eidos que
fundamenta la ciencia. Para él, el lenguaje es insuficiente, cree que es necesario ir a las

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cosas mismas, es necesario recurrir a la dialéctica para llegar a la verdad. Todas las
teorías anteriores a Sócrates, en lo que a la concepción del ser se refiere, hablaban del
no ser y su relación con el todo. Mas tarde Platón nos habla de la unidad de lo uno,
como la relación entre el uno y el todo, el ser, es coincidente con el todo. Este autor
considera difícil la tarea de poder definir el no-ser o hablar con propiedad de él, pero
resultaría mas complicado pretender aplicar correctamente en concepto del ser.
Posteriormente algunos pensadores cristiano como Agustín de Hipona reconducían la
pregunta sobre el lenguaje a un terreno que se centraría en el problema de su estructura
así como del valor que podemos atribuirle. Para este autor la principal función del
lenguaje, es semántica y su valor pragmático no es de primordial en lo que respecta al
conocimiento. El núcleo de su temática gira entorno a la palabra interna que no se
encuentra vinculada a ninguna lengua. En este punto se produce un cambio en lo que
se refiere a la concepción de la palabra interna, esta ya no es el logos griego, se ha
convertido en el dialogo del alma consigo misma, la palabra interior es pensamiento.
Algunos autores posteriores como San Tomás que había recibido influencias de la
teoría de Aristóteles como de la teoría que Avicena sostiene en su obra “El ente y la
esencia”. En ella se nos expone una diferenciación entre la naturaleza abstraída de la
existencia, frente la existencia del universal entendido como la suma de la unidad a la
comunidad. La influencia que recibió de Aristóteles le condujo a toparse de frente con
el mismo problema que su antecesor, el de los universales. El problema es el de la
finitud humana, el intelecto humano no esta dotado de suficientes capacidades como
para ascender en la pirámide de las categorías de la existencia de Aristóteles. No
podemos conocer lo que es superior a nosotros según la división aristotélica.
Finalmente San Tomas llego a la conclusión de que los universales no subsisten fuera
del alma, pero el intelecto al comprender los universales, también comprende las cosas
que están fuera del alma. El significado de la palabra para éste tiene cierta similitud
con la concepción Socrática. El elemento clave es la predicación (la palabra), es la
acción por excelencia, que puede realizar el entendimiento. Para este autor en Dios
hay voluntad y aunque sea inmóvil, su voluntad es su esencia, y su objeto es la esencia
divina. Dios se quiere a sí mismo pero también al resto de cosas ya que él es el fin de
todas las cosas. En palabras de este autor no se puede describir a Dios con atributos
positivos, nos habremos de conformar con poder hablar de lo que dios no puede hacer.
En esta época se hace manifiesto un notable cambio en la problemática metafísica, que
dependía totalmente de un Dios creador que controlaba por voluntad divina el

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funcionamiento del mundo. Nos encontrábamos en una época de teocentrismo radical,
donde la ciencia encontraba innumerables barreras que limitaban el ámbito del
conocimiento a la concepción de la realidad que la tradición escolástica había
establecido. En la modernidad autores como Descartes o Spinoza realizan un intento
de reconciliación entre la razón y la fe para poder llegar a un modelo de conocimiento
mas seguro. En plena revolución científica se hacia manifiesta la incompetencia de la
teología para abordar los fenómenos de la naturaleza a partir de sí. No obstante la
situación no permitía ciertas osadías que pusiesen en peligro de forma grave las teorías
que sostenía la doctrina católica. Descartes se podría considerar el máximo exponente
de la filosofía de la conciencia ya que le otorga al individuo un espacio de autonomía
dentro de un mundo que hasta entonces no se habían planteado la cuestión . El método
introspectivo de Descartes, parte de si, y se utiliza como fundamento para llegar a una
verdad primera. El cogito cartesiano afirma la conciencia de una forma irrebatible pese
a que no tiene el mismo éxito con su demostración sobre la existencia de Dios, así
como de la existencia de todas las cosas a partir de Éste. La pretensión era establecer
de forma clara los primeros principios. Descartes fundamentó la posibilidad y la
certeza del conocimiento en el mismo pensamiento. Se disponía a iniciar el proyecto
de la unificación de las ciencias con la ayuda de la racionalidad analítica. Mas tarde
dirige Nietzsche, dirige su crítica precisamente contra esa teoría, contra la unidad y el
peso de ciertos conceptos que pesan sobre nosotros desde la antigüedad, i reciben el
nombre de absolutos. Para este autor la verdad, la razón o la felicidad pueden ser
intercambiables como verdades absolutas. Los conceptos absolutos para él son
absolutos porque así lo establece el lenguaje que hemos utilizado para aprehenderlos.
Para Nietzsche, la mayor de las cadenas que impide la libertad del hombre es Dios y
para acabar con el anuncia su muerte y en suma el nacimiento del devenir, el eterno
retorno a la lucha que constituye el cambiante mundo. Según el autor, no podemos
seguir creyendo en la gramática si queremos librarnos de Dios. La moral cristiana se
podría concebir como un acto de resentimiento hacia la vida, y todos los errores
filosóficos se pueden desprender del análisis del lenguaje.

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Heidegger y la modernidad

La distinción que la modernidad realiza entre un sujeto que permanece encerrado en


si mismo que se encuentra en oposición a un mundo exterior que le es ajeno y se
opone a el, para Heidegger no tiene demasiado sentido. Su crítica va dirigida al
concepto establecido una razón centrada en el sujeto que no tiende a la armonización,
y por contra nos conduce al autoritarismo de una razón absoluta. Para este autor el
racionalismo que imperaba en el mundo nos estaba conduciendo a una definición del
ser, que pretendía reducir los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad a conceptos
inmutables que garantizan el control y mantenimiento de la situación. El método
introspectivo aplicado por los racionalistas puede afirmar el yo, pero no podemos
hablar del no-yo a partir del yo si es que demostramos nuestra propia existencia a
partir de nosotros mismos. Así la moral que se demuestra a partir de si misma
quedará obsoleta cuando una vez demostrado el yo se pregunte por el mundo.. Para
Heidegger el ser del hombre es estrictamente relación en la práctica con el mundo, el
ser es acto pero también potencia. La problemática de Heidegger gira en torno a la
impotencia del hombre frente a la imposibilidad de dominar su propio fundamento.
Para poder llevar a cabo una vida autentica, es necesario haber comprendido el
carácter de “caída” que tiene la existencia. La dimensión temporal del ser para
Heidegger, tiene que ser concebida como lucha y enfrentamiento a la muerte, así pues
el Dasein será el núcleo de una temática que la filosofía clásica había olvidado. El
autor se planteaba una nueva concepción del ser que era constituido por las relaciones
entre los entes a través del tiempo. En el ámbito de la epistemología, Heidegger
encontró un sólido pilar en la teoría aristotélica: “Decir de lo que es que no es, o de lo
que no es que es, es falso; decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es
verdadero”. En esta línea en ser y tiempo se expone que es necesaria la
correspondencia entre lo dicho sobre algo y lo que esto es. Esta correspondencia no
puede ser material, ya que los objetos que conocemos no entran en nosotros, así pues,
se tratará de una correspondencia formal. Esta correspondencia se establece en la
representación que nos hacemos del objeto mismo. Algunos autores como San
Tomás, ya en el siglo XII, habían tratado el tema de la correspondencia forma entre el
objeto y nuestra representación de él (el concepto), lo expresaba con estas palabras:
“Verdad es adecuación entre el entendimiento y la cosa”. Heidegger parte del
presupuesto de que la tarea de la filosofía consiste en determinar el sentido del ser y

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no de los entes, si entendemos el ser como el sustento de los entes en su existencia
Nos encontramos en un momento donde para poder hablar del ser habremos de
hablar de su “ser-en-el-mundo” y que desplaza a la intuición y el pensamiento como
elementos derivables de la comprensión. También la “intuición eidética” de la
fenomenología encuentra su fundamento en el comprender existenciario. Podríamos
considerar a Heidegger el máximo representante del giro ontológico de la filosofía
alemana: no comprendemos gracias a que pensamos sino que pensamos porque
podemos comprender. La experiencia humana se estaba convirtiendo en un vehículo
que transporta la tradición hasta el presente, lo ya establecido se acumula en una
especie de memoria histórica que ordena los hechos de forma sistemática para poder
transmitir un sentido incuestionable. Heidegger nos habla del ser-en-el-mundo como
condición indispensable del ser persona, de realizar aquello que nos es propio. La
superación de la filosofía del sujeto será lograda gracias a un pensar más profundo
que nos habla de las categorías del ser, mas que del ser en sentido propio, aunque su
definición también se encuentra implícita. Este estudio sobre las categorías del ser
humano será llamado por el autor "ontología existencial". Heidegger supera con su
existencialismo el pensamiento metafísico y el de la modernidad, que según él había
respondido de forma insuficiente a las cuestiones que pretendía abordar la filosofía
acerca del conocimiento, la verdad, o el sentido de la vida.

El ser-Ahí

Mediante el concepto del Dasein, Heidegger pretenderá realizar una diferenciación


que muestre las estructuras de la existencia de forma independiente*, pero el primer
problema con el que se encuentra el autor, es que no podemos considerar el ser como
un objeto. El ser-ahí se hace su propio ser porque mientras vive hay posibilidades de
ser, y es en torno a este punto donde se centra la filosofía de los posibles de
Heidegger

*Pese a centrar-se en las categorías del dasein no podemos extraer una definición clara, no podemos
decir que es el dasein en una frase, la definición se va construyendo a lo largo de toda la obra.

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El autor presupone una precomprensión de los elementos que nos constituyen, pero
no excluye la posibilidad de una precomprensión incorrecta, como la que podríamos
hacernos acerca del yo o del alma. Para Heidegger es de gran relevancia la escisión
entre sujeto y objeto que la filosofía de la conciencia provocó. Para Heidegger no se
trata de un sujeto encerrado en si, el ser es apertura y solo es posible si recurrimos
concepto de “ser-en-el-mundo”. Esta separación que se había consolidado como
verdadera, para el autor carece de valor, según él no existe tal separación entre objeto
y sujeto, el mundo solo es concebible si lo entendemos como un horizonte de sentido.
La comprensión va mucho mas allá de la percepción sensible, la podríamos
considerar un esfuerzo de purificación de los sentidos, así de purificación mental en
contacto con el mundo. Para poder mostrar el ser de un ente, es necesario
descomponer los elementos originarios que constituyen el ser, es decir, lo que
Heidegger llama los existenciarios. Si consideramos las ciencias como formas del
“ser ahí”, la cuestión adquiere un nuevo sentido ontológico. Es cierto que las ciencias
aportan conocimiento al “ser ahí”, pero solo en la medida que él, delimita las regiones
del Ser de una forma precisa, con el trato científico de los entes. A esto lo llama
Heidegger comprensión preontológica del ser, ya que remite a las estructuras del
mundo de la vida, o el ser-en-el-mundo. Las tres principales categorías que señala
Heidegger del Ser-ahí son el “encontrarse” si lo entendemos como una disposición
afectiva, “el comprender” que remite al ser del ente y por ello es el existenciario mas
importante, y por último “el habla” que la entendemos como el acto discursivo, el
logos. Según el autor estos tres existenciarios se nos presentan como elementos
ontológicos a priori ya que los podemos encontrar reunidos en nuestro “ahí”. Con el
ser-ahí heideggeriano nos encontramos con un ser que no es definitivo. En cierto
modo el ser que hace que comprendamos el “ser ahí” temporal, es el también
temporal. Para Heidegger el ser no es un fundamento absoluto, ni una traducción
ontológica de un Dios, sino que es ella misma la condición de posibilidad que nunca
se nos puede dar.

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Ser y Tiempo

En este fragmento, la argumentación que expone el autor gira en torno a los tres
conceptos clave que hemos de tener en cuenta para hablar del ser y sus categorías,
estos son los existenciarios de los que antes hablaba. Estos buscan las bases donde se
sustentan las estructuras existencialismo que mantienen el ser del “ahí”. El
encontrarse , para Heidegger se podría concebir como el modo fundamental de ser
del “ser ahí”. Autores como Dylthey ya habían señalado que era necesario realizar
una diferenciación entre comprender y explicar. Heidegger por su lado, nos explica
que la diferencia va mas allá de donde apuntaban sus predecesores. El concibe el
explicar como un derivado del comprender primario que contribuye a dar forma al ser
del ser-ahí. El “ser ahí” en tanto que existe, es su propio “ahí” y esto implica según
Heidegger que el mundo es “ahí” y su “ser ahí” es el “ser en”. Y éste igualmente se
encuentra en su “ahí”, como aquello por lo que se constituye el “ser ahí”. El estado
de apertura del ser existente, el “ser en el mundo” es lo que el autor asocia al
concepto de el “comprender”. Este estadio del comprender abarca, en calidad de
“estado de abierto” el porque y la signaficatividad, creando el integro “ser en el
mundo”. El “por mor de que” y la significatividad se encuentran también en estado
de apertura en el “ser ahí”. En suma, nunca se podría comprender en un circulo que la
considerara como algo inmutable. Cuando comprendemos no comprendemos un algo,
no nos situamos a la altura de una cosa ni le hacemos frente sino que comprendemos
su ser en cuanto existir. En el comprender reside existenciariamente la forma de ser
del “ser ahí” como “poder ser”, y este “poder ser” es uno de los puntos centrales de la
filosofía de Heidegger, la condición de posibilidad es inherente al ser

El “ser ahí” no es algo que se nos muestre “ante los ojos”, no es capaz de poder algo,
sino que mas bien es en sí un “ser posible”. El esencial “ser posible” del “ser ahí”
consiste en los modos del curarse del “mundo”, del procurar por los otros, y siempre
“poder ser relativamente a sí mismo”, únicamente por sí mismo. Para el autor, lo que
se nos presenta “ante los ojos”, es decir los datos sensibles son contingentes, el “ser
posible” es en cada caso el “ser ahí” y es distante de la posibilidad lógica, en el
sentido de que puede “pasar” esto o aquello. Como categoría modal del “ser ante los
ojos”, es sinónimo de posibilidad, de lo que aún no es real y lo que nunca será
necesario y solo remite a lo posible. Ontológicamente es de categoría inferior a la

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realidad y la necesidad. El “poder ser” en cuanto existenciario es, considerado por
Heidegger como la realización ontológica positiva por excelencia del “ser ahí”; y en
suma es necesario cuestionar-la tanto como la cuestión de la existenciariedad en
general. La posibilidad como existenciaria no es en ningún caso sinónimo de un
“poder ser” totalmente libre. Nos encontramos obligados a actuar siempre en
situaciones que nos provocan la indiferencia, hemos de reconocer la naturaleza de
caídos para poder acercarnos al ser. Heidegger concibe al hombre como un ente
privilegiado ya que es capaz de interrogarse por el ser, ya que sólo él , mantiene una
relación que pretende el reconocimiento del ser. La forma de ser correspondiente al
hombre (el ser-ahí), en tanto que ser que se encuentra en cada caso abocado al mundo,
define al “ser-ahí” como “ser-en-el-mundo”. En palabras de Heidegger: “los seres
humanos son seres arrojados a un mundo que no han creado, y esta constituido por
elementos útiles en potencia (en términos aristotélicos), en los que se encuentran
tanto la cultura como los objetos naturales. De este modo las creaciones se podrían
considerar un vehículo que nos desplaza en el tiempo donde los objetos y artefactos de
que disponemos nos llegan desde el pasado y se utilizan en el presente para alcanzar
metas futuras. He aquí el peligro de la cosificación del individuo. Nos encontramos en
una constante situación de peligro que nos empuja a sumergirnos en el mundo de los
objetos, y de un día a día inmerso en el pensar de la gran multitud. Es el temor lo que
nos empuja a luchar i a enfrentarnos a la muerte, con el último pero en ningún caso el
primer sin sentido de la vida. Sólo gracias a este enfrentamiento se puede encontrar
un auténtico sentido del ser y de la libertad. Volviendo al existenciario del Comprender
, hemos de concebirlo como una proyección de los posibles, y esta es un modo
esencial que constituye el ser del ser ahí. En cuanto que también se determina por el
encontrarse, el “ser ahí” el poder ser concreto, se desmarca de todos los otros posibles.
El “ser ahí” es “ser posible” entregado a la responsabilidad de sí mismo, y esto
conlleva un aumento de la libertad del individuo que le podría llevar a hacer frente a
unas responsabilidades que quizás no esté preparado para asumir. El “ser ahí” nos
ofrece la condición de posibilidad del ser libre para el más original “poder ser”. El
“ser posible” “ve a través” de sí de distintos modos y grados posibles. El comprender
es el ser de un “poder ser” cualquiera, pero que jamás podríamos echar en falta como
un algo, es siempre existente y aparece acompañado del ser del “ser ahí”. El “ser ahí”
remite al modo en que hemos comprendido o no, en las diferentes situaciones el ser de
una u otra manera. Este comprender tiende al posicionamiento, a la necesidad de

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situarse a uno mismo en el mundo i que sabe en donde es consigo mismo. Este “saber”
no se nos da mediante una percepción inmanente del dato que percibimos, sino que va
siempre acompañando al ser del “ahí”, en el comprender. Dentro del “poder ser” del
“ser ahí” se nos abre desde si mismo el “en donde” del ser consigo mismo. El ser
consigo mismo es siempre sinónimo de reconocimiento del ser, de la desocultación
que nos acerca al ser mismo. El estado de apertura en el que nos encontramos frente al
comprender, tiene que ver en todas las ocasiones con su vinculación con la estructura
fundamental del “ser en el mundo”. Así pues Heidegger concibe las formas del ser ahí
como un estado de apertura que nos sitúa en el mundo. Este estado de apertura acaba
con las limitaciones con las que nos encontrábamos utilizando el método introspectivo.
La filosofía de la conciencia cartesiana buscaba una forma del ser en si mismo, pero
para Heidegger esta solo es realizable “siendo en el mundo”. Para el autor la libertad
de lo intramundano es realmente la libertad que constituye a este ente, el “ser ahí”, es
por y para sus posibilidades. Ni siquiera podemos concebir la unidad de lo mucho y
vario, ni lo naturaleza que es ante los ojos, si no es desde el estado de apertura. El
poder ser, nos hablaría de una noción comprendida de lo que puede ser empleable o
servible, es decir remite mas bien a lo que nos encontramos “a la mano”. Según el
autor el comprender es en si mismo parte de la estructura existenciaria que llamamos
la “proyección”. La proyección es la estructura existenciaria del ser en el libre espacio
de lo que de hecho “puede ser”. Esta proyección no remite a la elaboración de un plan
premeditado que organice el ser del “ser-ahí”, sino que ésta, mientras es, es
proyectante de las posibilidades. El comprender como proyectar, es la forma en que se
nos da el ser en su ser ahí Para Heidegger todo aquello que por ser un “poder ser”,
todavía no es, lo es a su vez existenciariamente. Y ya que el ser del “ahí” se debe al
comprender de su carácter de proyección, esta ser estará constituido por lo que llega a
ser o no ser. Así pues la proyección siempre se refiere al pleno “estado de abierto” del
“ser en el mundo”. El comprender en suma, como ya he dicho antes esta caracterizado
originariamente por su “estado de abierto” del mundo, es decir, el “ser ahí” puede
comprenderse inmediata y regularmente por el mundo al que pertenece.. En principio
el comprender se proyecta en el “por mor de qué”, es decir, el “ser ahí” existente como
tal.. Cuando hablamos del comprender, nos dice Heidegger, nos encontramos ante dos
categorías, el comprender propio i el impropio. puede ser bien propio. El prefijo “in”
en este caso no implica una desvinculación total del propio ser, que se desliga de su “sí
mismo” y se limita a comprender el mundo. Tanto el comprender propio como el

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impropio pueden a su vez ser genuinos o no-genuinos. En suma cada vez que
realizamos una de las posibilidades fundamentales del comprender, en ningún caso
quedan excluidas las otras. Si concebimos la integridad del “estado de abierto” del
“ser ahí” en cuanto ser en el mundo, nos encontramos con un cambio existenciario en
la proyección de la totalidad que percibimos. Para Heidegger el “ser en”, remite al
comprender de la existencia y es siempre comprensión del mundo. De hecho el ser ahí
realiza su poder ser con la mera existencia de la posibilidad de comprender. El
comprender constituye existenciariamente aquello que llamamos el “ver” del “ser ahí”,
en otras palabras, es la el modo en que comprendemos los hechos que percibimos en
ultima instancia el que determina como nos posicionamos respecto al mundo. Si para
Heidegger todo comprender es interpretativo, la visión de la realidad estará también
vinculada a la interpretación que guía la comprensión. Por otro lado Heidegger concibe
el “ver” que remite a la existencia del ser como un modo de “ver a través”. Un ente
sólo se ve en tanto que “ve a través” de sí, se ve inmerso en el “ser con otros”,
elemento que constituye su existencia. Por otro lado, el “no ver a través” según el
autor, es sinónimo de volverse para darle la espalda a un mundo del que somos parte,
de un total desconocimiento del mundo. La visión siempre ha tenido cierta relación
con el “estado de iluminado” que caracteriza el “estado de abierto” del “ahí”. El ver
en occidente precisa de la luz, en cualquier templo griego, es la luz que entra por los
portones la que hace que se nos represente la divinidad. Y desde aquella época ha
imperado esta creencia en nuestra cultura. Para Heidegger el ver no solo remite al
percibir con los ojos del cuerpo, es también una forma del puro aprehender de forma
no sensible algo “ante los ojos” en su “ser ante tos ojos”. La tradición filosófica ha
concebido desde sus inicios en su orientación la visión como la forma de acceso a los
entes y al ser por excelencia. Todo “ver” se funda originalmente en el comprender y el
“curarse de”, lo que el autor llama el comprender en el sentido de lo que se llama
“comprender de qué se trata”. Para Heidegger tanto la Intuición como el pensamiento
son derivados del comprender, y en suma también la “intuición eidética” de la
fenomenología se funda en el él..Autores como Platón consideraban que la Idea es el
objeto de una intuición intelectual, y que representa la esencia inmutable y eterna de la
realidad, ( ajena al cambio), y que tiene existencia independiente de la realidad
sensible (es decir , que es subsistente). La Idea adquiere así una dimensión ontológica
(es un objeto real que existe independientemente de la realidad sensible y del
pensamiento), que continuará imperando en las doctrinas neoplatónicas y en la

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filosofía cristiana (, que concibe las ideas absolutas como contenidos del intelecto
divino). Por otro lado, la intuición puede ser sensible o inteligible, en función del tipo
de objeto que se percibe. Los filósofos antiguos y medievales se refirieron
fundamentalmente a la intuición inteligible, la cual era concebida como el modo de
conocimiento propio de Dios.. Para pensadores como Descartes, la intuición era por
excelencia la única fuente de evidencia, en la que se ha de fundar el discurso racional,
concebido como una serie continuada de intuiciones. Kant, sin embargo, rechazaba la
intuición intelectual, en la medida que esta supone conocer algo que está más allá de
la experiencia posible. Acepta, no obstante, una intuición empírica, (pero que debe ser
pensada bajo conceptos para así poder ofrecer algún tipo de conocimiento), y una
intuición pura, la cual consideramos como la dimensión formal del conocimiento. Los
idealistas, por el contrario, aceptaban que el yo posee intuición intelectual, en el acto
de conocerse a sí mismo. Posteriormente autores como Husserl mantendrá que la
intuición eidética permite el conocimiento de las esencias de los objetos. Heidegger,
con su nueva concepción superará el modelo de conocimiento que todos sus
predecesores nos habían propuesto. El autor nos habla una comprensión
“existenciaria” que viendo a “través del ser” “es en el mundo”. Para Heidegger
únicamente el ser y su estructura, son las únicas cosas que pueden llegar a ser
fenómenos en sentido propio. En el proyectar sobre posibilidades hay una anticipada
una comprensión del ser. Podemos comprender la proyección del ser pero no
podemos concebirla ontológicamente . Para Heidegger solo a partir del concepto de
temporalidad del ser podremos realizar un acercamiento al sentido existenciario de la
comprensión. Encontrarse y comprender caracterizan en tanto que existenciarios el
“estado de abierto” original del “ser en el mundo”. El proyectar del comprender tiene
en suma la posibilidad de desarrollarse y a este desarrollo del comprender lo llamamos
interpretación. Como antes anunciaba, para Heidegger existe una estrecha relación
entre el concepto de comprensión y el de interpretación. Esta última la entiende como
la explicitación de la comprensión en sentido existencial. Con palabras de Heidegger:
"la interpretación no es el tomar conocimiento de lo comprendido, sino el desarrollo de
las posibilidades proyectadas en el comprender". Toda interpretación es proyecto, es
en suma un esbozo existencial se apodera de los caminos que ha creado en el espacio
de juego dejado por el poder ser del ser-ahí. Todos los entes intramundanos son
inevitablemente proyectados sin excepción sobre el fondo del mundo, sobre un fondo
de significatividad. Según Heidegger los entes intramundanos solo tienen sentido en

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tanto que son interpretados por el “ser ahí” . El carácter comprensor -interpretador
del “ser ahí” según el autor es realmente el que crea la inteligibilidad y en suma el
sentido. Hablando de la comprensión interpretativa, el autor apunta que los seres del
mundo se manifiestan a una con el ser del ser-ahí y han venido para ser
comprendidos, y por ello podemos decir que tienen sentido. Por otro lado lo que
comprendemos realmente no es el sentido del ser sino a los entes y el propio ser. La
pregunta de Heidegger es una pregunta por el sentido del ser, y en este punto también
se desmarca de la filosofía racionalista e idealista ya que en la teoría de Heidegger se
sustituye la conciencia trascendental por el tiempo. El ser existente que es verdadero
hace absolutamente inconcebible la diferencia ontológica (distinción entre ser y ente)
propuesta por Santo Tomás entre el ser y los entes. Para Tomás el ser es el acto de
ser, es decir, lo más real. Realmente Heidegger no se dirige hacia el ser sino hacia su
sentido. Todo percibir un útil “a la mano” es interpretativo-comprensor y permite
hacer frente al “ver en torno” de algo como algo. La interpretación cotidiana se funda
en todos los casos en un “tener previo” y este determina a su vez la comprensión. En
cuanto apropiación, la comprensión es siempre relativa a una totalidad que es de una
conformidad ya comprendida. La interpretación se basa en un “ver previo” que recorta
lo tomado en el “tener previo” de acuerdo con una determinada posibilidad de la
interpretación. Lo comprendido en el “tener previo” y visto en el “ver previo”, se
vuelven concebibles gracias a la interpretación. Para Heidegger la interpretación de
algo como algo tiene sus esenciales fundamentos en las formas previas del “tener” el
“ver” y el “concebir”. El proyectar del comprender les ofrece a los entes el carácter
apertura que les hace posible hablar en todos los casos de la forma de ser de los entes
comprendidos. El concepto de sentido abarca todo aquello que es necesariamente
inseparable de lo que articulamos a la hora de realizar un acto de interpretación
comprensora. El comprender y la interpretación constituyen la estructura existenciaria
del ser del “ahí”, como ya he dicho antes pero además los hemos de concebir como el
soporte formal del estado de apertura del comprender. El sentido es un existenciario
del ser-ahí y no una propiedad de los entes y solo lo podemos encontrar en el ser ahí
que nos ofrece llenar el hueco que el sinsentido había dejado con los entes que
podemos descubrir en “estado de apertura”. Según el autor únicamente el “ser-ahí”
puede tener sentido o carecer de el. Heidegger nos expone sobre el concepto de
sentido, que tenemos que concebir todo que no se presente en la forma del “ser ahí”
como algo carente de sentido, entendido como determinación ontológica. En palabras

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del autor “solo lo carente de sentido puede ser un contrasentido”. No debemos situar el
sentido del ser como algo opuesto a los entes ya que pese a ser el fundamento que los
sustenta, solo nos resulta accesible como sentido. En cuanto al “estado de abierto” del
“ahí” remite siempre al comprender la totalidad del “ser en el mundo”. Así pues, la
comprensión de la existencia siempre andará ligada a la comprensión del mundo. En
suma, toda interpretación se mueve dentro de las estructuras a priori. Toda
interpretación que pretenda comprender tiene que haber comprendido lo que trata de
interpretar y es aquí donde empieza el circulo hermenéutico Según Heidegger la
demostración científica, en ningún caso puede dar por supuesto primer fundamento
como podría hacer Descartes con la existencia de todas las cosas a partir de dios o
como hacia también la larga tradición escolástica. Para Heidegger podríamos acusar a
este modo interpretativo de tener gran facilidad para caer en el circulo vicioso que se
sustenta a partir de algo que se da por supuesto porque sí, sin mas miramientos.
Heidegger acaba por fin con este circulo vicioso para mas tarde acercarse a una visión
historio grafía, de gran rigurosidad y que proclamaría por si misma independencia del
punto de vista del contemplador. Para salir del circulo vicioso de la interpretación el
autor señala que no se trata de ajustar el comprender y la interpretación a un
determinado ideal de conocimiento. El cumplimiento de las condiciones fundamentales
de un posible interpretar, radica en no empezar por desconocer las condiciones
esenciales para llevarlo a cabo. El autor señala que no es tan importante salir del
círculo como entrar en el modo justo. Podríamos entender la circularidad de la
comprensión teniendo en cuenta lo que esta en juego realmente en el circulo. “En el
circulo del comprender no se mueve ninguna cierta forma de conocimiento, sino que es
la expresión de la estructura de lo “previo” que es propia del “ser ahí mismo”.Según
Heidegger en este circulo se encuentra la posibilidad mas original de conocer, pero
solo se puede llevar a cabo, cuando la interpretación ha comprendido que su función
primaria, es evitar que los conceptos populares le impongan el “tener”, “el ver”, y “el
concebir” limitando el margen de juego del circulo de la comprensión y evitando
poder desenvolver estos últimos partiendo de las cosas mismas. El autor concluye
diciendo que el comprender que es el “poder ser” en sentido existenciario del “ser-ahí”
mismo, los supuestos ontológicos del conocimiento historio gráfico superan
radicalmente la idea del rigor de la mas exacta de las ciencias. En suma expone que las
ciencias matemáticas no son más exactas que la historio grafía, ya que simplemente se
basa en un círculo mas estrecho de fundamentos existenciarios. Por ultimo acabare el

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apartado citando unas palabras de Heidegger donde se podría resumir lo expuesto:”El
circulo del comprender es inherente a la estructura del sentido, hecho que tiene sus
raíces en el comprender interpretativo (la estructura existenciaria del ser ahí). El ente al
que en cuanto “ser en el mundo”, le va su ser mismo, tiene una estructura ontológica
circular.”

Hermenéutica

Autores como Gadamer contraponen la hermenéutica historicista de Dilthey con las


nuevas dimensiones ontológicas que debemos a los análisis fenomenológicos de
Husserl y Heidegger. Gadamer señala que el conocimiento histórico no se puede
describir según un modelo de conocimiento objetivista porque ese acto mismo, es un
acontecimiento histórico. Para este autor el conocimiento histórico es a la vez saber
histórico y ser histórico. Schleiermacher ya había examinado el circulo hermenéutico
del todo que se comprende a través de las partes, pero esta comprensión solo se puede
llevar a cabo bajo luz del todo que da inteligibilidad a las partes. En la línea de este
autor, Dilthey nos habla de una “orientación hacia el centro”, se podría deducir que un
texto tiene que ser comprendido por él mismo. El sentido de la investigación
hermenéutica no es desvelar la comunicación misteriosa de almas sino el milagro de la
comprensión., y esta se podría interpretar como la participación en una pretensión
común. La intención del interprete es la de hacerse mediador entre el texto y la
totalidad que hay detrás de él. Gadamer en su obra “el problema de la conciencia
histórica” señala los esfuerzos de un predecesor de Schleiermacher llamado F. Ast por
establecer el acuerdo entre las tradiciones verdaderas de la antigüedad y el
cristianismo. Gracias a Heidegger, según nos dice el autor, redescubrimos el sentido de
la estructura circular de la comprensión. Para Heidegger es la comprensión fiel del
sentido de un texto la tarea primera y permanentemente última de la comprensión
interpretativa. Comprender una cosa no es más que hacerse una pequeña idea que
deberá ser revisada una vez se haya confrontado con mis horizontes. Yo recibo
conocimiento de los dichos del otro, pero esto no compromete mis propias opiniones.
La cuestión principal es establecer el sentido aceptable de una opinión. Abrirse a los
dichos de otro es sinónimo de que estos se sitúen en el sistema de mis opiniones o bien
que yo me sitúo con relación a ellos. Siempre que queremos comprender un texto,

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esperamos de él que nos enseñe algo. La actitud hermenéutica solo supone una toma
de conciencia que cuando califica nuestras opiniones y nuestros prejuicios, como tales
les hace perder su validez. Gadamer señala que Heidegger en Ser y tiempo se dirige
directamente a los grandes momentos de la metafísica para poner la cuestión
ontológica concretamente a prueba. La hermenéutica propia de la conciencia histórica,
es en si parte de la conciencia histórica. Por lo tanto es necesario revisar sus prejuicios
y sus anticipaciones actuales. Para los predecesores románticos de Heidegger la
compresión circular no era el último estadio de la comprensión, sino que se había de
recorrer el texto circularmente para llegar a la comprensión perfecta. Para Heidegger la
comprensión del texto siempre esta determinada por el esfuerzo anticipador de la
precomprensión. Hemos de utilizar nuestro aparato crítico para considerar un texto
como coherente. Toda comprensión de un texto presupone estar guiada por
expectativas trascendentes que se han de buscar confrontando las expectativas del texto
con la verdad. La anticipación de la coherencia perfecta presupone que se nos
transmita un pensamiento que sea veraz. Toda hermenéutica debe ser una referencia
comprensible de las cosas mismas. La hermenéutica Heideggeriana parte de que
comprender es estar en relación con la cosa misma, que nos muestra la tradición y a la
vez es desde donde la cosa puede hablarme. Gadamer considera que en la cuestión
hermenéutica, se había tomado poco en consideración un factor decisivo que es la
distancia temporal. No podemos comprender ningún hecho histórico mirándolo bajo
un punto de vista situado en un contexto espacio-temporal distante. No debemos
franquear la barrera temporal sino comprender que somos parte de la continuidad que
nos engloba tanto a nosotros como al hecho histórico. Hemos de librar a la
comprensión de los prejuicios que la orientan y mirar en otra dirección. En el momento
que concebimos algo como prejuicio, este deja de actuar sobre nosotros y por otro lado
si actuamos bajo la influencia de prejuicios es que no hemos podido tomar conciencia
de ellos. El olvidar nuestros prejuicios nos impone una reflexión radical sobre la idea
de interrogación como tal. Su esencia se basa en poner al descubierto las posibilidades
y mantenerlas despiertas. Gadamer critica la tesis del historicismo objetivista ya que
esta no tenía en cuenta ningún choque de horizontes que pusiera en duda la visión
objetiva establecida. Para este autor es la interrogación la mediadora de la relación
dialéctica entre el mío inauténtico y el mío autentico influido por las nuevas
hermenéuticas. Por ultimo, en palabras de Gadamer: “Comprender es operar una
medición entre presente y pasado, además de desarrollar una serie continua de

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perspectivas por las cuales el pasado se nos presenta y se dirige a nosotros. La toma de
conciencia histórica es la ruta que nos ha sido dada para acceder a la verdad siempre
buscada.”

Conclusiones.

Bajo mi punto de vista la teoría de Heidegger nos haría caer en un determinismo que
da prioridad al devenir del mundo en detrimento del individuo. La precomprensión sea
de un sentido, sea de cualquier cosa dada implica también una forma de prejuicio que
no es ya opcional sino que es inherente al ser. Para algunos autores como Habermas, la
crítica de Heidegger a la filosofa del sujeto es insuficiente y permanece atada a sus
supuestos de una forma similar a la de una fenomenología como la de Husserl
Habermas señala en su tesis que Heidegger no pudo librarse se las categorías de la
filosofía de la conciencia trascendental que lo antecede. Lo que hace Heidegger
mediante esta elección metódica es poner un concepto de verdad que abandona la
descripción de lo meramente intuido por la interpretación de un sentido, aunque la
comprensión hermenéutica del Ser, se escapa a toda entrega de evidencia.
Para Heidegger el ser del “ser ahí” ha de escogerse a si mismo del horizonte de sus
posibilidades para poder así tomar las riendas de su existencia. Se podría considerar a
Heidegger el artífice de haber puesto fin al método autorreflexivo sustituyendo el
lugar que antes ocupaba la autoconciencia, por el que ocupa ahora la interpretación de
una comprensión preontológica del Ser, y la explicación del sentido de la existencia
cotidiana. Los existenciarios de los que nos habla Heidegger como estructuras del
“Ser-en-el-mundo” responden a la tantas veces realizada pregunta por la vida buena.
Heidegger supone un antes y un después en el ámbito de la metafísica, si ya Nietzsche
“había acabado con la metafísica”, él puso impuso la supremacía del devenir en el “ser
en el mundo” que abarca el todo. Quedamos así pues a merced de un ser del cual
formamos parte pero nos impone un devenir sobre el cual no podemos incidir. El “ser
en el mundo” es entonces un proceso que empuja al ser hacia la superación y se
encuentra inacabado. Para Heidegger el ser humano no es el final de la cadena, es un
eslabón más. De poco sirve entonces teorizar sobre el Yo si ni tan siquiera usando la
razón podremos evitar la imposición del devenir. Teniendo en cuenta su contexto
histórico, podemos ver como la pregunta por el sentido, refleja una situación social de

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incertidumbre existencial que superaba los límites de lo que la razón humana puede
comprender. Y una vez superados los limites de la razón, quedo la vía libre para que
fueran provocadas terribles barbaries que ya no temían a la mirada de Dios como la de
Austwich, la manifestación de la libertad de un individuo que ha comprendido que el
único responsable de las consecuencias de los actos que realiza en libertad es él
mismo, y no esta dispuesto a asumirlas. Bajo mi punto de vista resulta un tanto irónico
este concepto de libertad... Concluyendo, después de lo ocurrido durante las guerras
mundiales, no queda sitio para la filosofía inocente de lo que debería ser, ni tan
siquiera podríamos hablar de lo que es conocer o lo que es el progreso, ya que la
pregunta por el sentido se acaba convirtiendo en una respuesta sin sentido que resulta
ofensiva hacia el propio ser en virtud del progreso del ser. Me resulta gracioso. De ahí
que a los autores posteriores se les conozca con el nombre de post-metafísicos.
Algunos autores como Levinas notaron una peligrosa carencia del “ser-ahí”; no se
puede “ser ahí” si no es “con el otro”.

Metafísica. David Mejías. UAB. 2006 Página 18

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