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Pensamiento Pentecostal Arminiano

Pentecostalismo | El Hablar en Lenguas


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hace 3 años

Por Fernando E. Alvarado


INTRODUCCIÓN
Todos los creyentes tienen el derecho de recibir y deben buscar fervientemente la
promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego, según el mandato del
Señor Jesucristo. Esta era la experiencia normal y común de toda la primera iglesia
cristiana. Con el bautismo viene una investidura de poder para la vida y el servicio y la
concesión de los dones espirituales y su uso en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4,
8; 1 Corintios 12:1–31). Esta experiencia es distinta a la del nuevo nacimiento y
subsecuente a ella (Hechos 8:12–17; 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9). Con el bautismo en
el Espíritu Santo el creyente recibe experiencias como la de ser lleno del Espíritu (Juan
7:37–39; Hechos 4:8), una reverencia más profunda para Dios (Hechos 2:43; Hebreos
12:28), una consagración más intensa a Dios y dedicación a su obra (Hechos 2:42) y un
amor más activo para Cristo, para su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20). El
bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo se evidencia con la señal física inicial de
hablar en otras lenguas como el Espíritu los dirija (Hechos 2:4). El hablar en lenguas en
este caso es esencialmente lo mismo que el don de lenguas (1 Corintios 12:4–10, 28),
pero es diferente en propósito y uso.

LA PALABRA HABLADA COMO INSTRUMENTO DEL ESPÍRITU SANTO


¿Qué es lo primero, o lo inicial, que le sucede a quien es bautizado en el Espíritu? ¿Cuál
es la primera señal física, visible y notoria? ¿Cuál es la primera evidencia física, o la
prueba, de que uno puede decir con confianza: “He recibido la promesa del Padre”?
Para cada una de las preguntas anteriores, la respuesta es: “hablar en lenguas”. Sin
embargo, debemos recordar que el bautismo en el Espíritu Santo es más que la
evidencia física inicial; es una experiencia continua. Su propósito es también enriquecer
y edificar a la persona en su relación con Cristo en devoción y adoración personal de
nuestro Señor Jesucristo. El bautismo en el Espíritu Santo no es un fin en sí; no es una
meta, sino una puerta de entrada a una vida llena del Espíritu y de poder. En Efesios
5:18 Pablo nos exhorta a ser “llenos del Espíritu”. La evidencia continua es el fruto del
Espíritu que se manifiesta en la vida del cristiano de una manera más completa.

¿Cuál fue la evidencia común cuando el Espíritu vino sobre una persona en el Antiguo
Testamento? En Números 11:25-26, setenta varones fueron escogidos por Moisés, “y
cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron”. Sobre Eldad y Medad también reposó
el espíritu, “y profetizaron en el campamento”. En 1 Samuel l0:6, se le dijo a Saúl que el
Espíritu vendría sobre él y que profetizaría, y sería mudado en otro hombre. En 2
Samuel 23:2, David escribió: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha
estado en mi lengua.” En cada uno de estos casos, fue evidente que hubo expresión de
palabras cuando el Espíritu vino sobre ellos.

LA GLOSOLALIA, O HABLAR EN LENGUAS, COMO EVIDENCIA FÍSICA


INICIAL DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO
La palabra glosolalia se compone de dos palabras griegas: gloso, que significa
“lenguas”, y lalia que significa “habla”. Por lo tanto, usamos el término “hablar en
lenguas”. En el día de Pentecostés, lo que los discípulos dijeron fue entendido por
personas de unos 15 diferentes pueblos, en su propio dialecto o idioma. No fue una
experiencia extática, “fuera del cuerpo”. Ellos eran conscientes de su entorno. Aunque
sea un idioma desconocido para el hablante, la glosolalia puede ser una lengua
reconocida o no reconocida por parte de los oyentes. En 1 Corintios 13:1, Pablo escribe:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas…” Él también dice del hablar en lenguas,
que “el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios “(1 Corintios 14:2).
Por lo tanto, en el día de Pentecostés, los que visitaban a Jerusalén oyeron los discípulos
recién bautizados en el Espíritu hablaron “las maravillas de Dios” (Hechos 2:11). Jesús
dijo, en Juan 16:13-14, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad… Él me glorificará”.
La glosolalia no se usa para la evangelización, ya que más tarde ese mismo día, Pedro
predicó su famoso sermón, tal vez un discurso inspirado que tomó la forma de una
palabra profética, en un idioma que todos ellos entendieron (Hechos 2:14).

El libro de Hechos registra varias ocasiones en que el Espíritu Santo vino sobre los
creyentes y los bautizó. El hablar en lenguas se menciona como evidencia física inicial
de haber sido bautizado en el Espíritu Santo (Hechos 2:4; 10:44-46; 19:6). En el día de
Pentecostés, la multitud se reunió y oyó a los creyentes hablar en lenguas. La conclusión
de algunos que los oyeron fue que estaban borrachos. Pedro refutó esa acusación
diciendo que ése era el cumplimiento de la profecía registrada en Joel 2.

En la casa del gentil Cornelio, en Cesarea, ocho años después del día de Pentecostés, los
judíos creyentes se sorprendieron de que los gentiles fueran bautizados en el Espíritu
Santo (Hechos 10:44-46). Dios “dio testimonio” dándoles el Espíritu Santo. El hablar en
lenguas fue la evidencia observable.

En la ciudad de Samaria, según Hechos 8, Felipe el evangelista predicó de Jesús a los


samaritanos. Ellos creyeron y fueron bautizados en agua. La noticia llegó a los apóstoles
en Jerusalén acerca del avivamiento, por lo cual Pedro y Juan fueron allá para orar por
ellos de modo que recibieran el Espíritu, porque el Espíritu Santo aún no había
descendido sobre ninguno de ellos” (Hechos 8:16), aunque habían sido salvos y recibido
el bautismo en agua. Simón, el mago, observó que, a través de los apóstoles, algo muy
obvio sucedía, así que les ofreció dinero para que le concedieran el poder para que
produjera resultados similares. ¿Qué vio Simón? Podemos suponer que observó que
hablaban en lenguas.

En Hechos 9, después de la experiencia de salvación de Saulo de Tarso en el camino a


Damasco, él estuvo orando por tres días cuando Ananías recibió el encargo de ir a orar
por él. Ananías protestó, pero fue persuadido para ir cuando el Señor le informó que
Saulo oraba. Entró en la casa, se dirigió a Saulo como ‘hermano’, y le dijo: “El Señor
Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas
la vista y seas lleno del Espíritu Santo.” Las evidencia no se da en Hechos 9, sino en 1
Corintios 14:18, donde Pablo dice: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que
todos vosotros.” ¿Cuándo comenzó a hablar? Probablemente cuando Ananías oró por él
para que recibiera el Espíritu. Razonablemente, si se ha establecido un patrón, la
ausencia ocasional de repetir cada elemento del patrón realmente refuerza el patrón, ya
que se supone que los lectores harán las apropiadas inferencias del patrón establecido.

Más adelante, en Hechos 19:1-6, se nos presenta a Pablo imponiendo sus manos sobre
los creyentes en Éfeso y estos recibiendo el bautismo en el Espíritu Santo. Nuevamente,
el hablar en lenguas fue la evidencia inicial y visible de haberlo recibido.

CONCLUSIÓN
Nuestro punto de vista sobre cualquier doctrina debe basarse no en la experiencia, sino
en la Escritura. La experiencia debe ser juzgada por la Escritura y conformarse a ellas.
La verdad de las lenguas como la evidencia físico inicial del bautismo en el Espíritu
Santo está basada en la Sagrada Escritura. Todo lo que decimos y hacemos como
pentecostales debe ser juzgado por la Escritura. Creemos que Hechos, que es historia
sagrada, tiene la intención de enseñar la doctrina de las lenguas como la evidencia física
inicial.

Algunos dicen que es incorrecto hermenéuticamente utilizar la historia narrativa como


una base doctrinal. Afirman que la doctrina puede basarse sólo en material más
abiertamente didáctico, como de las epístolas. Sin embargo, el nacimiento virginal, una
doctrina cardinal de todos los evangélicos, se refiere sólo en la narrativa histórica de los
evangelios (Mateo 1 y Lucas 1). En Isaías 7:14 está la profecía de que “la virgen
concebirá, y dará a luz un hijo”. Esto se cita en Mateo 1:23. Lucas llama a María una
“parthenon”, que se traduce como “una virgen”. En las epístolas, sin embargo, este
acontecimiento se hace valer como ley (Gálatas 4:4). El emplear esta narrativa histórica
como doctrina, se justifica bíblicamente “Porque las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron” (Romanos 15:4).
Así, para citar sólo un ejemplo de la metodología de Pablo, las experiencias de Israel en
el desierto “les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corinthians10: 11). Si para
Pablo los relatos históricos del Antiguo Testamento tuvieron lecciones didácticas para
los cristianos del Nuevo Testamento, entonces sería muy sorprendente si Lucas, que
modeló su historiografía conforme a la historiografía del Antiguo Testamento, no
aportara su propia historia del origen y la expansión del cristianismo con una
significancia didáctica.
Tipológicamente, el rechazo de Jesús en Nazaret es el mismo que de los profetas
antiguos. Como Moisés transfirió el Espíritu en los setenta, incluso en Eldad y Medad,
Dios ungió a Jesús con el Espíritu; Jesús a su vez bautizó a sus seguidores con el
Espíritu Santo. Una vez más, debemos basar nuestras conclusiones en la Escritura y no
en la experiencia. La experiencia debe ser juzgada por la Escritura, y no la Escritura por
la experiencia.

Conforme a Lucas 24:49, a los discípulos se les dijo que se quedaran a esperar hasta que
fueran investidos de poder desde lo alto. ¿Cómo iban a saber que había recibido poder?
¿Por la fe o por medio de una señal? Los discípulos salieron del Aposento Alto con la
certeza de que habían esperado recibirlo. Pedro, audazmente, declaró a la multitud
reunida de que lo que habían presenciado era el cumplimiento de la profecía de Joel,
algo que ellos también podrían experimentar. Pedro no puso las manos en los que
estaban reunidos en la casa de Cornelio, pero sabía que habían recibido el “don” tal
como en el Pentecostés. Pablo sabía que los cristianos en Efeso habían recibido el poder
cuando él puso las manos sobre ellos porque “hablaron en lenguas”. La Biblia es clara.

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