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UNIDAD IV
Mr. Rolston al poco tiempo contacta a su primo pidiéndole un par más de cabezas, a lo
que Mr. Taylor sin rechistar obedece; su primo cada vez pedía más y más cabezitas, a lo que Mr.
Taylor empieza a sospechar que estaba utilizando los regalos que le enviaba para lucrarse, lo cual
fue cierto, Mr. Rolston habría creado un lucrativo y exitoso negocio en su país, donde ya una casa
sin su respectiva cabecita era una casa incompleta.
Mr. Taylor estuvo de acuerdo con el negocio y no necesito mucho tiempo para convencer
a los altos mandos de esta nueva estrategia, todos estaban felices y a gusto con el trato, se
empezaron a construir veredas y los habitantes de este pequeño pueblo empezaron a notar el
crecimiento económico, las mujeres de generales y políticos recorrían alegres las veredas, pero no
todo era felicidad; para poder complacer las exigencias de los compradores de cabezas, tuvo que
imponerse la muerte ante todos los ciudadanos, la pena de muerte se aplicó a muchos delitos,
inclusive si se demostraba que alguien hacía algún comentario incorrecto, se podría proceder a
llevarlo al paredón y posteriormente su cabeza pasaría a ser propiedad de la compañía, y
claramente, el resto del cuerpo a sus familiares.
No pasó mucho tiempo hasta que se empezó a notar el pueblo vacío, llegó la primera
escases de cabezas, mientras en Estados Unidos cada vez había más y más demanda, entonces
Mr. Taylor comenzó a moverse para conseguir cabezas, a lo que llegó a la conclusión de que la
única salvación para su millonario negocio era declararle la guerra a las tribus indígenas que
estuvieran cerca, y así mismo, pronto se quedaron sin vecinos.
Al final Mr. Rolston se da cuenta que su negocio y su vida ha llegado a su fin, cuando
recibe por correo una pequeña cabeza, era de Mr. Taylor, a quien casi se le podía ver sonriendo
aún, acto seguido Mr. Rolston, que hubiese sentido mucho miedo de un revolver, procedió a
lanzarse del balcón.
Se puede usar como representante de los diferentes componentes del gobierno a Mr.
Taylor y a Mr. Rolston, y al pueblo como aquellos pobres indígenas descabezados, sacrificándose
para mantener cómodos a todos los de alto rango y con poder, pero igualmente como se presenta
en la lectura, se irá encaminando su situación a algo inviable donde su caótico fin será inevitable,
ya que esta práctica donde los menos pudientes suelen sacrificarse no es sostenible para una
sociedad igualitaria y balanceada.