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Marifeli Pérez-Stable, 

La revolución cubana. Orígenes, desarrollo y legado.

Capitulo 3 La revolución y el nacionalismo radical, 1959-1961

El hecho de que el gobierno revolucionario hubiera resulto defender los intereses de las clases
populares dotaba a las masas de un nuevo sentido de poder. El respaldo de ese sector
permitió impulsar la radicalización que alarmo a las clases económicas y a los EU.

La autoridad de Fidel Castro, la participación de las clases populares y el propósito de


defender la nación contra los EU sirvieron de catalizador a la política revolucionaria.

El reformismo, las clases económicas y la revolución

La fuente de legitimación del gobierno revolucionario no era la política que había corrompido y
socavado elecciones y gobiernos constitucionales, sino el pueblo, el ideal de una Cuba libre.

Fidel Castro, el Ejercito Rebelde y el Movimiento 26 de Julio eran indiscutiblemente los


liberadores de Cuba y gozaban del apoyo de casi todos los cubanos. La Cuba liberal no podía
reclamar el poder por derecho propio, sino solo por su asociación con Fidel Castro.

Los cambios que iban a implantar los rebeldes estaban lejos de ser radicales: abogaban por la
reforma agraria [1], la modernización de la industria azucarera, la industrialización sustitutiva
de importaciones y las inversiones de capital nacional y estatal. Sus objetivos eran promover
el pleno empleo, el crecimiento económico como distribuir el ingreso nacional.

Los reformistas nacionalistas no contaban con otro líder que Fidel Castro, otro movimiento que
no fuera el 26 de Julio, ni otro cuerpo armado que no fuera el ejercito rebelde.

Las clases económicas celebraron la revolución, pero no todos los sectores con el mismo
entusiasmo. Los hacendados y los ganaderos en particular recelaban de la promulgación de la
reforma agraria, mientras que el sector importador se oponía al proteccionismo. Los
empresarios apoyaban la industrialización pero no el crecimiento vertiginoso de los salarios:
Los colonos, que estaban de acuerdo con la reforma agraria se mostraban reacios a aceptar
la elevación del salario mínimo de los trabajadores agrícolas. La revolución agudizo las
diferencias que siempre había existido entre las clases económicas.

Estas clases demostraron ser tan incapaces de controlar la revolución como cuando
intentaban defender los intereses nacionales antes de 1959; sin duda alguna, los fracasos de
entonces había debilitado su defensa contra el nacionalismo radical.

La política de impuestos progresivos favorecía las inversiones cubanas, a la industria no


azucarera, a la pequeña empresa y a las provincias. EL gobierno empezó a emplear el poder
regular para favorecer a los pequeños productores.

La Asociación Nacional de Industriales de Cuba estuvo de acuerdo en formar parte de las filas
revolucionarias, y a pesar de que se quejaba por el aumento de los salarios, apoyaba la
industrialización y sometió su propio programa a la consideración del gobierno revolucionario.

Sin embargo, las consecuencias del programa fueron profundamente radicales. La


promulgación de la reforma agraria renovaba el fervor popular que conmovía al país. La nueva
dirigencia rechazo la celebración inmediata de elecciones ya que frenarían el proceso
revolucionario. Era necesario general una nueva conciencia popular basada en la conquista
de la justicia social y la soberanía nacional.

Muchos defensores del reformismo nacionalista apoyaron la revolución, cooperaron con sus
primeras medidas y aceptaron postergar las elecciones.

La oposición a la revolución provino tanto del exterior como del propio país. Los EU
condenaron severamente los juicios revolucionarios. La reforma agraria había alienado al
sector azucarero y al capital norteamericano. Las clases económicas comenzaron a retirar sus
inversiones.

La reestructuración de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) se convirtió en un objetivo


clave de la política revolucionaria. Los comités sindicales que poco antes habían formado el
Movimiento 26 de Julio junto con el PSP se hicieron cargo de la CTC. Los sindicales del
Movimiento 26 de Julio tomaron el control ejecutivo y el PSP asumió muchas posiciones en la
basa.

A comienzos de 1959 se produce una avalancha de demandas a favor de salarios más altos y
mejores condiciones de trabajo.

Las clases económicas traban de impedir que la clase trabajadora volviera asumir su actitud
combativa, de manera que los hacendados y los colonos aminoraron el ritmo de la zafra en
1959 y los empresarios se opusieron al incremento inmediato de los salarios y a la
renegociación de los contratos laborales.

El gobierno revolucionario estableció que todo lo que significara un obstáculo al


desenvolvimiento de la economía seria tachado de antipatriótico. El ministerio de Trabajo
esperaba plena colaboración entre trabajadores y administraciones, y solía intervenir en los
conflictos para evitar huelgas o cierre de empresas.

Desde el principio, el Ejercito Rebelde apoyo las clases populares. Por primera vez en la
historia de Cuba, las clases económicas carecían de un cuerpo armado que defendiera sus
intereses.

Durante la reorganización de la CTC comenzaron a salir a la superficie una serie de tensiones


entre el Movimiento 26 de Julio y el PSP. Finalmente el PSP es expulsado del comité
ejecutivo. Es importante señalar que el PSP ya contaba con una organización, líderes
capacitados, cuadros experimentados y aliados internacionales, y aunque no había sido
determinantes en el movimiento antibatistiano resultarían cruciales a la hora de formar una
nueva coalición gobernante.

EL hecho que el gobierno revolucionario favoreciera a los trabajadores en la mayoría de los


casos reafirmo a los líderes sindicales del Movimiento 26 de Julio. El conflicto entre el
Movimiento 26 de Julio y el PSP persiste. Estos últimos comienzan a ganar influencia, lo que
genera tensiones.

Fidel Castro declaro que las demandas salariales ya no eran legítimas: el desarrollo de la
economía nacional, la solución del problema del desempleo y el bienestar de los humildes
eran más importante.

Fidel pide unidad a los líderes de la CTC. Al igual que los reformistas nacionalistas, los líderes
anticomunistas carecían de apoyo popular propio, por lo que dependían totalmente de él y la
revolución. Este llamado a la unidad servia a los propósitos del gobierno, los sindicales
comunistas poseían una gran experiencia y contacto con la URSS. Se comienza a expulsa a
los sindicalistas que no cooperan con los nuevos propósitos; esto permite que el PSP asuma
el liderazgo de los gremios locales.

Para consolidar su poder a nivel nacional, el Estado debió ejercer un mayor control sobre el
movimiento obrero. Hacia finales de 1960 el estado controlaba los principales medios de
producción: Cuba ya no tenía una economía capitalista. Los trabajadores salvaguardaban sus
centros de trabajo contra el sabotaje y estaban dispuestos a defender al país contra una
agresión de los EU.

La revolución había eliminado rápidamente toda actividad política autónoma: los sindicatos se
sometían ahora a la lógica de la política revolucionaria.

Política revolucionaria y las clases populares

Fidel Castro no necesito de la celebración de elecciones para obtener legitimidad; el hecho de


redimir a Cuba de un pasado indigno y alcanzar el bienestar de las clases populares hacia
merecedor al gobierno revolucionario de una incuestionable autoridad

El nuevo gobierno debía promover el empleo, ampliar los servicios de salud pública y de
educación y crear una nueva conciencia política entre las clases populares; hasta entonces,
las elecciones solo frenarían la transformación radical.

El propio Fidel Castro constituía el recurso político más convincente de la revolución. Poseía
una habilidad excepcional ara interpretar y encarar la realidad cubana, y una extraordinaria
capacidad para transmitir a sus seguidores la magnitud de la misión que debían cumplir. Se
empezaba a identificar a la revolución con Sierra Maestra, y al pueblo con el Ejercito Rebelde,
mientras que EU y los cubanos sin dignidad nacional representaban el enemigo.

La dinámica de la revolución dio a un nuevo orden institucional. Por un lado, el Ejercito


Rebelde y asociaciones agrarias supervisaron la transformación que tenia lugar en los campos
de Cuba, y por otro, el Ministerio de Trabajo, la CTC y las milicias populares dirigían la
movilización en las ciudades.

La revolución polarizó ideológicamente al país, y no permitió la neutralidad: “Con Cuba o


contra Cuba”. La ideología humanista contra el capitalismo y el comunismo se desvaneció
como resultado del enfrentamiento con los opositores al gobierno. La cercanía a las EU no le
permitió transitar esa tercera vía.

La centralización del poder se convirtió rápidamente en un fenómeno concomitante de la


revolución. Se trataba de evitar las discordias y la falta de resolución que había caracterizado
a otras revoluciones. Era necesaria una autoridad central, decisiva y eficiente. Fidel retiro las
armas a los estudiantes; no podía permitir que se crearan grupos de acción como los de la
década de los cuarenta.

Durante 1959 los liberales fueron desapareciendo del seno del gobierno revolucionario: Fidel
se convirtió en primer ministro y un nuevo presidente asumió cuando el anterior se opuso a la
creciente radicalización. Uno tras otro iban cayendo los reformistas mientras la revolución, sin
paciencia ni tolerancia, arrasaba con la disidencia y las vacilaciones.
En octubre de 1960 se nacionalizan las industrias y el comercio: la revolución entra en una
nueva etapa: la política cubana iba asumiendo el perfil de un sistema de partido único.

La principal preocupación de Washington era que la caída de Batista no había supuesto la


formación de un gobierno responsable, bien organizado y estable. La condena de EU a los
juicios llevo a Fidel a realizar una campaña antiyanqui. La intervención a empresas yanquis se
convierte en un símbolo de nacionalismo y de la rebeldía popular.

El departamento de Estado informa que no es posible tener relaciones amistosas con Castro y
que es necesario derrocarlo. EL hecho de que los primeros ataques y sabotajes se hubieran
realizado con el apoyo tácito de los EU contribuyo a que aumentara la intransigencia.

En 1960 se cierra un tratado comercial con la URSS en el que Cuba vende azúcar y la URSS
extiende créditos para la adquisición de equipo industrial.

Un barco estalla lleno de armas, se culpa a la CIA; las compañías petroleras norteamericanas
son nacionalizadas ya que se niegan a refinar petróleo de la URSS. La revolución se lanzo a
la búsqueda de nuevos aliados contra la agresión y a mediad que se afianzaba la relación con
la URSS, también lo hacia la posición del PSP en la coalición gobernante.

En 1961 EU rompe relaciones diplomáticas con Cuba. Kennedy envía una brigada invasora
compuesta por exiliados cubanos, pero son rechazados por las fuerzas revolucionarias. La
necesidad de consolidar una revolución nacionalista llevó a Cuaba al socialismo, a una alianza
con la URSS y a la permanente hostilidad por parte de los EU. La intransigencia polarizo a las
clases económicas y suscito el antagonismo con los EU.

Entre 1959 y 1960 los procesos de radicalización, polarización y centralización consolidaron la


revolución alrededor de la figura de Fidel. La política adquiría un sentido de disciplina militar
que impedía la aceptación de la diversidad y la independencia de las organizaciones. La
centralización del poder y la eliminación de la autonomía fue el precio que exigió la
supervivencia.

Capitulo 4 La revolución y el desarrollo inclusivo

La revolución doto a la sociedad cubana de una nueva lógica: ahora el desarrollo nacional
giraba alrededor de los intereses de las clases populares. Sin embargo, la satisfacción de sus
necesidades básicas generó expectativas entre as clases populares que la vida cotidiana
habría de defraudar; el socialismo no había logrado desarrollar la economía en la mediad
necesaria para asegurar la independencia nacional.

Estrategias de desarrollo y rendimiento económico

Con la revolución Cuba podría lograr su desarrollo potencial; sobre todo a través de la
diversificación que era la clave del crecimiento económico, el aumento del empleo y de la
redistribución de la riqueza.

En principio el socialismo permitió al estado, cuyo objetivo principal era la satisfacción de las
necesidades básicas de las clases populares, poner en práctica una política económica más
racional y a tono con los intereses nacionales; los analistas extranjeros pronosticaban tasas
de crecimiento excepcionales. Sin embargo, la realidad que trajo consigo el desarrollo
socialista dependiente desvaneció los sueños que abrigaron los rebeldes y el pueblo cubano.
El gobierno de EU no aceptaba el derecho de Cuba a la autodeterminación, y a partir de 1962
impone un embargo comercial. El sistema socialista, basado en el desarrollo inclusivo y en sus
estrechos lazos con la URSS, no beneficio a la economía cuaba como se esperaba en el
periodo de auge de la revolución. Y ya después de 1989 la caída del comunísimo mino la
viabilidad del socialismo cubano.

Durante 1959-1960 la economía cubana funcionaba bien, pues el fin de la lucha armada y la
madurez de las inversiones realizadas en la década anterior contribuyen a la recuperación
económica. Se pensaba aumentar al producción de azúcar, pero que caiga del porcentaje en
relación con el total de las exportaciones; la diversificación agrícola permitiría una mayor
autosuficiencia en alimentos, mientras que la industrialización sustituirla la importaciones.

Pero la estrategia de una industrialización rápida fracaso al con considerar plenamente los
costes y los niveles de las exportaciones necesarios para la industrialización sustitutiva de
importaciones. En 1962-1963 la producción de azúcar disminuyo drásticamente, debido, en
parte, a que se había reducido los campos empleados en el cultivo de caña. La diversificación
agrícola, por otro lado no satisfizo la demanda de productos alimentarios ni generó las
exportaciones necesarias para cubrir las perdidas provocadas por la caída de la zafra. El
déficit comercial se vio seriamente deteriorado.

La planificación central resulto ser improvisada y caótica, y no resolvía los problemas


económicos. La emigración de profesionales y trabajadores cualificados agravó la escasez de
personal técnico y administrativo, y el embargo norteamericano obstaculizo la estrategia
inicial.

En 1964 el gobierno revolucionario decide abandonar la industrialización y adopta una


estrategia cuyos ejes serian la agricultura y el azúcar. El fracaso de la industrialización
acelerada para sustituir las importaciones puso de relieve las dificultades que impedían la
eliminación del monocultivo y la dependencia externa.

Le complejo agroindustrial azucarero había de ser la maquina fundamental del crecimiento. En


1972 Cuba se hace miembro de pleno derecho del bloque comercial socialista y obtiene
condiciones favorables para sus exportaciones de azúcar, prestamos a bajas tasas de interés
y importaciones de petróleo a precio inferior al del mercado mundial.

A principio de los 80’ la URSS comenzó modificar sus relaciones especiales con Cuba. Se
puso mayor énfasis en la eficiencia y en los costes al definir los términos de intercambio.

La exportación de azúcar nunca lograría sostener el crecimiento económico por si sola, y la


perdida de las condiciones preferenciales puso al desnudo esta realidad; el proyecto del
azúcar como motor del desarrollo estaba condenado al fracaso. Hacia finales de los 80’ el
crecimiento es casi nulo y ya a principios de los 90’, luego del desmoronamiento de la URSS,
se registro una grave caída.

Se logra un progreso en la diversificación del mercado interno, se redució la importación de


los bienes de consumo aunque esto no significo realmente un avance. La elevada proporción
de bienes intermedios y de capital respecto a las importaciones demostraba una fuerte
dependencia externa.

El hecho de que Cuba comerciara con un solo socio ponía de relieve su vulnerabilidad ante el
mercado internacional, pues la dependencia con respecto al azúcar agravaba la balanza
comercial.
La economía cubana seguía caracterizada por un rendimiento desalentador y una
dependencia del azúcar que casi no había sufrido variación. Sin embargo, las cifras ocultaban
el hecho de que el impacto que tuvo en la sociedad cubana la dependencia, primero de los EU
y después de la URSS, era diferente.

La Cuba socialista había alcanzado importantes avances en la satisfacción de las


necesidades básicas de la población. Sin embargo, la continua posición de dependencia
respecto al azúcar imponía límites al aumento de los niveles de vida.

La caída de la URSS, obligo al gobierno cubano a declarar un periodo especial en tiempo de


paz, pues la economía se contraía bruscamente y el nivel de vida caía en picado. El comercio
con Rusia disminuyo un 50%. Entre 1991 y 1995 las exportaciones de azúcar caen un 80%
Hacia 1996 las relaciones comerciales mejoran considerablemente. Las exportaciones
cubanas caen un 50%, las importaciones un 70%. Os ingresos por turismo y por remesas se
habían ampliado significativamente pero el azúcar todavía era decisiva.

Sin la URSS, el socialismo en Cuba se hacia cada vez mas insostenible. Además las leyes
americanas de 1992 y 1996 intensificaron el embargo.

Niveles de vida después de la revolución

Solucionar el problema del desempleo era el objetivo fundamental del gobierno revolucionario.
Durante la década del 60’ casi todos los cubanos en edad laboral habian encontrado un
puesto de trabajo estable.

Se logro un proceso de urbanización balanceado, los niveles de escolaridad mejoraron


notablemente, mejoró los niveles de la salud pública.

La crisis de los 90’estaba socavando los avances en la salud, se sufrieron padecimientos


causados por deficiencias en la nutrición; la producción de alimentos había disminuido más de
un tercio entre 1989 y 1994; la proporción de la población que vivía en la pobreza había
crecido de menos del 2% en 1988 a casi un 10% en 1996.

El acceso a algunos bienes de consumo también se extendió, la distribución de salario fue


más equitativa y se redujo las diferencias regionales.

Durante la década de los 90’ Cuaba contaba con una fuerza laboral que se encontraba entre
las más preparadas de AL. El gobierno cubano no había vencido el desafió que implicaba
transformar estas impresionantes inversiones en capital humano en un avance sostenido de la
productividad laboral y del crecimiento económico.

Visiones socialistas y desarrollo inclusivo .

El fracaso que significo no poder alcanzar altas tasas de crecimiento ni la diversificación


económica desterró para siempre la noción del que el socialismo sería una panacea de
efectos inmediatos; solo con austeridad podría superarse el subdesarrollo.

En los primeros tiempos de la revolución se debatió acerca del mejor camino para alcanzar los
objetivos socialistas en Cuba; hubo dos puntos de vista:
1. Defendía la interpretación ortodoxa de la relación entre desarrollo material y la conciencia
social. No se podía soslayar la importancia de la ley del valor. Los beneficios aun constituían
el criterio más viable para regir la producción, la acumulación y la distribución.

2. Guevara argumentaba que Cuba no podía permitir que la ley del valor determinara las
inversiones sin renunciar a la posibilidad de salir del subdesarrollo. (los máximos beneficios
guían los procesos de inversión)

Perez-Stable, Mabel: “La revoluciona Cubana”.

Ø La revolución y el nacionalismo 1959-1962.

El 31 de diciembre de 1959 Batista es derrocado y asume un nuevo gobierno, el cual según la


autora no tenían un plan de acción definido para el futuro. La autora plantea que seis décadas
de soberanía mediatizada y una crisis política cada vez mas pronunciada habían debilitado las
posiciones de las clases económicas y de los EEUU dentro de Cuba, por lo que ninguno fue
capaz de contener la avalancha revolucionaria.

Los cambios que implementaría el gobierno rebelde en la nueva Cuba estaban lejos, plantea
la autora de ser radicales: Abogaban por una reforma agraria basada en la Constitución de
1940 (articulo 90); la modernización de la industria azucarera, la industrialización por
sustitución de importaciones y las inversiones de capital nacional y estatal. Sus objetivos era
promover el pleno empleo, el crecimiento económico y la distribución equitativa del ingreso
nacional. Que el control de la economía este en manos de Cuba. Planteaban además la
instauración de un gobierno honesto, de un Estado de derecho y la defensa de los intereses
nacionales. Según la autora este programa inicial del gobierno revolucionario era parecido a
los reformistas de los años `20. Por ejemplo plantea la autora que el impuesto fijo sobre las
importaciones y los controles de divisas que se implementaron no eran más radicales que las
medidas que reclamaba Prebisch para America Latina.

La fuente de legitimidad del gobierno revolucionario, plantea la autora no era la política o la


“politiquería” (Tratar de política con superficialidad o ligereza), si no que la fuente de
legitimidad era el pueblo, era el ideal de una “Cuba libre” y la memoria de los que habían
muerto en la lucha contra Batista.

Plantea la autora que los reformista del `569 no contaban con otro líder que Fidel Castro, con
otro movimiento que no fuera el Movimiento 26 de Julio, ni con otro cuerpo armado que no sea
el Ejercito Rebelde, por tanto carecían de recursos propios para encauzar el fervor popular
con que se había acogido la revolución hacia una transformación de carácter reformista, y no
revolucionaria.

Plantea la autora que la revolución había agudizado las diferencias que siempre habían
existido en las clases económicas y que sectores de esta celebraron el triunfo de la
revolución, pero no todos con el mismo entusiasmo, ni que respaldaban el programa
completo: los hacendados y los ganaderos no apoyaban la reforma agraria; el sector
importador se oponía al proteccionismo; los empresarios apoyaban la política de
industrialización, reforma agraria y fiscal, pero no aceptaban el incremento de los salarios; los
colonos que estaban de acuerdo con la reforma agraria no aceptaban el incremento de los
salarios de los trabajadores agrícolas. Plantea la autora que las clase económicas
demostraron ser incapaces de controlar la revolución como cuando intentaron defender los
intereses nacionales antes del `59.
El gobierno revolucionario comenzó en el `59 a implementar el poder regulador del Estado
para favorecer a los pequeños productores. Se identificaba al campesinado, la clase obrera y
la burguesía progresista como los tres pilares de la revolución. Se hacia una distinción entre
los empresarios que habían invertido en la industria y la diversificación de la agricultura, y se
los incluía en la llamada “Unidad Nacional” para la defensa de los intereses nacionales, y se
demonizaba fuertemente a aquellos empresarios que habían apoyado la Enmienda Platt y la
reciprocidad comercial renunciando al control nacional de la economía.

Sin embargo, plantea la autora, las consecuencias del programa revolucionario fueron
profundamente radicales, ya que, entre otras cosas, la sociedad carecía de los medios para
contener el desenvolvimiento del nacionalismo radical. La promulgación de la reforma agraria
renovaba el fervor popular que conmovía al país, mientras que Fidel y el Ejercito Rebelde se
ponían al frente de esa oleada revolucionaria, por eso, plantea la autora, cuando la nueva
dirigencia rechaza la celebración inmediata de elecciones, para evitar que este frene el
procesos revolucionario, pocos cubanos se preocuparon, ya el pasado había dejado en claro
que la politiquería en Cuba podía sabotear procesos electorales y sacrificar así los intereses
de las clases populares, por lo cual la mejor garantía para la democracia era generar una
nueva conciencia popular basada en la conquista de la justicia social y la soberanía nacional.

Los defensores del reformismo nacionalista apoyaron la revolución y cooperaron con sus
primeras medidas, incluso la de postergar las elecciones, ya que estos encontraban parte de
su programa en el programa del nuevo gobierno y por que además carecían de sus propios
lideres, organizaciones e instituciones que les hubieran podido permitir la implementación de
sus reformas. Pero, plantea la autora, que a medida que se definía el carácter del nuevo
gobierno, la oposición a la revolución comenzaba a despertarse tanto en círculos nacionales
como extranjeros. Los EEUU condenan los juicios revolucionarios; la reforma agraria había
alineado al sector azucarero con el capital norteamericano por lo que los hacendados y los
ganaderos comenzaron a oponerse al gobierno revolucionario y las clases económicos
comenzaron a retirar sus inversiones.

En este contexto la restructuración de la Central de Trabajadores de Cuba se convirtió en el


objetivo clave de la política revolucionaria, así es que asume la dirección de esta el
Movimiento 26 de Julio. El gobierno revolucionario establece que todo lo que significara un
obstáculo al desenvolvimiento de la economía seria tachado de antipatriótico, y solía así
intervenir, por medio del Ministerio de Trabajo, en los conflictos para evitar las huelgas o
cierres de empresas.

Desde el principio el Ejercito Rebelde apoyó fuertemente a las clases populares en los
conflictos laborales a favor de los trabajadores, se marcaba que “por primera vez el ejército no
usaba las armas contra el pueblo”. Por primera vez en la historia de Cuba, plantea la autora,
las clases económicas carecían de un cuerpo armado que defendiera sus intereses. Sin
embargo, plantea, se necesitaba de algo mas que el Ejército Rebelde para dirigir la
combatividad entusiasta de las masas, por esto era imprescindible el control y la unidad
obrera dentro de la CTC, ante el enfrentamiento con las clases económicas y con los EEUU
que cada vez se tornaba más violento.

En este intento de controlar la CTC comenzaron a salir a la superficie, plantea la autora, una
serie de tensiones entre el Movimiento 26 de Julio y los comunistas (Partido Socialista Popular
o PSP). La dirigencia del Movimiento 26 e Julio tenis un perfil altamente anticomunista. El PSP
no había desempeñado un papel relevante en la lucha contra Batista, habían calificado al
ataque al Cuartel Moncada como “puchista” “aventurero” y que iba contra los intereses del
pueblo, los comunistas solo alentaron la rebelión armada cuando ya prácticamente no existía
otra forma de enfrentarse a Batista. Pero el PSP era crucial a la hora de formar una coalición
de gobierno, ya que contaban con una gran organización, un gran número de líderes
capacitados, cuadros experimentados y por sobre todo aliados internacionales. El PSP
comienza a ganar cada vez mas influencia dentro de los órganos de gobierno y la CTC y esto
cada vez generaba más tensiones con el Movimiento 26 de Julio.

Ante este clima de tensiones Fidel Castro pide por la unidad de los líderes de la CTC y declara
que más importante que las demandas “economicistas” de la clase obrera es el compromiso
con los objetivos del desarrollo económico del país, así el Estado comienza a ejercer un
mayor control sobre el movimiento obrero. Los sindicatos se someten ahora a la lógica de la
política revolucionaria del gobierno y rápidamente, plantea la autora, se fue eliminando toda
actividad política autónoma.

Plantea la autora que ni Fidel Castro ni el nuevo liderazgo Cubano dependían su legitimidad
de la restauración de la Constitución de 1940, ni de la celebración de elecciones, que el hecho
de redimir (salvar) a Cuba de un pasado indigno y alcanzar el bienestar de las clases
populares hacia merecedor al gobierno revolucionario de una incuestionable autoridad. Se
estaba creando una Cuba con igualdad, pleno empleo, reforma agraria, salud y educación
pública para todos, el pueblo tenia todas sus esperanzas puestas en el futuro y hasta tanto no
se cree una nueva conciencia entre las clases populares la elecciones solo frenarían la
transformación radical.

La dinámica de la revolución dio lugar a un nuevo orden institucional, por un lado el Ejercito
Rebelde y las asociaciones agrarias supervisaban la transformación en el campo, y por otro
lado el Ministerio de Trabajo y la CTC lo hacían en la cuidad. Plantea además la autora que
nace el concepto de trabajo voluntario, se crea la Asociación de Jóvenes Rebeldes, los
Comités de defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas.

Plantea la autora que la revolución polarizo ideológicamente al país, y no permitió la


neutralidad, bajo el grito de batalla de “Con Cuba o contra Cuba”. La ideología humanista
contra el capitalismo y el comunismo que tenían en un principio los líderes de la revolución,
plantea la autora, se fue desvaneciendo como resultado del enfrentamiento con los opositores
de la revolución. Al respecto plantea la autora que tal vez si Cuba no se encontrase tan cerca
de EEUU el gobierno revolucionario podía haber seguido la línea de la “tercera vía”
humanista, pero la intimidad histórica entre los dos países había configurado al nacionalismo
radical que ahora obligaba a la revolución a adoptar una posición cada vez mas intransigente.

La centralización del poder, plantea la autora se convirtió rápidamente en un fenómeno


concomitante (conexo, correspondiente, análogo, coherente, relacionado) de la revolución. El
fantasma del fracaso del intento de reforma en el `33 y los ejemplos cercanos de Guatemala y
Bolivia hicieron que para que la revolución de Cuba no se viera en peligro sea imprescindible
una autoridad central, decisiva y eficiente que Fidel Castro nunca dudo en ejercer, según la
autora. Tratando de evitar la discordia y la falta de resolución que había caracterizado a las
anteriores experiencias el gobierno lleva a cabo una gran centralización del poder, por ejemplo
le quita las armas a los estudiantes, no de podría permitir que se creen grupos de acción
como en la década del `40. Así, plantea la autora, el primer gobierno de Cuba formado por
ciudadanos liberales descubrió inmediatamente que el verdadero poder en Cuba lo ejercía
Fidel y el Ejercito Rebelde y así los liberales y reformistas fueron desapareciendo del seno del
gobierno revolucionario. Así plantea la autora que sin paciencia ni tolerancia se arrasaba con
la disidencia y las vacilaciones a medida que se iba radicalizando la revolución.
A medida que el recelo de los EEUU crecía y aumentaba su desconfianza hacia el gobierno,
Cuba después de una serie de medidas económicas que EEUU efectúa contra Cuba,
nacionaliza las propiedades norteamericanas y se lanza la búsqueda de nuevos aliados
fortaleciendo así sus lazos con la Unión Soviética y Europa del Este, afianzándose también la
posición del PSP dentro de la coalición del gobierno. Plantea l autora que a pesar que no se
clamaba explícitamente por el socialismo, el contexto histórico de la Guerra Fría, la “opción
socialista” de la revolución social cubana se hacia cada vez mas imperiosa para que esta
perdure. La necesidad de consolidad la revolución nacionalista llevo a Cuba, plantea la autora,
a su radicalización, a adoptar el socialismo, a una alianza con la Unión Soviética y a una
permanente hostilidad por parte de EEUU. Así es que la autora plantea que entre 1959/60 los
procesos de radicalización, dolarización y centralización, y la eliminación de la autonomía fue
el precio que exigió la supervivencia de la revolución cubana. La política adquiría un sentido
de disciplina militar que impedía la aceptación de la diversidad y la independencia de las
organizaciones.

Plantea la autora que la revolución doto a la sociedad cubana de una nueva lógica: ahora el
desarrollo nacional giraba alrededor de los intereses de las clases populares. Sin embargo, la
satisfacción de sus necesidades básicas generó expectativas entre as clases populares que la
vida cotidiana habría de defraudar; el socialismo no había logrado desarrollar la economía en
la mediad necesaria para asegurar la independencia nacional.

El logro socioeconómico de la revolución para la autora fue: la relativa igualdad que se había
alcanzado en una situación de austeridad, pero plantea la autora la isla seguía dependiendo
de la exportación de azúcar y de un solo mercado para la obtención de divisas, reitera que el
socialismo no había logrado desarrollar la economía en la mediad necesaria para asegurar la
independencia nacional.

La diversificación era la clave para el crecimiento económico, el crecimiento del empleo y para
la distribución de la riqueza, sin embrago el pasado, con el monocultivo de azúcar y la
dependencia de los EEUU representaba una carga para el Estado mucho mas pesada de lo
que se había pensado. El sistema socialista basado en el desarrollo inclusivo y en sus
estrechos lazos con la Unión Soviética no beneficiaba a la economía cubana como se
esperaba.

Refiere la autora que durante los años 59/60 la economía cubana funcionaba bien debido al
fin de la lucha ramada y la madurez de la inversiones realizadas durante las décadas
anteriores, así el gobierno revolucionario contó inicialmente con los recursos para ofrecer
beneficios inmediatos a las clases populares, pero la estrategia de industrialización rápida
fracaso al no considerar plenamente los costos y los niveles de las importaciones necesarias
para llevar acabo la industrialización por sustitución de importaciones. Además, la
diversificación agrícola no satisfizo la demanda de productos alimentarios, no genero las
exportaciones necesarias para cubrir las perdidas provocadas por la caída de la zafra debido
a la reducción de los campos empleados en el cultivo de la caña, así es que el déficit
comercial se vio seriamente deteriorado.

Cuenta la autora que la planificación central resulto ser improvisada y caótica y que no logro
resolver los problemas económicos. Además el embargo norteamericano había obstaculizado
la estrategia inicial. La emigración de profesionales y trabajadores cualificados agravo además
la escasez de personal técnico y administrativo

El fracaso de industrialización acelerada puso de relieve las dificultades que impedían la


eliminación del monocultivo y la dependencia externa, así para 1964 el gobierno
revolucionario abandona la estrategia de industrialización y adopta una estrategia “autopista”
cuyos ejes eran el azúcar y la agricultura, el complejo agroindustrial azucarero había de ser
ahora la maquinaria fundamental del crecimiento. Se hacia hincapié en el sector azucarera
como el principal generador de divisas y con su modernización se convertiría en el motor del
desarrollo económico. En 1972 Cuba se hace miembro de pleno derecho del bloque comercial
socialista y obtiene condiciones favorables para sus exportaciones de azúcar, precios
preferenciales de níquel, préstamos con bajas tasas de intereses e importaciones de petróleo
a muy bajo precio. Pero plantea la autora la exportación de azúcar nunca lograría sostener el
crecimiento económico por si sola y la pérdida de condiciones preferenciales con la
desintegración de la URSS puso al desnudo la cruda realidad: el proyecto del azúcar como
promotor del desarrollo estaba condenada al fracaso. Así con el colapso del socialismo en la
URSS y en Europa del Este la economía se contrajo bruscamente y el nivel de vida cayo en
picada, según la autora sin la URSS el socialismo en Cuba se hacia cada vez mas
insostenible.

Describe la autora que en los `60 casi todo los cubanos en edad de trabajar contaban con un
empleo estable. La revolución había logrado un proceso de urbanización balanceado, los
niveles de escolaridad mejoraron notablemente, en los `80 la alfabetización era casi universal
y uniforme en toda la isla. Se mejoró también los niveles de la salud pública, se elevo la
esperanza de vida, la distribución del salario fue más equitativa y se redujeron las diferencias
regionales. Pero, plantea la autora, con la crisis de los `90 comenzaron a haber problemas de
salud en la población debido a las deficiencias nutricionales. Para los años `90, plantea la
autora Cuba contaba con una fuerza laboral que se encontraba entre las mas preparadas de
America Latina, por lo cual los problemas de subutilización de estas capacidades se hacían
mucho mas evidentes, el gobierno cubano no había podido vencer el desafío que implicaba
trasformar estas impresionantes inversiones en capital humano en un avance sostenido de la
productividad laboral y el crecimiento económico.

La dirigencia había prestado mas atención al papel de los factores subjetivos en la


construcción del modelo socialista, poniendo énfasis en la voluntad humana “la conciencia
revolucionaria era más poderosa que el oro”, plantea la autora que la intransigencia del
nacionalismo radical con respecto a la soberanía nacional y la justicia social demostró ser la
brújula del socialismo cubano. Sin embargo, agrega la autora, el fracaso que significó no
poder alcanzar altas tasas de crecimiento, ni la diversificación económica, desterró para
siempre la noción de que el socialismo seria una panacea de efectos inmediatos.

La revolución había ampliado la capacidad de consumo de todos los sectores de la sociedad,


pero la demanda había dejado atrás la capacidad. En los primeros tiempos de la revolución se
debatió acerca del mejor camino para alcanzar los objetivos socialistas en Cuba; hubo dos
puntos de vista:

3. Planificación autofinanciada. La interpretación ortodoxa de la relación entre desarrollo


material y la conciencia social. Se subrayaba la importancia de la ley del valor.

4. Planificación centralizada. El Estado debía aprovechar su recurso más abundante: la


voluntad, la energía y la pasión del pueblo cubano.

En los años `60 se puso en práctica la planificación presupuestaria en la industria y la


autofinanciación en la agricultura. Después de los `80 se intento renovar la dimensión moral
del socialismo, promoviendo los incentivos morales como una palanca económica originando
el surgimiento del “hombre nuevo”.
Plantea por ultimo la autora que las condiciones nacionales e internacionales minaron la
viabilidad del socialismo cubano y , ya en los noventa, la brecha existente entre el discurso
oficial, la política económica y las expectativas de la ciudadanía se ampliaban
aceleradamente.

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