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Hacia una epistemología de las ciencias humanas y sociales desde la física del
quantum

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Luis Francisco Ochoa Rojas


Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia
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Hacia una epistemología de las
ciencias humanas y sociales
desde la física del quantum
Luis Francisco Ochoa Rojas*

Resumen: El presente es un breve análisis sobre algunos de los


fundamentos de la física cuántica1 y su posible relación con la
investigación en las ciencias humanas y sociales. Lo anterior,
a partir del vínculo posible entre el fenómeno cuántico de la
coherencia entre partículas (que se traduce en la transmisión
de información simultánea más allá de la influencia de las
variables espacio-tiempo), con los fenómenos propios de la
conciencia, estudiados por la neurociencia2 y por la ciencia

* Licenciado en Psicología y Pedagogía -Universidad Pedagógica Nacional


(Bogotá-Colombia)-, Magíster en Educación –Universidad de la Sabana (Bogotá-
Colombia). Docente de Filosofía de la Ciencia en la Maestría en Educación de la
Universidad Santo Tomás (Bogotá-Colombia). Investigador en dicha Maestría.
Asesor de proyectos de investigación en el programa de Psicología de la Facultad
de Medicina de la Universidad del Rosario (Bogotá-Colombia). Asesor metodo-
lógico y pedagógico en la metodología de formación por proyectos en el Servicio
Nacional de Aprendizaje de Colombia (SENA). Contacto: fochoa@sena.edu.co
1 La mecánica cuántica, conocida también como mecánica ondulatoria y como
física cuántica, es la rama de la física que explica el comportamiento de la
materia a escala muy pequeña.
2 La neurociencia estudia el sistema nervioso desde un punto de vista multidisciplina-
rio, esto es mediante el aporte de disciplinas diversas como la biología, la química,
la física, la electrofisiología, la informática, la farmacología, la genética, etc. Todas
estas aproximaciones, dentro de una nueva concepción de la mente humana, son
necesarias para comprender el origen de las funciones nerviosas, particularmente
aquellas más sofisticadas como el pensamiento, las emociones y los comportamientos.
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cognitiva3. Se adelantan algunas ideas que serían el núcleo de


hipótesis ontológicas y epistemológicas de los objetos de investi-
gación en las ciencias relacionadas con el fenómeno humano (so-
ciología, psicología, lingüística, antropología, historia, economía,
entre otras), siendo los fenómenos educativos objetos particulares
de éstas. De ello se podría desprender una concepción de ciencias
humanas y sociales relacionadas con los fenómenos cuánticos en
el interior de las interacciones humanas (mundo social y subjetivo)
y en sus relaciones con lo que hoy se llama mundo objetivo.
Palabras clave: física cuántica, neurociencia, ciencia cognitiva,
interacciones humanas.
Abstract: This paper is a brief analysis on some of the founda-
tions of the Quantum Physics and its possible relationship with
the investigation in the human and social sciences. The above-
mentioned, starting from the possible bond among the quantum
phenomenon of the coherence among particles (that translates
you in the transmission of simultaneous information beyond the
influence of the variable space-time), with the phenomena char-
acteristic of the conscience, studied by the Neurosciences and
by the Cognitive Science. They are ahead some ideas that would
be the nucleus of ontological and epistemological hypothesis of
the investigation objects in the sciences related with the human
phenomenon (sociology, psychology, linguistics, anthropology,
history, economy, among other), being the educational phenom-
ena peculiar object of these. Of it could come off a conception of
human and social sciences related with the quantum phenomena
inside the human interactions (social and subjective world) and
in their relationships with what today it is called objective world.
Key words: Quantum physics, Neurosciences, Cognitive Sci-
ence, human interactions.

3 La ciencia cognitiva es el estudio de la cognición de manera integrada a través


de disciplinas teóricas y empíricas, como lo son: filosofía, psicología, lingüística,
antropología, neurociencia y ciencias de la computación.
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El establecer un análisis de los elementos que han prevalecido en el


desarrollo de la epistemología que emerge desde la reflexión sobre
las teorías científicas, hechas por científicos y filósofos de la ciencia
desde principios del siglo XX, conduce a examinar la aparición y
desenvolvimiento de las distintas teorías de la ciencia y, dentro de
ellas, las distintas teorías de la física que han ido más allá de Newton,
específicamente las de la microfísica. Es así como para el caso de
la teoría cuántica se tienen concepciones tales como la del núcleo
epistemológico de la interpretación fenomenista de ruptura de la
causalidad de la versión de Copenhagen. Es decir, la interpretación
que originalmente Bohr y luego, con algunas modificaciones, Hei-
senberg, Born, Pauli, Dirac, Jordan y Von Neumann adoptaron de
tal teoría. Pues De Broglie y Schröndinger asumieron otra mirada,
que estaba más asociada a la concepción del determinismo causal
en la naturaleza, que derivaba de la visión newtoniana.

Las hipótesis más importantes de esta teoría son las siguientes: La


energía no se intercambia de manera continua; lo que acontece es
que en todo intercambio energético hay un valor mínimo compro-
metido; esto es lo que se denomina “cuanto” –quantum– o paquete
mínimo de energía actuante, lo que significa un flujo discreto de
la energía. Al ser imposible fijar a la vez la posición y el momento
de una partícula, se renuncia al concepto de trayectoria, vital en
mecánica clásica. En vez de eso, el movimiento de una partícula
queda regido por una función matemática que asigna, a cada punto
del espacio y a cada instante, la probabilidad de que la partícula
descrita se halle en tal posición en ese instante. A partir de esa
función, o función de ondas, se extraen teóricamente todas las
magnitudes del movimiento necesarias.

Sin embargo, cabe decir que, a pesar de que la base teórica de natu-
raleza matemática está completamente constituida, que los resultados
previstos en ella son congruentes con las evidencias empíricas que
dan los experimentos y que esto ha conducido al desarrollo de la
llamada física del estado sólido, en la que se ha fundado el progreso
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tecnológico de las últimas décadas en avances tales como: el desa-


rrollo de transistores, los semiconductores, la microelectrónica, la
computación, la relojería no mecánica, la telefonía celular, la transmi-
sión de datos a través del binomio rayo láser-fibra óptica, el análisis
de materiales por técnicas holográficas, microscopía electrónica,
resonancia magnética nuclear, la Internet, entre otras muchas más
aplicaciones, no pasa lo mismo con su interpretación, que conduzca
a una concepción articulada de las principales teorías físicas.

Es el motivo por el que hoy por hoy –con la visión contemporá-


nea en la que se busca, aún después de seis décadas, la teoría
de la unificación con la que Einstein pretendió poder armonizar
la mecánica cuántica, la teoría electromagnética y la teoría de la
relatividad– han aparecido dos posibles soluciones:

La gravedad cuántica de bucles (LQG - por Loop Quantum Gra-


vity) que es una teoría cuántica propuesta del espacio-tiempo,
que combina la mecánica cuántica y la relatividad general, y la
teoría de cuerdas y su variante, la teoría de supercuerdas (ST- por
Strings Theory). La Teoría de cuerdas es un modelo teórico que
básicamente afirma que todos los bloques de materia son en rea-
lidad expresiones de un objeto básico unidimensional extendido
llamado “cuerda”. La teoría de las supercuerdas en realidad son
varias teorías con las que se pretende obtener una teoría del todo,
siendo la teoría M la más connotada; ésta intenta explicar a la vez
todas las partículas subatómicas existentes y unificar las cuatro
fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravedad4, fuerza nuclear

4 La gravedad es la fuerza de atracción mutua que experimentan dos objetos con


masa. El efecto de la fuerza de gravedad sobre un cuerpo suele asociarse en lenguaje
cotidiano al concepto de peso, y por eso siempre se ha enseñado que la fuerza de
gravedad atrae hacia el centro de la tierra. La teoría de la relatividad general, sin
embargo, hace un análisis diferente de la gravedad. De acuerdo con esta teoría, la
gravedad puede entenderse como un efecto geométrico de la materia sobre espacio-
tiempo. Cuando una cierta cantidad de materia ocupa una región del espacio-tiempo,
ésta provoca que el espacio-tiempo se “curve o deforme”. Visto así, la gravedad no
es ya una “fuerza que atrae” sino el efecto de una geometría no euclidiana.
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fuerte5, fuerza nuclear débil6 y la fuerza electromagnética7. La


teoría-M (a veces mencionada como teoría-U) es la proposición
de una “teoría universal” que unifique las cinco teorías de las
supercuerdas. Basada en los trabajos de varios científicos teóricos
(incluidos: Chris Hull, Paul Townsend, Ashoke Sen, Michael Duff
y John H. Schwarz).

Los científicos que sostienen la segunda solución teórica exceden


en número a quienes sostienen la teoría de bucles por un factor,
aplastante, de 10 a 1. Sin embargo, hay que tener en cuenta que,
en la ciencia, la competencia entre teorías no se resuelve preci-
samente por número de votos científicos.

Es imprescindible señalar, para los efectos de este documento, que


en la física cuántica hay un principio que afecta las concepciones
de ontología y epistemología en el desarrollo de teorías científicas
y su relación con los experimentos; se trata de Heisenberg y su
principio de incertidumbre, formulado en 1927.

En mecánica cuántica, la relación de indeterminación de Heisen-


berg, o relación de incertidumbre de Heisenberg, plantea que no
es posible determinar, al mismo tiempo y con deliberada preci-

5 La interacción nuclear fuerte es la fuerza responsable de mantener unidos


a los nucleones (protón y neutrón) que subsisten en el núcleo atómico, ven-
ciendo a la repulsión electromagnética entre los protones que poseen carga
eléctrica del mismo signo (positiva) y haciendo que los neutrones, que no
tienen carga eléctrica, permanezcan unidos entre sí y también a los protones.
6 La interacción nuclear débil es la responsable de ciertos tipos de radiactividad
natural, como la desintegración de un neutrón en un protón, un electrón y
un neutrino. Los bosones vectoriales (W + ,W − y Z0) son las partículas fun-
damentales que garantizan la transmisión de la fuerza nuclear débil.
7 La interacción electromagnética es la interacción que ocurre entre las par-
tículas con carga eléctrica. Desde un punto de vista macroscópico y fijado
un observador, suele separarse en dos tipos de interacción, la interacción
electrostática, que actúa sobre cuerpos cargados en reposo respecto al ob-
servador, y la interacción magnética, que actúa solamente sobre cargas en
movimiento respecto al observador.
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sión, las variables físicas posición y momento lineal (cantidad de


movimiento) de un objeto dado. Es decir, cuanta mayor certeza
se busca en determinar la posición de una partícula, menos se
conoce su cantidad de movimiento lineal. Este físico introdujo con
contundencia al sujeto epistémico en la investigación. En el nivel
macroscópico, el elemento base de la cuántica es el observador,
la mente que se da cuenta, la conciencia que intuye y construye
instrumentos para confirmar lo que percibe anticipadamente.
De hecho, se ha demostrado reiterativamente que la definición
de lo que desea ver el investigador en los fenómenos cuánticos
afecta a la observación y al objeto investigado. Las hipótesis que
se pueden desprender de ello, para todo tipo de ciencia, incluidas
allí las humanas y sociales, son:

La naturaleza de los objetos de investigación, que de alguna


manera pueden intuir los científicos, está asociada a la manera
como interactúan éstos con dichos objetos: de acuerdo con el
modo, condición, circunstancias, perspectiva y magnitud del
escenario de observación, entre otros factores. En otras palabras,
el noumeno o cosa en sí de lo susceptible de investigar está, de
antemano, construido por el modo, condición, circunstancias,
perspectiva y magnitud del escenario de observación.

En consecuencia, la construcción de conocimiento científi-


co (episteme), como resultado de dicha interacción, está en
función de la naturaleza (noumeno) intuida de los objetos de
investigación. En otras palabras, todas las teorías científicas
sobre los conjuntos de fenómenos deliberadamente definidos
y delimitados como objetos de investigación, poseen hipótesis
ontológicas y epistemológicas subyacentes, que están derivando
o influyendo en el desarrollo de la forma y del contenido de
esas teorías.

Por lo tanto, todas las teorías científicas son miradas que se


eligieron o a las que se llegó por circunstancias históricas o
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espacio-temporales, descartando una infinidad de otras miradas


que hubieran sido también posibles.

Habiendo adelantado tales hipótesis a partir del principio de


incertidumbre, es necesario continuar explicitando algunos otros
desarrollos históricos de la mecánica cuántica, que facilitarán
desenvolver la línea del argumento que aquí se construye. Por eso
es importante decir que también ha habido interés en comprender
el por qué del fracaso de Einstein al constituir una teoría del todo
y superarlo. Pues Einstein, Podolsky y Rosen coincidieron en que,
cuando un electrón y un positrón se encuentran y se destruyen,
dos fotones, A y B, parten en direcciones opuestas. Independien-
temente de la distancia que los separe, los dos fotones siguen
correlacionados en el sentido de que determinadas propiedades
deben tener valores opuestos. Si se mide A para la propiedad x,
su paquete de ondas colapsa y x adquiere el valor, valga decir,
+1; el valor correspondiente para B se sabe inmediatamente
que es -1, aun cuando no se haya medido B. Pero resulta que, al
medir A, parece inferirse, de algún misterioso modo, el colapso
del paquete de ondas de B, aun cuando A y B no guarden ningu-
na relación causal en absoluto. Einstein pensó durante toda su
vida que debían existir variables locales ocultas que explicaran
racionalmente la aparente paradoja. En 1935 se encontró con este
efecto misterioso derivado de la mecánica cuántica, y lo tildó de
“fantasmal” (spooky). Einstein concluyó que debía haber algo ra-
dicalmente erróneo en la mecánica cuántica para permitir llegar
a semejantes conclusiones. Esto se conoce como “la Paradoja de
Einstein, Podolsky y Rosen” o paradoja EPR.

Aquello llevó a Bell, en la década de los años sesenta del siglo


XX, a buscar respuestas sobre las posibles “variables ocultas”
en las ecuaciones de Schröndiger señaladas por Einstein. Es así
como John Bell formula su teorema. Dicho teorema demuestra la
conexión-correlación entre sistemas no relacionados causalmente.
Bell argumenta que, mientras la separación en el tiempo o en el
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espacio son “reales”, en ciertos contextos, dicha separación es


“irreal” o carece de importancia en la mecánica cuántica.

Si se observa una fuente que emite dos rayos de luz, que son flujos
de fotones, a su vez interceptados por dos instrumentos: A y B.

Estos instrumentos pueden estar a cualquier distancia entre sí e


inclusive ubicarse en puntos lejanos del universo. Por la normal
aplicación de leyes concebidas en la mecánica cuántica, Bell de-
muestra que cualquier propiedad de las partículas que se mida
en el instrumento A provocará, simultáneamente, una medición
matemáticamente complementaria en el instrumento B (recuér-
dese aquí la paradoja EPR). Lo asombroso del caso viene cuando
se evidencia que eso significa que cada fotón se comporta como si
“supiera” la medición a la que está siendo sometido el otro fotón,
y lo “sabe” instantáneamente.

Bell demuestra que este tipo de relación no-local, que implica velo-
cidades superiores a la de la luz, debe darse tanto en separaciones
espaciales como en separaciones temporales. Todo parece indicar
que “cierta energía” es la causante de esta correlación simultánea
de información, pero en física no se conoce una energía que pueda
moverse tan rápidamente.

Quienes consideraron la formulación matemática de Bell increí-


ble, estuvieron de acuerdo en que debía tratarse de tan sólo un
accidente en el planteamiento o en el posterior desarrollo de las
fórmulas, equivocación que anulaba en ellas cualquier valor expe-
rimental. John Clauser, a pesar de todo, probó experimentalmente
en Berkeley el teorema de Bell. Sus pruebas recibieron objeciones
de la crítica científica. Entonces repitió la prueba con controles
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más rigurosos, y obtuvo el mismo resultado. Tiempo después, otros


científicos repitieron el experimento, en seis (6) ocasiones, de las
cuales cuatro (4) corroboraron el teorema. En enero de 1983, la
revista New Scientist, de Londres, informó de dos experimentos
realizados por Alain Aspect, del Instituto de Óptica Teórica de
Orsay (Francia), que confirmaban los enunciados del teorema
de Bell. El experimento de Aspect realizó una conexión cuántica
en una distancia cercana a los 12 metros. Otros experimentos
siguen la racha de confirmaciones, como en el caso de Nicolas
Gisin de la Universidad de Ginebra. Gisin disparó dos fotones en
dirección opuesta a través de un canal de fibra óptica. Una vez
que los fotones se encontraron a una distancia de 10 Km., se en-
contraron cada uno con una lámina de cristal ante la cual sólo se
les permitía las opciones de cruzarla o rebotar. Las dos partículas
se vieron forzadas a “elegir” entre las dos alternativas igualmente
posibles. Debido a que no es posible la transmisión de “informa-
ción” entre ellos, la física clásica diría que sus comportamientos
serían independientes. Pero ambos fotones “coincidieron en la
elección”, en el mismo instante de tiempo, impidiendo cualquier
tipo de “comunicación” entre ellos, incluso a la velocidad de la
luz. Las dos partículas estaban enlazadas cuánticamente y se co-
municaban instantáneamente a pesar de la separación. El efecto
fue repetido, con fiabilidad, utilizando muchos pares de fotones.

A pesar de lo anterior, David Bohm retomó la llamada “sinfonía


inconclusa de Einstein”, en contra de la corriente que se había
establecido contra éste y comenzó a buscar las famosas “variables
ocultas”, aunque lo hizo de otra manera: se atrevió a modificar
en algunos aspectos las ecuaciones de Schrödinger. Esto fue real-
mente osado, pues ni el mismo autor las entendía completamente
y hasta el día de hoy se constituyen en joyas de excelsitud del
conocimiento científico. Son sólidas y aparentemente inmutables.
Bohm, sin embargo, se atrevió a intervenirlas a fondo hasta encon-
trar en ellas una de las famosas “variables ocultas” que sugeriría
Einstein, y enfocó en forma muy novedosa las extrañas ecuacio-
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nes. Desprendiéndose de ahí la hipótesis de la intervención de la


consciencia del observador en el fluir de las partículas.

De todas maneras, muchos físicos de línea tradicional para com-


prender la física clásica siguieron la línea de Bell, como es el caso
de Martín Gardner, admitiendo el éxito de John Bell y conside-
rando que éste ha demostrado que no existe ninguna teoría física
de sistemas de movimiento clásico, con variables ocultas, que sea
consistente con la mecánica cuántica. Lo que ha llevado a que,
después de los trabajos de Bell, Aspect y Bohm, entre otros, se
desprenda la hipótesis de la posibilidad de la existencia de sis-
temas de comunicación e información entre partículas en forma
de sincronía instantánea que supera totalmente los límites de la
velocidad de la luz; lo cual hace plausible ver la interconexión, en
el nivel cuántico, de los fenómenos de la biología, del planeta y todo
el medio ambiente, del planeta y el sistema solar, del universo en
el conjunto del espacio exterior, además de la mente o conciencia.
Estos sistemas de comunicación e información entre partículas se
pueden incluir en estudios sobre fenómenos de función e interac-
ción humana, producción estética, estados de conciencia mística,
pensamiento científico, filosófico, religioso y mítico, entre otros, ya
que son perspectivas de observación, análisis y conocimiento que
se pueden ubicar dentro la totalidad del universo de las partículas.

Con lo anterior, se observa que se pasa de unos niveles de análisis


a otros de distinta naturaleza y dimensión, ya que dentro del terri-
torio de la física se involucra al psiquismo con toda su incertidum-
bre, utilizando la racionalidad científica. Siguiendo esta línea de
argumento, después del aporte de Bohm con sus variables ocultas,
aparece el controvertido físico estadounidense Jack Sarfatti, quien
ha recogido los planteamientos de Bohm y viene desarrollando lo
que hoy se conoce como física de la consciencia. Las hipótesis de
la física de la consciencia han venido coincidiendo con los estu-
dios en neurociencia con respecto a los fundamentos bioquímicos
y los fenómenos de transmisión de información de las funciones
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superiores del sistema nervioso relacionadas con el pensamiento,


sentimiento y conducta de los seres humanos.

Para Bell y Jack Sarfatti, la paradoja EPR sugiere que la infor-


mación cuántica puede transferirse instantáneamente desde
una parte del universo a cualquier otra. Y no se violaría la teoría
de la relatividad porque lo que se transfiere no es energía sino
información. Sarfatti argumenta que, mientras que la energía no
puede superar la velocidad de la luz, la información, con base en
el teorema de Bell, sí puede. Los fenómenos cuánticos aportan
evidencia de que la información se extiende de un modo que no
corresponde a las ideas clásicas. Así pues, la noción de que la
información se transmita a velocidades superiores a la de la luz
no resulta teóricamente imposible.

Hay bastantes argumentos para el análisis de la consciencia des-


de la física cuántica en los finales del siglo XX. Cabe reconocer
los trabajos que en las tres últimas décadas del siglo pasado han
contribuido para ello, en los que se puede distinguir a Saul Kripke,
Thomas Ángel, Frank Jackson, Bernard Baar, Patricia Churchland,
Paul Churchland, Daniel Denté, David Chalmers, Rosenberg,
Roger Penrose, Francis Crick, John Eccles y Gerard Edelman,
cada uno de los cuales se ha apartado de los campos y conceptos
básicos de la física cuántica y de la psicología para enfocar con
mirada nueva la incertidumbre que genera ese fenómeno llamado
“consciencia”.

El punto de vista de Penrose es que debe existir algo de naturaleza


no explicable, que no encaja en las leyes físicas que describen la
actividad mental. Este argumento tiene como base los teoremas
de la incompletud de Kurt Gödel que están referidos a que:

En cualquier formalización consistente de las matemáticas


que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números
naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede
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demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema. Ningún


sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo.

Lo cual traduce que la imposibilidad de demostrar formalmente


una cierta proposición matemática es señal de que ésta es ver-
dadera.

Tanto Penrose como Hameroff, quien afirma la existencia de


saltos cuánticos en las células nerviosas, dicen que la mente y
el cerebro son dos entidades separables. Aquí se puede ampliar
el concepto “mente” usado por éstos. Siendo así, se podría de-
cir que la consciencia contiene a la mente, a las emociones, a
la memoria, a la volición y a las intuiciones. En ese sentido se
reconfigura el concepto de mente por medio del de consciencia.
Pero, ¿qué es la consciencia? Por ahora se puede afirmar que
la consciencia involucra la experiencia fenoménica, la auto
comprensión referida a quien comprende, los sentimientos,
elección entre alternativas (decisiones), control de acciones, un
modelo –imagen– de mundo, entre otras cosas. Sin embargo,
todos estos son atributos, es decir, fenómenos de eso denomi-
nado consciencia. Por eso cabe preguntar si la consciencia es
un ente específico, que se pueda delimitar como objeto de in-
vestigación o simplemente es un subproducto de un proceso de
información o de información procesada. Lo que sí es evidente
por el momento, es que es un rompecabezas multifacético, en el
cual hay una inmensa cantidad de ingredientes que por ahora
siguen eludiendo explicación.

Hameroff es un médico anestesista que examina la consciencia a


través de sus estudios sobre los microtúbulos y el cito esqueleto,
especialmente en las neuronas. Mientras que Penrose lo hace
desde la física cuántica y desde el teorema de la incompletitud.

La teoría que presenta Penrose, junto con la de Hameroff trata


de dar cuenta de sucesos difíciles de articular explicativamente
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a través de la neurociencia convencional y para ello se apoya en


aspectos revisados de la física cuántica, como el concepto de cohe-
rencia8, así como la existencia de un fenómeno físico, inédito hasta
ahora, que parece darse en el interior de las neuronas cuando la
función de onda cuántica colapsa por sí misma en una reducción
objetiva aparentemente deliberada.

Sus consideraciones a favor de los orgánulos celulares menciona-


dos se apoyan en varias conjeturas:

Estas entidades existen en todo tipo de células con lo que habría


una explicación para los comportamientos complejos de seres
simples sin sistema nervioso neuronal, como el paramecio.

Ya que cada neurona contiene una inmensa cantidad de microtú-


bulos, la capacidad de operaciones del cerebro se incrementaría
en un factor de 10 a la potencia de 13.

Dentro del microtúbulo podría existir un estado especialmente


ordenado del agua, llamado agua “vicinal”, que ayudaría a man-
tener el estado de coherencia cuántica buscado.

La acción de los anestésicos generales interferiría en la actividad


microtubular, hipótesis apoyada por el hecho de que estos anes-
tésicos también actúan sobre seres simples. Ejemplo: amibas y
paramecios.

8 La coherencia cuántica es un término que hace referencia a la condición


de un sistema cuántico (es decir, de partículas subatómicas) cuando sus
constituyentes reducen una función de onda en un estado físico de partí-
culas concretas. Cuando una función de onda se concreta, estas partículas
se relacionan de una determinada manera unas con otras. Lo cual consiste
en que todos los aspectos o atributos de las partículas trabajan en la misma
frecuencia, de manera similar a la coherencia que poseen los rayos láser, la
cual les otorga sus características tan especiales que los diferencian de la
luz normal: todos los fotones y partículas subatómicas están sintonizados,
“cantan” al unísono, el universo es una sola cosa.
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Teniendo en cuenta lo anterior, Hameroff ha desarrollado los si-


guientes conceptos a partir de sus experiencias en anestesiología,
neurología y física cuántica:

Figura 1. (Fuente: Hameroff, S. “Consciousness, neurobiology and quantum


mechanics: The case for a connection”. En: http://www.quantumconsciousness.
org/).

En la figura 1., el dibujo muestra dos tipos de conexiones neu-


ronales; la que aparece en la parte superior (gap-junction) es
la de intervalo de empalme a través de los microtúbulos de
compuestos proteínicos que configuran el citoesqueleto de las
neuronas, que establecen un continuum entre las dendritas de
dos neuronas distintas como una ventana de comunicación,
donde ocurren los fenómenos cuánticos. En la parte inferior
(chemical synapse) es un axón entrante que forma una sinapsis
química sobre una espina dendrítica. En el acercamiento se
pueden ver las vesículas pre-sinápticas en la terminal del axón
y los receptores post-sinápticos sobre la espina conectada a la
intra-espina del axón que posee las dendritas post-sinápticas
con las que se conecta.
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Figura 2. (Fuente: Hameroff, S. “Consciousness, neurobiology and quantum me-


chanics: The case for a connection”. En: http://www.quantumconsciousness.org/).

La figura 2. muestra una red neuronal conectada por uniones si-


nápticas químicas realizadas a través de los axones y dendritas.
La excitación y la información fluyen unidireccionalmente del axón
a la dendrita a través de la red. Los registros eléctricos en varios
puntos muestran picos singulares de voltaje que se propagan a
través de la red.

Figura 3. (Fuente: Hameroff, S. “Consciousness, neurobiology and quantum me-


chanics: The case for a connection”. En: http://www.quantumconsciousness.org/).

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La figura 3. Muestra una red neuronal que funciona como una


hiper-neurona, unida por intervalos de empalme (gap-junction), la
mayoría en el vínculo dendrita-dendrita, pero también por interva-
los de empalme de células gliales. Las entradas a la hiper-neurona
son desde sinapsis químicas axonal-dendríticas. Las salidas de
la hiper-neurona están en los axones de los componentes de la
hiper-neurona. Debido al intervalo de empalme que conecta a las
neuronas, el conjunto se despolariza sincrónicamente como una
neurona gigante. Los registros eléctricos muestran en varios puntos
el voltaje despolarizado sincrónicamente, por ejemplo: todos a la
coherencia de 40 Hz (Hertz). Todas y cada una de las membranas y
el interior de los citoplasmas de las diferentes neuronas funcionan
como una sola en un continuum que ha formado la hiper-neurona.
Aquí se verifica el principio de coherencia cuántica ya reseñado
y, por lo tanto, la transmisión instantánea de información a través
de la red neuronal.

Ahora bien, al trasladar este tipo de funcionamiento de las urdim-


bres neuronales a niveles de la bioquímica del cerebro, se puede
considerar que, en este núcleo de desarrollo, toda la química (y
la bioquímica) está vinculada con la mecánica cuántica, aunque
los efectos cuánticos son generalmente considerados fracaso en
niveles supra-moleculares, debido a las interacciones medioam-
bientales (de-coherencia). Sin embargo, en algunas circunstancias,
la biología puede utilizar efectos cuánticos en escalas de micro-
escenarios y escenarios equivalentes de investigación, los cuales
se explicarán más adelante. Hameroff señala, específicamente, que
ciertas proteínas actúan como palancas cuyos estados de confor-
mación y función son gobernados por débiles fuerzas cuánticas.
Tales proteínas median en los efectos de los gases anestésicos, los
cuales perjudican las fuerzas cuánticas, borrando la consciencia,
mientras modera o atenúa otras actividades cerebrales.

Así, únicamente las proteínas directamente involucradas en el


fenómeno de la consciencia son palancas cuánticas, las cuales
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pueden funcionar como paquetes (bit) cuánticos de información o


qubits en computación cuántica. Las evidencias sugieren que los
mecanismos han evolucionado para contrarrestar la de-coherencia
y permitir una gran escala de estados cuánticos en el cerebro a
37,6 grados centígrados.

Por su parte, Penrose afirma que ninguna máquina de computa-


ción puede ser inteligente (o puede operar) como un ser humano,
ya que los sistemas formales algorítmicos, o sea los sistemas de
instrucciones secuenciadas sobre los cuales están construidas las
computadoras, nunca les otorgarán la capacidad de comprender
(verstehen)9 y encontrar “verdades” (insights) que los seres huma-
nos poseen y, con ello, reconstruir la manera de operar sobre el
medio ambiente en que interactúan.

Para articular los trabajos de Penrose y Hameroff, es decir, la física


cuántica con la micro fisiología celular –en particular la neuronal–,
es necesario entender que los experimentos cuánticos realizados
han mostrado que una partícula puede aparecer de “no se sabe
dónde” y dividirse en muchas otras que viajen alguna distancia10,
y que entonces aquellas partículas colisionan y desaparecen dentro
de “ninguna parte”. Algunos científicos de los ya mencionados han
formulado sus teorías basados en la posibilidad de considerar que
existe un nivel desconocido aún, de carácter alterno al de la reali-
dad conocida por la física en general. Tal nivel ha sido considerado
como un estado de vacío o de inexistencia en donde desaparecen
y del cual emergen las partículas y las ondas; un estado de energía
de potencialidad absoluta, que se convierte en realidad actuante
en infinidad de universos posibles; y dentro de estos, infinidad de
micro realidades posibles. Es como si fuera “la gran mente” de donde

9 Es decir, develar el significado y el sentido de una información tal como lo


plantea la hermenéutica.
10 Se refiere a distancias en el interior del núcleo atómico, de tamaños menores a 1
fm; sabiendo que un fm es un femtómetro, también llamado fermi, y es la unidad
de longitud que equivale a una milbillónesima parte del metro (1 fm = 1x10-15m).
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emerge todo lo posible de existir. El universo en el cual habitamos


es una de esas posibilidades hecha realidad como derivación de
ese estado absoluto, vacío e infinito de posibilidades potenciales.
Ahora bien, cuando se habla de ondas cabe preguntar ¿ondas de
qué?, ¿qué campo produce las ondas? Tal como se dijo anterior-
mente, se supone la existencia de una realidad alterna, un campo,
un océano de potencialidad pura, que es un campo de existencia
abstracta potencial, por ahora bautizado con el nombre de “campo
unificado”. De allí aparentemente surge toda la conectividad de
las partículas con las cuales está hecho todo lo existente. Esa es la
propiedad fundamental de la mecánica cuántica.

Aplicado tal fenómeno a lo que sucede en los microtúbulos de


las neuronas de la corteza cerebral, en los procesos de conexión
a través de los intervalos de empalme (gap-junction) en las redes
neuronales que funcionan como hiper-neurona, permite sugerir la
hipótesis de la existencia de niveles del dominio del pensamiento
“puro”, sentimiento o insight de estado potencial, no detectables,
que se hace “acto” en la actividad del conjunto de operaciones
computacionales de la urdimbre neuronal, asociadas con el pro-
ceso de aparición y desaparición de las partículas en el colapso de
la función de onda en los microtúbulos de cada neurona de dicha
urdimbre, que funciona como una sola gran neurona. Es como
si los fenómenos cuánticos se dieran dentro de los intervalos de
empalme (gap-junction), y dentro de esos fenómenos se hiciera
el salto hacia y desde esa “otra realidad” del pensamiento puro.

De allí que la consciencia, entendida como la capacidad de un yo


personal de ser consciente de sí mismo como un yo, no puede ser
ajena a toda esta dinámica de lo existente que ha encontrado la
física del quantum en general, y en particular la derivación que
se da en las hipótesis de Penrose y Hameroff.

Lo “cuántico”, por más increíble y prometedor que parezca, no


se constituye en una exclusiva posibilidad de la expansión de la
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consciencia científica, filosófica, estética y espiritual; sino que hoy


también existen teorías y programas de investigación asociados
con las estructuras disipativas y en general con la teoría del caos,
la Autopoiesis propuesta por Maturana y Varela, la lógica difusa,
la teoría de sistemas, el pensamiento complejo y la nueva biolo-
gía, las matemáticas alternas y aspectos de la física no cuántica;
todo ello con brillantes científicos e intelectuales que las lideran y
construyen, desde otras posturas, visiones de nuevos mundos para
la humanidad. Todo esto hace que se tenga que integrar sistémica
y orgánicamente las distintas miradas científicas y tecnológicas,
tanto descriptivas como explicativas (erklären), predictivas, com-
prensivas (verstehen) y trasformativas. Por eso las ciencias huma-
nas y sociales se ven involucradas en tal revisión e integración.

Cualquiera podrá preguntar ¿qué oficio tiene estudiar la epis-


temología de la microfísica y de las nuevas teorías ya citadas,
cuando alguien se dedica a las ciencias humanas y sociales y par-
ticularmente a las actividades de la investigación en educación?
La respuesta que se puede dar es que, siendo la física la ciencia
que ha tenido más desarrollos y aplicaciones posteriores en las
distintas tecnologías, que ha propiciado las más agudas teorías
filosóficas sobre la ciencia, se constituye en fuente de experiencia
intelectual, y en particular epistemológica, para otras ciencias
menos consistentes, así sus objetos de investigación sean óntica
y ontológicamente distintos e inconmensurables, por lo menos en
forma aparente. De la misma manera, la aparición de otras formas
de concebir la realidad se combinan aquí para darle un giro de
perspectiva múltiple a lo real de las ciencias humanas y sociales,
que hasta finales del siglo XIX y los años setenta del siglo XX se
seguía viendo, respectivamente, con variantes del mecanicismo
materialista o del materialismo dialéctico.

En el mundo de las ciencias humanas y sociales hay individualistas


y colectivistas, realistas y constructivistas, positivistas y hermenéu-
ticos. Los títulos a las posturas y corrientes se multiplican. Ya para
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los años ochenta y noventa del siglo XX, el espíritu del postmo-
dernismo había penetrado la racionalidad científico social con un
halo de indefinición e indeterminación, que produjo y aún produce
más quejas que saludos de bienvenida. Las ciencias humanas y
sociales padecen una incomodidad muy grande en este momento.
Y este panorama es el que se requiere tomar como referencia para
su asociación con el pensamiento cuántico. La mirada epistemo-
lógica en estas ciencias ha apuntado a fenómenos tanto trans-
versales como longitudinales, sean de individuos o de colectivos
humanos. Estos fenómenos son caracterizados por tener una base
ontológica de carácter simbólico, muy relacionada con los contex-
tos sociohistóricos y con la racionalidad científica desarrollada en
esos contextos. Aunque ha habido influencia de las ciencias de la
naturaleza en esa racionalidad, sobre todo en la matematización
de los fenómenos, de tal manera que se miden y calculan como
se hace con las propiedades de los objetos de investigación de la
física clásica y otras ciencias de la naturaleza, de todas maneras
los objetos de investigación de las ciencias humanas y sociales son
más cercanos a la visión desde el pensamiento simbólico y cotidiano
que está construido también sobre esa racionalidad.

De hecho, teniendo en cuenta la racionalidad científica construi-


da, en los últimos siglos es claro que la perspectiva humana en
ciencia ha apuntado evolutivamente su atención e indagación a
cinco horizontes dimensionales de escenarios de investigación:

Yocto y nano11-escenarios: en los cuales los objetos de investiga-


ción son inmensamente pequeños, de carácter yocto-nanoscópico

11 Corresponden a los prefijos del sistema internacional (SI). Estos prefijos son
empleados para nombrar a los múltiplos y submúltiplos de cualquier unidad
del Sistema Internacional (SI), ya sean unidades básicas o derivadas. Estos
prefijos no pertenecen solamente al SI. Muchos de ellos, así como la propia
idea de emplearlos, son anteriores al establecimiento del sistema internacional
en 1960; por lo tanto, se emplean a menudo en unidades que no pertenecen
al SI. Los prefijos pertenecientes al SI los fija oficialmente la Oficina Inter-
nacional de Pesos y Medidas (Bureau International des Poids et Mesures).
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(desde el cuatrillonésimo de metro 10−24 m, hasta el milmillonésimo


de metro 10−9 m, por ejemplo: desde la dimensión del colapso de
la función de onda de las partículas hasta los niveles de extensión
de las moléculas y átomos).

Micro-escenarios: donde los objetos de investigación siguen sien-


do pequeños al ojo humano, de carácter microscópico (desde el
millonésimo de metro 10−6 m, hasta el milésimo de metro 10−3 m,
por ejemplo: desde las extensiones de las estructuras de los virus
hasta las formas de vida unicelular).

Escenarios equivalentes: en los que los objetos de investigación


son de extensiones perceptibles por el ojo humano y relativamente
equiparables con el tamaño de la realidad humana inmediata y
cotidiana.

Macro-escenarios: en los cuales los objetos de investigación


poseen extensiones inmensamente grandes, de carácter cósmico
telescópico (sistema solar, galaxia local, conjuntos de galaxias
dentro del espacio cósmico, el universo perceptible y los posibles
universos paralelos).

Escenarios imaginarios o virtuales: que corresponden a construc-


ciones del intelecto que en sí mismas se convierten en objetos de
investigación, tales como la matemática con todas sus posibilidades
y dimensiones, así como también las lógicas: matemática binaria,
deóntica, polivalentes y difusa.

En medio de esos horizontes dimensionales se han construido can-


tidad de teorías. Perfectamente se podría pensar en la posibilidad
de hacer estudios, dentro de una gama de posibilidades infinita
o casi infinita. Esto significa que la construcción de objetos de
investigación está relacionada con el nivel de análisis de la pers-
pectiva del escenario al que pertenece el objeto. En el campo de
la filosofía de la ciencia contemporánea, se establece que el objeto
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es una construcción teórica que emerge de la interacción de los


investigadores con los fenómenos en un determinado escenario.

Por lo anterior, es posible establecer las posibilidades de construir


una relación de fenómenos perteneciente a escenarios distintos,
pero vinculados por analogía con el principio de coherencia de
las partículas físicas, es decir, que un fenómeno visto desde la
unidad de análisis del escenario equivalente también podría
verse desde un escenario distinto, en este caso desde la unidad
de análisis del yocto y nano escenario. Siendo así, para el caso
de la relación entre física cuántica, vida y conciencia, se podrían
estudiar próximamente, por ejemplo: los desórdenes metabólicos
en los seres vivos desde la de-coherencia cuántica encontrada en
las células encargadas de la asimilación y eliminación de sustan-
cias nutrientes; el diseño de procedimientos para generar terapias
cuánticas en salud humana, a partir del manejo del principio de
coherencia en las partículas en áreas que presentan anomalías o
desórdenes físicos, bioquímicos y psíquicos; las relaciones entre
la expresión de sentimientos y los fenómenos cuánticos en las
funciones de la red neuronal cuando ésta opera como una hiper-
neurona, unida por intervalos de empalme (gap-junction); la fun-
ción de la memoria cerebral a la luz de los fenómenos cuánticos
que se dan en el proceso de síntesis de proteínas, al interior de los
microtúbulos en las neuronas dentro del proceso electrónico de
la neurotransmisión en la red neuronal de la corteza cerebral; las
relaciones entre el uso del lenguaje, comunicación y coordinación
de acciones humanas con los fenómenos cuánticos que se dan
en el proceso de síntesis de proteínas, al interior de los microtú-
bulos en la red neuronal de la corteza cerebral; los mecanismos
cuánticos en la constitución de la memoria de información que
constituye el código genético dentro del proceso de generación
de nuevo ADN; los fenómenos cuánticos en las funciones de la
red neuronal cuando ésta opera como una hiper-neurona, unida
por intervalos de empalme (gap-junction) en estados alterados
de conciencia, en procesos de pensamiento, en relaciones con
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otro sujeto, en relaciones con varios sujetos, en comportamiento


colectivo, etc.

El planteamiento que precede tiene su base en que se puede hoy


pensar que los fenómenos cuánticos son una posibilidad que llega
a ser probable en las relaciones entre seres humanos. Estas podrían
verse desde los fenómenos cuánticos asociados con los procesos
neuro-bioquímicos en la formación y desarrollo del pensamiento
en las distintas zonas de la corteza cerebral, en medio de la inte-
racción de los sujetos, unos con otros. Dicha dinámica cuántica
puede darse en cantidades gigantescas. Parece de locura, inmen-
samente complejo, incomprensible, inmanejable. Pero obsérvese
bien: pensable. En este sentido se pueden construir objetos de
investigación propios de las ciencias humanas y sociales a la luz
de la mirada cuántica.

Las ciencias humanas y sociales poseen como cualidad el ser


multi-paradigmáticas; no tienen un cuerpo central de desarrollo
con variantes, como la física clásica o la del quantum, ni un esque-
ma metodológico de base para la construcción de su información
empírica, como la física clásica o la del quantum. Allí se encuentra
una gran diferencia en su configuración epistemológica, en su
oficio de construcción de conocimiento científico social. Las cien-
cias humanas y sociales tienen en su interior una gran variedad
de formas metodológicas y tecnológicas de operación. Esta diver-
sidad la constituyen las distintas posturas epistemológicas tales
como el empirismo, el positivismo lógico, el racionalismo crítico,
la epistemología genética, el materialismo dialéctico e histórico,
el funcionalismo, el estructuralismo, el paradigma de las ciencias
sociales comprometidas, la escuela de Frankfurt, la escuela de
Erlangen, la hermenéutica de la ciencia, el paradigma de las re-
voluciones científicas, la teoría general de sistemas, la cibernética
de segundo orden, el anarquismo epistemológico de Feyerabend,
el paradigma del pensamiento complejo y la metodología de los
programas de investigación de Lakatos, quien trabaja con seriacio-
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nes estadísticas, con observaciones fenomenológicas, con análisis


lingüísticos, con interacciones discursivas, con análisis de pensa-
miento fractal, es decir, con muchos recursos reconstructivos de
la actividad interpretativa y simbólica, aunque no los aprovecha
del todo en programas metodológicos complejos.

Vale decir que las distintas tendencias epistemológicas en la


investigación sobre lo humano han intentado darle salida a
sus conjeturas. Han sido esfuerzos por construir meta-teorías
o meta-metodologías que intentan, de la mejor manera que les
resulta posible, aunar el mar de propuestas de mirada científica
para explicar o interpretar la forma de hacer ciencia en el campo
social y humanístico. Todos estos trabajos no quedan invalidados
con lo dicho arriba sobre las posibilidades de investigación desde
la física cuántica. Pero hay que reconocer que, con las actuales
herramientas teóricas, metodológicas y técnicas de la investiga-
ción en las ciencias humanas y sociales, se produce conocimiento
con pretensión científica, con consecuencias de acción que en
muchos casos se convierten en palos de ciego o aproximaciones
rudimentarias respecto a la descripción, explicación, predicción,
comprensión y transformación de los objetos de investigación de
tales ciencias. Las investigaciones en educación quedan desde
luego incluidas en tal problemática, sobre todo por el hecho de
que los objetos de investigación son allí muy dispares, habida
cuenta de la riqueza fenoménica que poseen las prácticas edu-
cativas; ellas involucran a los distintos actores de la comunidad
educativa, las instituciones, procesos y procedimientos, la ense-
ñanza de las ciencias, los fenómenos psicológicos y cognitivos
en el proceso de aprendizaje, entre otros muchos. Algunos de
ellos, bien podrían ser vistos desde ahora en la perspectiva de
lo cuántico.

Articulados con lo anterior, los objetos de investigación en las


ciencias humanas y sociales están ubicados en tres clases de
mundo, siguiendo la propuesta de Habermas sobre la teoría de
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los tres mundos en la teoría de la acción comunicativa, conceptos


que originalmente planteó Popper, con algunas modificaciones
hechas por Jarvie en la década de los años setenta del siglo
pasado:

Mundo objetivo: que corresponde a los fenómenos externos del


mundo material de los seres humanos.

Mundo de las relaciones sociales: que se relaciona con las inte-


racciones entre seres humanos, individual y colectivamente.

Mundo subjetivo: que vincula el espacio de la intimidad de con-


ciencia de los sujetos, a los cuales ellos mismos tienen un acceso
privilegiado y, por tanto, único.

Por lo anterior, el conocimiento producido y los cambios gene-


rados están en función con esas esferas de mundo. En cada una
de ellas, se puede concebir perfectamente la presencia de fenó-
menos cuánticos, susceptibles de ser asociados con fenómenos
que actualmente se delimitan en los “escenarios equivalentes”
de estas ciencias. Obsérvese que se trata de ver, desde un nuevo
escenario (yocto y nano-escenarios), los fenómenos que ante-
riormente se veían (escenarios equivalentes) desde un escenario
tradicional para las ciencias humanas y las sociales. Es dar la
posibilidad de ver los fenómenos humanos desde la microfísica,
específicamente desde la teoría de la mecánica cuántica. Aquí
no se tratará de escudriñar posibles verdades, pues ya se ha
determinado que el conocimiento científico es falible y es una
construcción sistemática de realidad para poder actuar sobre
ella de manera armónica, coherente y eficiente. Al ser falible, y
al tener en cuenta el principio de incertidumbre, se sabe que lo
que se puede conocer científicamente en un momento dado de la
historia, es una posibilidad que se hizo concreta por la decisión
de los investigadores de haberlo visto de esa manera y no de
otras muchas, que también eran posibles.
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La ciencia, a través del lenguaje articulado, con su carácter


simbólico, organiza las teorías científicas y lo usa como medio
de expresión del conocimiento producido. Se puede decir que
el lenguaje es un código del pensamiento y de la acción. La
acción y el pensamiento poseen una riqueza sin límites que se
intenta atrapar a través del lenguaje con motivo de coordinar
el pensamiento y las acciones entre los sujetos, pero es muy
estrecho y permanentemente traiciona tanto al pensamiento
como a la acción. Por eso es necesario admitir aquí que este
texto pasa por el mismo drama. Ya que el texto no dice suficien-
temente lo que el autor desea comunicar a otras inteligencias,
pero es la mejor manera de la cual dispone ahora.

Los investigadores avezados reconocen que el lenguaje po-


see limitaciones con respecto a la dinámica de la explicación
y la comprensión que desarrolla el intelecto. Las palabras
son inherentemente ambiguas; una misma afirmación puede
desencadenar múltiples interpretaciones; un conjunto de afir-
maciones, así estén acompañadas de sistemas de ecuaciones
y de registros de evidencias empíricas –que, de paso, han
sido influidas por el ojo-intelecto del observador (caso típico
de la física cuántica) – se interpretan de manera diferente; el
continuo de la realidad y del pensamiento no se puede atra-
par en la segmentación del lenguaje y de la lógica conocida.
Entiéndase entonces que, cuando una comprensión científica
en la conciencia del investigador ha sido reducida a palabras
o símbolos, ésta ha ingresado al dominio de la dualidad de la
lógica y del lenguaje; y, desde ese punto, es objeto de interpre-
tación por una parte específica de la inteligencia humana de los
demás investigadores, la llamada mente analítica, que opera
como una cuchilla que secciona el continuo de la realidad-
conciencia-acción.

Por ahora corresponde trabajar con lo que se tiene. Pero no


hay que renunciar a pensar en futuros posibles en los que la
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sustancia básica de lo existente se relacione con eso que llama-


mos consciencia, sea esto, el quantum, o lo que está más allá
del colapso de la función de onda que sufre el quantum. Dicha
consciencia es una entidad difícil de definir pues aún elude
explicación con nuestras actuales herramientas teóricas.12 Sin
embargo, de ella tenemos una evidencia primaria a partir de
los estudios en neurociencia y de ciencia cognitiva, además
de la experiencia palmaria en nuestra propia vida subjetiva,
a raíz de que somos testigos de nuestro propio yo consciente.

Es necesario seguir buscando mejores respuestas a las pre-


guntas fundamentales sobre lo que somos los seres humanos,
su origen, su presente y su destino. Interrogantes asociados a
lo que, años antes, Ochoa y Sandino (1983) se preguntaron:
“El hombre, al estudiar las funciones del cerebro (dentro de
ellas la memoria), ¿no está haciendo que la materia organizada
[energía-partículas-ondas] (o como se la quiera llamar) esté
tratando de comprenderse a sí misma?”

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