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El 27 de abril de 2001, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, admitió la
acción de amparo constitucional interpuesta por la abogada M.R., inscrita en el
Inpreabogado bajo el N° 28.655, actuando en su carácter de defensora del ciudadano
R.A.V.N., titular de la cédula de identidad N°. 2.995.849, en contra de la decisión dictada por
el Tribunal Segundo de Reenvío en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, a cargo de la doctora Yvelys Durán, de 13 de septiembre de
1999, mediante el cual solicitó le otorgaran a su defendido mandamiento de habeas corpus.
Practicadas las notificaciones, por auto del 23 de mayo de 2001, se fijó la oportunidad para
celebrar la audiencia oral de las partes, la cual se llevó a cabo el 07 de junio de 2001, a la
que comparecieron: la apoderada actora, abogada M.R.; la presidenta de la Sala Primera
Accidental de Reenvío de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Dra.
C.M.T., acompañada de otros miembros de la misma Sala Accidental. Igualmente, se dejó
constancia de la comparecencia de la representante del Ministerio Público, abogada E.M..
En la audiencia constitucional, las partes presentes, luego de intervenir oralmente,
presentaron escritos contentivos de sus respectivas opiniones.
Efectuada la lectura del expediente, pasa la Sala a decidir, previas las siguientes
consideraciones.
DE LA ACCIÓN DE AMPARO
El presente amparo se inicia cuando la abogada M.R. ejerció dicha acción ante la Sala de
Casación Penal de la extinta Corte Suprema de Justicia, contra la decisión del Tribunal
Segundo de Reenvío en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, en virtud de que la misma –en su opinión- era violatoria de derechos y garantías
constitucionales como son el derecho a la defensa, el debido proceso y el principio de la
cosa juzgada.
En primer lugar, la apoderada actora denunció que a su defendido le habían dictado auto
de detención en primera instancia, el cual fue revocado por la decisión del Juzgado
Superior; sin embargo, cuando el Juez Segundo de Reenvío en lo Penal volvió a dictar el
auto de detención, aplicó un procedimiento penal derogado; es decir, el procedimiento
establecido en la Ley Orgánica sobre Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, en lugar de
fundamentar su decisión en el procedimiento establecido en el vigente Código Orgánico
Procesal Penal. Por lo tanto, en su opinión, la decisión tomada por la juez de reenvío fue
arbitraria y violó la garantía constitucional prevista en el artículo 60 de la Constitución de la
República de Venezuela de 1961, vigente para ese momento (actual artículo 49 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).
Finalmente, manifestó que, por todo lo anteriormente expuesto, la detención ordenada por
el Juzgado Segundo de Reenvío en lo Penal en contra de su defendido es violatoria de
garantías constitucionales, por lo tanto, ante el peligro de que la detención se haga efectiva
(ya que la juez libró las boletas pertinentes a las autoridades competentes), solicitó se
expidiera a favor de su defendido un mandamiento de habeas corpus, de conformidad con
el artículo 39 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Del escrito presentado por la Presidenta de la Sala Primera de Reenvío para el Régimen
Procesal Transitorio de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área
Metropolitana de Caracas
Es por lo anterior que, la representante del organismo jurisdiccional, consideró que la titular
del Juzgado Segundo de Reenvío no violó la cosa juzgada, y por tanto su decisión estuvo
ajustada a derecho.
Es por los razonamientos anteriores que la representación del Ministerio Público considera
que la presente acción de amparo debe ser declarada sin lugar.
Vista las actas del expediente y oídas las exposiciones de quienes comparecieron a la
audiencia constitucional, la Sala observa:
Primero, que la Sala de Casación Penal de la extinta Corte Suprema de Justicia, en decisión
del 25 de marzo de 1998 casó de oficio la decisión emanada del Tribunal Tercero de
Reenvío en lo Penal, anulando totalmente dicho fallo, por lo que la revocatoria del auto de
detención dictado al accionante el 12 de agosto de 1997, quedó sin efecto alguno,
habiendo ordenado el fallo de la Sala de Casación Penal, al nuevo tribunal de reenvío, que
se pronunciara sobre la responsabilidad de los indiciados. En consecuencia, cuando el fallo
impugnado del 13 de septiembre de 1999, emanado del Juzgado Segundo de Reenvío en
lo Penal dicta el auto de detención al impugnante, no está infringiendo cosa juzgada
alguna a favor de R.A.V.N. y, por lo tanto, la denuncia de violación de la cosa juzgada no es
procedente, y así se declara.
Segundo, la decisión del 13 de septiembre de 1999 se limitó a aplicar un tipo penal previsto
en la Ley Orgánica sobre Sustancias Estupefaciente y Psicotrópicas, ley que no se encuentra
derogada y, por lo tanto, no es cierta la denuncia que se haya aplicado para al auto de
detención un procedimiento distinto al que correspondía al régimen de transición penal
vigente para el año 1999. Por lo tanto, en cumplimiento de la orden de la Sala de Casación
Penal, la juez de reenvío no podía aplicar las disposiciones del Código Orgánico Procesal
Penal, en base al artículo 502 eiusdem, ya que las normas de dicho Código se aplican en
relación a los procesos que se inicien con la vigencia del Código, y el proceso donde se
dictó la decisión del 13 de septiembre de 1999 existía con anterioridad a la vigencia del
Código Orgánico Procesal Penal.
Tercero, con respecto a la denuncia del quejoso de que su juez natural era una Corte de
Apelaciones y no un Tribunal de Reenvío, la Sala acota que, por mandato del fallo de Sala
de Casación Penal del 25 de marzo de 1998, el proceso tenía que ser resuelto por un
tribunal de reenvío como en efecto sucedió, por lo que no existió infracción constitucional
de ningún tipo en tal designación, y así se declara.
Cuarto, con relación al alegato de que el delito imputado a R.A.V.N., estaba prescrito por
haber transcurrido siete (7) años y ocho (8) meses desde la fecha en que comenzó el
proceso (30/09/93), es criterio de esta Sala que, mientras un proceso se encuentra activo, la
prescripción se ve sucesivamente interrumpida, a menos que se de el supuesto del artículo
110 del Código Penal, que no es el de una prescripción.
La mayoría de los derechos son susceptibles de perderse por la inacción de sus titulares
durante el plazo fijado por la ley y, aunque el artículo 1952 del Código Civil, al definirla, se
refiere a la liberación de obligaciones, otras normas se remiten a derechos (artículo 1979,
por ejemplo), y otras a acciones (artículo 108 del Código Penal, por ejemplo), por lo que
una figura netamente procesal, como la acción, puede perderse por su falta de ejercicio
dentro del plazo fijado por la ley.
2. El transcurso del plazo fijado por la ley para ejercer el derecho a la acción;
3. El no ejercicio (inacción) del derecho, o la acción por parte del titular, al omitir los actos
que caracterizan tal ejercicio.
La fatalidad del lapso (sin prórrogas), unida a la necesidad de incoar la acción dentro de
él, es característica de la caducidad, y cuando ese es el planteamiento legal, así la
norma se refiera a la prescripción de la acción, en realidad se está ante una caducidad.
Cuando la prescripción se interrumpe por vía judicial (demanda judicial), una vez que el
proceso marcha, ella queda indefinidamente suspendida, y mientras el proceso está
vivo y no se ha declarado su extinción, la prescripción está interrumpida, hasta que sea
sentenciado.
El legislador previno que la demanda judicial con su desarrollo subsiguiente, o sea, que
el proceso, se convertirá en una unidad interruptiva de la prescripción extintiva, y ello
se colige claramente del artículo 1.972 del Código Civil, el que reza que la citación
judicial interruptiva de la prescripción pierde sus efectos:
Lo que sí es cierto es que, mientras dure el proceso, existe un acto continuo y sucesivo
de interrupción de la prescripción sobre la acción o los derechos que allí se ventilan,
pero si el proceso se acaba por perención de la instancia (ya que si fuere por sentencia
de fondo ningún problema real puede surgir con relación a la prescripción, sobre todo
si pierde el actor, ya que desaparece su derecho) quedan sin efecto todos los actos que
formaban el proceso, y por lo tanto el efecto interruptivo continuo debe cesar,
retrotrayéndose al principio, por lo que, en este caso queda sin efecto la citación; pero
el auto de admisión junto con el libelo registrado, que como decisión sigue surtiendo
efectos conforme al artículo 270 del Código de Procedimiento Civil, mantiene su valor
interruptivo reabriendo un nuevo plazo, motivo por el cual el mencionado artículo
1.270 del Código Civil, no lo privó de dichos efectos, en sus tres causales, las cuales solo
atacan a la citación del demandado.
Por otra parte, se interrumpe la prescripción del crédito por un cobro extrajudicial al
deudor, o un acto que lo constituya en mora, o una notificación de un acto interruptivo.
Al contrario de la caducidad, que cuando se impide solo surte efectos contra quienes
fueron demandados, la prescripción interruptiva surte efectos contra personas ajenas al
proceso o al acto interruptivo, tales como al fiador (artículo 1.974 del Código Civil); al
no demandado, si se demandó a un tercero para que se declarare la existencia del
derecho (artículo 1.970 eiusdem); o a los solidarios que no son parte de los juicios
(artículo 1.228 eiusdem) y a los litis consortes del proceso penal (artículo 119 del
Código Penal).
El artículo 110 del Código Penal señala las causas de interrupción de la prescripción.
Dado que el Código Orgánico Procesal Penal señala que el proceso penal comienza en
la fase investigativa, la citación del imputado o su declaración como tal en dicha fase,
que es equivalente a la citación para rendir declaración, se convierte en actos
interruptivos de la prescripción.
4) El desarrollo del proceso, que corresponde a las diligencias procesales que le siguen
a la citación para rendir declaración, como se señaló antes. Por lo que mientras el
proceso se encuentre vivo, la prescripción se va interrumpiendo, en forma sucesiva.
Todos estos actos interruptores hacen que comience a correr de nuevo la prescripción
desde el día de dichos actos.
El comentado artículo 110 del Código Penal, y debido a que el proceso penal, en caso
de fallo condenatorio restringe la libertad, garantiza al reo la extinción del proceso, si
éste se prolongase por un tiempo igual al de la prescripción de la acción, más la mitad
del mismo, y siempre que la dilación judicial ocurra sin culpa del reo. A esta extinción la
llama el artículo 110, prescripción.
Es más, la disposición del artículo 110 del Código Penal bajo comentario, abarca
procesos en pleno desarrollo.
Estamos ante una figura que viene a proteger al reo de un proceso interminable, cuya
dilación no sea imputable a él por mal ejercicio o ejercicio abusivo de su derecho de
defensa, por lo que realmente no se trata ni de una prescripción, ni de una perención,
sino de una fórmula diferente de extinción de la acción, que opera ajena a la
prescripción, ya que mientras el proceso se ha estado desenvolviendo, la prescripción
se ha ido interrumpiendo.
Ante tal figura extintiva de la acción, la cual como todas las pérdidas de la acción, es
causal de sobreseimiento de la causa (numeral 3 del artículo 325 del Código Orgánico
Procesal Penal), quien la invoca no sólo debe alegar el transcurso del tiempo, sino
aportar las pruebas que permitan al juez ponderar si la dilación extraordinaria es o no
culpa del reo, o de quienes con él conforman un litis consorcio.
Durante la vigencia del Código de Enjuiciamiento Criminal, y al igual que hoy, los
extremos señalados se controlaban con el estudio del expediente y de la actitud
procesal del o de los imputados, para determinar en cuanto ellos habían concurrido a la
dilación.
Por otra parte, la prescripción es renunciable y por ello nunca opera de oficio, sino que
debe ser alegada por la parte. A pesar que técnicamente la Sala considera que la
extinción de la acción bajo comentario no es una prescripción, ella tampoco opera de
oficio, y no consta en autos que en la causa donde pudo tener lugar, se haya solicitado
la extinción de la acción con base al artículo 110 del Código Penal.
En el caso de autos, lo que consta a esta Sala es que el proceso se encuentra vivo, y le
es imposible juzgar si en el transcurso excesivo del mismo hay culpa de los reos, por lo
que para esta Sala, en el presente caso, no puede observar si en el juicio en pleno
desarrollo, se ha consumado la extinción de la acción a que se refiere el artículo 110 del
Código Penal, y así se declara.
Debe advertir la Sala, que la prescripción de la pena, contemplada en el artículo 111 del
Código Penal, tampoco es aplicable en la presente causa, ya que no se trata de un
condenado que es sometido a nuevo juicio, cual es el supuesto del artículo 112
eiusdem.
Quinto, con relación al alegato de que R.A.V.N., no fue juzgado por su juez natural
cuando lo hizo el Juez Segundo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción
Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, esta Sala advierte que el auto de
detención dictado por dicho juez fue revocado, siendo el auto de detención dictado el
13 de septiembre de 1999, el objeto de la presente acción de amparo, por lo que tal
presunta violación por parte del ya referido Juzgado, no es objeto de esta causa y
cualquier responsabilidad tendría que ser ventilado en otro juicio.
Sexto, por último acota la Sala que la decisión del 16 de noviembre de 1999 emanada
de la Sala de Casación Penal de la extinta Corte Suprema de Justicia, que conoce esta
Sala por notoriedad judicial juzgó los mismo hechos de que trata este amparo y declaró
sin lugar la nulidad interpuesta por el hoy recurrente contra el fallo del 13 de
septiembre de 1999 antes identificado. Es más, en dicha decisión se dijo que los nuevos
vicios o faltas en que pudieran haber incurrido la decisión de reenvío podía ser motivo
de recurso de casación, el cual, en conocimiento de esta Sala, nunca se intentó, lo que
significa que el querrellante se conformó con la situación, centrando sus defensas en
los recursos de nulidad declarados sin lugar por la Sala de Casación Penal en el
señalado fallo.
Decisión
El Presidente de la Sala,