Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Derechos Humanos
Jorge Garcia Rapp
Otros autores, prefieren sostener una posición más cauta sobre los derechos
humanos. El doctor Guibourg expresa, “…debo aclarar ante todo que, aunque
defiendo los derechos humanos, no creo en ellos si por tal cosa ha de
entenderse postular algún segmento de la realidad que los contenga como
objeto preexistente y susceptible de ser descubierto. (…) Prefiero definir los
derechos humanos como reclamos morales a los que atribuimos gran
importancia y que formulamos en beneficio de todos los seres humanos, sean
cuales fueren las diferencias que permitan agruparlos en clases más
restringidas”9.
13 Se objeta que dicha doctrina, que refiere como derechos humanos algunas libertades
públicas; que los DESC tuvieron tratamiento internacional antes de la Segunda Guerra Mundial,
y que las Declaraciones de Derechos (Universal de Derechos Humanos y la Americana de
Derechos y Deberes del Hombre) constituyen la positivización y norma sustantiva de permite su
reclamo. También que colisiona con la doctrina de la universalidad, interdependencia e
indivisibilidad de los derechos humanos, que surge por impulso de la Declaración de Viena, de
la Conferencia Mundial Derechos Humanos de 1993.
14 En virtud de las disposiciones de los arts.116 y 117 de la CN, la CSJN ha entendido
que la costumbre internacional y los principios generales de derecho, integran directamente el
orden jurídico. Fallos 19:108; 98:338, 107:395, 139:255, 141:127, 151:285, 175:344, 190:415,
244:255, 284:28.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la
Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su
vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte
de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías
por ella reconocidos. (…)
modificaciones, y no sólo la producida por vía del Protocolo de Buenos Aires de 1967, pero en
realidad es poco significativo, ya que la Carta de la OEA, consideradas todas sus reformas,
mantiene básicamente el mismo contenido incorporado por el Protocolo de Buenos Aires en
materia de normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura.
19 COURTIS, citado
20 “Acevedo Buendia y otros (“cesantes y jubilados de la contraloría”) v. Perú”, sentencia
del 1 de julio de 2009, párrafo 99, citando Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derechos Humanos (San Jose Costa Rica, 7-22 de noviembre de 1969). Actas y Documentos.
derechos, y de determinados derechos en particular, sobre el conjunto de la
población, teniendo presentes los imperativos de la equidad social, y no en
función de circunstancias de un muy limitado grupo de “pensionistas” no
necesariamente representativos de la situación general prevaleciente 21.
8.4. El desarrollo progresivo
La Corte Interamericana de Derechos Humanos observa que el desarrollo
progresivo de los DESC ha sido materia de pronunciamiento por parte del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
Unidas, al indicar que la plena efectividad de aquellos “no podrá lograrse en un
breve período de tiempo”, agregando que se “requiere un dispositivo de
flexibilidad necesaria que refleje las realidades del mundo y las dificultades que
implica para cada país el asegurar dicha efectividad”. El accionar del Estado,
estará signado por la obligación de hacer -adoptar providencias y brindar los
medios necesarios- para responder a las exigencias de efectividad de los
derechos involucrados, en la medida de los recursos (económicos y
financieros) disponibles para el cumplimiento del compromiso internacional
adquirido.22
8.5. Deber de no regresividad
Existe en lo dicho anteriormente una clara consecuencia, el deber de no
regresividad, claro que condicionado, y al decir de algunos autores no siempre
debe ser entendido como una prohibición de medidas que restrinjan el ejercicio
de un derecho23.
Desde una posición diferente sobre esa interpretación se sostiene que el
principio de no regresividad implica que no es constitucionalmente posible
desmejorar las normas que rigen con carácter general en materia social, pero
también significa que no es factible desmejorar aquellas que rigen para un
colectivo laboral determinado24.
El Comité de DESC de Naciones Unidas, señaló que “las medidas de carácter
deliberadamente regresivo en este aspecto requerirán la consideración más
cuidadosa y deberán justificarse plenamente por referencia a la totalidad de los
derechos previstos en el PIDESC, y en el contexto del aprovechamiento pleno
del máximo de los recursos de que el Estado disponga”25.
9. Conclusiones
Los derechos Económicos, Sociales y Culturales son derechos humanos
vinculados a la satisfacción de las necesidades básicas de las personas en
ámbitos como el trabajo, la alimentación, la salud, la vivienda, la seguridad
social, la educación, la cultura, el agua y el medio ambiente. Estos derechos
consagrados en los instrumentos internacionales se han consolidado como
herramientas jurídicas, que en algunas circunstancias resultan útiles para
revertir situaciones dramáticas que padece la población.
En la Argentina, la incorporación de los tratados internacionales en la reforma
constitucional de 1994, incluye diez instrumentos internacionales, ocho tratados
y dos declaraciones que contienen derecho consuetudinario, y perfilan un
estatuto privilegiado que supone una igualdad material entre las normas de
dichos instrumentos y las normas constitucionales. Como consecuencia
inmediata supone ampliar las causales del recurso extraordinario del art. 14 de
la ley 48, y obligar a los magistrados a no omitir los instrumentos incorporados
entre las fuentes de sus sentencias.
Numero extraordinario. 2004. Nota 31 Pagina 128. RODRIGUEZ MANCINI, Jorge “Derechos
fundamentales y las Relaciones Laborales”. Astrea 2004. Pagina 8. Nota 10.
30 E/C 12/2007/1 38ª Período de sesiones. 21 de setiembre de 2007.
La recepción de la letra del derecho internacional de los derechos humanos en
algunos fallos de la CSJN, no ha generado coincidencia sobre la trascendencia
de los mismos, en espacial dentro de los laboralistas. Para algunos autores la
jurisprudencia del más alto tribunal significo un cambio de paradigma a partir de
la nueva integración de la Corte en 2004, con los pronunciamientos en los
casos Vizzoti, Aquino, Milone, Madorrán, y otros, con los que se incorporan los
textos de derechos humanos a las relaciones laborales31. Mientras que para
otros, debe tenerse presente que en el fallo Aquino, el voto que comenzó la
sentencia con la aparente intención de ser el mayoritario cuando no unánime,
se hace merito en el deber de no regresividad de las normas, y cita el PIDESC,
pero no logró la adhesión de otros tres jueces que si bien coincidieron con el
resultado del pronunciamiento, lo hicieron con otros fundamentos32.
En materia de seguridad social, son pocas las normas que surgen de los
instrumentos internacionales, y se debe llegar a ellas a través de la remisión
hecha por el artículo 26 de la Convención Americana, en dos pasos
hermenéuticos, en primer lugar determinar cuáles son las “normas económicas,
sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de
Buenos Aires”, y en un segundo momento definir a partir de allí, cuáles son los
“derechos que se derivan” de esas normas.
En la jurisprudencia referida a la seguridad social, que incorpora las normas
internacionales de Derechos Humanos y su relación con las leyes internas,
tampoco es abundante, pero se destacan algunos pocos fallos, entre ellos
Chocobar y Sanchez, en materia de movilidad de las prestaciones jubilatorias,
si bien con resultados opuestos en el contenido de los fallos.
En Chocobar la mayoría adoptó una Interpretación restrictiva de los
instrumentos internacionales con jerarquía constitucional: la Declaración
Universal de Derechos Humanos establece en su artículo 22 que “toda
persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social,
habida cuenta de la organización de los recursos de cada Estado” (énfasis
agregado). En el mismo sentido, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) dispone en su art. 26 que “los
Estados partes se comprometen a adoptar providencias para lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las
normas económicas, sociales y sobre educación en la medida de los recursos
disponibles” (énfasis agregado). De ambas normas, la mayoría Corte destacó
que la obligación estatal de satisfacer el contenido económico de la movilidad
jubilatoria encuentra el límite en las concretas posibilidades de cada Estado. Es
decir, que entendió aquellas cláusulas para limitar el alcance de los derechos
de la clase pasiva.
33 Conformaron la mayoría de esta decisión los jueces Petracchi, Belluscio, Fayt, Highton
de Nolasco y Lorenzetti. Elaboraron su propio voto concurrente los jueces Maqueda, Zaffaroni y
Argibay. En disidencia votó Boggiano quien, como se dijo, mantuvo su criterio del caso
“Chocobar”.
34 La cláusula de los instrumentos internacionales que vincula los beneficios sociales con
los recursos disponibles nunca puede entenderse como una directriz para limitar el contenido
económico de la movilidad jubilatoria. La prohibición de realizar ese tipo de interpretación se
encuentra vedada por el art. 29.b) de la propia Convención que impide aplicarla en el sentido
de “limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar reconocido de
acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados partes o de acuerdo con otra convención
en que sea parte uno de dichos Estados.”
para llevar una vida digna y decorosa…”. Y a tales efectos, el art. 1 de dicho
protocolo dispone la obligación de los Estados partes de adoptar todas las
medidas necesarias, hasta el máximo de los recursos disponibles y tomando en
cuenta su grado de desarrollo, a fin de lograr progresivamente, y de
conformidad con la legislación interna, la plena efectividad de los derechos que
se reconocen en el documento. Esta norma encuentra su correlato en el art. 19
del protocolo, en el cual el principio de progresividad se encuentra protegido
mediante la estipulación de informes periódicos que den cuenta de las medidas
adoptadas.
Y es aquí donde debemos citar, lo resuelto a propuesta de la representación
Argentina, en la AG/RES. 2074 (XXXV-O/05), sobre las NORMAS PARA LA
CONFECCIÓN DE LOS INFORMES PERIÓDICOS PREVISTOS EN EL
PROTOCOLO DE SAN SALVADOR (Aprobada en la cuarta sesión plenaria,
celebrada el 7 de junio de 2005), en la cual se incluyó la siguiente disposición,
“5.1. A los fines de este documento, por el principio de progresividad se
entenderá el criterio de avance paulatino en el establecimiento de las
condiciones necesarias para garantizar el ejercicio de un derecho económico,
social o cultural.”
En definitiva, no parece difícil encontrar relaciones y fuertes vinculaciones entre
el campo de los derechos humanos y los principios que orientan -o debieran
hacerlo-, las políticas sociales y estrategias de desarrollo. Que ambos ámbitos
se encuentren dependerá en gran medida de la lógica que impere en la
formulación de las políticas públicas y los niveles de universalidad,
transparencia, efectividad y fiscalización.
Resultará fundamental el rol que puedan cumplir los órganos de supervisión
internacional de derechos humanos, a partir de la fijación de estándares
mínimos, más claros y precisos, en materia de seguridad social, y que puedan
servir como marco para la definición, implementación y evaluación de las
políticas sociales, y funcionen también como un criterio común para facilitar la
fiscalización de esas políticas por las instancias de control institucional, como
los sistemas de justicia, y hasta por la propia sociedad.
Dicho esto en el camino de establecer las bases sólidas para el ejercicio de los
derechos, que mucha veces parecen no tener las correlativas obligaciones o
definido claramente quien debe cumplirlas, en caso contrario sabemos que las
víctimas de la legislación incompleta son normalmente las mismas personas a
quienes se aseguran derechos.
Porque como apunta Guibourg, “El centro del problema actual es, como nunca
lo fue en el pasado, el acceso al ingreso. (…) Si no se garantiza el ingreso ni se
reducen las desigualdades, pues, cualquier discursos sobre derechos humanos
corre el riesgo de convertirse primero en una ingenuidad bien intencionada y
más tarde en una burla cínica”35.