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EXAMEN TIPO 2

1. Los argumentos “a fortiori”, el “a maori” y el “a minori” (Tema 1, épig 3.2, 3.2.1 y -2)

“A FORTIORI”: Este argumento lógico de la interpretación tiene muchas denominaciones, pues no


existe unanimidad entre los autores a la hora de establecer un nombre para denominar a estos
razonamientos. Siguiendo a Georges Kalinowski, “dentro de los argumentos “a fortiori” se pueden
distinguir dos modalidades distintas, los argumentos 'a maiori' y los argumentos 'a minori'”. Estos dos
argumentos, a pesar de ser diferentes entre sí, presentan más coincidencias que divergencias.

A cada uno de ellos se les asigna un determinado campo del Derecho: por ejemplo, mientras los
argumentos “a maiori” se aplican cuando nos encontramos frente a calificaciones ventajosas (Tarello),
leyes permisivas (Castán, Kalinowski) o prescripciones positivas (Perelman), los argumentos “a
minori” operan ante leyes prohibitivas, calificaciones desventajosas o prescripciones negativas.

“A MAIORI”: Esta diferencia no viene establecida por su estructura lógica -en puridad, desde el punto
de vista lógico no existe diferencia alguna entre los dos argumentos “a fortiori”-, sino que la
discordancia entre uno y otro se encuentra en la regla extralógica o jurídica, concretamente aquella que
establece: “restringenda in odiosa, amplianda in favorabilia”. Kalinowski dice que “según el silogismo
'a maiori ad maius', partiendo del reconocimiento expreso de una capacidad para realizar una acción
que se juzga como más importante se concluye la capacidad implícita para realizar algo que se
considera menos importante”. Por ejemplo, si se establece que se puede adquirir por usucapión la
propiedad sobre un bien inmueble, se deduce que se pueden adquirir otros derechos reales menos
importantes como el usufructo o una servidumbre (ejemplo de Kalinowski), lo que se reduce en el
aforismo “quien puede lo más, puede lo menos”.

El esquema lógico para deducir que nos encontramos ante este caso, sería:

“Si todo X puede hacer A y todo B es hacer A= Todo X puede hacer B”

“ A MINORI”: El argumento a minori ad maius se desarrolla de manera más o menos igual, con la
diferencia que la regla extralógica en que se apoya es distinta: quien no puede lo menos, tampoco puede
lo más. Consiste en suponer, si las correspondiente reglas extralógicas lo permiten, que en la norma
interpretada se sobreentiende la expresión, así como otras más importantes que ésta. Por ejemplo, la
prohibición de animales domésticos implica la prohibición de animales salvajes.

El esquema lógico para deducir que nos encontramos ante este caso, sería:

“Si todo X no puede hacer A y todo B es hacer A = Todo X tiene prohibido hacer B”

Dado que son más las semejanzas que las discrepancias entre ambos argumentos, queda más que
justificado que se incluyan dentro de los argumentos “a fortiori”.

Los puntos de semejanza, según Falcón, entre los argumentos “ad analogiam” y “a fortiori”, son:

• Que ambos operan en el mismo supuesto. La analogía interviene en ausencia de ley y los argumentos
“a fortiori” se utilizan en defecto de norma aplicable.

• La función que tienen ambos no es otra que la integración de lagunas.


• En tercer lugar, en cuanto a los medios, se utilizan conceptos comparativos y se habla de ratio; en la
analogía se requiere identidad de razón mientras que en los argumentos “a fortiori” se requiere
“mayor razón”.

• Por último, en cuanto a los resultados, en ambos casos se llega a la misma conclusión: aplicar la
igualdad de tratamiento entre un caso no regulado y otro que sí que lo está.

Aunque estas semejanzas son muy discutibles, pues se basan en la concepción clásica que nosotros no
compartimos.

2. Tipos de antonimias (Tema 4 épig 5).

Es interesante comentar que el término “antinomia” se utiliza tanto en lógica como en filosofía
general como en lenguaje jurídico. Su significado en cada uno de éstos, sin embargo, es distinto. Se
trata por tanto de un término impreciso, inexacto, que no tiene un significado total.
2. Sobre esta idea Victoria Iturralde nos habla de 3 tipos de antinomias: lógicas, empíricas y
valorativas.

§ Una ANTINOMIA LÓGICA es aquella que se produce entre dos enunciados


normativos incompatibles. (Ej. Un enunciado normativo que establece una obligación
y otro que señala una prohibición). Es la verdadera antinomia, la antinomia propia.

§ ANTINOMIA EMPÍRICA: En este caso lo que sucede es que los enunciados


normativos no pueden cumplirse simultáneamente debido a las circunstancias
requeridas por las dos normas (fácticas, empíricas, etc.). (Ej. Una hora concreta en un
sitio, y esa misma hora en otro sitio). Este supuesto es el que contempla la doctrina
moderna. Antinomia impropia. *Siempre que hay incompatibilidad lógica hay
incompatibilidad empírica, pero no siempre que hay incompatibilidad empírica existe
incompatibilidad lógica.

§ ANTINOMIAS VALORATIVAS: En este caso nos encontramos con que los efectos
que se producen resultan ética o moralmente inaceptables, que no parece que deban ser
asumidos por el aplicador jurídico. Se trata, por lo tanto, de que los efectos que se siguen
al aplicar las normas no persiguen un resultado moral, ético o de justificación idónea.
(Ej. Cuando hay dos normas y una de ellas trata de favorecer la realización del principio
de libertad, y la otra de consolidar la realización del principio de seguridad). Estas
normas no pueden aplicarse simultáneamente porque la seguridad conlleva un cierto
grado de sacrificio de la libertad y viceversa. (Ej. Debate en Francia, la búsqueda de una
mayor seguridad conlleva que se adopten medidas legislativas que restringen la libertad;
por otra parte la libertad conlleva una reducción de la seguridad).
3. Otra clasificación que propone la doctrina es la distinción entre antinomias propias e impropias.
§ ANTINOMIAS PROPIAS: Son aquellas que se refieren a la existencia de una real
incompatibilidad entre el contenido normativo de dos disposiciones o normas jurídicas.
Ej. incompatibilidad lógica.

§ Mientras que los otros supuestos de antinomia que no conllevan incompatibilidad en el


contenido de las normas se trataría de ANTINOMIAS IMPROPIAS. Ej.
Incompatibilidad empírica, valorativa. *Dentro de las impropias, nos vamos a encontrar
con 3 tipos fundamentales: las antinomias axiológicas, de valoración y las teleológicas.

Ø Antinomias axiológicas: Se les denomina normalmente “antinomias de principio”


y por tales tenemos que entender las que se producen entre normas que están inspiradas en
principios distintos. (Libertad / Seguridad). Estas antinomias se encuentran en todos los sistemas
jurídicos, son inevitables.
En los principios constitucionales las relaciones no siempre son pacíficas, sino que a
veces se tornan conflictivas, pues la realización de determinadas exigencias constitucionales
conlleva la restricción en el cumplimiento de las exigencias de otros principios constitucionales.

En principio, este tipo de situaciones no pueden ser tenidas como verdaderas


antinomias y prueba clara de ello es que no se pueden resolver a través de los criterios que el
legislador tiene previstos para las antinomias (jerarquía, antigüedad o especialidad), sino que
tienen que ser resueltas lisa y llanamente por vía interpretativa.

Ø Antinomias de valoración: Son aquellas en las cuales se produce una especie de


desfase entre la importancia del bien protegido por una norma y las consecuencias jurídicas que
se atribuyen a esa norma. Pensemos en un sistema jurídico en el cual los atentados contra la vida
se castigan con una pena leve y los atentados contra la propiedad privada se castigan con una
pena grave. Se trata por tanto de una valoración injusta porque se castiga con una pena más
grave algo lo que se considera menos importante y viceversa. Es absurdo pensar en la utilización
de los criterios que el legislador establece para las antinomias.

Ø Antinomias teleológicas: Son aquellas que se producen cuando en un sistema


jurídico existe una norma que prescribe vinculantemente la consecución de un fin y otra norma
que establece los medios necesarios para alcanzar ese fin. Por lo tanto tenemos una discordancia
entre la norma que establece el fin y la norma que le establece los instrumentos necesarios para
alcanzar ese fin. Se nos plantea la alternativa siguiente: Si queremos alcanzar ese fin tenemos
que no aplicar la norma que prescribe los medios (porque estos no son idóneos para alcanzar el
fin) o si aplicamos la norma relativa a los medios que hay que utilizar sabemos que no vamos a
conseguir alcanzar ese fin. Se trata de un supuesto de coherencia en sentido propio.
(Recordemos que mientras que la consistencia se refería a la compatibilidad entre las normas
que forman el sistema jurídico, la coherencia se refiere a la adecuación o idoneidad de las
normas para conseguir el fin propuesto). Por último, señalamos que no se trata de nuevo de un
supuesto de antinomias, dado que las dos normas no son incompatibles entre sí, sino que lo que
sucede es que tenemos que optar entre aplicar una norma u otra porque si aplicamos ambas al
final quedarían ambas propiamente sin realizarse.

4. Otra clasificación es la que se establece, por su naturaleza, entre las antinomias


deónticas y no deónticas. En principio, el calificativo de “deónticas” se referiría solo a aquellas
normas que prescriben como prohibida, obligada o permitida una conducta. El resto de normas
(enorme heterogeneidad del OJ) se quedarían fuera de esa configuración y se calificarían como
normas no deónticas. Es significativo el calificativo de “no deónticas” porque se refiere a todo
aquello que no tiene naturaleza propiamente deóntica, es decir, se trata de una calificación
residual.
{Antinomia deóntica à incompatibilidad entre cualificaciones deónticas (cuadro o
hexágono deóntico, obligación / prohibición); Antinomia NO deóntica à la incompatibilidad
se produce entre dos enunciados no deónticos o entre uno con forma deóntica y otro con forma
no deóntica, de forma que no es posible obedecer simultáneamente ambos enunciados}.
En estos casos la constatación de que existe incompatibilidad entre los enunciados se
convierte en una tarea mucho más compleja que las que existen en las antinomias deónticas,
donde simplemente hay que reducir las normas a su estructura y ponerlas en relación con el
esquema o cuadro deóntico, de forma que inmediatamente sabemos si son compatibles o no. Sin
embargo, en éstas no nos sirve de nada el cuadro al no tratarse de normas deónticas, sino que
sólo a través de la interpretación podremos llegar a establecer si la aplicación de una norma
conlleva la inaplicación de la otra.

5. Otra clasificación es la que distingue entre antinomias bilaterales y unilaterales.


Cuando la observancia de una de las normas conlleva ineludiblemente el
incumplimiento de la otra y viceversa. Se distinguen dos normas: La Norma 1 y la Norma 2, si
obedecemos y cumplimos la Norma 1 es imposible obedecer y cumplir la Norma 2 y viceversa.
Se da, por tanto, una incompatibilidad bilateral, la una o la otra pero no las dos. Solamente se
da en el caso de incompatibilidad total – total.
Las antinomias unilaterales son aquellas en las cuales el cumplimiento de una norma
conlleva el incumplimiento de la otra pero el incumplimiento de la segunda no conlleva
necesariamente el incumplimiento de la primera. Los supuestos de incompatibilidad total –
parcial o parcial – parcial son supuestos de relaciones unilaterales. Una de las normas es
totalmente incompatible con la otra pero la otra no necesariamente incompatible con la primera.

6. Antinomias reales y aparentes.


En este caso lo que se plantea es un problema distinto: incompatibilidad entre dos
normas que forman parte del mismo sistema pero una de las normas que está en conflicto es una
norma inválida. Estaríamos en este caso ante un tipo de antinomia que es solo aparente, pues
estamos denominando antinomia a lo que en realidad es un caso de norma inválida que tiene
que ser anulada y expulsada del sistema. El supuesto de antinomia aparente suele referirse a
aquellos casos en los que una norma, pese a ser materialmente inválida sigue siendo parte del
sistema hasta que una instancia competente no declare la invalidez, que dicha norma sea
expulsada del sistema. (La expulsión de la norma, aunque sea inválida, no se produce de forma
automática, sino solo cuando una persona investida de autoridad así lo decreta). Ej. Reglamento
incompatible con una norma ordinaria (rango superior). Dicho Reglamento, pese a ser
incompatible sigue formando parte del sistema hasta un juez declare la ilegalidad de ese
Reglamento. Igual sucede entre una norma ordinaria incompatible con una constitucional, hasta
que el TC no declare la inconstitucionalidad sigue formando parte del sistema. Se trata de un
problema de validez de una de las normas en conflicto.

El supuesto de antinomias reales es aquel que se presenta entre dos normas que sí que
son plenamente válidas.

7. Antinomias relativas y absolutas.


Antinomias relativas: Aquellas que existen en los sistemas jurídicos pero pueden ser
superadas simplemente utilizando los mecanismos de resolución de antinomias que el propio
sistema jurídico ha establecido. Por lo tanto, una antinomia es relativa, por ej., cuando utilizando
los criterios para la resolución de antinomias queda claramente determinada cuál es la norma
que debe prevalecer sobre la otra. Es el propio sistema el que nos da la solución.
Antinomias absolutas: Aquellas que no se pueden resolver incluso utilizando los
instrumentos que el sistema jurídico nos da para las antinomias.

La diferencia entre ambas es que unas son resolubles (relativas) en tanto que las otras
son irresolubles, puesto que no se pueden resolver con los mecanismos del sistema. Algunos
autores piensan que esas son las verdaderas antinomias. Sin embargo, hay muchos autores y el
profesor Torres cree que es la opinión más correcta, que piensan que en aquellos supuestos en
que nos encontramos con una antinomia y que no puede ser resuelta mediante los
procedimientos de resolución de las mismas en realidad no nos encontramos en presencia de
una antinomia sino de una laguna jurídica.

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