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MÍ?
Muchos piensan que desde que uno cree en Jesucristo se recibe el Espíritu Santo, usando
como texto para su fundamento Efesios 1:13, el cual dice: “En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído
en él fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”; sin embargo, nos damos
cuenta, por la misma escritura, que en realidad esta interpretación no es correcta ya que
en el libro de los Hechos se nos enseña lo contrario.
Podemos resumir que la gente oía, escuchaba y creía (como dice Efesios 1:13), había
liberación, milagros, sanidades y aún se bautizaron; pero había un problema, aún con
todo, NO HABÍAN RECIBIDO EL ESPÍRITU SANTO y enviaron a Pedro y a Juan para que
oraran por ellos “… para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún NO HABIA
DESCENDIDO SOBRE NINGUNO DE ELLOS, sino que SOLAMENTE HABÍAN SIDO
BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DE JESÚS” (v15-16)
Por lo antes expuesto, podemos afirmar que una persona puede experimentar lo
mismo que los Samaritanos e incluso bautizarse, pero también es probable que no reciba
el Espíritu Santo al igual que ellos, pero ¿cómo es que Felipe se daba cuenta que no tenían
el Espíritu Santo?, esta pregunta es importante pues el método o la forma en que Felipe
se daba cuenta es la misma para nuestros días.
"y estas señales seguirán a los que creen… hablarán nuevas lenguas” (Marcos
16:17). La señal no es llorar, no es saltar, no es reír, no es caer de espaldas (pues los que
retrocedieron y cayeron a tierra fueron los enemigos de Jesús cuando llegaron a llevarlo
preso en Juan 18:6), LA SEÑAL ES HABLAR EN LENGUAS.
A esta experiencia Jesús la llamó bautismo del Espíritu Santo al decir: “Porque Juan
ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis BAUTIZADOS CON EL ESPÍRITU SANTO
dentro de no muchos días” (Hechos 1:5). El apóstol Pedro a este bautismo lo llama don al
expresar en su discurso “… y recibiréis el DON DEL ESPÍRITU SANTO” (Hechos 2:39) y en
Hechos 10:47 cuando se derramó el don dijo: “…estos que han RECIBIDO EL ESPÍRITU
SANTO TAMBIÉN COMO NOSOTROS”, es decir, que recibir el Espíritu Santo es lo mismo
que recibir el don del Espíritu Santo, que se derrame, que caiga sobre nosotros, que nos
bautice con su Espíritu, que seamos llenos.
El versículo que se menciona al inicio de este tema (Efesios 1:13) no quiere decir
que desde que creemos o nos bautizamos ya tenemos el Espíritu Santo, pues la señal es
hablar en lenguas.
Lo que el apóstol Pablo está haciendo es recordándoles a los Efesios el momento en el
cual recibieron el Espíritu Santo, pues ellos debieron experimentar el hablar en lenguas tal
como sucedió cuando Pablo llegó a Efesio (Hechos 19) donde “…habiéndoles impuesto
Pablo las manos vino sobre ellos el Espíritu Santo; Y HABLABAN EN LENGUAS…” (V6)
Para tener dones del Espíritu Santo, primero hay que recibir el Espíritu Santo
y su señal es hablar en lenguas, posteriormente se nos puede dar dones de sanidad,
hacer milagros, diversos géneros de lenguas, etc., así que no hay que preocuparse si
usted no continúa hablando en lenguas como lo hacen otros porque ellos tienen ese otro
don de diversos géneros de lengua y a usted quizás Dios le ha dado otros dones para el
servicio de Dios; pero desde el momento que habló en lenguas la primera vez fue lleno,
sellado, bautizado con el Espíritu Santo.
Quizás en este escrito no se aborde todo lo que implica recibir el Espíritu Santo, pero
mencionaré algunos puntos a considerar a cerca de la importancia del Espíritu Santo para
nuestra salvación.
Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual FUISTEIS
SELLADOS PARA EL DÍA DE LA REDENCIÓN”, en otras palabras, el Espíritu Santo,
es el sello que nos brinda la seguridad de que Dios nos dará nuestra herencia hasta el día de
la redención.
En Romanos 8:23, Pablo habla de “…la redención de nuestro cuerpo”, refiriéndose al día
en que Cristo venga por su iglesia. En el versículo 11 lo dice en forma más clara: “ Y SI EL
ESPÍRITU de aquel que levantó de los muertos a Jesús MORA EN VOSOTROS, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús VIVIFICARÁ VUESTROS
CUERPOS mortales POR SU ESPÍRITU que MORA EN VOSOTROS”. Es el Espíritu
Santo el que transformará este cuerpo mortal cuando Jesús venga por su iglesia.