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A sangre fría o como comprender un asesinato.

A sangre fría es una novela testimonio escrita por el periodista y escritor Truman Capote.
La obra se desarrolla en los Estados Unidos de los años 50, en el contexto de uno de los
crímenes con más repercusión del momento. Dos hombres entran en casa de la familia
Clutter, una familia querida por todos en la pequeña localidad de Holcomb, y asesinan a
todos los miembros, incluidos los dos hijos pequeños de los Clutter.
Este crimen llamó la atención de todos los periodistas del estado de Alabama y de gran
parte del país, siendo uno de los atraídos por el caso el propio Truman Capote, que
documentó el proceso desde el punto de vista de todos los implicados mediante
testimonios directos, incluso de los propios asesinos.
En el libro, la historia se cuenta en forma de novela, no es hasta la página 30 que, sin
conocer el caso, puedes empezar a sospechar que es un caso real, y es que todo a lo
largo del libro, a pesar de ser real, parece ficticio. Los personajes, si bien se desarrolla
en ellos a posterior, comienzan siendo personajes prototípicos, esos tipos de
estadounidenses que tenemos en el imaginario colectivo.
Empiezas conociendo a la familia Clutter, aunque de una forma superficial (tampoco
eran personas muy complejas), y viendo lo maravillosa que es su vida y lo bien que les
va todo. Puedes llegar a tenerles incluso algo de tirria, aunque el libro se justifica de
forma constante en que eran buenas personas y que no alardeaban de sus riquezas ni
bienestar.
Y luego, por otro lado, conoces a Dick y a Perry. Dick y Perry son los dos asesinos que
masacraron a la familia, y aún conociendo esto desde bien temprano en el libro, son los
personajes con los que mas llegas a empatizar (o al menos es lo que el autor parece
tratar de conseguir). Pero no empatizas con ellos desde el perdón, sus actos son
despreciables y solo haciendo una pequeña búsqueda en internet puedes saberlo, pero
si en sus vidas, en su forma de ser, haciendo que puedas llegar a ponerte en el sitio de
Perry y pensar si tu serías muy distinto en su situación (salvando las distancias respecto
al homicidio).
La obra, sin embargo, no parece conseguir esto del todo durante las primeras 20
páginas, en las que el autor parece soltar descripciones incoherentes de todos los
personajes y escenarios, que cuestan de situar sin conocer la historia real. Esto llega a
aburrir al lector en este comienzo, pero si eres capaz de aguantarlo lo demás sí es capaz
de engancharte hasta decir basta.
Y esto es meritorio, teniendo en cuenta que las descripciones son tan en profundidad
que pueden llegar a durar diez páginas y, sobre todo, el último capítulo, que aunque
consigue transmitir lo que quiere, puede llegar a pesar tanto o más que un juicio debido
a la cantidad de veces que la acción se corta para añadir información legal o detalles no
tan relevantes.
A sangre fría brilla sobre todo por sus descripciones. No hay ningún personaje que tenga
un impacto tan mínimo que no merezca ser conocido. Sabemos quién es la cartera de
Holcomb, quienes son los padres de Perry y quién es el abogado de oficio asignado a
Dick. Esto es lo que consigue que llegues a formar parte de la acción y quieras ver a Dick
colgado de la horca lo antes posible, e incluso seas capaz de empatizar con Alvin Dewey
(detective encargado del caso), porque, aun sabiendo quienes son los asesinos antes de
que él sea capaz de descubrirlos, la escena del crimen y el entorno de esa noche están
relatados con tal rigurosidad que puedes sospechar del pobre Bobby o de alguno de esos
borrachos que Herb Clutter había echado de su granja.
La novela también es un estudio psicológico criminal bastante elaborado para su época.
Conocemos qué es capaz de llevar a Perry a la situación en la que estaba, o qué piensa
Dick, a pesar de su historial al hacer todo lo que había llegado a hacer. Aunque el autor
no se queda solo en ellos dos. Y es que, al final de la historia, conoceremos a otros presos
condenados a muerte y también profundizaremos en ellos y en su pasado, como son los
adolescentes York y Latham (asesinos en serie que mataban de forma indiscriminada
por odio a la humanidad) o Lowell Lee Andrews (asesino de toda su familia que parece
tener indicios de esquizofrenia).
Otra de las escenas más marcadas es la del interrogatorio, y es que, tras detener a Dick
y a Perry tratándolos como simples ladrones que habían expedido cheques falsos, todos
pensamos que la situación se volverá complicada, ya que habían preparado varias
coartadas y habían trabajado muy bien cualquier relato de la noche del crimen para
evitar ser implicados (y lo habrían conseguido de no ser por el excompañero de Dick,
Floyd Wells) pero, a la mínima presión que ejercen los investigadores, es el mismo Dick,
que había estado trabajando tanto en todo esto, el que acaba cantando como si del
mismísimo Pavarotti se tratase.
El libro trabaja desde una perspectiva muy periodística toda la información. No es solo
una novela, si no que parecen, una conjunción de géneros periodísticos como la
entrevista, el reportaje o el perfil, los que componen la historia y la hacen resultar tan
única y real.
En conclusión, la historia está muy bien contada, una vez pasas el pequeño bache del
comienzo y consigues comprender de qué va la historia, todo fluye muy bien y con
momentos muy memorables que se quedan grabados en la mente y producen esa
curiosidad de querer conocer más y más sobre el caso.

David Trujillo González

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