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Ello guarda relación con el hecho de que en la teoría física moderna se tiene en
cuenta el principio, descubierto antes por el materialismo dialéctico, de que la materia
es inagotable, de que son inagotables los nexos y las relaciones entre los objetos
separados de un mundo único, cuyo. desarrollo está sujeto a ley. En el período de la
física clásica, se partía de la necesidad de establecer nexos unívocos entre los
fenómenos elementales del mundo,- y únicamente se caracterizaban como causales los
nexos esenciales, [406] pero de limitado número, que determinaban los fenómenos
dados. A tales conexiones se les confería un valor absoluto, y se renunciaba a tomar en
consideración el inagotable cúmulo de otros lazos –reales– que, sin ser esenciales para
el fenómeno dado, influyen en él. Este punto de vista halló su expresión en el
determinismo laplaciano. De ese modo se expulsaba de la ciencia la casualidad objetiva,
el carácter estadístico objetivo de las leyes materiales. En cambio, el avance de la física
moderna ha demostrado que los nexos causales, que determinan el desarrollo de los
fenómenos en lo fundamental y básico, y están relacionados con las propiedades más
hondas de los objetos materiales, admiten perfectamente la falta de univocidad de nexos
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entre los acontecimientos elementales. Así, en la mecánica cuántica, la relación de
indeterminaciones priva realmente de sentido a la aplicación del determinismo
laplaciano en el micromundo, mas de ello no se sigue, de ningún modo, el "fracaso de la
causalidad".
El nexo real de los fenómenos no se agota con las representaciones que de él se hayan
formado gracias al conocimiento de las leyes de un determinado sector de fenómenos.
El materialismo dialéctico subraya la necesidad de examinar concretamente la
causalidad como una de las formas de la conexión objetiva de los fenómenos: Lenin
indicaba: "La causa y el efecto... no son más que momentos de la interdependencia de
todo el mundo, del nexo (universal), de la interconcatenación de los acontecimientos,
eslabones en la cadena del desarrollo de la materia"{13}.
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Hoy (en consonancia con la teoría general de la relatividad) la esencia de las ideas
acerca del nexo del espacio y del tiempo con la materia –ideas que se han formado en
física– puede expresarse mediante la siguiente tesis de Einstein: "Si desaparecieran la
materia y su movimiento, dejaría de haber espacio y tiempo"{14}. Si tomamos el aspecto
filosófico de la cuestión, ésta es, en esencia, la concepción materialista y dialéctica del
espacio y del tiempo. en la física actual.
Los resultados de la cibernética han colocada asimismo en un callejón sin salida a los
dogmáticos y han sido rechazados por los idealistas objetivos, que defienden la
naturaleza divina del pensamiento. El análisis materialista dialéctico de los nuevos datos
de la ciencia ha propiciado el avance de las representaciones del pensar a la luz de los
resultados obtenidos por la neurofisiología y la cibernética.
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categorías surgen en todas las ramas de las ciencias naturales, en rápido progreso: en
física (elaboración de la teoría de las partículas "elementales", teoría de los sistemas de
muchas partículas, &c.), en química, en biología y en cibernética. El desarrollo de la
teoría general de la organización estructural de la materia hace que actualmente se
estudien con gran intensidad los métodos generales de la investigación de sistemas,
incluyendo la semiótica. [409]
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La dialéctica concede singular valor a la circunstancia de que las posibilidades de los
descubrimientos científicos sean grandes, sobre todo, cuando se descifran las fronteras o
límites entre formas distintas del movimiento de la materia, así como entre los diversos
niveles estructurales de la misma. A la investigación del cambio de formas del
movimiento de la materia se hallan ligados notables descubrimientos en electricidad y
las aplicaciones de esta última en la producción. En el tránsito entre niveles
estructurales de la materia se han descubierto las insólitas perspectivas que ofrece la
utilización de la energía interna del átomo, la energía nuclear.
Al hablar de las perspectivas de las ciencias, es preciso tener en cuenta, ante todo, la
investigación de tránsitos cualitativos –saltos– tan importantes como el paso del mundo
inorgánico al orgánico, de la materia inerte a la materia viva. En ese punto han fallado
tanto el mecanicismo como el vitalismo. El materialismo dialéctico señaló el camino
general para la solución de los problemas, para hallar las respuestas acertadas a esos
enigmas del universo. Y en esa línea se descubrirán, sin duda alguna, nuevas
propiedades de la materia, con lo que se enriquecerá en mucho la ciencia y la práctica.
No se trata, naturalmente, de la denominada "fuerza vital" inaprehensible, sino de la
infinita capacidad de la materia para diversificarse, para formar diversos complejos
estructurales integrales.
Frente a ellas, la dialéctica materialista hizo posible plantear con acierto las
investigaciones sobre el gran viraje en el desarrollo de la naturaleza, sobre el paso de lo
natural a lo social y, correspondientemente, de las ciencias naturales a las ciencias
sociales.
En relación con ese particular adquiere suma importancia el estudio de las bases
fisiológicas de los procesos psíquicos y la investigación de los problemas de la
psicología social, la orientación científica de las investigaciones demográficas, el
análisis de los aspectos antropológicos y sociológicos del problema de las razas.
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La vida social se distingue por peculiaridades cualitativas, pero resultaría insólito
negar el influjo de la naturaleza sobre el hombre y la vida social. Tampoco se debe
subestimar la influencia de la actividad humana, del progreso social, sobre la naturaleza
circundante. Con el aniquilamiento de la explotación del hombre por el hombre, cuando
se liquiden los antagonismos de clase en todo el mundo y se eliminen las guerras
devastadoras, las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre la sociedad y el medio
circundante entrarán en una nueva fase. Entonces, todos los esfuerzos de la humanidad
se aplicarán a dominar las fuerzas de la naturaleza y a perfeccionar la vida social.
Investigar los tránsitos cualitativos de lo natural a lo social tiene un valor enorme para
desarrollar la producción, para elevar el rendimiento del trabajo, para mejorar las
facultades físicas y mentales del hombre, para formar conscientemente nuevas
cualidades y hábitos en las personas y nuevas formas de convivencia, para superar toda
clase de aberraciones de la naturaleza humana que se han ido acumulando durante la
historia multisecular de la sociedad de clases antagónicas.
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