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FARMACIA TECNICA
TEMA:
DOCENTE:
CURSO:
MICROBIOLOGIA
ALUMNO:
SEMESTRE:
2°
MOYOBAMBA-SAN MARTIN
28 DE OCTUBRE DEL 2022
HIALOHIFOMICOSIS
PENICILIOSIS
Los niños infectados con VIH pueden ser susceptibles a un enfermedad de hongos
denominada peniciliosis ocasionada por Penicillium marneffei.
Este hongo se encuentra en la tierra y la vegetación descompuesta, así como
también en el aire.
Puede ocasionar señales y síntomas como una inflamación de los pulmones
(neumonitis) y lesiones en la piel parecidas al acné en el rostro, torso, brazos y
piernas.
Su pediatra puede tomar un hemocultivo o muestra de tejidos probados en el
laboratorio como parte del proceso de diagnóstico.
La anfotericina B o itraconazole se prescriben comúnmente como tratamientos para
la peniciliosis.
HIALOHIFOMICOSIS
TRICOSPORONOSIS
Los niños con sistemas inmunes debilitados son susceptibles a tricosporonosis, que
afecta los pulmones, el corazón o el flujo sanguíneo.
El hongo Trichosporon beigelii, que puede producir lesiones en la piel, en el torso,
rostro y brazos ocasiona la tricosporonosis.
Otros síntomas incluyen tos, fiebre y esputo con sangre.
Este organismo se encuentra en la tierra y puede entrar al cuerpo a través del tracto
respiratorio, sistema gastrointestinal o heridas en la piel.
Cuando infecta a las personas, es potencialmente un peligro para la vida. El
tratamiento con frecuencia involucra el uso de anfotericina B o fluconazol.
CIGOMICOSIS
Como con muchas otras infecciones por hongos, la cigomicosis puede ocurrir con
más probabilidades en niños con sistemas inmunes debilitados.
Se puede desarrollar en niños con leucemia, linfoma o diabetes y aquellos que usan
vendajes no estériles en heridas o cortes.
La cigomicosis es ocasionada por el hongo de las especies Rhizopus, Mucor,
Absidia y Rhizomucor y pueden ocasionar infecciones en la nariz y sinusitis.
Los niños afectados pueden tener fiebre, congestión nasal e incomodidad en los
senos nasales.
Si la infección se disemina, puede afectar los pulmones y el cerebro y, en el peor de
los casos, ocasionar neumonía, infección del cerebro, convulsiones, parálisis y la
muerte.
Esta infección es diagnosticada con pruebas de laboratorio que examinan las
secreciones nasales y la flema, así como también al llevar a cabo biopsias, por
ejemplo, de lesiones en los pulmones.
El tratamiento incluye la eliminación del tejido infectado, si es posible, y el uso de
medicinas como la anfotericina B en altas dosis.