El 1 de enero de 1959 se inició en Cuba un proceso
revolucionario cuyas repercusiones sobrepasaron ampliamente los límites de su propio territorio.
El triunfo de la Revolución
La victoria de la Revolución Cubana constituyó un hecho de
gran resonancia mundial, pues los guerrilleros cubanos lograron romper el equilibrio impuesto por las superpotencias en la Guerra Fría y abrir paso a un proceso de grandes transformaciones que fueron admiradas por unos y duramente condenadas por otros. La Revolución propuso a su pueblo y al mundo pobre, según expresiones del historiador Tulio Halpering: “(…) una alternativa humanista cargada del moralismo de las clases medias y universitarias cubanas, enriquecida aún más en el contacto con la increíble miseria de los campesinos de la montaña oriental”, en sustitución del régimen corrupto y represivo del general Fulgencio Batista. Los primeros días después del triunfo de la revolución Cubana fueron de euforia en La Habana. El pensamiento de todos los sectores –obreros, campesinos, clase media y alta, inversores extranjeros, y el gobierno de Estados Unidos en su conjunto- estaba orientado a descubrir el tipo de transformación que se estaba organizando. El poder visible residía en el ejército rebelde, en los hombres de Sierra Maestra, que levantaron como postulados fundamentales de la revolución el nacionalismo y el antiimperialismo. Los primeros pasos del nuevo gobierno fueron de corte reformista. En un principio establecieron un gobierno de coalición en el que Fidel Castro era comandante en jefe de las fuerzas armadas. Pero esta alianza duró poco. Las medidas tomadas (reforma agraria, nacionalizaciones, juicio a los criminales de guerra, reducción de los alquileres, congelación de precios y cierre de los casinos) provocaron el alejamiento de los sectores moderados y enfrentaron a la Revolución con sus enemigos internos y externos. Aunque radicales, inicialmente, ni Fidel ni sus combatientes eran comunistas, ni admitían tener simpatías marxistas de ninguna clase. No obstante diversos factores empujaron al movimiento castrista en dirección del comunismo. La creciente oposición de Estados Unidos, que comenzó a ver a la Revolución como un peligro dentro de su “zona de influencia natural”, la acción de los emigrados anticastristas y el antiimperialismo del movimiento volcaron la simpatía y la búsqueda de apoyo hacia la URSS y su bloque. Por otra parte, el Partido Comunista Cubano era la única organización del bando revolucionario que podía brindar una estructura y capacidad de organización de la que el proceso carecía. En abril de 1961, Fidel Castro proclamó la orientación socialista de su gobierno, y en junio, el Partido Comunista integró la nueva organización unificada en la cual se fusionaron todos los grupos revolucionarios.
Los primeros años de la Revolución (1959-1962)
Resultó decisivo para el curso futuro de la Revolución un
conjunto de medidas que iniciaron el proceso hacia la socialización de la economía y la transformación de la sociedad y la vida política. En el plano económico se puso en marcha una reforma agraria (17 de mayo de 1959) que eliminaba las grandes propiedades, expropiando las posesiones con más de 400 hectáreas cultivables. Las tierras expropiadas se repartieron entre los pequeños propietarios privados y las cooperativas, que fueron progresivamente reemplazadas por granjas estatales, organizadas sobre el modelo de los sovjoses soviéticos. La reforma agraria fue seguida de la nacionalización de las grandes empresas industriales, comerciales y bancarias, entre ellas refinerías, compañías eléctricas y telefónicas, propiedades inmuebles y grandes almacenes. La puesta en vigor de estas leyes revolucionarias –que afectaban intereses de grupos de poder económico cubanos y, especialmente, estadounidenses- deterioró progresivamente las relaciones entre ambos países hasta culminar con la ruptura, el 2 de enero de 1961. El ámbito educativo fue, sin duda, el de las mayores realizaciones revolucionarias. Más de un millón de personas (el 23,6% de la población) no sabía leer ni escribir y el 50% de la población en edad escolar (800.000 niños) jamás había asistido a la escuela. Ante ese panorama, la Revolución se propuso varias tareas, siendo prioritaria la erradicación del analfabetismo. Debía alfabetizarse a más de un cuarto del total de la población. Para ello se declaró el año 1961 como “Año de la educación”, se suspendieron temporalmente las clases regulares y así se logró movilizar a más de 268.420 alfabetizadores. Los más apartados lugares fueron recorridos por las “Brigadas Alfabetizadoras”, quienes lograron a fines del año 1961 alfabetizar a más de 700.000 personas de un total de 979.000. Desde el punto de vista político se creó un marco institucional propio, definido como “democracia directa”, caracterizado por:
Un régimen de partido único que concebía al Partido
Comunista como “la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado (Constitución de 1976)” Un sistema de participación popular a través del “Comité de Defensa de la Revolución”. El ejército jugaba, y juega, un papel decisivo dentro de la estructura política cubana. La oposición ha sido silenciada y reprimida; se ha generado un número importante de exiliados que, desde Miami, han intervenido en muchas oportunidades en los enfrentamientos de Estados Unidos con Fidel Castro.