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La expresión en estadios pre lingüísticos

0 a 2 meses logra realizar vocalizaciones reflejas en las que se incluyen ruidos y sonidos
vegetativos vegetativos (bostezos, arruyos, suspiros).

Entre el 1 y 4 mes, puede producir vocalizaciones arcaicas constituidas por secuencias fónicas
conformadas por sílabas primitivas claramente perceptibles para el entorno, formadas por sonidos
casi vocálicos y sonidos casi consonánticos articulados en la parte posterior de la garganta. Estos
sonidos suelen tener sonoridad nasal. Los padres estimulan la imitación vocal y cuando se
consigue, la refuerzan. Este refuerzo social hace que aumente el número de vocalizaciones.

Más adelante se inicia el balbuceo rudimentario, entre los 3 y 8 meses; esta etapa comienza con la
presencia de sonidos resonantes, con una frecuencia más elevada que los anteriores. Aparecen
sonidos muy graves (gruñidos) y muy agudos (chillidos). Pueden decir sonidos consonantes
prolongados. Hacia los 6 meses aparecen las primeras combinaciones de sonidos de la clase
consonante vocal, con cierre del tracto vocal.

Entre los 5 y 10 meses ya se distingue balbuceo canónico; en esta etapa los niños empiezan a
producir sílabas bien formadas con la estructura consonante vocal.

EL balbuceo canónico es un conjunto articulatorio que se compone de un núcleo de energía del


sonido vocálico y de al menos un margen del sonido consonántico que guarda características
prosódicos de la lengua del entorno. En esta etapa se utilizan sílabas idénticas reduplicadas, como
mamama , papapa, para luego ir diferenciándose.

Entre los 9 y 18 meses, se inicia la etapa de balbuceo mixto, comienzan a producir palabras dentro
del balbuceo. Es decir que aparecen intercaladas palabras reales con balbuceos involuntarios.

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