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Las artes han tenido una conceptualización diferente en las escuelas que, en la sociedad,
en la primera se viene trabajando como un espacio para la relajación, para ocupar ese
espacio para hacer dibujos, utilizar pinturas para rellenarlos, no se tiene un fin por el hacer
trabajos plásticos y en la sociedad existen prioridades en la educación, donde al alumno
lo necesario y urgente es que aprenda leer, escribir y realizar operaciones básicas y por
último, que el alumno aprecie y produzca arte. En este sentido, las políticas educativas
propician una organización curricular para el fortalecimiento de la enseñanza de las
asignaturas académicas, dejando poco espacio para las asignaturas de desarrollo
personal y social, como actualmente están consideradas, que cuenta con dos horas
clases de 50 minutos a la semana.
Los alumnos que asisten a la escuela, deben cumplir con una función social como es la
apropiación de una parte seleccionada por las autoridades, que ha construido por varios
años, por lo tanto, se está hablando de una descontextualización de los saberes por la
artificialidad de determinadas prácticas escolares, con la apropiación de rutinas, prácticas,
información inventadas por las mismas propias prácticas escolares, que en lo particular en
la asignatura de artes se enseña el arte sin dirección, estableciendo una confusión entre
la espontaneidad y libertad, ya que al proponer actividades espontaneas se piensa que es
libertad y da origen a la creatividad, cuando en realidad da lugar a trabajos estereotipados
y los alumnos no logran plasmar una autenticidad de su propio sentir.
Por eso es tan importante una asignatura que explore la autenticidad del ser con una
legitimidad de expresión a partir de la producción de los diferentes lenguajes artísticos
que se cuenta en el arte y eso le corresponde a la asignatura de artes ya que es
necesario como una manifestación de vida para el estudiante que “llegué a ser lo que es”
y como lo Paulo Freire en La educación como práctica de la libertad “Poder devolverle al
hombre, privilegiando su dignidad, su capacidad de decir, que es comunicación y acción,
cómo también, conocerse y respetarse como personaje protagónico de su cultura”
Este mismo autor señala que el arte se considera como una actividad dinámica y
unificadora con un rol muy importante en la educación de los niños. “El dibujo, la pintura o
la construcción constituyen un proceso complejo en el que el niño reúne diversos
elementos de su experiencia para formar un todo con un nuevo significado. En el proceso
de seleccionar, interpretar y reformar estos elementos, el niño nos da algo más que un
dibujo o una escultura, nos proporciona una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente
y cómo ve…”
Ante esto los docentes que no tienen el perfil se encuentran con una dificultad a realizar
las actividades que contemplen los elementos y el valor simbólico integrado en códigos
que son utilizados para plasmar ideas, experiencias y emociones que son el lenguaje
representado por cada disciplina de arte.