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Confesión de un haragán

Era el último examen extraordinario, la última oportunidad de pasar la materia. Desde que
entré al salón observé los rostros perplejos y angustiados de todos los presentes, que
tenían cara de estar esperando el juicio final, recordaban todos sus pecados con
arrepentimiento sabiendo que ya no podían huir de ellos ni expiarlos.
Yo me sentí igual después de sentarme en mi lugar y voltear a ver al pizarrón, era un solo
problema escrito con gis, que abarcaba casi todo el espacio. Ni bien comenzaba a
angustiarme cuando Jorge, un alumno sentado en la primera fila se paró y entregó las dos
hojas del examen vacías al maestro, después salió del salón.
Él no era muy brillante, tan solo el semestre pasado había reprobado la mayor parte de las
materias (estaban a punto de botarlo de la escuela), pensé que al menos yo sí iba bien en
todo, a excepción de matemáticas. Simplemente no las entendía, aunque siendo honesto
había llegado hasta ese punto por no hacer el mínimo esfuerzo de estudiar y entender los
temas, por haber sido un haragán, un irresponsable.
Después de haber pasado 20 minutos observando el pizarrón e intentando pensar en qué
hacer primero, llegué a la conclusión de que no tenía la menor idea de qué es lo que tenía
que hacer primero.
Se me ocurrió entonces una idea digna de un sabio, de un hombre responsable. Si había
de perecer al menos lo haría conservando mi honor y dignidad. Tomé las hojas del examen
y comencé a escribir una carta al maestro, explicándole que mi pasión no eran los
números, sino las letras y humanidades, pero que entendía perfectamente la enorme
importancia de las matemáticas, sabía que eran la madre de las ciencias al igual que la
filosofía, el lenguaje del universo, que me disculpaba por haber sido tan irresponsable,
que prometía no reincidir en tal error nunca más…
Utilicé toda la hoja y después de media hora me paré de mi lugar y entregué la hoja al
maestro, quien no me dijo nada. Al día siguiente me entregaron la boleta de calificaciones,
inmediatamente revisé matemáticas, había sacado un 6.
M. Alarcón Herrera

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