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Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable
eternamente.” 2 Samuel 7:16
El Pacto Davídico (vv. 8-17) sobre el cual se fundaría el futuro reino de Cristo, “del linaje de
David según la carne” (Ro. 13), proveía para David:
Salomón, cuyo nacimiento predijo Dios (v. 12), no recibió la promesa de descendencia
perpetua, pero sólo la seguridad de que
(1) edificaría casa al nombre de Jehová (v. 13);
(2) su reino será establecido (v. 12);
(3) su trono — su autoridad de rey— será perpetuo;
y (4) si Salomón pecaba, sería castigado peY será afirmada tu casa y tu reino para
siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.” 2 Samuel 7:16
El Pacto Davídico (vv. 8-17) sobre el cual se fundaría el futuro reino de Cristo,
“del linaje de David según la carne” (Ro. 13), proveía para David:
Cristo nació de María, que no era del linaje de Salomón (Jer. 22:28-30); El fue
descendiente de Natán, otro hijo de David (comp, Lc. 3:23-31; y Lc. 3:23).
José, el esposo de María, era descendiente de Salomón y a través de él el
trono legalmente pasa a Cristo (comp. Mt 1:6,16). De esta manera el trono,
pero no la simiente, provino a través de Salomón, lo cual constituye el
cumplimiento preciso de la promesa de Jehová a David.
En contraste con la irrevocable promesa de cumplimiento perpetuo que recibió
David, Salomón ilustra el carácter condicional del Pacto Davídico al ser
aplicado a los reyes que siguieron. La desobediencia por parte de los
descendientes de David daría como resultado castigo, pero no la anulación del
pacto (2 S. 7:15; Sal. 89:20-37; Is. 54:3,8,10), Así fue como cayó el castigo,
primero con la división del reino con Roboam, y finalmente con las cautividades
(2 R. 25:1-21). Desde ese momento sólo un rey de la familia de David ha sido
coronado en Jerusalén, y coronado con espinas. Pero el Pacto Davídico, realizado
con David por juramento de Jehová y confirmado a María por el ángel Gabriel,
es un pacto inmutable (Sal 89:20-37); y Jehová aún habrá de darle “el trono de
David su padre” a Aquel que fue coronado con espinas (Lc. 1:31 -33; Hch.
2:29-32; 15:14-17). Tanto David como Salomón entendieron que la promesa se
refería a un reino terrenal (2 S. 7:18-29; 2 Cr. 6:14-16).
ro no depuesto.
Cristo nació de María, que no era del linaje de Salomón (Jer. 22:28-30); El fue descendiente de
Natán, otro hijo de David (comp, Lc. 3:23-31; y Lc. 3:23). José, el esposo de María, era
descendiente de Salomón y a través de él el trono legalmente pasa a Cristo (comp. Mt 1:6,16).
De esta manera el trono, pero no la simiente, provino a través de Salomón, lo cual constituye
el cumplimiento preciso de la promesa de Jehová a David.
El pacto davídico se refiere a las promesas de Dios a David por medio del profeta
Natán, y se encuentran en 2 Samuel 7 y posteriormente se resume en 1 Crónicas
17:11-14 y 2 Crónicas 6:16. Este es un pacto incondicional entre Dios y David, a
través del cual Dios promete a David y a Israel que el mesías (Jesucristo) saldría del
linaje de David y de la tribu de Judá, y establecería un reino que permanecería para
siempre. El pacto davídico es incondicional porque Dios no impone ninguna condición
de obediencia para su cumplimiento. La garantía de las promesas hechas, se basa
únicamente en la fidelidad de Dios y no depende en absoluto de David o de la
obediencia de Israel.
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