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FAMILIA ESTABLECIDA

Los rasgos de una familia saludable


de acuerdo a la Escritura

Las características de una iglesia establecida

Iglesia Evangélica Dios es Amor


ASIGEO
Samuel Marcano y Danny Carpenter
Julio, 2005

FAMILIA ESTABLECIDA
Carpeta de trabajo

ASPECTO EXPLICACION
Nombre del curso Familia establecida
Descripción La materia “Familia establecida” es una investigación bíblica sobre la
comprensión del concepto de familia, lo que Dios espera de cada
integrante del núcleo familiar y la naturaleza de los conflictos que en
ella se experimentan y las herramientas de cómo superarlos.
Justificación Cada miembro de la familia cristiana debe desarrollar sus funciones a
la luz de lo que la Escritura ha establecido y de esta manera contribuir
con la estabilidad del núcleo familiar
Propósito General El propósito de este curso es descubrir en la Biblia el concepto de
familia y las implicaciones que de las Escrituras se derivan para los
integrantes de la misma.
Objetivos Generales 1. Que el creyente aprenda el origen y propósito de la familia.
2. Que el creyente identifique la familia caída y la familia redimida.
3. Que el creyente aprenda los distintos papeles que Dios ha
establecido para cada integrante de la familia, evalúe su vida y haga
un plan personal para realizar los ajustes que sean necesarios.
4. Que el creyente entienda el origen de los conflictos.
5. Que el creyente este conciente de los potenciales conflictos
familiares y cómo enfrentarlos a la luz de las Escrituras.

Duración 24 horas
Créditos 5 UC
Desarrollo
1. UNIDAD 1. FAMILIA: ORIGEN, PROPÓSITO, CAIDA,
REDENCIÓN Y FUNCIÓN
a. Tema 1. El origen y propósito de la familia
b. Tema 2. Los efectos del pecado en el propósito original de
Dios para la familia.
c. Tema 3. La familia redimida.
d. Tema 4. El papel de cada integrante de la familia.

2. UNIDAD 2. FAMILIA Y CONFLICTO


a. Tema 1. El por qué de los conflictos.
b. Tema 2. Conflictos en el Matrimonio.
c. Tema 3. Conflictos con los hijos.

Bibliografía Véase el cronograma del curso para ver la bibliografía recomendad


para cada tema
Evaluación a. Al final de algunos temas habrá una asignación que acumulan un
valor del 20%.
b. Para cada unidad el estudiante elaborará un proyecto que integre
sus conocimientos sobre dicho tema a su ministerio en la iglesia
local. Cada proyecto tendrá un valor de 20 % cada uno.
c. La evaluación cualitativa sobre aspectos del carácter como
responsabilidad, asistencia, disciplina personal, etc. tendrá un valor
de 20 % acumulativo.
d. La participación en clase tendrá una evaluación de un 20%
acumulativa.

INTRODUCCIÓN
2
Todo creyente tiene la responsabilidad de cumplir la función que Dios le ha dado dentro
de su familia. Hay distintos papeles en la familia nuclear que deben ser cumplidos:
esposos, padres, hijos y hermanos. Pero también la familia extendida (tíos, abuelos) tienen
un importante papel que cumplir en la familia.
Muchas veces las personas se guían por los patrones que la sociedad ha establecido
acerca de como deben comportarse los miembros de la familia. Estos patrones son
cambiantes y dependen de aquello que conviene a la mayoría o les parece apropiado. En
contraste con esto, Dios estableció principios eternos en Su Palabra que no están sujetos a
cambios culturales ni al paso del tiempo. Son estos principios los que deben ser
considerados con atención y obedecidos por aquellos que han hecho de Dios el centro de
sus vidas.
En este módulo presentaremos lo que la Biblia enseña con respecto a la familia y como
esta puede llegar a ser una familia bien establecida.

Samuel Marcano
Director del CECAM

UNIDAD 1. FAMILIA: ORIGEN, PROPÓSITO, CAIDA,


REDENCIÓN Y FUNCIÓN.
3
________________________________________________________________________
Para seguir un proceso ordenado en el estudio de esta unidad, se recomienda seguir las
siguientes instrucciones para cada tema por separado. A cada tema se le debe dar el
tiempo adecuado para ser explorado, e idealmente sólo un tema debe ser tratado en
cada sesión.

Paso 1: Tomando en cuenta el objetivo del tema, estudie minuciosamente los pasajes
bíblicos y sus contextos para que pueda entender claramente el significado que
el autor quiso comunicar y la importancia que ese contenido tiene para nosotros
hoy. Las conclusiones de este estudio deben ser discutidas en el grupo.

Paso 2: Lea y analice la contribución que los distintos autores hacen al tema bajo
estudio a través de las lecturas sugeridas, las cuales pueden hacerse en forma
individual o en grupo, según se considere. Las reflexiones resultantes de estas
lecturas deben ser compartidas en el grupo.

Paso 3: Discuta las preguntas de reflexión sobre el tema con el grupo. Muchas de
estas preguntas no tienen respuestas simples y requieren de una cuidadosa
reflexión y discusión.

Paso 4: Elabore los proyectos en forma individual a menos que se indique lo contrario,
y discútalos en el grupo.
____________________________________________________________________________________

TEMA 1: EL ORIGEN Y PROPÓSITO DE LA FAMILIA


Objetivo: Que el creyente explique el origen y propósito bíblico de la
familia.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Génesis 1 y 2 Persona, pareja y 1. ¿Cuáles fueron las razones por las cuales
familia. Dios creó al hombre y la mujer?, ¿Dios
creó a ambos por las misma razón o cada
Hombre y Mujer, los uno fue creado por una razón particular?
creó a imagen de Dios 2. ¿En qué sentido son iguales y en que
sentido diferentes el hombre y la mujer
según se desprende de Génesis 1 y 2?,
¿Qué puede revelar estas diferencias en
cuanto a las funciones o tareas de
ambos?
3. Según Génesis 1 y 2, ¿Cuál fue el origen
bíblico de la familia como unidad social?
4. ¿Cuándo exactamente considera usted
que empieza la familia humana?, ¿Qué
aspectos distintivos se encuentran en la
creación de la familia humana que no
existen en la creación de los demás seres
vivos?
5. ¿Cómo puede definirse el propósito
original de la familia según se desprende
de los dos primeros capítulos de Génesis?

ASIGNACIÓN # 1: Origen y Propósito de la Familia

4
La siguiente asignación está diseñada para estimularle a comenzar a usar lo que está
aprendiendo y a que produzca un “trabajo” que tenga utilidad práctica tanto para su propia
vida como para su ministerio. Las conclusiones a las cuales has arribado en cada uno de
los temas tratados influirán en la manera como usted complete la asignación que aparece
abajo.

1. Escriba un argumento de una página, que explique el origen bíblico de la familia y las
implicaciones que este hecho debe tener para la sociedad actual.

2. Escriba un argumento de una página donde explique el propósito de Dios al crear a la


familia humana.

TEMA 2: LOS EFECTOS DEL PECADO EN EL PROPÓSITO ORIGINAL DE


DIOS PARA LA FAMILIA
Objetivo: Que el creyente describa cuáles fueron los efectos del pecado
en la primera familia y, por extensión, en toda la raza humana.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Génesis 3 Conflicto y confusión 1. ¿Qué efectos produjo el pecado en las


después de la caída. relaciones de la primera pareja y, por
extensión, en toda la raza humana?
2. ¿Cómo el juicio de Dios sobre Adán y Eva
afecta la condición actual de la familia?

TEMA 3: LA FAMILIA REDIMIDA EN CRISTO

Objetivo: Que el creyente describa cuál es la condición de la familia que


ha sido redimida a través de Jesús.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Jn.4:53; Jesús, mujeres y hombres. 1. ¿Qué cambios produce la obra de Cristo


Hec.16:26-34; en las relaciones familiares?
Esposos que aman como 2. ¿Cómo definiría usted el concepto de
1Cor.7:1-38;
Cristo y esposas que se familia redimida?
Ef.5:22-6:4;
sometan a ellos. 3. ¿Cuál debe ser el propósito de una familia
Col.3:18-21;
redimida por Cristo?, ¿Qué impacto debe
1Tim.3:4-5 producir una comunidad de familias
1Ped.3:1-7; redimidas en su entorno social?
Tit.2:1-5

ASIGNACIÓN # 2: Familias caídas y redimidas

5
La siguiente asignación está diseñada para estimularle a comenzar a usar lo que
está aprendiendo y a que produzca un “trabajo” que tenga utilidad práctica tanto
para su propia vida como para su ministerio. Las conclusiones a las cuales has
arribado en cada uno de los temas tratados influirán en la manera como usted
complete la asignación que aparece abajo.

1. Haga un diagrama donde explique los aspectos claves que caracterizan a la


familia humana antes de la caída, los resultados de la caída y su nueva
identidad en Cristo (la familia redimida). ¿Cómo usted utilizaría este diagrama
para:
a. Asesorar a una joven pareja que quiere casarse
b. Orientar a un matrimonio no creyente que está a punto
de divorciarse
c. Animar a un matrimonio cristiano a superar un conflicto de relaciones
interpersonales.

2. Explique en forma resumida las implicaciones que tiene para su vida personal y
familiar, así como para las familias de la iglesia, el concepto de familia
redimida?

TEMA 4: EL PAPEL DE CADA INTEGRANTE DE LA FAMILIA

Objetivo: Que el creyente explique cuál es el papel que Dios le ha dado


a cada integrante de la familia.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS
Ideas para ser un
Gen. 2 esposo exitoso. 1. ¿Cuáles son las responsabilidades y
funciones que tiene un esposo de
Pr.1:8; 3:12; 13:1; acuerdo a la Escritura?
19:26;20:20; 22:15; La ayuda idónea para el
23:22;28:24; 29:15, hombre. 2. ¿De qué manera factores como el
17; 30:17. machismo y otros elementos del
¿Cómo criar hijos entorno cultural han desvirtuado esas
1Cor. 7:1-40 cristianos en un mundo responsabilidades y funciones?
no cristiano?
Ef. 5:25-33; 6:1-4 3. ¿Cuáles son las responsabilidades y
funciones de la mujer como esposa
Col.3:18-21 ¿Por qué abandonan la según la Escritura?
iglesia los hijos de los
Tit. 2:3-5 creyentes? 4. ¿De qué manera las tradiciones
familiares, las exigencias sociales, la
1Ped.3:1-7 liberación de la mujer y otros
El amor y la disciplina de elementos del entorno cultural ha
1Tim 5: 4 los niños desvirtuado esas responsabilidades y
funciones?

5. ¿Cuáles son las responsabilidades y


funciones de los padres de acuerdo a
la Escritura?

6. ¿Qué resultado puede traer descuidar


estas responsabilidades y funciones?

6
7. Señale algunos aspectos culturales
que obstaculizan el cumplimiento de
estas responsabilidades
8. ¿Cuáles son las responsabilidades y
funciones de los hijos de acuerdo a la
Escritura?
9. ¿Cuáles factores pudieran estar
incidiendo en los adolescentes y
jóvenes de este tiempo para que no
cumplan con sus funciones y
responsabilidades bíblicas como
hijos?, ¿Qué deben los padres evitar y
que deben cultivar para ayudarles?

ASIGNACIÓN # 3:

La siguiente asignación está diseñada para estimularle a comenzar a usar lo que


está aprendiendo y a que produzca un “trabajo” que tenga utilidad práctica tanto
para su propia vida como para su ministerio. Las conclusiones a las cuales has
arribado en cada uno de los temas tratados influirán en la manera como usted
complete la asignación que aparece abajo.

1. Haga una lista específica (con su referencia bíblica) de las responsabilidades


que tiene un esposo, una esposa, los padres y los hijos según las Escrituras.

2. Describa de qué manera puede la iglesia ayudar a los esposos, esposas,


padres e hijos a que cumplan cabalmente con sus responsabilidades y
funciones en sus hogares.

PROYECTO PERSONAL

El siguiente proyecto está diseñado para estimularle a comenzar a usar lo que está
aprendiendo y a que produzca un “trabajo” que tenga utilidad práctica tanto para
su propia vida como para su ministerio. Las conclusiones a las cuales has
arribado en cada uno de los temas tratados influirán en la manera como usted
complete el proyecto que aparece abajo. Siéntase en libertad de diseñar sus
propios proyectos además del que se propone aquí.

TÍTULO: ORIGEN, PROPÓSITO, CAIDA, REDENCIÓN Y FUNCIÓN DE LA FAMILIA

CONTENIDO:

1. Explique de manera resumida pero suficientemente clara el origen, propósito,


caída, restauración de la familia y las implicaciones para las familias de la iglesia.

2. Haga un cuadro completo donde muestre las funciones y responsabilidades de


cada uno de los miembros de la familia a la luz de las Escrituras: esposos,
esposas, padres e hijos.

3. Explique de qué manera usted puede comprometerse a cumplir su parte en su


propia familia y cómo puede ayudar a los demás miembros de su familia a cumplir
la suya.

4. Señale algunas ideas de cómo puede la iglesia aplicar una visión de familia
saludable tanto para los creyentes como para los miembros de la comunidad.

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UNIDAD 2. FAMILIA Y CONFLICTO
_________________________________________________________________________
Para seguir un proceso ordenado en el estudio de esta unidad, se recomienda seguir las siguientes
instrucciones para cada tema por separado. A cada tema se le debe dar el tiempo adecuado para
ser explorado, e idealmente sólo un tema debe ser tratado en cada sesión.

Paso 1:Tomando en cuenta el objetivo del tema, estudie minuciosamente los pasajes bíblicos y
sus contextos para que pueda entender claramente el significado que el autor quiso
comunicar y la importancia que ese contenido tiene para nosotros hoy. Las
conclusiones de este estudio deben ser discutidas en el grupo.

Paso 2:Lea y analice la contribución que los distintos autores hacen al tema bajo estudio a
través de las lecturas sugeridas, las cuales pueden hacerse en forma individual o en
grupo, según se considere. Las reflexiones resultantes de estas lecturas deben ser
compartidas en el grupo.

Paso 3:Discuta las preguntas de reflexión sobre el tema con el grupo. Muchas de estas
preguntas no tienen respuestas simples y requieren de una cuidadosa reflexión y
discusión.

Paso 4:Elabore los proyectos en forma individual a menos que se indique lo contrario, y
discútalos en el grupo.
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TEMA 1: EL POR QUÉ DE LOS CONFLICTOS


Objetivo: Entender la razón por qué existen los conflictos.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Gén. 3:1-19 Conflictos: 1. ¿Cuál es la raíz de los conflictos?


Gén. 4:1-16 Reflexiones sobre ¿Cómo ocurrió el primer conflicto en la
Santiago 4:1-10 primera familia? ¿Cuáles fueron las
Prov. 10:12; 13:10;
consecuencias?
15:18; 16:28;
17:19; 18:6; 20:3;
2. ¿Cuáles circunstancias llevaron a Caín
26:21; 28:25;
a matar a su hermano Abel? ¿Qué
29:22; 30:32-33
actitud desarrolló Caín contra su
1 Cor.3:3 hermano? ¿Por qué?
Sant. 4:1-3
3. ¿Cuáles son las características de las
personas que causan conflictos?

4. Según Santiago, ¿por qué existen


conflictos entre los creyentes? ¿Cuáles
resultados traen?

8
TEMA 2: CONFLICTOS EN EL MATRIMONIO

Objetivo: Descubrir los potenciales conflictos internos y externos en el


matrimonio, cómo evitarlos y resolverlos.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Éx. 20:14 Llevando al máximo tus1. ¿Cuáles son las áreas potenciales de conflicto
habilidades para interno en el matrimonio? ¿Por qué estas
Job 24:15 escuchar áreas son tan difíciles para el matrimonio?

Prov. 6:32, 34; 7:1- 2. ¿Qué medidas de precauciones se puede


5, 9:13; 11:16; La buena comunicación tomar para evitar estos conflictos? ¿Cuáles
12:4; 14:1; 19:13; en la familia—un estudio actitudes o acciones llevan a un cónyuge a
27:15; bíblico caer en uno de estos problemas?

Ecl. 9:17 3. ¿Cuáles actitudes y acciones son necesarias


El adulterio: una forma para resolver un conflicto en el matrimonio?
Mat. 5:27-32; 19:1- de vida ¿Qué parte juega el Espíritu Santo en la
12 resolución de los conflictos? ¿En qué ayuda
entender los papeles del esposo y de la
1 Cor. 6:12-20; El divorcio: una esposa?
14:35 perspectiva bíblica
4. ¿Cuáles peligros corre la familia si los
1 Tes. 4:3-8 conflictos no se resuelvan apropiadamente?

Efe. 4:29-32; 5:22- 5. ¿Cuáles influencias externas pueden afectar el


33 matrimonio? ¿Cómo llega un cónyuge al punto
de caer en el pecado de la infidelidad?
Heb. 13:4
6. ¿Qué medidas de precauciones se puede
1 Ped. 3:1-7 tomar una pareja para no caer en estas
trampas?

7. ¿Qué se debe hacer si un cónyuge comete


adulterio? ¿Cuáles opciones tiene la parte
inocente?

TEMA 3: CONFLICTOS CON LOS HIJOS


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Objetivo: Descubrir los conflictos internos y externos que los padres
pueden tener con sus hijos y cómo corregirlos.

PASAJES LECTURAS PREGUNTAS PARA REFLEXONAR


BÍBLICOS

Deu. 21:18-21 Disciplina: moldeando la 1. ¿Cuáles conflictos internos pueden


voluntad con sabiduría experimentar padres e hijos? ¿Por
Prov. 2:12-22; qué?
3:12; 4:10-17; Cuatro puntos cardinales en
8:13; 10:1; relación con los hijos 2. ¿Cuáles medidas pueden tomar los
13:1, 20, 24; padres para evitar que los hijos sean
19:13; 22:15; Responsabilidades de los problemáticos?
23:13; 24:1-2; hijos para con sus padres
29:15, 17 3. ¿Qué tipo de disciplina se debe aplicar
a los hijos que causan problemas?

Como salvar a tu familia de


Efe. 6:1-3 la ruina y la destrucción 4. ¿Cuándo debe ser administrada la
disciplina? ¿Con qué actitud debe ser
Tito 1:6 administrada?

5. ¿Cuáles conflictos externos enfrenten


los padres con sus hijos? ¿Por qué?

6. ¿Qué responsabilidad tienen los


padres para con sus hijos para que
estos no caigan en mala compañía?

PROYECTO PERSONAL

El siguiente proyecto está diseñado para estimularle a comenzar a usar lo que está
aprendiendo y a que produzca un “trabajo” que tenga utilidad práctica tanto para
su propia vida como para su ministerio. Las conclusiones a las cuales has arribado
en cada uno de los temas tratados influirán en la manera como usted complete el
proyecto que aparece abajo. Siéntase en libertad de diseñar sus propios proyectos
además del que se propone aquí.

TÍTULO: FAMILIA Y CONFLICTOS

CONTENIDO:

1. Evalúe su vida a la luz de lo estudiado. ¿Es usted una persona conflictiva? ¿Tienes
un conflicto en su matrimonio o familia no resuelto? ¿Cuáles actitudes o acciones
pecaminosas has manifestado en medio del conflicto? Diseñe un plan para
mejorar sus actitudes y acciones.

2. Evalúe a su iglesia en cuanto a la enseñanza sobre la resolución de conflictos.


¿Cuántas veces durante el año se enseña sobre ese tema? ¿Qué hace su iglesia
para ayudar a matrimonios o familias cuando existe un conflicto? ¿Qué se puede
hacer? Incluya cualquier sugerencia que pueda ser puesta en práctica por la
iglesia.

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3. Evalúe su familia a la luz de lo estudiado. Escribe un ensayo de no más d0e una
página contestando las siguientes preguntas:

a. ¿Cuáles conflictos hay en su familia? ¿Cuáles son las raíces de estos


conflictos?

b. ¿Con quién está en conflicto ahora? ¿Qué ha hecho que contribuye al


conflicto?

c. ¿Qué puedes hacer para resolver los conflictos bíblicamente?

4. Diseñe una estrategia para ayudar a otra familia de su iglesia que está en conflicto.
Esta estrategia debería incluir: qué pasos se tomarán, textos bíblicos que se
usarán, cómo llevarla a cabo, otros recursos (libros, pastores/consejeros, etc.) y
cualquier otra cosa que sea relevante.

5. Haga una lista de las influencias externas que pueden crear conflictos en un
matrimonio y en una familia.

6. Analice su hogar a la luz de lo estudiado. Prepare, con detalles, una estrategia para
protegerse a sí mismo y a su familia de las influencias externas que pueden causar
conflictos. Su estrategia debe incluir protecciones para su matrimonio y sus hijos.
Si eres soltero/a, describe cuáles protecciones le gustaría implementar para su
futuro matrimonio y familia.

7. Evalúe la enseñanza de su iglesia en esta área. ¿Qué ha hecho? ¿Qué puede hacer
para mejorar esta área? Incluye cómo la iglesia pueda tomar un papel más activo
en ayudar a las familias a prevenir los conflictos de afuera y ayudarlas cuando se
presenten los conflictos.

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LECTURAS

Unidad 1: Familia: origen, propósito, caída, redención y función

Persona, pareja y familia 14


Hombre y mujer, los creó a imagen de Dios 23
Conflicto y confusión después de la caída 29
Jesús, mujeres y hombres 35
Esposos que aman como Cristo y esposas que se someten 40
Ideas para ser un esposo exitoso 46
La ayuda idónea para el hombre 51
¿Cómo criar hijos cristianos en un mundo no cristiano? 58
¿Por qué abandonan la iglesia los hijos de los creyentes? 64
El amor y la disciplina de los niños 72

UNIDAD 2: Familia y conflicto

Conflicto: reflexiones en Santiago 4:1-10 75


Llevando al máximo tus habilidades para escuchar 79
La buena comunicación – un estudio bíblico 81
El adulterio, una forma de vida 84
El divorcio: una perspectiva bíblica 88
Disciplina: moldeando la voluntad con sabiduría 101
Cuatro puntos cardinales en la relación con los hijos 115
Responsabilidades de los hijos para con sus padres 121
Como salvar a tu familia de la ruina y la destrucción 127

12
Persona, pareja y familia
Jorge Atiencia
Capitulo dos del libro Fundamentos Bíblicos Teológicos del Matrimonio y la Familia, publicado por
Nueva Creación, Buenos Aires, 1995. Jorge Maldonado (editor).

Sin un entendimiento bíblico de lo que es «ser persona» será difíci1 el cultivo del carácter relacional
del ser humano. No estamos solos al empezar aquí. Escrituristas tanto católicos como protestantes
han empezado a considerar la importancia de este tema como anterior a una reflexión sobre el
matrimonio y la familia.
En Génesis 1:26 y 27 encontramos el concepto bíblico fundamental déla persona humana
(Hombre, en sentido genérico) y de su valor hombre-mujer hechos a «imagen y semejanza de
Dios». Este concepto a nuestro modo de ver marcará toda una diferencia en lo que respecta a
nuestra percepción de la conducta y realización del ser humano. Somos conscientes de que
toda interpretación es limitada, pues está condicionada por el marco de referencia existencial
e histórico en el cual se mueve el intérprete. Además, toda percepción de la Escritura es siempre
«parcial y limitada», como nos recuerda San Pablo en 1 Corintios 13:12. Esto, sin embargo, no
impide que se cumpla con la tarea hermenéutica con una actitud de diligencia y humildad.

El proyecto divino

Con respecto al texto «imagen y semejanza de Dios» (imago Dei), somos conscientes de la
historia y de la variedad de su tratamiento.1 De todas formas, nos encontramos frente al hecho
trascendental de que el ser humano fue creado «a imagen y semejanza de Dios»,
entendiéndose por ello que Dios ha dejado algo de sí mismo en el ser humano, lo cual le da
una dignidad especial.
Somos conscientes también de que un entendimiento más acabado de este texto es
imposible aparte de la encarnación. Jesús encarnado en medio de los seres humanos nos
muestra mejor que nadie lo que significa la imago Deí. Aunque participamos plenamente de la
afirmación de que Jesús es el camino para entenderla imago Dei (Col. 1:15), por razones de
espacio nos limitamos solamente al tratamiento de los textos en el libro de Génesis.
Antes de la creación del ser humano se da la creación del universo. Este, una vez
terminado, no parece tener un fin en sí mismo, sino que cobra su propósito con la presencia del
Hombre. La naturaleza sirve de plataforma a la existencia humana. «Entonces... hagamos» dice el
texto: ya puede hacerse al Hombre. Este, a su vez, no puede entenderse divorciado del medio
donde subsiste y logra su realización. Hecho el universo, Dios hace al Hombre.
El texto hace también referencia a la pluralidad divina, la que interpretada con el resto de la Escritura,
nos permite pensar que se trata de la comunidad divina, la trinidad, que se usa a sí misma como modelo
 Jorge Atiencia, ecuatoriano, ha vivido también en Colombia, Sudáfrica y Canadá con su familia, desarrollando la evangelización y el
trabajo pastoral con estudiantes universitarios. Sus estudios doctorales en los Estados Unidos fueron hechos en el área de la terapia y la
pastoral familiar.
1 Reinhold Niebuhr (The Nature and Destiny qfMan \, Charles Scribners & Sons, Nueva York, 1964, p. 151) presenta un excelente resumen.
G. C. Berkower (Man: The Image of Gocf), Eerdmans, Grand Rapids, 1972, p. 67) afirma que con la «imago Dei» la Escritura no nos
permite sistematizar; comprenderlo requeriría el estudio de toda la Escritura. Destaca, sin embargo, que aquí radica la «unicidad» del ser
humano. Leonard Verduin, al tratar el tema en Somewhat Less than God (Eerdmans, Grand Rapids, 1979, pp. 27-28 y 51), se inclina a
interpretar la «imago Dei» como «ser soberano-creado» y como «ser moral». Greham Machen (El hombre, Estandarte de la Verdad, Lima,
1969, pp. 152-154), inspirándose en autores de la teología reformada, entiende la «imago Dei» como el «alma» en el hombre. Virginia
Mollenkott (Man, Women and the Bible, Abingdon Press, Nashville, 1977, pp.58ss.) se acerca apologéticamente al texto, donde ve el
«carácter andrógino» de Dios. Esto le permite rechazar la ecuación «Dios = masculinidad» y establecer la ecuación «Dios = masculinidad +
femineidad». Karl Barth (Church Dogmatics III, libro 1, T.& T. Clark, Edimburgo, 1958, pp. 207-220) expresa que el contenido del texto
bíblico ha de entenderse como la «diferencia entre el hombre y la mujer». La analogía con el Creador no es una «analogía del ser» sino
una «analogía de la relación». En la capacidad reladonal del hombre y la mujer, Barth entiende la «imago Dei». James Nelson
(Embodiment: An Approach to Sexuality and Christian Theology, Augsburg, Minneapolis, 1978, p. 247) mira el texto a través del lente de la
«sexualidad humana». Lo que somos (hombre-mujer), dice él, refleja lo que Dios es. El carácter «andrógino» de Dios está involucrado
aquí. Puebla, en sus deliberaciones sobre la Iglesia y América Latina (CELAM-Puebla, Canal, Bogotá, 1979, pp. IOS 112), también
reflexionó sobre el hombre y afirmó que sólo una visión cristiana del ser humano es integral frente a las posiciones parciales predicadas por
el capitalismo, el marxismo, el freudianismo, etc. El argentino Severino Croatto (La sexualidad en los textos bíblicos, Metanoia, Rosario,
1991, pp. 17-18) afirma que la «imagen de Dios» en Génesis conlleva una idea democratizadora del concepto corriente de la época.
Cuando la «imagen» o representación de la divinidad correspondía sólo el rey, en tanto que era hombre, Génesis propone «varón y
hembra» en general.

13
en dicha tarea. No creemos que el texto insinúe un contenido específico, pero si nos permite descifrar
implicaciones coherentes con el mismo texto que, sumadas, dibujan a la persona humana.
El Hombre es creado, de acuerdo con el relato de Génesis, en relación directa con su Creador. Este
vínculo directo parecer estar mediado por el «soplo de aliento de vida» (Gn. 2.7). El Hombre es ubicado en un
medio ambiente, pero al mismo tiempo distanciado de él. Este «soplo», huella de Dios en el Hombre,
determinará el curso de sus relaciones. Por él, Dios y Hombre quedan atados, y de aquí en adelante este
último no podrá ser definido y comprendido sin el primero. Esto hizo del ser humano un «sujeto»2 y en
consecuencia un ser en relación.
Ser hecho a «imagen y semejanza» significa también que Creador y criatura participan de una relación
específica, como padre-hijo. Se utilizan las mismas palabras al hablar de Adán y su descendencia: «Y
vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre
Set» (Gn. 5:3). En tal condición, la relación entre Dios y el Hombre está mediada por la confianza (Gn. 1:28-30) y
la aceptación (Gn. 1:31). El objetivo que Dios busca al entrar en este tipo de relación es que el Hombre se
realice y tenga vida (Gn. 2:15-16). Pero es propio también de esta relación el establecimiento de límites que
no sólo regulen la vida (Gn. 1:15-16), sino que también protejan las relaciones y la vida misma (Gn. 2:17).
La imago Dei, entonces, nos permite ver al Hombre como un «sujeto»: en relación con el Creador,
alguien a quien se lo acepta, en quien se confía y quien está destinado a realizarse plenamente y disfrutar
de la vida; todo esto enmarcado dentro de los límites que Dios establece para su bien.
En el texto de Génesis, el Hombre recibe de su Creador el mandato de “señorear” en el mundo
creado. El Hombre es puesto como «soberano» del medio. Ningún otro ser creado recibe tal mandato ni
es puesto en tal categoría; solamente aquel que es concebido «a imagen y semejanza» del Creador.
Imago Dei y «soberanía» están tan íntimamente ligadas que no pueden entenderse en forma separada.3
De hecho, estamos inclinados a pensar que este es un factor determinante en el concepto de persona.
A menos que el Hombre «señoree» sobre su entorno, no podrá ser visto como tal. Si no lo hace, deja
de ser «sujeto» y pasa a ser «objeto», pues al no señorear se confunde con la naturaleza como un
elemento más de ella. En esa tarea de «señorear», si el ser humano no ve al otro como compañero,
sino que lo utiliza como objeto, atentará contra la imago Dei tanto en él como en el otro.
La comunidad divina misma se proyecta en esta comunidad humana, la bi-unidad4 hombre-mujer. Si la
imago Dei es la proyección de la comunidad divina en la comunidad humana, entonces podemos apreciar el
hecho de que varón y hembra son iguales y al mismo tiempo diferentes. Esta igualdad y a la vez diferencia
es la que les permite al hombre y a la mujer una relación sin fusión, intimidad sin pérdida de identidad,
acercamiento pero a su vez derecho al espacio psicosocial y espiritual necesario para crecer.
¿Cómo se explica esta igualdad y esta diferencia? Reflexionemos. La igualdad es percibida en el texto de
Génesis al menos en tres aspectos: a) En su condición. Ambos son hechos a «imagen y semejanza», en ambos
Dios deja su distintivo. Esto los iguala a un nivel muy profundo que, en último término, les permite relacio-
narse. Si el uno no ve en el otro la imago Dei, entonces la posibilidad de relacionarse y, en consecuencia, de
comunicarse desaparece, pues ya no se ven como iguales. En su condición de iguales, hombre y mujer se
respetan, b) En su vocación. Ambos reciben el mandato de señorear la tierra, a ambos Dios les confía la
tarea de la mayordomía de la creación, a ambos Dios les encarga la reproducción y el cuidado de los hijos. En
su vocación, hombre y mujer se necesitan, c) En su satisfacción. Hombre y mujer son hechos de tal manera
que la mutua aceptación, recibimiento y goce son posibles. Para su satisfacción, hombre y mujer se
aceptan. Si la igualdad les permite relación, co-participación y aceptación, su diferencia les permite
individuación y crecimiento. Su diferencia puede apreciarse sobre todo en su sexualidad y en su
complementariedad. a) Hombre y mujer son creados seres sexuales «varón y hembra». Esta diferencia no
radica únicamente en su constitución física, sino también en su forma de ser, de percibir el mundo, de
reaccionar, de relacionarse, etc. Esta «.diferencia» les permite acercarse mutuamente y relacionarse a un
nivel en donde ambos aprecian el ser distintos y, a su vez, comprenden la razón de ser de la sexualidad
misma, b) La diferencia sexual da lugar a la diferencia funcional, entendida en términos de complemen-
tariedad y no de competencia: el uno tiene lo que el otro carece y viceversa. Esta característica de
complementariedad tiene rasgos universales,5 pero también particulares, como puede observarse en
toda pareja. Esta diferencia hace posibles el enriquecimiento mutuo, la eficiencia y el desarrollo de una
relación funcional entre un hombre y una mujer.
Una vez creados, hombre y mujer son vistos por Dios como «buenos en gran manera» (Gn. 1.31). En
ambos encuentra complacencia. Nótese que el texto bíblico intencionalmente atribuye estas diferencias

2 Frank Stagg, Polarities of Man's Exístcnce in B&lical Perspective, Wes-tminster Press, Filadelfia, 1979, pp. 26ss.
3 ídem.
4 James Olthuis, / Pledge You my Troth, Harper & Row, Nueva York, 1976, p.4.
5 Corinne Hutt, Males and Femóles, (Penguin Education, Harmondsworth, Middlesex, 1972, p. 139.

14
a la Creación, es decir, al diseño de Dios, y no las ve como estructuradas por la cultura. Las diferencias
cultura les se dan a partir de esta diferencia básica establecida en la creación.

La ruptura del proyecto divino

El capítulo tercero del libro del Génesis nos muestra a una humanidad que cruzó las fronteras
trazadas por el Creador, lo cual repercutió en la experiencia de distorsión de la imago Dei, mas no en su
desaparición. La humanidad pretendió dejar la imago para convertirse en Dei y esto significó, como lo
había anticipado el Creador, la entrada de la muerte (Gn. 2:17). Esta «muerte» afectó la capacidad de
relación del ser humano. Adán, el hombre, se esconde de Dios (Gn. 3:9-10), se avergüenza de sí mismo
(Gn. 3:7 y 8), toma distancia del prójimo acusándolo (Gn. 3:12) y hace violencia a la naturaleza (Gn. 3:14-
24). En pocas palabras, la esencia de «persona humana» queda afectada, truncada, distorsionada.
Por medio del pecado descrito anteriormente entra en la creación un elemento nuevo que ha sido
acertadamente llamado «alienación».6 Esta tomó varias formas (Gn. 3:7, 8,11-12), pero en particular
afectó el carácter relacional del ser humano, porque truncó la base misma de dicha «relacionalidad»,
la imago Dei. Ahora, hombre y mujer se esconden de su Creador aunque continúan «oyendo su voz», no
porque Dios se muestre condenatorio, sino porque el hombre y la mujer ya no pueden aceptarse a sí
mismos, son conscientes de que «estaban desnudos». Hombre y mujer se distancian, ahora se acusan, es
decir, ya no se ven como iguales. Sin embargo, creemos que el efecto más profundo se nota en el manejo
de las «diferencias». Estas pierden su carácter de «idoneidad» y «complementariedad», y se convierten
en motivo de conflicto. La mujer, antes vista como una «compañera» es ahora la «causa» del problema: «...la
mujer que me diste por compañera...» (Gn. 3.:2). El hombre deja de ser el compañero que la miró acer-
tadamente, conforme al proyecto de Dios, y, en consecuencia, la recibió (Gn.:2.23); ahora se convierte en
un ser «acusador», incapaz de asumir su responsabilidad y manejar su autonomía. La diferenciación
sexual, elemento que hacía posible la complementariedad que los acercaba, que les permitía el
reconocimiento y enriquecimiento mutuos, que los hacía primeramente pareja, ahora los desubica,
disocia y desequilibra. La mujer quedará escindida entre dos direcciones: una que la atrae hacia su
marido (Gn. 3.16) y otra que la atrae hacia su autonomía. El varón, por su parte, responde también
desequilibradamente: toma ventaja de esta situación y la explota, dominándola. El ahora la ve diferente, le
cambia el nombre: ya no es «Ishah» (varona), término que destaca su identidad (Gn. 2:23), sino
«Eva» (madre de todos los vivientes) término que resalta su función (Gn. 3:20). La idoneidad ha
quedado supeditada a la utilidad. La mujer pasa a ser un medio para lograr un fin. La sexualidad se ha
reducido a sexo. El sujeto se ha reducido a objeto, y esto ha traspasado la historia. Podemos encontrar
aquí las raíces profundas e históricas del machismo. La Caída, entonces, afectó la base misma del matrimo-
nio y la familia.
De aquí en adelante hemos de presenciar una historia de acusaciones, explotación, segregación,
racionalización y proyección de problemas, la que cobra mayor visibilidad en la estructura relacional de
la pareja y la familia. Acertadamente ha dicho una autora argentina, «la primera división de la
humanidad, no fue entre señor y esclavo, oligarca y proletario, sino entre el varón y la mujen.7

La restauración: Afortunadamente, la gracia del Creador no ha dejado al ser humano en dicha


condición. Dios concibió un plan de redención anunciado ya en el mismo contexto de la Caída (Gn. 3:1-20).
La presencia de Jesucristo como Señor y Salvador significa para la humanidad la posibilidad de conversión:
de un estado de no-relación (Gn. 3:7-20) a uno de relación (Jn. 1:11-12) y, en consecuencia, conversión a la
posibilidad de volver a ser «persona» en plenitud de todo lo que ello implica.
La presencia de Jesucristo en la historia marca el advenimiento de una nueva era. Con él, el Reino de
Dios anuncia las «buenas nuevas» de la restauración de la imago Dei: superar la experiencia de la Caída, ya
que ésta no puede verse como normativa de las relaciones humanas.
El advenimiento de la nueva era en Cristo suscita el surgimiento de la «nueva humanidad» (Ef. 2:14-16).
Las divisiones dadas a lo largo de la historia (raza, educación, sexo, clase) desaparecen, porque en Cristo
«ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer» (Gá. 3:28).
Pero el Reino de Dios ha traído algo más que la sola restauración de la imago Dei, ha traído un modelo y
también unos recursos. El modelo apunta a la meta a la cual ha de aspirar la pareja y la familia: los recursos
a los instrumentos que ha de usar para lograr dicha meta.
6 Manford Brauch, «Theology Marriage and Family», conferencias de clases no publicadas, Eastern Baptist Theological Seminary,
Feladenfia, 1982.
7 Beatriz Melano de Couch, La mujer y la Iglesia, El Escudo, Buenos Aires, 1972, p. 22.

15
El texto al cual nos referimos para reflexionar sobre el modelo es Efesios 5:21-33. En este pasaje San Pablo
retoma Génesis 1 al 3, y sostiene la igualdad y la diferencia del hombre y de la mujer que los llevan a la
experiencia de la unión: «y los dos serán una sola carne» (Ef. 5:31). El matrimonio se da sobre las mismas
condiciones de Génesis 1 y 2. Lo nuevo ahora es la introducción de un modelo que la pareja ha de seguir
al relacionarse. Este modelo es descrito por San Pablo a la luz de la relación establecida entre «Cristo y la
Iglesia» (Ef. 5:23). Marido y mujer se han de relacionar entre sí de la manera en que Cristo se relaciona con la
Iglesia. ¿Qué implica este modelo? Creemos que varios elementos:
En primer lugar, el modelo implica un motivo. El trato entre esposo y esposa está mediado por el
amor. Esto es posible sólo con una visión noble del ser humano: un concepto de muy alta dignidad del
otro. El hombre ve en la mujer un objeto de amor, así como Cristo ve a la Iglesia. El hombre está llamado a
amar a la mujer, así como «Cristo amó a la Iglesia». Este amor no apunta a una obligación; es más bien una
acción, una decisión de la voluntad. El amor queda así rescatado de la dictadura de los sentimientos —algo
tan propio de nuestro medio latino— con los cuales a menudo se lo confunde. Este «amad» no es tampoco
conmiseración o lástima, ni «sobre-estimar» al uno y «sub-estimar» al otro. Este «amad» es la valoración del
otro que provoca en mí acciones y no sólo sentimientos. Este «amad» es entrega, no de cosas —
relación mediada por el consumismo— sino de «uno mismo» (Ef 5:25). Al entregar mi ser me valoro y valoro
al otro. Al entregar mi ser, hago disponible lo que soy y mi presencia para que el otro cuente conmigo, y en
ese encuentro ambos hallamos la realización plena. Esto es ir más allá del justo reclamo de los
movimientos feministas de «derechos para la mujer». Es, a su vez, una bomba en la base misma del
machismo.
En segundo lugar, el modelo nos ofrece un ideal. El hombre ha de buscar para la mujer lo que
Cristo busca para la Iglesia, «santificarla ... a fin de lograr una Iglesia gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni
cosa semejante» (Ef. 5:26). Queda descartado para el hombre el buscar en el matrimonio a una empleada,
una oficinista, un medio para la expresión de su sexualidad o una madre para sus hijos. Al entrar a
formar «una sola carne», el hombre, por su entrega, busca la «promoción» de ella. El hombre no puede
aspirar a nada menos que esto porque, entonces, él mismo se desvaloriza. Por «promoción» de ella
entendemos el estímulo para su crecimiento (santidad) y la conservación de su identidad (sin mancha, ni
arruga). Sólo así el marido inspirará «respeto» (Ef. 5:33) en su mujer y ésta, a su vez, valorará al hombre.
En tercer lugar, el modelo nos brinda una estructura. Con el modelo no sólo nos llega una dinámica
y un ideal, sino también un orden. Reconocemos que aquí entramos en un terreno de controversia.
San Pablo anota que el marido es «cabeza» de la mujer, la cual ha de ser su «cuerpo» y quien debe
sujetarse a su marido (Ef. 5:23). Aquí se describen tres elementos de útil consideración: «cabeza» =
autoridad-liderazgo; «cuerpo» = interdependencia; «sujeción» = papel. Es más que evidente que el texto
no está hablando de condición sino de posición, y esto significa «función» y no clasificación, es decir, no
significa superioridad o inferioridad. Si la pareja se une con un «propósito», entonces va a requerir que exista
una estructura que facilite su consecución. Los estudiosos de la familia como sistema ven a la pareja
como un «sub-sistema» y admiten el hecho de que autoridad o liderazgo, interdependencia y
distribución de papeles son esenciales para que un sistema funcione. Si bien es cierto que el
funcionamiento de un sistema depende de más elementos que los mencionados, estos son muy
importantes. El ordenamiento, es decir, la estructuración de la pareja, obedece a las exigencias de su
funcionamiento, su crecimiento, sus objetivos y no a la Caída. En Efesios, la estructura a la cual san
Pablo nos introduce no está ordenada sobre la base de las «diferencias» entre hombre y mujer ni en
términos de calificar al hombre como más fuerte y racional, y a la mujer como más débil y emocional. Se
establece más bien por dos razones: por «orden del Creador» (así lo dispuso Dios) y por «propósito» (se
requiere una estructura para lograr el desarrollo de la relación).
Las expresiones específicas que tome ese funcionamiento dependerán de cada caso en particular, pero,
en términos generales, podríamos decir que la relación cabeza-cuerpo, autoridad-sometimiento coloca a
ambos —hombre y mujer— en una situación de «interdependencia». Esto hace que el liderazgo del sistema
familiar tome la forma de «co-liderazgo» y jamás de «dictadura». Por ejemplo, en la toma de decisiones:
¿cómo podrá «decidir» la cabeza sin contar con la colaboración del cuerpo? También podríamos decir que,
en términos generales, el liderazgo del hombre debe seguir una agenda establecida por la Palabra de
Dios: debe estar motivado por el amor, darse en el servicio y en el interés por la «promoción» de ella. La
mujer, por su parte, estimula esto en el hombre por el respeto y la «sujeción», es decir la «realización» de la
vida y las acciones de ambos, pero por sobre todo, al igual que la Iglesia, por aprovechar de la gran
disposición y generosidad de su entrega. Al no sujetarse, la Iglesia no aprovecha la entrega de Jesucristo
para su bien.
Contextualizando nuestra reflexión, descubrimos que en nuestro medio se presentan dos fenómenos: el
deterioro del concepto de autoridad y la ausencia de autoridad. En muchos hogares, cuando el
hombre asume su posición de autoridad, la entiende como su derecho a ejercer una dictadura. Pero
16
también en muchos hogares el problema radica en que no existe ninguna autoridad. Surge entonces la
angustia de la mujer, no por estar eximida de autoridad, sino por tener que ejercería en demasía, ya
que el hombre no está presente. Creemos que sólo el desarrollo de un modelo como el presentado en
Efesios corregirá tanto el abuso como la ausencia de autoridad en nuestro medio. La literatura sobre la
familia nos nuestra que uno de los grandes problemas del matrimonio no es el exceso de liderazgo sino su
falta.
Otro aspecto importante en la enseñanza bíblica sobre el matrimonio y la familia, y que se destaca más en
el Nuevo Testamento que en el Antiguo Testamento, es la disponibilidad de ciertos recursos. Esto
implica que la Biblia ve la vida familiar como una experiencia dinámica, llena de posibilidades y riesgos.
Además no la ve como una estructura autosufíciente, sino necesitada de recursos externos para su
nutrición. Esto implica que para mantener viva y dinámica la estructura familiar, sus miembros han de estar
creciendo continuamente. Sobre todo, si la pareja ha de aspirar a los altos ideales establecidos por Dios,
necesita recursos que le encaminen hacia allá. Sin pretender ser exhaustivos creemos que los recursos más
decisivos son: la gracia, la revelación, el Espíritu Santo y la Iglesia.
La gracia. A través de ella Dios ha decidido tratar al Hombre: «por gracia sois salvos» (Ef. 2:8). Gracia es
la expresión del favor inmerecido de Dios para con el ser humano caído. Mediante la gracia el hombre y
la mujer han sido aceptados y redimidos. Hombre y mujer están llamados a vivir por «gracia» y no
por «obras», y por lo tanto no tenemos que comprar afecto o aceptación de Dios. Mediante la gracia,
hombre y mujer se encuentran libres para poder darse incondicionalmente en mutua aceptación y
valoración. Por la gracia evitamos desarrollar relaciones posesivas o dominantes. Por la gracia somos libres
para relacionarnos sin fusionarnos.
La revelación. San Pablo en una de sus cartas expresa: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Ti. 3:16). La pareja es el primer grupo
humano que habló con Dios. Ella, pues, tiene una larga historia de sensibilidad espiritual. Más que
cualquier otro grupo humano está llamada a apreciar el valor de la revelación. La Palabra en manos de la
pareja cumple un papel instructivo y de reclamo responsable. En la Palabra vemos un recurso de carácter
preventivo para intervenir en la relación y regulada. Con este recurso la pareja y la familia cobran
perspectiva, enfrentan las crisis, regulan su interrelación y se proyectan al futuro.
Los recursos de la gracia y la Palabra son indispensables para la familia cristiana. Gracia y Palabra de Dios
afectan también a la persona dándole su valor y capacitándola para realizarse independientemente de la
estructura y de la programación familiar. En el mensaje de la Biblia somos primordialmente personas,
personas-en-relación sí, que luego optamos por la vocación del matrimonio o de la soltería.
El Espíritu Santo. Descrito en Calatas 5:22-25 y presente en la estructura relacional de la pareja y la
familia, el fruto garantiza —entre otras cosas— la fidelidad, la compasión, la generosidad, la aceptación,
la comunicación y la restauración con dignidad (Ef. 4:31-32). Facilita, además, el crecimiento y el goce de la
sexualidad en el matrimonio.
La Iglesia. Vemos en este recurso la provisión de la «familia de Dios» (Ef. 2:19) para la familia moderna que
está perdiendo vínculos con su familia extendida, pérdida a la cual autores contemporáneos atribuyen, en
parte, la crisis de la familia hoy en día.8 Ubicada dentro del Cuerpo de Cristo, la pareja tiene acceso al
apoyo de personas con dones especiales (discernimiento, consolación, consejo, experiencias compartidas,
programas de enriquecimiento matrimonial) y, sobre todo, a una gran oportunidad de servir a otros y
desarrollar aprecio por sus propios logros y méritos. La Iglesia se presenta también como un recurso
muy valioso para los solteros, los separados, los divorciados y las llamadas familias «incompletas» o
«reconstruidas». La Iglesia es el lugar donde encontrar aceptación, sanidad, apoyo y recursos para
encarar la realidad muchas veces difícil. La Iglesia como comunidad terapéutica debe ofrecerles la
oportunidad de interactuar saludablemente y evitar la marginación del resto de la sociedad.

La vida familiar saludable: A través de los tiempos y en las distintas culturas, la familia ha tomado
diversas formas y ha experimentado muchos cambios, pero jamás ha desaparecido. Engels vio a la familia
occidental como el resultado de la ideología burguesa 9 y pronosticó su desaparición.

Skinner y Toffler10, desde otras perspectivas, describen a la familia como una estructura caduca y
antifuncional. En consecuencia, hay que buscarte alternativas, como el movimiento comunal y otros. 11 Lo
8 Ver, por ejemplo, Nicolás Caparros, Crisis de ¡a familia, Fundamentos, Madrid, 1973, pp. 17ss.
9 Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y d Estado, Progreso, Moscú, 1968, pp. 19-25.
10 B. F. Skinner, Walden Dos, Fontanella, Barcelona, 1968. Alvin Toffler, El «shock» dd futuro, Plaza y Janes, Barcelona, 1971.
11 Eugene Tisserand, ¿Familia o Comunidad?, Paulinas, Madrid, 1980.

17
cierto es que a pesar de estas y otras opciones, la gente continúa casándose y teniendo hijos. Al afirmar que la
familia pertenece al orden de la «creación», estamos de hecho asegurando su permanencia. Esto nos
dice que el ser humano fue creado de tal manera que no podrá satisfacer sus necesidades básicas sin la
familia. La forma en que se entiendan su estructura y sus fines será decisiva en el desarrollo de sus
miembros.
La familia está diseñada para (y llamada a) ser un núcleo en donde se permite y se estimula el
crecimiento integral de todos sus miembros y no meramente el de los hijos. Este crecimiento
integral implica la satisfacción de las necesidades de procreación y sexuales (Gn. 1:27-28), afectivas (Ef.
6:1-4), intelectuales (Lc. 2:52), materiales (Lc 2:6-7), espirituales (Lc. 2:52), relaciónales (Lc. 2:21-38; 2:52),
etc. Es decir, vemos a la familia cumpliendo las funciones básicas de reproducción, nutrición, educación
y socialización, algunas de las cuales han sido descritas por la sociología y la psicología.12
Con el ánimo de proveer este crecimiento integral, la familia, a la luz de la Biblia y reconociendo sus
múltiples expresiones históricas y culturales, está capacitada para desarrollarse sobre la base de los
siguientes principios:
Relación de amor. Marido y mujer, padres e hijos —incluso amos y sirvientes— han de relacionarse
mutuamente sobre la base del amor (Ef. 5:21ss.). El amor establece el marco de referencia que no solamente
modela el patrón de relación entre los diferentes miembros del sistema familiar, sino que, a su vez, permite el
crecimiento de ellos. Esta relación de amor de los padres, por ejemplo, equilibra su sentido conjunto de
responsabilidad, dando paso a un coliderazgo frente al resto de la familia (Ef. 6:4: «vosotros padres»).
Ambos deben timonear el sistema —si los dos existen en la familia— permitiendo así la congruencia y
evitando desequilibrios. Para mantener esta relación de amor se precisa de un «recurso» de afuera del
sistema: «el Señor» (Mt. 1:19; Lc. 1:26-38; Ef. 6:4). Bajo el señorío de Cristo, la familia obtiene dirección, sabiduría
y amor como complemento a la iniciativa humana.
Provisión afectiva. La provisión afectiva no viene expresada en la abundancia de regalos, sino en la
calidad de las relaciones. Esto significa hacerse presentes unos a otros, disponibles, solidarios y dispuestos
a satisfacer necesidades. Esto, que en términos psicológicos y bíblicos es llamado «aceptación», permite el
crecimiento de la confianza y, a su vez, reconoce la singularidad de la persona humana. Tanto la
aceptación como el reconocimiento representan los elementos fundamentales de la identidad humana,
que se traducen en un sentido de pertenencia y autonomía. La familia se convierte así en la provisión
para el desarrollo de la identidad del ser. En la Biblia no encontramos sistematizados estos aspectos;
nos apoyamos en el caso de Jesús como un ejemplo para señalar la pertenencia y la autonomía. Padre y
madre están presentes en el momento de su nacimiento (Lc. 2:6); sus necesidades físicas le son satisfechas
(Lc. 2:7); ambos lo rodean en el momento de crisis (Mt. 2:13, Lc. 2:41-52); hay reconocimiento y respeto
por su individualidad (Lc. 2:21-38, 52); se establece una relación de comunicación que da lugar a la
expresión de los sentimientos (Lc. 2:48-49); se reconoce y se maneja con discreción sus singularidades, las
cuales no son motivo de distanciamiento (Lc. 2:49-50).
Ubicación y límites. La Biblia insinúa que cada miembro dentro de la familia tiene una función que
desempeñar y que existen reglas que regulan sus relaciones. A su vez, provee los recursos que corrigen
el quebrantamiento de dichas normas. De los hijos se espera obediencia mediada por los mandamientos
(Ef. 6:1-12). De ambos padres se espera una participación activa que tenga en cuenta la «disciplina» y la
«amonestación del Señor» (Ef. 6:4). Es decir, la familia funciona cuando cada miembro asume su posición y
reconoce los límites que regulan las relaciones. Esto le da permanencia y estabilidad. Pero, a su vez, vivir
bajo el señorío de Cristo y aceptar el proceso normal y necesario de desarrollo de la familia, representa
aceptar y promover el cambio dentro del sistema. Los padres están llamados a «no provocar a
ira», ni «exasperar» a los hijos (Ef. 6:4; Col. 3:21); la ira y la exasperación con frecuencia surgen por una
posición inflexible que se apega a la regla y no se abre al diálogo. A diversas edades, la ubicación y los
límites de los hijos en la familia se han de organizar de diferentes maneras. Sin embargo, creemos que
una clave para el liderazgo de los padres es mirar el modelo de la paternidad del Dios de amor,
entendido como consideración, comunicación, disciplina, respeto, conocimiento y perdón.13
Dado el contexto donde nos movemos, creemos pertinente decir una palabra sobre el elemento
disciplina. Creemos con el Dr. Narramore que la clave para el ejercicio de la disciplina es el concepto
bíblico de persona.14 En nuestro esquema tomamos en cuenta a la persona creada, caída y redimida. Esto
pone en perspectiva la disciplina y el ejercicio de la autoridad. La disciplina tiene, entonces, un elemento
12 Elizabeth A. Cárter y M. McGoldrick, eds., The Changing Famüy Life Cyde: A Framework for Family Therapy, segunda edición, Allyn and
Bacon, Needham Heights, 1989, cap. 1; Goode J. Williams, The Family, Prentice Hall, Nueva Jersey, 1964, cap. 1.
13 Myron R. Chartier, «Parenting: a Theological Model», JournaL ofPsycho-logyand Thedogy, 1978, pp. 56-61.
14 Bruce Narramore, Parent Leadership Styles and Bíblical Anthropdogy, Bibliotheca Sacra, 1978, pp. 351-355.

18
de propósito, corrección y promoción. Va más allá del mero cumplir las reglas o corregir su que-
brantamiento; busca la formación de un ser responsable15 y la promoción de sus potencialidades. El ser
caído no es el único que «merece» la disciplina, sino el creado y el redimido también. Quien ejecuta la
disciplina está, entonces, en una posición de mayordomía y benevolencia.16 Disciplina no es dictadura ni
permisividad; es mayordomía amorosa y obediente.
Se ha criticado a la familia actual por convertirse en una fábrica «domesticadora» de individuos en serie
que mantendrán a toda costa el sistema social imperante. La familia, de acuerdo con los principios de la
Biblia, no está para domesticar a los individuos, sino más bien para hacerlos responsables y capacitarlos
para la vida en comunidad y en el servicio al prójimo y al mundo, a fin de cumplir con el mandato del
Señor de «señorear» sobre lo creado.

Implicaciones para la pastoral a la familia

La reflexión teológica anteriormente enunciada tiene implicaciones específicas en el ministerio


cristiano. Percibimos tres áreas concretas de trabajo: la prevención, la intervención y la reflexión.
La prevención. Implica una pastoral que investiga y profundiza. Nos parece de suprema importancia
conocer los contextos socio-culturales y los marcos de referencia familiares en los cuales se han
levantado las personas. De alguna manera, esto nos permitirá entrar en contacto con las raíces de sus
problemas, sus aspiraciones, su identidad, etc. Nuestra pastoral de prevención no ha de escatimar
esfuerzos para lograr una instrucción intensiva sobre lo que es ser «persona». Creemos que es urgente la
tarea de elaborar materiales al respecto, a fin de ubicarlo como un primer peldaño déla enseñanza sobre el
matrimonio y la familia. El asesoramiento prematrimonial debe orientarse a estimular a la pareja a que
explore su respectivo concepto de persona y que lo moldee a la luz de las Sagradas Escrituras. 17 Los
programas de enriquecimiento matrimonial18 también deben revisar el concepto de persona y las bases del
matrimonio: deben ofrecer instrucción sobre la estructuración de la pareja y de la vida familiar, con
énfasis en el adecuado manejo déla autoridad y la distribución de papeles. No pueden pasarse por alto los
temas de la sexualidad y del adiestramiento en la comunicación.
La intervención. Significa acompañar a las parejas y familias en su desarrollo, sus crisis y sus conflictos.
Significa acompañar a las parejas en la difícil pero compensadora transición del «amor romántico» al
«amor de decisión» (Ef. 5:33). La idea de que el amor es un acto déla voluntad que hay que cultivar y nutrir es
bastante foránea en nuestro medio. El amor ha sido identificado casi totalmente con el romance y la
espontaneidad; de ahí que la primera crisis experimentada por la mayoría de las parejas surge cuando el
romance parece haber llegado a su fin.
La reflexión. Consideramos de capital importancia la reflexión teológica y pastoral en dos áreas: la
sexualidad y la familia. Hasta ahora la pastoral se ha enfocado en las personas como «islas»,
desconectadas de su sexualidad y de su contexto familiar. Por haber crecido en contextos reprimidos
en cuanto al sexo y en medio de relaciones familiares muy conflictivas, muchos ignoran la riqueza, la
complejidad y dinámica de las relaciones familiares, las «subestiman» o las rechazan. A muchos les cuesta
creer que la familia es una entidad creada por Dios. La adecuada reflexión al respecto tendría como
finalidad sanar conceptos y actitudes y, sobre todo, ayudar a los creyentes a sanar sus relaciones con sus
familias de origen y convertirse en agentes de cambio dentro de su sistema familiar y social. Todo esto
para la gloria de Dios y la extensión de su Reino sobre la tierra.

HOMBRE Y MUJER - LOS CREÓ A LA IMAGEN DE DIOS


Génesis 1:26-28
Serie de Sermones sobre la familia predicado por John Piper

Y dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre
los peces del mar, y sobre las aves del cielo, sobre los animales domésticos, sobre los
animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.” Y Dios creó al
ser humano a su imagen, lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo
con estas palabras. “Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla,
15 Elizabeth Achtemeier, The Committed Marriage, Westminster Press, Fi-ladelfia, 1976.
16 Bruno Manno, Parenting as a Rdigious Experience, MFL, pp. 8-20.
17 Véanse, por ejemplo, Dorothy de Quijada, ¿Qué es el Matrimonio? (EI-RENE, Quito, 1986) y el manual Educación para la vida (EIRENE,
Quito, 1993).
18 Véase, por ejemplo, Jorge Atienda, «Proyecto de enriquecimiento matrimonial» (UCU, Bogotá) o el «Programa de Enriquecimiento
Matrimonial» (EIRENE, Quito, 1992).

19
dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por
el suelo.”

Hay tres cosas que enseña este pasaje. La primera es que Dios creó al ser humano. La
segunda es que Dios nos creó a su imagen. La tercera es que Dios nos creó hombre y
mujer.
Es posible creer estas tres verdades y a la vez no ser cristiano. Después de todo, estas
tres verdades se encuentran en las Escrituras hebreas. Por lo tanto un judío que cree en
sus Escrituras aceptaría estas verdades. Sin embargo, aunque uno crea estas verdades sin
ser cristiano, todas ellas realmente apuntan al cristianismo. Todas son realizadas en la
obra de Cristo. Este es mi tema, en particular en referencia a la tercera verdad que dice
que somos creados hombre y mujer a la imagen de Dios.
1. Comencemos con la primera verdad: los seres humanos han sido creados por Dios.
Creo que esto necesita una explicación. ¿POR QUÉ nos creó? Cuando uno crea algo, tiene
alguna razón para hacerlo. Pero, ¿da el mundo que conocemos una respuesta adecuada a
la pregunta? El Antiguo Testamento señala que el hombre había de dominar el mundo.
Habla de la creación como algo para demostrar la gloria de Dios (Is. 43:7). Habla de la
tierra llena del conocimiento de la gloria del Señor.
Pero ¿qué es lo que vemos? Vemos a un mundo en rebelión contra su Creador.
Vemos que las Escrituras hebreas terminan con la historia de la creación y la esperanza de
la gloria que ha de venir. Son totalmente incompletas. Pues, únicamente creer que Dios
creó al ser humano como las Escrituras hebreas lo enseñan, deja un vacío. Hay que oír el
resto de la historia: el resto está en el cristianismo. Sólo en Cristo se logra el propósito de
la creación.
2. Por ejemplo, pensemos en la segunda verdad: Dios nos creó a su imagen. Sin
duda, esta verdad tendrá algo que ver con el por qué estamos aquí. Su propósito en
hacernos seguramente tendrá algo que ver con que no somos ranas, lagartos, aves, o
monos. Solamente nosotros y ningún otro animal somos seres humanos, hechos a la
imagen de Dios.
Pero que desastre hemos hecho de esta dignidad tan maravillosa. ¿Somos como Dios?
Pues, sí y no. Sí, somos como Dios. Aun con nuestro pecado e incredulidad, tenemos su
semejanza. Lo sabemos porque en Génesis 9:6 Dios dijo a Noé: “Si alguien derrama
sangre de un ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque el ser humano ha
sido creado a imagen de Dios mismo.” En otras palabras, aun en un mundo donde
abunda el pecado (como el asesinato), los seres humanos todavía son la imagen de Dios.
No pueden ser matados como los ratones o mosquitos. Uno pierde su vida por asesinar a
un ser humano (vea Stg. 3:9).
Pero, ¿somos la imagen que Dios hizo en el principio? ¿No ha sido dañada esta
imagen, a veces a tal punto que es irreconocible? ¿Ud. siente que es como Dios en la
manera que debe ser? Pues, otra vez creemos algo que busca su realización – en este
caso una redención, una transformación, un tipo de creación nueva. Esto es exactamente
lo que el cristianismo ofrece. “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe;
esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras para que nadie se
jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras …
Ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a la imagen de Dios, en verdadera
justicia y santidad.” (Ef. 2:8-10; 4:24). Dios nos creó a su imagen pero la hemos dañado
hasta el punto de que dicha imagen no es reconocible. Y Jesús es la respuesta. Él nos
llega por fe, Él perdona, Él limpia, y comienza un proyecto de reclamación llamado
santificación que termina en la gloria que fue la intención de Dios para los seres humanos

20
desde el principio. Por lo tanto, ya que sabemos que fuimos creados a la imagen de Dios,
nuestro pecado y corrupción pide una respuesta. Jesús es la respuesta.
3. La tercera verdad en estos versículos es que Dios nos creó hombre y mujer. Esto
también apunta al cristianismo y pide su realización en Cristo. ¿Cómo? Por lo menos en
dos maneras. Una sale del misterio del matrimonio. La otra sale de la perversidad
histórica de la relación hombre-mujer en pecado.
Veamos el misterio del matrimonio. En Génesis 2:24, inmediatamente después de la
creación de la mujer, Moisés (el escritor de Génesis) dice: “Por eso el hombre dejará a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” Cuando el
apóstol Pablo cita este versículo en Efesios 5:31,32 dice, “Esto es un misterio profundo; yo
me refiero a Cristo y a la iglesia.” Y con esta pista, él descubre el significado del
matrimonio: es un símbolo del amor de Cristo para con su iglesia representado en el
liderazgo amoroso que el esposo da a su esposa. También es un símbolo de la feliz
sumisión que rinde la iglesia a Cristo representada en la relación que lleva la esposa para
con su esposo.
El llamó lo de Génesis 2:24 un “misterio” porque Dios no reveló claramente en Génesis
todos sus propósitos para el matrimonio entre el hombre y la mujer. Había varias
insinuaciones y señales en el Antiguo Testamento que daban a entender que el
matrimonio era como la relación entre Dios y su pueblo. Sólo con la venida de Cristo fue
clarificado el misterio del matrimonio. Es un retrato del pacto de Dios con su pueblo, Su
compromiso con la iglesia.
¿Puede Ud. ver cómo la creación del hombre y la mujer y luego la institución del
matrimonio donde el hombre deja a su madre y padre y se une con su mujer es un
compromiso de pacto? ¿Puede ver cómo este acto creativo y la institución matrimonial
exigen la revelación de Cristo y su iglesia? Hace falta la revelación del cristianismo para
entender este misterio.
Es un pensamiento extraño para la mayoría de las personas, aun los cristianos porque
el matrimonio es una institución no sólo cristiana, sino también secular. Existe en toda
cultura, no sólo en las cristianas. Por lo general no pensamos que todos los matrimonios
aun entre no cristianos son símbolos del misterio de la relación entre Cristo y su iglesia.
Pero sí son. Nuestra existencia como hombres y mujeres casados exige que Cristo se
revele en su relación con la iglesia. El cristianismo completa nuestra comprensión del
pacto matrimonial.
Permítanme pintarles un cuadro aquí y dejarles algo que quizá no habían pensado
antes. Cristo regresará otra vez a este mundo. Los ángeles dijeron que de la misma
manera que lo vieron salir, así vendrá otra vez. Pues, imaginen ese día conmigo. Los
cielos se abren y las trompetas suenan y el Hijo del Hombre aparece en las nubes con
poder y gran gloria y con miles de santos ángeles que brillan como el sol. Los manda a
recoger sus escogidos y Él levanta aquellos quienes murieron en Cristo. Les da gloriosos
cuerpos nuevos como el suyo, y transforma a los demás en un abrir y cerrar de ojo para
que estén aptos para la gloria. La larga preparación de la novia de Cristo (¡la iglesia!) está
ya completa y Él la toma por el brazo (por decirlo así) y la lleva a la mesa. La Cena del
Cordero ha llegado. Él se para a la cabeza de la mesa y un gran silencio cae sobre los
millones de santos. Y Él dice: “Esto, mis queridos, era el sentido del matrimonio. Esto es
hacia donde apuntaba el matrimonio. Esto es la razón por la cual los hice hombre y mujer
y ordené la institución del matrimonio. De aquí en adelante no habrá más matrimonio
porque la realidad final ha llegado y la sombra desaparecerá.” (Vea Mr.12:25; Lc. 20:34-
36).
Ahora recuerden lo que estamos haciendo: estamos tratando de ver que la tercera
verdad, Dios nos creó a su imagen, hombre y mujer, señala su consumación en el
21
cristianismo. Y digo que lo hace en dos maneras. La primera es por el misterio del
matrimonio. La creación de dos seres humanos como hombre y mujer provee el marco
necesario en la creación para la institución del matrimonio. No puede existir matrimonio
sin hombre y mujer. Y el sentido del matrimonio no se conoce en su esencia hasta que lo
veamos como una parábola que ilustra la relación de Cristo con su iglesia.
Por lo tanto, la creación del hombre y la mujer apunta al matrimonio y el matrimonio
apunta a Cristo y su iglesia. Así que la creencia que Dios nos creó en su imagen como
hombre y mujer es incompleta sin el cristianismo—sin Cristo y su obra salvadora a favor
de su iglesia.
Dije que había otra manera por la cual la creación del hombre y la mujer en la imagen
de Dios apunta al cristianismo. Tiene que ver con la tergiversación de la perversidad
histórica de las relaciones hombre-mujer. Permítanme intentar una explicación.
Cuando el pecado entró al mundo, el efecto en nuestras relaciones hombre-mujer fue
devastador. Dios se acerca a Adán después que había comido del fruto prohibido y quiere
saber lo que había pasado. En Génesis 3:12, Adán dice: “La mujer que me diste por
compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.” En otras palabras, ella tiene la culpa (o ¡tú
eres culpable por habérmela dado!). Si alguien tiene que morir por haber comido del
fruto, ¡debe ser ella!
He aquí el comienzo de toda violencia doméstica, todo abuso de la mujer, toda
violación, todo menosprecio sexual, todas las maneras de rebajar a la mujer a quien Dios
creó a su propia imagen.
Génesis 3:16 pronuncia sobre el hombre y la mujer caídos una maldición como ésta:
“Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu
marido, y él te dominará.” En otras palabras, el resultado del pecado y la maldición es el
conflicto entre los sexos. Este versículo no es una descripción de cómo deben ser las
cosas. Es una descripción del camino perverso que toma la vida mientras reine el pecado.
Hombres dominantes y mujeres rebeldes. Esto no es el significado de ser hombre y mujer
hechos a la imagen de Dios. Más bien, es la perversidad del pecado.
¿Qué tiene que ver esta perversidad con el cristianismo? Señala el cristianismo porque
pide la sanidad que el cristianismo lleva a la relación entre el hombre y la mujer. Si Dios
nos creó a Su imagen como HOMBRE Y MUJER, implica igualdad de esencia, igualdad de
dignidad, respeto mutuo, armonía, roles complementarios, y un destino unificado. Pero
¿dónde se ve todo esto en el mundo? Sólo se encuentra en la sanidad que Cristo da. Hay
mucho que pudiéramos decir acerca de este asunto. Déjenme mencionar sólo dos cosas:
3.1. En primer lugar, Pedro dice en 1 Pedro 3:7, que un esposo cristiano y su esposa
son “herederos del grato don de la vida.” ¿Qué significa? Significa que en Cristo el
hombre y la mujer recobran lo que significa ser creados a la imagen de Dios. Significa que
juntos, como hombre y mujer, ellos deben reflejar esa imagen, la gloria de Dios, y juntos
como coherederos deben heredar la gloria de Dios.
Nuestra creación como hombre y mujer a la imagen de Dios (cuando lo contrastamos
con el pecado) busca el cumplimiento de la sanidad que viene con la obra transformadora
de Cristo y la herencia que Él compró para los pecadores. Cristo recobra del pecado la
realidad que el hombre y la mujer son coherederos de la gracia de la vida.
3.2 La otra cosa que debe mencionarse acerca de la manera en que Cristo da vuelta a
las cosas, supera la perversidad de nuestra guerra y nos lleva a nuestro destino por ser
creados hombre y mujer a la imagen de Dios; se encuentra en 1 Corintios 7. Allí Pablo dice
algo increíblemente radical para aquella época. “A los solteros y a las viudas les digo que
sería mejor que se quedaran como yo….el soltero se preocupa de las cosas del Señor y de
cómo agradarlo…la mujer no casada se preocupa de las cosas del Señor, se afana por
consagrarse al Señor tanto en cuerpo como en espíritu. Les digo esto…no para ponerles
22
restricciones sino para que vivan con decoro y plenamente dedicados al Señor." (1Co.
7:8,32-35).
¿Puede ver lo que implica? Implica que la sanidad que Cristo brinda al hombre y mujer
creado en su imagen no depende del matrimonio. De hecho, la experiencia de Pablo
como soltero (y el ejemplo de Cristo como hombre soltero) enseña que existe la
posibilidad de un tipo de singular devoción al Señor para el soltero o soltera que por lo
general no gozan los santos casados.
Expresado de otra manera, el matrimonio es una institución temporal, para esta era
hasta la resurrección de los muertos. La esencia de su significado y propósito es el de
representar la relación entre Cristo y la iglesia. Pero cuando llega la realidad, la
representación como la conocemos ahora, desaparecerá. No habrá matrimonio en esa
nueva era. Y aquellos solteros quienes se han dedicado al Señor, se sentarán a la cena de
Bodas del Cordero como coherederos de la gracia de la vida. Y según su devoción al Señor
y sus sacrificios, serán premiados con afecto, relaciones, y alegría más allá de lo que
pueden imaginar.
Permítanme repasar lo que hemos visto.
1) Dios creó a los seres humanos. Y al cerrar el A.T., este increíble hecho exige el
resto de la historia, el cristianismo, para poder completar el sentido de lo que Dios estaba
haciendo. Sus propósitos en la creación son incompletos sin la obra de Cristo.
2) Dios nos creó A SU IMAGEN. Pero hemos dañado tanto esa imagen que casi no se
reconoce. Por lo tanto esta verdad exige su cumplimiento en el cristianismo porque es
Cristo quien recobra lo que se perdió. Se llama “una nueve criatura en Cristo.” La imagen
es restaurada en justicia y santidad.
3) Dios nos creó a su imagen HOMBRE Y MUJER. Esto también exige su culminación en
la verdad del cristianismo. Nadie puede entender completamente lo que significa ser
hombre y mujer en el matrimonio hasta que hayan entendido que el matrimonio es un
retrato de Cristo y la iglesia. Y nadie puede conocer el verdadero destino de ser creado
hombre y mujer en la imagen de Dios hasta que sepan que hombre y mujer son
coherederos de la gracia de la vida. Y finalmente, nadie puede entender totalmente el
sentido de ser soltero como hombre y mujer hasta que aprendan de Cristo que en la era
que viene no habrá matrimonio, por lo tanto el destino glorioso de ser hombre y mujer a
la imagen de Dios no depende del matrimonio, sino de la devoción al Señor.
Por lo tanto, mediten en estas verdades. Dios lo creó, lo creó a su imagen, y los creó
hombre y mujer para que fueran total, radical y singularmente dedicados al Señor.

HOMBRE Y MUJER
CONFLICTO Y CONFUSIÓN DESPUÉS DE LA CAÍDA
Génesis 3:16 y 4:7
Serie de Sermones sobre la familia predicado por John Piper

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A la mujer le dijo: “Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor.
Desearás a tu marido y él te dominará….Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en
alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No
obstante, tú puedes dominarlo.”

En la exposición anterior enfocamos nuestra atención en Génesis 1:27. Este versículo


es el fundamento sumamente importante para entender lo que significa ser humano, y en
especial lo que significa ser humano como hombre y mujer. “Y Dios creó al ser humano a
su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.” Moisés añade las
palabras “hombre y mujer” para asegurar que nadie cometa el error de pensar que la
palabra HOMBRE en este versículo (en algunas versiones) se refiere sólo al hombre como
ser humano y no a la mujer.
Génesis 5:1-2 señala lo mismo “Esta es la lista de los descendientes de Adán. Cuando
Dios creó al ser humano (Adán) lo hizo a semejanza de Dios mismo. Los creó hombre y
mujer y los bendijo. El día que fueron creados los llamó ‘seres humanos’.”
Entonces la enseñanza clara de Génesis es que los seres humanos, tanto el hombre como
la mujer, son totalmente diferentes a todos las demás criaturas porque sólo los humanos
son hechos a la imagen de Dios. Ambos, hombre y mujer.
Luego dije que si Dios nos creó a su imagen como HOMBRE Y MUJER, esto implica
igualdad de esencia, igualdad de dignidad, respeto mutuo, armonía, se complementan el
uno al otro y tienen un destino igual.
Igualdad de esencia significa que el hombre no es menos persona porque tiene pelo en
su pecho como un gorila, y la mujer no es menos persona porque no tiene pelo en su
pecho como el pez. Son iguales en su esencia y ninguna diferencia puede cambiar esta
verdad fundamental.
La igualdad de dignidad significa que ambos deben ser honrados como humanos en la
imagen de Dios. Pedro dice (en 1 Pd. 2:17) “honren a todos,” es decir, a todo humano.
Hay un honor que le debemos a las personas simplemente porque son seres humanos.
Aun hay un honor que debemos al más vil criminal, como Ted Bundy, sólo porque él es un
ser humano y no un perro. Y ese honor pertenece igualmente a la mujer como al hombre.
Respeto mutuo significa que el hombre y la mujer deben ser igualmente arduos en
respetar y honrar el uno al otro. El respeto nunca fluye en una sola dirección. Creados a
la imagen de Dios, el hombre y la mujer deben mirarse con un tipo de reverencia que es
templado pero no destruido por el pecado.
La armonía significa que debe existir una cooperación pacífica entre el hombre y la
mujer. Debemos buscar la manera de echar aceite al engranaje de nuestras relaciones
para que trabajemos en equipo y haya concordancia, ayuda mutua y alegría.
Complementarse el uno al otro significa que la música de nuestras relaciones no debe
ser meramente el sonido de un canto unísono. Debe ser el sonido íntegro del soprano,
bajo, contralto y tenor. Significa que las diferencias entre el hombre y la mujer serán
respetadas, afirmadas y valuadas. Significa que el hombre y la mujer no tratarán de
duplicarse sino hacer destacar uno en el otro las cualidades únicas que resultan en un gran
enriquecimiento mutuo.
Finalmente, un destino igual significa que el hombre y la mujer, cuando lleguen a la fe
en Cristo, son “coherederos de la gracia de vida” (I Pd. 3:7). Somos destinados a un igual
gozo en la revelación de la gloria de Dios en el futuro.
Pues, al crear a los seres humanos como hombre y mujer, Dios tuvo algo glorioso en
mente. Todavía lo tiene en mente. Y en Jesucristo Él propone redimir esta visión de los
estragos del pecado.
Hemos visto cómo el pecado ha afectado la relación entre el hombre y la mujer
Veamos Génesis 3:16. Adán y Eva han pecado contra Dios. No confiaban en su bondad y
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lo dejaron para depender de su propia sabiduría para conseguir la felicidad. Entonces
rechazaron Su palabra y comieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Dios
les llama a cuentas y ahora describe lo que va a ser la maldición sobre toda la raza humana
por causa de su pecado. En Génesis 3:16 Dios le dice a la mujer: “Multiplicaré tus dolores
en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás tu marido, y él te dominará.”
Es una descripción de la maldición. Es una descripción de miseria, no un modelo para el
matrimonio. Así es cómo va a ser la historia donde el pecado tiene el control. Pero, ¿qué
realmente significan estas palabras? ¿Cuál es la naturaleza de esta relación arruinada por
el pecado?
La llave está en reconocer la conexión entre las últimas palabras de este versículo
(3:16b) y las últimas palabras de Génesis 4:7. Aquí Dios advierte a Caín sobre su
resentimiento e ira contra Abel. Dios le dice que el pecado está por dominar su vida.
Noten la parte final del versículo 7: “El pecado te acecha, como una fiera lista para
atraparte (literalmente, dominarte).”
El paralelo entre 3:16 y 4:7 es sorprendentemente similar. Las palabras son
prácticamente iguales en el hebreo pero lo puede ver en español también. En 3:16 Dios le
dice a la mujer, “Desearás a tu marido, y él te dominará.” En 4:7 Dios le dice a Caín, “El
pecado te acecha (desea)….tú puedes dominarlo.”
La razón por la cual es importante entender esto es porque nos enseña con más
claridad lo que significa “deseo”. Cuando 4:7 dice que el pecado acecha (espera) al
corazón de Caín (como un león, Gn. 49:9) y que lo desea, significa que el pecado quiere
dominarlo. Quiere derrotarlo, quiere subyugarlo y hacerlo un esclavo del pecado.
Ahora, cuando volvemos a 3:16, probablemente debemos ver el mismo sentido en el
deseo pecaminoso de la mujer. Cuando dice “Desearás tu marido” significa que cuando el
pecado controla a la mujer, deseará derrotar, subyugar o aprovecharse del hombre. Y
cuando el pecado controla al hombre, el responde de la misma manera, con su fuerza
quiere controlar o dominar sobre la mujer.
Pues, lo que realmente se describe aquí en la maldición de 3:16 es el desagradable
conflicto entre el hombre y la mujer que tanto ha marcado la historia humana. La
masculinidad como Dios la hizo se ha depravado y ha sido corrompida por el pecado. La
feminidad como Dios la creó se ha depravado y está corrompida por el pecado. La
esencia del pecado es la auto confianza y la auto exaltación, primero en rebelión contra
Dios y luego en la explotación el uno del otro.
Así que la esencia de la masculinidad corrupta es el esfuerzo auto engrandecido de
subyugar, controlar, y explotar a las mujeres para el beneficio de sus propios deseos. Y la
esencia de la feminidad corrupta es el esfuerzo auto engrandecido de subyugar, controlar
y explotar a los hombres para lograr sus propios deseos. Y la diferencia se encuentra
mayormente en las diferentes debilidades que podemos explotar el uno en el otro.
Por lo general, los hombres tienen más fuerza bruta que la mujer; así que las pueden
violar, abusar, amenazar, y exigir. Esta de moda hablar de estas cosas hoy día. Pero es
también verdad que las mujeres son pecadoras. Hemos sido hechos a la imagen de Dios y
somos depravados, hombre y mujer. La mujer no tiene tanta fuerza bruta como el
hombre pero sí sabe subyugarlo. Muchas veces lo gana utilizando suaves palabras. Y, si le
fallan las palabras, sabe que el hombre tiene una debilidad: la debilidad de la lascivia.
Si tiene alguna duda acerca del poder de una mujer pecadora para controlar a un
hombre pecador, simplemente reflexione por un momento en la fuerza número uno del
mercadeo hoy día – el cuerpo de la mujer. Ella puede vender cualquier cosa y conoce la
debilidad universal del hombre y sabe usarlo para controlarlo. La explotación de la mujer
por los hombres malvados es notable porque muchas veces es áspero y violento. Pero un
momento de reflexión demostrará que la explotación del hombre por las mujeres
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pecaminosas es igual de penetrante en nuestra sociedad. La diferencia radica en que
nuestra sociedad pecaminosa sanciona una de las perversidades y no la otra (existen
sociedades que hacen lo opuesto).
No era esta la manera como Dios quería que fuera antes del pecado, cuando el hombre
y la mujer dependían de Él para conducir sus vidas. Este es el resultado de la rebelión
contra Dios. ¿Cómo, entonces, quería Dios que fuera? ¿Cómo era la relación entre Adán y
Eva antes que entrara el pecado en el mundo?
Ya vimos parte de la respuesta. Fueron creados en la imagen de Dios según Génesis
1:27. Así que la relación debía gobernarse por la igualdad de esencia, igualdad de
dignidad, respeto mutuo, complementarse el uno al otro y compartir un destino igual.
Pero esto es sólo una parte de la respuesta. Es como decir a un hombre bailarín y una
mujer bailarina: Recuerden que ambos son buenos bailarines, aclamados ambos por sus
compañeros; deben buscar una ejecución de armonía, deben complementar los pasos el
uno del otro; y no olviden, los aplausos son para los dos
Este tipo de consejo es muy importante y afectará profundamente su ejecución. Pero si
esto es todo lo que saben acerca de la danza que están por ejecutar, no podrán llevarlo a
cabo. Tienen que conocer los movimientos. Tienen que conocer las diferentes posiciones
que deben tomar. Tienen que saber quién va a caer y en los brazos de quién. Tienen que
saber quién va a correr y quién se va a parar. La esencia de la danza y el drama es que los
participantes conocen los distintos movimientos que tienen que hacer. Si no conocen sus
asignaciones en el escenario, no habrá drama, no habrá danza.
Así que tenemos que preguntar lo mismo en el drama que es la vida del hombre y la
mujer antes de la caída. ¿Era el propósito de Dios que algunas responsabilidades cayeran
en uno más que en otro? Ambos deben demostrar igual respeto dijimos, pero ¿deben
demostrarlo de la misma manera? Ambos deben buscar la paz y armonía por servirse el
uno al otro, pero, ¿es la forma de servir el hombre igual a la de la mujer?
En cuanto a complementarse el uno al otro, estoy convencido de que la Biblia enseña
que Dios les ha dado ciertas responsabilidades a los hombres en cuanto a su relación con
la mujer y a la mujer ha sido asignados por Dios responsabilidades especiales en relación
al hombre. Estas responsabilidades no son idénticas, tampoco dependen de nuestros
dones. Se basan en el diseño de Dios al hacernos hombre y mujer. Y no se limitan a meras
funciones biológicas en el proceso de la reproducción.
Estas responsabilidades van al corazón del sentido de ser hombre y mujer como fue la
intención de Dios al crearnos. Pero están siendo fuertemente atacadas hoy día. Y han
sido atacadas desde mucho tiempo. Y el resultado en nuestra cultura es una confusión
masiva.
Yo calculo que probablemente hay dos generaciones de hombres y mujeres en este
país sin una visión positiva de lo que significa ser hombre y mujer. Nos han dicho muchas
cosas negativas – lo que no debemos ser, cosas de las cuales debemos liberarnos.
Por ejemplo, ser hombre no significa explotación sexual. Ser hombre no es ser frío,
racional o anti-emocionalista. Ser hombre no es el inhumano empuje a conquistar, etc.
¡Pues, libérense, hombres! Por el otro lado, ser mujer no es una domesticidad aburrida.
Ser mujer no es ser madre encerrada en la casa. No es un absurdo emocionalismo. Ser
mujer no es sumisión sexual, etc. Pues, ¡libérese, mujer!
Pero cuando terminan todas las palabras acerca de lo que NO ES ser hombre o mujer,
¿qué tenemos? Un gran vacío de confusión acerca de lo que significa. Una confusión que
produce frustración, culpabilidad y destrucción. Añadan las olas de homosexualidad, la
epidemia de divorcio, el creciente abuso doméstico, y miles de suicidas todos los años, el
75% de ellos siendo hombres (en 1981 hubo 271.500 suicidas en América, 75% de ellos
eran hombres).
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Es simplemente una abdicación de nuestra responsabilidad moral y espiritual decirles a
los jóvenes que eviten los estereotipos pero no darles una positiva y práctica visión bíblica
de lo que significa ser hombre y mujer. Y una de las razones por abdicar nuestra
responsabilidad es porque es el camino de menos resistencia. Es fácil tumbar los
estereotipos negativos, pero difícil y arriesgado reconstruir un arquetipo positivo.
Nadie le critica si encuentra defectos en los horribles estereotipos de hombre y mujer.
Es un pasatiempo muy cómodo. Pero esperan 100 personas como jueces si uno trata de
desarrollar una visión positiva para sus hijas de lo que significa ser mujer, o para sus hijos
de lo que significa ser hombre. Por lo tanto no lo hacemos. Y los dejamos confundidos—
diciéndoles lo que no es pero no lo que sí es.
Durante los nueve años de mi pastorado, he aconsejado docenas de individuos y
docenas de parejas preparándose para el matrimonio. Mi experiencia me ha enseñado
que es difícil encontrar una pareja joven que tenga una clara visión de lo que significa ser
un esposo cristiano y una esposa cristiana. Por lo general, las parejas admiten no saber si
ser hombre o mujer implica algunas responsabilidades especiales dadas por Dios o no. O,
si piensan que sí hay, por lo general no saben qué son. Y esta confusión tiene
implicaciones inquietantes para un matrimonio estable y la manera en que los hijos
recibirán una preparación para la vida como hombre y mujer.
Menciono todo esto para destacar el reto que tenemos delante de nosotros como
iglesia. Dios tiene una visión para redimir lo que es el hombre y la mujer. Quiere recobrar
lo que se perdió por el pecado….Lo que somos como hombre y mujer es el corazón de
nuestra identidad personal. Si estamos confundidos aquí, los resultados serán profundos
y extensivos.

JESÚS, MUJERES Y HOMBRES


Lucas 13:10-17
Serie de Sermones sobre la familia predicado por John Piper

….Y puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.
Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino,
dirigiéndose a la gente: “Hay seis días en que se puede trabajar así que vengan esos días

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para ser sanados, y no el sábado. . “¡Hipócritas! Le contestó el Señor. ¿Acaso no desata
cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a
tomar agua? Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía
atada durante dieciocho largos años, no se le debía quitar esta cadena en sábado?” Cuando
razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de
tantas maravillas que él hacía.

Jesús ha hecho más que cualquier otra persona para traer pureza y armonía a la
relación hombre-mujer. Quisiera ilustrar esta verdad comenzando con nuestro texto y
luego demostrar lo mismo con otros textos.
Una mujer se encontraba en la sinagoga un día sábado. Estaba doblada sin poder
pararse derecho. Había estado en esta condición durante 18 años. Jesús también se
encontraba en la sinagoga. Era el maestro aquel día. Ahora, lo que pasa aquí es bastante
asombroso. Cristo no le pregunta acerca de su enfermedad. Ella no le pide a Cristo que la
sane. Los versículos 12 y 13 simplemente dicen, “Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad.’ Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al
instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.”
Ella no pidió nada. Ella no prometió nada. No acorraló a Jesús. No le obligó a hacer
nada. Él hubiera podido terminar su lección e ido a casa, y nadie ni siquiera habría
pensado en esta mujer. Pero Él se paró, tomó la iniciativa y creó un problema con la
situación de esta mujer.
Pues, Cristo se pone a la ofensiva aquí. Tiene algo que quiere decir. Quiere decir algo
acerca del sábado y lo que significa guardarlo santo. Tiene algo que quiere decir acerca de
la hipocresía de los líderes de la sinagoga, líderes quienes llevaban a sus bueyes a tomar
agua el sábado pero se molestan cuando Cristo quiere sanar a alguien. Y tiene algo que
quiere decir acerca de las mujeres y los hombres.
Es este último punto que quiero destacar hoy. El versículo 16 es el punto clave, “Sin
embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante
dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado?”
Si el único punto que Jesús quería hacer fuese lo de hacer lo bueno en el día sábado, o
enfrentar la hipocresía de los líderes, habría podido decir simplemente, “¿A esta mujer a
quien Satanás tenía atada durante dieciocho años no se le debía quitar esta cadena el
sábado?” Pero, no es todo lo que dijo. Él la llamó “hija de Abraham.” “¿A esta mujer, hija
de Abraham,….no le debía quitar esta cadena?”
Aquellas palabras, “hija de Abraham” tienen la intención de comunicar un mensaje a los
líderes de la sinagoga. El mensaje es algo así como: Por encima de todas las otras razones
por las cuales deben preocuparse más por una persona que sufre que por un buey con sed,
es el hecho de que esta mujer es coheredera de la bendición prometida a Abraham. Uds.
se enorgullecen en decir, “Somos los hijos de Abraham.” Bueno, ella también es hija de
Abraham. Uds. se esconden de las advertencias de Juan el Bautista diciendo, “Tenemos a
Abraham por padre.” Bueno, ella también tiene a Abraham como su padre.

Y así el mensaje de Cristo para los líderes de la sinagoga no era sólo acerca de guardar el
sábado, y no sólo acerca de la hipocresía, sino también acerca de cómo los hombres y las mujeres
deben relacionarse como coherederos de las promesas de Dios. Les decía a los hombres en la
sinagoga en el aquel entonces, y está diciendo a los hombres en la iglesia de hoy, “Las mujeres
creyentes entre ustedes son herederas de las promesas de Dios. Ellas también son los humildes
que heredarán la tierra (Mt. 5:5). Ellas también son las justas que brillarán en el reino de su Padre
(Mt. 13:43).
¿Pueden ver lo que implica para nosotros, hombres y mujeres, hoy día? Esposos y esposas.
Hermanos y hermanas. Novios y novias. Todos nosotros, al relacionarnos unos con otros,
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debemos aprender a vernos unos a otros a través del lente de la Palabra de Dios. He aquí lo que
quiero decir.
Esta mujer en la sinagoga había estado doblada durante 18 años. ¿Cómo habría sido su vida?
Horrible. Así ha sido su vida. La gente fija la vista en ella. La gente piensa que ha cometido un
terrible pecado. Los niños se ríen y hacen chistes de ella. No puede mirar a nadie en los ojos. La
gente no sabe cómo conversar con ella. No puede tener relaciones sexuales normales con su
esposo. Se siente como si fuera algo embarazoso para cualquier persona que le acompañe.
Pues, ¿qué es lo que ve cuando mira a esta mujer? Si Ud. fuera su esposo, ¿qué vería?
Esposos, (vamos a ponernos al día), ¿qué ve cuando mira a su esposa? La respuesta, por supuesto,
depende de la lente que está utilizando. Lo que Ud. ve será muy diferente dependiendo de si mira
por la lente de la revista “Playboy” o la lente de la Palabra de Dios. Si mira por la lente de la
Palabra de Dios verá a una hija de Abraham. Si aprendemos a ver a la mujer cristiana de la manera
que Jesús vio a esta mujer en la sinagoga, la veremos como herederas del Rey de gloria. Y esto
tendrá un efecto profundo en nuestras relaciones.
Por su puesto, esto tiene que ver con las mujeres también. Las mujeres también pueden estar
tan desencantadas con sus esposos como los hombres con sus esposas. Tienen la misma
tendencia a hablar de sus esposos en forma negativa. Tienen la misma tendencia a tratar de hacer
a su esposo conforme a la imagen de todo lo que había soñado. Por lo tanto, probablemente es
necesario decir que las mujeres también deben aprender a verlos por la lente de la Palabra de
Dios. Él, como creyente en Cristo, es un hijo de Abraham. Algún día él brillará como el sol en el
reino de su Padre. Con todas sus imperfecciones estará cambiado en un abrir y cerrar de ojo.
Todo pecado desaparecerá para siempre, y él recibirá un cuerpo como el cuerpo glorioso de
Cristo.
Yo creo que en la era que viene, estaremos pasmados al mirar hacia atrás y ver cuán pobre ha
sido nuestro trato hombre-mujer en el camino a la gloria. Existe un honor, respeto y aun una
reverencia que debe demostrarse en estas relaciones. Cuán felices serían nuestros hogares si
estuvieran llenos de expresiones de este honor. Y si se llenarán con estas expresiones a medida
que aprendemos a mirarnos por el lente de la Palabra de Dios – como hijas e hijas de Abraham,
herederos de las promesas de Dios, destinados juntos para una gloria indescriptible.
Este es el tipo de cosa que hacía Jesús para ayudarnos recobrar la intención de Dios al crearnos
hombre y mujer a su imagen. Y lo hizo vez tras vez. Pues, lo que quiero hacer en el tiempo que
nos queda es darles algunas citas más que ilustran cómo Jesús nos ayuda a recobrar la pureza y
armonía en la manera en que el hombre y la mujer se relacionan. Hay mucho más que podríamos
decir que no cabe aquí.
1. Mateo 5:28-29 Jesús dice, “Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia
ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar,
sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al
infierno.”
Con estas palabras Jesús condenó fuertemente (con la amenaza del infierno) toda forma de
pornografía y el negocio de comercializar el cuerpo femenino en la publicidad y entretenimiento.
¡Pueden imaginar la ira que se está acumulando en el cielo contra este negocio que vale millones
de dolores, que hace precisamente lo que el Hijo de Dios prohíbe – es decir, seducir al hombre a
mirar a una mujer con deseo sexual – no como persona, sino como un objeto para tener sólo
placer sexual! Y lo que se ve con claridad en Mateo 5:28f es que Jesucristo tiene la intención de
rescatar a las mujeres de este ataque a su esencia como mujer. Los hombres que siguen a Jesús,
guardan sus ojos para el bien de las mujeres y para la gloria de Dios. Y las mujeres que siguen a
Cristo, miran a Cristo, no al mundo, para saber cómo utilizar su cuerpo.
2. En Mateo 7:12 Jesús dijo: “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren
que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.” ¿Uds. no creerán que Jesús
tenía la intención aquí de dejar por fuera las relaciones entre el hombre y la mujer – como si los
hombre y mujeres no debían tratarse según la regla de oro? Debemos tratarnos los unos a los
otros en la manera que quisiéramos ser tratados si viviéramos en sus zapatos.
Sería difícil decir algo más radical que esto. Se revolucionan las relaciones cuando dos
personas viven según la regla de oro. La razón por ser tan revolucionaria es porque Uds. y yo, por

29
naturaleza, tenemos un deseo enorme de ser tratados bien por otras personas. A nadie aquí le
gusta que los demás se burlen de él o ella. Nadie quiere ser ignorado y tratado como una persona
inútil. Nadie quiere ser explotado o usado. Significa que si todos nosotros viviéramos por la regla
de oro de Jesús, nadie se burlaría de otra persona. Nadie se aprovecharía de otra persona. La
medida de amor para nuestra propia felicidad sería la medida que aplicaríamos para perseguir la
felicidad de otros. Sería totalmente revolucionario, especialmente en los matrimonios y en las
relaciones entre los hombres y las mujeres en general. Y esto es precisamente lo que exige Jesús.
3. La cosa más devastadora que dijo Cristo contra los pecados característicos de los hombres y
las mujeres fueron la palabras en Mateo 18:3, “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y
se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como
este niño será el más grande en el reino de los cielos.” Los hombres tirantes y las mujeres
coquetas no son humildes sino infantiles. El verdadero sentido de ser como un niño es ser
humilde, y como todo lo que enseñó Jesucristo, revoluciona las relaciones entre los hombres y las
mujeres.
Ahora, ¿cómo se relaciona todo esto a lo que vimos antes? – que Dios ha llamado al hombre a
llevar la responsabilidad primaria por el liderazgo en la relación con la mujer – que el hombre es el
primer responsable ante Dios por tomar la iniciativa en hacer todo lo que se puede hacer para que
las cosas marchen como deben en su relación con la mujer.
La respuesta es: Jesús depura el liderazgo cristiano de todo lo que lo hace feo y lo torna en algo
bello. Lo depura de la auto exaltación; y lo hace ser servicial. Él dice, “Porque el que a si mismo se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” Allí termina la arrogancia y auto
exaltación en el liderazgo cristiano. Y dice, “Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el
que quiere hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor” (Mt. 20:26). Este es el secreto de
un liderazgo bello que edifica a otros. Pero sería un error decir que por el hecho de que Cristo
elevó el concepto de siervo, Él canceló el concepto de liderazgo. Sabemos por lo que dijo y lo que
hizo que no es así.
Lo que dijo es esto: “El mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que
sirve” (Lc. 22:26). Pero nunca dijo que “El líder deje de ser líder.” Tampoco dijo “Servir hace el
líder menos que un líder.” Simplemente dijo, “Cuando el liderazgo es apropiado, que sea un
liderazgo de servicio...”
Y lo que hizo era presentarse a sí mismo como ejemplo de lo que decía, tomando la toalla y
sirviendo a sus discípulos como hacía un esclavo. Nadie en ese cuarto tenía dudas sobre lo que
significaba ser líder. Él puso el ejemplo a seguir. Sobre sus rodillas— ¡y si ellos hubieran
entendidos, también estarían sobre sus rodillas! Ser siervo no hace nulo el liderazgo, no lo
cancela. Cuando Cristo fue colgado en la cruz, aparentemente débil y totalmente desamparado,
estaba guiando a una gran multitud a la gloria.
Pues, lo que hace Cristo por nosotros es esto: Nos enseña que si el hombre lleva el manto de
liderazgo según Génesis 2, no debe tomarlo como un derecho que le pertenece; sino aceptarlo
como una responsabilidad dada por Dios. El lenguaje de liderazgo es el lenguaje de
responsabilidad, no el de derechos. Es la responsabilidad de liderazgo de servicio, no el derecho
de dominación señorial.
Esto es exactamente donde Pablo nos lleva en Efesios 5 cuando dice que el esposo debe amar y
guiar como Cristo lo hizo.

Esposos que Aman como Cristo


y Esposas que se Sometan a Ellos
Efesios 5:21-33 y 1 Pedro 3:1-7
Serie de Sermones sobre la familia predicado por John Piper

Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas, sométanse a sus propios esposos como
al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la
iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben

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someterse a sus esposos en todo. Esposos amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y
se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para
presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra
imperfección, sino santa e intachable. Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio
cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, porque somos
miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa,
los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la
iglesia. En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la
esposa respete a su esposo.

Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la
palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al
observar su conducta íntegra y respetuosa. Que la belleza de ustedes no sea la externa, que
consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su
belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un
espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios. Así se adornaban en
tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. Tal es
el caso de Sara, que obedeció a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ellas si hacen
el bien y viven sin ningún temor.

De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal tratando cada uno a
su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don
de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.

Vamos a entrar en el texto en el versículo 31. Es una cita de Génesis 2:24, “Por eso el hombre
dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos se fundirán en un solo ser.” En el
siguiente versículo (v.32) Pablo ve esta cita y dice: “Esto es un misterio profundo; yo me refiero a
Cristo y a la iglesia.”
¿Por qué es un misterio la unión de un hombre con una mujer para formar un solo cuerpo en el
matrimonio? La respuesta de Pablo está en el versículo 32: La unión matrimonial es un misterio
porque su sentido más profundo ha sido en parte escondido, pero ahora se está revelando por el
apóstol, es decir, el matrimonio es un cuadro de Cristo y la iglesia, “Yo me refiero a Cristo y la
iglesia.”
Entonces, el matrimonio es similar a una metáfora, imagen, cuadro o una parábola que significa
más que la unión de un hombre y una mujer. Significa la relación entre Cristo y la iglesia. Este es
su sentido más profundo. El propósito es ser un drama en vivo que expresa cómo Cristo y la iglesia
se relacionan entre si.
Noten cómo los versículos 28-30 describen el paralelo entre Cristo y la iglesia como un cuerpo y
el esposo y la esposa como un cuerpo. “Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio
cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida…” (En otras palabras, la unión entre el hombre y la
mujer en un cuerpo significa que en un sentido ellos ya son un solo cuerpo de tal modo que el
cuidado que el esposo tiene para con su esposa lo tiene para sí mismo. Son uno. Lo que le hace a
ella, lo hace para sí mismo.
Entonces lo compara con el cuidado que Cristo tiene por su iglesia. Comenzando con la última
parte del versículo 29, dice que el esposo alimenta y cuida su propio cuerpo)… “como Cristo hace
con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.” En otras palabras, tal como el esposo es un
cuerpo con su esposa, la iglesia es un cuerpo con Cristo. Cuando el esposo cuida y alimenta a su
esposa, él se cuida y alimenta a sí mismo, y cuando Cristo cuida y alimenta a la iglesia, él se cuida y
alimenta a sí mismo.
Si quiere entender el sentido que Dios da al matrimonio, tiene que entender que lo que
tenemos es una copia al lado del original, una metáfora al lado de una realidad, y una parábola al
lado de una verdad. Y el original, la realidad, y la verdad es el matrimonio de Dios con su pueblo, o

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el matrimonio de Cristo con la iglesia. Mientras la copia, la metáfora, la parábola representa el
matrimonio del esposo con su esposa. Geoffrey Bromiley dice: “Tal como Dios hizo al hombre a su
imagen, también hizo el matrimonio terrenal a la imagen de su matrimonio eternal con su pueblo
“(God and Marriage, p.43).
Algo que debemos aprender de este misterio tiene que ver con los roles del esposo y la esposa
en el matrimonio. Uno de los puntos que hace Pablo en este pasaje es que los roles del esposo y
de la esposa en el matrimonio no son asignados arbitrariamente, y no son reversibles sin
oscurecer el propósito de Dios para el matrimonio. Los roles del esposo y los de la esposa están
fundamentados en los roles distintos de Cristo y de Su iglesia. Dios propone (por medio del
matrimonio) decir algo acerca de Su Hijo y Su iglesia por la manera en que los esposos y esposas se
relacionan entre si.
Lo vemos en los versículos 23-25. El versículo 24 habla a la esposa acerca de su mitad de la
metáfora y los versículos 23 y 25 hablan de la otra mitad de la metáfora que corresponde al
esposo. Esposas, encuentren su distinto papel como esposa en la manera en que la iglesia se
somete a Cristo. Versículo 24: “Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben
someterse a sus esposos en todo.” Entonces esposos: Encuentren su distintivo papel como
esposos en la manera en que Cristo se relaciona con la iglesia. Lo ilustra primero en el versículo
23: “El esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia.” Luego,
en el versículo 25: “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por
ella.”
Piénselo por un momento en relación a lo que hemos visto hasta el momento en esta serie.
Intenté demostrar en Génesis 1-3 que cuando el pecado entró en el mundo, se arruinó la armonía
en el matrimonio NO porque introdujo los conceptos de cabeza y sumisión, sino porque torció el
concepto de una cabeza amorosa y humilde en una hostil dominación en algunos hombres y una
pesada indiferencia en otros. Y torció la inteligente y voluntaria sumisión de la mujer en un
manipulado servilismo en algunas mujeres y una descarada insubordinación en otras. El pecado
no creó el concepto de cabeza y sumisión; lo arruinó y lo distorsionó y lo hizo desagradable y
destructivo.
Ahora, si esto es verdad, entonces la redención que anticipamos con la venida de Cristo no
desmantelará el creado orden de una cabeza que ama y una voluntaria sumisión, sino la
recuperará de la ruina de ese desorden que hizo el pecado. Y esto es exactamente lo que
encontramos en Efesios 5:21-33. ¡Esposas, permitan que su sumisión caída sea redimida por
medio de modelarla a la manera de la intención de Dios para su iglesia! Esposos, dejen que su
liderazgo caído sea redimido al modelarlo a la manera de la intención de Dios para Cristo en
relación a su iglesia!
Por lo tanto, el liderazgo (ser cabeza) no es el derecho de exigir y controlar Es la
responsabilidad de amar como Cristo, de dar su vida por su esposa por medio de un liderazgo de
servicio. Y, la sumisión no es esclavitud, obligación o humillación. No es la manera en que Cristo
quiere que su iglesia responda a su liderazgo. Quiere que sea libre, voluntaria, alegre, purificadora
y fortalecedora.
En otras palabras, este pasaje de la Escritura hace dos cosas: guarda contra los abusos del
liderazgo (cabeza) al instruir a los esposos a amar como Cristo amó, y guarda contra la sumisión
degradante al instruir a las esposas a responder en la manera en que la iglesia responde a Cristo.

Quizá ayudaría aquí dar una definición concisa de cabeza y sumisión como yo las interpreto de
este texto, y luego levantaré unas objeciones antes de cerrar con algunas implicaciones prácticas.
Ser cabeza es el llamado divino al esposo a tomar la principal responsabilidad por el liderazgo
servicial a la manera de Cristo, la protección y la provisión en el hogar.
Sumisión es el llamado divino a la esposa a honrar y afirmar el liderazgo de su esposo y ayudarle
a llevar a acabo según sus dones.
En un momento volveré al tema para darles algunas implicaciones prácticas. Pero, primero,
permítanme decir algo acerca de algunas objeciones comunes.

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El concepto de cabeza y sumisión no son populares hoy día. Recibir textos como estos en una
manera positiva se hace difícil por el espíritu de nuestra sociedad. La objeción más común que se
escucha ante el cuadro que acabo de pintar de liderazgo amoroso y sumisión voluntaria es que el
versículo 21 enseña que debemos someternos mutuamente. “Sométanse unos a otros, por
reverencia a Cristo.”
Así que un autor dice, “Por definición, la sumisión mutua acaba con las diferencias jerárquicas”
(Gilbert Bilezikian, Beyond Sex Roles, p. 154). En otras palabras, si la sumisión mutua es una
realidad entre el esposo y la esposa, entonces es una contradicción decir que el esposo tiene una
responsabilidad especial de liderar y la esposa una responsabilidad especial de apoyar ese
liderazgo y ayudarle a llevarlo a cabo.
¿Cómo podemos responder a esta observación? Yo diría que simplemente no es verdad. De
hecho, el escritor que dijo que la sumisión mutua termina con todas las relaciones jerárquicas
demuestra que no es verdad cuando una página más tarde dice: “La iglesia florece con la sujeción
mutua. En una iglesia dirigida por el Espíritu, los ancianos se someten a la congregación al hacerse
responsables a ella por su cuidado, y la congregación se somete a los ancianos por aceptar su
liderazgo (p.155, en p. 251 dice “las congregaciones se someten a sus líderes por obedecer…”). En
otras palabras, cuando toca el tema de la iglesia, no tiene problemas en ver cómo la sumisión
mutua es posible entre dos grupos en los cuales uno tiene la responsabilidad de liderar y el otro de
aceptar su liderazgo.
Y es verdad. No hay contradicción entre sumisión mutua y la relación de liderazgo y sumisión.
La sumisión mutua no significa que ambos deben someterse en la misma manera. Cristo se
sometió a la iglesia en una manera, por medio de un tipo de liderazgo servicial que le costó su
vida. Y la iglesia se somete a Cristo en otra manera, por honrar su liderazgo y seguirlo por el
camino del Calvario.
Pues, no es verdad que la sumisión mutua anula el patrón familiar de liderazgo a la manera de
Cristo y sumisión a la manera de la iglesia. La sumisión mutua no anula estos roles, los
transforman.
Otra común objeción al patrón de liderazgo y sumisión es que el término “cabeza” no tiene el
sentido de liderazgo. Más bien, significa “fuente, como origen o cabeceras de un río” (Bilezikian,
pp. 157-162). Así que, llamar a un esposo la cabeza de su esposa no significaría que él es el líder,
sino que él es en alguna manera su “fuente u origen.”
Ahora, existen amplios estudios que demuestran que este no era el significado normal de la
palabra “cabeza” en los días de Pablo. Pero, nunca Uds. leerán estos artículos ya que son
demasiado técnicos. Por lo tanto, déjenme intentar enseñarles algo en estos versículos que todos
podrán ver y entender.
El esposo se presenta como la cabeza de la esposa tal como Cristo se presenta como la cabeza
de la iglesia, su cuerpo (vea vv. 29-30). Ahora, si la cabeza significa “fuente,” entonces ¿Qué tipo
de fuente es el esposo? ¿Qué recibe el cuerpo de la cabeza? Recibe alimento (versículo 29). Esto
lo podemos entender porque la boca se encuentra en la cabeza, y la alimentación llega al cuerpo
vía la boca y así llega al cuerpo. Pero esto no es todo lo que recibe el cuerpo de la cabeza. Recibe
dirección porque los ojos se encuentran en la cabeza. Y recibe cuidado y protección porque los
oídos están en la cabeza.
En otras palabras, si el esposo como cabeza es una sola carne con su esposa, y si es por lo tanto
la fuente de dirección, alimentación y cuidado, entonces la conclusión natural es que la cabeza, el
esposo, tiene la responsabilidad primaria por el liderazgo, provisión y protección.

Por lo tanto, aun si entiende “cabeza” como “fuente,” la interpretación más natural en estos
versículos es que los esposos son llamados por Dios a tomar la responsabilidad de liderazgo
servicial a la manera de Cristo, liderazgo servicial, protección y provisión en el hogar. Y las esposas
son llamadas a honrar y afirmar el liderazgo del esposo y ayudarle a llevarlo a cabo según sus
dones.
Ahora, dije que daría unas implicaciones prácticas.

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1.- El llamado en el versículo 25 para que los esposos amen “a sus esposas, así como Cristo amó a
la iglesia y se entregó por ella,” revoluciona la manera en que él lidera. Aquí es donde
terminamos la semana pasada en Lucas 22:26 donde Jesús dice que el líder debe hacerse “como
uno que sirve.” En otras palabras, esposos, no dejen de liderar, pero cambien todo su liderazgo en
servicio. La responsabilidad de liderar no le ha sido dado para engrandecerle a Ud. sino para
edificar a su familia.

2.- La sumisión no significa poner al esposo en el lugar de Cristo. El versículo 21 dice que la esposa
debe someterse por reverencia a Cristo. Sumisión no significa que la palabra del esposo es
absoluta. Sólo la palabra de Cristo es absoluta. Ninguna esposa debe seguir a su esposo al
pecado. No puede hacerlo en reverencia a Cristo. La sumisión no significa renunciar a pensar. No
significa no participar en las decisiones o no influenciar en su esposo. No se fundamenta en la
ignorancia o incompetencia. Tiene su fundamento en lo que es digno y apropiado (Col.3:18) en el
orden creado por Dios.

La sumisión es la inclinación de la voluntad a decir sí al liderazgo del esposo y una disposición


del espíritu a apoyar sus iniciativas. La razón por decir que es una disposición y una inclinación es
porque hay momentos cuando la mayoría de las esposas sumisas vacilará en aceptar una decisión
de su esposo. De repente, no la ve una decisión sabia. Supongamos el caso de mi esposa Noel y
yo. Estoy por tomar una decisión descabellada para la familia. En ese momento Noel podría
expresar su sumisión en la siguiente manera: “Juan, yo sé que tú has pensado mucho para tomar
esta decisión, y a mí me encanta cuando tú tomas la iniciativa para planear algo para nosotros y
tomas la responsabilidad como lo has hecho. Pero, verdaderamente no siento paz con esta
decisión y creo que debemos conversar un poquito más sobre ella. ¿Podríamos? ¿Quizá en algún
momento esta noche?

La razón que digo que esta es un ejemplo de la sumisión bíblica es porque 1) El esposo, a
diferencia de Cristo, es falible y debe reconocerlo. 2) Los esposos deben querer que sus esposas
se emocionen por las decisiones que tienen que ver con la familia porque Cristo quiere que
nosotros nos emocionamos con la idea de seguir sus decisiones y no sólo seguirle de mala gana. 3)
La manera en que Noel expresó sus dudas comunicó claramente que ella respalda mi liderazgo y
me afirma en mi papel como cabeza.

Cuando un hombre es convencido de su responsabilidad primaria por la vida espiritual de su


familia, la reunirá para las devociones familiar, la llevará a la iglesia, la llamará a orar antes de
comer – cuando se siente la responsabilidad que Dios le ha dado por la disciplina y educación de
sus hijos, la buena administración de las finanzas, la provisión de la comida, la seguridad del hogar,
y la sanidad de la discordia, este sentido especial de autoridad no será autoritario, autocrático,
dominante, tirante, opresivo o abusivo. Simplemente será un líder-siervo. Y yo nunca he conocido
a una esposa que lamenta haberse casado con un hombre de este tipo. Porque cuando Dios
diseña algo (como el matrimonio), lo diseña para su gloria y para nuestro bien.

IDEAS PARA SER UN ESPOSO EXITOSO


Wayne Mack

El varón no es el único responsable por la unidad matrimonial, pero de él dependen un sin fin de
factores. Existen principios bíblicos que gobiernan las responsabilidades del marido hacia su
esposa; principios muchas veces olvidados en el comportamiento de los hombres latinos.
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¡Qué sonrientes que se ven los novios en sus planes para casarse! ¿Ha visto alguna vez usted a una
pareja de novios próximos a casarse, parados frente a la vitrina de una casa de electrodomésticos
o de muebles? ¡Más sonrientes se los ve aun cuando parten en su viaje de bodas! Con el tiempo,
¿cuantos continúan experimentando esa dicha y ese entusiasmo por su matrimonio? El éxito en la
vida es anhelado por todos los vivientes. De igual manera, el éxito en la pareja no se aprecia
frecuentemente, siendo añorado por muchos que experimentan frustración y a la vez desazón en
su experiencia conyugal.

Muchos hombres han luchado, trabajado y se han esforzado por muchos años, para encontrar que
ni aun así pueden disfrutar de su relación de pareja de forma satisfactoria. Pero déjeme decirle
que el mucho esfuerzo no garantiza el éxito, sino el trabajo bien orientado y bien cumplido. ¿Qué
bendición puede aspirar un hombre si no hizo bien su parte de la promesa? ¿Cómo ser exitoso sin
trabajar debidamente?

Imagine usted la confusión que reinaría en un equipo de fútbol si ninguno de sus integrantes
conociera su responsabilidad específica. De igual forma, imagínese la frustración que existiría en
un comercio donde no hubiese ninguna descripción de tareas, donde todo fuese responsabilidad
de todos y nada específicamente tarea de una persona. Por un lado tendríamos el problema de la
superposición, con los indeseados "roces" interpersonales. Por otro lado nos encontraríamos con
la situación repetida en muchos almacenes –y en muchos matrimonios– de que "el uno espera que
lo haga el otro".

Esa la clase de confusión y frustración que existe en muchos matrimonios porque nunca se han
definido las responsabilidades de cada uno. No se puede experimentar una verdadera unidad a
menos que ambos esposos conozcan, acepten y cumplan con sus variadas responsabilidades
complementarias.

Al ocuparnos de las responsabilidades del esposo para con su esposa, en verdad nos interesa lo
que la sociedad enseña acerca de estos temas. No obstante, me interesa aun más lo que Dios dice
al respecto. Me interesa porque soy cristiano, y porque sé que el Dios que hizo a la mujer y al
hombre es mucho más sabio que cualquiera de nosotros. "El fabricante es quien mejor conoce el
producto".

En este sentido, me anima el saber que los mandamientos de Dios no son gravosos. Su voluntad es
"buena, agradable y perfecta", como lo dice la Biblia. Si Dios le da a la mujer ciertas
responsabilidades, entonces son buenas y agradables para ella. Y si Dios le da al hombre ciertas
responsabilidades, lo hace por razones buenas y sabias.

El hombre o la mujer que batalla contra la declaración de Dios acerca de las responsabilidades está
cometiendo una necedad, pues se está negando el privilegio de experimentar una genuina unidad
en la relación matrimonial.

Hay muchos pasajes en la Biblia que hablan acerca de la parte que le toca al esposo en el
matrimonio. Algunos de esos pasajes clave son Génesis 3.16; Efesios 5.23-33; 1 Timoteo 3.4, 5;
Salmo 128; 1 Pedro 3.7; 1 Corintios 7.3, 4; Proverbios 5.15-19; Colosenses 3.19.

Al leer estos pasajes, "escucho a Dios decir" que el esposo tiene dos responsabilidades
primordiales hacia su esposa:

1. Debe ser el líder de su esposa; y


2. Debe ser el que ama a su esposa.

CÓMO LIDERAR LA PAREJA

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Hoy en día, cuando hablamos de liderazgo, la primera imagen que surge en nuestra mente es la de
un jefe que da órdenes. Más aun si lo mencionamos en un contexto religioso. Sin embargo, si
reflexionamos bien en lo que la Biblia dice, encontraremos que esa no es la imagen que debe
sobresalir.

En el pasaje de Mateo 20.20-28 vemos el concepto bíblico de un líder. De acuerdo con este pasaje,
un líder es, antes que nada, un siervo. Su preocupación no debe estar centrada en sí mismo, ni
pretender ser líder sólo por dar órdenes o mandar a otros. Ser líder en términos bíblicos no
significa imponer la voluntad de uno, sino preocuparse en satisfacer las necesidades de otros. En
verdad, si los intereses de otros no están sobre su corazón, si no está dispuesto a sacrificarse, a
sacrificar sus necesidades personales, sus deseos y aspiraciones, su tiempo y su dinero, si las
necesidades de otros no son más importantes que las suyas propias, entonces no está en
condiciones de liderar.

Tenemos otro pasaje bíblico –Juan 13.1-15– que nos presenta el mismo cuadro de lo que significa
ser líder. En este otro pasaje el emblema de liderazgo no es un trono o un bastón sino una gran
toalla y una vasija. En otras palabras, el líder debe tener corazón de siervo. Si tiene corazón de
siervo, actuará como tal y reaccionará de igual forma cuando se lo trata como siervo (nótese cómo
1 Pedro 5.3 y 2 Timoteo 2.5-11 ilustran este mismo concepto). Entonces, cuando lo aplicamos al
liderazgo del marido, vemos que el ser líder significa que debe ser el siervo más grande de la
familia.

LA CABEZA, POR AMOR

El esposo debe ser "la cabeza de su esposa" así como Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Efesios 5.23).
Su gran modelo de liderazgo es Jesucristo, quien se hizo siervo (Filipenses 2.6-8); que no vino a ser
servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10.45). Él es la Cabeza de todas
las cosas por amor (Efesios 1.22, 23). Todo lo que Jesucristo hace lo hace por amor a nosotros; lo
hace porque en su corazón se interesa por nuestro bien. Del mismo modo, el esposo debe vivir
interesándose por el bien de su esposa, debe actuar por amor a ella. Debe ser el siervo-líder de su
esposa. Y en este sentido déjeme señalar algunas maneras específicas en que Jesucristo guió a los
suyos.

 Él practicó el principio de asociación continua con aquellos a quienes guiaba. No guió a sus
discípulos por medio de llamadas telefónicas de larga distancia, o escribiéndoles algunas
cartas, o por visitas poco frecuentes. Durante más de tres años, dedicó mucho tiempo a
estar con ellos (vaya a su Biblia y vea los siguientes versículos: Juan 1.39, 43; Marcos 1.17;
3.14; 4.10; 5.1, 30, 31, 40; 6.1, 30, 31, 32, 35; 8.1, 10, 27, 34; 9.2, 30; 10.13, 23, 46; 11.1).
El liderazgo bíblico requiere de asociación con aquellos a quienes se guía. Es significativo
que Pedro manda a los esposos a morar, a vivir con sus esposas (1 Pedro 3.7). El esposo no
está cumpliendo con la responsabilidad conferida por Dios hacia su esposa si no se deleita
en su compañía y se ocupa de que puedan disfrutar de compañerismo frecuente y en
forma regular.
 Otra de las cosas que vemos en Jesucristo es que instruyó a sus discípulos con mucho
cuidado y específicamente. En muchos lugares de las Escrituras se afirma que Jesús enseñó
a sus discípulos (lea Mateo 5.1; Marcos 4.10; Juan 13-16). En verdad, "el maestro" era uno
de los títulos que con frecuencia se aplicaba a Jesús (Juan 3.2; 13.13). A veces enseñaba a
sus discípulos formalmente (Mateo 5.1, 2; Juan 13-16), en otras ocasiones lo hacía de
manera informal, en medio de las circunstancias de la vida, cuando enfrentaba una crisis o
una confrontación, o cuando se le hacía una pregunta (Mateo 19.3-12, 16-27; 21.12-32).
De una forma u otra, Jesucristo guió y sirvió a sus discípulos por medio de la enseñanza.
Dios también espera que el esposo guíe y sirva a su esposa, enseñándole. Fíjese en 1
Corintios 14.35, donde queda establecido claramente el rol del esposo como maestro de
su esposa.

36
 Jesucristo guió a sus discípulos siendo un buen ejemplo. Al leer los Evangelios encontramos
muchas veces que Jesús dice: "Síganme" o "Ejemplo les he dado". No sólo enseñó a los
hombres a creer en la soberanía de Dios, sino que mostró cómo tener confianza en la
soberanía de Dios, y a someterse a ella. No sólo predicó que las Escrituras debían ser la
autoridad máxima. Él lo vivió. Su vida, entonces, fue un ejemplo vívido de lo que Él
deseaba que sus discípulos creyeran y cómo Él quería que viviesen. El liderazgo del esposo
significa procurar ser un ejemplo, un modelo, un patrón de piedad, santidad, compasión,
dedicación y devoción a Dios. Siempre podremos –y debemos– aprender muchas cosas de
nuestras esposas, pero nosotros, los varones, debemos vivir de tal forma que ellas
aprendan muchas actitudes y decisiones positivas por caminar la vida a nuestro lado. Por
supuesto, que no somos perfectos, como Jesús lo es, pero eso no es excusa ni
impedimento para ser buen ejemplo. Aun en los fracasos el marido debe ser un ejemplo
para la esposa en cómo asumirlos, qué hacer con el fracaso y cómo tratar con el pecado
propio.
 Jesucristo guió a sus discípulos haciendo decisiones y delegando en ellos responsabilidades.
En los siguientes pasajes bíblicos podemos ver claramente esto: Juan 4.1, 2; Marcos 1.35-
39; 6.7; 6.35-43; Juan 11.39-44; Mateo 10.1-14; 16.23; 21.1, 2; 28.8-20. En este sentido,
cuando Jesús delegó algo, Él dio directivas claras, concisas y específicas, para que los
discípulos supieran qué se esperaba de ellos y cómo debían llevar a cabo sus tareas. De
igual manera, las Escrituras muestran cómo permitió que ellos también tomasen iniciativas
y fuesen creativos. Les dio una estructura básica sobre la cual trabajar, pero al mismo
tiempo les otorgó libertad dentro de la estructura.

Del mismo modo los maridos cristianos deben guiar a sus esposas, tomando decisiones y
delegando responsabilidades. Ser el líder no significa que deba cargar con toda la responsabilidad
y hacer todo el trabajo mientras su esposa no hace nada y no se responsabiliza por ninguna cosa.
Significa, eso sí, que él se ocupará de que el trabajo se haga y de que cada uno sepa qué le
corresponde hacer.

En el matrimonio alguien tiene que ser el que toma las decisiones en última instancia. Alguien
tiene que delegar responsabilidades y Dios ha ordenado que sea el esposo. En verdad, el marido
debe tomar decisiones y delegar responsabilidades como siervo de su esposa. Las opiniones,
sugerencias, deseos, consejos, pedidos, temores y dudas de la esposa deben ser seriamente
tomados en cuenta, puesto que el varón, aun en la toma de decisiones, no deja de ser siervo; sus
decisiones deben buscar servir, y no meramente emitir un juicio o una orden. La esposa ha de ser
la ayuda idónea de su marido, su principal consejera y consultora a quien recurrir.

En realidad, si la opinión de la esposa difiere de la del marido sobre asuntos de mayor importancia
sobre los cuales no hay mandamientos específicos en las Escrituras, creo que él debe tener sumo
cuidado de no obligarla a aceptar su opinión. Quizá en estos casos lo mejor sería que el marido le
asegure a su mujer que respeta su opinión y pedirle que juntos clamen a Dios para comprender
mejor qué hacer.

El marido no debe ser indeciso o temeroso en tomar decisiones y delegar responsabilidades.


Tampoco debe ceder su deber de tomar decisiones y delegar la responsabilidad sobre su esposa.

En ocasiones es posible que deje que ella tome decisiones (dónde pasarán las vacaciones, qué
cortinas o qué tipo de muebles han de comprar), y hasta será bueno que lo haga, para honrar a su
esposa en el lugar que ella tiene en su hogar, pero jamás debe ceder su responsabilidad de tomar
decisiones en general. La responsabilidad final delante de Dios corre en su cuenta personal.

CÓMO AMAR MEJOR

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El marido no sólo ha de ser líder, sino un líder amoroso. El esposo debe aprender a amar a su
mujer, pensando en qué debe hacer para que ella experimente verdadero amor de su parte. La
esposa tiene necesidad de ser amada. El hombre ha de amar a su esposa. La ha de alimentar,
cuidar, proteger, satisfacer, proveer; se sacrificará por ella y le proveerá lo que necesita con la
misma intensidad con que lo hace por sí mismo.

Ella necesita un amor con propósito. Que él se ocupe de su perfeccionamiento, de su desarrollo,


de su felicidad y bienestar. ¿Quiere usted ser un marido exitoso y dichoso? Pues busque la
verdadera felicidad de su esposa.

Su amor para con ella debe ser sacrificado. El verdadero amor se muestra cuando damos algo que
en verdad nos cuesta. ¡Cuántos maridos regalan cosas a sus esposas con "el vuelto", con lo que
quedó en el bolsillo después de otras cosas. Sacrifíquese por ella; renuncie a ciertas actividades
"para poder estar con ella".

Manifieste su amor hacia ella. Una de las formas más sencillas pero menos practicadas de
comunicar amor es por medio de las palabras. Algunos maridos consideran que las palabras "te
amo" son feas o "cursis", y que no se ve bien un hombre diciéndolas. Como consecuencia casi
nunca las pronuncian, reservándolas sólo para ocasiones especiales o cuando sus esposas les
preguntan: "¿Me amas?"

Otra forma práctica de amar es conociendo que su esposa necesita protección. Física y emocional.
Quizá esté tratando de hacer más de lo que sus fuerzas físicas le permiten. Preocúpese por su
salud. Y no sólo la envíe al médico, ¡acompáñela! Es posible que las exigencias de los embarazos o
del cuidado de los hijos la estén minando. Quizá las críticas o las expectativas de otros la estén
abrumando.

Ella necesita protección en muchas diferentes maneras y usted puede demostrarle su amor siendo
su gran protector. ¡Anímese y ámela! No se avergüence por lo que otros digan. ¡Sea usted quien
marca la diferencia, amando a su esposa y disfrutando de los frutos de una buena siembra! Con el
tiempo, muchos lo envidiarán.

¡Sea romántico con ella! ¿Que usted "no lo siente" y no lo puede fingir? No hablo de aparentar,
sino de esforzarnos para ser lo que nuestra esposa espera, necesita y desearía tener a su lado.
¿Acaso usted cree que porque lleva varios años de casados no le gustaría a ella volver a ser
galanteada y conquistada? Y por consecuencia de esto último, no puedo dejar de lado el tema de
las relaciones sexuales. Y en esto tenemos mucho que hablar –tal vez en otro artículo hablemos en
forma más extensa.

Si usted tiene ya un buen tiempo de casado, se habrá dado cuenta en qué grado el veredicto de
Génesis 3.16 afectó a las funciones y experiencias íntimas de la mujer. Lamentablemente, hay
muchos maridos que aman a sus esposas, pero "las usan" en la cama. Con tal de satisfacerse ellos,
no importa tanto el resto. Y es que las relaciones sexuales están íntimamente ligadas a las
actitudes egoístas, puesto que disfrutamos, buscamos el deseo, por lo que es fácil caer
rápidamente en ser dominado por el goce propio.

Ser un esposo exitoso significa "disfrutar y hacer disfrutar". Como esposos, líderes, siervos y
compañeros debemos aprender también a ser buenos amantes, y amantes exitosos. Para ello
deberemos aprender qué satisface más a nuestras esposas y qué les causa rechazo o "les arruina"
ese precioso tiempo juntos.

Preséntese agradable a su esposa; esfuércese por ser el varón que ella admira y desea. Si no, será
el hombre que ella "tolera". Intente conquistarla cada vez, y sepa respetar sus tiempos.

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¿SEA LÍDER!, ¡SEA SIERVO!

Querido amigo, Dios quiere que sea líder de su esposa. Esto significa que debe ser su siervo, que
debe pasar mucho tiempo con ella. Sea un marido exitoso …¡y disfrútelo!

© Desarrollo Cristiano Int., 1994. Para este artículo se han usado ideas del libro Fortaleciendo el
matrimonio de Wayne Mack, publicado por Ediciones Hebrón en 1990. Los Temas de Apuntes
Pastorales, volumen III, número 2.

LA AYUDA IDONEA PARA EL HOMBRE


Por Wayne Mack

La mayoría de las parejas se casan teniendo grandes expectativas para su matrimonio. Saben
que muchos matrimonios han fracasado y un buen número de los que perduran no son felices.
Sin embargo, creen que su matrimonio será diferente porque se aman de verdad. De modo que
comienzan su matrimonio con grandes expectativas pero a menudo, en poco tiempo, estas se
tornan en frustraciones. El matrimonio que ellos estaban tan seguros había sido hecho en el cielo

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cae estrepitosamente a tierra; las estrellas que tenían en sus ojos se transforman en arena; el
encanto es ahora desilusión.

¿Qué ocurrió?

Ninguno de los dos había aprendido a conducir sus vidas personales o su matrimonio de acuerdo a
la Palabra de Dios.

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer e instituyó el matrimonio, no hizo como un inventor que
crea una máquina y luego deja que el comprador descubra cómo usarla y manejarla, cómo se
relacionan entre sí las diferentes partes. No. Dios ha provisto información y dirección específica
sobre el propósito del matrimonio y las distintas pero complementarias responsabilidades de las
personas que lo componen. Dios ha dado ciertas responsabilidades a la esposa y otras al marido.
Cuando dos personas conocen, aceptan, y cumplen las diferentes pero complementarias
responsabilidades, se estimula la unidad en el matrimonio. Por el contrario, cuando el marido y la
mujer no comprenden o no cumplen con las responsabilidades que Dios les ha dado se produce
gran confusión y frustración.

Consideraremos ahora lo que la Palabra de Dios dice acerca de las responsabilidades primordiales
de la esposa en el matrimonio. Hay, por supuesto, muchos pasajes de la Palabra de Dios que
hablan del rol de la esposa. Algunos pasajes claves son Gn 2.18–25; Pr 31.10–31; Ef 5.22–24, 33;
Tit 2.4, 5; 1 Pe 3.1–6.

En el Nuevo Testamento, a menudo se le ordena a la esposa a someterse o a estar en sujeción a su


marido (Ef 5.22–24, 33; Col 3.18; Tit 2.4, 5; 1 Ti 2.9–12; 1 Pe 3.1–6).

La idea de la sumisión de la esposa no es muy popular hoy en día. A veces el antagonismo a la


sumisión de la esposa surge de una rebelión pecaminosa contra la voluntad de Dios. En otras
ocasiones puede surgir de un concepto falso de lo que involucra la sumisión de la esposa. Con el
fin de corregir esto vale señalar lo que no es la sumisión bíblica.

La sumisión no es un concepto solo para las mujeres. Es un concepto aplicable a todo creyente (Ef
5.21; Fil 2.3, 4; 1 Pe 5.5; Ro 13.1; He 13.17).

La sumisión no significa que la esposa es una esclava. En realidad, la esposa nunca es tan libre
como cuando está en sumisión a su esposo, pues entonces tiene libertad para llegar a ser todo lo
que Dios propuso que fuese. (Estudie con su pareja la descripción de la esposa ideal según Dios en
Pr 31.10–31).

La sumisión no quiere decir que la mujer jamás abre su boca, que nunca puede dar una opinión,
que jamás da consejos (Pr 31.26; Hch 18.26; Jue 13.21–23).

La sumisión no significa que la esposa es una flor de adorno que deja que sus habilidades queden
adormecidas. (La esposa ideal según Dios utilizó sus talentos y habilidades en Pr 31).

La sumisión no significa que la esposa es inferior al marido. Jesucristo no era inferior a María y a
José y, sin embargo, las Escrituras nos dicen que cuando era niño «estaba sujeto a ellos» (Lc 2.51).
Jesucristo en ninguna manera era inferior a Dios el Padre. Era y es en todo sentido total y
completamente Dios. Sin embargo, las Escrituras afirman que hay un orden y una estructura en la
Trinidad. Jesús dijo: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo así juzgo… no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Jn 5.30), y Pablo declaró: «Quiero que sepáis que
Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1
Co 11.3). Esto no implica que Cristo sea inferior a Dios el Padre; más bien, enseña que hay una
división de las tareas y responsabilidades en la Trinidad. Del mismo modo, la sumisión de la esposa
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en ninguna manera implica inferioridad, al contrario, enseña la necesidad de orden y estructura,
de compartir la responsabilidad en el hogar. Génesis 1.26–27 y Gálatas 3.28 afirman el estatus de
igualdad y dignidad de la mujer y el hombre.

Ahora veamos la sumisión de la esposa desde un punto de vista más positivo.

Las Escrituras indican que es la responsabilidad de la mujer someterse. En ningún lugar se dice que
el esposo deba lograr la sumisión de la esposa mediante la fuerza física. Más bien, se le manda a la
mujer que sea sumisa (Ef 5.22 y 1 Pe 3.1).

Las Escrituras indican que la sumisión de la esposa debe ser continua. En el griego, el verbo
utilizado en la mayoría de los pasajes sobre la sumisión está en tiempo presente. La sumisión ha de
ser el estilo de vida continuo de la esposa (Ef 5.22 y 1 Pe 3.1).

La sumisión de la esposa es un mandamiento, no una opción. El verbo en griego está en el modo


imperativo (Ef 5.21 y 1 Pe 3.1). Su sumisión no se basa sobre la forma en que la trata su esposo. Ni
tampoco se ve condicionada por las habilidades, talentos, sabiduría, educación o estado espiritual
del marido (1 Pe 3.1 y Lc 2.51).

La sumisión de la esposa es espiritual. Debe hacerse «como al Señor» (Ef 5.22). El Señor manda
que la esposa sea sumisa. Negarse a someterse a su esposo equivale a estar en rebelión contra
Dios mismo. Sumisión a su esposo es una prueba de su amor a Dios además de probar su amor
hacia su esposo. La esposa, entonces, debe considerar la sumisión a su esposo como una acto de
obediencia a Cristo y no solamente a su esposo. Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis
mandamientos» (Jn 14.15), y uno de sus mandamientos a las esposas es: «Estén sujetas a sus
propios maridos…» (Ef 5.22). Además, la sumisión es espiritual pues debe hacerse en el poder del
Espíritu Santo. El contexto en que se ordena la sumisión indica que solo puede ser ejercida por
mujeres cuyos corazones han sido limpiados por la sangre de Cristo, que son fortalecidas en su
interior por el Espíritu Santo, por mujeres que están llenas de toda la plenitud de Dios (Ef 1.1–5.21;
1 Pe 1.1–3.6).

La sumisión es un concepto positivo, no negativo. Enfatiza más lo que debe hacer que lo que no
puede hacer. En mi opinión, la definición de sumisión que da Bill Gothard es muy acertada. Él
afirma que la sumisión «es la libertad de ser creativa bajo la autoridad instituida divinamente». La
sumisión significa que la esposa coloca todos sus talentos, habilidades, recursos, y energía a
disposición de su marido. Sumisión quiere decir que la esposa cede y utiliza todas sus habilidades
bajo la dirección de su esposo para el bien de él y de la familia. Significa que se considera como
parte del equipo de su marido y no un contrincante que lucha contra él y procura sobrepasarlo. No
es solamente un ser independiente que va por su propio camino, es compañera de equipo de su
esposo que lucha por los mismos logros. Tiene ideas, opiniones, deseos, pedidos y percepciones y
con amor se los hace conocer, pero sabe que en todo buen equipo alguien tiene que tomar las
decisiones finales. Sabe que los miembros del equipo deben apoyar al capitán, a sus planes y
decisiones, o no habrá progreso sino, por lo contrario, habrá confusión y frustración.

La sumisión involucra las actitudes de la esposa además de sus acciones. Jesucristo se sometió
voluntariamente al Padre. Dijo: «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe
su obra» (Jn 4.34). Pero ¿cómo sirvió al Padre? ¿Con un espíritu de resignación, de servicio a ciegas
o de carga? De ninguna manera. Sirvió al Padre con alegría porque le agradaba hacer la voluntad
del Padre (Sal 40.7–8). Del mismo modo, la sumisión de la esposa a su marido ha de ser alegre, no
servil o de mala gana. Las Escrituras declaran que la esposa, según Dios, «con voluntad trabaja con
sus manos» (Pr 31.13), y se siente satisfecha al utilizar todos los recursos que Dios le ha dado para
suplir las necesidades de su marido y de su familia. Efesios 5.33 contiene un importante mandato
referente a la actitud en que la esposa debe someterse a su marido. Dice: «La mujer respete a su
marido». Al someterse a su esposo debe hacerlo con una actitud de respeto. Esto es más claro en

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la Versión Ampliada del Nuevo Testamento donde afirma que la esposa debe considerar, honrar,
preferir, estimar, alabar y admirar a su esposo.

La sumisión de la esposa debe ser extensiva. Debe someterse a su esposo como la Iglesia se
somete a Cristo (Ef 5.24). ¿Qué debe abarcar la sumisión de la Iglesia a Cristo? Debe ser total.
Cristo es la «cabeza sobre todas las cosas en la iglesia» (Ef 1.22), y todo lo que la iglesia hace en
palabra o en hecho debe ser en el nombre del Señor Jesús, en total dependencia de su persona. La
iglesia debe reconocer a Cristo en todos sus caminos, y hacer todo para su honra y gloria (Col 3.17;
Pr 3.5, 6; 1 Co 10.31).

Del mismo modo Pablo dice que las esposas estén sujetas a sus maridos en «todo». La sumisión de
la esposa no es algo que ocurre a veces sí y a veces no, tampoco debe ser selectivo, es decir, elegir
lo que le gusta y rechazar lo que le disgusta. La sumisión debe ser su estilo de vida en todo tiempo,
en todo lugar, y en todo aspecto.

Esto no significa que ella debe obedecer a su marido cuando este le ordena hacer lo que Dios
prohíbe, o cuando procura que no haga lo que Dios manda. La mujer se sujetará a su marido
«como conviene en el Señor» (Col 3.18). La autoridad de su esposo es delegada. Si la mujer no se
somete, está rebelándose en contra de Dios y de su esposo. Sin embargo, cuando la autoridad de
su esposo le ha sido delegada, él pierde su autoridad en esas ocasiones y en aquellas áreas cuando
sus órdenes están claramente en contra de la voluntad revelada de Dios.

Cuando el marido le pide que haga algo que indudablemente es contrario a la Palabra de Dios, la
esposa debe obedecer a Dios antes que al hombre (Hch 5.28–29).

La sumisión de la esposa a su marido, entonces, debe ser extensiva pero no necesariamente total
o ilimitada. Ella debe obedecerle en todo excepto cuando contradiga la Palabra de Dios. Aun así,
cuando obedezca, ha de hacerlo de un modo amante, sumiso; y si por motivos de conciencia
decide desobedecer, que explique con calma y claramente sus razones, asegurándole al marido de
su amor y lealtad, y procurando demostrar ese amor y esa lealtad en maneras variadas, continuas
y tangibles. La mujer será la ayuda de su marido (Gn 2.18), pero no lo podrá ser si manifiesta un
espíritu contencioso, desconsiderado y no cooperativo.

Un examen honesto de las Escrituras lleva a la conclusión que el ministerio primordial de la esposa
de por vida es su marido. Cuando Dios creó a Eva para Adán dijo: «No es bueno que el hombre
esté solo; le haré ayuda idónea (literalmente, correspondiente) para él. Jehová Dios formó, pues,
de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos … mas para Adán no se halló ayuda
idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios
tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre» (Gn 2.18–22).

Varios factores importantes acerca de la relación de la esposa con su marido surgen de este
pasaje.

Dios creó a la mujer para ser ayuda del hombre. Sin la mujer, el hombre aun en su perfección
estaba incompleto.

Dios creó a la mujer para ser una ayuda idónea. Ninguno de los animales podían proveerle al
hombre la ayuda que necesitaba. Sólo la mujer podía hacer eso. «El que halla esposa halla el bien,
y alcanza la benevolencia de Jehová» (Pr 18.22). «Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su
estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella
confiado, y no carecerá de ganancias» (Pr 31.10–11).

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Dios creó a la mujer para corresponder al hombre. Ella es similar al hombre pero algo diferente. Es
el complemento del hombre, no su copia en carbón. Es para el hombre lo que una llave para un
cerrojo y lo que una película para una máquina fotográfica, indispensable (1 Co 11.11).

De acuerdo con las Escrituras, la esposa fue creada para llenar las necesidades, las faltas, la
incapacidad de su marido. Fue creada para ser la ayuda singular de su marido. Le ha de dar «bien y
no mal todos los días de su vida» (Pr 31.12). Deberá ser como vid fructífera en la casa de su marido
(Sal 128.3). Debe ser «una carne» con su esposo y esto solo ocurrirá en la medida que acepte y
cumpla con el rol que Dios dispuso para ella en el matrimonio.

Esto no significa que todo lo que hace debe estar directamente relacionado con su marido.
Tampoco quiere decir que nunca deba hacer algo en beneficio propio o de otros, o que jamás deba
participar en actividades o ministerios fuera del hogar (Pr 31.10–31).

Significa, eso sí que jamás debe hacer algo en detrimento de su esposo o que le cause daño o que
la obligaría a descuidar su ministerio primordial de ayudar a su esposo (Pr 31.10–31).

Ahora me gustaría sugerir formas específicas en que la esposa puede ayudar a su marido. Puede
ayudarle:

Haciendo que su hogar sea un lugar seguro: un lugar de aliento, comodidad, comprensión y
refugio (Pr 31.11, 20). No haga bromas acerca de él ni comentarios hirientes, tampoco le recuerde
constantemente sus faltas, errores y fracasos. Corríjalo solamente si es absolutamente necesario y
evite el peligro de dejar que el hogar esté desordenado y lleno de confusión. También evite el
peligro de hacer del hogar una sala de exposición donde todo debe siempre estar en su lugar y sin
ninguna mancha. Los maridos quieren vivir en sus hogares, y no en una sala de exhibición.

Siendo confiable y formal (Pr 31.11–12).


Manteniendo una buena actitud (Pr 31.26, 28–29; Stg 3.13–18; Fil 4.4).
Dialogando abierta y honestamente, en amor (Ef 4.25).
Estando satisfecha con su posición, sus posesiones, sus tareas (Fil 4.6–13; He 13.5, 16).
Siendo sufrida, perdonadora y paciente (Ef 4.2, 31–32; Col 3.12–14).
Mostrando interés en sus problemas y asuntos (Fil 2.3–4).
Siendo miembro laboriosa, frugal, diligente, ambiciosa y creativa del equipo (Sal 128.3; Pr 31.10–
31).
Ofreciendo sugerencias, consejo y corrección cuando es necesario, en amor (Pr 31.26).
Manteniéndose hermosa, especialmente en su ser interior (1 Pe 3.3–5).
Manteniendo una vida espiritual buena (1 Pe 3.1–2, 7).
Cooperando con su esposo en la crianza de los hijos (Ef 6.20; Pr 31.26–28; 1 Ti 5.13, 14).

Promoviendo lealtad a él en los hijos. Las actitudes de la esposa hacia su marido son adoptadas
rápidamente por los hijos. Una falta de respeto o confianza en su liderazgo, quejas acerca de lo
que ha hecho o ha dejado de hacer ejercerán una influencia debilitante sobre los hijos. Ella, con
sus hijos o cualquier otra persona, debe evitar tomar una posición en contra de su esposo. Debe
apoyarle y cooperar con él en la disciplina. Toda diferencia de opinión acerca de la disciplina debe
dialogarse lejos de los hijos.

Siendo agradecida. El aprecio debe expresarse libremente y en variadas formas (Ro 13.7).

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Mostrando confianza en sus decisiones. Desdén, falta de confianza, ansiedad, u oposición fuerte a
sus decisiones puede hacer que él se torne indeciso, defensivo o que no acepte ninguna
innovación. Si la esposa duda de la sabiduría de alguna decisión importante, debe hacérselo saber
sin amenazas, y descontar que hay algunos hechos o factores que ella desconoce y que en verdad
él desea lo mejor para todos (1 Co 13.4–8).

Esposas, Dios las ha llamado a someterse a sus maridos, a ser su ayuda idónea y singular.

Sin embargo, de nada vale que usted tenga todo el conocimiento de lo que esto significa si no lo
pone en práctica en su relación con su marido. El conocimiento de estas verdades no estimulará la
unidad en el matrimonio, pero ponerlas en práctica sí lo hará.

Les ruego a ustedes, esposas, que examinen su relación con sus maridos a la luz de estas verdades.
¿En verdad practican la sumisión a su esposo? ¿Es usted en verdad su ayuda? Sugiero que en las
áreas donde está fallando haga lo siguiente:

 Confiese su pecado a Dios y a su marido.


 Busque la limpieza de este pecado y de todos sus pecados por medio de la sangre de
Cristo (Ef 1.7; 1 Jn 1.9).
 Pídale al Espíritu Santo el poder para ser diferente (Gá 5.16, 22–23).
 Actúe en obediencia a la Palabra de Dios y haga los cambios que sean necesarios (Fil 2.12,
13; Stg 1.19–24).

Preguntas para estudiar y promover el diálogo. Estas preguntas ayudan a la pareja a reflexionar
acerca del papel de la mujer en el matrimonio.

 La responsabilidad de la esposa

Estudien Efesios 5.22–23 y respondan a las siguientes preguntas.

¿Con qué palabra se resume la responsabilidad de la esposa hacia su marido? Comparar también 1
Pedro 3.1 y 1Timoteo 2.9–12.

¿Qué indican las palabras «como al Señor» (v. 22) en cuanto a la sumisión de la esposa?

Según el versículo 24, ¿qué abarca la sumisión de la mujer?

¿Cuáles son los límites de la sumisión de la esposa según Colosenses 3.18 y Hechos 5.29?

Según el versículo 24 ¿qué involucra la relación de la esposa con su marido?

Según el versículo 33, ¿cuál debe ser la actitud de la esposa hacia su marido? ¿Qué significa esto?
Dar varios ejemplos de lo que significa en la práctica.

¿Qué involucra la sumisión de la esposa? ¿Significa que es inferior a su esposo? ¿Anula su iniciativa
y hace que descuide sus habilidades? Estudien Proverbios 31.10–31 y luego respondan a estas
preguntas.

La mujer virtuosa

Hagan una lista de las formas en que la mujer virtuosa de Proverbios 31 utiliza sus habilidades.

Formulen una definición bíblica de lo que significa la sumisión de la esposa.

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¿Cómo puede expresar su sumisión a su marido en las siguientes áreas?

 Tareas del hogar


 Relaciones sexuales
 Relaciones sociales
 Disciplina de los hijos
 El trabajo de su marido
 Preparación de comidas
 Devocional familiar
 Vida en la comunidad de creyentes

Haga una lista de sus hábitos personales que molestan a su esposo. Comience a tratar de
corregirlos a menos que el hacerlo contradiga la enseñanza bíblica.

Anote formas en que pueda recordar, corregir o aconsejar a su marido sin mandarlo o fastidiarlo.

La ayuda idónea

Juntos comenten sobre las diferentes maneras en que usted completa y complementa a su
marido; maneras en que es la ayuda de su esposo; maneras en que le está haciendo «bien» a su
esposo.

Consideren otras formas en que puede o debe completar o complementar a su esposo. ¿Tiene él
necesidades que podría suplir y no lo está haciendo? ¿Cómo puede ayudar mejor a su esposo?

Comenten sobre maneras en que compite con su esposo en lugar de completarlo. ¿Desea
superarlo o al menos ser igual que él? ¿Trata de ser un duplicado de su esposo? ¿Procura ser una
cerradura cuando Dios la creó para que sea una llave?

¿Qué puede hacer para fortalecer su matrimonio?

Haga una lista de las formas en que usted le hace saber a su esposo que él es importante para
usted, o de lo que debiera hacer. ¿Cómo le demuestra su respeto?

Tomado y adaptado del libro Fortaleciendo el matrimonio, Wayne Mack, Hebrón. Todos los
derechos reservados. Desarrollo Cristiano Internacional, 2004.

¿Cómo criar hijos cristianos en un mundo no cristiano?


por Varios Autores
Los siguientes párrafos y anotaciones son consejos prácticos y ayudas para poder aplicar en el
hogar; estas han escritas por reconocidos autores y líderes cristianos, a fin de que sus hijos puedan
tener una opción diferente a lo que el mundo presente les ofrece.

¿ESTÁ USTED ARMADO PARA HACER FRENTE A LA SOCIEDAD?, Por Juan Whitehead

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La familia, institución tan respetada en el pasado, se encuentra en la actualidad bajo un tremendo
ataque. En los últimos años hemos visto una declinación alarmante de lo que consideramos la
familia tradicional, y creo que gran parte del problema es de origen espiritual. En algunos países el
50% de los matrimonios terminan en divorcio. En América Latina la situación es alarmante,
llegando en algunos casos al 60%. Como resultado muchos niños viven en hogares de un solo
padre, en hogares infantiles, asilos, orfanatos y en la calle.

Ante esta cruda y triste realidad, muchos padres cristianos claman por ayudas. Abundan las
influencias en nuestra sociedad que tienen un efecto negativo sobre la familia, y la pregunta es:
¿cómo ayudar a mi hijo sin atrofiarlo socialmente?

¿Qué cosas atacan a la familia?

El movimiento feminista es una influencia negativa sobre la familia. Nuestra cultura es muy
machista y eso la ha deformado en muchos aspectos, pero la oferta de este movimiento implica
desconocer muchas cosas que son fundamentales para el retorno de la familia a sus bases
cristianas. Ejemplo significativo de esto es su postura en pro del aborto. Otra influencia con la cual
debe contender la familia es la de los medios de comunicación masiva. La televisión presenta
mayormente una imagen mala de la familia. Casi todos los programas van dirigidos al soltero; hay
pocos programas para familias. Otros muestran demasiada violencia o simplemente son
anticristianos en los valores que preconizan y premian.

Es probable que se me critique por incluir en mi lista esta tercera influencia negativa sobre la
familia, pero pienso que el exceso de actividades de la iglesia a veces demanda tanto de los padres
que estos no tienen tiempo para dedicarle a sus hijos. Las iglesias deben animar a las familias a
reunirse por la noche para un momento devocional y para hacer algo como grupo. Pero muchas
programan tantas actividades para sus miembros que estos rara vez tienen oportunidad de estar
juntos en casa.

Los padres que no pasan tiempo con sus hijos se privan de una relación muy especial. No obstante,
hay quienes piensan que es más espiritual pasar cada momento libre en una actividad de la iglesia
que quedarse en casa tranquilo para jugar con sus hijos. Resulta imposible desarrollar relaciones
familiares fuertes si parte de la familia está siempre en el templo por una razón u otra.

Hay otras influencias negativas sobre nuestros hijos, como los malos compañeros de escuela, las
familias de los otros niños, los vecinos que no se comportan responsablemente, el
comportamiento social que ellos perciben en las noticieros, conversaciones de adultos y por el
sólo caminar por las calles de nuevas ciudades.

Un paso más

Si usted quiere fomentar nuevas relaciones con sus hijos tiene que identificar las influencias
negativas de la sociedad en su propia situación familiar. Pero no basta identificarlas: ¡tiene que
tomar medidas! Por ejemplo, si la TV es un problema de peso, apáguela más frecuentemente.

En nuestra casa, por ejemplo, limitamos su uso. Vemos sólo lo que pensamos que son programas
sanos, y los miramos con nuestros hijos o antes de permitir que ellos lo hagan.

La televisión puede ser usada para educar. Lo que hacemos en casa es conversar con nuestros
hijos sobre lo que pasa en el mundo (temas como el aborto, el origen del Universo y del hombre,
la fidelidad, los amigos, la responsabilidad, el trabajo, la diversión, etc.), y luego miramos
programas y leemos libros que tratan dichos temas. Para cuando nuestro primer hijo estaba en
tercer grado, nosotros ya le habíamos enseñado las palabras clave de la teoría de la evolución, y él
era capaz de ver un programa y decirnos si la promovía, aunque no se hubiera mencionado la
46
palabra evolución. Por ejemplo, podía distinguir que una discusión sobre "adaptación de las
especies" era, en realidad, sobre evolución y contraria a las creencias creacionistas que le
habíamos enseñado. Si se toma usted tiempo para educar a sus hijos sobre otras filosofías, podrán
filtrar muchos programas de televisión a través de su "cedazo cristiano", sin tener que recibir
indicaciones de parte de usted.

Ayude a sus jovencitos a practicar el uso de su "cedazo cristiano". Muchas veces, después de un
programa o película, con mi hijo adolescente nos tomamos el tiempo para discutir desde el punto
de vista cristiano lo que acabamos de ver. ¿Qué mensaje tenía el programa? ¿Qué problemas
morales surgieron? ¿Cómo los resolverías tú? El método usado por el personaje principal para
resolverlo, ¿es válido como para ser imitado?

Este tipo de instrucción debe darse en los hogares y estar a cargo de los padres, no de las escuelas.
A medida que los padres trabajan con sus adolescentes para desarrollar en ellos un punto de vista
cristiano, muchas de las influencias negativas de la sociedad irán quedando atrás. Es probable que
no se libre usted de todas, pero estará encaminando a sus hijos en la dirección que corresponde.

Otro ejemplo que puedo tomar de mi propia experiencia es el de la música rock. No soy de los que
insisto en que todo el rock es malo, sin embargo no podemos negar que cierto rock es
decididamente pernicioso, ejerciendo muy mala influencia. Mi hijo de trece años comenzó a tomar
lecciones de guitarra hace unos cuatro o cinco años. A veces escuchamos una canción de rock y
conversamos. Debo reconocer que he debido "aprender" a escuchar música moderna, a pesar de
ir en contra de mis gustos personales. Él conoce de música y no meramente de ruidos, pero es él
mismo quien con frecuencia comenta: "Tal grupo no me gusta porque es desordenado. No cabe
dentro del esquema de la verdadera música".

Si usted expone a sus hijos a influencias apropiadas, lo más probable es que ellos mismos
descarten las que no lo son.

USTED, LA MAYOR INFLUENCIA, Por Francisco Alarcón L.

De todas las influencias que un niño o una niña puedan recibir, las personas de los padres inciden
en ellos como ninguna otra persona o cosa podrá hacerlo. Lo que usted sea, significará el modelo
más grande que ellos tengan. Hay una ley primaria en comunicaciones que dice: "Es imposible no
comunicar". Aun cuando usted no dice nada, ya está comunicando. De igual forma los padres en
sus hijos. Aun cuando usted falte por completo, ya está influyendo. Esto de la influencia de los
padres en los hijos no es un invento de Freud, de Roger, de Jung ni de cualquier otro estudioso de
la psique, sino una realidad denunciada desde hace siglos.

¿Para bien? ¿Para mal? ¿En algunas cosas para bien y en otras para mal? ¿Qué está bebiendo día
tras días su hijo, su hija, de su persona?

Si usted trabaja en usted mismo para ser un mejor hombre cada día, una mejor mujer, estará
invirtiendo mucho en la formación de sus hijos.

¡Dele un buen ejemplo a su hijo! Porque de los malos tienen de sobra.

¿DEBEN LOS PADRES PROTEGER A SUS HIJOS DE LAS MALAS INFLUENCIAS?, Por Donaldo Cole

Hay quienes dicen que no se pueden evitar las malas influencias sobre los adolescentes. Hasta
cierto punto, así es. Usted no los puede proteger de todas las malas influencias, pero sí puede –¡y

47
debe! – protegerlos de muchas de ellas, aun cuando ya dejen de ser niños y vayan camino hacia la
vida adulta.

El adolescente típico no está preparado para enfrentar muchas de las tentaciones que surgen en
su camino. En nuestro mundo moderno las tentaciones son improvisadas. Vienen envasadas "al
vacío" bajo enorme presión. El adolescente que no tiene apoyo puede caer, mientras que en
mejores circunstancias podría permanecer firme, aun en tentaciones fuertes.

No digo que usted deba aislar a sus hijos de las realidades del mundo. Ellos deben estar
preparados para lo que ha de venir. Pero parte de esa preparación es protegerlos del ataque antes
de que estén armados para la lucha.

Material pornográfico

Trato de que mis hijos no vean pornografía porque pienso que una persona no puede exponerse a
ella sin que afecte su mente. En muchos ambientes de Latinoamérica se piensa que el padre debe
"iniciar" a su hijo varón en las relaciones sexuales, por lo que no pocos padres contratan
prostitutas para que "inicien" a sus hijos en las relaciones sexuales. ¡Si supieran ellos cuánto daño
están ocasionando a sus hijos y a los futuros matrimonios de estos…!

No permita que sus niños estén expuestos a cosas degradantes. La mentira del diablo es que la
experiencia lo hace a uno más sabio. La realidad es que la experiencia destruye si uno no tiene la
madurez para manejarla. El diablo dice que experimentar con el sexo está bien porque una vez
que uno lo hace, de alguna manera, ha madurado. Pero no es así. Además, él quiere convencernos
de que cuando algo se hace frecuente, entonces ya no tienta. Fíjese en cómo terminaron los de
Sodoma y Gomorra por practicar el pecado con mucha frecuencia. Mire cómo han terminado las
sociedades históricas que se han relajado en sus prácticas morales. La frecuencia del pecado, lejos
de cauterizarnos, nos habitúa a él, viendo como "normal" lo que en verdad es distorsión de lo
normal.

Cine y literatura

Tampoco creo que a los chicos se les deba permitir ver películas de dudosa moral. Mi
responsabilidad como padre es protegerlos. La cuestión es: ¿Dejaría yo que mi hija de trece o
catorce años tuviera contacto con un hombre de treinta que sospecho trata de seducirla? No, yo la
protegería de ese mal. Pues entonces también la protegería de verlo en una película.

En nuestra casa no prohibimos las revistas de historietas, pero hacemos todo lo posible para que
nuestros niños las eviten. La razón es sencilla: Quiero que aprendan a apreciar la buena literatura,
de la cual hay en abundancia. Cuando lo logren, no leerán basura.

Música

En cuanto a la música para adolescentes, en algunos casos la letra y la música son sencillamente
terribles. Quizá no podremos prevenir que la escuchen en otras partes, pero podemos trabajar
para que no la oigan en casa.

Cuando yo era adolescente era más fácil –¡menos difícil! – para mis padres controlar la música que
escuchábamos nosotros, pero ahora, con la venida de los walkman y los discman se hace más
complicado. Nuestros hijos suelen traer sus amigos a la casa y juntos se ponen a escuchar sus
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músicas preferidas, pero ellos saben bien que ni solos ni acompañados nos gusta que escuchen
música sugestiva hacia el pecado, la violencia y los malos principios de vida. Para eso no sólo
"damos órdenes" de qué sí y qué no se puede escuchar en casa, sino que muchas veces me he
sentado con ellos –y con sus amigos– a charlar sobre los contenidos musicales. Si yo quiero ser
amigo de mi hijo, tendré que mostrarme amistoso también con sus amigos. Ellos lo aprecian y dan
más crédito a mis opiniones cuando hablamos de cualquier tema. Puede que a los hijos les cueste
aceptar las limitaciones de la música, pero eso pasará con el tiempo y causará menos daño que los
efectos de la música mala.

Todo tipo de influencia

Sé bien que son ellos quienes deben aprender a elegir lo que ven, leen y hacen y sé que no soy el
único que influye sobre su formación. Pero no tienen por qué aprender necesariamente por medio
de experiencias amargas. Comienzan a elegir cuando son muy pequeños, por lo que nuestra
responsabilidad es inculcar valores morales y protegerlos de las malas influencias hasta que hayan
alcanzado la madurez que necesitan para enfrentarlas.

Tanto el niño como el adolescente pueden también estar expuestos a malas influencias
espirituales. Esto puede ser malo porque es en estos años cuando tiende a producirse la
conversión. La adolescencia es la edad en que prima el idealismo. Es cuando, a pesar de su
aparente sofisticación, el adolescente es muy inocente.

El jovencito expuesto a malas influencias espirituales corre grave peligro, a menos que conozca a
Dios y esté cimentado en la verdad. Hay adolescentes bien plantados en la verdad, que saben
elegir bien. Pero con los demás, personalmente usaría la influencia que tuviera, y diría: "Preferiría
que no fueras, y estas son las razones: Creo que esto es una influencia espiritual muy mala; no es
de Dios y no quiero que te expongas a ella". Si él objeta y protesta, puede que usted no consiga
detenerlo, pero al menos lo habrá intentado. Algunas veces fracasaremos, pero nuestra
responsabilidad es proceder y dejar los resultados al Señor.

SEA UN REFUGIO EN LA TORMENTA, Por Guillermo Briseño

Nuestra sociedad ha sido infiltrada por el mundo. Satanás ejerce su poder en todos los lugares
donde van nuestros hijos. Si hubiera una epidemia de polio o tifus, trataríamos de que no fueran
expuestos a la enfermedad. De la misma manera, debemos hacer todo lo posible por protegerlos
de la epidemia de inmoralidad, pornografía, abortos y de una sociedad que ignora a Dios.

Esa es la razón por la cual creo firmemente en el valor de buenas escuelas cristianas. Algunos las
llaman "invernaderos espirituales", donde los estudiantes no tienen que enfrentar la realidad. Sin
embargo, la verdad es que cada día son atacados cruelmente por la realidad. Necesitan un refugio
en la escuela, tanto como en el hogar, donde se les recuerde los valores cristianos y las normas
morales de Dios.

No creo que la juventud necesite estar constantemente en el lodo para comprender que el lodo
les hace mal.

No tienen por qué beber para saber los peligros del alcohol, ni tomar drogas para saber los
peligros de las drogas, ni vivir la experiencia de cualquier otra conducta destructiva común en el
mundo para aprender que es perjudicial.

Por supuesto que si no se les enseña adecuadamente, los hijos corren el peligro de convertirse en
"cristianos de invernadero", incapaces de manejar el mundo que los rodea. Por esa razón sugiero
que, a una temprana edad, los padres se ocupen de la educación sexual para ayudar a los jóvenes
a comprender sus cuerpos y a apreciar la enorme bendición que tendrán a disposición de ellos si
49
logran entrar en el matrimonio sin haber caído en las relaciones sexuales antes de casarse. Ellos
necesitan saber que el sexo es algo hermoso, y no para ser prostituido y denigrado en algún rincón
oscuro, en una borrachera o por efecto de las drogas. Aun aquel joven que está lejos de estos
males extremos, también necesita saber acerca de los traumas, resentimientos y problemas que
puede tener en sus relaciones matrimoniales futuras por haber practicado el sexo con su novia, y
cómo puede perder placer futuro por querer anticiparlo indebidamente.

Pienso que la juventud necesita que se le digan las consecuencias de violar las leyes de Dios. Los
padres necesitan ser muy honestos con sus hijos. Necesitan hablar abiertamente sobre el cuerpo
humano, conversar con sus hijos sobre la realidad del sexo y puntualizar las consecuencias de las
relaciones sexuales fuera del matrimonio. Los padres también deben hablar del efecto de las
drogas sobre el cuerpo. Han de animar a sus hijos a leer buena literatura, escuchar buena música y
evitar todo lo que contamina el cuerpo, la mente y el espíritu.

Las Escrituras nos enseñan que somos lo que pensamos. El tiempo libre puede ser un arma del
diablo, por eso es imprescindible que planifiquemos con cuidado una agenda para nuestros hijos,
determinando cuántas horas por día dedicaremos a juegos creativos y otras actividades como
familia. Esto lleva tiempo, energía y planificación, pero es preferible a tener el televisor como
compañero. ¿Qué puede ser de más preocupación para nosotros como padres que estar atentos a
lo que llena la mente de nuestros hijos? Tal inversión dará ricos dividendos que durarán una vida
entera.

El presente material ha sido tomado, con el debido permiso, del libro Cómo formar hijos
cristianos en un mundo no cristiano, de varios autores y publicado por Editorial Mundo Hispano.
Adaptado especialmente para DesarrolloCristiano.com, Los Temas de Apuntes Pastorales,
volumen II, número 5.

© Copyright 2001-2005, Desarrollo Cristiano Internacional. Todos los derechos reservados.


Prohibido el uso parcial o total de este material sin expresa autorización.

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¿Por qué abandonan la iglesia los hijos de creyentes?
por Félix Ortiz

La mayor cultura y educación ha traído consigo nuevas y desconocidas presiones, ataques y


cuestionamientos de la fe de los hijos de creyentes. Su fe, en muchos casos una fe cultural, no
meditada, no profundizada, no madurada, no asimilada en la vida cotidiana, ha sido
despiadadamente desafiada y puesta en entredicho por las ideologías y filosofías prevalecientes
en nuestra sociedad.

I. INTRODUCCIÓN

Recientemente conversaba con un líder evangélico centroamericano y me comentaba la tremenda


realidad de que en su país, tres de cada cinco jóvenes abandonaban la iglesia. Este dato era
tremendamente preocupante, porque en su opinión cuestiona la realidad del crecimiento de la
iglesia en aquel país de habla castellana. Dicho de otro modo, ¿hay un crecimiento real si
perdemos tres de cada cinco jóvenes de nuestras iglesias? El dato era realmente sorprendente; sin
embargo, todavía lo fue más el saber que esta situación es compartida por muchos de los países
de América Latina y, naturalmente, España.
Al pensamiento no le costó demasiado pasar de la realidad americana a la española. La situación
en nuestro país es sin duda tan grave o más que la de las naciones comentadas. Los hijos de
creyentes están abandonando la iglesia. Esto es un hecho que todos nosotros podemos constatar
simplemente mirando a nuestro alrededor. Como persona dedicada desde hace años al trabajo
entre la juventud lo he podido comprobar visitando y conociendo iglesias no solamente de mi
propia denominación sino también de otras. El lamento es unánime y generalizado: ¡nuestros
jóvenes están desertando de la iglesia, abandonan la fe y los valores de sus padres! Esto ha sido
corroborado por los comentarios de otros líderes y compañeros de ministerio ¿Qué sucede con los
hijos de los creyentes? ¿Por qué abandonan la iglesia? ¿Puede detenerse este terrible proceso? Y
si la respuesta es positiva, ¿qué puede hacerse, qué debe hacerse?

II. CAUSAS

Una fe cultural
Hay una realidad sociológica que no podemos ni debemos ignorar. En nuestras congregaciones hay
un número creciente de personas que son segunda e incluso tercera generación de evangélicos. Se
trata de muchachos y muchachas que, por decirlo de alguna manera, no vienen directamente del
mundo, no provienen de un ambiente no cristiano o secular, sino que se incorporan a nuestras
iglesias porque sus padres se convirtieron y ellos ya han nacido en un contexto evangélico. Es
precisamente cuando aumenta el número de hijos de creyentes en nuestras iglesias, que comienza
la deserción de los mismos. El proceso incluso se ve agravado por la existencia de una tercera
generación de evangélicos, hijos de los hijos de aquellos que una vez abandonaron el mundo.

¿Qué quiere decir todo esto? Fundamentalmente, que han habido dos generaciones de
evangélicos que han accedido a la información relacionada con la fe y el Evangelio no por una
decisión propia sino como consecuencia de una herencia cultural familiar. Estos jóvenes han
crecido desde pequeños conociendo y teniendo acceso a toda la información que permite a una
persona ser cristiana, han tenido numerosas oportunidades de formación, de recibir instrucción y
de familiarizarse con la fe que puede otorgarles la salvación.

Esto, sin embargo, tiene ventajas e inconvenientes. La ventaja es que les ha permitido un acceso
privilegiado al conocimiento de Dios y su Palabra. Desde la niñez han podido aprender conceptos
que pueden no sólo otorgarles la salvación sino hacer que sus vidas sean mucho más ricas, plenas
y dignas de ser vividas.

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Han podido conocer el consejo de Dios que puede librar de multitud de situaciones de dolor y
sufrimiento como consecuencia del pecado. Pero también esto tiene inconvenientes. El
conocimiento sin práctica produce un efecto de inmunización. Estos jóvenes saben pero no viven
y, por tanto, pueden llegar a pensar que el Evangelio realmente no funciona y no sirve para la vida
cotidiana. Pueden pensar que estar en la iglesia es lo mismo que formar parte de la familia de Dios
y no ver o no entender la necesidad de la conversión personal.

En muchos de estos jóvenes se ha dado o se da una confusión en relación con la experiencia de


conversión. ¿Creen por convicción personal propia o porque han recibido esas creencias de sus
padres? ¿Son religiosos o convertidos? ¿Han aceptado a Jesús o han aceptado una ética y una
moral? ¿Tienen relación o tienen religión? Para algunos lectores de este artículo estas
afirmaciones tal vez puedan carecer de sentido, pero son muy importantes. Demasiado a menudo
hemos dado por sentado que todos estos jóvenes eran creyentes simplemente porque estaban
allí, y les hemos exigido conformidad con un estilo de vida que no podían mantener simplemente
porque no eran creyentes y, a diferencia de sus padres, nunca habían tenido una experiencia
personal de salvación porque nunca habían entendido qué es lo que Dios esperaba y exigía de
ellos. En definitiva, hemos partido de la premisa de que eran creyentes, en vez de que no lo eran.
Ante esta crisis de identidad religiosa, esta confusión en relación con su fe y su experiencia
personal de conversión, los hijos de creyentes reaccionan de dos formas diferentes:

1. Abandono de la iglesia. Tengo 41 años y son muchos los hombres y mujeres de mi generación
que han abandonado el Evangelio. De hecho, me encuentro entre ese escaso número de los que
permanecimos fieles. Todos nosotros podemos recordar compañeros, amigos, familiares que hoy
no están con nosotros pero que un día estuvieron. Muchos de ellos abandonaron la fe tal vez
debido a que conocieron la letra pero nunca tuvieron un encuentro personal con Cristo. Tuvieron
religión, no relación.

2. Nominalismo evangélico. Esta es la segunda respuesta. Más y más el nominalismo no es un


fenómeno exclusivamente católico. Muchas personas en nuestras iglesias viven una fe nominal,
caracterizada por la observancia de un mínimo de manifestaciones externas y un escaso
compromiso con los ideales radicales del Evangelio. Una pequeña minoría mantiene vivas y en
funcionamiento la mayoría de nuestras iglesias ante la pasividad y/o indiferencia de una mayoría.

Aumento del nivel cultural


Mis padres no pudieron ni siquiera acabar sus estudios primarios. Yo he tenido la oportunidad de
acabar la universidad y hacer un curso de postgrado en un país extranjero. Mis padres nunca
soñaron que su hijo tendría semejantes oportunidades culturales. Mi caso no es único. La
generación de la postguerra (en España) trabajó duro para conseguir que sus hijos tuvieran las
oportunidades culturales y materiales que ellos nunca pudieron obtener. A principios del periodo
histórico que abarca este artículo un graduado universitario en nuestras iglesias era "rara avis" y el
orgullo de toda la congregación. Conforme fuimos avanzando, el número de personas con acceso a
la universidad aumentó notablemente y hoy en día los jóvenes con formación universitaria están
siendo cada vez más habituales en los ambientes evangélicos.
La mayor cultura y educación ha traído consigo nuevas y desconocidas presiones, ataques y
cuestionamientos de la fe de los hijos de creyentes. Su fe, en muchos casos una fe cultural, no
meditada, no profundizada, no madurada, no asimilada en la vida cotidiana, ha sido
despiadadamente desafiada y puesta en entredicho por las ideologías y filosofías prevalecientes
en nuestra sociedad.
Los jóvenes han visto su débil fe puesta bajo asedio y se han producido dudas y crisis con respecto
a la validez, racionalidad y sentido de la misma. Desgraciadamente y con excesiva frecuencia estas
dudas no sólo no han sido resueltas por la iglesia, sino que las personas han sido cuestionadas y
vistas como sospechosas por el simple hecho de atreverse a no tener las cosas claras. Una duda no
resuelta conduce a una crisis de fe, a una creencia de que el Evangelio no es realmente compatible
con una mente racional, con una formación intelectual.

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A modo de resumen, es posible que la confusión en relación a la experiencia de la conversión y la
falta de respuesta a las dudas y crisis de fe hayan sido, si no los únicos, dos factores fundamentales
que nos permiten entender el porqué del abandono de la iglesia por parte de los hijos de los
creyentes.

Modelos deficientes
Una tercera razón por la cual los jóvenes abandonan la iglesia son los modelos deficientes de
espiritualidad que hay a su disposición. Lamentablemente, muy a menudo, no somos lo
suficientemente conscientes de la tremenda importancia de los modelos o marcos de referencia
para lo jóvenes. Estos proporcionan puntos de orientación que, por medio del enfrentamiento, el
contraste, la comparación o la imitación les ayudan a desarrollar y formar su identidad personal,
incluyendo naturalmente su identidad espiritual. Cuando estos marcos o modelos son deficientes
el joven, como afirma el educador Antonio Jiménez Ortiz, desarrolla una aguda fragmentación
interna, sin columna vertebral que sostenga su personalidad. ¿Cuáles son los dos marcos básicos
de referencia para la formación de la identidad espiritual del joven? Sin duda, la iglesia y la familia.
Entonces, si estos son débiles y no cumplen adecuadamente su función, no ha de extrañarnos que
se produzca un abandono de la fe por parte de los jóvenes.
Hablemos en primer lugar de la iglesia. ¿Somos plenamente conscientes del tremendo poder
moldeador que tiene la congregación sobre el individuo? No es una exageración afirmar que los
grupos, por norma general, moldean a su imagen y semejanza a los individuos que en ellos se
integran. ¿Por qué se produce esta influencia? Bien, esto es debido a que el grupo ya en
funcionamiento y normalmente con muchos años de estructuración provee al individuo que se
desea integrar en él una serie de pautas de comportamiento que son presentadas como la
"normalidad" y por tanto, el recién llegado observa a su alrededor y aprende el comportamiento
norma, es decir, lo que se espera de él. Pongamos un ejemplo que nos ayude a entenderlo. Si nos
incorporamos a un nuevo trabajo, normalmente el primer día procuramos llegar con antelación
suficiente a la hora de comienzo de la jornada laboral. Pero si observamos que todo el mundo llega
diez o quince minutos más tarde del horario supuesto, se ponen a leer el periódico, comentan las
noticias del día y el partido del sábado y tan sólo se ponen a trabajar media hora después de
cuando se suponían que debían hacerlo ¿qué conclusiones sacaremos? Si ese comportamiento se
da día tras día, asumiremos que esa es la "normalidad" y nos adaptaremos a la misma.
Lo mismo sucede con nuestras iglesias. Cuando el niño crece y se convierte en joven y busca su
propia identidad espiritual, ¿hacia dónde dirigirá sus miradas? Sin duda, en primer lugar a la
comunidad (posteriormente hablaremos de la familia). Esta le ofrecerá una idea de lo qué significa
ser cristiano y en qué consiste la vida cristiana. Si nos encontramos ante una comunidad
comprometida, amante de la Palabra, celosa en la evangelización, comprometida con la santidad y
ardiente en la adoración, nuestro joven asumirá que la vida cristiana «normal» consiste
precisamente en eso y tendrá un modelo correcto y desafiante. Si contrariamente encuentra una
comunidad fría, legalista, poco comprometida con la santidad, la evangelización y carente de
entusiasmo por la Palabra, ¿qué hará nuestro joven? Hay muchísimas posibilidades de que rechace
una fe que probablemente considere hipócrita y carente de sentido.
Un estudio realizado por el pastor Carl K. Spackman y publicado en su libro Transmitiendo la fe a
nuestros hijos (Ediciones Las Américas: México 1992) indica que un 19,3% de los jóvenes
encuestados manifestaron que la hipocresía en la iglesia era la razón decisiva para su abandono de
la fe. En efecto, los jóvenes nos observan, sacan sus conclusiones y toman sus decisiones con
respecto a la fe. En muchas ocasiones, sin ser ni siquiera conscientes de ello, los estamos
empujando al abandono de la fe con nuestro pobre, hipócrita y mezquino estilo de vida. En este
contexto cabría recordar las palabras de Jesús: «…imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay
de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le
arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos» (Lucas 17:1, 2)
Las iglesias y sus líderes nos deberíamos plantear muy seriamente qué tipo de influencia estamos
teniendo sobre nuestros niños y nuestros jóvenes. ¿Podría darse la triste situación de que lejos de
ayudarles a acercarse al Señor, seamos una piedra de tropiezo y escándalo para ellos? Hace falta
madurez, honestidad y humildad para contestar esta pregunta y actuar en consecuencia.

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El otro marco de referencia es el ofrecido por los padres. El Doctor Kenneth E. Hyde, investigador
de la Universidad de Birmingham y autor entre otros libros de Religion in Chilhood and
Adolescence (La religión en la niñez y la adolescencia, The Religious Education Press: Birmingham,
Alabama, 1990) hace una afirmación que es desafiante y esperanzadora para todos los padres
creyentes:
Para concluir, los descubrimientos científicos confirman lo que hacía tiempo ya habíamos
entendido. La religión es aprendida en primer lugar en el hogar, y la calidad de la vida religiosa de
los padres, y su involucramiento activo en la iglesia es la más grande las influencias que reciben los
adolescentes. Los hijos adoptan las actitudes y opiniones de sus padres; la adolescencia trae una
madurez emocional e intelectual más grande y con ello una actitud más crítica… La influencia de
los amigos se convierte en algo de gran influencia —pero su elección de los amigos habrá sido
afectada por las actitudes que ya se hayan formado en sus hogares.

Esperanza y responsabilidad.
El hogar es la principal influencia a la hora de formar la identidad espiritual de los jóvenes. La
iglesia no es y no debería ser la principal fuerza moldeadora de la identidad espiritual de los
niños y jóvenes. No estamos afirmando nada nuevo. De hecho la Escritura claramente coloca en
los hombros de los padres dicho privilegio y responsabilidad. Deuteronomio 6:4-9 es el pasaje
emblemático. En contraste, no encontramos ni un sólo pasaje en que esta responsabilidad sea
delegada en la iglesia, aunque ésta tenga un papel importante.
Desgraciadamente, hoy en día se están dando dos fenómenos que contribuyen a que los jóvenes
dejen la fe. Por un lado, la baja calidad espiritual de los padres. Muchos padres no cultivan su
propia vida espiritual, no dedican tiempo a un mejor y más profundo conocimiento de Dios y su
Palabra y su vida religiosa se ha convertido en nominal en un alto porcentaje. El resultado directo
de esto es el abandono de la fe como estilo de vida. Los valores, prioridades, formas de
comportamientos, ilusiones y otras fuerzas que mueven a estos adultos ya no son las que emanan
de la Biblia, al menos no principalmente, sino las normales que mueven a cualquier miembro de
nuestra sociedad. Esta pérdida de valores bíblicos afecta a los hijos, que no ven una coherencia
entre lo que sus padres dicen y viven.
El Doctor Julián Melgosa de la Open University de Londres afirma:

Se dice, y con razón, que el joven cierra el oído al consejo y abre los ojos al ejemplo. Cuando lo
que se sostiene de palabra no es confirmado con los hechos, es lógico que no sólo se ponga en
duda la fidelidad a los principios de los mayores, sino que se cuestione incluso la validez de estos
principios.

Sin embargo, existen muchos padres que son fieles al Señor, comprometidos con su Palabra y la
iglesia local, y ven con temor cómo sus hijos se acercan a esa edad crítica en que pueden dejar la
fe. En algunas ocasiones se produce un abandono de la fe porque los padres no han sido
conscientes de cuál era su papel como educadores y, por tanto, no lo han podido asumir.
La educación no es algo que simplemente sucede; es una acción consciente de la voluntad que
tiene como finalidad producir un cambio conductual y moral en la vida de los hijos. Dicho de otra
manera, la educación no sucede, se provoca y se lleva a cabo, se promueve. Del pasaje de
Deuteronomio antes mencionado podemos sacar tres principios claves que todos los padres
debemos aplicar en nuestro proceso educativo con los hijos:
1. El primer principio es el de encarnar la verdad en nuestras vidas. Nuestros hijos deben ver
que somos coherentes con nuestras creencias, no perfectos; que vivimos aquellos
principios, hábitos y estilos de vida que nacen de la Palabra y que deseamos que ellos los
asuman e incorporen en sus vidas. No vamos a hacer una lista exhaustiva de todos ellos,
pero los padres hemos de encarnar, entre otras cosas, el perdón, la entrega, el amor
incondicional, el servicio y el respeto. Debemos mostrar que amamos y seguimos a
nuestro Dios de forma consciente y responsable.
2. El segundo principio es la repetición continuada de los preceptos de la Palabra de Dios. El
hogar es el lugar para enseñar la Biblia y sus principios a nuestros hijos. Una y otra vez

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hemos de exponerlos, enseñarlos y repetirlos. Tenemos que asegurarnos de que nuestros
jóvenes conocen y entienden el consejo de Dios y tienen la oportunidad de aplicarlo en sus
vidas. Para ellos hemos de tener tiempos formales (culto familiar o similares) y tiempos
informales de enseñanza (usando las situaciones reales y cotidianas de la vida)
3. Por último, hemos de ayudarlos a aplicar los principios de la Biblia en las situaciones de su
vida cotidiana. Debemos aprovechar cualquier situación, incidente y experiencia para
hacer aflorar los preceptos y enseñanzas del Señor y relacionarlos de manera viva y
relevante con ellos. De esta manera nuestros hijos aprenderán que la Escritura involucra
todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, y que tiene y puede dar luz sobre
cualquier circunstancia o situación humana.

III POSIBLES SOLUCIONES

Un buen diagnóstico es básico para un tratamiento eficaz. Hemos tratado de discernir las causas
del abandono de la iglesia por parte de los hijos de los creyentes, porque partir de ellas es
fundamental para tratar de aportar soluciones de cara al futuro. ¿Qué podemos hacer al respecto?

1. Ayudar a los jóvenes a clarificar su experiencia de conversión. Vamos a partir de unas premisas
claras. Nuestros hijos no son creyentes por el mero hecho de estar en el local de la iglesia.
Tampoco lo son por tener toda la información necesaria, a menudo fragmentada y presentada sin
sistema ni coherencia, o porque se hayan bautizado.
Hemos de pensar en términos de un campo de misión o evangelización interior. Muchos de
nosotros nos sorprenderíamos al comprobar el escaso conocimiento bíblico de nuestros jóvenes,
su deformada comprensión de la vida cristiana, la ideas peregrinas que tienen acerca de Dios, lo
mucho que están influidos por valores y filosofías no cristianas, todo ello incluso aunque estén
bautizados y activos en su grupo de jóvenes.
Necesitamos plantearnos estrategias para evangelizar a nuestros jóvenes teniendo en cuenta sus
características. Son personas que conocen la información básica, que pueden dar las respuestas
correctas sin que necesariamente hayan tenido una experiencia real de conversión ni una
comprensión del significado y las implicaciones de lo que saben. Para muchos de ellos, la fe es más
una cuestión de conceptos que de experiencia.
Es trabajo de la iglesia ayudarles a clarificar su posición delante de Dios. No es nuestra
responsabilidad negar ni afirmar su situación ante Él, antes bien procurar los medios y las
situaciones que les permitan a ellos mismos entender de forma clara y directa el Evangelio, cómo
éste se relaciona con su realidad personal y qué espera Dios de cada uno de ellos. Debemos
asegurarnos de que todos y cada uno de ellos sean confrontados con el mensaje de salvación, de
tal manera que como resultado de dicha confrontación todos, sin excepción, entiendan cuál es su
posición ante Dios.

2. Crear espacios de libertad para las dudas y las crisis. La duda no es mala, es una actitud
intelectual que hace que la persona precise de más información o una mejor comprensión que la
que actualmente tiene, y no debe ser confundida con la incredulidad, que es una negativa a creer.
La duda es honesta, la incredulidad no lo es. La duda debe de ser respetada, valorada y aceptada.
Es más, creemos que debe primarse que los jóvenes puedan expresar sus dudas con toda crudeza
y profundidad, sin que ello implique el riesgo de que sean «catalogados» o bien marginados
emocional o espiritualmente.

Algunos adultos, dirigentes o no, ven la duda como algo peligroso a erradicar. Las dudas no se
erradican, si por tal término se entiende reprimirlas, ignorarlas, pretender que no existen u
obligar, directa o indirectamente, a sus portadores a ocultarlas. Las dudas se resuelven con amor y
con respuestas honestas, íntegras y coherentes. Un líder de jóvenes, que siempre favoreció que
éstos expresaran todo tipo de dudas, acostumbraba agradecerles su confianza por hacerlo y
prometía que siempre encontrarían una respuesta íntegra, honesta e intelectualmente coherente.
Tal vez no sería la que los jóvenes deseaban oír, pero sin duda los propios jóvenes sabrían apreciar

55
la coherencia de la misma. Pensamos sinceramente que éste es el tipo de actitudes que deberían
de existir ante la duda. Es posible que la razón por la que muchos adultos se horrorizan delante de
éstas sea el hecho de la propia debilidad e inseguridad espiritual en la que ellos mismos viven. La
inseguridad de otros pone de manifiesto su propia inseguridad y debilidad, tan laboriosamente
mantenida bajo control.
Hemos de transmitir a nuestros hijos el sentimiento de que la fe no ha de tener miedo de ser
cuestionada. La fe, si es verdadera, tal y como creemos los cristianos, no debe tener miedo de la
prueba de la duda. Si permitimos que nuestros jóvenes se cuestionen y planteen su fe y somos
responsables en elaborar y proveer respuestas coherentes y maduras, la fe de nuestros hijos
prevalecerá. Sin embargo, no olvidemos que una duda no resuelta o reprimida puede ser una
semilla de incredulidad. Por otra parte, animar a nuestros jóvenes a expresar sus dudas puede ser
tremendamente beneficioso para nosotros, ya que nos permitirá conocer sus necesidades reales,
sabremos cuál es su situación, y estaremos en condiciones de ayudarlos.

3. Hacer una seria autocrítica como congregación. Cuando nos convertimos somos añadidos al
cuerpo de Cristo, pasamos a formar parte de la familia de Dios y, nos guste o no, seamos
conscientes o no, entramos en una situación de interdependencia los unos de los otros. Ya no
somos seres aislados que viven su vida en solitario e individualmente. Como cuerpo
interdependiente, todo lo que yo hago tiene repercusiones positivas o negativas en otros
miembros de la asamblea. Mi testimonio, sin que yo tal vez tenga la más mínima conciencia,
puede ser un factor de motivación, estímulo, consuelo y ánimo para otros hermanos y hermanas,
o de desánimo, desmotivación y una razón más para que otros se alejen o se enfríen en su relación
con el Señor. Por esta razón, las congregaciones encabezadas por sus líderes deben hacer un sano
y necesario ejercicio de autocrítica y plantearse: ¿cómo está afectando a nuestros niños y jóvenes
nuestra vida como congregación? ¿tenemos un estilo de vida digno de ser imitado? ¿somos
motivo de ánimo, estímulo y motivación para el sector más joven de nuestra hermandad?

4. Proveer a los padres con motivación, recursos y adiestramiento para que puedan desempeñar su
función educadora. Hemos afirmado el protagonismo de los padres en la función de transmitir la fe
y ayudar a los jóvenes a formar su identidad religiosa. La iglesia no puede dejar solos ante tamaña
responsabilidad a los progenitores. Tenemos la firme convicción de que es responsabilidad de la
iglesia local ser un soporte y un constante motivo de ánimo para los padres. La iglesia local puede
cumplir esta función de la siguiente manera:
Primero, dando a los padres enseñanza y visión acerca de cuál es su papel como padres. La iglesia
debe enseñarles qué es lo que el Señor espera de ellos en relación a la educación de sus hijos y
motivarlos a llevar a cabo la tarea encomendada.
En segundo lugar, la iglesia debe adiestrar a los padres acerca de cómo llevar a cabo la tarea. No
sólo hemos de alertar a las personas acerca de su responsabilidad. A menos que los adiestremos y
les enseñemos cómo hacerlo, vamos a producir en muchos padres más frustración que ánimo. No
olvidemos que, afortunadamente, muchos son plenamente conscientes de su responsabilidad y lo
único que necesitan es que alguien les ayude a saber cómo pueden llevarla a cabo.
En último lugar, las comunidades locales deben proveer a sus miembros con los recursos
necesarios para realizar su tarea. La iglesia debe buscar y averiguar cuáles son los mejores
materiales y métodos que pueden ser usados por los padres y ponerlos a disposición de los
mismos.

IV. CONCLUSIÓN

Nuestros hijos han de tomar sus propias decisiones en relación a Dios. Todo ser humano es
responsable personal e individualmente de la actitud que tome ante el Señor y su Evangelio.
Nuestros jóvenes son entidades morales libres y responsables, y finalmente es suya la decisión. Sin
embargo, es responsabilidad de la iglesia proveer lo necesario para que esta decisión pueda ser
tomada con plena comprensión de las implicaciones y consecuencias de la misma. ¿Evitaremos
que nuestros hijos abandonen la iglesia si les ayudamos a clarificar su confusión con relación a la

56
conversión y les proveemos de respuestas a sus dudas? Mi convicción es que probablemente
muchos casos de deserción podrían ser solucionados si prestáramos atención a estos dos factores
claves. Quiera Dios que ningún joven más abandone la fe debido a que no hemos provisto los
medios necesarios para ayudarlos en este sentido.

Félix Ortiz Fernández ha trabajado durante veinte años con Cruzada Estudiantil y Profesional para
Cristo. Actualmente comparte esa actividad con la de pastor de jóvenes en la iglesia Bona Nova en
Barcelona, España. Ha estudiado Historia y Educación para adultos, y tiene una maestría en
Educación. Es autor de varios libros para jóvenes: Expediente X, Conociendo a Jesús, Siguiendo a
Jesús, Vaya caos, etcétera.

© Copyright 2001-2005, Desarrollo Cristiano Internacional. Todos los derechos reservados.


Prohibido el uso parcial o total de este material sin expresa autorización.

57
El Amor y la Disciplina en los Niños
Por Gary Chapman y Ross Campbell

La disciplina implica la larga y vigilante tarea de guiar a un niño desde la infancia a la edad adulta.
Basado en el exitoso libro "Los Cinco Lenguajes del Amor", este artículo te enseñará a entender a tu
hijo de una nueva manera.

El entrenar la mente y el carácter de tu hijo hasta que se convierta en un miembro del hogar y la
comunidad, dueño de sí mismo y constructivo, requiere que emplees todo tipo de comunicación
con él. Para guiarlo, pondrás ejemplos, servirás de modelo, lo instruirás verbalmente, le pedirás
por escrito, le enseñarás y le predicarás sobre la buena conducta, le corregirás la mala conducta, le
proporcionarás enseñanza y mucho más.

También el castigo es uno de los medios y tiene su lugar, pero en la mayoría de los hogares se
abusa del castigo. De hecho, muchos padres suponen que la disciplina y el castigo son sinónimos, y
que la disciplina en realidad quiere decir castigo. El castigo es un tipo de disciplina aunque sea el
más negativo.

Muchos padres, especialmente aquellos que no recibieron mucho amor en su propia niñez,
tienden a pasar por alto la importancia de formar un niño. Ellos consideran que la principal tarea
de la paternidad es castigar en lugar de emplear otras formas más positivas de disciplina. Para que
la disciplina sea efectiva, los padres tienen que mantener lleno el tanque emocional de sus hijos
con amor. De hecho, disciplinar sin amor es como tratar de hacer funcionar una máquina sin
aceite.

Guiándolo hacia el comportamiento maduro


La definición común y popular de disciplina es el establecimiento de la autoridad paternal, el
desarrollo de pautas de comportamiento, y después el ayudar a los niños a vivir dentro de estas
pautas. Históricamente cada cultura ha fijado expectativas de lo que se considera un
comportamiento maduro y ha ideado medios a través de los cuales puede lograrse esto.
Únicamente en este siglo -y por muy corto período de tiempo- alguna gente ha supuesto que los
niños no necesitan disciplina. Este enfoque de "carta blanca" hacia la paternidad, que permite que
los hijos hagan lo que se les ocurra, no produce hijos felices ni responsables.

El amor y la disciplina El amor busca el beneficio de otro; eso mismo hace la disciplina. Por lo
tanto la disciplina es con toda certeza un acto de amor. Mientras más se sienta amado un niño,
más fácil es disciplinarlo. La razón es que un hijo tiene que identificarse con sus padres a fin de
aceptar su guianza sin resentimientos ni hostilidad, y sin hacer resistencia pasiva. Esto significa que
tenemos que mantener lleno el tanque de amor del niño antes de administrar la disciplina.

Si el hijo no se identifica con sus padres, considerará cada solicitud con tal resentimiento, que en
lo que se refiera a la autoridad paterna -y al final, toda autoridad-, se inclinará por entero a hacer
exactamente lo opuesto a lo que se espera de él. Esa actitud se ha vuelto sumamente común.

Como ama un niño: Antes de que seamos capaces de disciplinar eficazmente a un niño con amor,
necesitamos hacernos dos preguntas:

1.- ¿Cómo ama un niño?


2.- ¿Qué necesita mi hijo cuando se porta mal?

¿Cómo ama un niño? De un modo inmaduro. En contraste, los adultos buscan amar de manera
incondicional. Algunos padres piensan que un hijo debería tratar de ganarse su amor y afecto con

58
buena conducta, pero esto es del todo imposible. Un niño por naturaleza prueba nuestro amor
constantemente con su conducta.
Está preguntando: "¿Me quieres?" Si respondemos "Sí, te quiero", y llenamos su tanque de amor,
reducimos la presión y hacemos innecesario que continúe probando nuestro amor. También eso
facilita mucho controlar su conducta. Sin embargo, si caemos en la trampa de pensar que nuestro
hijo debería "ganarse" nuestro amor con su buena conducta, nos sentiremos constantemente
frustrados. También veremos a nuestro hijo como malo, irrespetuoso y desamorado, cuando en
realidad necesita que le reafirmemos nuestro amor.

Las causas del mal comportamiento: Un tanque de amor vacío.

Cuando tu hijo se porta mal y te has preguntado: "¿Qué necesita mi hijo?", la siguiente pregunta
debe ser: "¿Necesita que le llenen su tanque de amor?" Es mucho más fácil disciplinar a un hijo si
se siente amado de veras, sobre todo si la causa de la mala conducta es un tanque de amor vacío.
En tal momento, necesitas tener en mente los cinco lenguajes del amor, sobre todo el contacto
físico y el tiempo dedicado, y emplear las miradas.

Cuando un hijo obviamente se porta mal, lo que ha hecho no debe ser tolerado. Sin embargo, si no
sabemos lidiar con eso -o somos demasiado ásperos o demasiado indulgentes- tendremos más
problemas en un futuro con ese niño, y esos problemas empeorarán según vaya creciendo. Sí,
necesitamos disciplinar (entrenar) a un niño guiándolo hacia una buena conducta, pero el primer
paso en ese proceso no es el castigo.

Involucrar la disciplina en el lenguaje del amor primario de tu hijo Lorenzo es ingeniero eléctrico y
por naturaleza su personalidad es bastante rígida. En sus primeros años de paternidad, tendía a
ser severo y desapasionado al disciplinar a sus hijos. Después de aprender acerca de los cinco
lenguajes del amor, determinó que el lenguaje primario de su hijo era el contacto físico. Ahora nos
cuenta cómo aplicó esto al disciplinar a su hijo:

"Después que llegué a casa, fui tranquilo al dormitorio de mi hijo René quien estaba trabajando en
su computadora. Entré y empecé a frotarle el hombro. Al minuto él se volvió y me prestó atención.
Le dije:

-Levántate, quiero abrazarte- Lo tomé en mis brazos y le dije:

-Tengo que hacer algo muy duro y quiero que sepas que te quiero por encima de todo-. Mantuve
mi abrazo por un rato, saboreando mi proximidad a él.

Entonces lo solté y le dije:

-Mami me llamó hoy para contarme lo que sucedió con la ventana del señor Santos. Sé que fue un
accidente, pero tú sabes bien que está prohibido que juegues a la pelota en el patio. Por lo tanto,
tengo que disciplinarte por quebrar esa regla. Me duele tener que hacerlo, pero es por tu bien. No
podrás jugar a la pelota durante las próximas dos semanas. Y tendrás que pagar con tu dinero la
reparación de la ventana del señor Santos.-

Entonces lo tomé en mis brazos y lo abracé otra vez. Sé que sintió mis lágrimas corriendo por su
cuello.

-Te quiero, amiguito- le dije.


-Yo también te quiero, papá- contestó él.
Salí del dormitorio sabiendo que había hecho lo que debía.

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Este artículo ha sido tomado del libro "Los cinco lenguajes del amor de los niños" - por Gary
Chapman y Ross Campbell - ISBN 0789905086 - Editorial Unilit - Usado con permiso.

CONFLICTOS19:
Reflexiones sobre Santiago 4:1-10
Por Wilbur Madera

¿Te has dado cuenta qué fácil es pelear con alguien? Si viviste con hermanos como yo,
sabes de lo que estoy hablando: pleitos por quién utiliza el baño primero, por los juguetes, la ropa,
la comida, el cariño de los padres…hasta por respirar. ¿Por qué es tan fácil pelear? ¿De dónde
vienen tantos pleitos?
Santiago, en su epístola en el capítulo 4, se hace esta misma pregunta y provee respuestas
muy interesantes, aunque nada comunes ni esperadas. Consideraremos la respuesta bíblica a esta
interrogante más adelante, pero antes, reflexionemos un poco sobre las explicaciones comunes y
populares que se ofrecen acerca del origen del conflicto.

I. Explicaciones comunes sobre el origen del Conflicto


A la interrogante, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos?” solemos dar respuestas
como estas:
A. Las acciones y faltas de los demás.
Tendemos a ver la causa del conflicto proveniente de las acciones y faltas de los demás.
Sus palabras y acciones nos irritan. Sus gestos y ademanes causan que respondamos reclamando
nuestros “derechos”. Si ellos no hicieran esto o aquello nosotros no tendríamos que responder
como lo hacemos. Decimos expresiones como “El comenzó”; “Siempre me hace esto”; “Me puso
una cara que tuve que decirle algo”; “Esta ocasión sí se sobrepasó”. Las acciones y faltas de los
demás son vistas como el origen del conflicto.
B. Las circunstancias.
El siguiente candidato para explicar el conflicto son las circunstancias que rodean las
situaciones de nuestra vida. Factores como el clima, tráfico, presiones laborales, economía
familiar, época del año, etapa de la vida, entre otros, son vistos como los causantes del conflicto.
Decimos expresiones como “No nos hubiéramos peleado si no hubiera estado tan presionado en el
trabajo”; “No había comido y había mucho calor, así que no tuve paciencia“; “Es que cuando toma
esa pastilla se pone de un humor”; “Ya sabes cómo afecta la menopausia”; “¿Y qué esperabas? Es
un adolescente, son las hormonas”. Las circunstancias en las que ocurren los eventos son vistas
como la causa de los conflictos.
C. Técnicas deficientes de comunicación.
La tercera explicación común sobre la causa de los conflictos es la deficiencia en las
técnicas de comunicación. Se ve a la comunicación como la clave para la ausencia total de
conflictos. Por lo tanto, cuando ésta es deficiente, los conflictos afloran en nuestras vidas.
Decimos expresiones como “Es que no sabe escuchar”; “No podemos hablar tranquilamente”; “No
me deja hablar”; “Siempre está gritando”; “No pone atención cuando le hablo”. Se piensa que si
tan sólo perfeccionáramos las técnicas de comunicación, los conflictos se acabarían.
D. El signo zodiacal.

19
http://www.thirdmill.org/files/spanish/madera.conflictos.doc
60
En programas de televisión y radio podemos escuchar a los “expertos” hablando de cómo
la posición de las estrellas afecta las relaciones interpersonales. Por eso cuando tienes a un
________ y a un _________ juntos en un mismo cuarto, tienes la fórmula básica del conflicto.

Las estrellas y las energías cósmicas se ven como la causa de los conflicto.
Debemos reconocer dos cosas importantes de todo esto. Primero, con excepción del signo
zodiacal, debemos reconocer que las acciones y faltas de los demás, las circunstancias difíciles que
pasamos, y las técnicas deficientes de comunicación, hacen más difícil que hagamos lo correcto. Y
aunque estos factores aprietan nuestras vidas y las ponen a prueba, no son el origen o la causa de
los conflictos. Ciertamente, se “sienten” como la causa u origen, pero no es así.
Lo segundo que debemos notar es que estas explicaciones comunes nos llevan a buscar la
explicación del conflicto fuera de nosotros mismos. Nos llevan a pensar que los demás son el
problema y que nosotros tenemos una mínima o nula responsabilidad en los conflictos. Hacen que
fijemos nuestros ojos fuera de nosotros y dejemos de analizar los deseos y motivos de nuestros
corazones.
Por todo esto, necesitamos considerar la explicación bíblica del origen del conflicto para
que podamos responder correctamente, tomando nuestra responsabilidad bíblica aun ante las
ofensas de los demás, las circunstancias difíciles y falta de una buena comunicación.

II. Verdades bíblicas sobre el origen y naturaleza del Conflicto


La Biblia es la palabra de Dios y nuestra única regla de fe y práctica. Por lo tanto, no
debemos buscar la respuesta a nuestras interrogantes sobre el alma en la tradición, la experiencia
o la opinión de los “expertos”. ¿Cómo responde Santiago a la pregunta sobre el origen y
naturaleza del conflicto? En los primeros 5 versículos del capítulo 4 encontramos dos verdades
fundamentales.
A. Los conflictos inician adentro de uno mismo. (vs. 1-3)
La primera verdad que la Biblia nos muestra es que no hay que buscar el origen del
conflicto afuera porque inicia adentro de uno mismo. Santiago recalca su punto con la pregunta:
“¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” (v.1b). El punto de
origen, el punto de partida son nuestras pasiones, nuestros deseos más profundos. Los deseos en
nuestro interior quieren el control, la primacía y batallan dentro nosotros mismos. Estos deseos
no necesariamente son malos de origen, pero aunque sean inofensivos al principio, al entrar en la
lucha y la batalla, se oscurecen y se vuelven pasiones desordenadas. El problema no es
necesariamente lo que deseamos, sino cuánto lo deseamos.
Luego, en los versículos 2 y 3 se nos describe la dinámica de esta batalla campal en nuestro
interior: codiciamos, matamos y ardemos de ira, combatimos, luchamos y pedimos mal. En el afán
de cumplir nuestro deseo hacemos toda clase de cosas y lo único que encontramos cada vez es
insatisfacción y frustración. Cuando miras atrás, ves el caos, la confusión y las heridas que has
causado en otros en la búsqueda frenética de tus deseos.
No debemos buscar muy lejos el origen de los conflictos y pleitos. No busquemos afuera,
busquemos adentro, porque los conflictos, los pleitos, las guerras inician adentro de nosotros
mismos. Si bien es cierto que otros cometen faltas contra nosotros, que las circunstancias a veces
no son las ideales, que necesitamos mejorar las técnicas de comunicación, de todas maneras, no
debemos perder de vista la verdad bíblica. Tenemos una participación causal y activa en los
conflictos. Somos responsables de los pensamientos, palabras y acciones que se originan en
nuestros deseos. Piensa en el último conflicto que has tenido o estás teniendo: ¿Qué estabas
deseando más que nada? ¿Qué querías antes que todo? ¿Qué aquilatabas, amabas, atesorabas
más que cualquier otra cosa?

61
B. Los conflictos revelan nuestra verdadera lealtad (vs. 4-5)
La segunda verdad que la Biblia nos muestra en estos versículos es que aquello que causa
el conflicto revela claramente en qué bando estoy. Muestra cristalinamente mi corazón y sus
lealtades.
Notemos las palabras con que inicia el versículo 4: “¡Oh almas adulteras!” La acusación de
adulterio tiene que ver con la falta de lealtad y fidelidad al vínculo indisoluble matrimonial. ¿Por
qué Santiago nos acusa de adúlteros a los que entramos en pleitos y conflictos? Porque cuando
seguimos nuestras pasiones y deseos, cuando les damos el control de nuestras vidas, cuando nos
hacemos amigos de nuestros deseos, adulteramos al retirar a Dios del lugar que le corresponde en
nuestro corazón. Estamos siendo desleales e infieles a Dios al anteponer cualquier cosa o persona
que nuestro corazón desea.
El pleito, la guerra, la ira, el conflicto pone al descubierto nuestra verdadera lealtad.
Muestra que no estamos siendo leales a Dios, sino a alguien o algo más. Por eso Santiago nos
recuerda que “El espíritu [Santo] que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente”.
Él no quiere compartir nuestra lealtad con nadie. Él desea fidelidad y exclusividad total. Como
vemos, los conflictos son algo espiritual. Revelan a quién amamos, servimos, atesoramos,
aquilatamos y adoramos.
III. La respuesta bíblica para solucionar el conflicto
Nadie está exento de tener conflictos. Tarde o temprano estaremos en uno. Pero la
pregunta es qué harás, cómo responderás ante el conflicto. La Biblia, en este mismo pasaje en los
versículos 6 al 10, nos provee consejo divino para afrontar los conflictos. Podemos resumir esta
enseñanza en una palabra: arrepentimiento.
A. Los conflictos nos deben llevar al arrepentimiento v.6-10
Hay buenas noticias para los que estamos en un conflicto. El versículo 6 comienza
diciendo: “Pero él da mayor gracia”. Para los que están envueltos en el conflicto, la solución es la
gracia de Dios en Cristo que se aplica a nosotros a través del arrepentimiento. ¡Estas son buenas
noticias! Dios da mayor gracia. Mayor que cualquier conflicto, mayor que cualquier ídolo de
nuestro corazón, mayor que tú y que yo. Una gracia sobreabundante en Cristo.
Pero esta gracia la reciben sólo los humildes y nunca los soberbios (v.6b). Necesitamos
arrepentirnos humildemente. Necesitamos reconocer nuestra necesidad de él en medio del
conflicto. Debemos dejar la soberbia, el egoísmo, el orgullo y vernos como lo que realmente
somos, simples personas carentes de sabiduría, llenos de pecado y necesitados de la gracia de
Dios.
Después, Santiago, puntualiza, en los versículos del 7 al 9, ciertas acciones que muestran
este arrepentimiento humilde:
 Someterse a Dios. Es decir, dejar de buscar mis deseos y buscar los de Él.
 Resistir al diablo. Resistir sus mentiras, engaños y estratagemas para comenzar a creer
la verdad de Dios.
 Acercarse a Dios. Depender de Dios en cada paso, acción y pensamiento para poder
experimentar su presencia pacificadora en mi vida.
 Abandonar prácticas, pensamientos y palabras que hago en concordancia con mis
deseos desordenados. Es decir, purificar mis manos y mi corazón con la gracia y la
verdad de Jesucristo.
 Tomar en serio la gravedad de nuestro pecado. Debemos entristecernos por nuestro
pecado porque ha ofendido al Santo. No hay motivo de risa o gozo; el pecado sólo
trae tristeza.

62
 Arrepentimiento humilde para que el poder de la gracia en Cristo nos lleve mucho más
allá de donde nuestra fuerza de voluntad nos ha llevado: una transformación desde
adentro.

La clave para resolver los conflictos es comenzar reconociendo cómo nuestros deseos han
usurpado el lugar de Dios y por medio del arrepentimiento verdadero, comenzar a experimentar la
gracia transformadora de Dios en Jesucristo.

IV. Conclusión

Los conflictos se originan adentro y muestran a quién amamos y adoramos en verdad. Pero la
gracia de Dios en Cristo es más grande que cualquier conflicto y deseo de nuestro corazón. El da
gracia a los humildes y resiste a los soberbios. Hoy es el día para dejar de echar la culpa a otros, a
las circunstancias o a la comunicación deficiente, y tomar tu responsabilidad en los pleitos y
conflictos. Abraza la gracia transformadora que Dios te ofrece en Cristo Jesús.

63
Llevando al máximo
tus habilidades para escuchar

A menudo cuando otras personas hablan con nosotros, ellos expresan un deseo de acercamiento
(por ej. "Yo he tenido hoy un día difícil en el trabajo"). Cuando esto ocurre, ellos están tomando un
riesgo por ser vulnerables (por lo menos hasta cierto límite). De la manera como respondemos
podemos tanto facilitar ese acercamiento o impedirlo. El ser un buen oyente no es fácil pero será
de mucha recompensa a usted, a su familia y a sus amigos.

Sugerencias para ser buenos oyentes

1. Esté atento de lo que estés comunicando en una manera no-verbal, lo que demostraría
concentración, interés y atención.

2. Disminuya toda posible distracción (ruidos externos) tanto como fuera posible.

3. Aprenda a reconocer las reacciones emocionales (sentimientos) del que está hablando.

4. Aprenda a buscar clarificación de lo que el orador está tratando de comunicar.

5. Aprenda a entender la idea central (contenido) de lo que se ha dicho.

6. Aprenda a utilizar la ventaja de la velocidad del pensamiento sobre la velocidad del habla
(en vez de dejar que su mente divague o salte a lo que usted va a decir).

7. Anime al que habla a continuar con sus pensamientos y sentimientos tanto como fuera
posible (ej. "Dime más", “Continúa”). Esto puede ser hecho por lo que se llama “escuchar
activamente” donde tanto como los sentimientos y/o el contenido de lo que es dicho son
parafraseados o reflejados a la persona. Una simple fórmula sería: “Tú te sientes… (Sentimiento
reflexivo), porque………………….. (Contenido repetido).

8. Aprenda a retener una opinión hasta que esté seguro de que comprende lo que la persona
quiere decir.

Razones para ser buenos oyentes

1. Demuestra respeto y aceptación de la otra persona, aún si usted no está de acuerdo con lo
que se habla.
2. Demuestra que está interesado en la persona y le ayuda sentir que sus pensamientos y
sentimientos son importantes para ser escuchados.

3. Ayuda a la persona que habla a clarificar su propia posición en el tema.

4. Permite a la persona saber cómo dirigir la conversación y también le ayuda saber cómo y
cuándo terminarla.

5. Edifica confianza en la relación, ya que permite a la persona sentirse libre para ser más
abierto y honesto contigo.

64
6. Disminuye el peligro de caer en cualquier tipo de problema por ser rápido en hablar o dar
consejo.

7. Es un don. El saber escuchar bien no es fácil. Lleva tiempo, trabajo duro y concentración. La
gente lo reconoce y sabe apreciarlo.

Versículos Bíblicos Pertinentes

“Al que responde antes de oír, le es insensatez y deshonra.” Prov. 18:13


"Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; más el hombre entendido. Lo
alanzará.” Prov. 2O:5
“Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” Sant. 1:19.

Ron Newman, Ph.D.


Centro de Salud Mental Atlantic, Inc.

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LA BUENA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA—un estudio bíblico
Danny Carpenter

Realmente no es una sorpresa para nadie que el problema número uno entre esposos es la
comunicación. Frecuentemente se escuchan frases como: “¡Tú no me entiendes!” “¡Ya no
comunicamos!” Las discusiones entre parejas y en la familia se tornan cada día más calientes
cuando usen las palabras para atacar a la persona y no al problema. Las palabras que usamos
tienen el poder de cerrar la comunicación o abrirla más.

Los autores bíblicos reconocían el poder de las palabras en la comunicación, tanto para el bien de
la persona como para herirla. Salomón escribió: “La muerte y la vida están en poder de la lengua,
Y el que la ama comerá de sus frutos” (Pro. 18:21). Santiago señaló la inconsistencia de nuestra
comunicación20: “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que
están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición.
Hermanos míos, esto no debe ser así” (Sant. 3:9-10).

En este estudio se examinarán tres aspectos de la comunicación:


 La comunicación que hiere
 La comunicación que edifica
 La preparación previa a la comunicación

La mayoría de este estudio se concentrará en el libro de Proverbios. Es en ese libro donde se


encuentra la sabiduría de Dios sobre las relaciones humanas.

La comunicación que hiere

1. Hay varias formas de herir a otras personas con nuestra lengua.

1.1. Considera los siguientes versículos sobre la mentira y el daño que puede causar:

1.1.1. El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que propaga calumnia es necio.
(Proverbios 10:18)
1.1.2. Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su
contentamiento. (Proverbios 12:22)
1.1.3. Más la perversidad de ella [la lengua] es quebrantamiento de espíritu. (Proverbios
15:4b)
1.1.4. El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
(Proverbios 17:4)
1.1.5. El que odia disimula con sus labios; Mas en su interior maquina engaño. Cuando
hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su
corazón. (Proverbios 26:24-25)
1.1.6. La lengua falsa atormenta al que ha lastimado…. (Proverbios 26:28)

1.2. El chisme es otra forma dañina de hablar mal de otras personas.

1.2.1. El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.
(Proverbios 16:28)
1.2.2. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las
entrañas. (Proverbios 18:8)

20
En el contexto del pasaje la palabra “lengua” se usa para representar nuestro hablar.
66
1.2.3. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las
entrañas. (Proverbios 26:22)

1.3. A veces los halagos causan problemas entre dos personas.

1.3.1. …la boca lisonjera causa ruina. (Proverbios 26:28, La Biblia de las Américas)

1.4. Aún alguien puede herir a otro a través de un chiste o una broma.

1.4.1. Como el que enloquece, y echa llamas Y saetas y muerte, Tal es el hombre que
engaña a su amigo, Y dice: Ciertamente lo hice por broma. (Proverbios 26:18)

2. A la luz de lo que los Proverbios enseñan sobre el problema que la lengua puede causar,
debemos tomar en cuenta las siguientes cosas:

2.1. ¿Cuándo fue la última vez que entraste en una discusión con un miembro de tu familia y
lo destruyó con palabras perniciosas? (Si no recuerdas, ¡pregunta a los miembros de tu
familia!)
2.2. ¿Pediste que Dios te perdonara? (Juan 1:9) ¿Pediste que la persona contra quien usaste
tal lenguaje te perdonara? Debes hacer estas dos cosas lo más antes posible.
2.3. Ahora, propone orar diariamente pidiendo que Dios te ayude no usar palabras que
pueden herir a las otras personas de tu familia.

La comunicación que edifica

3. La buena comunicación se basa en Dios y su manera de comunicarse con nosotros.

3.1. Dios creó todo con su palabra. (Gén. 1-2; Sal. 33:6-9)
3.2. Jesús era la Palabra de Dios encarnado. (Juan 1:1-5)
3.3. El Espíritu Santo inspiró a los autores de la Palabra escrita [la Biblia]. (2 Ped. 1:19-21)
3.4. Israel rebeló contra las palabras de Dios, pero Él los sanó y salvó con Su palabra. (Sal.
107:11, 19-20)

4. También nosotros debemos usar palabras que edifican y sanan cuando hablamos con otros.

4.1. Podemos sanar el dolor de una palabra desconsiderada. (Pro. 12:18)


4.2. Palabras que sanan son como terapia para el espíritu. (Pro. 15:4; 10:11)
4.3. La manera cómo decimos las palabras pueden cortar una discusión. (Pro. 15:1)
4.4. Consolación y ánimo pueden salir de nuestros labios. (Pro. 12:25; 16:24)
4.5. Las palabras tienen el poder de persuadir y motivar. (Pro. 16:21, 23)
4.6. Las personas deben ser edificadas por nuestras palabras. (Ef. 4:29)

5. Dado que la comunicación se basa en Dios y su forma de comunicarse con el hombre, y que Él
espera que nos comuniquemos el uno al otro con buenas palabras:

5.1. ¿Qué puedes hacer para mejorar tu forma de comunicación con la familia? ¿Qué efecto
puede tener en la armonía de la familia?
5.2. ¿Qué papel juega la Palabra de Dios en tu conversación con la familia? ¿Qué papel debe
jugar?
5.3. ¿Cómo puedes evitar discusiones con miembros de la familia?

67
La preparación previa a la comunicación

El hábito de hablar o responder en cierta manera ya está formado en todos nosotros. El problema
viene cuando pensemos que no hay manera para cambiar los malos hábitos o costaría demasiado
esfuerzo y tiempo. Pero todos pueden, y deben, cambiar las malas formas de hablar a buenas
maneras. Hay dos cosas que se deben tomar en cuenta para mejorar la manera como
comunicamos:

6. Debemos pensar bien las palabras antes de hablar. (Pro. 10:32; 15:23, 28; 29:20)

6.1. Medir bien las palabras que vamos a usar.


6.2. Asegurar que serán palabras para edificar a la otra persona.

7. Debemos saber cuándo hablar y bajo cuáles circunstancias. (Pro. 10:19; 18:13; 21:23; 25:11;
27:14; Sant. 1:19)

7.1. No responder rápidamente y ni con ira ni enojo.


7.2. Saber cuando no hablar o responder.

68
El adulterio: una forma de vida
por Desarrollo Cristiano
Sermón basado en Mateo 5:27-30

Introducción
Hablar del adulterio en nuestros días, es echarse una buena carga a la espalda, pues, se ha
convertido en una forma de vida muy «normal». El adulterio se toma a la ligera. Para muchos
autores no cristianos, la práctica del adulterio o de la infidelidad ayudan a que el matrimonio sea
más sano y que crezca en confianza. Para otros autores, por el contrario, el adulterio destruye la
familia.

El adulterio ha llegado a ser un cáncer en el cuerpo de Cristo. ¿Por qué? Porque se ha demostrado
que la práctica del adulterio y la infidelidad no se diferencia en una gran proporción con los no
cristianos, y lo más extraño de todo, donde se da el más alto porcentaje de infidelidad es entre los
evangélicos conservadores, y de estos, en los más fundamentalistas; que se supone son los que
dominan y están más apegados a la obediencia a la Palabra de Dios. Ante esta situación, ¿qué se
puede hacer? ¡El adulterio destruye amistades, matrimonios, y familias, contribuyendo a la
devastación de la vida de muchos niños!

Contexto
El adulterio o la infidelidad responden a crisis en el matrimonio; rasgo característico de los últimos
tiempos. (2 Ti. 3.1-9; 4.3)

El adulterio es una grave ofensa ante los ojos de Dios; es un pecado que destruye familias. En el A.
T. era una ofensa que tenía como consecuencia la muerte. (Lv. 20.10) En el N.T. Dios ha prometido
que juzgará a los adúlteros. (Heb. 14.4; 1 Co. 6.9-10)

Por otro lado, el matrimonio se describe una y otra vez como el más auténtico símbolo de la
alianza entre Dios y su pueblo. (Véase Os. 1-3; Jr. 2.1s. 3, 1s.; Ez 16 y 23; Is. 50,1) Al mismo tiempo
se ven en íntima relación la infidelidad matrimonial y la infidelidad de Israel al Señor. Así, los
profetas reprochan constantemente a la «virgen» Israel el haberse entregado al primero que se
cruzara en su camino y haberse convertido en una prostituta (Véase Jr. 2, 1-3, 13; Ez. 16, 1-63; 23,
1-49).

Por el contrario, se acentúa siempre la permanente fidelidad al Señor a su pueblo (véase Sal. 117,
2, Ro. 3.3). De este modo, la experiencia de la fidelidad del Señor al pacto constituye un constante
estímulo a la fidelidad, la solidaridad y el compromiso en el ámbito de las relaciones con el
prójimo.

Idea central: Jesús le demanda a sus discípulos pureza moral drástica en un mundo caído

En este pasaje, el Señor Jesús, está reprochando la actitud de los hipócritas frente al adulterio.

Pero problema básico es otro…

I. El problema de la codicia. (Mt. 5.27)


A. La enseñanza de los fariseos.
1. Los rabinos intentaban limitar el alcance del mandamiento no cometerás
adulterio. Este mandamiento afirma y fortaleza la santidad del matrimonio. Con
una sentencia negativa, el Señor desea que las relaciones sexuales en el
matrimonio sean entre un hombre y una mujer casados. Cualquier otra clase de
relación se da por sentado que está prohibida.

69
2. Los rabinos habían tergiversado mandamiento prohibitivo sobre el adulterio al
considerarlo únicamente al hecho en sí. A pesar, de que el décimo mandamiento
prohibe tajantemente la codicia de la mujer del prójimo. Ellos prefirieron
ignorarlo. Desde su perspectiva, juntamente con sus alumnos guardaban el
séptimo mandamiento, a condición de que evitaran el acto mismo de adulterio. De
este modo, dieron una definición convenientemente estrecha de pecado sexual y
una definición convenientemente amplia de pureza sexual.

B. La enseñanza de Jesús.
Jesús desafío a sus discípulos a exceder «la justicia de los escribas y fariseos» (Véase
Mt. 5.20) Ilustró lo quería que se entendiera por medio de una serie de contrastes: lo
que habían oído y lo que él declaraba. A la vez, les demuestra que el adulterio no se
inicia con el acto de adulterar. El adulterio es consecuencia de otro pecado: la codicia.
1. Amplió las implicaciones de la prohibición divina.
2. Afirmó el significado del verdadero mandamiento de Dios, que va más allá de ser
una mera prohibición de actos de inmoralidad sexual.
3. El mandamiento de Dios incluía la imaginación y las miradas codiciosas.

Jesús va más allá del hecho…

II. Adulterio en el corazón. (Mt. 5.28)


A. La cultura del deseo. (28)
Estamos viviendo en una cultura moldea por el deseo. Para muchas personas, lo más
importante en su vida, es la satisfacción de sus deseos. Los cuales, en cantidad de
casos, se obtienen en forma tan brutal que no importa a quien le pasan por encima.
Contraponiéndose por completo a los planes de Dios. Ahora, estamos conscientes que
desear algo, no es malo en sí mismo, problema está en lo qué deseamos y cómo lo
deseamos obtener.
1. El deseo puede y debe poseer una fuerte vitalidad. Pero debe también ser
humano, es decir, «ordenado». Es decir, porque el deseo se puede convertir en un
ídolo, de modo que ocupe el lugar principal que le corresponde a Dios. Y entonces,
el deseo se convierte en un ídolo esclavizante.
2. El problema inicia en el corazón. (véase Mr. 7:21-23) Si podemos prevenir la
codicia en el corazón (o el «ojo codicioso»), el problema del adulterio es «cortado
desde la raíz»
Cuando los textos bíblicos hablan de un «corazón limpio» (cfr., por ej. Mt. 5.8; Sal
24.3s.), no se refieren a un corazón que desconozca absolutamente el deseo
sexual, sino que en realidad se refieren a un corazón purificado, a un corazón que
se ha hecho claro y transparente ante Dios, más orientado a Dios que al deseo
egocéntrico; un corazón que ha hecho suyo el «deseo» de Dios.

B. Cometer adulterio en el corazón.


1. Podemos cometer adulterio en nuestros corazones o mentes. En verdad (28),
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón.

2. Son relaciones sexuales ilegítimas en el matrimonio. Fuera del matrimonio,


practicado por personas solteras o casadas.

3. El adulterio se refiere a todo tipo de inmoralidad. Jesús hace hincapié en que todas
y cada una de las prácticas sexuales que son inmorales de hecho, lo son también
en mirada y pensamientos.

70
4. Jesús no está prohibiendo mirar a una mujer, sino a mirarla con codicia. Todos
sabemos la diferencia entre mirar y codiciar.

Es muy importante captar la equivalencia de mirar a una mujer para codiciarla y


adulterar con ella en el corazón. Es la relación entre los ojos y el corazón la que
lleva a Jesús, a instruir sobre la pureza sexual. El argumento es este: si mirar para
codiciar es adulterar en el corazón, en otras palabras, si el adulterio del corazón es
el resultado del adulterio de los ojos (estimulándose los ojos del corazón con los
ojos de la carne), entonces, hay que tratar el problema desde los ojos. (Job
31.1,7,9 y 2 Pd 2.14)

¿Cómo corregir el problema?

III. ¿Cómo remediar la codicia? (Mt. 5.29-30)


A. Rechazo de la prácticas pecaminosas. (5.29)
1. Dominio de los sentidos
Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti... Y si tu mano
derecha te es ocasión de caer, córtala, échala de ti... Este fue evidentemente un
dicho favorito de Jesús. (Mt 18.8,9) Donde de la tentación sexual pasa a las
tentaciones de pecar.

El mandamiento parece un poco alarmante, cortar un ojo que ofende, cortar una
mano o un pie que ofende. Algunos cristianos lo tomaron «al pie de la letra» y se
han mutilado.

2. Control de Cristo
Jesús no se refiere tanto a una automutilación física, sino a una autonegación
moral despiadada. El sendero de la santidad, que enseñó, no es mutilación sino
«tomar la cruz», es decir rechazar las prácticas pecaminosas con tal resolución que
morimos a ella o las hacemos morir.

3. El placer no es más importante que el Señor


El pastor Dietrich Bonhoeffer dijo: «El ojo es menos que Cristo y la mano es menos
que Cristo. Si el ojo y la mano sirven al placer e impiden a todo el cuerpo la pureza
del seguimiento, es preferible renunciar a ellos a renunciar a Jesús… Jesús no nos
prohibe mirar, pero orienta sus miradas hacia él y sabe que la mirada sigue siendo
pura aunque se dirija a la mujer. De ese modo, no impone sobre ellos [los
discípulos] el yugo insoportable de la ley, sino que les ayuda misericordiosamente
con el evangelio.» (El precio de la gracia, Ed. Sígueme, 1968, pág. 135-136)

B. Compórtate como debes. (Mt. 5.30)


Lo que Jesús está diciendo es: si tu ojos te hacen caer, ¡no mires.! compórtate como si
realmente te hubieras sacado los ojos. Además, si tu mano o pie te son ocasión de
caer, porque la tentación te llega por medio de tus manos (cosas que haces) o tus pies
(lugares que visitas), entonces, córtalos. Es decir, ¡no lo hagas! ¡No vayas! Compórtate
como si re hubieras realmente cortado las manos y los pies, y los hubieras tirado, y
ahora estuvieras lisiado y por eso no pudieras hacer las cosas o visitar los lugares que
anteriormente te eran ocasión de caer.

C. El problema de la imaginación
La imaginación es un regalo de Dios. El problema se da cuando la utilizamos para
maquinar pensamientos lujuriosos.
1. Por medio de la búsqueda de materiales que inciten a la pornografía.

71
Hace muchos años, en hotel de Atlantic City, una ciudad de los Estados Unidos,
hubo una convención de pastores. Según la gerencia de ese hotel, nunca en la
historia de ese dicho lugar, se habían pedido tantas películas pornográficas. (Sin
comentarios.)

Los actos vergonzosos son precedidos por fantasías vergonzosas, y el incendio de


la imaginación por la indisciplina de los ojos. Cuando los hombres usan su
imaginación, empiezan a tener problemas al abrirse las puertas de la pasión por
medio de sus ojos. De manera similar, cuando los hombres y mujeres han
aprendido el dominio propio sexual de hecho, es debido a que primero lo han
aprendido en los ojos, tanto de la carne como de la fantasía. Por ejemplo, el vestir
de las jóvenes. Una cosa es ponerse atractiva y otra ponerse deliberadamente
seductoras. Las jóvenes saben cuál es la diferencia; también lo sabemos los
hombres.

Si tenemos problema de dominio propio en el terreno sexual, y no obstante


nuestros pies nos llevan a películas porno y literatura, y nuestros ojos se regalan
con las imágenes que ellas nos ofrecen, no sólo estamos pecando sino
verdaderamente invitando al desastre.

2. Jesús recomienda. (Mt. 5.30)


Lo que tenemos toda la libertad de decir es solamente lo siguiente (porque esto es
lo que Jesús dijo); si tu ojo te es ocasión de caer, no mires; si tu pie te es ocasión
de caer, no vayas; y si tu mano te es ocasión de caer, no lo hagas. El señor Jesús no
exigió a todos sus discípulos (metafóricamente hablando) que se cegaran o
mutilaran, sino solo a aquellos cuyos ojos, manos y pies les eran ocasión de caer.
Son ellos los que tienen que tomar las medidas necesarias; otros pueden ser
capaces de retener ambos ojos, ambas manos, y ambos pies con impunidad. Por
supuesto, hasta ellos pueden necesitar abstenerse de ciertas libertades por interés
amante en aquellos con conciencias más débiles o voluntades más débiles.
(Tomado de El Sermón del Monte, John Stott, Ed. Certeza, pág. 102)

Conclusión
1. Causa mucho dolor al ver un matrimonio donde el esposo ya no encuentra deseable a la esposa
porque está totalmente encaprichado con otra mujer. Aunque lo niegue, su cónyuge percibe de
muchas formas que algo anda muy mal. Ya no vive para ella y para sus hijos, como antes, está
mucho afuera y lo oculta con razones que no son sino disparates evidentes. Aunque la esposa
quizá no conozca todo lo que está sucediendo en la «sala de juntas» del corazón de su esposo,
sabe lo suficiente para darse cuenta que hay otra mujer en su vida. Prestemos ayuda.
2. Como pueblo de Dios debemos ayudar a sobrellevar a las personas que sufren esas cargas.
3. En ocasiones, no creemos que algún líder cristiano pueda caer. Tristemente sucede y va a seguir
sucediendo porque se confía más en las propias fuerzas que en el Señor. Ya lo dijo Pablo: «Por
eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en pecar.» (1
Cor. 10.12, BLS)
4. Ayudemos a nuestros niños y niñas a ser conscientes del efecto benéfico y el efecto destructor
de los buenos y los malos pensamientos, respectivamente; con lo cual se consigue activar una
verdadera higiene de la fantasía y del pensamiento.
5. Como cristianos y cristianas no debemos satisfacer los deseos de la carne. (Ro. 13.14) Si estamos
luchando solos contra los dominios de la carne, no lo vamos a lograr, necesitamos la ayuda de
Dios. (Tit. 2.14)

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El divorcio: una perspectiva bíblica
por Enrique Zapata

Nuestro problema para manejar el tema del divorcio es que nuestra cultura ha influido en todos
nosotros. Por lo tanto, nuestra comprensión de la verdad bíblica sobre el tema es vital porque
afecta la forma en que ministramos, o dejamos de hacerlo, a otras personas.

No podemos ser cristianos, aunque nos gustaría—, dijo el carpintero a quien le estaba testificando.

—¿Por qué?—, le pregunté.

—Mi mujer y yo fuimos a una iglesia evangélica para serlo, pero nos dijeron que no podríamos ser
salvos debido a que, según ellos, estábamos viviendo en pecado.

—¿Cómo es eso?—, volví a preguntar. Él siguió explicándome:

—Cuando tenía 19 años me casé con una vecina, pero nos fue muy mal. Siempre nos peleábamos,
hasta que al fin nos separamos. Al pasar los años conocí a Estela y me junté con ella. Realmente
somos muy felices; ahora tenemos un hijo. Decidimos leer juntos la Biblia y fue muy importante
para nosotros. Después de haber leído mucho decidimos buscar una iglesia para aprender más.
Cuando llegamos a esa iglesia que le contaba nos dijeron que estábamos viviendo en adulterio,
que sólo podríamos ser salvos si nos separábamos.

Nos sobrevino una gran tristeza, porque habíamos comenzado a amar a ese Dios del cual
habíamos leído en la Biblia, pero sentíamos que no podríamos ser salvos por lo que nos dijeron.
Para ser salvos tendríamos que separarnos. ¿Y nuestro hijo? ¿Y nosotros? ¿No había ninguna
provisión para aquellos que se habían equivocado en su juventud? Volví a mi casa pensando: ¿Cuál
es la solución para este problema? Me había criado en un buen hogar evangélico, conocía
suficientes argumentos, pero nunca me había encontrado con un caso semejante, que alguien
sintiera tanto dolor por no poder ser del Señor.

Decidí volver a estudiar las Escrituras. Utilizando una concordancia; comencé por el primer texto
que hablaba del matrimonio o el divorcio y fui estudiando todos ellos con cuidado. Descubrí que el
concepto de divorcio está en la Biblia. Mi problema había sido que nunca había estudiado con
cuidado ciertos pasajes que dan gran luz sobre el tema.

Tampoco había estudiado el significado de ciertas palabras en el uso original, sino que les había
dado el sentido moderno, que es diferente. Como resultado había aceptado ciertas premisas que
no son fáciles de sostener cuando estudiamos toda la Biblia A medida que iba estudiando, entendí
también que parte de nuestro problema es que la cultura que nos rodea ha influido en todos
nosotros. Al vivir en una cultura católica, nos ocurre lo mismo que a Martín Lutero: mantenemos
ciertos conceptos del catolicismo. Muchos hemos mantenido el concepto católico sobre el
divorcio. ¿Pero qué es lo que realmente enseña la Biblia?

Para entender claramente el concepto de divorcio, primero debe entenderse el concepto del
matrimonio según las Escrituras. En esencia, lo que debemos enfatizar como cristianos es que el
matrimonio es mucho más que tener relaciones sexuales con alguien: Es un pacto con Dios y con la
otra persona (Mal. 2.14; Pr. 2.17). El matrimonio es una institución fundamental y esencial en la
sociedad y debe conformarse al modelo de Cristo y su iglesia. Es un pacto de responsabilidad, y es
aborrecible romperlo por razones incorrectas.
73
En consecuencia, puede decirse, brevemente, que el divorcio:

- Nunca es deseable. En ciertas ocasiones puede ser necesario, a causa del pecado; pero en
otras ocasiones constituye un pecado en sí (Jr. 3; Esd. 10; Mal 2; Mt. 19).
- Entre cristianos nunca es inevitable. Por la gracia de Dios dos personas pueden cambiar y
resolver sus problemas (no importa cuál haya sido su pasado o personalidad) si la pareja
está dispuesta a buscar al Señor y la ayuda necesaria.
- Entre cristianos está permitido bajo ciertas condiciones y formas de proceder, pero Dios
nunca lo ordena ni exige (1 Co. 7.10-16; Mt. 19.1-12).

Nuestra comprensión de la verdad sobre el matrimonio y el divorcio es vital porque afecta la


forma en que ministramos, o dejamos de hacerlo, a otras personas. Hace poco, después de
estudiar el tema con un grupo de pastores, uno de ellos me dijo: "No conocía estos pasajes de la
Biblia sobre el tema ¡Cuánto daño he hecho por aconsejar mal!"

Nos guste o no, vivimos en un mundo lleno de personas separadas, divorciadas y juntadas. En
Costa Rica, el divorcio está ganando terreno (La Nación, 16 de Marzo del 2000):

 En 1999, de cada cuatro matrimonios que se presentaron al Registro Civil una pareja
decidió deshacer su vida conyugal. En sólo seis años, se duplicó el número de divorcios
registrados, pues pasaron de 3.385 en 1994 a 6.949 el año pasado. Esa tendencia creciente
también se palpa en los juzgados.
 Entre 1991 y 1998, los casos de divorcio tramitados en los tribunales aumentaron de 4.599
a 9.181.
 Mientras tanto, el número de matrimonios que se registra cada año pareciera estancarse.
Entre 1995 y 1999, la cifra rondó las 23.500 bodas anuales .

La que gana es la unión de hecho, pues cada vez más costarricenses optan por ella, según se
deduce de los datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. La Encuesta de
hogares del año pasado reveló que en 123.957 hogares costa-rricenses, los jefes de la familia viven
en unión libre. Esto representa un 17,37 por ciento del total de familias costarricenses, un
porcentaje mayor al 15,09 por ciento que detectó la encuesta de 1998.

Si deseamos ganar adultos para el Señor, nos vamos a encontrar, constantemente, con casos de
personas separadas, divorciadas y/o juntadas. ¿Cuál será nuestra respuesta? ¿Es el divorcio un
pecado imperdonable? Si una persona está juntada: ¿Debe separarse para ser salva? ¿puede
bautizarse una persona que está juntada o separada? Si un cristiano o una cristina ha sido
abandonado o abandonada por su cónyuge, ¿Puede volver a casarse? ¿En qué situaciones? Si
alguien se ha divorciado y vuelto a casar por razones equivocadas: ¿Qué debe hacer?

Para responder a esas preguntas debemos estudiar la Biblia con sumo cuidado, y así entender cuál
es el consejo de Dios. Algunas personas responderán esas preguntas con ligereza, recurriendo a
sus propios preconceptos, pero ¿qué es lo que Dios desea en cada uno de estos casos? La forma y
el cuidado con que interpretemos la Biblia determinará, en gran manera, nuestras respuestas.

Primero: Para interpretar correctamente lo que enseñan las Escrituras sobre un tema, es vital que
estudiemos todos los pasajes relacionados con la cuestión. Es necesario hacerlo con honestidad,
sin preconceptos. Muchos cristianos sólo estudian los versículos que sostienen sus posiciones
preconcebidas y cambian el sentido básico para transmitir lo que ellos quieren. Tenemos que
buscar el significado de las palabras y expresiones en la época en que se escribió el texto.
74
Segundo: Debe entenderse con claridad el siguiente concepto: En las Escrituras se encuentra lo
que podríamos llamar el ideal, lo perfecto, lo que realmente agrada a Dios y lo que es su plan
eterno. Él nunca puede decir que algo es bueno si no es perfecto.

Nunca puede recomendar algo que esté fuera de su voluntad perfecta. Jesús les enseñó a sus
discípulos que debían ser perfectos, así como Dios es perfecto. Nunca pudo decir que estaba bien
que fueran un poquito imperfectos. Así también es con el matrimonio: Dios nunca puede decir que
es aceptable que el matrimonio no sea una unidad perfecta, que le está permitido al hombre no
amar perfectamente a su esposa hasta la muerte. Pero también se encuentra la realidad del
pecado, lo que vemos a causa de la caída del hombre. Dios nunca aprueba el pecado. Tampoco
cambia sus demandas perfectas a causa de la realidad del pecado. Dios denuncia el pecado y exige
que sea considerado un "mal", que no sea suavizado, fácil.

Pero, teniendo en cuenta esa realidad pecaminosa, Dios provee soluciones. No se quedó en el
cielo diciendo que, debido a que el hombre había pecado y salido del ideal, no había ningún
remedio. Las soluciones de Dios tienen el propósito de resolver el pecado, la realidad. No es que
sean en sí mismas lo ideal (y nunca lo van a ser), sino que son remiendos para el problema del
pecado. Es similar a lo que ocurre cuando se rompe una obra de arte en cerámica: Podemos
denunciar todo lo que deseáramos, aquello que nunca debería haberse roto, pero la realidad es
que se rompió. La solución de pegarla con cemento especial resuelve el problema. Esto no significa
que lo bueno e ideal fuera pegar la obra de arte con cemento, aunque mejor es eso que dejarla
rota.

Muchas veces, estas soluciones todavía quebrantan la ley perfecta de Dios, pero son las soluciones
que Él mismo proveyó para el pecado. Por ejemplo, según la ley, cuando una persona mataba a
otra en forma deliberada, las autoridades tenían la responsabilidad de asegurar que se matara al
asesino. Aun en el Nuevo Testamento, en Romanos 13, dice que el gobierno no lleva en vano "la
espada" para castigar a los que hacen mal (la espada simboliza la pena de muerte). Nunca fue lo
ideal, la voluntad perfecta de Dios, que un hombre matara a otro, pero, debido a la realidad del
pecado, fue necesario legislar para ordenar la situación. Hay cientos de casos en los que vemos a
Dios proveyendo, y aun bendiciendo, una solución para el pecado. Pensemos, por ejemplo, en el
deseo del pueblo de tener un rey (l Sam. 8). No era la voluntad perfecta de Dios, pero les dio un
rey que Él mismo escogió. Antes de que ellos lo pidieran, Él había dado instrucciones para el futuro
rey (Dt. 17.14-20), con promesas de bendición. Y no sólo eso, sino que Jesús vino a través del linaje
real de David. Pero no termina allí. Jesús era descendiente de David a través de Betsabé, una
relación que había comenzado en una forma completamente pecaminosa pero que Dios bendijo
cuando hubo arrepentimiento verdadero. Jesús también era descendiente de Judá ("El León de
Judá") a través de Tamar (Fares), y todos conocemos esa historia de Génesis 38. En la misma
forma, nuestra propia redención tiene su base en algo que nunca fue lo ideal ni lo perfecto: Que
Jesús, el Hijo de Dios, muriera por nuestra culpa Pero Dios, en su amor, buscó una solución para
nuestro problema. Observe que todo los anteriormente enunciado son "soluciones" (plural).

Entonces nosotros, como ministros de Dios, necesitamos estudiar las Escrituras a la luz de estos
tres conceptos: 1) Lo ideal y perfecto, 2) La realidad pecaminosa y 3) Las soluciones de Dios.

Nunca debemos aceptar como perfecto lo que no responda al ideal de Dios. Tenemos que enseñar
en forma clara lo que Dios requiere para la humanidad. Pero también necesitamos recordar que
Dios, aunque odia el pecado, ha provisto soluciones para remediarlo. Debemos odiar el pecado en
todas sus formas, pero también debemos ayudar a las personas en sus realidades, en vez de
quedarnos en la condenación. No soy ministro fiel si no presento su condenación al mal,
acompañada de sus soluciones para ese mal. Lamentablemente, muchos se han quedado en las
condenaciones, actuando igual que los fariseos contra la mujer (Jn. 8), sin proveer la gracia y
misericordia de Jesús, que es parte de su misma naturaleza.

75
En las grandes soluciones provistas por Dios hay una verdad que sobresale y es que su gracia y
misericordia prevalecen sobre la ley. No es que anulen la ley, sino que la superan. La gloria de la
redención en Cristo es que somos perdonados y perdonadas en forma plena, completa y para
siempre.

Ese perdón implica dos elementos fundamentales: que no tenemos más culpa y que la pena (el
castigo) ha sido quitada completa y eternamente en Cristo. ¡Qué notable! ¡Predicamos esta verdad
en todas las áreas, excepto el divorcio! Nunca encontramos que fracasar en el matrimonio sea el
pecado imperdonable. Pero si Dios no da razones para que el cristiano divorciado sienta culpa, lo
más probable es que la iglesia sí se las dé. En la mayoría de los casos, cuando Dios no exige una
pena (castigo), la iglesia la impone. Alguien puede haber sido asesino, ladrón, drogadicto, violador;
mientras más grandes hayan sido sus pecados, más lo pondremos sobre la plataforma para dar
testimonio del perdón y la gracia de Dios. Pero si fracasó en su matrimonio es diferente: lo
rechazamos. ¿Cuál es nuestra base para hacer tal distinción de pecados? Y peor todavía, aun la
propia víctima del divorcio será tratada como culpable del pecado imperdonable. Necesitamos
volver a considerar las implicaciones de la obra perfecta y completa del Señor en el área del
divorcio, y predicarlas.

También es necesario que descubramos las soluciones que Dios ha provisto para los diferentes
casos, pecados y problemas relacionados al matrimonio, así como también sus soluciones y
condiciones. Porque no todos los pecados son iguales, ni tampoco son iguales todas las causas por
las cuales se produce un divorcio. Vemos en la misma Biblia diferentes formas de tratar el divorcio
según las causas, dependiendo de si eran justas o injustas (Esd. 10; Jr. 3; Dt. 22; Mt. 1.19). Agrupar
a todas las situaciones y personas en un mismo casillero puede llevar a conclusiones tan ridículas
como el decir que un pueblo es ateo porque una persona del pueblo lo es. Nos gusta encasillar a
todas las personas y cosas en uno o dos casilleros, a causa de nuestra pereza, simpleza o
prejuicios. Pero la vida es mucho más complicada que eso. Y el verdadero siervo de Dios tiene que
aprender a ver las variaciones multifacéticas que se presentan entre las diferentes personas y
problemas, así como también los principios y la gracia que ofrece Dios para resolverlos.

Miremos los textos bíblicos más significativos que hablan sobre el divorcio.

Antiguo Testamento: El divorcio según Moisés

Sin duda el pasaje más importante sobre divorcio en el Antiguo Testamento es Deuteronomio
24.14. Este es el texto al que se refieren los fariseos cuando le preguntan a Jesús sobre el divorcio
(Mateo 19).

Observaciones del texto:

1. No prohíbe el divorcio ni lo castiga aun cuando la causa pueda ser algún pecado, sino que lo
reconoce y lo reglamenta: Habla de cómo debe ser realizado. Esto es interesante, porque en este
texto no se señala al divorcio como pecado ni se le condena bajo la estricta ley de Moisés. El que
se divorcia de su esposa no tiene que llevar un sacrificio al tabernáculo para estar bien con Dios.

2. Da la causal para el divorcio: "por haber hallado en ella alguna cosa indecente....". Es importante
notar que eso no se refiere al adulterio ni a que haya tenido relaciones prematrimoniales, porque
la ley penaba estos pecados con la muerte (Dt. 22). Se ha debatido mucho sobre qué es lo que
incluye esta expresión, sin llegar a un acuerdo. Dado que en el Nuevo Testamento se especifican
las condiciones para el divorcio legítimo, no vamos a entrar en una discusión inútil.

3. El texto indica los pasos necesarios para el divorcio:

76
a. Escribir una carta de divorcio. La antigua literatura judaica nos ha dejado ejemplos de estas
cartas. Su función era que la mujer tuviera un documento que dijera que ella era libre y podía
casarse con otro sin peligro de ser acusada de adulterio. Otra función de la carta, era ayudar al
hombre a tomarse tiempo para pensar y ver la seriedad de su acto.

El hecho de tener que sentarse a escribir una carta que le otorgara permiso a su esposa para
casarse con otro y que le impidiera a él reclamarla ni tomarla de vuelta, seguramente frenaba
muchos de los arranques de ira momentánea.

b. "La entregará en su mano". El hombre tenía que entregársela personalmente en la mano.


Seguramente esto también lo haría pensar y reflexionar.

c. "La despedirá de su casa". Aquí no había una opinión intermedia, la decisión era radical y
conclusiva. En las Escrituras no encontramos (con la posible excepción de I Co. 7.10-11, entre
cristianos) el concepto de la separación como se lo conoce hoy en día en algunos países, un estado
intermedio en que una persona ya no está más casada, pero tampoco está divorciada, en total
libertad.

d. "Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre". Enseña explícitamente que puede ir y
volverse a casar. Observe que no desalienta la iniciativa de volverse a casar y tampoco considera
que sea pecado.

e. Pero una vez que se ha casado con otro, tiene totalmente prohibido volver al primer esposo,
aun después de la muerte de su segundo marido. Y con la advertencia fuerte de que «es
abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por
heredad». ¡Qué notable es esta prohibición!, que está repetida también en Jeremías 3.1, 8, y
muestra una fuerte oposición a la posibilidad de "rehacer" el primer matrimonio. Esto nos debe
llevar a pensar un poco en qué es lo que enseñamos y practicamos en el presente. ¿Hacemos bien
al enseñar que deben volver al primer matrimonio?

En resumen, se puede decir que este pasaje de la ley de Moisés no prohibe el divorcio, sino que lo
reglamenta, incluyendo en forma explícita la autorización de que la mujer se vuelva a casar.
También incluye la prohibición absoluta de que vuelva a retomar el primer matrimonio, una vez
unida a otro hombre.

Los 113 divorcios requeridos por Dios (Esd. 10)

En este pasaje encontramos un caso muy interesante, en el cual Dios les exige a ciertos hombres
que se divorcien de sus esposas paganas. Dios ordena la disolución (divorcio) de esos matrimonios,
mostrando que hay valores espirituales y eternos que trascienden la supuesta indisolubilidad del
matrimonio. En el Antiguo Testamento, al menos, hay divorcios ordenados por Dios, presentados
como una parte de su plan. No es que el divorcio fuera una cosa buena sino que era una respuesta
a un mal que, a los ojos de Dios, era peor. Dios no odió el divorcio en esta ocasión, sino que odió lo
que lo había hecho necesario. Este pasaje es muy interesante a la luz de las enseñanzas de 1
Corintios 7.12-16.

El odio al divorcio

El contexto de este pasaje es muy importante para entender correctamente lo que enseña. En
muchas oportunidades, este pasaje ha sido sacado de contexto y utilizado para generalizar, dando
lugar a aplicaciones incorrectas de la Palabra.

1. En el versículo 11, encontramos el problema real: El pueblo de Judá "se ha casado con la hija de
un Dios extraño". Y para cometer este gran mal habían hecho otro, se habían divorciado de sus
77
esposas, hijas de Su pueblo. En este contexto, Dios dice que odia el divorcio de ellos. Es
importante tener en cuenta este contexto para entender lo que realmente está enseñando el
pasaje.

2. En el versículo 15 encontramos una de las causas por las que Dios estaba tan molesto con estos
hombres: "Porque buscaba una descendencia para Dios". Al haberse divorciado y luego casado con
mujeres que creían en dioses extraños, esos hombres nunca iban a poder cumplir con uno de los
propósitos de Dios para la familia israelita: Crear descendencia para Dios. El problema principal no
era tanto que se hubieran divorciado, sino que lo habían hecho para casarse con mujeres paganas
y así habían imposibilitado la tarea importante de criar hijos para Él. El próximo versículo, donde
figura la expresión tan citada, confirma el concepto que acabamos de desarrollar.

3. El versículo l6 dice: "Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio (divorcio),
y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro
espíritu, y no seáis desleales".

No hay que separar las dos partes de este versículo; "aborrece el repudio y al que cubre de
iniquidad su vestido". Dios odiaba estos divorcios de hombres que se habían divorciado de sus
esposas para cubrir su vestido de la gran iniquidad de casarse con personas completamente
prohibidas. El casarse con estas mujeres era una abominación a Jehová. Estaban usando mal la
provisión de la ley, dada por Dios para que pudieran divorciarse si encontraban algo indecente en
sus esposas. Ellos se divorciaron, no por un problema en sus esposas sino para casarse con
mujeres paganas. Dios odiaba este abuso y degeneración. Si enten-demos esto, evitaremos la
contradicción con otras partes de las Escrituras, donde Dios mismo ordena el divorcio (Esd. 10) o
habla de que Él se va a divorciar de Israel (Jr. 3). Dios odia todas las causas que hacen que el
divorcio sea necesario, y odia algunos divorcios, pero no todos.

Nuevo Testamento: Las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio (Mateo 19)

Ha llegado la hora de mirar lo que Jesús enseñó sobre el divorcio. El pasaje más extenso sobre el
tema es Mateo 19. Ha habido gran discusión sobre este pasaje por parte de aquellos que por algún
motivo no desean aceptar la enseñanza que está desarrollada claramente aquí. Los argumentos
tales como, por ejemplo, "Las palabras no son de Jesús sino de Mateo", y otros similares, han sido
rebatidos por muchos eruditos evangélicos, que han demostrado sus errores y engaños. Este
artículo asume directamente que este pasaje es parte de la Palabra de Dios inspirada y que debe
ser tomado con toda seriedad, como palabra de autoridad. Es fundamental observar el contexto
del pasaje. Según el versículo 3, los fariseos habían acudido a Jesús para tentarle. La intención de
ellos no era el deseo honesto de saber todas las verdades sobre el matrimonio y el divorcio sino
hacerlo tropezar. En situaciones similares, o en otros pasajes, generalmente no encontramos que
Jesús responda a los ataques impartiendo enseñanzas completas ni extensas sino compartiendo lo
indispensable para encarar la situación. Aquí encontramos lo mismo. Entonces no debemos
pretender que Jesús desarrolle todos los puntos básicos del matrimonio y el divorcio sino sólo
aquellos conceptos fundamentales que están en juego en la trampa que le están tendiendo. No
debemos olvidar esto cuando estudiamos el pasaje.

Algunos consideran que es lamentable que Jesús no haya dado una explicación completa sobre el
matrimonio y el divorcio, ni aquí ni en ninguna otra parte. La pregunta es: ¿Por qué? Tal vez haya
dos razones posibles: Primero, que Jesús asumiera que la enseñanza del Antiguo Testamento
estaba clara, completa y no necesitaba ser "retocada"; segundo, que prefiriera que los apóstoles
desarrollaran las doctrinas que hicieran falta sobre el tema en las epístolas. Cualquiera sea la
explicación correcta, lo que sí tenemos que creer es que en las Escrituras se encuentra todo lo que
necesitamos para vivir y servir como Dios desea, si las estudiamos con cuidado, en su totalidad (2
Ti. 3.1-17).

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Observemos entonces la pregunta que le hacen a Jesús: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer
por cualquier causa? No vamos a entrar en las grandes discusiones sobre las dos escuelas de
interpretación que están en juego detrás de la pregunta. En esencia, lo que le están preguntando
es si una persona podría repudiar a su esposa por "cualquier cosa".

El sentido del griego es "por cualquier y toda causa", o "por toda causa, no importa cuál sea". Es a
esta pregunta a la cual Jesús dirige su respuesta.

Primero, vuelve al principio, al propósito de Dios, a lo ideal. El propósito es que vivan como una
sola carne. Es importante entender que el concepto de una sola carne, en Génesis, es diferente del
concepto que tienen muchos hoy. En el hebreo, en Génesis 2.24, la palabra "una" es la misma
palabra usada en el famoso pasaje de Deuteronomio 6.4. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová
uno es". La palabra habla de unidad completa, partes individuales que funcionan como una unidad
perfecta. Volviendo a Génesis 2.24, se indica que, la pareja fue hecha para formar una persona
constituida de dos partes. La esencia es la unidad de propósito, y funciona en dos partes: El
hombre y la mujer. Este fue el diseño de Dios para el matrimonio. ¡Qué triste es cuando no
funciona así!

Entonces, en el versículo 6, Jesús da su enseñanza básica: Que el hombre no se debe "separar"


(recordemos que el término griego chorizo significa separar por divorcio total -vincular- lo que
Dios ha unido). Creo que aquí se expresa la voluntad perfecta de Dios, a la cual todos nosotros
tenemos que apuntar y enseñar.

A continuación, ellos le preguntan por qué lo mandó Moisés. Jesús les explica que el motivo de
esta provisión era que "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así". Obviamente, divorciarse no es ninguna virtud, ni algo bueno.
En otras palabras, la realidad del pecado hizo que Moisés lo permitiera. No es lo ideal, ni lo que
Dios desea, pero está permitido por causa de la dureza del corazón. Debemos notar que Moisés no
lo mandó, sino que lo permitió.

Pero Jesús no termina con sólo decir que Moisés lo permitió, sino que vuelve al otro tema en el
versículo 9: ¿Cuándo puede uno divorciarse y volver a casarse sin pecar? "Y yo os digo que
cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada, adultera".

Hay que entender claramente que en el tiempo de Jesús todos aceptaban que un divorcio válido
implicaba, automática-mente, la libertad de volver a casarse. Aun las palabras usadas en griego lo
muestran. La palabra traducida como divorciar o repudiar es apoluo, que significa "dar libertad".
Esta palabra era usada cuando una persona era dejada libre del servicio militar y podía volver a su
vida normal, o para el que quedaba libre de un contrato y ya no tenía más responsabilidad. Era la
palabra usada comúnmente en el Imperio Romano para el divorcio, indicando que el contrato o
compromiso había concluido, dejan-do a los dos en libertad total. "Aun encontramos el divorcio en
la iglesia de los primeros 300 años. Algunos autores católicos pretenden explicar la permisión al
divorcio testificada por algunos documentos, interpretándola como simple 'separación de lecho,
mesa y techo'. Y esto ocurre porque ignoran que, en la realidad, ninguna ley de los tiempos
antiguos reconocía tal separación. Ni la ley judía ni la romana veían en la culminación de la unión
matrimonial otra cosa sino el divorcio total. No existiendo la separación como institución legal, no
es posible que las autoridades eclesiásticas la recomendasen. Debemos concluir, por lo tanto, que
los Padres de la Iglesia no se referían a esta separación; cuando permitieron el divorcio,
entendieron disolución total del vínculo con permisión de segundas nupcias." (Divorcio y nuevo
matrimonio, Víctor J. Pospishil, p.40. Un libro interesante escrito por un erudito católico, quien
documenta el cambio de posición de la iglesia católica desde los primeros siglos hasta ahora.)

79
Lo que se discutía era cuáles eran las bases válidas para divorciarse. Jesús, entonces, da su posición
sobre este concepto: Una posición muy estricta para su época. Por eso es que los discípulos
reaccionaron en la forma que lo hicieron en el versículo 10. Si no hubiera sido una posición tan
estricta en comparación con el parecer popular nunca hubieran reaccionado así.
Lamentablemente, hoy en día hay muchos que, por cambiar el sentido de las palabras de Jesús, las
hacen todavía más duras de lo que él dijo.

Jesús dice que el que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera. Primero, hay que definir lo que significa la palabra "fornicación". La palabra griega, es
porneis, que significa "prostitución, incontinencia, fornicación; práctica de toda clase de relaciones
sexuales prohibidas" (Walter Bauer). La palabra tiene un uso muy amplio e implica toda clase de
irregularidades sexuales, como la homosexualidad, el incesto, la infidelidad y el adulterio. Los
grupos evangélicos que desean restringir el significado a las relaciones sexuales prematrimoniales
o de incesto no están usando la palabra como se la entendía y usaba en la Biblia. Es importante
comprender la amplitud de esta palabra, porque en la realidad de la vida encontramos personas
casadas que practican estos pecados, aunque esta realidad no nos guste .

En otras palabras, todos estos pecados dan la libertad de repudiar y volver a casarse sin entrar en
el pecado de adulterio. La razón es que el pecado sexual quebranta la relación en una forma que
puede llegar a ser imposible de reparar. "El Antiguo Testamento condena el adulterio con pena de
muerte (Lv. 20.10). El Nuevo Testamento dice que un adulterio ha de ser considerado como la
muerte de una persona, y el compañero inocente queda libre de sus votos matrimoniales, como si
su compañero se hubiera muerto" Jorge Ladd. (El Evangelio del Reino, Editorial Caribe, p. 87).

Segundo, está implícito en el texto, cuando dice "salvo por causa de fornicación" (me epi porneis o
parektos logou poneias en Mateo 5), que en el caso en que ha habido porneis no resulta adulterio
divorciarse y volver a casarse. Es adulterio divorciarse y casarse de nuevo con otra persona cuando
no ha habido "fornicación" por parte del otro cónyuge. Pero cuando la ha habido, siendo que la
persona tenía una razón válida para divorciarse y volver a casarse, no es adulterio. ¿Por qué?
Porque en el divorcio válido una persona está libre de su compromiso o contrato con la otra
persona.

Tercero, Jesús dice que todo repudio y nuevo casamiento que no tiene porneis como su
justificación, lleva a uno al pecado de adulterio.

Muchos dicen que la enseñanza de Jesús está dirigida a los que están en el Reino de Dios o que se
consideran parte de él, en otras palabras, cuando los dos son participantes del pueblo de Dios. Es
importante considerar esta cuestión a la luz de 1 Corintios 7.12-16, donde se da otra base para el
divorcio, para casos donde los dos no son parte del pueblo de Dios.

Mateo 5.31, 32: En este pasaje, parte del Sermón del Monte, encontramos exactamente la misma
enseñanza que en Mateo 19, salvo que se halla una frase oscura a la que quisiera referirme
rápidamente:

"El que repudie a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere" ¿Qué
significa esta declaración? Encarándola, esta traducción no tiene sentido. ¿Cómo puede un
hombre hacer que una mujer inocente cometa adulterio divorciándose de ella? Seguramente eso
está solamente en las manos de ella. Es como decir que un hombre es llevado a robar porque le
roban sus cosas.

Guillermo Hendriksen ofrece una explicación satisfactoria. Jesús está hablando aquí del pecado del
hombre, no de la mujer inocente. Ella no ha hecho mal. Es él quien ha pecado y cometido adulterio
por medio de su recasamiento. La clave del problema parece encontrarse en el hecho de que el
verbo está en forma pasiva (en griego), indicando algo sufrido, no algo cometido. Una autoridad

80
tan eminente como Thayer afirma que no hay razón por la que deba ser traducido en forma activa
aquí.

En vista de esto, Hendriksen hace esta traducción: "Pero yo les digo, que cualquiera que se
divorcia de su mujer, salvo por causa de fornicación, hace que ella sufra el adulterio", (no que lo
cometa) y el que se case con la divorciada, se hace culpable de adulterio. Ella sufre lo malo. El hace
lo malo." (Verdadero Discipulado, de Osvaldo Sanders).

Lucas 16.18 y Marcos 10

Aquí encontramos a Jesús dando la enseñanza del ideal de Dios sin hablar de la excepción. Algunos
quieren entonces invalidar la enseñanza clara de Mateo 5 y 19, diciendo que no está incluida en
los otros pasajes. Pero hay dos puntos importantes para contemplar en este sentido:

1. Tenemos que estudiar toda la Escritura para encontrar todo el consejo de Dios. Es lo mismo que
pasa con la oración: Algunos pasajes dicen "Pedid y recibiréis", sin hablar de ninguna condición.
Pero todos nosotros sabemos (o debemos saber) que tenemos que entender esos pasajes en base
a los otros que sí ponen condiciones como, por ejemplo, que nuestra petición sea según la
voluntad de Dios.

2. Muchos eruditos del griego afirman que el sentido del idioma, en Lucas, es "Todo el que repudia
a su mujer para casarse con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido adultera.
En otras palabras, cuando un hombre se divorcia de su mujer porque (su motivo es que ) vio una
que le gustó más, no porque encontró en su primera mujer algo indecente o fornicación sino
porque directamente quería otra, Jesús dice que es incorrecto, es adulterio casarse con la otra y es
incorrecto (adulterio) para el que se case con la repudiada por participar en el mal del hombre que
se divorció sin razón válida.

Enseñanza epistolar

El primer texto que vamos a considerar es 1 Corintios 7.10-16. Es muy importante comenzar en
este texto porque es el único pasaje de las epístolas que fue escrito específicamente para hablar
sobre la cuestión del divorcio.

El primer punto digno de observación es la diferencia entre los versículos 10-11 y 12-16. Se dice
que la diferencia está en que los primeros son inspirados porque los mandó el Señor y que los
segundos no lo son porque expresan la opinión de Pablo, de modo que se puede opinar que aquí
Pablo se equivocó. Pero esa forma de interpretar las Escrituras (aunque es muy conveniente si
deseamos escoger y rechazar las partes de la Biblia que nos gustan personalmente) no es muy
honesta.

Si se estudian las Escrituras con un poco más de honestidad y diligencia, se encuentra lo siguiente:
Generalmente, cuando un autor dice que el Señor dice o manda algo, se refiere a verdades que el
Señor dijo o mandó directamente en persona. En cambio, a través de todas las Escrituras, cuando
el mensaje inspirado ha venido a través de una persona, lo más común es que hable como si fuera
suyo. Vemos esto en el vr. 25 del mismo capítulo, donde Pablo dice nuevamente que no tiene
"mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor
para ser fiel". Pablo considera que aquello que comparte como su opinión merece ser tomado
como palabra fiel. Más aun, casi todas las epístolas están presentadas de esta misma forma por los
apóstoles: "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo... a la iglesia de....". O "Pedro,... a los
expatriados que están en....".

¿Quién estaba escribiendo? ¿Pablo? ¿Pedro? Sí, bajo la inspiración de Dios (2 Pe. 1.20-21). Jesús
mismo usa esta forma en diferentes oportunidades, cuando hace referencia a alguna verdad que
81
Dios reveló a través de uno de sus instrumentos, y no en forma directa Por ejemplo, dice que "por
la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió...." (Mt. 19.8).

¿Acaso Jesús está diciendo que lo dijo Moisés y no Dios? Nosotros sabemos muy bien que Moisés
fue el medio a través del cual habló Dios.

Entonces, volviendo a 1 Corintios 7.10-16, encontramos lo siguiente: Los versículos 10-11 se


refieren a una verdad sobre la cual Jesús dio un mandamiento en forma directa, pero los versículos
12-16 tratan de un tema del cual Jesús no habló, y del cual entonces habla Pablo. Fijémonos en lo
que enseña:

1. "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: que la mujer no se
separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido
no abandone a su mujer". En el contexto de los versículos 10-11 está hablando a parejas en que
los dos son cristianos. En este caso, el Señor ha mandado directamente. ¿Cuáles son las verdades
que se aplican a las parejas cristianas? Primero, que no se deben separar. Eso es lo correcto y
debido. Las parejas cristianas tienen el poder como para resolver sus problemas en la gracia de
Dios, de modo que no debe haber necesidad de separación. Pero, de todas maneras, otorga esa
posibilidad cuando, por alguna razón, alguien no está queriendo o pudiendo vivir según esta
norma. En esos casos, Pablo dice que, si se separa, no se debe volver a casar. No ordena que la
pareja cristiana se separe, pero sí contempla la realidad de que va a ocurrir en algunos casos.
Observe que no prohíbe la separación, sino que la reglamenta. Segundo, dice: "si se separa,
quédese sin casar o reconcíliese con su marido". En este versículo, encontramos que el creyente
que se separa de otro creyente no está en libertad de volver a casarse con otro. La persona tiene
dos opciones: Permanecer sin casarse o reconciliarse.

Este pasaje se refiere a dos personas que son creyentes y que, aparentemente, no tienen
causantes como el adulterio, para divorciarse. (En Mt. 19 estudiaremos las excepciones posibles).
Una pareja donde los dos son creyentes, puede resolver problemas de carácter, de hábitos, de
"incompatibilidad", con la ayuda del Señor (muchas veces el Señor usa un pastor, un libro, un
profesional cristiano como instrumentos), si ambos están dispuestos a buscar ayuda. Debido a
que, como creyentes, es posible que resuelvan cualquier problema, Dios no les da otra salida.
Necesitan arreglar sus problemas o quedarse sin casar. Pero como no es fácil vivir sin pareja, la
situación debe llevar a la persona a ver su necesidad de cambiar.

Pastoralmente, creo que cuando se ve a un miembro de la pareja que no está dispuesto a cambiar,
y sus comportamientos o actitudes son pecaminosas, se hace necesario seguir los pasos de Mateo
18.15-18. Si no hay ninguna indicación de arrepentimiento, en ciertos casos se puede llegar a
dudar de que esta persona sea nacida de Dios.

El adulterio tiene solución cuando la persona que lo cometió se arrepiente y se aparta, porque su
cónyuge puede perdonarle con la gracia de Cristo. Pero cuando no hay arrepentimiento y se han
seguido los pasos de Mateo 18.15-18, la pareja se ha disuelto de hecho.

Es importante para nosotros observar que la palabra "reconciliarse", en griego, implica la acción
de resolver las dificultades o diferencias que han causado el problema Muchas personas empujan
a las parejas que se han separado a volver a vivir juntas, llamándole a eso "reconciliación". Pero, al
no haber resuelto los problemas, el resultado es que, generalmente, al poco tiempo, se vuelven a
pelear. Nuestro gran desafío, como consejeros, es ayudar a las personas a encarar los problemas y
cambiar, para que puedan vivir juntas en una forma satisfactoria. No hay ninguna virtud en que
vivan debajo del mismo techo, si día y noche se la pasan peleando y destruyéndose uno al otro.
Tenemos que ayudarlos a reconciliarse (cambiar) bíblicamente.

82
2. En los versículos 12-16, el apóstol Pablo encara otro problema: El de una pareja "mixta", donde
uno es creyente y el otro no. Cuando Jesús estuvo en la tierra no habló de este problema, de modo
que Pablo tuvo que hacerlo. Cuando el evangelio se extendió en culturas paganas, frecuentemente
se presentó el problema de que un miembro de la pareja se convirtiera y el otro no. ¿Cuál es la
enseñanza que los cristianos deben tener en cuenta?

a. Si el no creyente consiente ("siente placer", según el griego), el creyente no debe abandonar al


no creyente. Debe vivir de tal forma que su conducta buena, casta, amorosa gane al no creyente (1
Pe. 3).

b. "Pero... (v.15) si el incrédulo se separa, sepárese". Si el incrédulo quiere separarse, el creyente


debe separarse. Aquí hay un concepto en el cual es muy importante entender el vocabulario
usado. La palabra aquí, en griego, es chorizo, que significa separación por divorcio total (vincular).
El concepto católico de la separación como un estado intermedio, distinto del divorcio, era
desconocido en la antigüedad. En aquellos tiempos, la separación se hacía por divorcio (total). No
había separación sin divorcio. Tenemos que interpretar el pasaje a la luz del uso de la palabra en la
época neo testamentaria y no según nuestros conceptos modernos. Literal-mente, la frase dice:
"Si el incrédulo desea separarse (el significado de la palabra en griego es: separarse por divorcio
total) déjelo". La idea es que, si el incrédulo ha decidido divorciarse, el creyente no debe tratar de
impedirlo.

Si hoy en día Pablo escribiera este versículo en castellano moderno, probablemente diría algo así:
"Si el incrédulo se quiere divorciar, divórciese, firme los papeles". La expresión "sepárese", en el
griego, está en el imperativo permisivo, que implica que el creyente debe separarse. Es una orden.
En otras palabras, es un caso en que se exige el divorcio.

En el versículo 15, encontramos más evidencia importante sobre este concepto. Pablo dice que, en
el caso de que el no creyente se separe, el hermano o la hermana no están sujetos a servidumbre.
Hoy hay mucha controversia sobre lo que significa esta expresión, mayormente porque la vemos a
través de nuestros ojos modernos. Pero miremos el sentido de las palabras en esa época. "Bajo
servidumbre" y "no está... bajo servidumbre" eran términos legales que se empleaban en el
comercio de esclavos. Cuando un amo compraba un esclavo, el esclavo quedaba sujeto al yugo de
servicio ininterrumpido hacia el dueño. Si un esclavo se escapaba, el amo podía hacerlo arrestar y
traer de vuelta, pero si se declaraba legalmente que "no estaba bajo servidumbre" el que había
sido su amo hasta entonces, no tenía ya derecho alguno sobre él. La liberación del esclavo
consistía en un "certificado de entrega" o "contrato de renuncia". Este justamente es el efecto que
tenía la carta de divorcio en el caso del matrimonio mencionado en 1 Corintios 7.15.

"No está bajo servidumbre": Expresión fuerte que indica que el cristianismo no ha convertido al
matrimonio en un estado de esclavitud para los creyentes. Claramente, el significado es que la
deserción voluntaria por el cónyuge incrédulo deja libre al otro. Tales casos no están
contemplados en las palabras de Cristo en Mateo 5.32 y 19.9, las cuales eran una instrucción dada
especialmente para Israel, como pueblo de Dios, en primer lugar y luego para la Iglesia de Cristo."

El Dr. Jay Adams dice: «(En el vr. 15) el estado en que se encuentra el creyente después de tal
divorcio, se define así: Bajo estas circunstancias el hermano o la hermana no está atado».

Todos los lazos del matrimonio han sido quitados. Está completamente eximido de toda obligación
matrimonial y es una persona totalmente libre. Tampoco tiene ninguna obligación a reconciliarse
en matrimonio. Pablo expresa esta idea más adelante en el versículo 27b, cuando habla de estar
'libre de mujer'. La palabra libre es luo (en griego), 'soltar, desatar, liberar', que en el versículo 27
está contrapuesta a deo, 'atar, ligar' (usada para decir que está ligado a su esposa).

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La palabra deo vuelve a aparecer en el vr. 39 con el mismo significado. Sin embargo, en el versículo
15, el término empleado, en lugar de ligado', es 'sujeto a servidumbre', del griego douloo, un
término todavía más fuerte que significa 'esclavizar'. La idea es que, cuando los lazos del
matrimonio se han roto, el creyente está liberado de sus obligaciones matrimoniales hacia el no
creyente, y de la carga de tratar de mantener un matrimonio sobre el cual el no creyente no tiene
pretensión alguna. Está liberado de esa esclavitud."

Por lo tanto, está implícito que la persona divorciada está libre de las responsabilidades legales y
espirituales. Como resultado, también está libre para volver a casarse mientras que esta vez los
dos sean del Señor. No es un adúltero vuelto a casar, porque está libre delante de Dios, y aún
podríamos decir en obediencia a Dios, ya que Él mandó que uno se separe (divorcie) si el incrédulo
desea irse.

Lo básico que Dios señala aquí por lo cual el creyente debe "firmar los papeles" es: «Sino que a paz
nos llamó Dios. Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú,
oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?». Note dos razones: Primero, "que a paz nos ha
llamado Dios". En otras palabras, Dios desea que el creyente viva en paz. Si es imposible en su
hogar, por la convivencia con el incrédulo (por culpa del incrédulo, si el creyente realmente está
viviendo como Dios desea), la partida del mismo resulta en la posibilidad de que el creyente tenga
la paz a la cual lo llama Dios. Segundo, siendo que no sabemos si el incrédulo va a conocer al Señor
o no, no debemos basar nuestra esperanza en eso. Lamentablemente, muchos cristianos quieren
prometerles a otros lo que Dios nunca ha prometido. Dios no le da al creyente la seguridad de que
su cónyuge se va a convertir. Cuando algunos cristianos toman las palabras de Pablo al carcelero
de Filipo, "Tú y tu casa serán salvos", están usando una promesa hecha a un hombre particular,
que en ningún lado es repetida como una promesa a todas las personas. Este mismo Pablo, en 1
Corintios 7, enfatiza que no sabemos si el cónyuge se va a salvar, por lo cual no debemos frenar la
separación si el cónyuge lo desea. ¡Qué diferentes son muchos de nuestros conceptos a los de la
Biblia! ¡Qué error es decirles a los creyentes que no deben cooperar en la separación porque "hay
que tener fe en la promesa de Dios de que Él va a salvar a toda la familia"! Ocurre en algunos casos
y no en otros. No es que alentemos la separación sino que reconocemos lo que Dios enseña aquí.

Hace poco tiempo vino a mi oficina una señora que se ha estado resistiendo a otorgar la
separación que su esposo desea. Ha intentado detener eso a toda costa. Pero ¿cuál ha sido el
resultado? Sólo ha conseguido que el esposo se vuelva más agresivo; está maltratando a los niños
y a ella misma. Después de haberle leído y explicado 1 Pedro 3.1-5, que habla de cómo tratar al
esposo incrédulo, tratando de ganar al esposo por el lado bueno, también tuve que decirle que, si
de todos modos, él sigue insistiendo en separarse, ella no debe oponerse.

Romanos 7.1-3: Este pasaje ha sido usado para enseñar del divorcio. Sin embargo, no fue escrito
con ese propósito. Pablo usa el matrimonio para ilustrar una verdad teológica, pero no escribió
este pasaje para hablar del matrimonio. Es lógico que él no mencione allí las excepciones a la regla
general en el matrimonio, porque únicamente crearían confusión sobre el tema que en realidad
está tratando: Nuestra unión con Cristo.

Creo que la respuesta cristiana al nuevo casamiento es igual. Dios, en su amor, provee un remedio
que no es lo ideal. Sin embargo, el remedio permite a la persona vivir con la ayuda que necesita
(Gn. 2.18) y con la protección necesaria contra la inmoralidad (I Co. 7.2). Dios provee, en su
misericordia y gracia, la posibilidad de una nueva oportunidad.

La triste necesidad del divorcio debe impulsarnos, como cristianos, a enseñar, amonestar,
aconsejar y usar todos los medios posibles para ayudar a las parejas a no llegar nunca al punto de
tener que divorciarse. Cada caso que enfrento me hace consciente de cuánto necesito trabajar
para evitar este gran mal. El divorcio no es una cuestión fácil ni agradable, pero mientras haya

84
pecado en el mundo, deberemos seguir enfrentando su realidad. Que Dios nos ayude a entender
cada vez más su pensamiento para cada caso.

© Apuntes Pastorales
Edición de abril-junio de 2000
Volumen XVII - Número 4
© Copyright 2001-2006, Desarrollo Cristiano Internacional. Todos los derechos reservados.
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DISCIPLINA: MOLDEANDO LA VOLUNTAD CON SABIDURIA
Charles Swindoll
Capítulo 6 del libro Sabiduría para la Vida Familiar

Yo me opongo a cualquier argumento cuya lógica se base en extremos. Invariablemente, ese tipo
de pensar conduce a ridículas conclusiones.

Veamos, por ejemplo, el tema de los accidentes automovilísticos. Algunos choferes de hoy son
descuidados, desconsiderados y francamente irresponsables cuando se sientan tras el volante. Sus
acciones imprudentes causan incontables accidentes. Con gente como esa en nuestras calles y
carreteras, puede ser peligroso conducir vehículos. Uno puede quedar seriamente herido mientras
maneja su automóvil, incluso quizá hasta lo maten. Sin embargo, ¡qué locura sería que alguien
sugiriera que la mejor solución para nuestra elevada tasa de accidentes sea la de no conducir
vehículos!

O miremos todos los matrimonios desdichados que nos rodean. Muchos de los que se casan
tienen disputas con sus cónyuges. Las voluntades chocan. Abundan las peleas. Persiste la falta de
armonía. Los tribunales están atiborrados de divorcios. A pesar de este dilema, nunca he
escuchado a alguien sugerir que aprobemos leyes que declaren ilegal el matrimonio, aunque eso
solucionara inmediatamente todos los futuros conflictos conyugales.

Sin embargo, cuando se trata de la disciplina física de los niños, ésa es la clase de lógica que uno
oye exponerse en esta época. Como el castigo corporal ha sido llevado a brutales extremos por
algunos padres o tutores, la tendencia de muchos es “botar el bebé junto con el agua del baño”.
Eso es lo que acontece cuando la diplomacia y la comodidad reemplazan al discernimiento y la
exactitud.

Hace años aprendí un principio que nunca me ha fallado ni siquiera una sola vez: ‘Nunca adoptes el
extremo como norma tuya. ¿El anverso de ese principio? El equilibrio y la sabia prudencia deben
prevalecer cuando existe la posibilidad de riesgo o peligro. Eliminar todo castigo corporal porque
algunos padres han abusado de él o usado mal, significa abrazar una postura extremista que
desafía a la lógica y al sentido común y. lo que importa más, niega el consejo de la Sagrada
Escritura.

Antes de proseguir, déjeme esclarecer que aborrezco y deploro toda forma de maltrato abusivo,
especialmente el maltrato a los niños. No cabe en mi filosofía o teología la disciplina doméstica
llevada a ese extremo. Como padre que ha criado cuatro niños propios y pastor que se ha visto
obligado a intervenir en casos de maltrato doméstico de toda la gama imaginable, he comprobado
las recompensas de la disciplina justa como también los horrores del maltrato descontrolado. No
hay manera reconocida de eliminar el riesgo, pero a la luz de los beneficios finales que acompañan
a la apropiada disciplina de los niños, estoy ahora más convencido que nunca de que Dios honra a
aquellos que siguen Sus instrucciones, aunque algunos las malentiendan, las apliquen mal y lleven
a un extremo Su consejo. Por favor, entiendan que nunca he abogado, ni lo haré, por cualquier
tipo de acción que sea abusiva o injusta para los niños; ¿cómo podría hacerlo a la luz de lo que
acabamos de leer en el capítulo cinco? Los niños son originados y “entretejidos” por el Creador,
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¿se acuerda? Cada uno es un precioso regalo único dado por Dios con habilidades divinamente
prescritas. Por eso no asombra que Jesús enseñara:

Y cualquiera que haga tropezar a algunos de estos pequeñuelos que creen en mi, mejor le fuera
que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del
mar. (Mateo 18.6)

Claro que esa declaración nunca fue dicha con el propósito de que se les deba dar a los niños
irrestricta y desenfrenada libertad. Vuelva a leer el título que les di a este capítulo. Gracias a Dios
que he aprendido algo desde que Dios nos dio a nuestros cuatro hijos. Veinte años atrás yo
hubiera titulado este capítulo “Compórtate bien o embárcate” y hubiera ofrecido cinco o seis
pasos precisos del éxito en esto de ser padres, con resultados garantizados. Ahora no, ¡de ninguna
manera! Dejo esos ideales a los conferenciantes y autores que no tienen un hogar lleno de niños.
De modo que, teniendo detrás años de experiencia llenos de duros golpes y noches insomnes
como papá, quiero volver a Proverbios, el antiguo libro de sabiduría y dejar que algunos de estos
principios probados por el tiempo, surjan en toda su gloria.

UNA DECLARACION DIGNA DE RECORDARSE

Justo antes de leer los consejos de Salomón, dése tiempo para ponderar un pensamiento digno de
recordar. La disciplina confirma su amor por su hijo antes que hacer que el niño se lo cuestione. El
niño que vive con corrección justa y consecuente, aprende que usted lo valora. Cuando usted se
preocupa lo suficiente como para establecer sanos límites, cuando se toma el tiempo para hacer
que rijan las reglas, y cuando sirve de modelo a las expectativas que tiene, los niños crecen mucho
más felices y más seguros que aquellos a los que se les da virtualmente rienda suelta. Numerosas
pruebas demuestran que los niños bien queridos pero justamente disciplinados son más sanos y
maduran para ser más adultos productivos y seguros que aquellos criados en ambientes
ultrapermisivos.

Volvamos a una antigua declaración bíblica que puede habérsele olvidado que estaba en el Libro:

“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo
corrige”. (Proverbios 13:24).

Unir el amor con la disciplina fue muy sabio de parte de Salomón. Aquellos que verdaderamente
aman a sus hijos se dan cuenta de la importancia que tiene la disciplina consecuente. El niño
siente que los padres se preocupan cuando se afirman y mantienen los parámetros que han
establecido, lo cual proporciona un apoyo emocional indispensable para una adultez.

TRES DISTINCIONES IMPORTANTES: Como la nuestra es época de extremismos, debemos dejar en


claro unas cuantas distinciones en aras del completo entendimiento.

Primero, hay que distinguir entre maltrato y disciplina. Aunque ya he intentado eliminar toda
duda al respecto, quiero explicarme en forma dolorosamente clara. Invariablemente, cuando
alguien desea encontrarle defectos a una persona que cree en disciplinar a los niños, la manera
más efectiva de criticarlo es acusarlo de ¡maltrato! Quizá me ayudaría hacer un paralelo para
mostrar el contraste entre ambos:

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Brutal Disciplina
Injusta Justa y esperada
Degradante y Sustenta a la dignidad
desmoralizadora Equilibrada: limitada
Extrema —muy dura, brutal Dolorosa sin cicatrices
Torturante; deja cicatrices Motivada por el amor
Resultado del odio y rencor Conduce a un sano
Crea terror, daño emocional respeto por la
y resentimiento respecto autoridad
a la autoridad
Destruye la autoestima Refuerza la autoestima
conduce a un horroroso conduce a que la
daño permanente y a la persona se
incapacidad de ser
responsable
más adelante en la vida.

Algunas casas son cámaras de horror. A padres pecaminosos y enfermos (que fueron víctimas en
muchos casos del maltrato infantil), les falta la suficiente fortaleza interior para auto controlarse
cuando administran la disciplina. Algunos, debido a las drogas o el alcohol, ni siquiera se dan
cuenta cuando están funcionando descontroladamente.

Vivo en la desparramada metrópolis de Los Ángeles, una enorme selva de necesidades humanas.
Difícilmente pasa un día en que no vea, escuche o lea de niños que son maltratados. No hace
mucho un niñito murió, en un día de intenso calor, dentro del automóvil con llave, con las
ventanas cerradas. Las historias que rompen el corazón son interminables.

El abuso sexual es otra faceta de este trágico paisaje, más prevaleciente de lo que cualquiera de
nosotros quisiera admitir, Algunos relatos del abuso a que se somete a los niños, me hacen llorar.
Tal vez sea por eso que me esfuerzo al extremo para asegurarme de que nadie siquiera implique
que yo abogo por una disciplina que se aproxime al maltrato.

Segundo, hay que distinguir entre abatir el espíritu y moldear la voluntad. En otro proverbio
leemos sobre “un espíritu quebrantado”.

“El corazón gozoso alegra el rostro, pero la tristeza quebranta el espíritu “. (Proverbios 15.13)

Consideremos otro, la misma idea con diferentes palabras:

“El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos (Proverbios
17.22).

Sería bueno reemplazar abatido por quebrantado. Que nunca se olvide que, en última instancia,
una de las principales metas de la disciplina es la de edificar la fortaleza interior del niño, la de
darle la seguridad y la confianza en sí mismo que le darán ayuda interior durante todos los
restantes años de su vida; la de ayudarle a cultivar un espíritu sumiso, el corazón de un siervo.
Pero cuando se abate el espíritu dentro del niño, la luz se apaga en lo más profundo de su ser. El
“impulso” necesario para lograr metas y cumplir objetivos se detiene, dejando a la criatura
abandonada a merced de las olas. Sabio es el padre que mantiene una vigilancia protectora sobre
el frágil espíritu del niño mientras que, al mismo tiempo, trata de moldear esa porfiada voluntad.

Tercero, hay que distinguir entre infantilismo normal y desafío voluntarioso. Todo niño que crece
necesita espacio para descubrir, aprender, equivocarse y experimentar todas las demás cosas que
involucra el crecer para madurar. De vez en cuando los niños, naturalmente, olvidan hacer una
tarea, derraman su leche, y el agua, y el jugo y la bebida y el cereal ¡TODO! Se tropiezan y se caen.
Rompen cosas. Dejan olvidadas en sus bolsillos cosas como: piedras, caracoles y ranas. Se resbalan

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en la bañera y golpean sus cabecitas. Ensucian la ropa limpia recién puesta segundos después de
salir. Se olvidan de que usted les dijo que permanecieran limpios.

Todo eso es parte de ser niño. No es que traten de ser malos o desafiadores, sino que están
sencillamente aprendiendo. Es injusto indignarse y retar duramente a un pequeñuelo por cosas
como las señaladas. En tales ocasiones la disciplina resulta inapropiada. Cynthia y yo conocemos a
una pareja que tiene varios varoncitos en su familia. Son grandes muchachos. Bochincheros,
inquietos, ruidosos, enérgicos y divertidos. Los niños no son intencionalmente rebeldes, sino sólo
activos. Sus padres han realizado una maravillosa labor en moldear sus voluntades con sabiduría.

Hace varios años ellos estaban de visita en la casa de una familia, en el sur del país, y en esa
ocasión desayunaban más bien apurados. La casa, situada en el estado de Georgia, era elegante,
los anfitriones muy finos y la mesa estaba bellamente puesta: mantel de encajes, loza muy fina,
utensilios de plata, en fin lo mejor.

Como nuestros amigos debían abordar el avión, se vieron obligados a comer rápido para irse
pronto. Todo iba bien. Ningún plato quebrado, nada de leche derramada, ni siquiera un salero
volcado. Era como un milagro chiquito, un sueño realizado hasta que como tenía que apresurarse
para estar a la hora, papá se agachó para tomar a su hijo número cuatro justo en el momento en
que el desayuno decidió salirse del estómago del niñito. En una décima de segundo, la serena y
digna elegancia se transformó en el máximo enredo sucio. ¿Qué hacer? ¿Cómo podría uno
recobrarse de algo así? Le pregunté al papá qué hizo. Sonriente, se encogió de hombros: “Bueno,
nos disculpamos y tomamos el avión”. Sí, se disculparon una docena de veces, y trataron de
ayudar a limpiar; pero los niños son niños, siempre. Disciplinar a un niño en una situación así es
algo fuera de toda lógica. Usted se limita a tragarse el orgullo, sonreír dulcemente, decir que lo
lamenta, limpiar el vómito y tomar el avión.

PRINCIPIOS PARA TRATAR LA ACTITUD DESAFIANTE

Otra cosa es el desafío voluntarioso. Aquí tengo en mente la desobediencia deliberada de parte
del niño. Dudo que esa clase de conducta exija mucha explicación. Los profesores lo ven a diario
en el aula; los comerciantes la enfrentan en sus tiendas; los policías lo encuentran diariamente, los
que trabajan con la juventud en las iglesias del país, siempre se ven obligados a tratar con ella.
¿Por qué? porque los padres no lo hacen. La permisividad encontrada en los hogares de hoy es
francamente preocupante. No resulta raro encontrar hogares centrados en el niño, donde éstos
intimidan a sus padres. Asustados de mostrarse duros, vacilantes para permanecer firmes en
contra de la decidida voluntad de sus niños, los padres crean un escenario doméstico que se
vuelve insoportable.

El conocido conferenciante y escritor Denis Waitley realiza una obra maestra cuando describe tal
tipo de escena en un inolvidable encuentro que tuvo con un pequeño rebelde al que etiquetó de
“Bradford el Bárbaro”.

En mis seminarios sobre ser padres y líderes, cuento una historia real sobre una joven pareja que
me invitó a comer a su casa hace un tiempo, después de una jornada entera en la universidad. Este
hombre y mujer, ambos muy inteligentes, con títulos de estudios avanzados, habían optado por un
hogar centrado en los niños, de modo que su criatura de cinco años, Bradford, tuviera
absolutamente todo a su disposición para ser un triunfador allá en el competitivo mundo.

Cuando llegué a la entrada de automóviles de su casa, un chalet Tudor de dos pisos, muy de moda,
en el fondo de la calle sin salida, debiera ya haber sabido lo que me aguardaba. Me topé con su
muñeco E.T. al bajarme del auto fui saludado con un “¡Fíjese por dónde camina o tendrá que
comprarme uno nuevo!” Al entrar por la puerta principal, descubrí instantáneamente que éste era

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la casa de Bradford, no la de sus padres. El mobiliario parecía haber sido, originalmente de fina
calidad. Me pareció reconocer un mueble Ethan Allen que había sufrido “la ira de Khan”. Tratamos
de tomar una taza de algo caliente en la sala, pero Bradford estaba muy ocupado en manejar sus
nuevos controles de Intellivision. Tratar de hallar donde sentarse era como cruzar un campo
minado saltando en un solo pie y con los ojos vendados

Bradford comió primero, en el salón, para que no estuviera solo. Casi volqué mi taza con la bebida
caliente sobre mis pantalones cuando trajeron una silla alta, diseñada como un asiento eyectable
de avión de retropropulsión, con cuatro patas y amarras. Secretamente imaginé una bala de cañón
de veinte milímetros amarrada a un cohete espacial puesto bajo el asiento, con un fusible de dos
segundos. ¡Bradford tenía cinco y tenían que amarrarlo a una silla para que comiera una comida!

Cuando empezamos con nuestras ensaladas en el comedor, que era una alcoba abierta adyacente
al salón, el joven Bradford había tirado su cena en la alfombra y procedido a verter encima su
leche para cerciorarse de que las arvejas y las zanahorias penetraran bien profundamente en los
pelos de la alfombra. Su madre le dijo: “Bradford, tesorito, no hagas eso. Mami quiere que tú
crezcas fuerte y sano como papito. Te traeré algo más de comer mientras papito limpia eso”.

Mientras ellos estaban ocupados en eso, Bradford se había soltado las amarras, bajado de su
percha, y reunido conmigo en el comedor, comiéndose mis aceitunas. “Pienso que debieras
esperar tu comida” le dije discretamente, sacando su mano de mi plato de ensalada. El movió su
pierna para patearme la espinilla, pero no me fallaron mis reflejos de viejo expiloto, de modo que
crucé tan rápido las piernas que no logró asestar patada, perdió el equilibrio y se cayó sentado en
el suelo. Uno hubiera creído que se encontraba en el dentista por lo que aullaba mientras corría a
su madre sollozando: “El me pegó”. Cuando sus padres preguntaron qué pasaba, serenamente les
informé que se había caído accidentalmente y que, además, “yo nunca le pegaría al jefe de un
hogar”

Supe que era hora de irme cuando llevaron a la cama a este Príncipe Valiente, poniéndole
galletitas en los escalones para incentivarlo a subir. ¡Se comió su ida a la cama! “¿Cómo van a
lograr motivarlo para que vaya a la escuela?” les pregunté tranquilamente. Ellos se rieron
contestando: “¡Oh, seguro que ya se nos ocurrirá algo!” “Sí, pero ¿qué pasa si los perros del barrio
se comen lo que le pongan? ¡Se va perder igual que Hansel y Gretel!” Mientras manejaba el
automóvil camino al aeropuerto, le pedí a Dios que me perdonara por no haberme quedado
callado.

¿Cómo podemos impedir que suceda esa clase de cosas en nuestro propio hogar? No basta con
pensar positivamente y orar mucho. Tampoco servirá que deposite al jovencito o jovencita en la
iglesia un par de veces por semana. Créame, esto requiere poner manos a la obra de disciplinar.
SUS manos, padres. Consideremos cuatro sugerencias, de dos palabras cada una, que funcionaron
bien en el hogar de los Swindoll:

Empiece temprano

Contrariamente a la creencia popular, no es solución esperar hasta que sus hijos estén en la
escuela. En lugar de hacerse más fácil, mientras más tiempo espera, la disciplina se dificulta cada
vez más. Examinemos estos dos proverbios:

“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige”
(Proverbios 13:24).

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“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él”
(Proverbios 22.15).

En el primer proverbio, la expresión desde temprano, merece serio estudio. Originalmente,


significaba “el alba, temprano en el día”. El término adquirió mucho más significado a medida que
transcurrió el tiempo y llegó a significar perseguir algo desde temprano… temprano en la vida. Si
agregamos ese significado, el proverbio podría entenderse así:

“El que detiene la vara a su hijo odia, pero el que lo ama, lo busca con disciplina desde temprano
en la vida.

¿Por qué empezar temprano? ¿Por qué no esperar hasta la adolescencia cuando se puede dialogar
más inteligentemente? Porque la “necedad” está ligada firmemente al ser interior de su niño.
¿Recuerda las “malas inclinaciones” presentadas al final del capítulo anterior? Aquí se trata de la
misma idea.

La “necedad” suena más bien como travesura y picardía, algo alegre y divertido. Pero los hebreos
la entendieron en forma mucho más seria. “Dice el necio en su corazón: No hay Dios...” (Salmo
14:1). El “necio” posee una naturaleza que odia la enseñanza y que se burla de Dios. Por lo tanto,
los “necios” desprecian la disciplina. La necedad no respeta la autoridad, decidida a seguir su
propio camino, se resiste a todo reproche. Y, recuerde, todo esto “está ligado al corazón del
muchacho”, de su hijo. Sabio es comenzar temprano a modelar esa necia voluntad. Un niño
abandonado a sus necios caminos solamente acelera su insolencia a medida que pasa el tiempo.

Padres, no demoren el proceso disciplinario. Dios les dará sabiduría a medida que le presentan a El
su deseo de tener un niño cuyo corazón sea tierno y esté bajo control. Naturalmente, los padres
deben adaptar sus procedimientos disciplinarios a la edad de cada niño. Los niños mayores
pueden (y deben) razonar; pero si usted se demora en empezar, solamente experimentará más
dificultades.

Manténganse equilibrado

Mire otra vez a Proverbios 22:15:

“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la
alejará de él (Proverbios 22:15).

Obviamente, nuestro Señor tiene en mente el castigo corporal. La disciplina aquí implica la idea de
infligir dolor para asociar el dolor con lo malo. El niño aprende dos hechos sencillos pero
esenciales: lo malo produce dolor, lo bueno produce placer.

La zurra comunica al niño un mensaje firme y doloroso. No me refiero a una bofetada en la cara. Ni
el rostro, la parte superior del cuerpo no están diseñadas para recibir ese castigo. Dios ha provisto
en el cuerpo el lugar perfecto para el dolor, incluso ha puesto en esa área un relleno extra. Y
cuando se administra la vara de la disciplina, con la motivación correcta, firme y brevemente, no
deja ningún daño permanente. De acuerdo con la promesa de Dios, alejará la necedad de él.

Para que usted no sonría ante la necedad, ignorando su gravedad, piense que la necedad es tan
fea y devastadora como un demonio. ¡Ese peligro en potencia debe ser enfrentado! Usted le debe
a su prójimo, al profesor de la escuela, a la sociedad en general, el alejar la necedad de su niño. Si
no lo hace, vivirá para lamentarlo.

Para mantener el equilibrio adecuado en mente, hay otro pasaje que debiera considerar:

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“No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo
castigarás con vara, y librarás su alma del Seol. (Proverbios 23:13-14).

Puede que le sorprenda saber que cuando leo eso me siento aliviado. Si la disciplina se administra
correctamente, los padres no deben temer que vaya a producirse la muerte. Cuando me entero de
que un niño fue maltratado tan severamente que se murió, sé que no fue disciplina bíblica la que
se empleó, sino una extremada acción descontrolada de humana locura. Dios promete a los
padres que no habrá muerte resultante de la disciplina que apliquen a Su modo. Efectivamente, la
disciplina apropiada preservará a su hijo de aflicciones extra. “Lo castigarás con vara, y librarás su
alma del Seol”. El Seol es el lugar de la muerte, la tumba. La disciplina libera.

Esto nos resguarda contra el maltrato del niño en vez de darnos licencia para tratarlo brutalmente.
En efecto, esto dice “Castiga con firmeza cuando haya habido voluntariosa insolencia, y tienes la
seguridad que te da Dios de que tu progenie no morirá”. Esa clase de disciplina no mata.

La palabra hebrea yah-saar, que se traduce por vara, me molestó la primera vez que me puse a
estudiar esto, hace unos nueve años. Me fastidiaba porque sonaba ruda, pero luego me alivió
saber que se traduce como vara porque la palabra hebrea realmente significa bastón. Súbitamente
agradecí que mi padre ignorara el hebreo en aquellos días. No pasen por alto esto: layah-saar
indica que ha de usarse un implemento cuando discipline a sus niños. Quizá debiéramos pensar
por un momento en eso.

Durante una parte de mis años de crecimiento, papá era maquinista. Tenía brazos fuertes. Cuando
me zurraba, no lo hacía con una varilla o paleta, sino con su mano. Quizá esa sea la razón por la
que viví buena parte de mis años de infancia teniendo miedo de mi padre: identificaba a mi papá
con el dolor del castigo.

Cuando empezamos a criar a nuestros hijos (y queríamos hacerlo a la manera de Dios), Cynthia y
yo decidimos que siempre usaríamos una pequeña paleta para disciplinar a nuestros hijos. La
paletita que usamos estaba unida a una pelota chica como del tamaño de una de pimpón, que se
devolvía, por lo que sacamos la pelotita y usamos solamente la paleta. Teníamos varias, dispuestas
en distintos lugares de la casa. Por alguna extraña razón desaparecían continuamente, de modo
que terminamos por esconderlas. De esa manera siempre estarían en lugar seguro fuera de la
vista.

Seguimos un particular proceso que explicaré más adelante. Me agrada decir que resultó bien:
nuestros hijos relacionaron el dolor con la paleta y no con nosotros.

Una vez después de haber castigado a nuestra hija menor y de haber revisado todo el problema,
ella estaba en su dormitorio preparándose para irse a la cama. De pronto, exclamó “¡Papi, ven!”. Y
yo pensé: “Pero, ¿qué habrá pasado? ¿Qué habrá hecho? ¿Habrá chupado su lamparilla? ¿Qué
sucede allí?” Corrí a su dormitorio para saber cuál era el problema. Mirando enojada a la paleta
que por olvido se me había quedado sobre su tocador, ella grito: “saca eso de aquí”. Lo que
interesa es que ella me quería cerca pero no a “esa cosa”.

Quizá esa sea la razón por la que Dios sugiere la “vara” cuando se trata de disciplinar. Pero puede
que aun usted no se convenza. Todavía puede sentir injusto o brutal pegarle a su hijo o usar un
instrumento para hacerlo. Puede temer que su niño dude de su amor si usted le produce dolor.

Deténgase por un momento en la manera en que Dios lo trata a usted, a mí. Le recuerdo que Dios
dice que nos ama y que a quien ama, azota (Hebreos 12:6). ¡Esa sí que es palabra fuerte! Puede
significar hasta despelleja. Sé que mi Padre celestial me ama y se interesa por mí. ¿Cómo lo sé?
Cuando yo me comporto mal, El me lleva aparte y despelleja mis asentaderas. Créame, nunca me
olvidaré de Sus palizas. Necesito esos momentos. Si se me dejara no hacer caso a Su voluntad
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prescrita para mí y se me permitiera salirme con la mía, yo pensaría que El, realmente, no se
interesaba por mí.

Pero para mantenernos equilibrados, debemos recordar que debe haber .o pasen corrección
verbal junto con el dolor físico. Es necesario que añadamos cuando nuestras palabras de
reprensión. ¿Por qué iba yo a sugerir tal mezcla? Lea en eso. Proverbios 3:11-12.

“No menosprecies, hijo mío el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová, al
que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”.

¿Qué significa todo esto? Cuando usted equilibra sus principios disciplinarios, no sólo sostiene
firme una vara, sino también la lengua fiel. Ambas van juntas.

De vez en cuando oigo que la gente dice: “Hubo momentos cuando era niño en que me pegaron
pero no supe por qué”. Eso significa que la disciplina fue desequilibrada.

El niño necesita que lo traten con bastante firmeza cuando ha hecho algo malo, pero siempre, sí,
siempre, necesita saber por qué. Cuando el niño no tiene idea de por qué le pegan, significa que la
disciplina es incorrecta e injusta.

Para los padres es sumamente importante recordar que a medida que el niño va creciendo, debe
haber cada vez menos castigo físico y más corrección verbal. Una vez que llega a un cierto nivel de
madurez, no hay más paliza, sólo conversación. Su consejo cambia de físico a verbal a medida que
su hijo madura. Debo agregar esto: No hay una edad especial para todos los niños en cuanto a la
llegada de este momento. Algunos niños pasan la edad del castigo físico cuando llegan a los nueve
o diez años. No he conocido muchos de éstos, pero los hay. Cuando llega la
adolescencia, usted se ha aproximado peligrosamente a esa frágil voluntad propia donde la paleta
hace más daños que beneficio. Claro que hay raras excepciones.

Entendamos también que la corrección verbal no es dar latigazos con la lengua. El término hebreo
significa “probar, demostrar, convencer”. Nosotros convencemos mediante palabras a nuestros
hijos, que malo, es malo, y que no puede ser tolerado. Recuerde que esa cita de Proverbios
termina así:

“Porque Jehová al que ama reprende como un padre al hijo en quien se deleita “. (v. 12).

Eso ayuda. La palabra deleita” significa “aprobar a alguien, estimar”. Incluso significa “admirar,
afirmar”.

¿Sabe su hijo que usted lo admira? Su admiración les ayuda a admirarse riente no a sí mismo. ¡La
afirmación obra maravillas!

Su hijo no sólo necesita el toque periódico de la paleta en el lugar y momento adecuados, también
necesita la sabia corrección de su lengua. Esto le ayuda a razonar a través de todo el asunto de la
provocación y su consecuencia. A veces los niños se dan cuenta de que ciertas personas que tienen
autoridad sobre ellos no pueden ponerles la mano encima, de modo que se aprovechan de eso
para intensificar su rebeldía, lo cual puede llegar a una postura muy desafiante. En esas ocasiones
todo lo que puede hacerse es verbal; pero no piense ni por un momento que todo es en vano.

Mi viejo amigo, el doctor James Dobson, escribe acerca de uno de los ejemplos más divertidos (yo
agregaría, efectivos) de esto que yo haya leído:

En ausencia de liderazgo de los padres algunos niños se ponen extremadamente majaderos y


rebeldes, especialmente en los lugares públicos. Quizá el mejor ejemplo sea el de un niño de diez
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años, Roberto, paciente de mi buen amigo, el doctor William Slonecker, quien contaba que su
equipo pediátrico temía los días en que Roberto tenía turno tomado. Este niño literalmente
atacaba la consulta, tomando instrumentos, archivos y teléfonos. Su pasiva madre hacía poco más
que mover desconcertada la cabeza.

Durante un examen físico el doctor Slonecker observó varias caries en los dientes de Roberto y
supo que debía transferirlo a un dentista del lugar, pero, ¿a quién conferir semejante honor? El
envío de un paciente como Roberto podía significar el fin de una amistad profesional.

El doctor Slonecker finalmente decidió enviarlo a un dentista, de más edad, que tenía fama de
entender a los niños. La confrontación que siguió tiene hoy un lugar entre los clásicos de la historia
del conflicto humano.

Roberto llegó al consultorio del dentista, preparado para la batalla.

“Siéntate en ese sillón, jovencito” dijo el doctor. “De ninguna manera,” replicó el niño.

“Hijo, te dije que subas al sillón y eso es lo que quiero que hagas” contestó el dentista.

Roberto miró fijamente a su adversario por un momento y luego respondió: “Si usted logra
subirme a ese sillón, me sacaré toda la ropa”.

El dentista calmadamente dijo: “Hijo, quítatela”. El niño procedió a quitarse la camisa, la camiseta,
los zapatos, los calcetines y lo miró desafiante.

“Bien, hijo” dijo el dentista, “ahora arriba, al sillón”.

“Usted no me oyó” farfulló Roberto: “Dije que si usted me sentaba en ese sillón, me quitaría TODA
la ropa”.

“Hijo, quítatela”, replicó el hombre. Roberto procedió a quitarse los pantalones y los calzoncillos,
quedándose, por último, totalmente desnudo delante del dentista y su ayudante.

“Ahora, súbete al sillón, hijito dijo el doctor. Roberto hizo lo que le decía, se sentó, cooperó
durante todo el proceso. Cuando le limpiaron y taparon las caries, le dijeron que se bajara del
sillón. “Déme mis ropas ahora” dijo el niño.

“Lo siento” replicó el dentista, “dile a tu madre que vamos a retener tus ropas por hoy. Ella puede
venir a buscarlas mañana”.

¿Comprende la sorpresa de la madre de Roberto cuando se abrió la puerta que daba a la sala de
espera, y allí estaba de pie su hijo, rosadito, desnudo como cuando nació? La sala estaba llena de
pacientes, pero Roberto y su mamá caminaron entre ellos para salir al pasillo. Bajaron en un
ascensor público y salieron al estacionamiento, sin hacer caso a las miradas de los que pasaban
cerca.

Al día siguiente, la madre de Roberto volvió a buscar la ropa y pidió hablar con el dentista, pero no
venía a protestar. Estos fueron sus sentimientos: “Usted no sabe cuánto aprecio lo que sucedió
aquí ayer. Vea usted, Roberto había estado chantajeándome con su ropa durante años. Cada vez
que estamos en lugar público, como una tienda de víveres, me formula exigencias irracionales. Si
no le compro inmediatamente lo que quiere, amenaza con quitarse toda la ropa. ¡Usted es la
primera persona que se ha encarado con este chantaje y el impacto en Roberto ha sido increíble!”
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Un versículo más sobre el tema y luego seguimos con el tercer principio. Me encanta Proverbios
29:15 porque da el equilibrio:

“La vara y la corrección dan sabiduría, mas el muchacho consentido avergonzará a su madre”.

La vara, esto es el castigo corporal, y la corrección, esto es la instrucción verbal, dan sabiduría.
Crecemos en sabiduría familiar, padres, cuando comenzamos temprano y conservemos el
equilibrio en este asunto de la disciplina.

Sea consecuente: Ahora hemos llegado a una de mis más duras luchas como padre, posiblemente
sea suya también. Puede que usted se imagine que los Swindoll deben haber realizado como
padres el trabajo ideal, excelente y lo óptimo. Si piensa así, se equivoca realmente. A veces en mi
corazón sabía que mi niño se había portado deliberadamente rebelde y debía ser castigado, pero
no le pegué.

En otras ocasiones sabía que algo había pasado, pero no sondeé todo lo profundo que era
necesario porque me faltó energía para hacerlo. Sé que todo eso no benefició a mis niños y estoy
seguro de que llevan consigo la misma tendencia. Dicho en forma clara y sencilla, el problema es la
inconsecuencia.

Aunque no siempre hemos sido consecuentes, cuando lo fuimos, esta es la manera en que lo
realizamos. Les transmito nuestro proceder esperando que les sirva de guía.

Primero, establecimos firmemente las reglas para que los niños entendieran qué se esperaba, qué
era bueno y qué era malo. Antes que aprendieran a hablar, cuando eran muy pequeños para
comunicarnos, una palmada en las sentaderas era suficiente. Ellos aprendieron a relacionar su
dolor con nuestro disgusto y pena. ¡La desobediencia acarreaba una experiencia dolorosa! Sin
embargo, desde el comienzo hicimos lo mejor posible para cercioramos de que se supieran las
reglas. Ningún niño debe ser sorprendido con una paliza.

Segundo, cada vez que disciplinábamos por transgresión de las reglas, lo hicimos en forma
privada. (Dios nos disciplina en privado). Si era posible, tratábamos de que nadie presenciara la
paliza, pues es muy humillante para el niño tolerarla frente a otras personas. Ni siquiera nuestros
otros hijos miraban la corrección administrada a su hermano o hermana. ¿Por qué agregar
vergüenza al dolor de ser disciplinado? Al igual que no mostrábamos ni comparábamos las notas
de unos con otros, no le pegábamos en presencia de otros miembros o amigos de la familia.
¿Recuerda lo que escribí antes? La disciplina debe sostener la dignidad del niño, no debe
humillarlo. Muchas veces andábamos de compras y tuve que irme de la tienda para darle una
zurra a un niño, el mío, se entiende, Claro que hubo ocasiones en que deseé poder irme de la
tienda para pegarle a otro niño, pero no tenía el derecho. El lugar privado más a mano solía ser el
automóvil, así que nos íbamos allí, y me encaraba con la provocación. Normalmente, por
supuesto, esto tenía lugar en el dormitorio mismo del niño, con la puerta cerrada.

Tercero, después que la razón de la paliza quedaba clara y firmemente administrado el castigo,
abrazábamos y consolábamos al niño. A veces sollozamos junto con nuestro hijo o hija. No escribo
eso para parecer bien, sino porque sencillamente es cierto. Me cuesta recordar un momento en
que haya administrado la paliza sin sentirme con ganas de llorar junto con mi niño. Siempre me
duele causarle dolor a mi hijo. Abrazábamos apretadamente al niño y le hablábamos con calma, a
veces hasta por media hora, y luego salíamos juntos del dormitorio. No sometíamos a nuestros
hijos al exilio de llorar solos en sus dormitorios. Si hay un momento en que el niño necesita la
ternura y presencia de un padre o madre, es después que le ha sido administrada la disciplina.

Con nuestro hijo menor vimos que él mismo alzaba sus bracitos para que lo abrazáramos (por
entonces ya habíamos aprendido a perfeccionar bastante la técnica), haciéndolo como en forma
94
automática, esperando que le afirmáramos nuestro amor y compadeciéramos. Entonces
conversábamos de lo que había pasado y que nunca más debía suceder y de lo mucho que
apenaba a su papá o mamá y afligía a nuestra familia.

Deben mencionarse un par de puntos específicos sumamente importantes.

Primero, no debe tolerarse la rivalidad entre hermanos. En nuestro hogar no se permitió que un
hermano o hermana atacara verbal o físicamente a otro u otra. Exigimos que los desacuerdos se
ventilaran. Es cierto que eso llevaba mucho tiempo y, a menudo exigía que mamá o papá se
sentaran a desempeñar el papel de árbitros. Pero rehusamos dejar que se arreglaran peleando
mientras nosotros hacíamos la vista gorda. El flagelo de la rivalidad entre hermanos, en mi
opinión, es más dañino para la armonía doméstica que cualquier otro tipo de conflicto que deba
enfrentar una familia. Por favor, atiéndanme: sus hijos deben aprender la manera de resolver sus
diferencias de manera inteligente, controlada y serena o, de lo contrario, llevarán consigo a su
adultez el espíritu de rivalidad.

Segundo, hicimos lo mejor posible para tratar severamente tanto las malas actitudes como
manejamos las malas acciones. Tal como con la rivalidad entre los hermanos, esto no es fácil de
hacer. Ahora, que ya son crecidos, nos damos cuenta de que cuando nuestros hijos adultos
observan una mala actitud en otro niño, o a veces en uno de ellos, comentan: “Necesita un ajuste
de actitud; alguien debiera mostrárselo”. Realmente han aprendido la importancia de una actitud
cooperadora y positiva.

Empiece temprano. Mantenga el equilibrio. Sea consecuente.

Necesitamos otra guía más para cerrar este capítulo. Sinceramente esta es una que
probablemente ni hubiera mencionado veinte años atrás.

Sea razonable

En todo usted debe ser razonable. Los niños perfectos no viven en su casa ni en la mía. Tampoco
los padres perfectos. Entienda que habrá momentos en que usted mismo va a transgredir sus
propias reglas. Vivir bajo el constante asalto de la culpa no le ayudará ni a usted ni a su familia. Por
falta de una mejor forma de decirlo, déjese un “espacio de fluctuación”. Trate con el mayor
empeño de no exigir perfección ni de sacar a relucir los males pasados y perdonados, ni de
establecer su nivel de expectativas a demasiada altura. La familia debe seguir siendo un equipo, lo
cual significa que deben tirar juntos para l mismo lado, flexibilidad, ajuste, ceder, tomar. Cuando
los niños se crían y crecen en un ambiente “razonable” sienten la libertad de fallar sin que los
aplaste una tonelada de culpa. También crecen con mejores recuerdos de cómo fueron las cosas
en su infancia.

METAS Y OBJETIVOS MAYORES

Permítame ayudarle con un par de metas y objetivos mayores relacionados con la disciplina. Aquí
va la primera: una meta realista para los padres: Dé el modelo del rol de Dios hasta que su niño
llegue al punto en que cambia el rol de autoridad. Nosotros tenemos que servir de modelo para el
lugar que tiene la autoridad de Dios hasta que nuestros hijos sean lo suficientemente maduros
como para trasladar la autoridad, de nosotros a su Padre celestial. ¡Saquen, entonces, sus manos,
padres, cuando pase ese período de transición! pues en este punto ya está tratando con un adulto,
no con un niño, así que no le dispense un trato infantil sino que déjelo libre.

Si se va a la universidad, suelte su agarre. Si se casa, suéltelo para que se case. Si se trata de su


propia carrera, estupendo, déjelo que prosiga esa carrera. Respete el derecho a crecer que Dios le

95
dio. Sea usted el modelo del rol de autoridad de Dios hasta que los niños lleguen al punto en que
se produce el cambio natural de autoridad; entonces, ¡déjelos irse!

Una segunda y final meta para nuestra paternidad es ésta: cultive en los niños un sano respeto por
sí mismos y por los demás, de modo que se desempeñen bien, independientemente de lo que les
sea contrario. Mientras moldea las vidas de sus niños, empéñese en cultivar ese sano respeto por
sí mismos y los demás, de modo que puedan adaptarse e ir más allá de lo que los otros pudieran
visualizar. Cynthia y yo tratamos de alcanzar ese importante objetivo cuando invertíamos horas
con nuestros hijos. Después de todo, la meta final de los padres es edificar decisión, esperanza,
firmeza y fibra en el ser interior de cada niño y ¡eso lleva años!

El siguiente relato no sólo es la hermosa historia de una familia, sino el ejemplo perfecto del
principio con el cual quiero concluir. Michael Elmore es un gastroenterólogo, palabra poli silábica
que significa que es un médico que se especializa en enfermedades del aparato digestivo. Cuando
estaba en la escuela de medicina, pasó por una prueba de inteligencia, y logró un CI de 126
puntos, puntaje considerado como “superior”. ¿Quién hubiera soñado que treinta y cuatro años
antes una directora de escuela le dijo a la madre de Michael que el niño era semiretardado
mental? Charlotte Elmore manejó eso sabiamente; se negó sencillamente a creer lo que le dijeron.
Incluso, nunca se lo dijo a Michael hasta que obtuvo el título de médico. Leamos el relato de
Charlotte que comienza en la oficina de esa directora de escuela, cuando Michael tenía seis años.

Desesperada le pregunté si le podían hacer de nuevo la prueba, a lo cual ella meneó su cabeza y
dijo que no. Tratando de mostrarle cuán “normal” era Michael, empecé a hablarle de todas las
cosas que el niño hacía bien, pero ella dejó de lado mis comentarios y se paró despidiéndome a la
vez que decía “Michael estará bien”.

Esa noche, después que Michael y su hermana Linda, de tres años, estuvieron acostados, llorosa le
hablé a Frank sobre lo que había sabido ese día. Después de conversarlo, nos pusimos de acuerdo
en que conocíamos a nuestro hijo mucho mejor que la directora, o que una prueba de inteligencia.
Decidimos que el bajo puntaje de Michael en esa prueba debía estar equivocado.

Tal como yo, Frank no podía creer que nuestro hijo fuera “semiretardado”. En lugar de eso, me
habló de algunas de las cosas que Michael había hecho recientemente y que, según él, probaban
que el niño era inteligente. Dijo que una noche Michael se interesó por los esbozos de planos en
que él estaba trabajando, de modo que buscó el juego de bloques de formas raras de Michael, y
rápida mente dibujó una representación bidimensional de cada uno de los bloques, pidiéndole al
niño que identificara cuál bloque correspondía a cada dibujo. Frank comentó que le gustó ver lo
bien que trabajó Michael. También me habló de la facilidad de Michael para hacer cosas con su
juego de constructor, siguiendo los diagramas que venían con el juego.

Nos mudamos a Fort Wayne, Indiana, en 1962, y Michael ingresó en el Liceo Luterano Concordia.
Sus notas le garantizaron que pudiera inscribirse para estudiar los cursos preparatorios para la
universidad, incluyendo biología, latín y álgebra, esa materia que nunca iba a poder aprender
según lo que me dijeron cuando estaba en primero básico. Prontamente la biología se convirtió en
su asignatura favorita y empezó a decirle a todo el mundo que iba a ser médico.

Michael entró a estudiar el curso preparatorio para medicina en la Universidad de Indiana, en


Bloomington, en 1965. A mitad de año su promedio de calificaciones fue tan excelente que quedó
en la lista de los mejores y tuvo permiso para cursar más horas que las recomendadas por la
universidad. Se ganó los suficientes créditos para ser aceptado en la Escuela de Medicina de la
misma Universidad, en Indianápolis, a fines de su primer año en el preuniversitario.

96
Cuando estaba en primer año de medicina, hizo otra prueba de inteligencia y obtuvo 126 puntos
en vez de los 36 de antes. Según su directora de estudios básicos, un aumento como ése era
imposible.

El día de su graduación, el 21 de mayo de 1972, Frank, Linda y yo asistimos ala ceremonia y


abrazamos a ¡nuestro doctor Mike! Después de la ceremonia les contamos (a Michael y Linda) del
bajo CI que Michael sacó en la prueba de inteligencia cuando tenía seis años, tal como habíamos
planeado hacerlo. Primero, ambos pensaron que estábamos bromeando. Desde ese día Michael a
veces nos mira y dice, con un gran guiño sonriente: “Mis padres nunca me advirtieron que no
podría ser médico, hasta que obtuve el título”. Esa es su forma de agradecernos por la fe que
tuvimos en él.

Se ha dicho que los niños suelen cumplir las expectativas que los adultos tengan de ellos: dígale a
un niño que es tonto y se comportará como tal. A menudo nos preguntamos que habría pasado si
hubiéramos tratado a Michael como a un “semiretardado” imponiéndole límites a sus sueños.

¿Saben sus hijos lo mucho que usted confía en ellos? ¿Se dan cuenta del alto valor que tienen para
usted? ¿Sería usted tan decidido como los Elmore para rechazar un puntaje de una prueba de
inteligencia? ¿Protege a sus hijos contra la información insegura que podría dañar la autoestima
de ellos? Nunca habrá un mejor momento para responder a esas preguntas que ahora. Puede que
desee comenzar abrazando a sus hijos, sin suponer que ellos lo saben, para decirles el deleite que
representan para usted. Cerciórese de que cada uno de sus hijos esté seguro de su confianza y fe
en ellos. Puede tener en sus manos a otro Michael con el potencial de llegar mucho más lejos de lo
que podría señalar el puntaje obtenido en alguna prueba.

Ha pasado mucho, muchísimo tiempo desde la última vez que algún niño oyó palabras como esas.
No suponga que lo sabe. Los padres que esperan moldear con sabiduría las voluntades de sus hijos
deben mezclar mucho amor y afirmación en sus disciplinas, tema del cual trata el próximo
capítulo.

97
Cuatro puntos cardinales en relación con los hijos
por Osvaldo Casati

La comunicación es la entrega más importante y profunda que podemos dar. La relación padres e
hijos depende de la calidad de la comunicación. Aquí compartimos orientaciones para mejorar la
experiencia diaria de comunicarnos. Los grados de relación entre padres e hijos pueden pasar por
distintos niveles, en los que no sólo deberíamos tomar en cuenta los aspectos afectivos. Debemos
partir, para realizar un análisis útil, de la consideración de la estructura humana.

Somos distintivamente seres racionales, es decir que tenemos el uso de la razón o intelecto para
conocer y juzgar. Superamos todo otro ser creado que nos rodea en el privilegio de razonar y
entender nuestras decisiones.

En segunda instancia somos seres volitivos. La capacidad de resolver, hacer o no hacer nos faculta
para determinar responsablemente nuestras acciones.

Y para completar nuestro análisis no podemos dejar de enfatizar, particularmente porque tenemos
una fuerte influencia latina, nuestra condición de seres emocionales. La definición de emoción,
estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los
sentidos, ideas o recuerdos, la cual produce fenómenos viscerales que percibe la persona
emocionada, y con frecuencia se traduce en gestos, actitudes u otras formas de expresión, nos
parece precisa pero menos rica que la propia experiencia que nos lleva a llorar o exaltarnos y que
reconoce la ira o la ternura como fundamentos.

Este tríptico que conformamos cada uno de nosotros no está en un perfecto e inalterable
equilibrio, sino que en índices diferenciados y variables nos hacen adquirir una personalidad
particular y distintiva. Así nos conocen. Así nos relacionamos y desde esa personalidad debemos
considerar los cuatro puntos de la relación con nuestros hijos.

Dicha relación que expresa forma de comunicación se manifiesta por cuatro palabras:

ANTIPATÍA
APATÍA

98
SIMPATÍA
EMPATÍA
ANTIPATÍA:

De la palabra griega antipatheia significa: repugnancia instintiva hacia alguien.

Parece incongruente la experiencia de ser padre y el de sentir antipatía a los hijos. El afecto
instintivo que provocan las criaturas debería estar totalmente reñido con toda forma de rechazo o
agresión, sin embargo la realidad y crueldad de esta situación será ampliado en nuestro próximo
número de Los Temas "Contrato contra los niños". Como aclaración en la experiencia familiar se
puede expresar antipatía sin agresión física. El desdén, el silencio, la crítica despiadada, la
confesión pública de ser un hijo no deseado, etc. pone en evidencia la existencia de antipatía y el
niño es altamente sensible a toda forma de agresión.

APATÍA: (Latín apathian) Impasibilidad del ánimo, falta de energía y compromiso, indiferencia. La
relación padres e hijos es activa. Mejor entendido, interactiva. Es normalmente una relación de ida
y vuelta. Por lo tanto requiere la participación de dos. La ausencia de participación de una de las
partes entraña un serio riesgo en la relación.

Es típica la evidencia de drogadependencia en una actitud apática frente a la realidad. El sentido


etimológico de la palabra "droga" es engaño, mentira. Y una gran equivocación es ignorar la
presencia, las necesidades y los problemas de un hijo.

Los justificativos surgen desde un enfoque sociológico. Hemos pasado de la sociedad primaria, con
amplia relación entre sus componentes, a la sociedad secundaria que invierte mucho tiempo en
viajes restándolo a las relaciones humanas con vecinos, familiares, etc. Menos tiempo y más
cansancio mental y stress termina bloqueando el interés por los otros, aún cuando los otros sean
los hijos. Un trueque habitual y equivocado es cambiar –o cubrir– la apatía por dinero o bienes.
Ningún regalo reemplaza el valor de un beso paterno o el tiempo de una conversación sincera. La
apatía no lastima exteriormente, agota interiormente.

Es probablemente el mayor enemigo de la relación padres e hijos de nuestro tiempo. Tiene


tendencia a crecer en la medida que las ciudades crecen, las distancias se prolongan, las horas de
trabajo aumentan en la búsqueda de mantener el nivel de vida, los horarios de los integrantes de
la familia se desencuentran más y más.

SIMPATÍA: La actitud afectiva hacia una persona, generalmente espontánea y mutua, se supone
como la adecuada para la relación padres e hijos.

La simpatía es el mayor acercamiento exterior que podemos lograr. Significa quedar al borde de la
piel del ser querido. Es mirarse a los ojos. Es estar frente a frente muy de cerca. Crea diálogo,
comprensión, sinceridad.

Indudablemente un porcentaje mayoritario de los padres desea una relación de esta naturaleza
con sus hijos.

EMPATÍA: Una palabra de poco uso que explica el estado mental y emocional por el cual se
produce una profunda identificación con el estado de ánimo de otra persona.

Si la simpatía nos deja al borde de la piel, la empatía nos introduce debajo de la piel de la otra
persona. Los indígenas estadounidenses de la tribu de los navajos lo grafican muy bien al decir:

99
"Antes de juzgar a un hermano debo caminar tres lunas en sus mocasines".

Significa entender y sentir lo que él entiende y siente. Es ver con sus ojos. Probablemente no dará
razones para justificar actitudes o expresiones pero permitirá entenderlos.

La histórica y conocida "crisis generacional" en la que los hijos comienzan a cuestionar a los padres
tiene en nuestros días condimentos muy amargos. Desde el riesgo de desastres nucleares hasta
lluvia ácida y otras desagradables manifestaciones de contaminación ambiental o desde el SIDA
hasta las múltiples formas de drogadicción, por mencionar sólo unos pocos problemas que
afrontan nuestros hijos y que no eran conocidos ni imaginados por la mayoría de los lectores de
estas líneas.

Nuestra ignorancia de las presiones que representan, la falta de una respuesta adecuada a sus
consecuencias no puede solucionarse con apatía ni aún con la mayor simpatía. El amor nos
enseñará a vivir la relación con nuestros hijos a través de una empatía cotidiana, sintiendo lo que
ellos sienten. No se aprende en un curso, no se logra en un instante. Es el fruto de una relación
inteligentemente cultivada, voluntariamente sostenida y emocionalmente sentida.

Es esta la piedra angular de una comunicación eficaz entre padres e hijos

PARA UN BREVE ANÁLISIS

Raciocinio:
¿Planeamos nuestra familia?
¿Consideramos sus posibles necesidades?
¿Estudiamos los conflictos que podrían surgir?

Voluntad:
¿Llevamos adelante los objetivos planeados?
¿Cumplimos las promesas que hicimos?

Emociones:
¿Compartimos nuestros sentimientos con nuestros hijos?
¿Les explicamos nuestras tristezas o enojos?
¿Les hacemos notar claramente nuestro afecto?

Antipatía:
¿Nos enoja el llanto de los niños?
¿Nos avergüenza alguna incorrección realizada en público?
¿Castigamos física o verbalmente a nuestros hijos en público?
¿Nos molesta que obtengan notas reprobatorias en la escuela?

100
Apatía:
¿Carecemos de tiempo para escucharlos?
¿Ignoramos quiénes son sus compañeros y amigos?
¿Nos preocupan los lugares que frecuentan y los horarios en que regresan?

Simpatía:
¿Conocemos sus gustos?
¿Les dedicamos tiempo para que nos cuenten sus sueños y preocupaciones?
¿Estimulamos su desarrollo espiritual y cultural?
¿Respetamos su vocación?

Empatía:
¿Nos entendemos con la mirada?
¿Sufrimos sus frustraciones?
¿Nos adelantamos o conocemos de antemano sus deseos o necesidades?

Realizando un análisis objetivo, la solución a nuestras debilidades comenzará a través de una


práctica activa del amor. Entendemos por amor no la pasión emocional, sino la esencia del
evangelio que nos enseña "que de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito".

Debemos dar: tiempo, atención, interés. DAR.

El amor no se declama, se expresa.


La ilustración humorística del novio que escribía a su amada diciendo:

Por ver tus hermosos ojos atravesaré las montañas más altas.
Por contemplar tu sonrisa cruzaré los más caudalosos ríos.
Por estar junto a ti lucharé contra todos los que se interpongan.
Te amo profundamente.
Osvaldo.
P.D.: Hoy no te visitaré porque está lloviznando.

Ni regalos, ni declamaciones, AMOR. Esa es la clave de una adecuada relación entre padres e hijos.

Y como apéndice…

LOS CUATRO ESTADIOS DE LA COMUNICACIÓN

INTRAPERSONAL: La comunicación consigo mismo. El autoanálisis. El oír la conciencia. Es el medio


de lograr un balance racional de nuestros pensamientos, dichos y hechos. Es saludable, pero
difícilmente es ecuánime.

101
INTERPERSONAL: De persona a persona. De corazón a corazón. Es dialógica. Es de ida y vuelta. Es
la comunicación ideal.

GRUPAL: De una persona a un grupo (maestro y alumnos) o entre varios, como si fuera el estallido
intermitente y poderoso de los átomos en una reacción en cadena. (La familia conversando
durante el almuerzo).

MASIVA: La que genera un emisor (conferencista, orador, comunicador social) frente a una vasta
audiencia, sea visible (porque los oyentes están físicamente frente a él) o invisible (porque le
captan por radio o televisión).

En la experiencia padres e hijos, se pueden aplicar las tres primeras experiencias: intrapersonal,
interpersonal y grupal.

La buena comunicación se estudia, se planea, se perfecciona.

En forma íntima podemos analizar cuanto primaron nuestras emociones en la comunicación con
nuestros hijos. Qué grado de racionalidad se manifiesta en nuestra comunicación. Cuánto
cumplimos nuestras promesas o amenazas, etc.

Con todo, la comunicación más eficaz es la que se realiza de padre/madre a hijo y viceversa.

La parte más difícil de la comunicación es el saber escuchar. Diversos mecanismos tales como
impaciencia, ira, incomprensión, etcétera, nos impiden entender el mensaje implícito o encubierto
que nuestro hijo desea plantearnos. El siguiente test puede ser útil para un análisis personal.

1. ¿Te buscan tus hijos con frecuencia para conversar y plantearte sus problemas?
Sí 
No 
Si es así, es muy probable que los escuches con empatía.
2. ¿Los interrumpes o refutas con frecuencia?
Sí 
No 
Si es así, estás rebatiendo sin haber escuchado realmente lo que tu hijo/a tiene que decirte.
3. ¿Te anticipas a lo que tu hijo/a va a decir o a lo que tú vas a responderle cuando haya
terminado?
Sí 
No 
Si es así, una conversación se convierte en dos monólogos en vez de un diálogo.
4. ¿Sientes que se levanta una barrera entre ti y tu hijo/a cuando se mencionan ciertas ideas,
palabras, nombres, costumbres o prácticas?
Sí 
No 
Si es así, eres víctima de tus propios prejuicios o emociones. El buen padre sabe escuchar aún
cuando no esté de acuerdo en todo.
5. ¿Confundes la apariencia de tu hijo/a o su modo de expresarse con la calidad de sus ideas o de
su vida?
102
Sí 
No 
Si es así, debes reconocer que eres apresurado/a en tus juicios y proponerte cambiar.
6. ¿Cuánto puedes recordar de una conversación con tu hijo/a, de una charla que hayas tenido
recientemente?
Nada 
Poco 
Regular 
Mucho 
Si analizas sinceramente podrás tener la mejor evaluación de tu capacidad para escuchar bien.
7. ¿Estás interesado/a en escuchar?
Sí 
No 

REALMENTE ESTA ES LA PREGUNTA MÁS IMPORTANTE

El que sabe escuchar bien, quiere escuchar porque tiene interés y amor por los demás.

Y la comunicación familiar interactiva, dinámica debe ser alentada para lograr una sana relación de
todos sus componentes.

Escuchar aún a los más pequeños respetando y contestando sus opiniones.

Priorizar el diálogo sobre la televisión o la programación radial que suelen ser los responsables de
encuentros mustios, melancólicos o incómodos porque un "ajeno" toma el centro de la atención.

El niño tiene dos maneras de sentirse bien, dice Maurice E. Wagner en su libro "La sensación de
ser alguien" (Editorial Caribe, pág. 77), una es la de sentirse bien atendido, la de estar contento. En
esto sus apetitos y apetencias priman para procurar imponer su voluntad. La otra es sentirse
amado. Ambas confluyen cuando el pequeño es confortado por sus cariñosos padres. Y una de las
más importantes muestras de amor es escuchar y responder. En definitiva, comunicarse.

© Apuntes Pastorales, 1992.

Los temas de Apuntes Pastorales. Volumen 1, número 3. Todos los derechos reservados

103
Responsabilidades de los hijos para con sus padres21
Por Richard Baxter

De las Obras Prácticas de Baxter, Vol. 1, Un Directorio Cristiano,


Sobre la Economía Cristiana, Cap. XI., pp. 454-457

Aunque los preceptos a los hijos no tienen tanta fuerza para ellos cuando son de edad más
madura, debido a su incapacidad natural, y sus pasiones y placeres infantiles que adormecen su
débil grado de razón; no obstante, algo ha de decírseles, porque esa medida de razón que tienen
ha de ejercitarse, y por el ejercicio han de mejorar: y debido a que incluso aquellos de años más
maduros, aunque tengan padres, deben conocer y cumplir sus responsabilidades para con ellos; y
porque Dios acostumbra bendecir incluso a los niños mientras realizan sus responsabilidades.

Directriz I. Asegúrate de que amas mucho a tus padres; deléitate de estar en su compañía; no seas
como esos hijos antinaturales, que prefieren mejor la compañía de sus frívolos compañeros de
juego que la de sus padres, y estar dedicados a sus deportes en algún campo alejado de casa que a
la vista de sus padres. Recuerda que tienes tu ser desde y por ellos, y has salido de sus lomos:
recuerda cuánta pena les has costado, y cuanto cuidado tienen por tu educación y provisión; y
recuerda cuán tiernamente te han amado, y cuanta pena sería para sus corazones si te descarrías,
y cuánto tu felicidad les hará a ellos estar contentos: recuerda cuánto amor les debes tanto por
naturaleza como por justicia, por todo su amor para ti, y por todo lo que han hecho por ti: ellos
toman tu felicidad o miseria como una de las partes más grandes de la felicidad o miseria de sus
propias vidas. No los prives entonces de su felicidad, al privaros vosotros mismos de la vuestra; no
hagas sus vidas miserables, arruinándote a ti mismo. Aunque ellos te reprendan, y te restrinjan, y
te corrijan, no minimices, por lo tanto, tu amor por ellos. Pues esta es su responsabilidad, la cual
Dios requirió de ellos, y la hacen para vuestro bien. Es señal de un niño malvado el que ama menos
a sus padres debido a que le corrigen, y no le dejan hacer su propia voluntad. Sí, aunque vuestros
padres tienen ellos mismos muchas faltas, no obstante debes amarles todavía como tus padres.

21
http://www.sermones-biblicos.org/literatura/responsabilidades-de-los-hijos-para-con-sus-
padres.htm
104
Directriz II. Honra a tus padres, tanto en tus pensamientos, como en tu forma de hablar y
conducta. No pienses de manera deshonrosa o desdeñosa acerca de ellos en vuestros corazones.
No hables deshonrosamente, o de forma grosera, irreverente o descarada ya sea a ellos o acerca
de ellos. No os comportéis de forma grosera o irreverente ante ellos. Sí, aunque vuestros padres
nunca sean tan pobres en el mundo, o débiles de entendimiento, sí, aunque sean impíos, debes
honrarles a pesar de todo esto; pues aunque no puedas honrarles como ricos, o sabios, o piadosos,
debéis honrarles como vuestros padres. Recordad que el quinto mandamiento tiene una promesa
especial de bendición temporal; “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en
la tierra.” Y consecuentemente quienes deshonran a los padres tienen una maldición especial aún
en esta vida: y la justicia de Dios se ve ordinariamente en la ejecución de ella; quienes desprecian y
deshonran a sus padres raras veces prosperan en el mundo. Hay cinco clases de pecadores que
Dios acostumbra tomar con venganza incluso en esta vida.

Quienes cometen perjurio y falso testimonio.


Los asesinos
Los perseguidores
Los sacrílegos, y
Quienes abusan y deshonran a sus padres.

Recordad la maldición de Cam, Gén. 9:22, 25. Es algo espantoso ver y escuchar como algunos hijos
malcriados hablan con desdén y con rudeza a sus padres, y riñen y contienden con ellos, y les
contradicen, y les hablan como si fueran sus iguales: (y es bastante común que los padres mismos
les hayan criado de esta manera) y por último crecerán incluso hasta abusar de ellos y denigrarles.
Lee Prov. 30:17, “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los
cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila.”

Directriz III. Obedeced a vuestros padres en todas las cosas (las que Dios no prohíba). Recordad
que como la naturaleza les ha hecho a vosotros no aptos para gobernarse a vosotros mismos, así
Dios, en lo natural, ha provisto afortunadamente gobernadores para vosotros. Aquí primero os voy
a decir qué es la obediencia, y luego decirles porqué debéis ser obedientes.

Obedecer a vuestros padres es hacer lo que ellos os manden, y abstenerse de aquello que ellos os
prohíban, porque es la voluntad de ellos que vosotros hagáis así. Debéis,

Tened en vuestras mentes un deseo por complacerles, y estad contentos cuando podáis
complacerles, y sentid pena cuando les ofendieren; y entonces,

No debéis colocar vuestro ingenio o vuestra voluntad en contra de la de ellos, sino obedecer de
buena gana sus mandamientos, no de mala gana, murmurando o disputando: aunque penséis que
vuestro propio camino es el mejor, y que vuestros propios deseos son razonables, no obstante
vuestro ingenio y voluntad han de estar sujetos a los de ellos, o si no, ¿cómo les obedecéis?

Y para las razones de vuestra obediencia:

Considera que es la voluntad de Dios que esto deba ser así, y que Él les ha hecho a ellos como sus
oficiales para gobernaros; y al desobedecerles, le desobedeces a Él. Lee Efesios 6:1-3, “Hijos,
obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que
es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la
tierra.” Col. 3:20, “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” Prov.
23:22, “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la
menosprecies.” Prov. 13:1, “El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha
las reprensiones.” Prov. 1:8, 9, “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la
dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.”

105
Considera también que el gobierno de tus padres como necesario para tu propio bien; es un
gobierno de amor: como vuestros cuerpos hubieran perecido, si vuestros padres o algunos otros
no os hubiesen cuidado, cuando no podíais ayudaros a vosotros mismos; de la misma forma
vuestras mentes permanecerían ingenuas e ignorantes, incluso como los brutos, si no tuvieseis a
otros para enseñaros y gobernaros. La naturaleza enseña a los pollitos a seguir a la gallina, y a
todas las cosas cuando son jóvenes, a ser guiadas o dirigidas por sus madres; o si no, ¿qué sería de
ellos?

Considerad también que ellos deben rendir cuentas a Dios por vosotros; y si ellos os dejan a
vosotros mismos, puede ser su destrucción lo mismo que la vuestra, como el triste ejemplo de Elí
les recuerda. Por lo tanto, no os rebeléis contra aquellos que Dios por naturaleza y por la Escritura
ha establecido sobre vosotros; aunque el quinto mandamiento requiere obediencia a los príncipes,
y a los maestros, a los pastores, y a otros superiores, no obstante nombró solamente a vuestro
padre y madre, porque ellos son los primeros de todos vuestros gobernadores, a quienes por
naturaleza estáis más obligados.

Pero quizás digáis, que aunque los niños pequeños deben ser gobernados por sus padres, no
obstante vosotros ya estáis creciendo hacia una edad más madura, y sois lo suficientemente sabios
para gobernaros vosotros mismos. Respondo, Dios no piensa así; de otra forma se hubiera
desmandado al establecer gobernadores sobre vosotros. ¿Y eres tan sabio como debieras? No son
sino pocos en el mundo quienes son lo suficientemente sabios como gobernarse a sí mismos; de
otra forma Dios no hubiese establecido príncipes, y magistrados, y pastores, y maestros sobre
ellos, como lo ha hecho. Los sirvientes de la familia son de tanta edad como vosotros, y no
obstante son incapaces de ser gobernantes de ellos mismos. Dios les ha amado tanto como para
no dejarles sin maestros, sabiendo que la juventud es precipitada y sin experiencia.

Pregunta. Pero, ¿por cuánto tiempo han de estar los hijos bajo el mandamiento y gobierno de sus
padres?

Respuesta. Hay muchos actos y grados del gobierno de los padres, según los varios fines y usos de
él. Algunos actos de su gobierno no son sino para enseñaros a ir y hablar, y algunos para enseñaros
vuestro trabajo y llamado, y algunos para enseñaros buenas maneras, y el temor del Señor, o el
conocimiento de las Escrituras, y algunos son para estabilizaros en un curso de vida tal, en el que
ya no necesitaréis su más cercana supervisión. Cuando cualquiera de estos fines sea plenamente
alcanzado, y tengáis todo aquello que el gobierno de vuestros padres pueda ayudaros a tener,
entonces has pasado esa parte de su gobierno. Pero todavía les debéis, no solo amor, y honor y
reverencia; sino obediencia en todas las cosas en las que están todavía asignados para tu ayuda y
guía: incluso cuando ya estéis casados, aunque tengáis una propiedad en vuestra propia hacienda,
y ya no estén tan estrictamente a cargo tuyo como antes; no obstante, si te ordenan hacia tus
responsabilidades para con Dios o ellos, todavía estáis obligados a obedecerles.

Directriz IV. Estad contentos con la provisión de vuestros padres para vosotros, y con lo que ellos
dispongan. No murmuréis rebeldemente en contra de ellos, ni os quejéis de cómo os utilicen;
mucho menos toméis alguna cosa contra sus voluntades. Es la parte de un rebelde carnal, y no la
de un hijo obediente, estar descontento y murmurar porque no gozan de una fortuna mejor, o
porque se les restringe de los deportes y el juego, o porque no tienen mejores ropas, o porque no
se les proporciona dinero, para gastar o usar a su propia discreción. ¿No estáis vosotros bajo
gobierno? ¿Y el gobierno de los padres, y no de los enemigos? ¿Son vuestras pasiones y placeres
más aptas para gobernaros, que la discreción de vuestros padres? Sed agradecidos por lo que
tenéis, y recuerda que no lo merecéis, sino que lo tenéis libremente: es vuestro orgullo o vuestra
sensualidad carnal lo que los hace murmurar de esta manera, y no alguna sabiduría o virtud que
halla en vosotros. Rebajad ese orgullo y mente carnal, y entonces no seréis tan impacientes para
hacer vuestras voluntades. ¿Qué si vuestros padres os hayan tratado con demasiada rudeza, en
vuestros alimentos, o vestidos, o gastos? ¿Qué mal les ha hecho esto? Nada sino una mente

106
egoísta y sensual haría de esto un asunto de gran importancia. Es cien veces más peligroso para
vuestras almas y cuerpos el ser criados de manera suntuosa, y alimentados demasiado y
exquisitamente, que el ser criados con privaciones, y alimentados con limitaciones. Uno tiende al
orgullo, a la glotonería, a la testarudez, al derribo de la salud y la vida; y lo otro tiende hacia una
vida humilde, mortificada, a la auto-negación, y a la salud y buena condición del cuerpo. Recordad
como la tierra se abrió, y se tragó a todos aquellos rebeldes murmuradores que sintieron envidia
de Moisés y de Aarón, Núm. 16; leedlo, y aplicadlo a vuestro caso; y recordad la historia del
rebelde Absalón; y la necesidad del pródigo, Lucas 15; y no desead estar a vuestra propia
disposición; ni en mostraros apasionados por tener cumplidos los vanos deseos de vuestros
corazones. Mientras os sometáis con contentamiento a vuestros padres, estáis en el camino de
Dios, y puedes esperar su bendición; pero cuando por vuestra voluntad queráis ser escultores de
vosotros mismos, podéis esperar el castigo de los rebeldes.

Directriz V. Humillaos a vosotros mismos y someteos a cualquier trabajo que vuestros padres os
asignen. Ten en cuenta, en tanto améis vuestras almas, no vaya a ser que un corazón orgulloso os
haga murmurar y decir, este trabajo es demasiado bajo, infame y monótono para mí; o que no
pase que una mente y un cuerpo perezosos les hagan decir, este trabajo es demasiado duro y
fatigante para mí; o que una mente tonta y simple os haga cansarse de vuestro libro y trabajo, de
manera que preferiríais estar en vuestros deportes, y decir, esto es demasiado tedioso para mi. Es
poco o ningún daño el que probablemente os ocurra por vuestro trabajo y diligencia; pero es una
cosa peligrosa el obtener un hábito o costumbre de holgazanería y voluptuosidad en vuestra
juventud.

Directriz VI. Estad dispuestos y agradecidos de ser instruidos por vuestros padres, o por alguno de
vuestros maestros, pero especialmente acerca del temor de Dios, y los asuntos de vuestra
salvación. Estos son los asuntos para los cuales nacisteis y vivís; estas son las cosas que vuestros
padres tienen primero a cargo en enseñaros. Sin conocimiento y santidad todas las riquezas y los
honores del mundo no valen de nada; y todos vuestros placeres no harán mas que destruiros. 1
¡Oh, qué alivio es para los padres entendidos el ver a sus hijos dispuestos a aprender, y a amar la
palabra de Dios, y a guardarla en sus corazones, y hablar de ella, y obedecerla, y prepararse
temprano en la vida para la vida eterna! Si tales hijos mueren antes que sus padres, cuán
gozosamente pueden partir con ellos hacia los brazos de Cristo, quien ha dicho, “De los tales es el
reino de los cielos,” Mat. 19:14. Y si los padres mueren primero, cuán gozosamente pueden dejar
tras de ellos una simiente santa, que servirá a Dios en su generación, y les seguirá al cielo, y vivirá
con ellos para siempre. Pero, sea que vivan o mueran, que angustiantes para los padres son los
hijos impíos, que no aman la palabra y el camino de Dios, y no aman ser enseñados o restringidos
de sus propios rumbos licenciosos.

Directriz VII. Someteos pacientemente a la corrección que vuestros padres os apliquen. Tened en
cuenta que Dios les ha mandado a hacer esto, y a salvar vuestras almas del infierno; y que les
odian si no les corrigen cuando haya una causa; y que no deben pasar por alto la corrección por
causa de vuestro llanto, Prov. 13:24; 22:15; 29:15; 23:13, 14; 19:18. No es su deleite, sino para
vuestra propia necesidad. Evita la falta, y podrás escapar de la corrección. ¡Cuánto mejor es que
vuestros padres os vean obedientes, que oírles llorar! No es el deseo de ellos, sino de vosotros
mismos, el que seáis corregidos. Enojaos con vosotros mismos, y no con ellos. Es un hijo malo,
aquel que en lugar de ser mejor por la corrección, odia a sus padres por ello, y se hace peor. La
corrección es un medio para el equipamiento de Dios; por lo tanto, id a Dios sobre vuestras
rodillas en oración, y suplicadle que os bendiga y santifique, para que pueda la corrección haceros
bien.

Directriz VIII. No escojáis vuestras propias compañías, sino usa tales compañías como tus padres
lo señalen. La mala compañía es la primera ruina de un niño. Cuando por el amor al deporte
escogéis tales compañeros de juegos, que son holgazanes, y licenciosos, y desobedientes, y que os
enseñarán a maldecir, a decir palabrotas, a mentir, a hablar de manera obscena, y a alejaros de tus

107
libros y responsabilidades, esta es la carretera del diablo al infierno. Vuestros padres son los más
aptos para escoger vuestra compañía.

Directriz IX. No escojáis vuestro propio llamado u oficio en la vida, sin la selección o
consentimiento de vuestros padres. Podéis decirles hacia qué estáis más inclinados, pero
pertenece más a ellos que a tí el hacer la escogencia; y es vuestra parte el traer vuestras
voluntades a las de ellos. A menos que vuestros padres escojan un llamado para vosotros que sea
ilegal; entonces podéis (con humilde sumisión) rehusarlo. Pero si fuese solamente inconveniente,
tenéis la libertad después de cambiarlo por uno mejor, si podéis, cuando estéis bajo su disposición
y gobierno.

Directriz X. No os caséis sin el consentimiento de vuestros padres. Y, si se puede, deja que su


elección determine primero a la persona, y no por vosotros mismos: los jóvenes inexpertos
escogen por el capricho y la pasión, en tanto que vuestros experimentados padres seleccionan por
el juicio. Pero si ellos os forzaran a unirse a aquellos que son impíos, y gustan de hacer vuestras
vidas o pecaminosas o miserables, puedes humildemente rehusarles. Pero debéis permanecer sin
casaros, mientras por el uso de los medios correctos podéis vivir en castidad, hasta que vuestros
padres tengan un mejor espíritu. Pero si en verdad tenéis una necesidad llana de casaros, y
vuestros padres no consentirán a nadie excepto alguno de una religión falsa, o alguien que es
totalmente no idóneo para ti, en tal caso pierden su autoridad en ese punto, que les es dada para
su edificación, y no para vuestra destrucción; entonces debieseis tomar consejo con otros amigos
que sean más sabios y fieles: pero si experimentáis un gran sufrimiento en vuestros afectos por
contradecir la voluntad de vuestros padres, y fingís una necesidad, (que no podéis cambiar
vuestros afectos), como si vuestra locura fuera incurable; esto no es sino entrar pecaminosamente
en aquel estado de vida, que debiese haber sido santificado para Dios, para que Él la haya
bendecido para ti.

Directriz XI. Si vuestros padres estuviesen en necesidad, es vuestra responsabilidad proveerles


alivio según sea vuestra habilidad; sí, y hasta mantenerles totalmente, si hubiese necesidad. Pues
no es posible que por medio de todo lo que podéis hacer, que incluso les pongáis estipulaciones, o
condiciones con respecto a pagos; o que alguna vez les pidáis devolución por lo que habéis
recibido de ellos. Es inhumanidad infame, cuando los padres se hunden en la pobreza, el que los
hijos les hagan a un lado con alguna subvención escasa, o que les hagan vivir casi como sus
sirvientes, cuando tenéis riquezas y abundancia para vosotros mismos. Vuestros padres debiesen
todavía ser considerados por vosotros como vuestros superiores, y no como inferiores. Aseguraos
de que se alimenten bien; sí, aunque no obtengáis vuestras riquezas por sus medios, pues incluso
para vuestro ser vosotros sois sus deudores por más que eso.

Directriz XII. Imitad a vuestros padres en todo lo que es bueno, tanto cuando están vivos o cuando
estén muertos. Si fueron amantes del Señor, y de su palabra y su servicio, y de codiciosos o
borrachos, o lascivos, o profanos, y enemigos de los siervos de Dios, y se mofan o desatienden el
camino de sus religiosos padres, le debe poner a temblar a uno el ver a tales miserables a la cara.
Pues aunque hay alguna esperanza para ellos, ¡ay!, es tan poca, que están próximos a la
desesperación; cuando son como una mecha endurecida 2 aquellos que le temen, que su ejemplo
os incite, y que el amor que les tenéis, os estimule a ocuparos en esta imitación. Un hijo malvado
de padres piadosos es una de las miserias más deplorables en el mundo. ¡Con qué horror miro a
tal persona! ¡Cuán cerca del infierno está ese miserable! Cuando el padre o la madre fueron
eminentes por la piedad, y diariamente le instruían en los asuntos de su salvación, y oraban con
ellos, y les amonestaban, y oraban por ellos, y después de todo esto los hijos prueban ser a los
medios más excelentes, y la luz les ha cegado, y su conocimiento de los caminos del Señor no ha
sido vuelto sus corazones en Su contra, ¿qué medios quedan para hacer el bien a tales resistidores
de la gracia de Dios como estos? Lo más probable es algún juicio pesado y espantoso. ¡Oh, qué día
más lamentable será para ellos, cuando todas las oraciones, y lágrimas, y enseñanzas, y buen
ejemplo de sus religiosos padres testifiquen en su contra! ¡Cómo serán confundidos delante del

108
Señor! ¡Y cuán triste – pensamos que es para el corazón de los padres santos y diligentes, pensar
que todas sus oraciones y dolores deban testificar en contra de sus hijos carentes de gracia, y
hundirles más profundo en el infierno! Y no obstante, ¡cuántos son ya un lamentable espectáculo
ante nuestros ojos! ¡Y cuán profundamente sufre la iglesia de Dios por la malicia y maldad de los
hijos cuyos padres les enseñaron bien, y caminaron delante de ellos con una vida santa y ejemplar!
Pero si los padres fuesen ignorantes, supersticiosos, idólatras, papistas, o profanos, los hijos están
lo suficientemente dispuestos a imitarlos. Entonces pueden decir, ‘nuestros antepasados fueron
de este parecer, y esperamos que sean salvos’; más bien les imitaremos, antes que a innovadores
reformadores como vosotros. Como le dijeron a Jeremías, Cap. 44:16-18, “La palabra que nos has
hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda
palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole
libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en
las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos
alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y
de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.” De esta
forma caminaron “tras la imaginación de su corazón, y en pos de los Baales (la falsa adoración),
según les enseñaron sus padres.” Jer. 9:14. “¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de
mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se
olvidaron de mi nombre por Baal?” Jer. 23:27. “ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta
este mismo día.” Eze. 2. “pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz,
e hicieron peor que sus padres.” Jer. 7:26. De esta manera pueden imitar a sus antepasados en el
error y el pecado, cuando debiesen más bien recordar, I Ped. 1:18, 19, que le costó a Cristo su
sangre “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres.” Y debiesen confesar de manera penitente, como Dan. 9:8, “Oh Jehová, nuestra
es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque
contra ti pecamos,” ver. 16. Y como el Salmo 106:6, “Pecamos nosotros, como nuestros padres,”
Dijo el Señor, Jer. 16:11-13, “Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos
de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi
ley; y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada
uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí. Por tanto, yo os arrojaré de
esta tierra.” Jer. 44:9, 10, “¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las
maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las
maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? No se
han humillado hasta el día de hoy.” Véase el ver. 21, y Zac. 1:4, “No seáis como vuestros padres, a
los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos
ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon,
dice Jehová.” Mal. 3:7, “Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las
guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros.” Eze. 20:18, “No andéis en los estatutos de
vuestros padres.” Así también los ver. 27, 30, 36. No sigáis a vuestros padres en su pecado y error,
sino seguidles donde ellos sigan a Cristo, I Cor. 11:1.

1
Léase el pequeño libro de Thomas White para los niños pequeños. Marcos 9:36; 10:14, 16.

2
Queriendo significar que esta mecha no se encenderá a pesar del combustible de excelente
calidad. (N. del T.)

109
Como salvar a tu familia de la ruina y la destrucción 22
Por David Wilkerson
30 de junio de 2003

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar.” (1 de Pedro 5:8). La Biblia nos dice claramente que en los últimos días,
la iglesia de Jesucristo enfrenta la ira de un diablo rabioso. “… ¡Ay de los moradores de la tierra y
del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”
(Apocalipsis 12:12).

¿Hacia dónde dirige el diablo su ira? Él está apuntando a familias tanto salvas como inconversas,
por todo el mundo. Él está rugiendo como un león voraz y echándose sobre los hogares para
destruirlos. Él está decidido a destruir matrimonios, distanciar a los hijos, poniendo a familiares
uno contra otro. Y su meta es sencilla: él quiere traer ruina y destrucción a cada hogar que pueda.

Jesús hizo referencia a esta obra demoníaca cuando describió a Satanás, diciendo: “Él ha sido
homicida desde el principio…” (Juan 8:44). Efectivamente, vemos el plan destructivo del diablo
contra la primera familia. Fue el diablo quien entró en Caín y lo convenció para que matase a su
hermano, Abel.

Y este homicida aún está obrando. Los últimos años revelan esto de manera horrenda. Hace cuatro
años, el diablo tomo control de dos muchachos en Colorado y los lleva a una rugiente destrucción.
Cuando los dos muchachos entraron en la escuela superior de Columbine en una matanza infernal,
el mundo quedo atónito. Mataron a una muchacha de cerca mientras ella estaba arrodillada
orando, una muchacha que ellos conocían y respetaban. ¿Quién sino Satanás mismo pudo
haberlos llevado a hacer esto?

Pienso en la ruina que cayó sobre familias de las víctimas y de los homicidas. Ha habido suicidios,
malogros mentales, divorcios, hermanos traumatizados. La destrucción de ese incidente aun
retumba más allá de lo creíble. Y los padres y amigos de todos los involucrados lloraran toda una
vida.
22
http://www.tscpulpitseries.org/spanish/ts030630.htm
110
Un año después, Kathleen Hagen, una pionera en la rama de urología educada en Harvard, entro a
la habitación de sus ancianos padres mientras dormían en Chatham, Nueva Jersey, y los asfixio con
la almohada. Su padre tenía 92 y su madre 86 años. Luego Hagen vivió en la casa por varios días,
ignorando los cuerpos muertos en el aposento. Cuando fue arrestada, su apariencia era confusa y
desaliñada. Pero no mostraba remordimientos por lo que había hecho. Los psicólogos no sabían
cómo explicar porque una mujer tan bien educada pudo asfixiar a sus padres y luego seguir su vida
como si todo fuera normal.

Piensa en la devastación que nunca fue mencionada en esta horrible historia criminal. El dolor de
los miembros de la familia, la angustia de los nietos—que horrible ruina y destrucción. ¿Quién sino
Satanás pudo haber llevado a una mujer respetada a matar a sus padres, por ninguna razón
aparente?

Hace varios años atrás, el New York Times escribió un reporte inquietante: “Padres desanimados
entregan a sus hijos.” El artículo contaba de padres frustrados apareciendo por docenas en el
sexto piso de la corte de Manhattan, para entregar a sus hijos a la adopción voluntariamente.
Simplemente, ellos no podían controlarlos. Un padre no podía manejar a su hijo adolescente
después que la madre murió. Otro padre entregó a su hija adolescente porque estaba viviendo
salvajemente, totalmente fuera de control.

Los oficiales de la corte que escucharon estos casos estaban desconcertados. Un juez le preguntó a
una madre que había llevado a su hija: “¿No la quieres? ¿No te gustaría llevártela a casa?” La
madre, cansada, movía la cabeza que no. La jovencita irrumpió en sollozos incontrolables.

El artículo señalaba que las familias se estaban separando a gran velocidad. La Corte Familiar de
Nueva York estaba abrumada con los casos. Muchos de los niños puestos en hogares para posible
adopción pronto caían en peor condición. Algunos de ellos terminaron huyendo y viviendo en las
calles.

Especialmente impresionante fue otra historia en las noticias, contando de una nueva raza de
drogadictos. El titular leía: “Niños usando drogas en casa con sus padres.” Evidentemente, el 30
por ciento de los adictos hoy dicen que se enviciaron en casa con sus padres, quienes los
introdujeron a las drogas. ¿Cómo puede suceder tal cosa?

Estos padres usaron drogas en su adolescencia. Entonces más tarde, cuando sus hijos llegaron a la
adolescencia, los padres pensaron, “Nosotros usamos drogas, pero sobrevivimos. Y estamos bien
hoy. Es mejor para nuestros hijos que usen drogas en casa en vez de las calles. Y es mejor para
ellos que aprendan de nosotros a manejar las drogas que de sus amigos inexpertos.” Así que
enseñaron a sus hijos como fumar marihuana, sorber cocaína y usar agujas. De esta manera, ellos
razonaron, ellos podían controlar el uso de drogas de sus hijos.

Pero llego el día de paga. Sus hijos se enviciaron y sus vidas se descontrolaron. Muchos han
abandonado el hogar y viven en las calles. Están enojados con sus padres, desilusionados por su
horrible consejo. Y están desalentados por la sociedad, sin futuro. Ahora los padres están
descorazonados, llenos de culpabilidad, llorando lágrimas que llegan demasiado tarde. Te
pregunto, ¿Cómo puede cualquier padre tomar una decisión tan necia? Ellos llevaron ruina sobre
su propia familia. ¿Quién sino Satanás pudo cegar sus ojos?

Las tragedias que plagan las familias hoy están más allá de lo creíble. Y los ejemplos que mencione
son solo aquellos que están sucediendo en América. Por todo el resto del mundo, un diablo
rabioso está haciendo estragos. Y no se detendrá hasta que devore cada familia a su paso.

111
En medio de toda esta destrucción, Satanás no ha pasado por alto
los hogares cristianos.

Muchas familias de creyentes han sido sacudidas por caos, tristeza y dolor. Y la devastación
demoníaca ha llegado de muchas maneras: a través del divorcio, hijos rebeldes, adicciones de
todas clases. Pero el resultado siempre es el mismo: una familia que antes fue feliz es separada y
devorada.

Una de las señales más seguras de una conversión genuina era cuando un joven o una mujer
comenzaban a mirar atrás y ver lo que el diablo les había robado. Sollozaban mientras abrazaban
una foto de su cónyuge, de su criatura, o de sus padres. Como adictos, no les había importado
perder a su familia; su única preocupación fue el alcohol o las drogas. Pero ahora lloraban grandes
lágrimas por lo que habían perdido. Señalaban la foto y decían: “Pastor David, esa es mi esposa.
Ella me amaba y yo a ella. Y este es mi hijo. Pero ahora no sé dónde están. Mire lo que perdí….”

Era trágico, devastador. En tales momentos, te das cuenta del poder destructivo de Satanás sobre
estas familias. Efectivamente, la tragedia más grande nunca fue por los cuerpos devastados de los
adictos, su apariencia demacrada o su expresión vacía.

Más bien, era lo que se les había robado: un cónyuge, un hijo, un futuro. Peor aún era lo que fue
robado de los hijos de los adictos: una oportunidad de crecer en un hogar santo, conocer el amor
de Jesús, ser amado y cuidado por padres amorosos, ser enseñados por ejemplo como vivir para el
Señor.

Afortunadamente, muchos de estos antiguos adictos fueron bendecidos por Dios con sus familias
restauradas. O en algunos casos, encontraron una nueva familia en sus compañeros de ministerio.
Pero aun gimo con ellos por la destrucción que han visto.

Ahora permíteme regresar al título de mi mensaje: “Como salvar a tu familia de la ruina y la


destrucción.” Esto es lo que el Espíritu Santo me ha revelado sobre este asunto:

En cualquier hogar en problemas alguien tiene que echar mano de Jesús.

Llega el momento cuando ciertas situaciones de la vida están más allá de cualquier esperanza
humana. No hay consejo, ni doctor o medicina, o cualquier otra cosa que pueda ayudar. La
situación se hace imposible. Y requiere un milagro o sino terminara en devastación.

En tales tiempos, la única esperanza es que alguien se llegue a Jesús. Alguien tiene que tener su
oído, su atención. No importa quien sea, padre, madre o hijo. Esa persona tiene que tomar la
responsabilidad de echar mano de Jesús. Y él tiene que determinar, “No me voy hasta que oiga del
Señor. Él tiene que decirme: ‘Esta hecho; ahora sigue tu camino.’”

En el Evangelio de Juan, encontramos tal crisis familiar: “…Y había en Capernaum un oficial del rey,
cuyo hijo estaba enfermo.” (Juan 4:46). Esta era una familia de distinción, quizás hasta realeza. Un
espíritu de muerte colgaba sobre el hogar, mientras los padres cuidaban a su hijo moribundo.
Puede que había otros miembros de la familia en el hogar, quizás tías y tíos, o abuelos, u otros
hijos. Y nos dicen que toda la casa creyó, incluyendo a los sirvientes. “…y creyó el (el padre) con
toda su casa.” (4:53).
112
Alguien en esa familia en conflictos sabía quién era Jesús y había oído de su poder milagroso. Y de
alguna manera, llegó la voz al hogar que Cristo estaba en Canaán, como a 25 millas de distancia.
Desesperado, el padre se encargó de acercarse al Señor. Las Escrituras nos dice: “Este, cuando oyó
que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él…” (4:47).

A través de los años, decenas de madres en nuestra iglesia se han acercado a mí llorando por su
asolada familia. Quizás el esposo había abandonado la familia, o un hijo estaba en la prisión, o una
hija se estaba prostituyendo para mantener su vicio a las drogas. A menudo, la madre es la última
esperanza que la familia tiene para acercarse a Jesús. Así que ella toma la responsabilidad para
interceder y ella ha determinado orar hasta que el Señor traiga liberación. Ella enlista a otros a
orar con ella, diciendo: “Esta más allá de toda esperanza. Necesitamos un milagro.”

El noble en Juan 4 tuvo esa clase de determinación y logro acercarse a Jesús. La Biblia dice que él:
“le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.” (4:47). Qué imagen
maravillosa de la intercesión. Este hombre hizo todo a un lado para buscar al Señor para que le
diera una palabra.

Mas Cristo le respondió: “Si no viereis señales y prodigios, no creeréis.” (4:48) ¿Qué quiso decir
Jesús con esto? Él le estaba diciendo al noble que una liberación milagrosa no era su necesidad
más apremiante. En lugar de eso, el asunto número uno era la fe de ese hombre.

Píenselo: Cristo pudo haber entrado a la casa de esa familia, puesto sus manos sobre el hijo
moribundo y sanarlo. Sin embargo, todo lo que esta familia sabría de Jesús es que el obra
milagros.

Cristo deseaba más para este hombre y su familia. Él quería que ellos supieran que él era Dios
encarnado. Así que le dijo al noble, en esencia, “¿Crees que es a Dios a quien ruegas por esta
necesidad? ¿Crees que soy el Cristo, el Salvador del mundo?” El noble contestó: “Señor, desciende
antes que mi hijo muera.” (4:49). En ese momento, Jesús vio fe en este hombre. Es como si Jesús
dijera: “Él cree que soy Dios encarnado. Porque luego leemos: “Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive…”
(4:50).

Tristemente, muchos creyentes siguen su camino antes de escuchar a Jesús. Pero este hombre se
alejó en fe. ¿Cuál fue la diferencia? Él recibió una palabra del Señor. Él había rogado a Dios y
espero en él en fe. Y el no se iba hasta que recibió la promesa de vida. “Y el hombre creyó la
palabra que Jesús le dijo, y se fue.” (4:50).

Podemos llorar por el mundo entero e ignorar a miembros de la familia


quienes se están muriendo en pecado.

La iglesia de Jesucristo debe estar ocupada ganando almas, y la mayoría de los cristianos son fieles
haciendo esto. Oramos por las naciones perdidas, por avivamiento en nuestras ciudades y por
nuestros vecinos inconversos. Doy gracias a Dios que su pueblo está haciendo este vital trabajo.

Pero, déjame preguntarte: ¿Quién está orando fielmente por tu padre, madre, hermana, hermano,
primo/a, abuelos inconversos? Oración por nuestros seres queridos debe ser de mayor
importancia en nuestras vidas. Después de todo, la responsabilidad por tal oración descansa con
aquellos quienes tienen el oído del Señor, quienes están lo suficientemente cerca de él para hacer
tales pedidos. Ahora, si ese no eres tu, ¿entonces quién? ¿Quién orara fervientemente por la
salvación de tu familia, si tú no lo haces?
113
Quizás piensas, “He testificado a mi familia por años. He vivido mi testimonio ante ellos fielmente.
Ellos conocen mis convicciones. Solo tengo que entregárselos a Jesús ahora.” Es cierto que
necesitamos entregar a nuestros seres amados al ministerio de convicción del Espíritu Santo; pero
confiando en el Espíritu no significa que abandonemos la oración urgente por nuestra familia. Si
dejamos de interceder por ellos, estamos diciendo, en efecto, “No hay esperanza.”

Confiar en el Señor significa hacer lo opuesto. Si realmente creemos en él para su salvación y


liberación, rogaremos como hizo el noble: “Por favor, Jesús, ven ahora. Actúa rápidamente, antes
que mi ser amado se pierda para siempre.” Solo una oración agresiva y ferviente puede combatir
los dardos destructivos de Satanás para arruinar nuestra familia. Oraciones a medias no derribaran
las fortalezas. Tenemos que ser sacudidos de nuestras propias preocupaciones y ponernos en serio
con la oración. Y tenemos que quedarnos cerca de Jesús hasta que llegue su palabra.

Cuando Cristo estaba en las costas de Tiro y Sidón, “…una mujer cananea que había salido…
clamaba diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente
atormentada por un demonio. (Mateo 15:22). Satanás se había mudado en el hogar de esta mujer
y tomo posesión de su hija. La palabra para ‘gravemente’ aquí viene de la raíz que significa
depravada. En resumen, la muchacha era vil, mala, manejada por Satanás.

Ahora bien, esta no era una mala madre. Aunque ella era Gentil, ella creía. Después de todo, se
dirigió a Jesús como “Señor, Hijo de David.” En efecto, ella está diciendo, “tú eres el Salvador, el
Mesías de Dios.” En este momento, viene la pregunta: ¿Cómo puede Satanás tener acceso a la hija
de un creyente? ¿Cómo puede el tomar posesión de niños que viven en un hogar santo?

Quizás tú eres un padre cristiano. Has criado a tu hijo en la iglesia y has hecho lo mejor para
mostrarle el buen camino. Pero ahora, después de años asistiendo a la escuela dominical y
escuchando sermones ungidos en la iglesia, se ha puesto frío e indiferente a las cosas de Dios. Le
importa un bledo servirle a Jesús. Y te preguntas, “Señor, ¿Cómo pudo suceder esto?”

A través de los años, he visto que esto les ha pasado a muchos hijos de ministros. Gran cantidad de
estos jóvenes han entrado a nuestros centros de drogas Reto Juvenil después de estar fuera de
control con las adicciones. Fueron criados en hogares santos, pero de alguna manera tomaron mal
camino. Sus vidas comenzaron a ser manejadas por poderes demoníacos. Y llegaron a ser adictos a
drogas, alcohol, pornografía y prostitución.

Mientras lees esto, puedes estar tomando un suspiro de alivio, pensando, “Gracias a Dios, que no
es mi hijo o mi hija. Tengo buenos muchachos. Tuve cuidado de criarlos en el temor y
conocimiento del Señor. Ellos conocen el camino correcto. Puede que no estén ardiendo por Jesús,
pero por lo menos no están usando drogas.”

Tales padres tienen derecho a ser agradecidos. Sin embargo, nunca temen que su hijo esta tibio
hacia Jesús. Según el Señor mismo, estar tibio es una condición tan terrible como estar oprimido
por demonios. Cuando Cristo advirtió: “Te vomitare de mi boca,” él no se estaba dirigiendo a
drogadictos. El estaba hablando a creyentes tibios en su iglesia (ver Apocalipsis 2-3). Jesús sabe
que un espíritu de tibieza puede adormecer a cualquier creyente en tentaciones demoníacas
infernales.

Tus hijos pueden ser amables, educados, y bien comportados. Ellos pueden alejarse de la mala
compañía, respetar a los mayores y ser rectos moralmente. Pero si no son sinceros en su amor por
Jesús—si están vagando espiritualmente—están en peligro. Ves, cualquier niño que es criado en
un hogar de creyentes ya es el primer blanco de Satanás. El diablo persigue a aquellas familias que
son más fervientes en su amor por Jesús. Pero ahora la tibieza de hijo ha facilitado el trabajo del
enemigo. Él se deleitara al ver cuán fácil es atrapar a tu hijo o hija en una atadura de pecado.

114
Hasta los cristianos más devotos—incluyendo a ministros—pueden estar cegados por la trampa
que Satanás ha tendido para sus hijos espiritualmente pasivos. El enemigo está buscando
constantemente como apagar la menor chispa de vida espiritual que hay en ellos. Les ruego,
padres cristianos: no permitas que el diablo llegue a tu hijo. Ponte sobre tu rostro diariamente y
rodea a tu joven con intercesión. Dios te ha dado el poder para sacudirlos de su estado de tibieza.

Cuando mis hijos eran adolescentes, pensé que simplemente podía amarlos y así hacerlos entrar al
reino de Dios. Me dije, “Estaré disponible para mis hijos. Seré un amigo para ellos. Solo necesito
estar disponible para ellos, para que puedan comunicarme sus necesidades.”

Entonces un día, mi hijo mayor, Gary, llego llorando de la escuela. Fue directamente a su
habitación y se tiró sobre la cama. Cuando pregunte que pasaba, contesto, “Papá, no creo que hay
un Dios. Es todo un mito.”

Supe entonces, que todo el amor del mundo no podía resolver este tipo de ataque satánico. Y
simplemente comunicarme con mi hijo no iba a solucionar el problema. No pude decirme a mí
mismo, “Esto es solo una mala etapa; se le pasará. Él es un buen muchacho; y él sabe que lo amo.”

No, tuve que afrontar lo que estaba sucediendo ante mí: Satanás estaba tratando de robarle a mi
hijo su fe genuina y ferviente. Yo vi a Gary entregarle su vida a Jesús a los cinco años y yo sabía que
su fe era preciada. Ahora el enemigo quería esa fe. Y él estaba tratando de usar duda e
incredulidad para destruirla. Efectivamente, Satanás estaba apuntando al mismo nervio central de
nuestra familia: nuestra confianza en Jesús.

Yo sabía que solo tenía una opción. Fui a mi cuarto de oración; y cerré la puerta detrás de mí, me
puse sobre mi rostro, y me acomodé para la batalla. Determine, “Satanás, no vas a tener a mi
hijo.” Desde ese día en adelante, clamaba al Señor a nombre de Gary. Yo rogaba, “Señor, guarda a
mi muchacho del maligno.”

El cambio que finalmente tomo lugar en Gary no sucedió de la noche a la mañana, o dentro de una
semana, ni aun meses. Él siguió luchando con la confusión; pero llego el momento cuando la
confianza de Gary en Jesús fue restaurada. Y si has leído mis mensajes por algún tiempo, sabes que
Gary ha servido en el ministerio a tiempo completo desde su adolescencia. Él es un devoto amante
de Jesús. Y en este último año, tengo el privilegio de predicar a su lado en reuniones de otros
ministros.

Cada uno de mis otros tres hijos tuvo sus propias pruebas de fe. Pero como sucedió con Gary, el
Señor ha sido fiel para darles la victoria a Debbie, Bonnie y Greg también. Como su hermano, ellos
también llegaron a ser piadosos amantes de Jesús y siervos en ministerio. Aun así, mi intercesión
por mi familia nunca se ha detenido. Ahora mi esposa, Gwen y yo nos unimos en oración a
nuestros hijos adultos por nuestros diez nietos.

Dadas las apariencias, Jesús ignoro la plegaria de la madre.

La mujer con la hija enferma persistió en buscar a Jesús. Finalmente, los discípulos le rogaron al
maestro: “Señor, despídela, salgamos de ella. No deja de molestarnos.” Fíjate como responde
Jesús a las plegarias de la mujer: “Pero Jesús no le respondió palabra” (Mateo 15:23).
Evidentemente, Cristo ignoró toda la situación. ¿Por qué haría esto? Sabemos que nuestro Señor
nunca ha vuelto oídos sordos al clamor de cualquier buscador sincero.

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El hecho es, Jesús sabía que la historia de esta mujer le sería contada a cada generación futura. Y él
quiso revelar una verdad a todo aquel que la leyera. Así, que el probo la tenacidad de la fe de esta
mujer Cuando finalmente le hablo, él dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel” (15:24). Cristo estaba diciendo, en resumen, “Yo vine para salvación de los judíos. ¿Por qué
debe malgastar su evangelio en un gentil?”

Ahora, esta declaración hubiera alejado a muchos de nosotros. Pero la mujer no se movía; la
condición de su hija era un asunto de vida o muerte para ella. Y ella no le iba a dar descanso a
Jesús hasta que le diera lo que ella necesitaba.

Te pregunto, ¿Cuántas veces te das por vencido en la oración? ¿Cuántas veces te has cansado y
razonaste, “he buscado al Señor. He orado y pedido. ¿No obtuve resultados?” Bueno, ¿era un
asunto de vida o muerte para ti? ¿Realmente buscaste al Señor con todo tu corazón, alma, mente
y fuerza, sabiendo que no había otro recurso?

Considera como respondió esta mujer. Ella no respondió con una queja, o un dedo acusador,
diciendo: “¿Por qué me lo niegas, Jesús?” No, la escritura dice lo contrario: “Entonces ella vino y se
postro ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!” (15:25).

Lo que sigue es difícil de leer. Una vez más, Jesús rechaza a la mujer. Solo que esta vez su
respuesta es aún más severa. Él le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los
perrillos” (15:26).

Es importante para nosotros entender que los creyentes judíos de ese tiempo consideraban a los
gentiles menos que los perros a los ojos de Dios. Por supuesto, Jesús no aceptaba esto; el no
lanzaría una difamación racial a cualquier criatura del Padre Creador. Pero él sabía que esa mujer
estaba enterada de la actitud de los judíos hacia los gentiles. Y, una vez más, él la estaba
probando.

Ahora la madre le contesta: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de la migajas que caen de las
mesas de sus amos.” (15:27). ¡Que increíble respuesta! Esta mujer decidida no iba a ceder en su
persecución de Jesús; y el Señor la elogia por eso. Jesús le dijo a la mujer: “Oh mujer, grande es tu
fe; hágase contigo como quieras. Y su hija fue sanada desde aquella hora.” (15:28).

Amados, no debemos conformarnos con migajas. Nos han prometido toda la gracia y misericordia
que necesitamos para nuestras crisis. Y eso incluye cada crisis que concierne a nuestras familias,
salvas o no. Somos invitados para entrar audazmente al trono de Cristo, con confianza. Y debemos
presentarle cada necesidad, sea un padre incrédulo o un hijo rebelde. Puede ser que no veamos a
cada ser amado ponerse bien con el Señor o cambiar su vida; pero podemos erigir grandes
murallas a su alrededor, para detener su carrera al infierno. Podemos pedir convicción sobre ellos
y levantar muros de protección alrededor de ellos. También podemos orar por personas en sus
vidas que les testifiquen.

Pero, hay una cosa que puede asegurarte: estas cosas no sucederán si simplemente los
entregamos a su suerte. Puede que tratemos de convencernos, “solo tengo que tomar el asunto
en fe, ahora.” Pero eso es una falsa coartada. Todo lo que hace es librarnos de derramar nuestro
sudor espiritual y lucha en intercesión por las almas de nuestros seres queridos.

Te insto, haz esta tu oración: “Señor, si uno de los míos se pierde, no será porque no ore. No será
porque tome por sentado la obra del Espíritu en sus vidas. Y no será porque no llore sobre ellos.
Pase lo que pase, voy a luchar en intercesión por ellos, hasta que uno de nosotros regrese a casa a
estar contigo.”

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