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La unión.

Es diciembre; cerca de navidad y año nuevo, compre todos los regalos en noviembre para que nada
que no fuese el correo ocupase espacio en mi cabeza. Invito a mis amigos a que nos juntemos en
mi casa para poder tener siempre mi computador a mano y asegurarme de que no me voy a
perder la notificación si es que me llegasen a aceptar.

Llevo dos meses esperando recibir un correo de mi universidad que me anuncie el haber sido
aceptado en el curso de la Profesora Damaso, no es un curso pequeño pero el acceso a el es
estrictamente arbitrario; compañeros con notas excelentes han sido rechazados e incluso algunos
que se enfocan profundamente en las actividades de asistencia social han sido descartados de
igual manera.

La profesora Damaso es una entidad, no solo por su reconocimiento académico, premios, títulos o
la exclusividad de su clase, si no porque nadie logra hablar con ella sin que ella le dirija la palabra
primero.

Mi primer encuentro con su obra fue en un almuerzo en que dos compañeros hablaban de una de
sus obras; que, si bien está dividida en dos argumentos, se considera una obra de por sí; en la cual
uno de mis compañeros defendía que los libros sobre La Piel y La Carne; libros que defienden el
control de las experiencias corporales sobre las mentales; acumulan más argumentos que La
Mente y El Ser; libros que argumentan lo contrario. Si bien ambos títulos me parecían poco
originales y temáticas explotadas a más no poder, me parecía interesante que ella misma haya
armado un compendio literario que anulara puntos que ella misma exponía de forma simultánea;
ya que ella misma dijo que eventualmente sacara un libro que, o termina de unificar ambas
teorías, o las separará irremediablemente.

Así que ahí me hallaba armando el árbol de navidad cuando el novio de mi papá me dice que el
puede terminar de arreglar los últimos detalles y que me vaya a continuar mi lectura si quería; por
lo que, sin dar espera, le alcancé las guirnaldas, llené su vaso de jugo, y me encerré en mi pieza a
leer uno de los poemarios de la profesora.

…Y tras la ventana se azotan


Comienza de nuevo; la carrera de las gotas;
Se arrastran todas, sin merced en un suplicio
Buscan llegar abajo, incesantes en su vicio,
Caen sin relajo, arrojadas al precipicio,
Corren por su vida, si es que hubo en un inicio.
Se acumulan entre sí, algunas por llegar antes
Pero logro dilucidar las que no son principiantes;
Las que han corrido previamente
No usan buen disfraz; dejan en el camino
una compañía ya fugaz.
Otras se acumulan porque no tienen opción,
Porque cayeron encima de ellas
otras competidoras sin noción
de la carrera que escogían
de la impuesta misión; que es llegar al fondo;
Y fusionarse en la poción…

Ese día la lluvia no venía sin la compañía de estruendos y relámpagos por lo que las metáforas de
la profesora se hacían especialmente tangibles en mi ventana. Llevaba más de una semana sin
cesar leyendo todo lo que la Señorita Damaso tenía publicado, ya que era tanta mi admiración por
ella que decidí no descargar ningún pdf hasta ya haber pagado por la obra que habría de descargar,
como muestra de gratitud por decirlo de alguna forma.

Ya estaba preparándome para dormir, cuando veo que me llega un correo al mail universitario, lo
cual pasaba rara vez a menos que algún asociado a la institución haya fallecido; por lo cual solía
controlar mi emoción respecto a la hipotética situación de que fuese algo relacionado a la
profesora; puesto que varias veces me pasó que mi exaltamiento fue mal recibido por un mensaje
de pésame al cual debí entregarle la mayor de mis disculpas y decepciones simultáneamente. Pero
esta vez el asunto del correo era explicito, como si la persona de tus sueños te dijera que te desea
y que dará todo por ti: CONFIRMACIÓN ASISTENCIA CURSO DE FILOSOFÍA Y POESÍA EN…. El formato
de notificación no daba abasto para el mensaje completo, pero yo sabía que debía ser el curso de
la profesora Damaso. Me había postulado a los tres cursos que ella ofrecía en nuestra universidad;
el de Autoayuda y solidaridad académica, el de Matemáticas y Física para No-matemáticos y No-
físicos; y finalmente al que genuinamente me interesaba; Filosofía y Poesía en hoy. Hoy para la
profesora Damaso significaba todo lo que fuese contemporáneo; pero como un espacio físico; por
lo que sabía que Hoy sería abarcado como el planeta tierra el año 2023, sus sociedades, sus
culturas, abarcando todos sus sucesos históricos y todo lo que apuntamos a ser como especie.

Al abrir el correo me di cuenta de que había que confirmar lo antes posible porque era con cupos y
a este curso pedían asistir no solo alumnos, si no profesores e investigadores, por lo que confirmé
instantáneamente, sin darme cuenta de que poseía una cláusula que me hacía aceptar que no
podía comentar nada de lo que viera en la clase fuera de la clase o sería expulsado de ella; e
incluso había un archivo que contenía una serie de reglas de conducta dentro del salón.

Al leerla me pareció extraño el énfasis en los turnos de habla; pedir la mano para hablar sin
excepción, sentarse según el orden que la profesora asigne al final de la primera clase, no poder
faltar a la primera clase o aceptar un trato diferenciado a menos que se justifique de forma
adecuada la ausencia y la completa privación de información proveniente de la clase hacía los
albores externos.

El curso iba a durar un mes y según el progreso de los estudiantes podía prolongarse según la
profesora lo estimase conveniente; por lo que en lo que se acercaba febrero mi ansiedad y
emoción crecían incesablemente; creí en un punto que tal vez era un castigo divino que hiciese su
curso el mes más corto, pero no podía dejar de sentirme agradecido de haber tenido la suerte de
poder ingresar.

El día de la primera clase fui vestido con camisa y pantalones sin ninguna mancha ni agujero, no
solía vestirme así pero ya sentía que poseía suficiente presión como para sumarle el “que dirán” si
es que me nacía hacer una consulta. La clase comenzaba a las 10:00 am y 3 minutos antes entró
una mujer que de solo mirarla se extenuaba la mente; era imponente; increíblemente atractiva y ni
un solo de sus pasos titubeaba en seguir la dirección que sus ojos indicaban. Noté que yo no era el
único impresionado con su presencia, incluso la gente de mayor edad y profesores de mi misma
carrera que asistían por primera vez se veían, aunque fuese aludidos, por la imagen superior que
esta mujer proyectaba. Al dar las 10:00 la señorita se paró y dijo: Ustedes podrán imaginar quien
soy y quienes saben quien soy entonces es un gusto verlos de nuevo, ya los he reconocido y
siempre será grato verlos de vuelta en esta aula; ahora como es de costumbre procederé a
presentarme para los que no me conocen; mi nombre es…
Y antes de que pudiese comenzar a pronunciar la primera palabra una mujer de entremedio de las
gradas exhaló un grito indistinguible a cualquier sonido que pude haber imaginado; lo asocié a una
risa, pero imaginaba que tal vez podría deberse a que sea una persona extremadamente ansiosa y
la expectativa que se armó hasta ese momento hizo que no aguantara más al ver que se venía un
momento que personalmente también me generaba una expectativa abrumadora.

Mucha gente soltó una carcajada apenas nuestra compañera soltó el sonido, pero yo me mantuve
serio; no tanto por no causar una impresión basada en una carencia de empatía, si no por que no
me parecía gracioso y me intrigaba a que se debía la reacción de la aludida.

Tras finalizar el sonido, otra persona se levantó y contó a las personas que se habían reído; pensé
que era un test retorcido para ver quienes estaban a la altura de la clase por lo que mi mente
empezó a confabular las ideas más perversas y ajetreadas; me cuestioné todo, mis compañeros, la
fecha, incluso llegué a pensar que tal vez era una fecha para cada persona seleccionada y que esta
fecha sería para probar mi valía como estudiante y es por ese motivo que ya habían caras
conocidas y se poseía este contrato de no comunicar lo que sucedía dentro de la sala al exterior.

Antes de poder desarrollar mis ideas en el suceso recién acontecido me atacó otro no menos
sorprendente; la mujer que estaba en el frente del salón despejó su garganta y dijo: Mi nombre es
María Guadalupe, mi labor aquí es ser la asistenta académica de la profesora Damaso. Mi sorpresa
solo crecía y mi expectativa variaba desde los detalles más pequeños haciéndolos magníficos,
hasta los sucesos más conmocionantes aterrizándolos como meras cotidianidades. De pronto la
mujer que antes había llamado la atención del aula se paró y luego de emitir otro ruido, menos
estruendoso que el previo, pero no menos llamativo, anunció con una voz serena y casi educadora
por naturaleza: Y mi nombre es María Damaso, un gusto en conocerlos, por lo menos a la mayoría.
Tras decir eso emitió otro ruido ya más tenue que los dos mencionados y luego introdujo el
nombre del curso y los contenidos a abordar. Ya habiendo dicho todo eso; el joven que se había
levantado a enumerar a los demás se paró de su asiento y se acercó a la puerta, luego sacó una
resma de papeles impresos que traía en su bolso y llamó a todos los que había enumerado; les
explicó que si habían leído las reglas de la clase que venían en el correo no se debían ver
sorprendidos de que fuesen expulsados del salón y que cualquier forma de divulgación de lo
sucedido aquí hoy resultaría en sus expulsiones de la institución, esto avalado por sus propias
firmas en el correo.

Vi atravesar la puerta en su mayoría gente adulta, por suerte ninguno de mis profesores, pero si
profesores de otras facultades. Una vez habiéndose retirados todos los aludidos la profesora
Damaso continuó con su catedra: Como podrán deducir yo poseo Trastorno de Gilles de la
Tourette, y eso no me ha impedido realizarme como persona en las áreas que más me apasionan…
Durante el transcurso de la clase tanto ella como su ayudante nos explicaron lo fundamental que
es comprender como funciona la persona con la que nos estamos relacionando de forma tanto
lógica como empática, y al finalizar la clase nos asignaron a todos un asiento basado en nuestra
participación en la clase, lo fructífero de nuestras intervenciones y lo cómodo que se sentía la
señorita Damaso con nuestra presencia. Para mi suerte, aunque no participé en toda la clase por
miedo a hacer una intervención inapropiada, la profesora me asignó un asiento en la segunda fila,
por lo que debí causar alguna clase de buena impresión. Ya cuando la profesora tomaba sus cosas
para retirarse le pregunté a su asistenta si podía alcanzarle a la profesora una hoja con las
preguntas personales que quería hacerle, fui abierto al expresarle que aún no me sentía preparado
para preguntárselo cara a cara y que en la ultima de mis intenciones se hallaba la de incomodarla
con mi poca preparación a comunicarme con una persona con el Síndrome por lo cual prefería que
ella intermediara. Se rio y me dijo que le parecía muy correcto y adecuado mi forma de pensar,
pero que intentase adecuarme a conversar con gente con el Síndrome, ya que probablemente a la
profesora no le molestaría hablar conmigo por lo que le he demostrado.

Así a la clase siguiente la profesora se acercó a mi y en un tono muy dulce me dijo que le parecían
muy interesantes mis preguntas pero que prefería contestármelas en una conversación, por lo que
si quería respuestas a esas preguntas; me dejaba anotados libros con las páginas y artículos que
aludían a lo que yo me cuestionaba; pero si quería sus respuestas, debía afrontar el miedo de ser
expulsado de su clase e intentar hablar con ella cara a cara.

Ya a fines de febrero y finalizando el curso había aprendido mucho, si bien fui expulsado a
mediados del curso por saber como abordar mis diferencias con un compañero e interrumpirlo y
luego insultarlo en medio de la clase por sus opiniones (cosa que creo que fue una forma de
ponerme a prueba que tuvo la señorita Damaso ya que nunca había visto a ese compañero antes),
continué llegando todos los días a las 11:30 para esperarla afuera de la sala y acompañándola
hasta donde me lo permitiese para conversar.

Un día en marzo empezando las clases de mi tercer semestre, veo que por la puerta entra la
señorita María Guadalupe, se acercó directamente al profesor como si se conociesen de hace
mucho tiempo y tras un breve intercambio de palabras el profesor llamó a mi nombre y me dijo
que me venían a buscar para entregarme una información. Al salir de la sala la señorita Guadalupe
me dijo que la profesora Damaso quería preguntarme si es que me interesaba la idea de participar
en su ultimo libro de la obra que uniría ambas corrientes ideológicas de la experiencia del cuerpo
sobre la mente y la experiencia de la mente sobre el cuerpo. Sin chistar le dije que, si y me dijo que
entonces la acompañara, que ella me excusaría con el profesor y que me guiaría hasta la oficina en
que se encontraba la profesora para quedar de acuerdo con todo.

La Señorita Damaso tras publicar su libro dijo; al inicio pensaba nunca escribir el ultimo libro, me
emocionaba la idea de que todos teorizaran sobre la unificación o la separación de ambos
conceptos, pensaba que esa en si misma era una metáfora de como se unían las mentes; pero un
joven una vez me dijo: No cree que ese libro de alguna forma uniría los cuerpos. Por lo que este
libro lo dedico a tanto mi familia que me ha apoyado, a mis amigos, y en ultimo lugar, a ese joven
que lucho por estar en mi clase, pero fue capaz de rendirse a esa batalla con tal de luchar por sus
ideales.

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