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Nicolás Rodríguez Charte, 06/12/22, T.E.O.E.

, Grupo 88

EL EUROPEÍSMO: UNA IDEA CONTROVERTIDA

Durante este año (si eres un seguidor de la política nacional y europea) sabrás que nos
han estado bombardeando de forma constante sobre un tema muy importante en el Viejo
Continente [i]: el denominado “europeísmo”. Pero… ¿Qué es eso?, te preguntarás. Pues
bien, el europeísmo [ii] es una ideología política la cual se caracteriza por defender la
unión de todos los estados de Europa en lo que vendría siendo un “superestado”
europeo, el cual tendría una alta relevancia a nivel mundial. Si bien es verdad que este
movimiento se divide en dos tendencias (federalistas y centralistas), no por ello dejan de
defender la existencia de ese “macro-estado”.

Si bien es verdad que la idea de “Europa” como una entidad cultural y política
diferenciada del resto ya existía de antes, lo cierto es que el europeísmo tiene un origen
relativamente reciente, el cual situamos en el año 1814 de la mano de los franceses
Claude- Henri de Rouvroy (conocido más comúnmente como el Conde de Saint-Simon)
y el historiador Augustin Thierry. Ambos tenían unas convicciones ya muy
revolucionarias para la época, que se pueden sintetizar en la idea de una Europa
cooperante entre sí tanto política como económicamente. Sin embargo, la creencia en
unos “Estados Unidos de Europa” que unificasen políticamente al Viejo Continente en
un solo país no vendrá hasta dentro de unos años más tarde, de la mano de diversas
figuras históricas, como el socialista italiano Giuseppe Mazzini o el famoso escritor
francés Víctor Hugo, quien también defendió la implantación de una moneda común
para todo el continente europeo (lo que vendría siendo el antecedente del euro actual),
surgiendo así también la idea de una unificación económica.

Aunque es cierto que a lo largo del siglo XIX y principios del XX seguirán surgiendo
personalidades eminentes que adopten estas convicciones (como el austríaco Stefan
Zweig o el filósofo español Ortega y Gasset), la ideología europeísta no dejará de ser
minoritaria hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando surja una unión
económica entre algunos países de Europa Occidental en 1951, la cual se conocerá
como la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), la cual estuvo formada
por Alemania Occidental, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, y
eliminará las trabas entre estos países en lo que respecta al comercio del Carbón y del
Acero: los dos materiales más importantes para la industria. Posteriormente, esos lazos
económicos se estrecharán aún más, dando lugar en 1957 al Tratado de Roma, a partir
del cual se crearán la CEE (Comunidad Económica Europea) y la Comunidad Europea
de la Energía Atómica (Euratom). Sin embargo, los lazos entre los países no finalizarán
aquí, sino que se estrecharán cada vez más y más, dando lugar así a la adhesión de
nuevos miembros (como Reino Unido e Irlanda en 1973, y España y Portugal en 1986)
y más tarde a la firma del Tratado de Maastricht en 1992, a partir del cual se funda la
Unión Europea (que creará el euro como moneda oficial en 1999), la cual algunos
esperan que logre alcanzar la tan soñada unificación de Europa. Actualmente, los
ideales europeístas están representados por algunas organizaciones políticas presentes
en los países de la UE, tales como Volt o la Unión Internacional Paneuropea.

Si bien esta ideología acumula cada vez más adeptos entre sus filas (ya existen partidos
de este tipo con representación en las instituciones europeas), no por eso deja de estar
enfrentada con otras que se oponen a ella, siendo un ejemplo famoso el del
euroescepticismo, el cual se caracteriza por el rechazo de cualquier tipo de unión
política y económica entre los países europeos. Sin embargo, digamos que España es un
caso curioso, ya que el tipo de euroescepticismo puede variar desde el cada vez más
popular hispanismo (ideología que aboga por el acercamiento y unión de España con los
demás países de habla hispana) hasta otros movimientos que proponen la independencia
total del país ibérico con respecto al mundo (de hecho, aquí entrarían algunos
movimientos de extrema derecha racistas). En cuanto al impacto del euroescepticismo
en el viejo continente en general, podemos decir que ha tenido un éxito variable, ya que
existen tanto países que cada vez están más unidos entre sí (como los de Benelux) como
estados los cuales incluso han llegado a irse de la UE (siendo el ejemplo estrella de esto
Reino Unido con el “Brexit”), por lo que vemos claramente que la lucha entre ambas
ideologías es muy latente.

En conclusión: la ideología europeísta tiene una causa y unos preceptos


bienintencionados y nobles a mi parecer, ya que aboga por dejar las diferencias entre
países europeos para así unirse en pos de una causa común con tal de poder construir un
futuro mejor en el continente. Sin embargo, aunque se creara por una buena causa, sí es
cierto que hay que tener cuidado con cómo se realiza, ya que puede degenerar en la
creación de un estado europeo de carácter totalitario que acabe con las libertades
ciudadanas, en vez de abogar por el mantenimiento de las mismas. Es por todo esto por
lo que lo ideal, en mi opinión, sería educar en los valores democráticos a las futuras
generaciones, para que así la futura Europa no se convierta en una excusa ni para la
explotación de unos países hacia otros, ni para implantar una distopía autoritaria que
haga de nuestras vidas un sufrimiento en vez de un capítulo bello de nuestra Historia.

NOTAS

[i] “Viejo Continente” es una expresión que se escribe con mayúscula inicial en ambas
palabras, tal como indica la cuenta de Twitter de Fundéu:

https://twitter.com/fundeu/status/174198664753983489?lang=es

[ii] “Ideología o movimiento político que promueve la unificación de los estados del
continente europeo”. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (R.A.E.): Diccionario de la
lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. < https://dle.rae.es> [07-12-2022].

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